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Este libro surge, en lo fundamental, desde los afectos, cultivados a lo largo de los años, en los que se compartieron múltiples experiencias y emociones. Se reflejan aspectos de la vida de un hombre que, con su talento y sistematicidad en los estudios, así como en su labor profesional, alcanzó un lugar destacado en la educación y la cultura cubanas. Nacido en el poblado de Regla, en el seno de una familia humilde, que le inculcó los principios y valores para su formación, Vicente González Castro fue un cubano orgulloso de tal condición. Graduado como profesor en el Instituto Pedagógico Enrique José Varona, hoy Universidad de Ciencias Pedagógicas.
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Seitenzahl: 199
Veröffentlichungsjahr: 2025
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Edición y corrección: María Eugenia de la Vega
Diseño y maquetación: María Elena Gil Mc Beath
Diseño de cubierta: Yusnier Mentado Fernández
Conversión a ebook: Idalmis Valdés Herrera
Fotografía: Archivo de la familia González Castro, Cátedra Honorífica Vicente González Castro y Televisión Educacional de la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona
©Elina F. Hernándezgalarraga, 2024
© Ediciones en Vivo, 2024
ISBN: 9789597276418
Instituto Instituto de Información y Comunicación Social
Ediciones en Vivo
Calle 23, No.258, entre L y M
Plaza de la Revolución, La Habana, Cuba
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E-mail:[email protected]
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www.tvcubana.icrt.cu
A mi querida familia, siempre junto a mí
A mis amigos, los que estuvieron y los que aún están.
A la Editorial EnVivo, por permitirnos la publicación desde sus predios.
A Mayda, la querida hermana que, desde su más íntima relación de amor, comprendió nuestros propósitos y demostró absoluto apoyo y comprensión.
A Abel, que, alejado de cualquier egoísmo sentimental, nos propició acceder a imprescindibles informaciones, sin las cuales hubiera sido imposible el logro de los resultados presentados.
A todos los compañeros que de una manera u otra compartieron sus experiencias de estudio y labor profesional con Vicente, en diversas instituciones y se dispusieron a brindar sus valiosos testimonios.
A Pedro, por su impulso, sus atinadas observaciones y su habitual e incondicional apoyo.
A mi nieta Amaya por sus imprescindibles auxilios.
A Samuel, Yusnier y Leisa, por su apreciable contribución en la labor con las imágenes fotográficas
A Luis Orlando y Yanet, por las fotos de Ciudad Escolar Libertad.
A los miembros del colectivo de Televisión Educacional del Varona, al margen del paso de los años.
A sus hijos.
Quizás, no existe otro afán más codiciado por las mayorías, que conocer en profundidad al otro ser humano. La fortuna del descubrimiento de esencias, intimidades, ideas, valores éticos y estéticos se revela con creces en Vicente González Castro hechos, recuerdos y miradas. El ver sensible, investigativo, cálido, de Elina F. Hernández Galarraga propicia el estudio del legado de un maestro en múltiples dimensiones.
La narrativa concebida por esta autora muestra la riqueza de instancias desplegadas mediante la cientificidad del creador imperecedero, pero poco conocido o no tanto como lo merece. Justamente, la totalidad del enfoque que plantean estas páginas abre nuevos caminos para acercarlo aquí y ahora, en beneficio de saberes y disfrutes de los públicos desde edades tempranas.
Cada palabra, cada remembranza, dinamiza relaciones dialógicas indispensables en la consolidación de perspectivas de juicio. Inteligente, sagaz, propositiva, Elina acude a la entrevista al desarrollar exploraciones meticulosas bien orientadas. Este sentido hace patente la valía de un notable profesional. Da fe de su capacidad para seducir a las audiencias, supo motivarlas con el fin de que conozcan, aprehendan, reflexionen sobre los medios de comunicación audiovisuales.
