Mi vida mártir - Omar Montes - E-Book
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Mi vida mártir E-Book

Omar Montes

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Beschreibung

He conseguido logros que ni tan siquiera soñaba, aunque el mayor no es el dinero ni el éxito, sino no haber caído en el mundo de las drogas. La vida en Pan Bendito nunca fue sencilla. Ahora soy un cantante de éxito y un ídolo en el barrio, pero sé lo que es tener pánico a salir a la calle. Miedo físico a que me pegaran y a la humillación de los insultos. Ser un «moro gordo y orejón» no me lo puso fácil, así que durante años me zurraron sin piedad. Odiaba a la gente y por eso me metí en el boxeo. Ya que recibía golpes todos los días al menos tenía que aprender a defenderme y así fue cómo cambiaron las reglas y pasé de ser el débil al fuerte. ¡No me lo creía ni yo! El barrio no da muchas opciones y sí, lo admito, he robado muchas veces porque tenía un hijo y la única manera de salir de ahí era esa. Robar para comprarme un traje y poder ser portero de puticlubs. Sabía que iba a triunfar en la música, a pesar de que la cosa no pintaba bien. Si hubiera hecho caso a mi familia, que me decían que estaba loco, hoy no estaría aquí. La vida a veces es así: tan dura y caprichosa como sorprendente. Aquí os dejo mi vida mártir, porque si yo he sido capaz de llegar hasta aquí, cualquiera puede.

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Seitenzahl: 298

Veröffentlichungsjahr: 2021

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Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública otransformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorizaciónde sus titulares, salvo excepción prevista por la ley.Diríjase a CEDRO si necesita reproducir algún fragmento de esta obra.www.conlicencia.com - Tels.: 91 702 19 70 / 93 272 04 47Editado por HarperCollins Ibérica, S. A.Núñez de Balboa, 5628001 MadridMi vida mártir© 2021, Omar Ismael Montes© 2021, para esta edición HarperCollins Ibérica, S. A. © 2021 del prólogo, Boris IzaguirreTodos los derechos están reservados, incluidos los de reproducción total o parcial en cualquier formato o soporte.Redacción y documentación: Patricia NavarroRevisión editorial: Luis SalvadorDiseño de cubierta: María Pitironte Imagen de cubierta: Papo WaismanDiseño de interiores: María PitironteMaquetación: Raquel CañasFotos de interior: Facilitadas por el autorISBN: 978-84-9139-710-6Composicióndigital:NewcomlabS.L.L.
A mi abuela, que es el pilar fundamental de mi vida, y a mi hijo. Son los que me dan luz en mis momentos de oscuridad. A mi abuelo, que está hecho un Séneca y nunca falla cuando hay que estar. A mi madre, que me dio la vida, y a mi padre, del que cogí sus performances. A mi primo Hamza, por crecer aprendiendo de mí desde que era un crío. A mi Salcedo, por ser mi otra mitad. A José Luis, mi mánager, por apostarpor mí desde el principio de este camino y estar donde estamos. A mi Tomás, mi publicista, por ser un ser de luz y dedicarme el tiempo que me dedica en mi trabajo.También a Nuria, por acompañarme en aquella primera tele a cantar por primera vez. A mi entrenador, David, por enseñarmetantas cosas de esta vida. A mis amigos, que están en las buenas y en las no tan buenas para lo que sea.A mi Moncho y Elías, por empezar juntos.A mi Chus Santana, en los mandos, por ser mi productorser de luz y trabajar a mi lado para seguir rompiendo.Y sobre todo a los fans, porque su amor es incondicional desde el primer instante.
