El amigo por fuerza - Lope de Vega - E-Book

El amigo por fuerza E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

El amigo por fuerza es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias famosas del Siglo de Oro Español, se articula en torno a una serie de enredos amorosos contados en tono desenfadado y jocoso.

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Seitenzahl: 109

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

El amigo por fuerza

 

Saga

El amigo por fuerzaCover image: Shutterstock Copyright © 1917, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726616903

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Elenco

CONDE ASTOLFO PINABELO, criado CLARINO, criado EL PRÍNCIPE TURBINO LEOCINIO, caballero FULGENCIO, caballero RUFINO, criado COTALDO, criado HORTENSIO, guardamanos, viejo gracioso EVANDRA, doncella LISAURA, dama, hermana del conde ROSIMUNDO, rey de Hungría LEONATO, capitán

Acto I

El conde Astolfo, Clarino y Pinabelo, criados, con una escala.

 

ASTOLFO

Si al medio del manto escuro,

aunque más cerca al poniente,

está el sol que no procuro,

el mío sale en su oriente:

5

arrimad la escala al muro.

 

PINABELO

Paso, señor, que recelo

alumbra tu sol el suelo.

 

ASTOLFO

¿Sois vos, hermosa señora,

que ya dice el alma aurora

10

que abre el sol la puerta al cielo?

Lucinda en alto.

 

LUCINDA

Ya os aguarda mi afición,

y en esta noche importuna

mis rayos de luna son,

y así salgo como Luna

15

a buscar mi Endimión.

 

ASTOLFO

No estéis, mi bien, de menguante

si es que luna habéis de ser.

 

LUCINDA

Ya, como vos sois mi amante,

dejé mi ser de mujer

20

y soy a vos semejante.

 

ASTOLFO

Aunque mi amor corresponde,

dejar vuestro ser no es ley

que a buena razón responde,

pues sois vos hija de un rey

25

y yo de un humilde conde.

 

LUCINDA

Dejad el vano rigor

de esa ley, no seáis ingrato,

que en las de amistad, señor,

los cuerpos iguala el trato

30

y las almas el amor.

Venga la escala.

 

ASTOLFO

Estos son

los pasos que dio Faetón.

No me abraséis, carro de oro.

 

LUCINDA

Si yo soy sol, y os adoro,

35

subid seguro al balcón.

Ya está asida.

 

ASTOLFO

En vos mi vida,

y así no es justo temer

de este cielo la caída.

Suba por la escala.

 

CLARINO

¡Cielo dice de mujer!

40

Mucho del nombre se olvida.

Él verá presto mudanza;

relámpagos, truenos, iras,

rayos de furia y venganza

y un granizo de mentiras

45

contra la verde esperanza.

Vaya a su cielo y tesoros,

y verá más menteoros

que Aristóteles escriba,

que quien más con ellas priva

50

no juega cañas sin toros.

 

PINABELO

Clarino, ¿no puede ser

que te ciegue la opinión

de aquellos celos de ayer

tanto que tan sin razón

55

ofendas toda mujer?

Pues ¡por Dios! que no reparas

en que son mentiras claras

y que son, decirte puedo,

los celos ladrón con miedo

60

que piensa que todo es varas.

 

CLARINO

Si aquesta bestia saliera

presto de palacio, hermano,

a ver lo que dices fuera,

porque vieras que es en vano

65

durar mucho una quimera.

Lo violento nunca dura.

 

PINABELO

¡Qué filósofo celoso!

 

CLARINO

¿Qué quieres? Es cueva escura

el engaño peligroso,

70

y el desengaño locura.

Como tú adoras su hermana

y la quieres a lo bobo,

no ves que Flavia es liviana,

y yo, en los dientes del lobo,

75

he conocido la lana.

 

PINABELO

Quién supiera si este loco

ha de tardar mucho aquí,

porque fuéramos un poco

a ver si Amor, niño en ti,

80

de tus celos halla el coco,

que eres un desatinado.

 

CLARINO

Irnos será atrevimiento,

aunque una vez ocupado

en su amoroso contento,

85

no es hombre el enamorado.

Ven, que olvidado de sí

tanto se ha de detener,

que aun antes que vuelva en sí

podamos ir y volver

90

sin hacerle falta aquí.

 

PINABELO

Parece temeridad

dejarle en tal soledad

y en tal peligro también.

 

CLARINO

Si te detienes, no es bien;

95

si vas luego, es amistad.

 

PINABELO

¡Sabe el cielo que lo siento!

 

CLARINO

¡Oh, cómo hay amigos pocos

cuando no es para contento!

 

PINABELO

Voy, que un celoso hace ciento,

100

porque son como los locos.

 

Váyanse estos y entre el príncipe Turbino; vengan con él dos caballeros con hábito de noche, Leonicio y Fulgencio.

 

TURBINO

Venid, dulces pensamientos,

conmigo, aunque allá os quedáis,

porque el alma le digáis

si de allá venís contentos.

105

¿Qué más gloria? ¿Qué más bien

cupo en la imaginación?

Hoy triunfó, Amor, tu razón

de aquel antiguo desdén.

