De las mujeres y sus memorias - Limbania Jiménez Rodríguez - E-Book

De las mujeres y sus memorias E-Book

Limbania Jiménez Rodríguez

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Beschreibung

Escrito por una de ellas, De las mujeres y sus memorias recorre países de África, de la península de Indochina, del Medio Oriente y Nicaragua, en Centroamérica. Entre sus páginas y por treinta y seis países andan las colaboradoras cubanas; llevan colgados al cuello y a su hombro, el estetoscopio que vela por la salud del nativo y el combatiente, y un fusil listo para vencer al enemigo, la cartilla para demostrar que las mujeres cubanas pueden sacrificar su hogar, su familia... para cumplir con el legado de la patria y el internacionalismo proletario.

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Seitenzahl: 302

Veröffentlichungsjahr: 2025

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Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos,www.cedro.org) o entre la webwww.conlicencia.comEDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España. Este y otros ebook los puede adquirir enhttp://ruthtienda.com

Edición:Olivia Diago Izquierdo

Corrección:Raisa Ravelo Marrero

Diseño de cubierta:Luis Gómez

Diseño interior y realización:Idis Manals Casañas

Digitalización de imágenes:Ariel Feitó Trujillo

Fotos:De la autora y archivo Verde Olivo

Conversión a ebook:Grupo Creativo RUTH Casa Editorial

© Limbania Jiménez Rodríguez,Nancy, 2011

© Sobre la presente edición:

Casa Editorial Verde Olivo, 2025

ISBN: 9789592248229 

Todos los derechos reservados. Esta publicación

no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte,

en ningún soporte sin la autorización por escrito

de la editorial.

Casa Editorial Ediciones Verde Olivo

Avenida Independencia y San Pedro

Apartado 6916. CP 10693

Plaza de la Revolución, La Habanavolivo@unicom.co.cu

www.verdeolivo.co.cu

Índice de contenido
Prólogo
Introducción
¿Será posible?
Lo más grande
Margarita L. Rodríguez Fariñas
Hilda de la C. Rodríguez Reyes
Aida Fonseca Molina
Gladys A. Chántez Oliva
Corazones acelerados y muchas lágrimas
María A. Pérez García
Aleyda Escartín Fernández
Bárbara Toledo Amador
Marisel Villate Forjans
Edilia Consuegra Garrido
Así vivimos
Con precauciones
A pesar de las limitaciones
Edilia Consuegra Garrido
Traslados difíciles
Con el fusil al hombro
¿Qué comer?
Gladys Iglesia Valdés
Marina González Tendero
Nancy Herrera Toriza
Otras preocupaciones
Migdalia Pérez Muñoz
Teresita Rodríguez Nogueira
Elizabeth Vázquez Pérez
Elizabeth Enamorados Osorio
Josefina Jardines Vicent
Zobeida Góngora Aguilera
Olga Valdés Hernández
Los más sensibles y vulnerables
Olga Valdés Hernández
Raquel Hernández Puches
Margarita Caballero Hernández
Gladys Iglesia Valdés
El más cálido de los besos
Dionisia M. Silva Pérez
¡Cuantos sucesos!
Helen Maura Acuña Fajardo
Aleyda Escartín Fernández
Marta Rosales Tamayo
Josefa Hernández Feurt
María Josefa Peña Hurtado
Esas caritas las he visto en otra parte
Gisela Cartaya Sardiñas
Josefa Hernández Feurt
Margarita Leonor Rodríguez Fariñas
Marta Breuill Jorge
Marta Beatriz Tapia Palacios
Domitila Angulo Martínez
Iluminada Elena Navarrete Valdés
Rosalía Rodríguez Estepe
Carmen T. Guzmán Guerra
Nadya Quintero Reyes
Felicia Aday Prieto
Sira Paredes de la Peña
Enilda Valle Castañeda
Celia Pérez Miranda
María A. Rodríguez García
Elsa R. Palomo Torres
Esther Moncada Valdés
Barima Gort Rodríguez
Bajo el ruido ensordecedor de los BM-21
Massawa, diciembre de 1977
Los colaboradores
Felicia Aday Prieto
El hospital
Los combates
Visitas
Las últimas horas
Inolvidables emociones
Aliento para continuar
Un pedazo de nuestras vidas
Luisa I. Ventura Marín
María T. Jaime Toledo
María S. Pomares
Leda Caridad Fernández
Asunción Toledo del Rey
Luisa Polo Machín
Huellas
Mercedes E. Valera Maceo
Nercy Fernández del Río
Deshojando margaritas
Elizabeth Vázquez Pérez
Edda Aldama Armas
Guadalupe Espiñeira González
Lo más maravilloso
Hoy
Norma Piñeiro Gallardo
Raquel Vinat de la Mata
Dinorah Suárez Valdés
Isabel Molina Fundora
Élsida Rojas Ibáñez
Edda Aldama Armas
Luisa I. Ventura Marín
Olbeida Tam Batules
Odalys Hernández Camacho
Pérsida Chibás Ponce
Deisy Ruiz González
Yamilé Muñoz León
Elizabeth Enamorados Osorio
María E. Aguilera Verdecia
Gladys A. Chántez Oliva
Marta Ortega Lamas
Anexos
Anexo No. 1 Reconocimientos
Anexo No. 2 Muestras de la cultura angolana
Anexo No. 3 Mujeres de África
Anexo No. 4 El Imbondeiro
Anexo No. 5 Aldea típica de Etiopía
Anexo No. 6 Significativa presencia cubana
Anexo No. 7 Palabras del general de cuerpo de ejército Leopoldo Cintra Frías en el acto de condecoración a la brigada médica internacionalista, de Masawa1
Anexo No. 8 De la encuesta a las colaboradoras2
¿Enfrentó alguna de estas situaciones?
¿Corrió peligro por alguna de estas causas?
Medallas otorgadas
Nivel escolar de las internacionalistas
Cantidad de hijos
Edad de los hijos al salir de misión
Anexo No. 9 Testimoniantes
Testimonio gráfico
De Angola...
De Etiopía...
De Nicaragua...
De otros países...
Bibliografía
Datos de autor