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PRÓLOGO de Boris Izaguirre,
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1.SER DE LUZ,
17
Mi primer hogar: una chabola, 23El abuelo y Mercamadrid, 29La muerte, el horror, 352.MORISIÓN,
39
Un moro gordo y orejón, 41La depresión: miedo a salir a la calle, 43La «broma»: el intento de ahogo en la piscina, 46Rozando la delincuencia, 49Los yonquis que se raspaban con piedras los brazos, 533.LA THOMPSON,
57
El puto amo del colegio, 61La venganza del pueblo, 67Pan Bendito: la jungla, 69¿Tú qué pasa, no bebes, no fumas, no te drogas?, 73
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Del boxeo a los primeros cumpleaños, 78Odio a la gente, 83Primer amigo de verdad: de ti me fío, 85Mi primer viaje: Holanda, 87El rey de las performances, 90Un nuevo giro de vida: la decepción de las peleas, 92Amigos y familia, en contra, 95El arte de la pinza. Robar para salir del paso, 97El nacimiento de Omar, mi hijo, 994.El 47.LAS CANCIONES DE LOS GITANOS,
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03
Música para los narcos, 107El primer videoclip, Conmigo, 113Bidones ardiendo para Pan Bendito, 116Las Tres Mil Viviendas en Me compré un 47, 119Un mánager inventado: el tío Ramón, 125La aventura en una discográfica, 129Sergio Ramos, el «delantero» que más goles mete, 132Mis primeros karaokes caseros: fan de Operación Triunfo, 135
5.LA PERFORMANCE.EL AMOR: ISA, CON UN CHICO DE BARRIO,
139
Navidades en Cantora, 146Un superviviente estrella, 1496.VAMOS PA’ENCIMA,
16
1
La «mierda de canción» que se convirtió en hit, 163Número uno en streaming: el cantantemás escuchado en España en 2020, 166El dinero: una cadena de oro de cien mil euros, 169El día que entraron a robar, 174Mi equipo, mi gente, el barrio, 175¿Cómo se compone?, 180Felicidad máxima: los conciertos, 183La industria de la música, 188La gloria o la muerte, 190Tatuajes de chulo, 195Una ONG en pandemia, 197El amor ¿está sobrevalorado?, 201
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13Pan Bendito Aprender de alguien más joven, como Omar Montes, parece difícil, pero, gracias a este libro, sucede. Cada palabra, cada vivencia, cada episodio de su vida es una enseñanza, claramente una senda que recorrer, y disfrutar recorriéndola, para quizá volvernos un ser de luz como él propone en cualquier ocasión. Y todo eso pasa sin que en ningún momento la voz y las palabras de Omar nos resulten ni pesadas ni demasiado aleccionadoras. Todo lo contrario, en cada página queremos saber, aprehender lo que deja dibujado en el aire y así quedarnos con más de todo lo que su vida nos puede enseñar.
PRÓ-
L
OGO
de Boris Izaguirre
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14Como muchos, llegué a este libro interesado por la rápida evolución de Omar Montes como nueva incorporación tanto a la escena musical como televisiva de nuestro país. Su honestidad es la base de su éxito, pero, sin quitarle méritos a esa franqueza, también juegan un papel importante en su triunfo su arrojo, su curiosidad, su instinto, que, según leemos en esta fascinante memoria, nace en el centro mismo de la supervivencia: un barrio muy humilde de una ciudad europea. Un lugar llamado Pan Bendito, un nombre de por sí cargado de astucia literaria que a veces sientes que lo ha inventado el propio autor y es tan real como todo lo que de ese sitio nos va desvelando. En ocasiones, el recuerdo de ese lugar, donde aún vive su abuela, en cuya casa se acumulan los premios y bienes que Omar ha conseguido en su cortísima vida, puede ser áspero y violento. Y en muchas otras está repleto de humanidad, lucha, fe, esperanza. Y belleza, sí, también hay espacio para la belleza y el amor. Son quizá las páginas más conmovedoras de este extraordinario libro. Con su especial sinceridad, Montes nos transmite los olores, terribles y dulces, los colores, vivos y oscuros, las verdades, duras y enternecedoras de ese Pan Bendito que claramente ha marcado su espíritu y le ha enseñado a su alma cómo luchar ante el mundo. Y ganar. Y también, cuando es imprescindible, a saber perder.