Escuchar la viva voz de tantas figuras ilustres trae al presente la presunción cognitiva del protagonista excepcional presto al ofrecimiento de visiones analíticas, polémicas, nunca complacientes. Fue un pedagogo consumado. Así lo demostró en varios centros educacionales donde nutrió su quehacer intelectual y, sobre todo, una voluntad y una ejemplar doctrina de trabajo.
Hechos, recuerdos, miradas de y sobre Vicente González Castro ilustra que él llevó a la práctica un precepto indispensable: aplicar una ciencia interpretativa en busca de significaciones, arroja luces sobre lo conocido e incita el plateo de interrogantes al tener en el centro de atención la producción simbólica, lo real, las dinámicas sociales, las vivencias, el alma y los sueños de las personas.
Sólidas huellas dejó en programas que enriquecen el patrimonio audiovisual.
TV en TV,Quién sabe, Don Polilla, Hasta el último aliento, trascienden la testificación de lo hecho, pues hacen patente la riqueza de lenguajes sostenida por un artista intenso, emocional y, a la vez, pragmático, nunca distanciado de quien escucha y ve más allá de lo evidente.
Es preciso leer la visión de futuro descrita e interiorizada en este libro. Contribuye a fomentar una cultura de resistencia y renovación de los aprendizajes. En gran medida tiene continuidad en la cátedra honorífica Vicente González Castro en la Universidad de Ciencias Pedagógicas Enrique José Varona donde la vocación magisterial del creador enseña a pensar, abre accesos al hallazgo y reafirma la identidad de quien unió pensamientos y acciones en el difícil sendero de hacer arte durante la labor diaria.
Dr. C. Sahily Tabares Hernández
Hay algo muy sutil y muy hondo
En volverse a mirar el camino andado…
El camino en donde, sin dejar huella,
Se dejó la vida entera.1
Creemos no equivocarnos si decimos que la obra que presentamos constituye una deuda de gratitud y un resultado del sentir colectivo de algunos de los que tuvimos la oportunidad de conocer, de uno u otro modo, al profesor Vicente González Castro: familiares, profesores, compañeros de estudio y de trabajo, de la esfera de la educación y de la comunicación audiovisual, figuras representativas de la cultura artística y literaria, amigos.
Veníamos trabajando, obviamente, en la búsqueda de diversas fuentes de información imprescindibles para el cumplimiento de nuestro propósito y fue fundamentalmente en el 2020, etapa de aislamiento social, cuando, mediante vía electrónica se logró recopilar la mayor cantidad de testimonios para estructurar la obra. En esta oportunidad no fueposible enriquecerla con otros participantes. Quizás entonces, considerar la que hoy mostramos, como un modesto punto de partida para investigadores interesados en el estudio de este profesional, verdadero maestro, a la vez que destacado creador audiovisual.
Elina F. Hernández Galarraga
La Habana, 2024
1 Dulce María Loynaz: Poema XVII, en Poemas sin nombre, p. 6.
Impacta la despedida de aquellos que han sido parte de nuestros afectos. A veces, quizá, creemos experimentar una etapa de cierta “preparación”, al irse acumulando determinadas evidencias y situaciones que auguran un infeliz desenlace. Otras, llega la noticia así, de manera inesperada, sin la esperanza de un “tal vez…” o un “a lo mejor…”.
Lamentablemente así fue la mañana de ese sábado 26 de septiembre del año 2009, muy temprano en la mañana: “Falleció Vicente, anoche en la madrugada…”, expresó una amiga común, mediante una llamada telefónica; lo reiteraba, ante un silencio y una escucha incrédula… ¿...? “…sí, me acaba de llamar Abel…”.
Había estado trabajando hasta el día anterior en la Facultad Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA), de la Universidad de las Artes ISA, en la que brindaba su colaboración en el proceso de perfeccionamiento del plan de estudio. Otros muchos asuntos pendientes dejó, por la amplitud y diversidad de su incesante quehacer intelectual. La vida lo acompañó durante 61 años. No pudo más su corazón. Nos abandonaba quien merecía seguir viviendo y nos hemos visto privados de su compañía y de su creación.