Lisaura me quiere y ama;

110

agora lo dijo allí;

vencí desdenes, vencí,

dadme del laurel la rama.

 

LEONICIO

Contento viene tu alteza.

 

TURBINO

Leonicio, si hoy heredara,

115

bien sé yo que coronara

alguna hermosa cabeza.

Vengo alegre porque fui

triste, y pensé que volviera;

si el contento se perdiera,

120

se pudiera hallar en mí.

Yo os juro que no hay placer

de los que amor puede dar,

que se iguale a contrastar

una imposible mujer.

125

Es en un aborrecido

esto una notable gloria,

porque saca la vitoria

de las manos del olvido.

 

FULGENCIO

Vuestra alteza, que es la flor

130

del mundo y el heredero

de Hungría ¿de olvido fiero

se queja y ensalza a amor?

 

TURBINO

Sí, Fulgencio, que no está

el gusto con la nobleza,

135

porque es como la belleza,

que solo el cielo la da.

Nace de estrellas amor,

Amor es hijo de estrellas.

 

LEONICIO

No serán las fijas ellas,

140

porque es mudable y traidor.

 

TURBINO

El que de las fijas nace

es firme, eterno y estable,

y así, al contrario, mudable

si de mudables se hace.

145

Y hablando en veras, no hay duda

de que Amor es influencia;

si no la hay, hay resistencia;

si la hay, quiere y no se muda.

 

LEONICIO

De cualquier suerte que sea,

150

mil años, señor, las goces.

 

TURBINO

Leonicio, bien la conoces.

 

LEONICIO

Sí, señor; ya sé que es fea.

 

TURBINO

Fea, como hay Dios, Lisaura.

 

LEONICIO

Entrate, señor, de aquí,

155

mira que una noche ansí

en muchas no se restaura.

 

TURBINO

Pues, caballeros, adiós,

que de haberme acompañado

os quedo muy obligado.

 

FULGENCIO

160

Aquí tenéis a los dos;

no salgas de noche, si gustas,

sin estas armas y pechos.

 

TURBINO

A peligros más estrechos

y para cosas más justas.

Váyanse Leonicio y Fulgencio.

 

FULGENCIO

165

¿Qué te dicen tus recelos?

 

LEONICIO

Que hoy es mi muerte sucinta.

 

FULGENCIO

Favorecido se pinta.

 

LEONICIO

Yo voy muriendo de celos.

 

FULGENCIO

Que ya Lisarura le quiere.

 

LEONICIO

170

Amor en su libro escribe

que amando dos, uno vive,

y, en viviendo, el otro muere.

 

TURBINO

Si en la región líbica o maura

nacido hubiera este mi amor inmenso,

175

a tus altares ofreciera incienso,

condesa ilustre, celestial Lisaura.

Eres de aquesta vida aliento y aura,

y el alma propia muchas veces pienso,

pues con morir me dejas indefenso

180

el cuerpo que en tu vida se restaura.

Ya las enigmas de un desdén descifra,

por donde, aunque su amor a entender vengo,

excede el mío la más alta esfera.

Quien pinta niño a Amor, pintole en cifra

185

pintara a Atlante, a Polifemo hiciera

que él engendrara fuego,

en vista y fuerzas es gigante y ciego.

En el balcón el conde.

 

ASTOLFO

Clarino, ten esta escala.

Pinabelo, ¿estás dormido?

190

Tened presto, que ha sentido

Lucinda gente en la sala.

Vaya téngase.

 

TURBINO

(¡Cielos! Hombre en el balcón

de mi hermana. ¡Matarele!

Pero no, que de esto suele

195

resultar gran perdición.

Quiero ayudarle y callar.)

Ya, señor, tengo; deciende.

 

ASTOLFO

¡Qué caros sus gustos vende

amor!

 

TURBINO

(Sí le he de matar.)

 

ASTOLFO

200

Toma la escala y camina.

¿No está Pinabelo aquí?

 

TURBINO

Sí, señor.

 

ASTOLFO

Pues ven tras mí.

 

Entrese el conde.

 

TURBINO

Corre hasta pasar la esquina.

Es sombra la que se ofrece.

205

La escala quiero dejar,

que le tengo de matar

si no se desaparece.

¿Cómo? ¿Alcagüete a tu hermano?

Mas no es mucho, por mi fe,

210

que le diese a un hombre el pie

a quien tú le das la mano.

 

Váyase. Clarino y Pinabelo entren.

 

PINABELO

Creo que habemos tardado.

A fe que tenemos siesta.

 

CLARINO

No, que la escala está puesta,

215

y es señal que no ha bajado.

Sin color ¡por Dios! llegué.

 

PINABELO

Yo sin aliento y sin vida.

¡Ay, escala mía querida,

como reliquia os besé!

 

CLARINO

220

Déjamela a mí tocar,

que no creo que la veo,

aunque ya el pastor Criseo

hace al alba levantar.

 

PINABELO

¡Válame Dios! ¿Amanece?

 

CLARINO

225

¿No ves claro el horizonte

y que detrás de aquel monte

el horizonte esclarece?