A los colaboradores, civiles y militares, ejemplos de solidaridad de la Revolución Cubana.

Muchas personas me ofrecieron su inestimable apoyo en el empeño de escribir este libro. 

Dejo constancia de mi gratitud:

A las internacionalistas que de forma entusiasta aportaron sus vivencias, fotos y documentos.

A quienes dieron información, facilitaron labúsqueda de datos, encuentros con colaboradoras y el procesamiento automatizado de la información.

A los que con amabilidad leyeron la primera versión del texto, opinaron e hicieron sugerencias varias, en particular, a Argentina Jiménez Rodríguez por su aporte en cuestiones de vocabulario y estilo; a Jorge Risquet Valdés por la precisión de enfoques políticos y de sucesos históricos.

Al doctor Piero Gleijeses, quien me persuadió de continuar la escritura interrumpida, sugirió abundar en el contexto de algunos hechos históricos y la inclusión del capítulo sobre Massawa, por su hondo significado humano y de solidaridad.

A todos, muchas gracias por la confianza y el estímulo con que respaldaron el proyecto.

La autora

Si las revoluciones tienen flores hermosas,

la flor de la solidaridad humana, de la capacidad

para sacrificarse por los demás —por los demás

en su patria y aun fuera de su patria—

es la más hermosa de todas.

Fidel Castro Ruz

Prólogo

Conocí a Limbania Jiménez hace casi veinte años. Todavía no personalmente, sino a través de uno de sus libros. Yo estaba investigando sobre la epopeya de Cuba en África y un sabio amigo me aconsejó que leyera un ­libro de ella,Heroínas de Angola, una obra fascinante, emotiva, que habla del sacrificio de un puñado de mujeres angolanas por la liberación de su país, y de la ayuda de Cuba a esta lucha.

Conocí personalmente a Limbania hace unos diez años. Tuve el gusto de leer lo que era todavía un manuscrito inédito sobre mujeres internacionalistas cubanas.

Su libroMujeres sin Fronterassalió en el año 2008, y ya Limbania estaba trabajando en un segundo volumen —este,De mujeres y sus memorias—. Son dos volúmenes que se pueden leer juntos, de un tirón, pero no hace falta leer el primero para apreciar y disfrutar del segundo.Mujeres sin Fronterasbrindaba con finas pinceladas una visión general de la participación de la mujer en las misiones internacionalistas.De mujeres y sus memoriassigue paso a paso la vida de un grupo de mujeres, civiles y militares, desde el momento en que tomaron la decisión de participar en una misión internacionalista —en África, en América Latina, en Asia— hasta terminarla. Es como una serie de radiografías profundas, agudas, y a través de ellas, Limbania Jiménez nos brinda una visión muy rica, muy concreta del internacionalismo cubano... un internacionalismo que conoce muy bien, desde adentro: ella misma ha sido internacionalista durante más de tres años, en Angola.

El deseo de ayudar a otros pueblos está en el centro de la Revolución Cubana. Es una epopeya gloriosa que empezó con la llegada a Argelia, en mayo de 1963, de una misión médica cubana. Esto ocurría en momentos en que el éxodo de médicos de Cuba, después de la Revolución, reducía los recursos humanos con que podía contar el gobierno, al mismo tiempo que este estaba empeñado en desarrollar nuevos programas para que todo el pueblo cubano pudiera tener acceso a la atención médica. ­Ramón Machado Ventura, en aquel entonces ministro de la Salud, observó: “Era como un mendigo ofreciendo ayuda, pero sabíamos que el pueblo argelino la necesitaba, incluso, más que nosotros y quela merecía”.1Unos meses después, soldados cubanos llegaron aArgelia para ayudar a defender el país de la agresión marroquí. En los años que siguieron, otros cubanos ayudaron a los guerrilleros de Guinea-Bissau y del MPLA en su combate contra el yugo colonial, y a los guerrilleros del Congo-Leopoldville que luchaban contra el ejército de mercenarios blancos creado y dirigido por Estados Unidos para mantener a los asesinos de Lumumba en el poder. Más tarde, soldados cubanos ayudaron a defender a Angola de la agresión surafricana; a Etiopía de la invasión somalí que quería desmembrar al país; y a Nicaragua de la agresión estadounidense, y entrenaron a los guerrilleros de la SWAPO y de la ANC que luchaban para liberar a sus pueblos.

