Sentir la radio - Roberto Rodríguez Menéndez - E-Book

Sentir la radio E-Book

Roberto Rodríguez Menéndez

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Beschreibung

Sentir la Radio es un libro que nos acerca profesionalmente a las raíces y al trabajo de un grupo imprescindible de artistas, escritores y poetas cubanos que entregaron a la radio del país páginas inolvidables en su cotidiano quehacer, a lo largo de varias décadas, definiendo los caminos indispensables del futuro de este medio de comunicación masiva. Al propio tiempo el lector tendrá en sus manos un texto que permite a radialistas, e interesados en general, una guía técnica de insoslayable valor en la búsqueda de la calidad en cada propuesta radial. Lo uno y lo otro nos confirma que son páginas apasionadas y apasionantes como será siempre la radio misma.

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Seitenzahl: 284

Veröffentlichungsjahr: 2025

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Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España. Este y otros libros puede encontrarlos en ruthtienda.com

Edición y Corrección:

Norma Suárez Suárez

Diseño de cubierta e interior:

Maikel Martínez Pupo

Diagramación:

Maikel Martínez Pupo

Composición para e-book:

Ana Irma Gómez Ferral y Valentín Frómeta de la Rosa

© Sobre la presente edición:

© Roberto Rodríguez Menéndez, 2013

© Editorial enVivo, 2024

ISBN:

9789597276531

Instituto Cubano de Radio y Televisión

Ediciones enVivo

Calle 23 No. 258, entre L y M,

Vedado. Plaza de la Revolución, La Habana, Cuba

CP 10400

Teléfono: +53 7 838 4070

envivo@icrt.cu

www.envivo.icrt.cu

www.tvcubana.icrt.cu

Índice de contenido
Portada
Portadilla
Créditos
Dedicatoria
Pensamiento
Prólogo
El alma de las cosas
Escuchar con el alma el sonido que se ve
Santiago Álvarez
Esther Borja
Eduardo Robreño
Cuca Rivero
Manolo Ortega
Gerardo Fernández
Celima Bernal
José Antonio Rodríguez
Dora Alonso
Julio Alberto Casanova
Ángel Pérez Herreros
Andrea Esteban Hierro
Imeldo Álvarez
José Ramón Marcos
Jesús Orta Ruiz, Indio Naborí
De la teoría y los recuerdos
Lágrimas de una realidad posible
La serpiente roja
Crónica de una guantanamera anunciada: Joseíto en la memoria radial
La emisora: consolidación y despegue
Emisora de radio: autocontrol y calidad
La calidad en la programación radial
Aspectos sobre la calidad de un programa de radio
Programación educativa en la radio
Guion radial
De la asesoría radial
Un reto permanente
El otro personaje
Locución radial
Frente al micrófono
La radio: un asunto de corazón
Sobre el autor

¿Acaso no escuché cada palabra con el susto de saber que la historia buscaba el futuro, tan necesario y útil, desbordándose en la quietud de los que me depositaron, agua cristalina del monte, lecciones de vida y profesión para los que estamos y estarán?

A los que partieron y ya no puedo disfrutar de su inteligencia de ajiaco cubano van dedicadas las páginas que siguen, como memoria viva y entrañable, porque hicieron de la radio la pasión interminable que los mantiene presentes e inolvidables.

A los que aman la radio minuto a minuto hasta la partida.

El Autor

Sentir es ser fuerte

José Martí

PRÓLOGO

Cuando hace apenas unos años invité a Roberto Rodríguez Menéndez a publicar sus textos sobre radio y algunas de sus entrevistas en el Portal www.radiocubana.cu, un sitio en Internet que en pleno siglo xxi nacía con la encomienda de representar y reunir a quienes forman parte de la familia radial en el país, no equivoqué la elección, lo hacía jugando una carta de triunfo ante la creciente comunidad de internautas, cada vez más exigentes con los contenidos llevados a lo que es hoy la principal autopista de la información en la era moderna.

Desde las primeras líneas emergió el poeta, narrador, dramaturgo y publicista, un hombre anclado en el periodismo radial, cuyos reportajes, entrevistas, crónicas y artículos forman parte hoy del patrimonio de importantes órganos de prensa cubanos.