Cuando toma la decisión de incorporarse al Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), organismo al que dedica los últimos veinte años de su fructífera vida, Vicente establece un nuevo compromiso profesional. Convencido del papel que les corresponde a los medios y en este caso a la televisión en la formación de la población se dispone a materializar en estas nuevas condiciones su hacer artístico, avalado por su preparación científico pedagógica.
Es así que ve la luz, Tv en Tv como primer programa bajo su dirección realizado en la televisión nacional, en el que evidentemente se manifiesta su interés por contribuir a la preparación del público para entender mejor los códigos televisivos, mediante el acercamiento a sus diversas maneras de “decir y hacer”. Al poco tiempo de su trasmisión, ya gozaba del favor de la audiencia y aún muchos lo recuerdan con agrado. El propio Vicente, haciendo una excelente utilización de la entrevista, incentivaba a que sus invitados, destacadas personalidades del medio, ofrecieran informaciones muy interesantes acerca de diversos temas inherentes a la realización televisiva, que propiciaban en el espectador un punto de vista más amplio para poder valorar y disfrutar los mensajes ofrecidos.
Opiniones de algunas de esas personalidades, así como seguidores del espacio televisivo nos proporcionan valiosos criterios:
“Fui asiduo televidente de su programa Tv en Tv el cual enseñó a los cubanos a ver televisión críticamente”.1
Conocí a Vicente González Castro, como otras muchas personas, a través de la pantalla de televisión. Había salido al aire un programa novedoso que se llamabaTv en Tv, que abordaba, a través de entrevistas a personalidades y especialistas de la televisión, todos los aspectos, muchas veces desconocidos para la mayoría de los públicos, de la creación televisiva.
Vicente era el guionista, el director y el conductor de ese espacio. A mí me subyugó desde el inicio. Preguntas interesantes, incisivas y al mismo tiempo un acento didáctico alejado de mecanicismos aburridos, hacían que cualquier tema, por muy tecnológico que pareciera, fuera entendido por cualquier público interesado.
El otro aspecto que me atraía mucho era la ausencia de escenografía y la iluminación. Nada de fondos pintados, ni arecas ornamentales, solo un fondo neutro donde el entrevistado captaba toda la atención mediante luces muy bien colocadas sobre él y sobre su entrevistador.
En ese momento, la estética televisiva cubana no tenía ningún programa con esas características.
Un día me llamaron para que fuera a la emisión que iban a dedicar al doblaje. No me enviaron el cuestionario previamente y cuando pregunté, me dijeron que Vicente prefería la espontaneidad en las respuestas. Sin embargo, recibí la primera lección de imagen televisiva de mi vida cuando me pidieron que me vistiera de color entero, nada de rayas, cuadros ni flores. En ese tiempo, mi vestuario de lujo era un vestido rojo de lienzo que me quedaba muy bien, pero cuando lo dije, me advirtieron que tendría que camuflarlo con algún mantón o estola porque el rojo producía un efecto de desborde en cámara.
Llegó el día de la grabación y me enfrenté por primera vez a Vicente. Yo, por supuesto, estaba nerviosa y él se dio cuenta. Comenzó a conversar conmigo y me hizo sentir como si nos conociéramos de toda la vida. Al rato, comenzó la grabación y creo que hicimos un programa que quedó muy bien.2
La actriz Verónica Lynn, Premio Nacional de Teatro y Televisión, recuerda:
A Vicente lo conocí personalmente cuando me invitó al programaTv en Tv. Fue una entrevista formal, tanteando mi criterio sobre la televisión, sobre el personaje Doña Teresa, deSol de batey, que se acababa de transmitir, y si mal no recuerdo el tema del programa era la novela en televisión.