 

PINABELO

¿Esclarecer? ¡Oh! ¿Qué dices?

 

CLARINO

Las calandrias lo dirán.

 

PINABELO

230

¿Qué calandrias, que aún están

cantando aquí las perdices?

 

CLARINO

¡Qué buena ha estado la cena!

 

PINABELO

Ya no estarás tan celoso.

 

CLARINO

Con todo, estoy temeroso.

 

PINABELO

235

¿Agora qué te da pena?

 

CLARINO

Que acaso la media noche

era para el español.

 

PINABELO

Más que pensé ver el sol

sacar el dorado coche.

240

Pon los celos en olvido

¡pesar de quien me vistió!

que si el otro lo envió

nosotros lo hemos comido.

Piensa qué será el tardar

245

mi amo y ser ya de día.

 

CLARINO

Dormirse acaso podría,

que el gusto suele cansar.

Él duerme, mi fe te empeño,

en los brazos del favor,

250

porque los gustos de amor

son purga que llaman al sueño.

 

PINABELO

¡Pesia al necio! ¿Aquí se duerme?

Quizá, como le ha cogido

el día, le han escondido.

 

CLARINO

255

Pudiste satisfacerme;

pero ¿el amo no hiciera

quitar la escala de aquí?

Tira y rómpela.

 

PINABELO

Eso, sí,

que ya la gente se altera.

260

El que se queda hoy en palacio.

¡Lástima la tengo al triste!

No comerá.

 

CLARINO

Bien dijiste.

Ellos se huelgan despacio.

¡Ay de ladrón saetado

265

que sirve a amante pelón!

 

El príncipe, entre en cuerpo.

 

TURBINO

¿Hay más extraña invención

de un amor desatinado?

Basta que le conocí;

y cuando él echó de ver

270

que yo no debía de ser

de su gente, asió de mí.

Yo, dejándole la capa

como si él el toro fuera,

hui de aquella manera,

275

que quien de su golpe escapa.

Y al trasponer de una esquina

de su vista me perdí.

Húyanse dejando la escala.

 

CLARINO

(¿Es este el príncipe?

 

PINABELO

Sí.

 

CLARINO

Suelta la escala.

 

PINABELO

Camina.)

 

TURBINO

280

¡Ah, traidores! Mas ¿qué es esto

que me han dejado a los pies?

Es escala, sí; y aún es

la que dejé en este puesto.

Criados eran del conde;

285

bien al conde conocí;

mi afrenta es pública aquí,

puesto que mi afrenta esconde.

¡Oh, escala, por cuyos pasos

ha subido la deshonra

290

hasta el cielo de mi honra

por tan diferentes casos!

¡Oh, pasos de mi bajeza!

¡Oh, estribos de aquel ladrón,

que ha robado con traición

295

la torre de mi nobleza!

¡Oh, ñudos del cordel recio

con que mi muerte ejecuto!

¡Oh, arcaduces del conduto

del agua de mi desprecio!

300

¡Oh, ñudos, que así enlazar

podéis, al perderse pronta

la honra, que tanto monta

cortar como desatar!

Palos y cordel soez,

305

¡oh, qué vista tan ruin!

Palos, atados, en fin,

por dar muchos de una vez.

¡Oh, palo y cordel, azote

de la sangre más fïel!

310

¡Oh, duro palo y cordel,

que dais al honor garrote!

Horca, escala y cuerda en trenza,

muerte de la honestidad,

por do subió la maldad

315

y bajó la desvergüenza.

Mas crea el conde traidor

que un punto más no viviera

si a su hermana no tuviera

este incomparable amor.

320

Lisaura a callar me esfuerza,

disimulando el castigo;

así, que él es mi enemigo

y yo su amigo por fuerza.

Matar en público efeto

325

es mi deshonra, y crueldad

contra mi padre, y piedad

darle la muerte en secreto.

¡Morirá en secreto el conde!

¡Ay, Lisarura! ¿Yo podré

330

verter tu sangre? No haré,

que el conde tu sangre asconde.

Hoy con tu sangre atropella

el conde de un rey la injuria,

que contra el mar de mi furia

335

tiene reliquias en ella.

¿Hola?

 

Cotaldo y Rufino, criados.

 

RUFINO

¿Señor?

 

TURBINO

Dadme aquí

una ropa.

 

COTALDO

¡Bueno viene!

¿No traes capa?

 

TURBINO

Capa tiene,

Cotaldo, quien viene ansí,

340

porque siempre a los desnudos

les sirve de capa el cielo.

 

COTALDO

¿Eres muy pobre?

 

TURBINO

Serelo

hasta romper estos ñudos.

Guarda esta escala.

 

Rufino con la ropa; meta la escala Cotaldo, y entre la infanta Lucinda, con capotillo y sombrero; Evandra, doncella; Hortensio, guardadamas.

 

RUFINO

Aquí tienes

345

la ropa.

 

TURBINO

¿Quién viene ahí?

 

RUFINO

La infanta, tu hermana.

 

TURBINO

¿Ansí?

 

LUCINDA

Hermano, ¿de dónde vienes?

 

TURBINO

Toda la noche he rondado.