Manuel Sadosky - Raúl Carnota - E-Book

Manuel Sadosky E-Book

Raúl Carnota

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Beschreibung

El matemático Manuel Sadosky (1914-2005) tiene ganado un merecido reconocimiento en la historia de la ciencia como "Padre de la computación en Argentina". Su nombre suele aparecer asociado a Clementina, la descomunal computadora valvular que, junto a un pequeño grupo de científicos, fueron, en 1961, los primeros habitantes de la Ciudad Universitaria, entonces sólo un páramo bordeado por el río, en el extremo norte de la ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, Manuel Sadosky desborda los límites de la computación. En sus textos, en sus acciones públicas, indisolublemente entramadas con la historia de la Argentina del siglo XX, en la coherencia que le imprimió a su vida y en los sentimientos que despierta en quienes compartieron con él tramos de sus existencias, aparece un multifacético Manuel para armar. Aprovechando la excusa que nos ofrece el centenario de su nacimiento, este libro pretende acercar al público toda esa multiplicidad de aspectos que terminan por conformar el retrato más completo de quien el escritor Tomás Eloy Martinez calificó como "nuestra esperanza y nuestra conciencia". El libro se abre con un riguroso estudio de Pablo Jacovkis que enlaza las circunstancias de la vida de Sadosky con la compleja historia de la Argentina del siglo XX, contiene además la más completa entrevista que se le haya realizado y convoca las voces de decenas de personas para componer un retrato de Manuel Sadosky que refleja los sueños, las convicciones, la conducta y el accionar de lo que fue: ni más ni menos que un Maestro. "Manuel Sadosky fue un verdadero gigante de la ciencia, capaz de enfrentar molinos de adversidad con pasta de soñador, pero también astucia, constancia, firmeza, humor, paciencia y dulzura. Protagonista indiscutido de la historia nacional del siglo XX, maestro, investigador y funcionario, advirtió con una claridad envidiable cuáles eran los caminos que nos llevarían hacia el futuro." Del prólogo de Nora Bär

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Raúl Carnota - Carlos Borches (compiladores)

Manuel Sadosky

El sabio de la tribu

Prólogo de Nora Bär

Carnota, Raúl

Manuel Sadosky / Raúl Carnota y Carlos Borches. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Libros del Zorzal, 2014.

E-Book.

ISBN 978-987-599-419-5

1. Sadosky Manuel.Biografía. I. Borches, Carlos II. Título

CDD 926

Foto de tapa: Fiora Bemporad

Conversaciones con Manuel Sadosky, ©LauraRozenberg, cedidas para esta edición

© Libros del Zorzal, 2014 Buenos Aires, Argentina

Printed in Argentina

Hecho el depósito que previene la ley 11.723

Para sugerencias o comentarios acerca del contenido de esta obra, escríbanos a: <[email protected]>

Asimismo, puede consultar nuestra página web: <www.delzorzal.com>

Manuel fue la felicidad de mi vejez.

Un jour, tu verras, on se rencontrera…

Katún Troise (1916-2014)

Índice

Prólogo | 6

Introducción | 9

Agradecimientos | 11

Sección I. Vida, pensamiento y acción

Manuel Sadosky y su impacto en la ciencia y en la política argentina | 13

Los comienzos de la consultoría en software y servicios informáticos en la Argentina: ACT | 100

El pensamiento de Sadosky en Ciencia, Tecnología, Desarrollo y Dependencia | 108

Los autores | 141

Sección II Conversaciones con Manuel Sadosky

Manual para un Manuel | 145

Presentación de la nueva edición de las Conversaciones | 148

El cuaderno del niño Manuel | 277

La autora | 285

Sección III La mirada de los otros

La mirada de los otros | 288

Las redes de Manuel | 291

Un permanente buen humor | 299

Las lecturas de Manuel | 306

Los años de la UBA | 313

Uruguayos | 328

Manuel en la SECYT | 335

Maestro y amigo | 344

Manuel de entrecasa | 362

El cero y el infinito | 376

Los convocados por Sadosky se presentan | 379

Prólogo

Lo primero eran sus ojos, de un azul claro, luminoso y transparente. Esa mirada bondadosa que nunca lo abandonaba. Después, su sonrisa. Su optimismo a toda prueba que, incluso a fines de sus ochenta, hacía recordar esa definición de Tomás Eloy Martínez que lo describió como “uno de esos raros prodigios de la naturaleza que avanzan al mismo tiempo en madurez y juventud”.

Manuel Sadosky fue un verdadero gigante de la ciencia, capaz de enfrentar molinos de adversidad con pasta de soñador, pero también astucia, constancia, firmeza, humor, paciencia y dulzura. Protagonista indiscutido de la historia nacional del siglo xx, maestro, investigador y funcionario, advirtió con una claridad envidiable cuáles eran los caminos que nos llevarían hacia el futuro. Fue el padre de la computación en la Argentina, y sostenía que la controversia entre ciencia básica y aplicada no tenía sentido cuando todavía muchos de sus colegas lo discutían.

“No hay ciencia pura y aplicada, hay ciencia buena y mala –decía–. Hace más de dos mil años, a nadie se le hubiera ocurrido pensar si la geometría de Euclides tenía una aplicación. Y, sin embargo, la geometría es una parte indisoluble del mundo actual, por ejemplo, en la construcción. No hay que dejarse entrampar en discusiones estériles. Lo importante es contar con gente dispuesta a dedicarse con pasión por lo que hace y con ganas de formar a nuevos investigadores.”

Doctorado en Matemática en la Universidad de Buenos Aires y posdoctorado en Francia, fue docente y vicedecano de la Facultad de Ciencias Exactas, creó el Instituto de Cálculo y en 1960 logró que la Argentina tuviera su primera computadora en el ámbito académico. Organizó, junto con su esposa, la matemática Cora Ratto, la Fundación Alberto Einstein, para que los alumnos destacados pero sin medios pudieran dedicarse solamente a estudiar, y trabajó incansablemente para que se desarrollara la ciencia tanto en el país, como en Uruguay y Paraguay.