Hasta el enemigo reconoció las hazañas de los soldados cubanos. A veces públicamente, como en el relato de un general surafricano —la Sudáfrica del Apartheid— quien describe cómo los soldados cubanos salvaron la vida de cientos de refugiados namibios en Cassinga, en mayo de 1978: los paracaidistas surafricanos que ­habían ocupado Cassinga “comenzaron a escuchar el ruido sordo de los motores de los vehículos blindados, el chirrido de las esteras de metal de los tanques” anunciando el arribo de los cubanos. “Los vehículos cubanos eran viejos (los tanques eran de la época de lasegunda Guerramundial)”, pero los cubanos habían “cogido a los paracaidistas desprevenidos y mal organizados. El avance cubano [...] sembró el pánico entre los paracaidistas [...] El orden se evaporó en una caótica lucha de sálvese quien pueda”.2No en balde, una joven namibia herida por los surafricanos en Cassinga, empezó así su discurso en La Habana treinta y ocho años más tarde, como embajadora de su país en Cuba, hablando en el día de las FAR: “yo estoy viva por los soldados cubanos”.3

Más a menudo, sin embargo, es solo en documentos secretos que el enemigo reconoce las hazañas de los combatientes cubanos. Escritores estadounidenses, europeos y surafricanos siguen manoseando lo que pasó en el campo de batalla en el sur de Angola en 1988 —el año de Cuito Cuanavale—, mientras en los archivos estadounidenses y surafricanos hay cientos de documentos que explican más allá de cualquier duda que, en 1988, las tropas cubanas doblegaron al ejército surafricano y obligaron al régimen del apartheid a retirarse de Angola y reconocer la independencia de Namibia.

Pero en esta guerra que larevolucióncubana ha estado librando desde 1959 contra la miseria y la opresión en el Tercer Mundo, los batallones de Fidel Castro han incluido no solo a los soldados, sino a los cooperantes civiles que brindaron —y siguen brindando— su valiosa ayuda a lo largo del mundo. Yo he conocido a algunos de ellos. Y he tenido el privilegio de escuchar sus recuerdos y también de leer las postales y las cartas que escribían a sus seres queridos. Mensajes breves, como las postales que Aleyda Escartín y su esposo le enviaban a su pequeño hijo desde Luanda: “Nosotros estamos bien de salud y trabajando bien para ayudar a los angolanos en el proceso de hacer la revolución para salir de la miseria, ignorancia y atraso”.4Y mensajes más largos, como la carta que la doctora Lourdes Franco Codinach le escribió a su madre desde Benguela el día después de que ella y cuatro miembros de su brigada médica recibieron la medalla de Trabajador Internacionalista: “No hay palabras para expresar todo lo que sentí en este rato que duró la imposición de la medalla a nosotros cinco. Ha sido un día grande, lleno de emociones y de verdad inolvidable[...] esta medalla [...] representa la culminación feliz de este tiempo, de haber brindado nuestro trabajo a este pueblo, que tanto necesita, y regresar a la Patria con el deber cumplido. Independientemente de los malos ­ratos que uno puede pasar aquí, de las dificultades y adversidades, me siento orgullosa por todo esto [...] y lo mejor que uno se lleva de aquí son los estímulos morales que no pueden compararse con nada material”.5¡Cuántos cubanos y cubanas pueden reconocerse en estas palabras!

Como bien señala la destacada intelectual cubana Gloria León Rojas: “El internacionalismo ha tenido un costo. Y no sería tan valioso si no hubiera tenido un costo”.6Jimmy Carter estaba dispuesto aestablecer ­relaciones con Cuba, hasta levantar el infame bloqueo; pero exigía un precio: las tropas cubanas tenían que salir de Angola. El gobierno estadounidense sabía que los soldados cubanos eran el escudo imprescindible para proteger al país de la amenaza surafricana. Hasta la CIA reconocía que “la presencia cubana era necesaria para preservar la independencia angolana”.7Pero esto no importaba. Carter insistía en que Fidel tenía que retirar sus tropas de Angola y usaba el bloqueocomo garrote. “Nosotros consideramos que es profundamente inmoral usar el bloqueo como medio para presionar a Cuba”, Fidel le respondió a dos enviados de Carter en diciembre de 1978. “No se equivoquen, no nos pueden presionar, impresionar, sobornar o comprar [...] Posiblemente por ser Estados Unidos una superpotencia, cree que puede hacer lo que quiere y lo que le conviene. Parece decir que hay dos leyes, dos juegos de reglas y dos tipos de lógica, uno para Estados Unidos y el otro para los demás países. Puede ser que sea idealista de mi parte pero yo ­nunca he aceptado las prerrogativas universales de los EE.UU. Nunca he aceptado y nunca aceptaré la existencia de una ley diferente y de reglas diferentes [...] Yo espero que la historia dará testimonio de la vergüenza de los Estados Unidos que, durante veinte años, no ha permitido la venta de medicinas que necesitamos para salvar vidas [...] La historia dará testimonio de vuestra vergüenza [...]”.8