Autor con varias obras de teatro para niños y adultos y una experiencia de más de 45 años como escritor en emisoras nacionales, a las que ha entregado numerosas novelas y cientos de programas de corte satírico-costumbrista, históricos, culturales y de apoyo informativo.

El inmenso mundo profesional de Roberto brotaba como un manantial, perfecto para las intenciones previstas. Él podía hablar con propiedad de la dirección de programas, porque ha estado detrás de ellos con certera mano múltiples veces; disertar sobre medios audiovisuales, realizar las veces de promotor, publicista, comentarista, analista cultural y profesor de Dramaturgia y Dirección aplicadas a la radio. Más de un curso para guionistas contó con sus saberes y en diversas convocatorias asistió como jurado de los géneros de Poesía, Narrativa, Testimonio y Ensayo Histórico en importantes concursos literarios del país, además de conferencista y jurado de radio en varios festivales nacionales y provinciales, donde obtuvo distintos galardones.

Escribir para la llamada Red de Redes era otra oportunidad para este autor, quien como hombre de los medios al fin ya había acumulado experiencias escribiendo para Cubarte, Portal de la Cultura Cubana, lo que le facilitaba su inserción en este escenario mediático, donde las normas estilísticas no son las de la literatura impresa o los libretos radiales. Y como en Internet el contenido es rey, teníamos a nuestro favor su obra para aumentar con prontitud las visitas al nuevo sitio web, que exhibiría el caudal del sistema radial en Cuba, pionero de la radiodifusión regional, y que cuenta hoy con 96 emisoras.

Durante varios años Roberto y otros autores impulsaron nuestros propósitos con apreciables resultados. Radiocubana.cu se posicionó no solo en los buscadores internacionales, sino además en el gusto de los radialistas, el premio más importante.

El libro Sentir la radio es fruto de esa etapa llena de motivaciones, para Roberto en primer lugar, pero también para el Portal de la Radio Cubana y lo más preciado, sus seguidores, quienes con sus comentarios interactivos propiciaron que él decidiese agrupar algunos textos entregados durante casi una década al sitio digital, exponentes todos de un quehacer cuya principal riqueza es la sensibilidad traslucida, propia de quienes se entregan a un medio al cual solo le asiste el sentido del oído.

Es este un texto que reunirá públicos distantes, de horizontes socioculturales diversos, para apreciar el fenómeno cultural que es la radio, con un papel fundamental en la transformación de las mentalidades en el siglo xx y llamada a cumplir también su misión en el xxi, a partir de potenciar en sus programas la combinación de las informaciones y las aspiraciones educativas con lo espectacular.

Las entrevistas a personalidades de la cultura cubana que, con mirada aguda se entregan, provocarán debates y multiplicarán consensos, todas con la virtud de reafirmar a la radio como un medio de comunicación incomparable, que otros pueden complementar pero reemplazar jamás.

Hoy los satélites confieren a la televisión características como la instantaneidad de la transmisión y proyección planetaria, sin embargo, ninguna cadena televisiva, por poderosa que sea, puede cubrir la actualidad de cada región o país en tiempo real como lo hace la radio, sin contar que, en un mundo globalizado, también en el área de las infocomunicaciones, habrá que esperar todavía antes de que la pequeña pantalla entre habitualmente en el universo interactivo y dé la palabra al público sin recurrir a una escenificación.

Inmersa en el desarrollo tecnológico actual y contrario a no pocos pronósticos, la radio también se adapta a la era de los satélites y la comunicación digital. Ya en Internet muchos servicios de información ofrecen una combinación de noticias con documentos sonoros y Cuba no es la excepción, pues sus emisoras nacionales se captan desde cualquier punto del Planeta, en una computadora personal multimedia, y la señal de la radiodifusión nacional se transmite como servicio agregado en la recién aparecida televisión digital cubana.

En la era de la hipermedia, la radio sigue ocupando un lugar de primer plano. Su encomiable adaptabilidad no es una incógnita, está avalada por sus insoslayables virtudes, es ubicua, cercana, inmediata, individual y a la vez masiva.

Quizás por esas cualidades, figuras importantes de nuestra cultura nacional, entrevistados por Roberto, vieron en este medio de comunicación masiva una entrada al mundo de las sonoridades y emociones sensoriales para desarrollar sus talentos, la maravilla de un quehacer que muchos años después quedó atrapada en sus testimonios trascendentales para bien de los lectores que ahora los podrán disfrutar.