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15Me gusta mucho la música de Omar Montes. Igualmente, disfruto mucho con la personalidad de Omar Montes, a través de la televisión, sus romances, su exitosa manera de asumir el siempre peligroso éxito, pero hoy debo confesar, como cantaba Pantoja, que disfruto muchísimo leyéndole. ¿Por qué? Porque es real, sincero, emocionante, valiente, como solo puede serlo el relato de un ser de luz nacido en un sitio que solamente podía llamarse Pan Bendito. Muchas gracias, Omar, por este libro, y que disfrutes con su éxito, porque, una vez más, te lo has ganado.LOVE, BORIS
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SER
DE
LU
Z
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19ser de luzMe peleaba más que un colaborador de Sálvame. Yo iba al colegio Santa Rita y pasaba los veranos en mi pueblo, en Gredos, y eso parecía La lista de Schindler. Me daban palos día sí, día también. Ahora lo llaman bullying, acoso, morisión, lo podría nombrar de diferentes formas, incluso miedo. Dicen que la mili era dura, pero ojo con lo que tuve que pasar. De todos modos yo me hubiese escaqueado porque tengo los pies planos, como uno de mis referentes, Frodo, el de El Señor de los Anillos. La gente no lo sabe, pero a mí me encantan las películas de Peter Jackson. Me las pongo para dormir, me da el sueño rápido, como con la vuelta ciclista.Volviendo a la morisión; lo cierto es que llevaba todas las papeletas casi desde que nací: moro, gordo y orejón. La verdad es que tenía unas orejas que parecían cachopos. Si me concentraba, desde mi casa escuchaba los goles del Atleti en el Calderón. Y eso que estaba a más de quince kilómetros. Tener tan buen oído creo que luego
Me pegaban
sin piedad.
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20Omar Montesme sirvió para la música. Pero no eran solo las orejas, como decía, tenía el pack completo. Iba a full de mango, directo al pozo del bullying. Llegué a sentir pánico cada vez que salía a la calle y no sabía si iba a acabar tirado en el suelo, lleno de golpes o metido en un cubo de basura. Que encima tenían el buen gusto de meterme en el de orgánicos. Mi sueño era que me tirasen al cubo de papel y cartón, pero nunca hubo suerte. Llegó un punto que ya no me asustaba que me pegaran, que también, no me voy a hacer el chulo ahora, porque lo cierto es que tenía el cuerpo destrozado y no podía más. Pero comencé a temer más aún los insultos —ya se reían de mí hasta las chicas y me tomaban el pelo—. Fue tan bestia que aquello acabó por costarme una depresión y casi la vida. Estaba más triste que el dueño de un videoclub, porque durante mucho tiempo estuve en un túnel negro del que no veía salida. Podría empezar a contar mi vida de éxito, de discos de platino y de cadenas de oro, pero ese no es Omar Montes. Empecemos por el principio. Nací en Pan Bendito. Un nombre de barrio precioso, a no ser que seas celiaco. Mi madre dice que la cosa fue ligera, que vine pronto al mundo en el hospital de Santa Cristina. Cuenta que fue llegar y besar el santo. No di guerra, vine del tirón. Salí deslizando como un delfín precioso y suave. Fue un 22 de junio cuando comenzó todo. Sí,
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21ser de luznací un verano de 1988 en uno de los barrios más conflictivos de Madrid, pero a esas alturas no tenía la menor idea de lo que me esperaba. Mis padres se habían conocido mucho antes, a pesar de que mi madre, Ángeles, cuando me tuvo tenía veintidós años, conoció a mi padre, Auckasa Ismael cuando tenía diecisiete. Te voy a dejar aquí un rato de pausa para que vuelvas a leer el nombre de mi padre, que sé que es difícil. Menos mal que yo podía decirle papá, si me tengo que aprender el nombre completo me da algo… Fue en pleno centro de Madrid, en la Plaza Mayor. Mi madre estaba estudiando para ser azafata y, de hecho, hacía prácticas en un teatro en ese momento, donde se representaba La casa de Bernarda Alba. Ella siempre me dice que fue una historia por amor, porque lo demás fue un desastre. Y una aventura constante. Mis padres tenían una relación menos estable que el precio del bitcóin. Todo esto me quedó claro pronto, porque también me acabó arrastrando a mí.Mi padre vivía en España porque en su país, Irak, las cosas no iban bien. No estaba claro a qué se dedicaba, pero viajaba mucho y por lo visto vendía cosas, papiros y demás. No sé, vendía de todo, mi padre era lo más parecido a lo que hoy en día se conoce como Wallapop. Sí, me dijeron que, aunque mi madre solo tenía diecisiete años, se casó al poco y mis abuelos decidieron no oponerse, porque la amenaza estaba sobre la