La administración Reagan exigía no solo el cese de la presencia militar cubana en el extranjero, también el regreso de los cooperantes civiles a Cuba. En su encuentro con Carlos Rafael Rodríguez, en noviembre de 1981, el secretario de Estado Alexander Haig insistía amenazante que la presencia de los maestros de primaria cubanos en Nicaragua era inaceptable para Estados Unidos.9Los cooperantes cubanos “se empeñan en todo tipo de actividades que a nosotros nos molestan”, Kenneth Skoug, director de la Oficina de Asuntos Cubanos del Departamento de Estado, le explicó alNew York Times. “A veces van a un país y enseñan a la gente a leer; sin embargo, al mismo tiempo, las cosas que la gente está aprendiendo a leer contienen adoctrinamiento político. Sus ingenieros construyen caminos, pero al mismo tiempo las carreteras son militarmente importantes”.10(Skoug no mencionó a los médicos, pero sin duda eran también subversivos, porque salvando vidas ganaban amigos para Cuba.) A principios de la década del ochenta, cuatro colaboradores civiles cubanos, todos hombres que impartían clases en los lugares más arriesgados, perdieron la vida a mano de los llamados “contra”.

Los gobiernos de Cuba y Nicaragua acordaron retirar a las maestras —casi la mitad de los educadores— y que quedaran mujeres en aquellos lugares que ofrecían más condiciones de seguridad, como las de la salud, que cooperaban en hospitales de las ciudades.

Estados Unidos consideraba el hecho una gran victoria: los maestros cubanos que habían estado arriesgando sus vidas en el campo nicaragüense, en los lugares más inhóspitos donde nunca hubo escuela ni maestros, habían regresado a Cuba. Los campesinos nicaragüenses estaban al fin protegidos contra las actividades “subversivas” de los maestros de primaria cubanos, y sus hijos podían seguir siendo analfabetos: nadie remplazó a los cubanos.

Cuba enfrentaba entonces el riesgo de una agresión militar de Reagan, que quería castigarla por su ayuda generosa a Angola y Nicaragua. En septiembre de 1986, Fidel le dijo al presidente angolano José Eduardo dos Santos que con Reagan Cuba había vivido bajo una amenaza constante, “pero eso no nos obligó a retroceder, continuamos con el apoyo a Nicaragua, continuamos con el apoyo al movimiento centroamericano y continuamos con la colaboración a Angola, quizás esa fue la prueba más difícil. Qué bonito está eso [...] lo más importante y quizás sea el mérito más importante, compañero José Eduardo, es que nosotros nos veíamos amenazados, ­cuando no nos alcanzaban las armas para las necesidades desde el año 83, cuando la crisis, con lo de Cangamba [...] y no solo no nos retiramos, sino que reforzamos las tropas que había en Angola, porque el período del año 83 era un período difícil [...] Yo creo que a lo largo de la historia de nuestrarevolución, compañero José Eduardo, las cosas desde el punto de vista internacionalista son las más importantes que hemos hecho, pues cualquier otro país, viéndose amenazado, habría tratado de atraer las fuerzas y las armas para defender al país y nosotros hicimos todo lo contrario, ahora fíjese si teníamos en nuestro pueblo, confianza en la capacidad de defensa del país”.11

Cualquier valoración justa de la política exterior de larevolucióncubana tiene que reconocer sus éxitos impresionantes en beneficio de los pueblos del Tercer Mundo. Pero son estos éxitos que Estados Unidos no les perdona. Fidel Castro es “un hueso [...] atascado en la garganta norteamericana”, escribió Leycester Coltman, embajador británico en Cuba entre 1991-94.12Al parecer también lo es Raúl —y, mejor dicho, lo es la Revolución Cubana. No es el amor a la democracia o la preocupación para el bienestar del pueblo cubano lo que motiva a los norteamericanos a seguir en su ­guerra contra Cuba. El deseo de venganza, nada más, explica la política de Washington contra la isla— y las prisiones de cinco heroicos luchadores antiterroristas en Estados Unidos.

Hay muchos libros sobre la política internacionalista de Cuba —entre ellos mis favoritos sonCangambade Jorge Martín Blandino yEl segundo frente del Che en el Congode Jorge Risquet. Pero hay muy pocos libros sobre los internacionalistas cubanos, aquellos hombres y mujeres que fueron a tierras lejanas para tratar de hacer realidad el sueño de un mundo más justo. Entre estos libros se destacan:Mujeres sin Fronterasde Limbania Jiménez y el presente libro, también de Limbania Jiménez. Es decir, muy llanamente, ella se comió el ­pastel.