Muchos son los ingredientes de esta entrega editorial, que sobresale a la vez por su lirismo y el buen humor criollo, conjugados en las conversaciones con las ilustres personalidades para beneplácito del lector. Son testimonios construidos con verbo osado, astuto, original, y giran siempre alrededor de un mismo hilo conductor: la pasión por hacer radio. Con elegancia se teje cada entramado dramatúrgico como si se estuviera en el escenario de un programa, donde hay espacio para todo lo que transcurre ante el micrófono.

Cada cual, obviamente, se formará su criterio. Asumo que este es un libro para aprender de los que en algún momento de sus fecundas vidas eligieron trabajar en la radio, y de quien con vasta cultura y dominio de la técnica narrativa, logra transmitir valiosísimas experiencias a los amantes de este medio artístico y de comunicación masiva. Me atrevería incluso a afirmar: será un texto de consulta permanente, lectura recurrente entre periodistas, escritores, los que algún día decidan investigar y para ello recurran como método a las entrevistas, ya sean categorizadas como informativas, de personalidad, investigativas o de profundidad, según las concepciones más diversas.

Es también una obra que rinde homenaje a la radio cubana en sus más de 90 años, deja el legado de un pedagogo sobre el mejor hacer radial, sugiere, propone, alerta, sin abandonar nunca el reto permanente de la calidad. No faltan ejemplos como contribución del autor a la formación de tantos realizadores, que asumieron el desafío impuesto por el crecimiento acelerado de la radiodifusión en todo el país. A ellos Roberto entrega consejos, no solo fruto del estudio doctoral, sino de las vivencias prácticas del día a día.

Cedo el turno ahora a una seductora lectura y al final coincidiremos en que la radio es un asunto de corazón. El sonido sin imagen seguirá siendo indispensable para desinhibir la imaginación y ofrecer la libertad de una elección personal, en un entorno cada vez más diversificado. Por eso, cuanto más prolonguemos nuestras antenas, cuanto más lejos llegue nuestra mirada, más intensa será el ansia que experimentemos de ahondar en nuestras raíces y de volver a nuestra intimidad. La radio estará ahí para lograrlo.

Yuzaima Cardona Villena

Periodista de la radio cubana

Agosto dE 2013

El alma de las cosas

Lo primero era la escuelita del barrio con las amenazantes reglas de Coca-Cola (madera y filo cortante) que la maestra mexicana lanzaba con la precisión de una maniobra coheteril a los niños que conversaban sin atender a sus clases repetidas de memoria. Después la atracción de siempre al mediodía: “Los tres Villalobos”. Adoraba los varios episodios semanales donde una dramaturgia sencilla y envolvente me dejaba colgado de una nube para correr todos los peligros del mundo hasta el próximo capítulo. Ignoraba entonces la profesión que me esperaba.

Fue como aprender con aquellas aventuras el ABC del dramatizado radial que marcaría, palabra a palabra, mi futura vida profesional vida profesional por más de 45 años en la radiodifusión cubana.

Por eso cuando alguien una vez me preguntó (o tal vez yo mismo me hice la pregunta) a partir de qué momento la radio se hizo parte de mi vida, no tuve que pensar apenas la respuesta. La magia se logró por la pasión diaria de escuchar “Los tres Villalobos” y dejarme ganar plenamente por la realización artística de diálogos y actuaciones impecables, movimientos, planos, música, efectos, una narración que te permitía ver las acciones en cinemascope y sobre todo, los efectos de caballos, solos o agrupados, alejándose o acercándose, o golpeando la tierra parados en el mismo sitio.

Eran efectos que me fascinaron y muchas veces los imité con dos cocos secos. A tal punto me facinó aquel recurso de efecto radial que pensé si un día me convirtiera en escritor del dramatizado de radio pediría, cada vez que la ocasión se me presentara, los efectos del galope o el trotar suave de tan noble animal. Secretamente me pude deleitar a lo largo de estas casi 5 décadas de trabajo cuando tecleaba en efectos: caballería a todo galope baja a fondo de...

Siempre he llamado a este mecanismo que me introdujo en la radio “Nostalgia por los caballos”. Y sigo siendo un nostálgico de este medio de comunicación masiva.

Y entonces vi el sonido con la nitidez de la mirada profunda y verdadera.

