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Recuperamos en nuestra historia un tapiz hispano y guaraní, una urdimbre de relatos de los tiempos coloniales que entretejen hilos traídos por los colonizadores ibéricos con otros aportados por los pueblos guaraníes, mestizaje fecundo, vivificado por las aguas bautismales que fluyen dentro de los ríos que circundan la Mesopotamia argentina y con el tiempo asume la forma de una talla, de una imagen de nuestra querida patrona Santa Rosa, en el corazón mismo de Entre Ríos, en Villaguay.
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Seitenzahl: 98
Veröffentlichungsjahr: 2023
Moreyra, Ricardo AlbertoSanta Rosa de Villaguay / Ricardo Alberto Moreyra ; Juan Ángel Fabricius ; María de los Ángeles Gabilondo. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-3988-5
1. Ensayo. I. Fabricius, Juan Ángel. II. Gabilondo, María de los Ángeles. III. Título.CDD A864
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Ricardo Alberto MoreyraJuan Ángel FabriciusMaría de los Ángeles Gabilondo
Agradecimientos
Nota del autor
Prólogo
Introducción
Capítulo I
Inmaculada Concepción
Capítulo 2
Santa Rosa de Lima
Capítulo 3
Arte Guaraní–Jesuítico
Capítulo 4
Santa Rosa de Villaguay
Capítulo 5
Breves ensayos sobre Rosa y Crispín
ANEXO
Reseña Histórica
En conclusión
Glosario
Referencias bibliográficas e historiadores
“Sueño con una opción misionera capaz de transformarlo todo, para que las costumbres, los estilos, los horarios, el lenguaje y toda estructura eclesial se convierta en un cauce adecuado para la evangelización del mundo actual”
Papa Francisco
Pe tembiasakue araka´eve noñemombe´úvia Santa Rosa ha Villaguay rehe
Se agradece a todos los que aportaron información, tiempo de análisis, búsqueda y estudios sobre cada tema desarrollado en el presente libro.
Especialmente se agradece sacerdotes: Rafael Micheloud, Emmanuel Troppini, Guillermo Spirito, Superior del convento franciscano de Asís e Historiador del Vaticano, Prof. Maillen Azogaray, profesor Nahuel Oviedo, Ceferino Azambuyo periodista local, Dr. Cosso Juan.
También agradecer a la familia que apoya incondicionalmente el desarrollo histórico de este libro.
Se hace constar que se han realizado todos los esfuerzos para localizar y dar acreditación a todas las fuentes posibles de cada una de las historias y personas mencionada en el presente libro.
Las imágenes utilizadas son de dominio público debido a que el plazo de protección de los derechos ha expirado y por lo tanto pueden ser utilizadas en forma libre y gratuita.
Manifiesto y expreso la disposición de rectificar cualquier error u omisión en futuras ediciones.
Era el 24 de agosto de 1617, fiesta de San Bartolomé. Moría en Lima, la Ciudad de los Reyes, Rosa de Santa María. Tenía 31 años. Su cuerpo es venerado en Lima, en la gran basílica dominicana del Rosario, junto a sus contemporáneos San Martín de Porres y a San Juan Macías. Una criolla, un mulato, un emigrado en América. A pocas cuadras, reposan el santo arzobispo Toribio de Mogrovejo y el franciscano san Francisco Solano.
Rosa fue beatificada en 1668, en el convento dominicano en santa Sabina en Roma. Un verdadero huracán de gloria. Dos años más tarde fue proclamada inusualmente patrona principal de las Américas, las Filipinas y las Antillas: un reconocimiento singular ya que un decreto del Papa Urbano VIII del 1630 establecía que no podían actuar como protectores de reinos y ciudades o pueblos quienes no habían sido canonizados. Una excepción notable. Finalmente, Rosa fue canonizada el 12 de abril de 1671 por el Papa Clemente X. La primera santa nacida en tierra americana.
