Fuenteovejuna - Lope De Vega - E-Book

Fuenteovejuna E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

Sumérgete en "Fuenteovejuna", la obra maestra de Lope de Vega que trasciende el tiempo con su poderoso mensaje sobre la justicia y la unidad. Ambientada en la España del siglo XV, este drama histórico narra la heroica rebelión del pueblo de Fuenteovejuna contra la tiranía de un comendador opresor. A través de un tejido de lealtad, amor y valor, Lope de Vega captura el espíritu indomable de una comunidad que se une para enfrentar la injusticia, proclamando con una sola voz: ¡Fuenteovejuna, todos a una!

Esta obra es un testimonio vibrante de la lucha por la dignidad y la libertad, explorando temas de coraje colectivo, abuso de poder y la fuerza de la solidaridad. Con personajes ricos y una trama que se desarrolla con intensidad dramática, "Fuenteovejuna" ofrece una experiencia teatral inolvidable, donde el honor y la justicia triunfan sobre la opresión.

Lope de Vega, uno de los más grandes dramaturgos del Siglo de Oro español, demuestra con "Fuenteovejuna" su maestría en la creación de obras que no solo entretienen, sino que también invitan a la reflexión. Su habilidad para entrelazar la acción dramática con profundos mensajes éticos y sociales hace de esta obra un clásico imperecedero, cuya relevancia trasciende las barreras del tiempo y el espacio.

Descubre la valentía y el espíritu de lucha de Fuenteovejuna, una obra que celebra el poder del pueblo y su capacidad para cambiar el curso de la historia. "Fuenteovejuna"" es una lectura esencial para todos aquellos que valoran la justicia, la solidaridad y la lucha incansable por un mundo más justo. Déjate inspirar por esta historia atemporal de resistencia y triunfo colectivo, una joya de la literatura que resuena con la misma fuerza hoy que hace siglos.

SOBRE EL AUTOR

Lope de Vega, nacido Félix Lope de Vega y Carpio el 25 de noviembre de 1562 en Madrid, España, fue uno de los dramaturgos más prolíficos y talentosos del Siglo de Oro español. Conocido por su ingenio, versatilidad y capacidad para capturar la esencia del alma española, Lope de Vega dejó un legado literario incomparable. Escribió más de 1,500 obras, incluyendo comedias, dramas, poesía y novelas, que abordaban una amplia gama de temas, desde el amor y la pasión hasta la religión y la sociedad. Su estilo teatral, lleno de vitalidad y emoción, sigue siendo admirado y estudiado en todo el mundo. Lope de Vega fue una figura central en el panorama cultural español de su tiempo y su influencia perdura hasta nuestros días.

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Seitenzahl: 73

Veröffentlichungsjahr: 2024

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FUENTEOVEJUNA

Lope de Vega

– 1619 –

COMEDIA FAMOSADEFUENTE OVEJUNA

 

Hablan en ella las personas siguientes:

Fernán Gómez [comendador].Ortuño.Flores.El Maestre de Calatrava.Pascuala.Laurencia.Mengo.Barrildo.Frondoso.Juan Rojo.Esteban, Alonso, alcaldes.Rey don Fernando.Reina doña Isabel.Un Regidor.Cimbranos, soldado.Jacinta, labradora.Un Muchacho.Algunos LABRADORES.Un Juez.La Música.[Don Manrique].[Leonelo].

  

ACTO

PRIMERO

 

(Salen el Comendador, Flores y Ortuño, criados.)

 

COMENDADOR

¿Sabe el maestre que estoy

en la villa?

 

FLORES

Ya lo sabe.

 

ORTUÑO

Está, con la edad, más grave.

 

COMENDADOR

Y ¿sabe también que soy

Fernán Gómez de Guzmán?

 

FLORES

Es muchacho, no te asombre.

 

COMENDADOR

Cuando no sepa mi nombre,

¿no le sabrá el que me dan

de comendador mayor?

ORTUÑO

No falta quien le aconseje

que de ser cortés se aleje.

 

COMENDADOR

Conquistará poco amor.

Es llave la cortesía

para abrir la voluntad;

y para la enemistad

la necia descortesía.

 

ORTUÑO

Si supiese un descortés

cómo lo aborrecen todos

—y querrían de mil modos

poner la boca a sus pies—,

antes que serlo ninguno,

se dejaría morir.

 

FLORES

¡Qué cansado es de sufrir!

¡Qué áspero y qué importuno!

Llaman la descortesía

necedad en los iguales,

porque es entre desiguales

linaje de tiranía.