A las 9:50 de la noche del 10 de julio de 1968, la Emisora Radio Rebelde transmitió lo que fue mi estreno como escritor radial: “Viajemos”. Mi primer programa de radio trataba de mostrar, a través de un viaje imaginario y a dos voces (masculina y femenina), las características geográficas y culturales de un país latinoamericano en un acercamiento que pasaba por las costumbres cotidianas, el idioma, la cocina, la música, la historia nacional y cuanta información útil (inédita o no) se podía disponer en aquellos tiempos. Mi inicial producto radiofónico se tituló “Haití”.

Lo que nunca pude imaginar fue que en la noche de estreno, exactamente a esa hora, diluviaría en La Habana donde truenos y rayos iban a dificultar la recepción de la señal en el viejo radio de mi casa. No obstante, la severa tormenta no me cortó la profunda emoción de entrar a la familia radial cubana sonando, a todo meter, truenos por todas partes.

De entonces acá han pasado algo más de 45 años: miles y miles de cuartillas escritas para este medio tan entrañable a través de radionovelas, programas costumbristas, de conocimientos culturales, históricos, dirección de programas y publicidad y un etcétera más largo que el Prado cienfueguero. La radio me ha tocado por dentro y por fuera con esa magia especial de imaginar con el oído lo que los ojos no pueden ver.

En ella he vivido experiencias únicas como escritor, periodista, director de programas, profesor de dramaturgia, conductor, publicista, analista cultural, investigador, comentarista, jurado de eventos que hicieron historia.

Hoy hago un recuento y casi me parece imposible el haber transitado por etapas del trabajo radial que me obligaron al incesante tecleo de 10 horas diarias en soledad, cuando escribía para Radio Rebelde dos novelas cubanas simultáneas y ubicadas en distintas épocas, extenuante laboreo por 163 pesos mensuales, que me obligó a diseñar decenas de personajes y múltiples escenarios y épocas, escribiendo en papel reciclado (el bloqueo con su mano peluda) donde se veía en primer plano lo ya escrito, obligándome a un esfuerzo de concentración merecedor de otro salario. En aquellos 14 años de trabajo para Radio Rebelde se me multiplicaron varios programas que atendía. Una de esas propuestas radiofónicas fue como escribir una obra de teatro diaria, me refiero al gustado “Después que llegó Colón”.

Fue un gusto extraordinario que dirigieran mis libretos en estos años personalidades de la radio tan extraordinarias como Armando Soler, Sol Pinelli, Juan Carlos Romero, Odilia Romero, Marcial Avellaneda, Julio Martínes Aparicio, Oscar Luis López, David Camps, Abelardo Vidal, Pablo Verbisky, Héctor Pérez Ramírez, entre otros. Propuestas radiales que simpre contaron con un elenco de actrices y actores de primerísimo nivel (Gina Cabrera, Doris García, Alejandro Lugo, Edwin Fernández, entre otros) y narradores que hicieron época y que con solo citar dos queda la lista establecida: Ana Margarita Gil (primera mujer narradora de novelas en Radio Rebelde y una de las voces emblemáticas de la locución en Cuba de todos los tiempos) y Héctor Fraga.

Experiencia de Radio Rebelde que luego desarrollé en el dramatizado en Radio Arte, productora del cual soy fundador, y posteriormente en espacios de novelas de Radio Progreso; ríos profundos entre los cuales agrego muchos años en la publicidad en Radio Taíno, en el comentario de libros, en la dirección de programas y en el desempeño como profesor de Dramaturgia para profesionales del medio, con una etapa intermedia como Especialista de la Dirección de Programación de la radio cubana.

En los últimos años me he sumado como colaborador del Periódico Cubarte y al Portal de la Radio Cubana, desarrollándome en el género de las entrevistas y análisis, enfocado en temas sugerentes de la cultura cubana, sus personalidades y sus temáticas.

Y claro, mi literatura, mis libros que se han ido acumulando sin pedirme permiso, todo lo cual indica que no me he vuelto loco de milagro, lo que confirma que el alma de las cosas es eterna como el manantial de la montaña que desciende con su agua cristalina.

Valoré lo hasta aquí mencionado, lo que me motivó, la necesidad de agrupar en un libro entrevistas y teoría radial que permita atesorar experiencias necesarias para el conocimiento de los que trabajan en la radio del país y de los que vendrán como inevitable relevo generacional.