Durante su gestión como secretario de Ciencia y Tecnología (entre 1983 y 1989, en el gobierno de Raúl Alfonsín) inauguró el Observatorio El Leoncito y el Laboratorio Nacional de Insulina, creó la Escuela Latinoamericana de Informática (ESLAI), impulsó la construcción de un satélite científico para estudiar el sol y convenció al Premio Nobel César Milstein para que asesorara en la creación del Instituto Tecnológico de Chascomús.

En este libro maravilloso, Raúl Carnota y Carlos Borches no sólo recuperan su figura notable, sino que la sitúan en el contexto histórico que le tocó vivir y enfrentar, un siglo cardinal en el que se sucedieron dos atroces guerras mundiales, el país pasó por dictaduras, revoluciones y cambios sociales, y en el que la tecnología lo transformaría todo, hasta nuestro universo simbólico. Fue a mediados de ese siglo que, retomando la experiencia previa del Conicyt, se gestó el Conicet, cuyo primer presidente fue el Premio Nobel Bernardo Houssay y que es hoy la columna vertebral de la ciencia local. En esa trama de luces y sombras, de éxitos y fracasos, se desarrolla la historia que le tocó escribir a Manuel Sadosky, uno de los siete hijos de una pareja de inmigrantes llegados de lo que hoy es Ucrania.

Al recorrer sus páginas, nos asomamos a los destellos de una personalidad insoslayable y a una época que nos define.

Laura Rozenberg revela, en una entrevista vívida y valiosa, no sólo su pensamiento sobre los temas que lo desvelaban, sino detalles íntimos o cotidianos que nos devuelven al ser humano, tan cercano y, tal vez por eso, más grande.

Decenas de testimonios de quienes lo conocieron en todos los ámbitos de la cultura completan un retrato inspirador, porque, como alguna vez escribió Paco Poblet, Manuel Sadosky era sabio “en el sentido más extenso del término: el del sabio de la tribu que toda sociedad, y más la nuestra, necesita”.

Esta obra que nos llega a la mente y al alma sin duda ayudará a multiplicar su ejemplo y a preservar su legado.

Nora Bär

julio de 2014.

Introducción

Condenados al imperio del sistema decimal, encontramos la oportunidad de celebrar el primer centenario del nacimiento de Manuel Sadosky con este trabajo que tiene la pretensión de sumar pinceladas de distintos autores para componer un personaje que pueda escapar del justificado pedestal que goza como padre de la computación en Argentina.

Con ese objetivo en mente, el libro tiene básicamente tres partes. La primera pone al alcance de quienes no lo conocen la vida de Sadosky, enmarcada en las distintas etapas de la historia de la Argentina del siglo xx. Integra también esta primera parte una aproximación a sus ideas sobre política científica y tecnológica “en el marco de la filosofía social que las sustenta”, como afirmaba el propio Sadosky. Hemos contado para todo ello con el invalorable aporte de Pablo Jacovkis y de Rosa Wachenchauzer.

En la segunda parte reproducimos la jugosa entrevista que le realizara Laura Rozenberg en vísperas de su cumpleaños ochenta, donde repasa su vida y responde a las incisivas cuestiones que le plantea Rozenberg. Estas “Conversaciones con Manuel Sadosky” habían permanecido inéditas durante casi veinte años hasta que conocieron la luz en el libro Sadosky por Sadosky1. Cuando planeamos celebrar el centenario del maestro, y teniendo en cuenta que el alcance de este volumen es diferente, Laura volvió a sumarse a la partida enriqueciendo la entrevista con una perla que desempolvó de viejos archivos: el cuaderno escolar de sexto grado. Fesquet y Sadosky, maestro y alumno, quedan al descubierto en este cuaderno del Sadosky niño proyectando una imagen que reclama la escritura de una historia pedagógica de ese vínculo.

Para componer la tercera sección convocamos a decenas de personas de las más variadas procedencias: veteranos del Instituto de Cálculo, colaboradores de su gestión en la Secretaría de Ciencia y Tecnología, familiares, amigos, discípulos. Todos ellos transitaron en algún momento de sus vidas por el “planeta Sadosky” y nos acercaron generosamente sus recuerdos. Cuando comenzamos a editarlos se puso en evidencia que esas voces se cruzaban en un diálogo virtual, retratando los vínculos de Sadosky con sus alumnos, registrando el clima del Instituto de Cálculo, la corriente de afecto de Sadosky con sus colegas y alumnos uruguayos, las entrañables relaciones familiares y algunos rasgos inolvidables de su personalidad.

Confiamos estar a la altura de las circunstancias para poder acercarle al lector una pintura sonora en la que reconozca o descubra la vida de Sadosky: un generoso maestro, un político empeñado en hacer crecer la ciencia, la tecnología y la educación pública; un infatigable divulgador de un ideario iluminista y, además, el padre de la computación en la Argentina.

Raúl Carnota y Carlos Borches

Buenos Aires, 15 de junio de 2014.

Agradecimientos

Santiago Ceria; Ana Diamant; Graciela Duran-Troise; Leopoldo Kulesz; Mauricio Milchberg; Sara Rietti y el equipo de la Biblioteca Central de la FCEN-UBA, su directora Ana Sanllorenti, Martin Williman y Paola Ramos Pinto, de la Biblioteca Digital y el Archivo de la FCEN.

1 Carnota, R. y Borches, C. (comp.) (2011). Sadosky por Sadosky, Fundación Sadosky, Buenos Aires.

Sección I. Vida, pensamiento y acción

Manuel Sadosky y su impacto en la ciencia y en la política argentina

Pablo M. Jacovkis

1. Infancia y adolescencia

Manuel Sadosky nació en Buenos Aires el 13 de abril de 1914, casi tres meses antes de que el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria desencadenara la Primera Guerra Mundial, dando comienzo a lo que el gran historiador Eric Hobsbawm llamó “el corto siglo xx” que, siempre según Hobsbawm, terminó con la desintegración de la Unión Soviética –cuya creación obviamente debía mucho a dicha Primera Guerra– en 1991. Sadosky entonces no solamente vivió todo ese “corto siglo”, sino que lo sobrevivió catorce años, puesto que falleció, también en Buenos Aires, el 18 de junio de 2005. La neutralidad argentina en esa guerra evitó pérdidas humanas y materiales al país y fue mantenida férreamente, primero por los gobiernos conservadores y luego por el nuevo presidente radical Hipólito Yrigoyen a partir de su elección en 1916 por voto popular secreto y obligatorio (y masculino, cabría agregar), pese a la presión belicista que ejercieron los Estados Unidos desde su incorporación en la guerra en abril de 1917.