Mujeres sin FronterasyDe mujeres y sus memoriassobresalen por la calidad de las entrevistas. Esto es algo que el lector puede constatar enseguida y que yo tuve el privilegio de presenciar, porque Limbania Jiménez muy finamente me permitió acompañarla en algunas de las entrevistas que hizo para el presente libro, y pude admirar su don de establecer un diálogo, su extraordinaria empatía que hacía posible que la entrevista se convirtiera en una conversación más íntima, poco usual en este tipo de situaciones. Y a la habilidad de Limbania Jiménez de entrevistar, de reunir valiosa información —es decir de conseguir la materia prima— se añade su capacidad de análisis, de trabajar el material y presentarlo de una manera interesante y hasta amena. Gracias a ella podemos entender “desde adentro” lo que motivó a las mujeres internacionalistas —civiles y militares—, los problemas que ellas enfrentaron en sus misiones, sus angustias y sus satisfacciones. Nadie ha reunido tantos testimonios y los ha analizado tan bien.

En su brillante prólogo aMujeres sin Fronteras,Jorge Risquet escribió: “El presente libro es de interés no solo para las mujeres, sino también para los hombres. ‘La abnegación de la mujer obliga al hombre a la ­virtud’.” Estas palabras tan sabias valen también paraDe mujeres y sus memorias.

Quiero terminar este modesto prólogo de un libro tan valioso expresando un deseo. El internacionalismo de Cuba tiene dos vertientes: la primera son los cubanos que fueron “allá” a ayudar con las armas, así como los cooperantes quienes siguen yendo; la segunda vertiente son los extranjeros que han venido y siguen viniendo “acá” para estudiar y capacitarse. No hay ningún estudio de calidad sobre esta última vertiente y, en particular, no hay ningún trabajo que cuente la historia de la Isla de la Juventud, donde más de cuarenta mil jóvenes extranjeros estudiaron la secundaria y muchos hasta la primaria.

Es una historia bellísima que merece ser escrita.

 

Piero Gleijeses

1 José Ramón Machado Ventura: Nota a Piero Gleijeses, La Habana, 12 de julio de 1995.

2 McGill Alexander: “The Cassinga Raid,” tesis de maestría, Universidad de Sudáfrica (Pretoria), julio de 2003, pp. 146, 155, 185.

3 Discurso de Claudia Uushona el 2 de diciembre de 2005. Estuve presente en el salón del Palacio de Convenciones, en La Habana, cuando ella habló.

4 Aleyda Escartín a su hijo, Luanda, 10 de marzo de 1978, en mi archivo.

5 Lourdes Franco Codinach a su madre, Benguela, 27 de julio de 1988, ídem.

6 Entrevista con Gloria León Rojas, La Habana, 20 de julio de 2010.

7CIA, “Angola Cuba: Some Strains but No New Developments”, 9 de abril de 1979, CREST, National Archives, College Park, Maryland.

8Mechón (Fidel Castro, Tarnoffet al), La Habana, 3-4 de diciembre de1978, Vertical File: Cuba, Jimmy Carter Library, Atlanta. El 15 de mayo de 1964, los Estados Unidos habían prohibido la exportación de medicinas a Cuba.

9 Memcon (Haig, Carlos Rafael Rodríguez), Ciudad de México, 23 de noviembre de 1981, en Vorotnikov al CC PCUS, 8 de diciembre de 1981, National Security Archive, Washington DC.

10 Skoug, citado en NewYork Times, 9 de junio de 1985, p. 9.

11 Memcon (Fidel Castro, dos Santos), Luanda, 8 de septiembre de 1986, Centro de Información de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, La Habana.

12 Leycester Coltman: The Real Fidel Castro, New Haven: Yale University Press, 2003, p. 289.

En unas circunstancias como estas, en que decenas de miles de compatriotas nuestros están allí en la primera línea, frente al enemigo surafricano, ¿podríamos excluir a las mujeres?, ¿podríamos negarles a las mujeres la oportunidad de participar también?

Esa es la razón, compañeras, por la cual se tomó la decisión de enviar —sobre los principios con que se ha hecho siempre, sobre la base de la absoluta voluntariedad—

contingentes también de mujeres a cumplir la misión internacionalista de Angola. Y esa es la razón por la cual ustedes, las guantanameras, han tenido la feliz oportunidad de ir a cumplir esta misión internacionalista.

Fidel Castro Ruz

Introducción

El sentimiento de solidaridad entre los hombres, la capacidad de identificarse con las necesidades, ansias, sueños de justicia, igualdad y liberación de otros en cualquier lugar del mundo siempre ha tenido espacio en el corazón de los cubanos. Consecuentes con esa disposición muchos marcharon a otros pueblos a brindar su cooperación internacionalista, tanto en la esfera civil como en la militar, entre ellos las mujeres; no podía ser de otra forma, pues la Revolución ha propiciado la incorporación plena de las cubanas a la sociedad y en esa inserción, ha sido fundamental la labor de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC). Tal como lo expresara la inolvidable Vilma Espín, su fundadora:

La labor voluntaria, intensa, abnegada, que han realizado desde el primer momento las federadas en su organización, les ha permitido participar en todas las tareas de la Revolución, porque la Federación ha estado en todo: en el trabajo, en la salud, en la educación, en las dificultades de la mujer, en lograr incluso una verdadera atención a los niños, una atención a las nuevas generaciones, apoyando a la mujer siempre, su creatividad y su firmeza revolucionaria.1

A la cooperación internacionalista de nuestro país se han dedicado artículos, libros, documentales… mas, su tratamiento no ha sido exhaustivo si partimos del criterio de la masividad, envergadura y logros que la avalan; aunque en los últimos años, están recibiendo mayor cobertura informativa las misiones médicas que prestan servicios en numerosos pueblos de diferentes continentes.