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22Omar Montesmesa: se casaba o se casaba. Como para decirle que no a mi madre… No había opción, así que al parecer mi abuelo debió de pensar que mejor tenerla cerca que arriesgarse a perderla para siempre.Se casaron primero por el juzgado y luego por la Iglesia. El cura amigo de la familia de toda la vida se negó, les dijo que no les casaba. Este cura también le hubiese venido bien a Rociito. A la única que no le importó nada durante unos cuantos años fue a mi madre. Los primeros de matrimonio estuvieron viviendo fuera de Madrid, en Torremolinos y después en La Línea. Y ahí es donde se quedó embarazada. De mí. Mi madre no ha tenido más hijos. Por poco no tengo acento de Cádiz… Si hubiese nacido allí, en vez de llamar a mi tema Alocao lo hubiera llamado «¿Qué paza, cohone?». No fui un niño buscado. Simplemente vine. Ella cuenta que no tenía estabilidad con mi padre, pero que después del impacto de la noticia y la incertidumbre sobre qué pasaría, se puso muy contenta y que durante el embarazo se pasaba los meses tocándose la barriga. Fui bueno hasta para eso, porque reconoce que no le di ningún problema. Vendrían después. El parto le pilló bailando. Mi madre era muy fan de la cumbia y el ballenato, y justo estaba moviendo las caderas. Ya sé de dónde me vienen
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23ser de luzlas cosas. Por eso siento una conexión especial cuando escucho a Romeo Santos. Siempre dice que tenía una barriga pequeñita y que ese día estaba en casa de mis abuelos, con mi tío, su hermano, pusieron música y de pronto empezó todo. Y ya he contado que no la hice sufrir. A la llegada al hospital, a pesar de que era primeriza, las cosas salieron muy bien. Y así llegué al mundo por la tarde noche, sin ninguna necesidad de madrugar, porque a mí madrugar me sienta peor que a un vegano comer chistorra. Exactamente lo mismo que me pasa ahora. No sabían si era niño o niña, y creo que hasta había unos pendientes comprados por ahí, por mi padre, que tenía muchas ganas de que hubiera venido una niña al mundo. Pero no. Aquí estaba Omar. Aunque si hubiese nacido chica, estoy seguro de que hubiese sido lo más parecido a Nathy Peluso. Me encanta. Mi primer hogar: una chabolaLos primeros años los pasamos en una chabola que había en el barrio de Opañel. Era una casa baja con patio que acabaron derribando en un terreno que tenían los padres de mi abuelo
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24Omar MontesRodolfo. Aunque mis padres seguían juntos, mi madre y yo vivíamos con mis abuelos, porque entre ellos no conseguían tranquilidad para criar a un niño. Tengo entendido que durante ese tiempo, mi padre y mi madre todavía se veían a escondidas. A ellos se les complicó lo que hoy sería claramente un match de Tinder.Era muy pequeño, pero recuerdo que mi abuelo me ponía en un barreño azul y, mientras las niñas y los niños jugaban, yo me bañaba. Como estaba gordito, me movía dentro como un suave y adorable hipopótamo bebé. Él me traía piruletas muy grandes, redondas y largas, y ahí me las tomaba mientras los demás saltaban a mi alrededor. Cuando me comía esos caramelos gigantes, me daba un pico de insulina que me volvía hiperactivo. No tardaba después en salir a correr y a pegarle al balón con la picha al aire, aquello era una jungla y cada uno hacía lo que quería. Había días que para compensar la hiperactividad del azúcar me daban un poquito de vino, que en aquel entonces no estaba mal visto, y con eso dormía más a gusto y decían que me ponía más gracioso. Éramos felices sin ser conscientes de nada. Bendita infancia. Hubo una época, muy breve, en la que nosfuimos todos a vivir juntos. Con mi padre, vaya.Siempre he escuchado llamar a ese sitio como «lacasa del terror». Se hubiese podido grabar allí lapelícula de Annabelle. Estaba en Lavapiés y era