Pero la afortunada neutralidad argentina no impidió que el país se sumergiera en las inestabilidades del siglo xx. Durante el gobierno de Yrigoyen hubo gravísimos conflictos: una huelga general (la Semana Trágica), un pogrom1 (aparentemente, el primer pogrom en América Latina) en enero de 1919, y fusilamientos en la Patagonia. Yrigoyen fue sucedido en 1922 por Alvear, cuyo gobierno fue quizás el menos conflictivo de la república constitucional (1862-1930). Alvear fue una personalidad muy interesante: en época de oposición y fraude se jugó más de lo que podría pensarse de un hombre de su clase social, y simboliza un curioso (al menos, para los cánones actuales) fenómeno de político enormemente rico que se empobrece por usar su dinero para la política y no la política para su dinero. Fue a su vez sucedido en 1928 de nuevo por Yrigoyen, o sea la infancia y gran parte de la adolescencia de Sadosky transcurrieron bajo los gobiernos radicales. Sadosky recordaba siempre ese contexto educativo “sarmientino” que comenzó a deteriorarse después del Golpe de Estado de 1930 (Yo privilegio haber ido a la escuela primaria antes de 1930, a la escuela sarmientina, haber tenido un maestro como el que tuve en sexto grado, que nos impulsó a conocer próceres como Ameghino, dice en la entrevista concedida a Diamant y Cahn en 1994).

Sadosky era hijo del matrimonio entre el zapatero Natalio Sadosky (o Sadovsky) y María (o Minie) Steingart, o Steingard, oriundos de Ekaterinoslav (actualmente Dnepropetrovsk), Ucrania. Sus padres habían llegado a la Argentina en 1905 con tres hijos, dos de los cuales murieron, y en el país tuvieron seis hijos más, es decir, siete hijos sobrevivieron (cuatro varones y tres mujeres), de los cuales uno solo había nacido en el exterior. La emigración de los Sadosky, como la de muchos otros, se debió esencialmente a la miseria y al antisemitismo feroz de la última etapa del Imperio ruso, con sus olas de pogroms. Sadosky cursó primero dos años de escuela primaria (1920 y 1921) en la que actualmente lleva el nombre de Escuela nro. 13 D. E. 06 Brigadier General José María Zapiola, sita en Urquiza 227 (pleno Once, el barrio de su infancia), y luego cinco años en la actual Escuela Normal Superior nro. 2 de Lenguas Vivas Mariano Acosta, hasta 1926. Siempre recordó con admiración a su maestro de sexto grado (equivalente al séptimo grado actual) Alberto Fesquet, por cómo les enseñaba a pensar en ciencia, no a memorizar2. Y es así que su educación primaria le quedó muy grabada, como se nota tanto en la entrevista de Diamant y Cahn como en la de Laura Rozenberg publicada en este mismo volumen.

En 1927 Sadosky ingresó al ciclo secundario en el mismo Mariano Acosta, de donde egresó como maestro a fines de 1931. Siempre recordó algunos profesores que allí tuvo: el gran historiador medievalista José Luis Romero (1909-1977), que fue rector interventor en la Universidad de Buenos Aires (UBA) y decano de la Facultad de Filosofía y Letras; el influyente crítico de arte Jorge Romero Brest (1905-1989), y el ingeniero Alejandro Nogués Acuña (1907-1989), prestigioso especialista en docencia rural (y además destacado ajedrecista). En esa época los egresados como maestros normales no podían ingresar a la Universidad de Buenos Aires (o, más precisamente, no podían anotarse para dar el examen de ingreso). Por ese motivo Sadosky tuvo que rendir las equivalencias para el título de bachiller y lo hizo en el Colegio Nacional de Adrogué, para luego dar el examen de ingreso a la carrera de ingeniería, lo cual realizó exitosamente.

Es decir, casi toda su educación primaria y secundaria transcurrió durante la República Constitucional con voto secreto y obligatorio. Pero su último año y medio de educación secundaria coincidió con la primera dictadura militar del siglo xx en Argentina, instalada a partir del golpe del 6 de septiembre de 1930, y con la cual se rompió el ciclo de gobiernos constitucionales inaugurado por Mitre en 1862. Sadosky siempre se sintió identificado con el proyecto de país “sarmientino” en el cual la educación laica y pública es la herramienta fundamental de integración y ascenso social de los inmigrantes y democratización de la sociedad, al que podríamos tal vez llamar “proyecto masón-jacobino”. De hecho, todos los hermanos Sadosky varones obtuvieron títulos universitarios, pese a que su madre casi no sabía leer ni escribir. No puede considerarse esto una característica particular de la familia Sadosky; ese fenómeno se pudo observar en muchas familias de inmigrantes, entre ellas la de mis abuelos; y es particularmente significativo el esfuerzo gigantesco que esas familias hicieron, teniendo en cuenta que la universidad pública no era gratuita como ahora.

De alguna manera, en el ciclo republicano constitucional que concluyó en 1930 ese proyecto era asumido por casi todo el espectro político del país. Con algunos agregados para darle una interpretación marxista (y eventualmente para insistir en la solidaridad latinoamericana), la izquierda adhirió al “ideal sarmientino” tanto como las clases dirigentes. La niñez y adolescencia de Sadosky transcurrieron bajo el influjo de esas ideas, sólo combatidas desde la derecha por los sectores más clericales y, a partir de la Revolución rusa y del advenimiento del fascismo en Italia en 1922, por sectores que despreciaban la democracia y se preocupaban de que fuera una antesala del comunismo. Tal vez se pueda decir que, simbólicamente, el comienzo del avance ideológico clerical reaccionario en Argentina, que terminó influyendo marcadamente en toda su clase dirigente, sobre todo en las Fuerzas Armadas, fue el desgraciado discurso del gran poeta Leopoldo Lugones en el centenario de la batalla de Ayacucho, en diciembre de 1924, en el cual formuló la desdichada frase: “Ha sonado otra vez, para bien del mundo, la hora de la espada”.