Las entrevistas que tendrá en sus manos el lector han sido en mi vida personal momentos de extraordinaria sensibilidad artística. Se trata de 15 momentos diferentes y llenos de especiales secretos, esos que brotan sin pedirlos pero que tienen la capacidad de ajustarse ante sugerentes preguntas. Fueron muchas horas de trabajo grabado. Ajustes necesarios para que la improvisación no empañara el resultado final.

Cada uno de los 15 convocados a esa suerte entrañable de la confesión, tuvo para mí el descubrir la palabra conmovedora que todo lo dice y lo calla, la amistad en la entrega de lo que necesariamente debe perdurar. Todos, en su justa medida, han enriquecido los caminos de la radio en Cuba.

A Manolo Ortega lo recuerdo sonriente y amigo, tomando café a mi lado mientras hacía la historia algo palpable y trascendente.

De Imeldo Álvarez lo veo ahora mismo confesándome pasajes de la vida de íconos de nuestra literatura, descargándome de lo bueno y lo malo de nuestra vida cultural.

Al amigo Julio Alberto Casanova lo descubro leyéndome unos versos a la manera de “Nocturno”, y me asaltan recuerdos profesionales de su intensa vida artística.

A José Ramón Marcos, actor, escritor, amigo de la hora necesaria que no supo adivinar su partida veloz de este mundo le agradeceré, además, rudimentos de computación.

Cuando recuerdo a Santiago Álvarez, desfallecido casi en una larga tarde donde comprendimos ambos la llegada de la muerte, debo confesar que por esa circunstancia a la misma hora en que le daban sepultura escuché, interminables casettes de silencios posmodernistas, nuestra última conversación y me dije: “Qué cosa rara es la muerte, si del lado de acá hago maravillas con tu voz que no acudió al funeral”. De nuevo, gracias, compañero...

Esther Borja fue un jardín, un encuentro bucólico fuera de época, la dulzura de una mujer contando su vida, la placidez, el tiempo que se fue para quedarse.

De Eduardo Robreño, solo digo que la última vez que nos vimos en su casa no fue la última vez. Tampoco sus lágrimas confirmaron lo que él me predijo a sangre fría. Una conversación no termina cuando acaba. Nadie que se va deja ausencia cuando uno se lo propone. ¿Qué le parece si esta noche nos encontramos en el teatro? “Ah, y lleve su memoria... por si acaso nos dan gato por liebre”. Estaba tronando.

La entrevista a Gerardo Fernández fue un intercambio de dos escritores que se turnaban haciendo novelas hasta el cansancio.

¿Qué pudiera decir de Cuca Rivero que no sea el pajarillo cantor que desgranó su vida y su ejemplo para todos?

Celima Bernal, idioma y amor por él. Un canto suave de una mujer interminable y audaz.

Encontrarme con Dora Alonso fue detener el tiempo para todos los tiempos.

Una entrevista inolvidable fue la de Andrea Esteban Hierro, la viuda de nuestro novelista Alejo Carpentier. Tenía tantos recuerdos para contarme que cerró el cofre en un momento inesperado. Pero me dijo lo esencial.

Un extraordinario actor, José Antonio Rodríguez, tuvo la amabilidad de abrir el telón en medio de los aplausos del público. Incluyendo el mío.

Con Ángel Pérez Herreros fue el portento de escuchar la radio cubana de todos los tiempos, las valoraciones de una inteligencia interminable.

Por último, Jesús Orta Ruiz, “Indio Naborí”, quien desde el silencio de sus ojos me describió la amistad tal como es.

La segunda parte del libro asume la teoría como instrumento esencial que califica y proyecta el talento de quienes pueden asumir la radio como el camino definitivo en sus vidas. Es, en esencia, un camino para el intercambio.

Escribir este libro, reunir sus textos entre sí, fue darle coherencia a una necesidad personal que asumo necesaria para los otros. Impostergable, pudiera afirmar.

La radio, en dos palabras, es el arte de hurgar el alma en una comunión de dos. Es asumir la sacudida del mundo desde sus propias entrañas, es ver lo que el ser humano debe ver. Es cerrar los ojos y sentir la radio como una maravilla del mundo moderno.

Roberto Rodríguez Menéndez

10 de octubre de 2013

Escuchar con el alma el sonido que se ve

El saber es la parte más considerable de la felicidad.