Aquí no te toca nada:

que un muchacho aun no ha llegado

a saber qué es ser amado.

 

COMENDADOR

La obligación de la espada

que se ciñó, el mismo día

que la cruz de Calatrava

le cubrió el pecho, bastaba

para aprender cortesía.

 

FLORES

Si te han puesto mal con él,

presto le conocerás.

 

ORTUÑO

Vuélvete, si en duda estás.

 

COMENDADOR

Quiero ver lo que hay en él.

(Sale el Maestre de Calatrava y acompañamiento.)

 

MAESTRE

Perdonad, por vida mía,

Fernán Gómez de Guzmán;

que agora nueva me dan

que en la villa estáis.

 

COMENDADOR

Tenía

muy justa queja de vos;

que el amor y la crianza

me daban más confianza,

por ser, cual somos los dos,

vos maestre en Calatrava,

yo vuestro comendador

y muy vuestro servidor.

 

MAESTRE

Seguro1, Fernando, estaba

de vuestra buena venida.

Quiero volveros a dar

los brazos.

 

COMENDADOR

Debéisme honrar;

que he puesto por vos la vida

entre diferencias tantas,

hasta suplir vuestra edad

el pontífice.

 

MAESTRE

Es verdad,

Y por las señales santas

que a los dos cruzan el pecho,

que os lo pago en estimaros,

y como a mi padre honraros.

 

COMENDADOR

De vos estoy satisfecho.

 

MAESTRE

¿Qué hay de guerra por allá?

 

COMENDADOR

Estad atento, y sabréis,

la obligación que tenéis.

 

MAESTRE

Decid que ya lo estoy, ya.

 

COMENDADOR

Gran maestre don Rodrigo

Téllez Girón, que a tan alto

lugar os trajo el valor

de aquel vuestro padre claro,

que, de ocho años, en vos

renunció su maestrazgo,

que después por más seguro

juraron y confirmaron

reyes y comendadores,

dando el pontífice santo

Pío segundo sus bulas,

y después las suyas Paulo

para que don Juan Pacheco,

gran maestre de Santiago,

fuese vuestro coadjutor:

ya que es muerto, y que os han dado

el gobierno sólo a vos,

aunque de tan pocos años,

advertid que es honra vuestra

seguir en aqueste caso

la parte de vuestros deudos;

porque muerto Enrique cuarto,

quieren que al rey don Alonso

de Portugal, que ha heredado,

por su mujer, a Castilla,

obedezcan sus vasallos;

que aunque pretende2 lo mismo,

por Isabel, don Fernando,

gran príncipe de Aragón,

no con derecho tan claro

a vuestros deudos; que, en fin,

no presumen que hay engaño

en la sucesión de Juana3,

a quien vuestro primo hermano

tiene agora en su poder.

Y así vengo a aconsejaros

que juntéis los caballeros

de Calatrava en Almagro,

y a Ciudad Real toméis,

que divide como paso

a Andalucía y Castilla,

para mirarlas a entrambas4.

Poca gente es menester,

porque tienen por soldados

solamente sus vecinos

y algunos pocos hidalgos,

que defienden a Isabel

y llaman rey a Fernando.

Será bien que deis asombro,

Rodrigo, aunque niño, a cuantos

dicen que es grande esa cruz

para vuestros hombros flacos.

Mirad los condes de Urueña,

de quien venís, que mostrando

os están desde la fama

los laureles que ganaron;

los marqueses de Villena,

y otros capitanes, tantos,

que las alas de la fama

apenas pueden llevarlos.

Sacad esa blanca espada,

que habéis de hacer, peleando,

tan roja como la cruz;

porque no podré llamaros

maestre de la cruz roja

que tenéis al pecho, en tanto

que tenéis la blanca espada;

que una al pecho y otra al lado,

entrambas han de ser rojas;

y vos, Girón soberano,

capa del templo inmortal

de vuestros claros pasados.

 

MAESTRE

Fernán Gómez, estad cierto

que en esta parcialidad,

porque veo que es verdad,

con mis deudos me concierto.

Y si importa, como paso,

a Ciudad Real mi intento,

veréis que como violento

rayo sus muros abraso.

No porque es muerto mi tío,

piensen de mis pocos años

los propios y los extraños

que murió con él mi brío.

Sacaré la blanca espada,

para que quede su luz

de la color de la cruz,

de roja sangre bañada.

Vos, ¿adónde residís?

¿Tenéis algunos soldados?

 

COMENDADOR

Poco, pero mis criados;

que si dellos os servís,

pelearán como leones.

Ya veis que en Fuente Ovejuna

hay gente humilde, y alguna

no enseñada en escuadrones,

sino en campos y labranzas.