Cuando llegó al medio televisivo se comentaba que era una persona muy prepotente, que creía sabérselas todas, se creía el más inteligente. De este encuentro saqué mi propia conclusión, ¡sí, es muy inteligente!
Cuando el programa Tv en Tv cumplió el primer año de estar trasmitiéndose, me invitó de nuevo, el tema era la muerte en la TV. Nos divertimos tanto con mis experiencias, que él siempre me decía que era el programa que más le había gustado.
Adrián Quintero Marrero, realizador y guionista de la emisora Radio Sagua, en la provincia de Villaclara, enuncia la presencia de Vicente en Tv en Tv
El Vicente que mejor recuerdo es el deTv en Tv, un espacio que no sé si la institución pudiera aceptar. Además del afán cultural y formador, lo movía la intención de fomentar la crítica. El medio debió contar con directivos visionarios en aquel momento (a finales de los ochenta) como para incluir en el horario dominical de la tarde aquella propuesta dirigida a la “inmensa minoría”, como solía proclamar uno de los spots…Gracias aTv en TvVicente se convirtió para mí en una especie de ídolo.
Evoco su entrevista a Verónica Lynn relacionada nada menos que con la muerte asumida como parte de la actuación.
Es fácil comprender que cualquier espacio televisivo tenga una vida limitada; sin embargo, hoy, siento que la ausencia de Tv en Tv jamás fue suplida.
El conocido actor Héctor Noas, rememora en su testimonio algunas características que apreció de Vicente.
Mi primer encuentro con Vicente González Castro, lo recuerdo como una de las experiencias más estimulantes en mis inicios como actor. Él, escribía, dirigía y presentaba un interesante programa didáctico del cual yo era un asiduo televidente. Tv en Tv era el nombre del programa. En ese espacio, mientras nos acercaba y explicaba el mundo del audiovisual e iba dejando una huella importante en la programación del ICRT, tuve el privilegio de ser entrevistado a raíz del estreno de la excelente serie de televisión escrita y dirigida por Eduardo Moya De tu sueño a mi sueño (1990-1991), donde mi personaje El Polaco, estaba recibiendo comentarios muy favorables por parte de la crítica y los televidentes como “algo novedoso y diferente”. Vicente, muy amablemente me invitó a su programa en lo que resultó ser, mi primera entrevista para la Televisión Cubana.
Fue un encuentro donde quedó patente el deseo mutuo de colaborar juntos en algún proyecto futuro.
Respecto a Tv en Tv, la periodista Ilse Bulit,3 publicó una entrevista a su director, en la revista Bohemia, en la que se lee entre otros aspectos:
En sus intentos expresados cada domingo a las dos de la tarde sale airosa su ética al no renunciar a su base teórica y contribuye así a que el televidente asuma la programación con una posición crítica más pertrechada del conocimiento de los componentes artísticos y técnicos que la integran.
Con largo atraso la pantalla asume ese deber que el cine cubano sí comprendió e introdujo en la propia televisión desde años atrás, espacios que entrenaran al espectador para mejor aquilatar los filmes.
Vicente González Castro quiere que la tele le sirva de alimento mental al televidente.
Altamente significativa, en la obra de este creador, fue la realización de la serie Hasta el último aliento, premiada en el Festival CARACOL de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), en el año 2009, considerada “Obra Patrimonial de la TV Cubana” que salió al aire con motivo de cumplirse 45 años del inicio de las trasmisiones televisivas en Cuba, evidente resultado de un serio trabajo de investigación, característico en toda su labor profesional.
Concebida no casualmente en 45 capítulos, va llevando al espectador por la historia de nuestra televisión. Con la excelente participación de Consuelito Vidal y José Antonio Rodríguez como narradores, se van presentando los diferentes temas, que ilustran el devenir televisivo desde 1950 hasta 1995. La música compuesta especialmente para la serie por el músico Amaury Pérez Vidal, contribuyó también,indudablemente a ofrecer un producto artístico de calidad.