2. La universidad y el contexto de la época

Sadosky ingresó a la universidad en 1932, poco después de que, el 20 de febrero de ese mismo año, el general ingeniero Agustín P. Justo hubiera asumido la presidencia de la Nación, tras el fracaso del proyecto fascistizante del general Uriburu. Dicho fracaso, dicho sea de paso, no impidió que durante ese año y medio hubiera una represión violenta con encarcelamiento de opositores (incluso en el penal de Tierra del Fuego), y se cometiera el fusilamiento del anarquista Severino di Giovanni. La línea política triunfante con el derrocamiento de Yrigoyen fue, finalmente, la “liberal-constitucionalista” que añoraba la República oligárquica previa a 1916, y Justo fue elegido en elecciones en las cuales la Unión Cívica Radical no pudo presentar candidatos presidenciales. Ese proyecto solamente podía ser políticamente exitoso con proscripción del radicalismo o fraude, que es lo que hubo en Argentina durante el período de restauración conservadora (1932-1943). Ese fraude tiñó de ilegitimidad a los gobiernos conservadores que, además, tuvieron que soportar sublevaciones militares (fracasadas) de los radicales. Sadosky comenzó estudiando ingeniería, pero se pasó prontamente a ciencias físico matemáticas. Según cuenta él mismo, le bastó cursar en primer año la materia “Construcción de edificios” para convencerse de que lo suyo eran las matemáticas, no la ingeniería. Ese cambio se dio dentro de la misma Facultad, la Facultad de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, que agrupaba lo que ahora son las facultades de Ciencias Exactas y Naturales (FCEN), Ingeniería y Arquitectura, todas alojadas en el edificio de la calle Perú entre Alsina y Moreno. La Facultad de Arquitectura se separó en 1948, y la de Ingeniería en 1952, a partir de lo cual la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales adoptó el nombre que tiene actualmente. Como estudiante universitario, Sadosky desempeñó durante tres años la ayudantía ad honórem de Geometría Analítica y Proyectiva (1933-1935) en su facultad. En 1937 se recibió de licenciado en ciencias físico matemáticas con diploma de honor. Dentro de la Facultad, como él mismo relata, era uno de los escasos alumnos de esa carrera; otra de las alumnas era Corina E. (Cora) Ratto, con quien terminó casándose en 1937, y cuya poderosa personalidad no fue opacada por la de su esposo. Cora fue una de las fundadoras y Secretaria General de la Junta de la Victoria, importante organización argentina de apoyo a los aliados durante la Segunda Guerra Mundial; estuvo a cargo de la Fundación Einstein, que en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales reformista3 de 1956-1966 becaba a alumnos de escasos recursos económicos, y fue una de las responsables del periódico Columna 10, activamente opositor a la Guerra de Vietnam en la década de 1960, entre otras múltiples actividades.

Sadosky cursó toda su carrera durante la presidencia de Justo. El oficialismo, una alianza entre el viejo conservadurismo y la fracción más derechista del partido radical, basó su gobierno, como ya indicamos, en el fraude, y sobre todo en el fraude en la Provincia de Buenos Aires, que algún dirigente conservador denominó, con desparpajo, el “fraude patriótico”. El fraude era crucial para mantener la hegemonía oficialista, sobre todo después de que la Unión Cívica Radical levantara la abstención e incluso ganara las elecciones en Córdoba en 1936, llevando a Amadeo Sabattini a la gobernación. El estado de sitio varias veces declarado no fue el único mecanismo de represión, por supuesto; podemos mencionar también (entre muchos otros ejemplos) el decreto de 1936, usualmente mencionado como “Decreto Jorge de la Torre” (nombre del Ministro de Instrucción Pública de Justo), que prohibía la agremiación de los estudiantes secundarios en centros de estudiantes, y el sonado caso de la destitución de sus cátedras del intelectual comunista Aníbal Ponce, que debió radicarse en México (donde murió en un accidente en 1938). El clima ideológico empezó a cambiar significativamente: la falta de legitimidad del gobierno ante amplias capas de la población provocó el aumento de la influencia de los sectores más reaccionarios y autoritarios, con el apoyo de la Iglesia, por dos motivos principales: por un lado, para unos cuantos miembros de la clase dirigente la democracia era peligrosa, porque no aseguraba el mantenimiento de su poder, y plantearon directamente otros tipos de régimen político, influidos por el fascismo; por otra parte, el gobierno debió acercarse a la Iglesia para contrarrestar su debilidad institucional (a pesar de que Justo no era particularmente devoto). La Iglesia aprovechó la situación para comenzar un lento trabajo de recuperación de su influencia, sobre todo en el Ejército. Todo esto, en un contexto internacional caracterizado por el triunfo del nazismo en Alemania en 1933 y, sobre todo, por el estallido de la Guerra Civil española en 1936.

Desde el punto de vista científico, la década de 1930 se caracterizó en Argentina por cierto grado de “institucionalización”. En 1933 un distinguido grupo de científicos, entre ellos Bernardo Houssay, luego premio nobel; el físico Adolfo T. Williams, el químico Enrique V. Zappi, el parasitólogo Juan Bacigalupo, el matemático Juan C. Vigneaux, el médico Pedro Elizalde, el ingeniero agrónomo Lorenzo R. Parodi, el químico Horacio Damianovich, el ingeniero Enrique Butty, el químico Venancio Deulofeu, el médico Pedro Rojas y, curiosamente (incluso fue el propulsor), el periodista Carlos Alberto Silva de la revista El Hogar, crearon la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias (AAPC). Los modelos para esta organización fueron la American Association for the Advancement of Science, creada a su vez en 1848, y otras instituciones similares. La AAPC recibió cierto apoyo del gobierno de Justo a partir de 1934 (lo cual indica la buena relación de varios de estos científicos con el gobierno nacional de la época), y pudo así otorgar becas, y comenzar de tal manera un proceso de “institucionalización de la ciencia”, aunque tercerizada en una institución privada de bien público como la AAPC.