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25ser de luzun bajo muy pequeño, en el que la ventana no eraventana y se inventaron poner un plástico para quelo pareciera. Hacía mucho frío. Era todo pladur. Ahífue donde intentamos formar una familia al uso,pero sin duda fue un intento fallido. No tardamosmucho en volver con los abuelos, que era lugarseguro, y quisieron dar normalidad para que mepudiera criar sin estar de aquí para allá.Tendría tres o cuatro años cuando destruyeron aquellas chabolas. Nos expropiaron, nos tuvimos que ir de allí y el Estado nos proporcionó dos pisos: uno para mi madre y para mí, que es donde sigo viviendo, y otro para mis abuelos. Maternos. A los de mi padre nunca les llegué a conocer. Estaban en Irak y eso en la balanza de vivir en Pan Bendito suponía algo así como tener abuelos en otro planeta. Tanto como que nunca les he puesto cara más allá de alguna foto antigua que había por casa. No hay más recuerdos que me vengan a la memoria, a pesar de que mi madre e incluso mi abuela sí que los conocieron antes de que yo naciera. Tengo dos hermanas, porque mi padre tuvo dos hijas más con señoras distintas. Una de madre rumana y otra peruana. Parecemos de la ONU o la familia de Angelina Jolie. Una tiene veintitrés años, vive en Holanda y trabaja allí en un Starbucks —para el que no sepa lo que es el Starbucks es el sitio donde te cobran el café a precio de Moët & Chandon—. Y otra más pequeña
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26Omar Montesquetienetrece.No tengo demasiado trato conellas, tampoco se han hecho las cosas como paraque así fuera, pero mi núcleo familiar está muycerrado con mi madre, mis abuelos y la madre demi abuela, que ha sido muy top en mi vida. Mishermanas se criaron con mi padre y yo con migente. No hemos coincidido ni de mayores. Mehubiera gustado tener un hermano, quizá másgrande que yo, con el que me llevara bien y conel que pudiera compartir ciertas cosas y me dieraconsejos en los momentos chungos.Con María Ángeles y Rodolfo, mis abuelos maternos, me he criado desde pequeño, como ya he dicho, y con ellos sigo a muerte. Ahora el coronavirus nos ha hecho la vida un poco más complicada. Me da miedo ir a verlos porque, al final, por cosas de trabajo, estoy con mucha gente y no quiero ponerlos en riesgo. Antes iba a comer todos los días. A su casa. La mía. Aquí tengo mi habitación también, bueno, ahora se la he «prestado» a mi tío, que se ha separado y que vive allí. Ellos lo son todo. Y un poco más. No puedo ni quiero pensar en nada distinto a tenerlos ahí. A mi abuela le sigo consultando muchas cosas, me gusta contarle mi vida, cómo me va, en qué ando. Me aconseja y tenemos una relación maravillosa. Ella está en el día a día, al tanto de las nuevas canciones, se las paso antes de que salgan y le pregunto si le gustan. Está muy puesta con las nuevas tecnologías, Instagram, es
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27ser de luzuna locura, le da a todo. Ahora acaba de descubrir TikTok. A veces me pone alguna pega con algunas cosas de las letras, las que son así un poco más pasadas de vueltas, pero no se asusta por nada y es mi primera fan. Le gusta lo que hago y a mí me gusta compartirlo con ella. Sé que me va a decir la verdad y eso es muy importante para no olvidarme nunca del punto en el que estoy. Hace poco que ha tenido cáncer, que he querido borrar también de mi mente. Ella está bien, y punto. Como mi abuela dice, de esto no se va a morir. Los abuelos no se tendrían que morir nunca, estas son palabras de un amigo mío y no puedo estar más de acuerdo. Mis abuelos también siguen viviendo en la