Sófocles

SANTIAGO ÁLVAREZ

Pensar con el corazón

Un hombre no es solamente lo que está comprendido entre pies y cabeza.

Walt Whitman

Nos encontramos con puntualidad inglesa. Santiago Álvarez estaba sentado en una breve butaca. Vestía con suéter gris, de cremallera, que contrastaba con el pulóver azul. El pantalón mantenía la imagen de lo sobrio. A los pies unos tenis azul añil. Lo vi gordo. En la cara un buen color y en la mirada una cierta luz intermitente.

Tras el saludo profesional me dijo que tenía frío y me pidió que pasáramos a la biblioteca. Nos esperan allí una mesa y butacas plásticas, de color blanco. Al sentarnos, mencionó las sesiones de dominó que allí tenían lugar, mientras yo descubría libros, una máquina de escribir, un televisor, tan indisciplinados en su ubicación que Hemingway hubiera dinamitado el lugar.

¿En qué momento comenzó la filmación? En verdad no lo sé bien, pero sí recuerdo sendas tazas de café oscuro que llegaron a la mesa y terminaron disueltas dos horas después en una especial transparencia.

Por fin, cuando sobrevino el grito: ¡Rodando!, no podía imaginar que los silencios de Santiago Álvarez, que se fueron grabando en el casete, significarían la otra entrevista, la que no me concedió, la que no tuvo palabras pero sí reflexiones y miradas. Ahora, recordar aquella mañana, pone tristeza donde se sabe.

Hábleme de su nacimiento.

Yo nací en la Habana Vieja, en el callejón de Espada, no. 8, primer piso. Como te darás cuenta, nací cerca de la Iglesia del Santo Ángel donde fue bautizado Martí.

También estaba el Comité del Partido Comunista de Cuba, al que yo me acerqué a mi regreso de los Estados Unidos para inscribirme. Siempre he dicho que yo he hecho un cine que llamo Cine Urgente porque nací en una ambulancia y mucha gente no sabe ese detalle. Si mi madre viviera recordaría el trabajo que costó llevarla al hospital porque en ese momento había una huelga de transporte.

¿A qué hora ocurrió su nacimiento?

Fue sobre las ocho de la noche. Yo soy Piscis, por si acaso te interesa por dónde andan los astros a los que yo pertenezco, que dan muchas vueltas... además, en sentido contrario.

Y me preguntarás si yo creo en esa bobería del horóscopo y bueno, yo creo en todo. El horóscopo es un entretenimiento y tanto es así que tengo un proyecto de cine relacionado con él.

¿Cómo es la idea?

Será un documental con el título Los hombres que yo conocí y será un libro también. El documental tendrá una estructura especial horoscopiana, para poder aglutinar las ideas que tengo sobre los hombres que conocí. Y entre ellos estarán Salvador Allende, Ho Chi Minh y en total unas sesenta personalidades que tengo seleccionadas y que se agruparán por el signo de su nacimiento.

No hay nada más parecido al documental que usted.

He descubierto que el cine documental en sus estructuras, sobre todo el que yo realizo, tiene una especificidad especial en el elemento dramático. De ahí que yo clasificara este estilo de cine documental con el nombre de documentalurgia, lo mismo que hay dramaturgia. Y este nombre es para que inclusive la gente lo memorice. Pero volviendo al documental de que te hablo, quiero puntualizar que tendrá un sentido humorístico y también irónico. Yo utilizo mucho la ironía y la sátira en todos mis documentales y todos tienen el sello del humorismo porque creo que la vida está llena de huecos humorísticos.

Recuerdo que una vez hice un documental que me pidió la televisión de la República Democrática Alemana, RDA, sobre el hueco. Ellos quisieron que yo hiciera un documental acerca del desarrollo de la construcción de viviendas en la RDA. Yo les dije que cineastas suyos tenían realizados documentales sobre el tema y me parecía un atrevimiento de mi parte, y como insistieron hice un documental que titulé La importancia universal del hueco. Los alemanes abrieron así de grande los ojos cuando vieron el título y me dijeron que no sabían cómo traducirlo porque existía otra palabra en alemán para significar el hueco y que eso daría risa a los espectadores cuando lo leyeran.