Imbuidos por el ideario martiano que proclama que “el deber debe cumplirse sencilla y naturalmente”, no es costumbre estar pregonando lo que hacemos. Sin embargo, esa contribución es parte nuestra y no debemos perder la memoria histórica, sino recogerla; ella es basamento, continuación, ejemplo, para el quehacer de las actuales y futuras generaciones. El Héroe Nacional cubano José Martí también escribió que “lo pasado es la raíz de lo presente” y sus palabras mantienen plena vigencia.

Contribuir de forma modesta a la preservación de ese patrimonio constituye el propósito del presente trabajo. Dalia Fernández Bode y yo colaboramos en Angola, ella como asesora en la dirección nacional de la Organización de Mujeres de Angola (OMA) y yo en el Ministerio de Educación, ambas integramos en distintos momentos el comité del Partido Comunista de Cuba (PCC) en ese país y teníamos conocimientos de primera mano de cuánto significa una labor ­internacionalista.

Transcurrían los años finales del siglo pasado, cuando nos propusimos divulgar tareas de solidaridad desempeñadas por algunas mujeres cubanas en tierra angolana. Desarrollar el proyecto fue difícil, porque comprendimos que no debía circunscribirse a ese país nada más, sino abarcar diferentes misiones en distintos parajes, ni tampoco a las colaboradoras de Ciudad de La Habana. El plan inicial se iba complicando.

Desde el principio buscamos asesoría especializada, amigos para localizar a internacionalistas en otras provincias y obtener sus testimonios. Debimos también conseguir información de distintos organismos, consultar bibliografía, hacer entrevistas y nos movíamos a pie, en guagua o “camello”, a veces en carro. No siempre contamos con computadora para trabajar, unas prestadas, otra adquirida por Dalia, la de un Joven Club de Computación en determinada etapa, permitieron procesar la información y el trabajo de redacción; cincuenta páginas sin borrador perdí en un día afanoso. Los avatares fueron numerosos y, muy triste, que la muerte impidiera a mi compañera llegar al final del sueño al que había dedicado sus esfuerzos. Yo seguí con el compromiso de ­hacer el libro propuesto.

En esta obra trato solo el quehacer de las mujeres, seleccionadas entre los internacionalistas, por considerar que ellas afrontaban mayores limitaciones a la hora de cumplir misión en otros países. La vida ha demostrado que la igualdad de oportunidades, de derechos para el sector femenino representa una realidad en la sociedad socialista cubana, aunque subsistan todavía rezagos e incomprensiones ­luego de cincuenta años de incansable batallar ­revolucionario, puesto que concepciones fomentadas a lo largo de siglos no pueden eliminarse de un día para otro; por lo tanto, resulta necesario continuar educando, bregando, para que la voluntad política existente acerca de la igualdad de la mujer siga dando frutos positivos como los que ya ostentamos.

Así lo atestiguan los siguientes datos: las mujeres representan el 50% de la fuerza laboral, un 66,2% de los profesionales y técnicos en el sector estatal civil; y en las elecciones de base del Poder Popular del año 2010, las delegadas de circunscripciones ascendieron a cinco mil cuarenta y cinco, equivalente al 33,43% del total de elegidos. En la Asamblea Nacional representan el 43,32% de los diputados. El 41,5 de los egresados de estudios técnicos y el 63 de los de nivel universitario son mujeres. Un 99,9% de las cubanas alumbra a sus hijos en instituciones hospitalarias.2 Estas impresionantes cifras reflejan el alto nivel de emancipación femenina en la isla y el desvelo del gobierno por impulsarla.

Constituyen la base de esta monografía decenas de entrevistas y una encuesta aplicada a quinientas ocho mujeres internacionalistas. Dicha encuesta abarcó tres aspectos: datos personales (nivel escolar, profesión, edad, número de hijos…); características de la misión —lo fundamental— (motivación, condiciones de vida y de trabajo, resultados, vivencias…); y la internacionalista hoy (aportes, experiencias, estímulos recibidos…).

Un 60% de las mujeres que dieron sus informaciones procedía de Ciudad de La Habana; el porcentaje restante incluía a casi todas las provincias del país, aunque en cifras pequeñas. El 75,1% de ellas contaba entre veinte y treinta y nueve años al ­marchar a misión, poseían plenas capacidades físicas y ­mentales para asumir responsabilidades ­laborales, a veces en condiciones materiales difíciles o bajo tensiones por conflictos militares en los países donde prestaban sus servicios.