En 1816 en Argentina se declara la independencia y se la declara Patrona. Su popularidad no dejó de crecer en Europa, tanto que en la versión original del antiguo cuadro italiano de la Virgen del Rosario de Pompeya –venerado en el célebre santuario cerca de Nápoles–, a los pies de la Virgen, junto con santo Domingo de Guzmán estaba santa Rosa, luego “transformada” en Santa Catalina de Siena hacia el 1876. Es el mismo período en el que se va consolidando la presencia de la amada patrona de la parroquia de Santa Rosa de Villaguay…
“Creamos a nuestra medida y en nuestra propia forma derivada porque fuimos creados; y no solo creados, sino hecho a imagen y semejanza de un Creador”, decía el gran escritor católico J.R.R. Tolkien. Las palabras, habladas o escritas, nos instruyen, nos forman, nos moldean, nos consuelan. Nos hacen presentes unos a otros. Los libros también conservan y transmiten la sabiduría de generaciones lejanas, de tierras lejanas: nos permiten dialogar con ellos como si fuéramos sus contemporáneos y vecinos. Nos permiten explorar, comunicarnos, entrar en comunión. Para volvernos completamente vivos. Es decir, convertirnos en nosotros mismos.
En 1632, Jean Daillè publicó en Ginebra un tratado sobre los Padres de la Iglesia, justificándose así: “¿Quién no sabe que un enano a hombros de un gigante tiene un horizonte más vasto y ve más allá que el gigante mismo? ¡Se cubriría de ridículo si concluyera que lo que descubre el enano no es real con la excusa de que el gigante no lo ha visto! ¡Y no sería más prudente acusar al enano de presunción con el pretexto de que se refiere a cosas de las que el gigante no dijo una palabra, dado que la mayor parte del conocimiento del enano se debe al mismo gigante!”.
Esto es lo que hace este texto: apoyado en los hombros de los grandes, logra hacernos entrever las cosas en un “tapiz literario” –tejidas, tallado, entramados, ramificaciones, destellos, matices, nudos, hilos sueltos, ecos–…
Así recuperan para nosotros color y forma, emergiendo de las brumas de la historia, los relatos de nuestra historia: un tapiz hispano y guaraní, una urdimbre de relatos de los tiempos coloniales que entretejen hilos traídos por los colonizadores ibéricos con otros aportados por los pueblos guaraníes, mestizaje fecundo, vivificado por las aguas bautismales que fluyen dentro de los ríos que circundan la Mesopotamia argentina, y que con el tiempo asume la forma de una talla, de una imagen de nuestra querida patrona Santa Rosa, en el corazón mismo de Entre Ríos, en Villaguay.
P. Guillermo Spirito, OFM Conv.
Superior del convento franciscano de Asís, Historiador del Vaticano
Las creencias, la tradición y la historia son el hilo conductor sobre el cual se enhebra la integridad de un pueblo.
La historia no es saber ni opinable, ni categórico. Es conocimiento hermenéutico que involucra universo cultural, densidad de lecturas, solidez epistemológica y metodológica, conciencia de vivencias, sensibilidad y capacidad de conmoción. Este escrito intentará ayudarnos a pensarnos como sociedad, cómo queremos dialogar sobre nuestra historia y a partir de nuestros propios diálogos con la Historia.
Este saber es el que explica la vida, la vida de las personas en el tiempo y va construyendo prodigiosamente nuestra identidad. Un saber que nos permite comprender qué, quiénes y cómo vamos siendo en el transcurso del tiempo.
El supremo elemento de cohesión humana es el amor al que solo podemos llegar y acariciarlo acercándonos, como lo hacemos con la imagen milagrosa de Santa Rosa de Villaguay, y este libro procura entrar en el alma de las cosas mediante su conocimiento.
La reconstrucción del drama humano en el tiempo debe lograrse a través de las palabras, puesto que la imagen que el lector retiene, es aquella que, a partir de la prosa alcanza a explicar fragmentos de ese movimiento ininterrumpido.
En este bicentenario, en el que Santa Rosa de Villaguay nos invita al encuentro y a la reconciliación, esta investigación se acompaña de un profundo, motivador orgullo y sentir lugareño.
¡¡Gracias por acompañarnos en esta aventura espiritual!!