De cualquier forma, el hueco está presente en todo el desarrollo de la vida: nacemos por un hueco, morimos y nos meten en un hueco, las guerras las ganan quienes más huecos hagan, estamos llenos de huecos con los poros de la piel.

Si vienes a ver la vida toda es un hueco y esa parte del humor la trabajé para ese documental y me resultó grato realizar ese trabajo en un país que como aquel se manifestaba siempre con su conservadurismo especial.

¿Qué recuerdos de la infancia se mantienen presentes en usted?

Yo he sido muy politizado desde pequeño. Mi padre fue anarquista y eso me hizo a mí seleccionar políticamente hechos que iban a marcar mi propia vida. Yo a la edad de 15 años, más o menos, inicié una hora de radio por la CMBN y después por la CMBZ, Radio Salas, y lo hice como director, con ideas propias. Esa hora se transmitía los domingos de 9 a 10 de la mañana y la dividía en cuatro partes: temas juveniles, estudiantiles, sexuales y antimperialistas. Con eso te quiero decir que empecé a través de la radio a hacer cine. Para mí la radio y el cine son dos cosas muy parecidas.

¿Por qué?

Porque la radio hace pensar a la gente y le crea imágenes para poder entender y emocionarse mejor y eso tú lo sabes bien porque has escrito novelas de radio donde has tenido constantemente que partir de imágenes para llegar a la gente.

Santiago, sus documentales ¿se basan o no en guiones?

Esto que te voy a decir siempre sorprende a la gente: yo no hago guiones. Y tú dirás que cómo puedo ordenar y organizar el trabajo de mis documentales o de los noticieros y bueno, no es que no haga guiones, lo que sucede es que estructuro y decido el montaje de todo mi trabajo en el cuarto de edición, donde asumo el momento culminante del trabajo mismo a través de la creatividad.

De todas maneras, hago notas acerca de un tema especial que trataré en determinado documental. Llevo notas en la prefilmación, en la filmación y en la posfilmación y también las escribo para estructurar finalmente el trabajo en el cuarto de edición, y sin embargo, la realidad es que no hago un típico y convencional guion para los documentales y noticieros. El problema es trabajar con las imágenes como en la radio.

Evidentemente, usted es un apasionado de la radio.

Lo soy porque ella transmite imágenes que van a componer una idea cinematográfica.

¿Escucha mucha radio?

Yo me paso las madrugadas tratando de captar todas las ondas cortas que existen en el mundo y conozco muchísimos programas.

Es un disfrute total.

Lo mismo que la lectura. Yo gozo mejor leyendo una novela que viendo una película, porque en la novela la imaginación vuelve a ser creativa mientras que en la película la imaginación está hecha, no es nueva, y bueno, allá aquellos que gozan mejor los filmes, yo me quedo con una buena novela.

Sin embargo usted es de cine.

No nací cineasta, ni artista; yo me hice cineasta y me hice artista. ¿Por qué aclaro eso?, porque en realidad así fue.

Trabajando me hice artista y periodista cinematográfico y documentalista. El trabajo es el que ha hecho posible que esa vocación de periodista cinematográfico, que he tenido durante toda mi vida, se pudiera desarrollar y proyectar en la forma que ha sido. Es decir, 600 noticieros han sido realizados directamente por mí y cerca de 120 documentales, que se dice fácil pero que es trabajo.

Anterior a su ingreso al ICAIC, ¿dónde trabajaba usted?

Es importante la pregunta que me haces porque ahí vas a poder descubrir, como lo descubrí yo en su momento oportuno, que gracias al entrenamiento que tuve en la CMQ como musicalizador de programas radiales y de televisión, es decir, en CMQ se recibían discos, materiales grabados sonoros y mi trabajo consistía en clasificar esa música para que después pudiera ser utilizada en secuencias dramáticas y humorísticas o de otro tipo dentro de los programas radiales y de televisión.

Hacías una edición de cortes dramáticos.

Efectivamente. Y por lo visto semejante entrenamiento en la clasificación de la música me llevó a captar momentos creativos a través de imágenes auditivas.

¿Puede decirse que usted es un hombre musical?

No sé nada de música pero soy músico de oído. Cuando monto en el cuarto de edición la imagen ya voy simultaneando banda sonora con banda de imágenes. La imagen no se queda sola en las secuencias que yo voy montando, ni se queda solo el sonido en la propia secuencia, y constantemente se están encontrando uno con la otra para que luego, al final, se haga más fácil la consecución del montaje que sale de esa preparación previa de sonido e imagen.