 

MAESTRE

¿Allí residís?

 

COMENDADOR

Allí

de mi encomienda escogí

casa entre aquestas mudanzas.

Vuestra gente se registre;

que no quedará vasallo.

 

MAESTRE

Hoy me veréis a caballo,

poner la lanza en el ristre.

(Vanse, y salen Pascuala y Laurencia. )

 

LAURENCIA

¡Mas que nunca acá volviera!

 

PASCUALA

Pues a la he que pensé

que cuando te lo conté,

más pesadumbre te diera.

 

LAURENCIA

¡Plega al cielo que jamás

le vea en Fuente Ovejuna!

 

PASCUALA

Yo, Laurencia, he visto alguna

tan brava, y pienso que más;

y tenía el corazón

brando como una manteca.

 

LAURENCIA

Pues ¿hay encina tan seca

como esta mi condición?

 

PASCUALA

Anda ya; que nadie diga:

de esta agua no beberé.

 

LAURENCIA

¡Voto al sol que lo diré,

aunque el mundo me desdiga!

¿A qué efeto fuera bueno

querer a Fernando yo?

¿Casarme con él?

 

PASCUALA

No.

 

LAURENCIA

Luego la infamia condeno.

¡Cuántas mozas en la villa,

del comendador fiadas,

andan ya descalabradas!

 

PASCUALA

Tendré yo por maravilla

que te escapes de su mano.

 

LAURENCIA

Pues en vano es lo que ves,

porque ha que me sigue un mes,

y todo, Pascuala, en vano.

Aquel Flores, su alcahuete,

y Ortuño, aquel socarrón,

me mostraron un jubón,

una sarta y un copete.

Dijéronme tantas cosas

de Fernando, su señor,

que me pusieron temor;

mas no serán poderosas

para contrastar mi pecho.

 

PASCUALA

¿Dónde te hablaron?

 

LAURENCIA

Allá

en el arroyo, y habrá

seis días.

 

PASCUALA

Y yo sospecho

que te han de engañar, Laurencia.

 

LAURENCIA

¿A mí?

 

PASCUALA

Que no, sino al cura.

 

LAURENCIA

Soy, aunque polla, muy dura

yo para su reverencia.

Pardiez, más precio poner,

Pascuala de madrugada,

un pedazo de lunada5

al huego para comer,

con tanto zalacatón6

de una rosca que yo amaso,

y hurtar a mi madre un vaso

del pegado canjilón7;

y más precio al mediodía

ver la vaca entre las coles,

haciendo mil caracoles

con espumosa armonía;

y concertar, si el camino

me ha llegado a causar pena,

casar una berenjena

con otro tanto tocino;

y después un pasa-tarde,

mientras la cena se aliña,

de una cuerda de mi viña,

que Dios de pedrisco guarde;

y cenar un salpicón

con su aceite y su pimienta,

y irme a la cama contenta,

y al «inducas tentación»

rezalle mis devociones,

que cuantas raposerías,

con su amor y sus porfías,

tienen estos bellacones;

porque todo su cuidado,

después de darnos disgusto,

es anochecer con gusto

y amanecer con enfado.

 

PASCUALA

Tienes, Laurencia, razón;

que en dejando de querer,

más ingratos suelen ser

que al villano el gorrión.

En el invierno, que el frío

tiene los campos helados,

decienden de los tejados,

diciéndole «tío, tío»,

hasta llegar a comer

las migajas de la mesa;

mas luego que el frío cesa,

y el campo ven florecer,

no bajan diciendo «tío»,

del beneficio olvidados,

mas saltando en los tejados,

dicen: «judío, judío».

Pues tales los hombres son:

cuando nos han menester

somos su vida, su ser,

su alma, su corazón;

pero pasadas las ascuas,

las tías somos judías,

y en vez de llamarnos tías,

anda el nombre de las pascuas8.

 

LAURENCIA

No fiarse de ninguno.

 

PASCUALA

Lo mismo digo, Laurencia.

(Salen Mengo y Barrildo y Frondoso.)

 

FRONDOSO

En aquesta diferencia

andas, Barrildo, importuno.

 

BARRILDO

A lo menos aquí está

quien nos dirá lo más cierto.

 

MENGO

Pues hagamos un concierto

antes que lleguéis allá,

y es, que si juzgan por mí,

me dé cada cual la prenda,

precio de aquesta contienda.

 

BARRILDO

Desde aquí digo que sí.

Mas si pierdes, ¿qué darás?

 

MENGO

Daré mi rabel de boj,