Pertenecían a veinticinco organismos y la ­mayor representatividad la tiene el Ministerio de Salud Pública con un 53,1% entre médicas, enfermeras y técnicas; seguida por el 18,1% de maestras y profesoras de Educación y Educación Superior; y el 16,3% de militares procedentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias y algunas del Ministerio del Interior. Del total de colaboradoras, el 65,7% eran militantes del Partido Comunista de Cuba (PCC) y de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC). Este dato es solo informativo, bajo ningún concepto, no ser militante demerita a quienes no lo son, todo lo contrario, el hecho de decir presente para cumplir una misión internacionalista y el trabajo desempeñado, el cual se aprecia en los testimonios, dan fe de las cualidades humanas y revolucionarias de esas cubanas. Muchas ingresaron después al PCC.

El 89% de las consultadas realizó una misión, el resto acumuló dos, tres y cuatro, hay varias con cinco. La mayor parte de las colaboradoras, el 71,1%, permaneció fuera del país entre doce y veinticuatro meses. Algunas entrevistadas permanecieron entre seis y ocho años —no continuos— realizando tareas de cooperación, en diferentes misiones.

Es interesante apuntar que la muestra analizada contiene testimonios de colaboradoras entre los años 1971 y 1991 —4 son de 1992—, prácticamente desde el inicio de la ayuda solidaria a otros pueblos hasta la guerra del Golfo,3con vivencias de varias compañeras que se hallaban en Iraq en aquel momento.

Abarca la estadía treinta y seis países, poco más de la mitad pertenecen al continente africano. Las planillas de las internacionalistas con una sola misión reflejan la estancia en veintiocho países: Angola —la mayor cifra—, Etiopía, Nicaragua, Libia, Mozambique, Iraq, Burkina Faso, República Árabe Saharauí Democrática, Argelia, Guinea Bissau, Sao Tomé y Príncipe, Cabo Verde, Yemen del Sur, Vietnam, Benin, El Congo, Siria, Tanzania, República Democrática Popular de Laos, Cambodia, Zambia, Jamaica,Guinea Ecuatorial, Kuwait, Guyana, Armenia, Ghana y Afganistán.

Entre las de dos misiones, tres o más, aparecen los países ya referidos además de Seycheles, India, Perú, Honduras, Namibia y Botswana.

Se fijó 1991 como tope para cerrar el estudio, porque en la última década del siglo pasado ocurrieron grandes transformaciones en el mundo a causa de la desaparición de los países socialistas del este de Europa, la extinción de la Unión ­Soviética, cambios internos en naciones con las cuales existían convenios de ayuda y la entrada de Cuba en el período especial, con su carga de dificultades, incertidumbres y búsqueda de soluciones a los graves problemas surgidos. Aun en esa situación, no desapareció la solidaridad; pasados los obstáculos iniciales, se implementaron nuevas modalidades en la colaboración como, por ejemplo, el Programa Integral de Salud (PIS).

Significa otra prueba de contribución a países del Tercer Mundo la creación de la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) que, en agosto de 2005, graduó a los primeros 1 610 médicos, y ­hasta el curso 2010, un total de 8 590 profesionales de la salud han sido formados en ese centro multinacional. Casi ­todos esos jóvenes proceden de las capas más ­humildes de sus sociedades, hecho sin precedentes en la historia de los pueblos, de profunda significación humana e internacionalista.

La búsqueda de información de colaboradores de diferentes sectores, países y años tenía el propósito de determinar diferencias y coincidencias en cuanto a motivaciones, actitudes, disposición, comprensiónante los retos que debían enfrentar. No se hallaron discrepancias y sí muchas coincidencias. Parece que rige un factor común en las conductas, en efecto, existe, es la condición revolucionaria y el espíritu de solidaridad. Por otro lado, resultó que la mayor parte de las entrevistadas —el 74,9%— cumplió misión entre 1977 y 1988, lo cual se justifica, porque esos años constituyeron la etapa más amplia de cooperación con Angola, Etiopía y Nicaragua.

Las mujeres no mostraron diferencias en cuanto a la motivación que las indujo a salir, ni en sus apreciaciones de las condiciones encontradas, siempre el apoyo ha sido a naciones ­subdesarrolladas, agobiadas en mayor o menor medida por las mismas dificultades. ¿Qué puede incentivar la decisión de ofrecer a otros pueblos conocimientos, asistencia médica, asesorías varias, sueños, suerte, dejando atrás, momentáneamente, a la familia, el trabajo, la patria? Sin duda, móviles de origen moral, principios basados en sentimientos de hermandad, desprendimiento, solidaridad, desarrollados por la Revolución.

Expresiones de internacionalistas sintetizan esta aseveración: “Ayudar a otro país con mis conocimientos, me ilusionaba mucho”. “Por sentimientos de solidaridad, dejé hogar e hijos. Me incorporé a un trabajo en otro país con alegría, entereza y ­dedicación”. “Estaba dispuesta a cumplir lo que se esperaba de mí sin temor a idioma, costumbres, ni lejanía”. “Ayudé a otros que necesitaban nuestro granito de arena”. “Considero la misión la gran oportunidad de mi vida, partí dispuesta a cumplir ese digno llamado sin exigir comodidades”.