Eso nos lleva por el camino de Now y el videoclip.

Por el camino de Now van varias cosas pues no es solamente la música, sino, además, se trata de la retrospectiva mental de momentos de mi vida cuando vivía en los Estados Unidos y trabajaba de lavaplatos. Todas esas experiencias, como las da haber trabajado en las minas de carbón, se proyectaron dentro de mí como un recuerdo que luego utilicé para realizar Now como también otros documentales con características políticas donde está mi experiencia de haber vivido en el monstruo y por tanto haber tenido una vida preñada de circunstancias políticas que jamás han dejado de estar en mi veta creativa.

Now es precursor del vídeoclip.

Eso dicen los norteamericanos y creo que sí porque en la época que hice el documental no existía la música electrónica ni el vídeoclip, que surgió mucho después. Y te repito, este documental nace de mis experiencias en los Estados Unidos, que estaban anímicamente en mí esperando las circunstancias para materializarse y por ejemplo, LBJ se produjo por una situación política triple, es decir, la L por el asesinato de Luther King, la B por Bob Kennedy y la J por John F. Kennedy. Esa problemática pasó por mis experiencias y desataron lo vivido por mí.

Santiago, ¿cuál fue su primera obra cinematográfica?

Fue un noticiero periodístico del viaje del presidente cubano Osvaldo Dorticós por América Latina. Ahí empecé a jugar con las imágenes.

¿Usted prefiere el cine documental o el de ficción?

El documental.

¿Por qué?

Porque me hace proyectarme más como soy, como es mi carácter.

¿Y cómo es usted?

Yo soy un poco aventurero en el buen sentido de la palabra y eso propicia mi estilo que no es nada especial ni del otro mundo, pero que es mío. Muchas veces he dicho que ante todo soy periodista, luego cineasta y después soy periodista y cineasta. Y ahora recordé algo sobre la banda sonora...

¿Qué recordó?

A veces en mis bandas sonoras hay silencios. Yo trabajo el silencio como parte sonora en mis documentales.

El silencio puede ser un grito de alarma también.

No sé si es un grito o un chiflido. Si tú me preguntaras con qué pienso yo como creador de una obra cinematográfica, te pudiera decir que yo pienso con el corazón.

¿Y ese es su éxito?

Sí, porque me he pasado toda una vida pensando con el corazón y un artista como tú va a encontrar las razones por las cuales yo digo que pienso con el corazón.

La creación y Santiago Álvarez.

Yo creo que la vida y la obra creadora de un artista no está regida por reglamento alguno, ni por principios especiales que te hagan decir que tú hiciste tal cosa, o tal montaje y tal estilo de trabajo, porque lo pensaste antes o porque lo hiciste pensándolo previamente. Previamente un creador no hace lo que después desarrolla. Pienso que el nacimiento de una obra artística está más bien en el continuo trabajo diario.

¿Cómo se siente usted el día antes de comenzar a filmar un nuevo documental?

Yo no tengo día antes ni día después. Ahí tienes el caso del documental Cerro Pelado. Cuando los Centroamericanos de Puerto Rico, Cuba quería mandar una delegación y los norteamericanos, para obstaculizar la participación nuestra, no nos daban las visas y sucedió que una noche me entero que iba a salir la delegación cubana por barco y enseguida me vinieron a la mente varios barcos y los atletas entrenándose dentro de un barco y eso era toda una posibilidad de hacer cine y ahí surgió el documental que no nació antes, ni después ni en el medio, sino que nació de una realidad que fue creada por los propios yanquis que son los que siempre han hecho mis guiones.

¿Y el título?

Siempre que voy a realizar un documental lo primero que busco es el título y en tanto no lo encuentre no me nace lo demás. Tengo que tener el título para desarrollar toda una estructura dramatúrgica.

En el momento de la edición, ¿cómo son sus relaciones de trabajo con los demás?

La gente que trabaja conmigo, sobre todo los editores, me critican mucho porque dicen que yo no los dejo crear a ellos y lo que pasa es que a mí me gusta que cada fotograma diga algo.

¿Cree usted que el Noticiero ICAIC Latinoamericano es una fuente seria que pudieran consultar los futuros estudiosos de la Revolución Cubana?



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