El emplazamiento de Villaguay fue una posta a mitad de camino entre el Arroyo de la China (Concepción del Uruguay) y la Bajada del Paraná. Otros, ubican el emplazamiento como posta desde la Bajada hacia Salto Chico y de allí hacia las Misiones Jesuíticas. Mirando el croquis de la “Carrera de postas” (1772–1820) uno puede apreciar que para hacer el tramo “La Bajada–Arroyo de la China” puede tomar dos carreteras: “la central”, que pasa por El Chañar, Villaguay y Yeruá (entre otros) o “la del sur”, que pasa por Costa del Nogoyá, Clé, Villa Gualeguay, Villa Gualeguaychu (entre otras). Es decir, un paso obligado para aquellos que querían traspasar el Río Gualeguay por el centro de la provincia.
“En el año 1795: Pedro Duval adquiere las tierras donde se asienta Villaguay, que pertenecían a María Francisca Arias Cabrera. Recién en 1804 se registran las primeras referencias a Villaguay”1.
Nos remitimos al año 1805 cuando la actual ciudad de Santa Rosa de Villaguay fue formándose en un principio por agrupaciones de familias, que se iban reuniendo poco a poco formando rancheríos con el nombre inicial de villa.
Ese mismo año el obispo dictó un documento de autorización de la construcción de una capilla, bajo jurisdicción de Concepción del Uruguay, donde no se logra la construcción de la mencionada, pero se da lugar al primer oratorio a 100 metros hacia el sur de la actual plaza 25 de Mayo.
En este oratorio testimonios recuerdan la primera imagen que se veneró en la ciudad de la Purísima Concepción.
1.ra imagen que se venero de la Inmaculada Concepción o la Purísima Concepción, como primer ingreso al oratorio en año 1805.
Imagen Histórica Inmaculada Concepción.
“De acuerdo con un documento manuscrito de Don Griseldo Montenegro que ocupara cargos honoríficos en la policía y Municipalidad en el siglo pasado, anota que el primer terreno que se donó para la construcción del primer oratorio fue donado por Don Francisco Naparra. Acota dicho documento que el referido señor Naparra poseía su estancia “Los Paraísos”, en la calle ancha y su novillada en lo que hoy es la Plaza. Por orden del General Don Crispín Velázquez se trasladó con el tiempo al lugar que hoy ocupa el actual edificio municipal.
Aquí los testimonios del Padre Suarez se unen con los Fray Reginaldo, que suma al año siguiente la visita del Sr. presidente de la Republica General Justo José de Urquiza, devoto como Crispín de la Patrona Santa Rosa de Lima”2.
1 Archivos parroquiales de Concepción de del Uruguay
2 Historia de Entre Ríos Blas Pérez Colman. Reseña histórica de la parroquia de Villaguay Pbro. Ángel Taquela. Memorias de Villaguay Fortunato Echaniz. Villaguay el tercero del segundo. Manuela Chiesa de Mammana.
En Lima, la ciudad de los reyes, que ya contaba con medio siglo de existencia, nació el 20 de abril de 1586, Isabel Flores, luego nombrada Rosa de Santa María.
Su madre veía la belleza de una rosa en su rostro, a quien después le dan como nombre cristiano Santa Rosa de Lima, fue la primera figura americana, es decir, la primer santa nacida en América.
En 1816 en Argentina se declara la independencia y se la nombra Patrona de la Independencia Hispanoamericana, teniendo el reconocimiento en toda América.
Nació, vivió y murió en el seno de la digna pobreza; y con sus propias manos edificó su yermo en un rincón de la huerta familiar, bajó un puñado de constelaciones australes donde se entregó a los más rudos trabajos de la mortificación, tal como si hubiera querido hacer por sí mismo la penitencia de todo el mundo y dar con su fidelidad y amor al esposo místico, satisfacción de tantos desamores e infidelidades.
Apacible y dulce, Rosa fue la alegría de los suyos en su primera edad. Aprendió a leer y a escribir sin maestro alguno, lectora incansable de libros piadosos, fue conocida su predilección por el fray Luis de Granada. En su hogar industrioso y humilde aprendió quehaceres hogareños, el hilar, el coser, el bordar, el tejer. Y con no menos facilidad aprendió la música, el canto, y la poesía; sin saber cómo, se la vio de repente tocar el arpa, la cítara y la vihuela.