Cada domingo a las 9 de la noche este espacio era esperado por gran parte del público cubano, que frente a su receptor disfrutaba emotivamente estas historias, muchas de ellas contadas por sus propios protagonistas.
“Cuando llegó Hasta el último aliento, el audiovisual más completo dedicado a la historia del medio televisivo en Cuba, aprendí y me emocioné, a tal punto que muchos años después seguiría un esquema similar en una serie encargada con motivo del aniversario treinta de la emisora donde trabajo”.4
“Su serie documental Hasta el último aliento era un homenaje justo a los que habían dejado sus vidas en los pasillos del ICRT y de alguna manera, estimulaba a las nuevas generaciones a hacer lo mismo”.5
“Cuando realizó esa serie insuperable Hasta el último aliento, me incluyó como una de las entrevistadas y yo, como negra sentí que con ese gesto él estaba demostrando la valía de los pocos que por entonces aparecíamos en la pequeña pantalla que ya no es tan pequeña… La televisión cubana tiende a olvidar, pero valdría la pena reponer, a manera de homenaje, por ejemplo, Hasta el último aliento que en el momento de su muerte él estaba tratando de actualizar”.6
“Trabajé con Vicente en dos de sus proyectos televisivos: Hasta el último aliento, sobre la historia de la televisión cubana, y ¿Quién sabe?, programa de participación semanal. En los dos aprendí muchísimo sobre televisión, pero sobre todas las cosas disfruté de su amistad”.7
La revista Bohemia, también se hizo eco de este programa de la mano de la periodista Ángela Oramas Camero.
…cada domingo, desde la primera semana de enero y hasta octubre, el Canal Cubavisión, está ofreciendo un serial tituladoHasta el último aliento, en el cual aquellos que participaron en ese suceso, —no todos los que son, pero sí todos los que están— cuentan sobre el nacimiento y desarrollo de la televisión cubana. Los capítulos han atrapado al público porque son recuerdos y testimonios que ponen de manifiesto el caudal de recursos, talentos, esfuerzos y capacitación que se ha requerido a lo largo de cuatro décadas para que la televisión cubana no sea solo espectáculo y show, sino que ascendentemente logre cumplir su noble y suprema misión de contribuir al desarrollo del hombre, como individuo, y de la sociedad en su conjunto.8
Vicente también tuvo a su cargo la dirección de la gala realizada para conmemorar tan significativa fecha.
Hemos querido referirnos a estos programas realizados bajo la dirección de Vicente, porque independientemente de otros y diversos espacios escritos y dirigidos por él, a los que haremos referencia más adelante, estos marcaron determinadas pautas, presentan rasgos particulares en relación con el resto de su obra en la televisión cubana: el primero por lo que aportó a la elevación de la cultura de la población cubana ante la televisión y el segundo por haber ofrecido un valioso resultado artístico acerca de la fundación y desarrollo de 45 años de la televisión cubana, historia de innegable trascendencia para la cultura nacional.
Una vez hecha esta valoración, ofreceremos una mirada hacia ese Vicente que nació, creció y se formó como un prestigioso profesional en Cuba, con aciertos y errores, virtudes y defectos, como un ser humano, tal vez en alusión a la frase inicial de la canción de la mencionada serieHasta el último aliento.
1 Yuri Rodríguez Grañas.
2 Magda González Grau.
3 Ilse Bulit: “El hombre que ve TV”, en revista Bohemia, 29 de junio 1990, pp. 84-86.
4 Adrián Quintero Marrero.
5 Magda González Grau.
6 Julia Mirabal Blanco.
7 Yuri Rodríguez Grañas.
8 Ángela Oramas Camero: “La TV cubana, no solo show y espectáculo en su aniversario 45”, en revista Bohemia, 13 de octubre 1995, p. 6.