casa de siempre, a la que nos mudamos después de estar en las chabolas que contaba antes. Entre Carabanchel y Pan Bendito se me ha ido la vida —ya no es lo que era, pero Pan Bendito hay que conocerlo. Aquí vale todo. Tiene sus normas y, por tu bien, conócelas—. Es un segundo piso sin ascensor. Subir la compra del Mercadona a un segundo sin ascensor es lo más parecido que hay a una clase de crossfit. Se te ponen las piernas que pareces la Roca. Por eso tengo este cuerpo apolíneo. A pesar de los años parece que todavía las escaleras no les pesan. Me gusta ver los muebles de siempre y, como cuenta mi abuela, los radiadores de siempre, los de hierro, porque son los mejores. Guardan el calor como una cucharada
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28Omar Montesde madre. Esas que prueba para saber si el cocido está soso, y se mete la cuchara a trescientos grados en la boca sin inmutarse. Ella es así. Auténtica. El salón se ha ido llenando ahora con los discos que gano. ¡Quién lo iba a decir! Tengo algunos puestos en mi casa y otros en la suya. Y las fotos de cuando era niño, y de niño a chaval. Años después nacería también mi propio hijo, pero lo que nunca cambia es la casa de la abuela. Con su decoración de los años setenta. Sus tres habitaciones. Sus ventanales a General Ricardos. Y todos sus recuerdos. Allí es también donde vivió la madre de mi abuela. Muchas veces me quedé yo cuidándola mientras se iba a hacer algún recado. Ella se ponía de los nervios porque su madre se daba un paseo por la casa y yo le decía: —Tranquila, que si se ladea, ya pego un salto y la cojo.Por mucho que pase el tiempo se la echa demenos. Cuando mi abuela me contaba que su madreestaba ya chunga, le respondía que de eso nada, quela tenía que ver siempre ahí sentada, y con mi abuelame pasa igual. Cuando me dijo que tenía cáncer, meimpresionó mucho. Le repito que tiene que tirar paradelante porque si no para mí se acabó todo. Se mecae el mundo encima si no la tengo cerca.
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29ser de luz¿QUIÉN ES LA MUJERDE TU VIDA? Sin duda, mi abuela, no creo que sea otra mujer forastera.El abuelo y MercamadridCuando era pequeño y la ruptura con mi padre se hizo oficial, mi madre intentó buscarse la vida de todas las maneras posibles, así que mi abuela se encargaba de mí. Entre la una y la otra se repartían las tareas según las obligaciones del trabajo. Mi madre se la iba buscando como podía y mi abuela también se iba apañando, que en esos tiempos ya era mucho. Me contaba que trabajó en la Fiat primero, en la empresa de coches. Después entró
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30Omar Montesen otra que se dedicaba a fabricar depuradoras para Somalia y otros países. Siempre cuento que mi abuela trabajó para Somalia y así la gente se piensa que debía ser una pirata que asaltaba barcos comerciales con su AK-47. Ella trabajaba en la limpieza en el turno de tarde hasta que le hicieron una operación de menisco de la que noquedó muy bien, llevaba la rodilla peor que Ronaldo el Gordo. Para los chavales que no conozcan a Ronaldo el Gordo, es el mejor Ronaldo que ha existido. El pobre se hizo polvo la rodilla y no pudo volver a ser el mismo. Mi abuela pasó por algo parecido. Tuvo que pasar un tribunal médico para que pudieran darle una pensión de por vida. Fue entonces cuando mi madre se puso a trabajar y mi abuela se quedó conmigo. Trabajóde barrendera, en una panificadora…, en realidad, detodo lo que le salía, porque había que tirar adelantecomo fuera y no estaban las cosas como para estarpensándoselo.En otras épocas ella se quedaba en casa cuidándome, no eran tiempos fáciles, pero nunca dejó de pelear, en algunas etapas pasábamos más hambre que el perro del afilador. En Navidades, por ejemplo, mi abuela me compraba lo que podía. Ella hacía un esfuerzo, pero tampoco en esas fiestas había para mucho. Hubo años en los que los Reyes me trajeron carbón, dulce como las canciones de Luis Miguel. Aunque si la cosa iba justa, mi abuela hacía que no se notara, por lo