Acerca de su motivación la doctora Gipsy Díaz Castillo, quien laboró en Mozambique desde 1986 hasta 1988, hizo interesantes reflexiones:

Cuando me plantearon la posibilidad de cumplir una tarea internacionalista, me agolparon sentimientos en forma ambivalente, intereses y expectativas, para mí era el sueño dorado. Crea pasiones tan positivas como la de ser capaces de dar lo poco que tenemos e, individualmente, nuestra propia vida por un pueblo del que a veces no conocemos ni sus fronteras.

En la misión se asume con estoicismo desgarrador la separación de hijos, esposo, hogar, familia... Se siente cierta angustia por la dependencia, por el significado de tu presencia para ellos, la estabilidad en las relaciones, el afecto que da, su constante hacer y crear en el marco de la familia. Pensamos que todo en la casa siempre será peor que si una estuviera. Puede surgir el temor a la pérdida del amor o de su estabilidad. Ante la mujer surge la temida incógnita de la añoranza, la debilidad o la fortaleza para enfrentar todas las dificultades que se puedan presentar de forma nueva y peculiar.

Con estos antecedentes se decide la partida en medio de la alegría y de la tristeza por la decisión tomada, en pos del sueño que quieres alcanzar y de probar la fidelidad a la Revolución, a la patria.

El amor entre parejas no fue un tema previsto para abordar, dada su amplitud y complejidad; pero al emerger de emociones que transportaban a las compañeras a experiencias guardadas con celo durante años, afloró un sinnúmero de vivencias: bellas historias que debían ser contadas.

Las mujeres relataron experiencias hermosas, ninguna se negó a compartirlas, algunas las expusieron por teléfono o a través de cartas; además, ofrecieron fotos, documentos y su ayuda para entrevistar a otras colaboradoras. El intercambio posibilitó profundizar en el tema, ampliar la visión de él y lo más importante, que salieran a la luz sucesos muy lindos con rostros de mujer. Al mostrarlos, creo contribuir a la conservación de la memoria histórica del pueblo cubano, en la esfera de la solidaridad.

En este libro no abordo en detalle la labor específica de las compañeras, las tareas que desempeñaronde acuerdo con sus profesiones ni las necesidades que debieron satisfacer según los requerimientos de los convenios de trabajo y solicitudes de los países adonde acudieron. De las características y alcance de la cooperación, de la razón por la cual muchas mujeres cumplieron misión internacionalista, trato en mi libroMujeres sin fronteras.4

El presente aborda otras facetas. Contiene narraciones, en algunos casos, desde el momento en que las mujeres tomaron tan importante decisión, de cómo enfrentaron y resolvieron las situaciones personales que cada una tenía. Con cierta amplitud se describen sus condiciones de vida en el exterior, las disímiles problemáticas que hallaron; se ofrecen bosquejos, pinceladas del contexto histórico de ­varios países, de costumbres, relaciones con los ­pobladores, dificultades, preocupaciones… en fin, experiencias y, de manera sucinta, algo de sumo valor: las enseñanzas, influencias recibidas y cómo piensan hoy esas mujeres que, en distintos años de la segunda mitad del siglo xx, dieron a pueblos hermanos la imagen laboriosa, patriota e internacionalista de las cubanas.

Espero que sea útil mi esfuerzo, si contribuye a que se conozca cuánto humanismo, altruismo, entrega, hay en el corazón de los cubanos, quizás poco conocidos en toda su magnitud. Durante estos años de trabajo me sirvieron de guía, compromiso y estímulo, dos frases:

De Raúl Castro Ruz, sus palabras en la celebración delxxaniversario de la creación del II Frente Oriental Frank País:

[…] fuimos capaces de hacer la historia, pero, hasta el presente, hemos sido incapaces de escribirla.

Y de Fidel Castro Ruz, la que expresara en elxxxaniversario de la operación Carlota, acción que iniciara la epopeya de Angola:

La historia del pillaje y del saqueo imperialista y neocolonial de Europa en África, con pleno apoyo de Estados Unidos y la OTAN, así como la heroica solidaridad de Cuba con los pueblos hermanos, no han sido suficientemente conocidas, aunque solo fuese como merecido estímulo a los cientos de miles de hombres y mujeres que escribieron aquella gloriosa página que para ejemplo de las presentes y futuras generaciones no debieran olvidar jamás. Ello no niega la necesidad de continuar divulgándola.

1 Televisión Cubana, mesas redondas días 23 y 24 de agosto de 2000.

2 Panorama económico social de Cuba. Oficina Nacional de Estadísticas, mayo 2009.

3 En enero de 1991, los Estados Unidos de Norteamérica al frente de una coalición atacó Iraq como respuesta a la invasión de este país a Kuwait, el 2 de agosto de 1990.

4 Testimonio publicado por la Editora Política, La Habana, 2008.



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