Piedras preciosas - Salvador Rueda - E-Book

Piedras preciosas E-Book

Salvador Rueda

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Beschreibung

Antología poética que aúna cien sonetos del autor Salvador Rueda. En ella apreciamos varios de los rasgos distintivos del autor: el gusto por el costumbrismo que retrata el ambiente rural andaluza de su época, las potentes imágenes sensoriales, un incipiente modernismo en el estilo y una plasticidad tan pictórica como musical en las metáforas.

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Seitenzahl: 48

Veröffentlichungsjahr: 2022

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Salvador Rueda

Piedras preciosas

(Cien sonetos)

IV Biblioteea Moderna Segunda ediciόn

Saga

Piedras preciosas

 

Copyright © 1901, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726660111

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

BIBLIOTECA MODERNA

Tomos publicados.

I. — A. Palacio Valdés . — Seducción.II.— Jacinto Benavente. —Noches de verano.III. — Juan Valera. — Ascle pigenia.IV. — Salvador Rueda. —Piedras preciosas.(Segunda edición)V.— B. Pérez galdós. —La novela en el tranvíaVI. — Jacinto O. Picón. — La VistosaVII. — S. y J. Alvarez Quintero. —Fruslerias.

EN PRENSA

VIII. — G. Martínez Sierra .—Horas de sol.

EN PREPARACIÓN

Obras de Mariano de Cavia, Balart, Larrubiera, Clarín, etc.

Al Maestro D. Juan Valera,

en memoria á las antiguas bondades que le debo.

Salvador.

LAS PIEDRAS PRECIOSAS

Las cuaja Dios en ritmos de cristales

de cada limpio sol á la luz nueva,

como los sueños que en su mente eleva

cuaja el poeta en ritmos musicales.

Son dos cadencias en el fondo iguales;

lo bello en ambas vivo y se renueva;

mas la cadencia de la estrofa, lleva

el alma con sus luchas ideales.

Dentro de mí cuajó la fantasía,

en el rubí, la luz de mi alegría;

en la turquesa azul, mi sentimiento;

en el ópalo vago, mis suspiros;

mis lágrimas, en trémulos zafiros;

y en diamante inmortal, mi pensamiento.

LA MUSA RETÓRICA

Indiferente el entusiasmo ó muerto,

petrificado el corazón y frío,

sin placer ni dolor, ansia ni hastío,

oye del mundo el trágico concierto.

Sabia cincela su lenguaje yerto,

con sus estruendos simulando brío,

y remeda su vano poderío

á la inmutable esfinge del desierto.

Musa en sereno mármol esculpida,

mira impasible el río de la vida

con sus ojos inmóviles y raros.

Y si lo humano llega á su figura,

resbala, sin prender, por su tersura,

como las perlas por el limpio Paros.

LA MUSA HUMANA

De oídos y retinas está llena

para auscultar y ver la vida humana,

y con luz de su frente soberana

del mundo alumbra la infinita escena.

Para ordenarlo, todo lo encadena:

para sentirlo, todo lo desgrana;

y á cuanto impulso de vivir emana,

como la estátua de Memnón resuena.

Con los pies apoyados en el suelo

y las alas tendidas hacia el cielo,

fustiga, ensalza, alégrase ó suspira.

Lleva en su corazón sones diversos;

su sangre dicta el ritmo de sus versos;

sus nervios son las cuerdas de su lira.

LAS FLORES DE ALMENDRO

Debajo de un almendro florecido

con ramas como sartas de luceros,

de tus pesares íntimos y fieros

yo escuchaba el relato, conmovido.

Con el trágico acento enfurecido

como chocar de rígidos aceros,

juraste de enemigos traicioneros

tomar venganza, ó sucumbir vencido.

—¿Qué hicieras tú? Y al agitar tu mano,

diste al almendro un golpe soberano

que le arrancó sus cálices mejores.

—Lo que ese almendro, dije, hago en la vida;

si receibo una brusca sacudida,

suelto una lluvia de brillantes flores.

PUREZA

Ante mí, deslumbrando de blancura,

el papel virginal su armiño tiende,

y en él grabar su inspiración pretende,

hecha lineas de luz, el alma pura.

Cual cisne de nevada vestidura,

de orilla á orilla su limpieza hiende,

y con las alas fúlgidas enciende

al rayar en lo blanco, la hermosura.

Con la pluma ideal de la pureza

ha de expresar el vate la belleza

y dar su casto y celestial aroma.

Y, ave que canta cuando deja el lecho,

ha de salir el alma de su pecho

como del Arca Santa la paloma.

EL POEMA DE LOS ÁTOMOS

A mi insigne compañero

Ricardo Gil.

I SOMOS LOS AGUAS

Agrupados en sumas fabulosas,

que la ráuda corriente desbarata,

colgamos de la enorme catarata

las sábanas de espuma esplendorosas.

De los lagos las islas misteriosas

de sosiego y de luz, islas de plata,

simulamos el fondo que retrata

el palio azul de estrellas luminosas.

Describimos el arco del torrente

como rodar de cristalino puente

del que, rotos, cayeran los pilares.

Y fingiendo algaradas y motines,

con agua hacemos las salvajes crines

de los blancos corceles de los mares.

II SOMOS LOS CIELOS

Somos lo azul con que se cubre el suelo,

somos lo azul; nuestro divino encaje

aparenta el redondo cortinaje

de la estupenda cúpula del cielo.

Somos lo azul; prendido á nuestro velo

llevamos el incendio del celaje,

y nos cruza el relámpago salvaje

cual ave inmensa de rojizo vuelo.

Somos lo azul; con átomos sutiles,

como quien labra túnicas gentiles,

del aire hacemos la ilusión celeste.

Y elaboramos con azul bendito,

el manto de los cielos infinito

que lleva Dios por deslumbrante veste.

III SOMOS LAS LLAMAS

Del templo en la penumbra solitaria

leves lucimos con fulgor medroso,

y el faro hacemos lóbrego coloso

de nocturna pupila visionaria.

Los miembros de la hercúlea maquinaria

agita nuestro aliento poderoso,

é impulsamos el tren vertiginoso

á lanzar su carrera temeraria.

Desparramando vivas claridades,

somos las luces de cien mil ciudades

hasta que el día por Oriente asoma.

En el rojo volcán, somos cimera;

en el incendio, larga cabellera;

y enorme pira en la inflamada Roma.

IV SOMOS LA SANGRE

Somos ritmo y calor, somos las venas

que encauzan el torrente de la vida;

del corazón á cada sacudida,