En el caso de la matemática, esta institucionalización fue el logro de un proceso de varios años. Si bien había habido personalidades argentinas interesadas en matemática, como Valentín Balbín, y en 1910, para el centenario de la Revolución de Mayo, habían visitado nuestro país dos prestigiosos matemáticos, el español Leonardo Torres Quevedo y el italiano Vito Volterra (ambos participaron en el Congreso Científico Internacional en Buenos Aires), el real comienzo de la actividad matemática en Argentina se dio con la llegada en 1917 de don Julio Rey Pastor, invitado por la Institución Cultural Española. La relación de Rey Pastor con Argentina se mantuvo hasta su muerte en 1962; su casamiento con la hija de Avelino Gutiérrez, presidente de dicha institución, sin duda contribuyó a afianzarla. Durante la década de 1920 visitaron la Argentina varios eminentes matemáticos extranjeros, entre ellos Esteban Terradas, que luego dirigiría la tesis de doctorado de Sadosky; y en la década de 1930 empezaron a surgir matemáticos entusiasmados y entusiasmantes, como Blaquier, Vigneaux y, sobre todo, Alberto González Domínguez y Mischa Cotlar. Así fue como, en 1936, se creó la Unión Matemática Argentina, entre cuyos miembros fundadores estuvo por supuesto Rey Pastor.

3. Los primeros años de Sadosky graduado

Con su flamante título de licenciado en ciencias físico matemáticas4, Sadosky, por un lado debió buscarse algún trabajo más estable y, por otro lado, se planteó hacer el doctorado. Los dos objetivos en algún sentido confluyeron, pues se desempeñó en 1938 y 1939 con el cargo de Astrónomo de 5a en el Observatorio Astronómico de La Plata, en cuestiones relativas a matemática aplicada, bajo la dirección del Dr. Esteban Terradas e Illa, quien fue su director de tesis. La tesis fue defendida en Buenos Aires (con diploma de honor) en 1940, y su título fue “Sobre los métodos de resolución aproximada de ciertas ecuaciones de la físicomatemática”. Es decir, ya en esa época Sadosky se orientó hacia la matemática aplicada, pese a que no existía la computación. De hecho, los temas de su tesis (el método de diferencias finitas, los procedimientos de Ritz y Galerkin, y estudio de la integral de Poisson) podrían ser hoy tópicos de un curso avanzado de análisis numérico, con uso intensivo de la computadora. Simultáneamente, como lo cuenta en el reportaje de Laura Rozenberg, Sadosky y Cora Ratto se afiliaron al Partido Comunista. Según dice en dicho reportaje, este paso se debió, en buena medida, a la indignación que les causó el casi nulo apoyo de las potencias democráticas (Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos) al gobierno de la República Española durante la Guerra Civil, y al hecho de que solamente la Unión Soviética lo apoyó. Su pertenencia al Partido Comunista se prolongó hasta 1946, año en que ambos se alejaron debido a la incomprensión de las autoridades del Partido sobre el naciente fenómeno del peronismo. Más precisamente, fueron expulsados durante el XI Congreso Nacional del Partido, que tuvo lugar entre el 14 y 18 de agosto de ese año. De todos modos, Sadosky siguió sintiéndose cercano a la Unión Soviética durante mucho tiempo; de hecho, en 1949 publicó una carta en Ciencia e Investigación, órgano oficial de la Asociación Argentina para el Progreso de la Ciencia, en la cual defendía las ideas de Lysenko5. Después reconoció su error al apoyar a Lysenko, en la entrevista ya mencionada con Laura Rozenberg. Su comentario fue muy honesto y franco: “Pues bien, me equivoqué y me sirvió de lección”. Por otra parte, dado que Sadosky no era biólogo, se le puede disculpar que, en el contexto de su cercanía ideológica (o afectiva) a la Unión Soviética, creyera las barbaridades que proponía Lysenko, probablemente la persona que más daño hizo a la ciencia y a la agricultura soviéticas en toda su historia. Muchísimo más grave, en todo caso, es que científicos eminentes como el biólogo Haldane y el cristalógrafo Bernal hayan defendido las teorías de Lysenko. Pero es interesante destacar que, al menos en la entrevista con Laura Rozenberg, que le hace preguntas muy precisas y con finalidad muy clara, Sadosky no critica el pacto entre Stalin y Hitler (el pacto Molotov-von Ribbentrop) de agosto de 1939, sino que lo justifica por razones geopolíticas del momento (necesidades de defensa de la Unión Soviética), aunque reconoce que le resultó “raro” y “desconcertante”. En todo caso su posición fue similar a la de muchos comunistas en todo el mundo que aceptaron explicaciones que contradecían lo sostenido hasta el día anterior a dicho pacto. Lo curioso es que en la época de la entrevista con Rozenberg (año 1993) había dejado de ser comunista hacía mucho tiempo...

Entre 1939 y 1946, Sadosky se desempeñó como asistente del Departamento de Matemáticas en la Facultad de Ciencias Fisicomatemáticas de la Universidad Nacional de La Plata y tuvo a su cargo los trabajos prácticos de Matemática Superior I y II (ecuaciones diferenciales y funciones analíticas). Dictó también cursillos sobre cálculo de variaciones y un curso de Fundamentos de Matemática para los alumnos del profesorado en matemática (1944-1946).

Durante esos años se produjeron novedades políticas importantes: al concluir el mandato del presidente Justo en 1938, asumió la presidencia (también gracias a elecciones fraudulentas) el Dr. Roberto M. Ortiz, que intentó impedir los fraudes electorales (incluso intervino por tal motivo la poderosa Provincia de Buenos Aires). Sin embargo, un grave problema de salud lo alejó del gobierno en 1940, y finalmente renunció, poco antes de su muerte, en 1942. Lo reemplazó el vicepresidente Dr. Ramón Castillo, primero en forma interina mientras Ortiz estuvo de licencia, y luego como presidente constitucional, al renunciar Ortiz.

Castillo, un conservador oriundo de Catamarca, no tenía el menor interés en terminar con el fraude, y fue derrocado el 4 de junio de 1943 por un golpe de Estado con fuerte influencia de militares nacionalistas católicos y autoritarios que tenían bastante simpatía por los alemanes en medio de la Segunda Guerra Mundial, en la cual Argentina se mantenía neutral. Al ser cada vez más evidente que Alemania sería derrotada en esta guerra, el gobierno militar, internacionalmente aislado, entró en crisis, mientras uno de sus integrantes, el coronel Juan Domingo Perón, al frente de la flamante Secretaría de Trabajo y Previsión, tenía una agenda propia que consistía, esencialmente, en promover exitosamente una legislación laboral moderna y muchísimo más favorable a los sectores obreros que la existente hasta ese momento, lo cual contribuyó aún más a dividir las aguas entre los diversos sectores del gobierno.