La familia González Castro, integrada por Vicente González Lunar y Rosa Castro Fernández, surge de una linda relación adolescente que, con solo 16 y 17 años, deciden unir sus vidas y formalizar su matrimonio. El joven había sufrido las consecuencias de la pérdida temprana de su progenitora, apenas con 9 años, lo que motivó que fuera acogido en el hogar de una de sus tías paternas, separado de los hermanos que también se criaron con otros familiares. Es de pensar entonces sus privaciones y tristezas. Fue imprescindible su incorporación al trabajo, aún siendo muy joven, para garantizar el sustento diario.
El poblado de Regla siempre fue el contexto donde enmarcó su vida. Ese Regla, indisolublemente unido al mar, con las tradiciones de sus trabajadores y su alto sentido de lucha en pro de sus derechos. No por casualidad, ostenta en uno de sus parques según se plantea en determinadas fuentes, la primera escultura erigida, en Cuba y también en América, en honor al trabajo.
Otro hecho curioso en Regla, en este sentido, fue la siembra de un olivo en recuerdo del líder del proletariado mundial Vladimir Ilich Lenin, el 24 de enero de 1924, donde hoy se contempla el primer monumento que existió en honor a este gran hombre, fuera del país que lo vio nacer y luchar.
No es de extrañar, entonces que, el joven, haya estado recibiendo la influencia social y política de este contexto.
Cuando constituye su matrimonio, integra el colectivo de trabajadores del puerto en Regla y también trabaja en un almacén. La responsabilidad ante la familia adquirida, así lo requería.
Rosa, la esposa se dedicaba a las labores propias del hogar y desde aquí, en ocasiones hacía labores de manicure para contribuir, aunque modestamente, a la economía familiar.
Fue el 24 de enero de 1948, probablemente un día frío, cuando ocurrió el alumbramiento del primogénito de la familia, en el humilde hogar radicado en Calixto García No. 85, (posteriormente No. 453) entre Perdomo y Alburquerque, en Regla.
Apenas dos días habían transcurrido del asesinato de Jesús Menéndez, líder querido de los trabajadores azucareros, por solo mencionar un hecho histórico que conmovió al país. Es casi seguro que la familia González Castro aún se encontrara sacudida por ese acontecimiento.
Siguiendo la tradición, se escogió el nombre paterno para el recién nacido. Tres años después, similar situación ocurrió ante el nacimiento de la niña, a quien se nombró como a su mamá.
La vida familiar se desarrollaba bajo un ambiente de respeto y cariño. Los dos hermanos Vicente y Rosa Mayda siempre muy unidos, bajo los preceptos establecidos por sus progenitores.
El padre, excelente trabajador, esforzado, máximo responsable económico de la familia constituida. La madre, caracterizada por el ejercicio de una férrea disciplina y la intransigencia en la educación de sus hijos, así como la austeridad en el manejo de la economía doméstica.
Así nos da refiere su única hermana Rosa Mayda
…como a casi todos los niños de esa época no se nos permitía jugar en la calle, tenía mucho tránsito, era peligrosa, como decían nuestros vecinos, niños modelos que en nuestros tiempos se traduce en bien reprimiditos. Nuestros padres solo nos miraban y ya sabíamos la hecatombe que venía cuando llegáramos a la casa. Montamos patines, bicicleta, y jugamos como los otros, pero fiscalizados por nuestra madre, que cuando hacíamos algo incorrecto, le daba las quejas a mi padre como patriarca de la familia, pero por suerte nunca pasaba nada, ese era el recurso para intimidarnos.
Muchas veces nos poníamos a hacer merengue con un tenedor y a quemarlos en la hornilla, el desastre era horrible sin contar el empalago. Ya en la tarde ver muñequitos cuando se podía, o conversar con los vecinos de la cuadra que a partir de la tarde noche se sentaban en las aceras y ahí nos ‘poníamos las botas’ jugando con amigos y amigas del barrio.