La situación hizo crisis en octubre de 1945, cuando presiones militares y civiles forzaron la renuncia y el arresto de Perón, y una imponente manifestación popular logró, el 17 de octubre, su liberación, y selló la derrota de los sectores militares que se le oponían. El gobierno militar convocó entonces a elecciones para febrero de 1946, y Perón, candidato a presidente apoyado por la mayoría de la clase obrera y sectores desgajados de los partidos tradicionales (además de por los militares en el poder y por la Iglesia), triunfó en dichas elecciones contra el candidato radical apoyado por los restantes partidos, de izquierda y derecha.

Perón asumió la presidencia el 4 de junio de 1946 y comenzó una nueva etapa en la vida política argentina.

En su capítulo del libro Honoris Causa, con el que se homenajeó a Sadosky en su nonagésimo aniversario, Gregorio Weinberg comenta una aventura intelectual muy interesante que emprendieron juntos a principios de 1946, y que muestra que los intereses intelectuales de Sadosky abarcaban muchísimo más que la matemática: se lanzaron a publicar una colección de la editorial Lautaro, de tendencia izquierdista (y muy ligada al Partido Comunista), colección que tenía el apropiado nombre de “Tratados fundamentales”. Y realmente la lista de libros publicados (que se indica completa en el Apéndice) es notable e incluye a autores del relieve de Spinoza, Francis Bacon, Lucien Lévy-Bruhl, León Brunschwicg, Voltaire, D’Alembert, Laplace, Kant y Nicolás de Cusa.

En octubre de 1946 viajó a París con una beca del gobierno de Francia, en compañía de su esposa y de su hija Cora, nacida en 1940 y futura matemática (fallecida en diciembre de 2010 en Estados Unidos), y por eso disminuyó su colaboración con Weinberg en la colección de “Tratados fundamentales”. Permaneció allí hasta enero de 1948 realizando estudios en el Instituto Henri Poincaré, bajo la dirección del profesor Georges Darmois. Participó también en el Seminario de Cálculo de Probabilidades y Estadística dirigido por el profesor Maurice Fréchet. Georges Darmois (1888-1960) se especializó en cálculo de probabilidades y física matemática y tuvo importante experiencia en matemática aplicada, dado que durante la Primera Guerra Mundial se ocupó de la defensa antiaérea contra ataques de baja altura. Maurice Fréchet (1878-1973), por su parte, fue uno de los más eminentes matemáticos franceses del siglo xx; se especializó en topología, teoría de las probabilidades y estadística.

De Francia, al terminar su beca en enero de 1948, Sadosky se trasladó a Italia, donde trabajó en Roma en matemática aplicada, bajo la dirección del profesor Mauro Picone, en el Istituto per le Applicazioni del Calcolo, hasta 1949, año en que retornó a la Argentina. Mauro Picone (1885-1977), destacado matemático, era el director de dicho instituto (que ahora lleva su nombre) desde su fundación en 1932. Las ideas de Picone sobre la orientación que debería tener un instituto de matemática aplicada influyeron mucho en Sadosky, como lo confirma la similar orientación que este le dio posteriormente al Instituto de Cálculo de la Universidad de Buenos Aires. Vale la pena mencionar que el Istituto per le Applicazioni del Calcolo tuvo su computadora electrónica (la segunda instalada en Italia) en 1955, y que era una Ferranti, o sea un equipo del mismo proveedor al cual después se le compró la computadora para el Instituto de Cálculo Argentino.

Un aspecto en general no tenido en cuenta cuando se mencionan estadías de investigación de una persona en Europa en la inmediata posguerra es que era un continente destruido. Las dificultades materiales, e incluso el acceso a una alimentación sana, no eran problemas triviales, mientras que Argentina era un país materialmente rico. La situación no empezó a mejorar significativamente sino a partir del Plan Marshall, que comenzó en 1947. Eso, sin contar con la amenaza de una nueva guerra mundial, esta vez entre Estados Unidos y la Unión Soviética, amenaza que en algunos momentos (por ejemplo, durante el bloqueo de Berlín) parecía muy cercana6.

Ya de regreso en Buenos Aires, actuó de 1949 a 1952 en el Instituto Radiotécnico de la UBA, donde estuvieron a su cargo los trabajos prácticos de Matemática Especial y el dictado de parte del curso teórico (cálculo de probabilidades, método de integración numérica de ecuaciones diferenciales, etc.). Según lo que indica en su currículum vitae (se ha utilizado en este trabajo el existente en el Departamento de Alumnos de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, anterior a 1966), dictó varios cursos de Cálculo Numérico y Gráfico para los alumnos de la Facultad de Ingeniería de la UBA.

A medida que el tiempo pasaba, el gobierno peronista se fue haciendo cada vez más autoritario y represivo, además de exigir cada vez más la adhesión al Partido Peronista para poder obtener cargos públicos. A partir de septiembre de 1951 (después del fracasado golpe de Estado contra Perón encabezado por el general Benjamín Menéndez) rigió en Argentina el estado de guerra interno. Finalmente, Sadosky fue excluido de la Universidad por razones políticas en el año 1952 y sólo se reintegró a ella en octubre de 1955, una vez caído el gobierno de Perón. Durante los años 1953 y 1954 dictó un curso de matemáticas organizado por el Centro de Estudiantes de Ingeniería.

La actividad intelectual durante los gobiernos peronistas se tuvo que hacer en muchos sentidos fuera de la Universidad, debido a la desconfianza de Perón respecto de los profesores: tanto el grupo tradicional más conservador encabezado por Bernardo Houssay, como el grupo de izquierda que después asumió el control de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, fueron discriminados y despojados de sus cátedras –o de la posibilidad de acceder a ellas–.7 Así se constituyó el grupo interdisciplinario formado por Sadosky, Mario Bunge, Gregorio Weinberg, Hernán Rodríguez, Federico Westerkamp, Enrique Mathov y Hersch Gerschenfeld, a saber, el Círculo Filosófico, mencionado en el libro Causalidad, de Mario Bunge. Es interesante lo interdisciplinario del grupo: Sadosky era matemático, Bunge es físico y filósofo, Westerkamp era físico, Weinberg era un hombre de la cultura y humanista, y Gerschenfeld y Mathov eran médicos. Hersch Coco Gerschenfeld (1925-2004) fue un neurobiólogo de nivel internacional, que falleció en París, donde residió muchos años; uno más de los investigadores que Argentina produjo pero no retuvo. Hernán Rodríguez, o Rodríguez Campoamor, fue estudiante de filosofía y luego funcionario de las Naciones Unidas, tradujo al castellano libros de Bunge (entre ellos justamente Causalidad); su libro Psicología y Cibernética, de 1958, fue prologado por Sadosky. Según me comentó Bunge, el Círculo estuvo activo desde alrededor de 1945 hasta 1955, para discutir lo que leían en revistas filosóficas o lo que escribían. Se reunían un par de veces por mes, casi siempre en la casa de Sadosky. Bunge lamenta que, al caer el gobierno de Perón, el Círculo se disolvió, debido a las distintas actividades emprendidas por sus integrantes. De Rodríguez, menos conocido que los demás, dice Bunge que “era estudiante de filosofía y empleado de IBM, luego funcionario de las Naciones Unidas, primero en Nueva York y luego en Ginebra. Hombre íntegro y muy culto, torturado por la Sección Especial de la Policía en 1943, entusiasta de John Locke y de lo español, artífice de la palabra, siempre dispuesto a discutirnos y ayudarnos”. También vale la pena mencionar que en la biografía de su padre, Gino, Ana Germani menciona a Sadosky al recordar las conferencias clandestinas de Gino sobre política internacional, fascismo y otros tópicos de este estilo; es decir, los intereses intelectuales de Sadosky no decrecieron en esa época de represión.

De los últimos años de la presidencia de Perón data un libro notable de Sadosky: Cálculo numérico y gráfico, editado por la Librería del Colegio. La primera edición se publicó en diciembre de 1952, y el éxito fue tal que se siguió reimprimiendo hasta 1981, cuando se publicó la novena edición. Cabe mencionar que el libro fue escrito cuando aún no había computadoras en Argentina: sus indicaciones fueron para hacer los cálculos de una manera simple y razonablemente aproximada, o sea, incluía muchos temas que después se enfocaron de otra manera. Sin embargo, su última edición se produjo cuando ya hacía veinte años que la computadora se había instalado en el país, con el consiguiente cambio total de enfoque de los problemas que debían ser resueltos numéricamente, lo cual indica que tenía características didácticas que permitieron que no se volviera obsoleto cuando el cálculo numérico se “informatizó”.

El segundo libro de Sadosky que tuvo profundo impacto fue el escrito en colaboración con la doctora Rebeca Cherep de Guber, su amiga y colaboradora a lo largo de sesenta años. Fue el Elementos de cálculo diferencial e integral, editado por Editorial Alsina en 1956, ya caído Perón (aunque escrito durante su gobierno). Consta de dos tomos, Cálculo diferencial el primero y Cálculo integral el segundo, amén de un apéndice, Tablas y fórmulas matemáticas. Como indicación del valor de este libro, cabe comentar que en 2004 se publicó la reimpresión número 22. Estaba pensado para estudiantes (y en muchos casos graduados que querían consultar temas que vistos mientras eran estudiantes) de distintas carreras científicas y de ingeniería, pues les suministraba (y suministra), en forma particularmente didáctica, de manera precisa lo que necesitan para su trabajo, pero no necesariamente para estudiantes de matemática, dado que en muchos casos sus demostraciones no eran del todo rigurosas, sino más bien intuitivas. Pero pude dar fe en persona de su utilidad, mientras estudiaba matemáticas, como introducción amena a temas que después otros libros profundizaban.

También de esa época es su artículo “Progresos recientes y evolución del cálculo mecánico y automático” publicado en Ciencia y Técnica en 1950, y su traducción en 1952 del artículo “The Use of the EDSAC for Mathematical Computation” de Maurice Vincent Wilkes, aparecido en Applied Scientific Research en 1950. La traducción de Sadosky fue publicada en Ciencia e Investigación, revista editada por la Asociación Argentina para el Progreso de las Ciencias, de enorme influencia en la ciencia argentina, en una época en que estaba mucho menos “internacionalizada” y muchos artículos importantes se publicaban en revistas científicas locales. Por su parte, Ciencia y Técnica era la revista del Centro de Estudiantes de Ingeniería “La Línea Recta” (muchos prestigiosos profesores –incluso extranjeros de renombre internacional– contribuyeron artículos a dicha revista, de notable calidad para su época y como revista de un centro de estudiantes). Vale la pena comentar un poco el artículo de Sadosky. Se trata de una reseña sumamente precisa de la historia de la computación (o más concretamente, de las computadoras, porque no se detiene en el andamiaje lógico que permitió dicho desarrollo), desde las computadoras planeadas por Pascal y Leibniz, las tarjetas perforadas de Hollerith, el analizador diferencial de Vannevar Bush, las “protocomputadoras” Mark I y Mark II de la Universidad de Harvard, la ENIAC (de la cual, podríamos decir un poco en broma, surgió la rama “darwinianamente exitosa” de las computadoras actuales), hasta la computadora MANIAC que se estaba construyendo en ese momento en Princeton bajo la dirección de John von Neumann, Herman Goldstine y Julian Bigelow. De esta última Sadosky dijo (acertadamente, pues fue lo que sucedió): “von Neumann piensa usar su máquina para resolver problemas de meteorología aún inabordables”. Sadosky enumera en su artículo las máquinas en existencia y en construcción en Estados Unidos y en Europa (en Inglaterra, Francia, Suecia y Holanda), y manifiesta que no tiene datos sobre la Unión Soviética. Aprovecha para mencionar, con entusiasmo, a la cibernética como nueva ciencia, “estudio de los problemas teóricos planteados por el planeamiento y la construcción de robots”. La bibliografía que usa es muy actualizada, e incluso cita un artículo –el primero que se publicó sobre ese tema en Argentina, y único anterior al de Sadosky– del capitán (luego contraalmirante) Oscar Quihillalt, aparecido el año anterior en el Boletín del Centro Naval.

Entretanto algo muy importante y grave se había producido en Argentina: la polarización de la sociedad en dos bandos irreconciliables, peronistas y antiperonistas. Por un lado, el gobierno acentuaba la represión y sus tendencias autoritarias, con el monopolio total de la prensa radial y televisiva (y casi total de la impresa), la afiliación al Partido Peronista en muchos casos compulsiva para poder obtener un empleo público (incluso en la Universidad), los libros escolares con referencias particularmente elogiosas al gobierno, la asignación a provincias, ciudades, calles, de los nombres del presidente y su fallecida esposa; por otro lado, sectores de la oposición desarrollaban una campaña terrorista que causó muchos muertos. Lo curioso de este enfrentamiento es que en la oposición a Perón figuraban desde sectores conservadores opuestos a la legislación laboral otorgada por el gobierno –sin duda, la más avanzada de América Latina, tal vez sólo comparable con la uruguaya– hasta sectores universitarios de izquierda (como la mayoría de los amigos y conocidos de Sadosky) y de derecha (como Houssay y su grupo). El conflicto del gobierno con la Iglesia, a partir de 1954, puso a esta poderosa institución que, como ya mencionamos, había ido recobrando a partir de 1930 el poder perdido durante los gobiernos conservadores liberales desde 1880 en adelante y tenía muchísima influencia en el Ejército, en oposición frontal al gobierno. Los contratos petroleros firmados durante 1955 por el gobierno con una importante compañía norteamericana pusieron también en su contra a sectores nacionalistas de derecha que hasta ese momento no se habían sentido excesivamente molestos con el gobierno de Perón. Por último, una sublevación militar con apoyo civil encabezada por un general profundamente católico, Eduardo Lonardi, derrocó al gobierno después de varios días de combate en septiembre de 1955.

4. Después de Perón y hasta la caída de Illia

La caída de Perón significó para Sadosky, y para muchos intelectuales, un cambio fundamental en sus vidas y en sus trabajos: los que habían sido echados de la universidad pudieron volver a ella, en muchos casos reemplazando a profesores desplazados. En general los profesores desplazados eran considerados con desprecio (“profesores flor de ceibo”) por los universitarios (docentes, graduados y estudiantes) reformistas. Si bien el nivel docente se elevó enormemente respecto al del período peronista –sobre todo en la FCEN-UBA y en otras facultades donde pudieron ocupar cátedras algunos investigadores del grupo de Houssay– sería injusto condenar intelectualmente a todos los profesores universitarios de la época de Perón. No todos los que ocuparon cargos a la caída de Perón eran geniales, y no todos los que fueron desplazados eran mediocres. Y además, en muchos casos hubo profesores que estaban desde el gobierno de Perón, y no fueron perseguidos porque tenían buen nivel académico y no habían discriminado a nadie (con lo cual no se había acumulado odio contra ellos). Como comentario personal, el caso que veo paradigmático es el del Dr. Alberto González Domínguez, distinguidísimo matemático y hombre de una enorme cultura general, que había sido incluso decano durante el gobierno peronista. Esa información (su designación como decano) fue delicadamente ocultada por los nuevos profesores, que le tenían mucho aprecio personal y respeto intelectual. Yo, por ejemplo, me enteré de esa “mancha” en su pasado unos cuantos años después (y no porque ninguno de ellos me lo hubiera contado); incluso hoy mismo los comentarios biográficos sobre el Dr. González Domínguez se refieren muy poco y en forma muy vaga (si es que se refieren) a ese cargo que ocupó.

Las nuevas autoridades nombraron interventor de la Universidad de Buenos Aires al ya mencionado prestigioso historiador José Luis Romero, a partir de una terna compuesta por él, por el profesor Vicente Fatone y por el ingeniero José Babini, la cual les fue presentada por la Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA), que había tomado todas las Facultades y el rectorado al caer el gobierno peronista. La terna era realmente de lujo: el profesor Fatone (1903-1962), distinguido filósofo orientalista, fue poco tiempo después nombrado rector organizador de la flamante Universidad Nacional del Sur, creada por el gobierno del general Aramburu en 1956. El ingeniero Babini (1897-1984), que puede ser considerado el padre de la historia de la ciencia en Argentina, fue interventor interino en la Universidad de Buenos Aires ante la renuncia de Romero y luego interventor en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales hasta la elección del Dr. Rolando García en noviembre de 1957.

Debido a un serio conflicto con el ministro de Educación de la Nación, Dr. Atilio Dell’Oro Maini, importante intelectual católico, a causa de su apoyo a la existencia de universidades privadas en nuestro país, tanto Dell’Oro Maini como Romero debieron renunciar, y el rectorado de la Universidad de Buenos Aires pasó a ser ejercido por el Dr. Alejandro Ceballos hasta que, en noviembre de 1957, se eligieron las autoridades autónomas por un año, mientras se terminaba el estatuto universitario. Entretanto, ex docentes volvían a la Universidad de la cual habían sido echados, o a la cual habían renunciado, y otros universitarios, que nunca habían querido o podido integrarse como docentes ocuparon cargos de distinto tipo en las universidades. Entre ellos, Sadosky fue designado profesor interino de Análisis Matemático en la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales y profesor interino de Matemática Especial en la Facultad de Ingeniería. Posteriormente obtuvo por concurso el cargo de profesor titular en la Facultad de Ingeniería, convalidado por resolución del Consejo de la Universidad del 9 de mayo de 1957, y unas cátedras de Matemática en el Colegio Nacional de Buenos Aires, cátedras que ocupó entre mayo de 1956 y febrero de 1957. Además tuvo un contrato en el Servicio Meteorológico Nacional. Cabe mencionar que, pese a que normalmente se asocia a Sadosky con la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales, su actuación en Ingeniería durante el corto tiempo que se desempeñó allí (hasta 1959) no pasó desapercibida: por un lado, estuvo a punto de ser nombrado decano de dicha facultad por su Consejo Directivo (perdió por un voto) y, por otro lado, muchos de sus alumnos de Ingeniería lo recordaron siempre como un docente excepcional.