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Amar como se ha de Amar es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo.-
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Lope de Vega
Saga
Amar como se ha de Amar Lope de VegaCover image: Shutterstock Copyright © 1917, 2020 SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726616248
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
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Salen don Pedro y don Juan
DON JUAN
¿Fuese el rey?
DON PEDRO
Ya se partió
para castigar el rey
de Nápoles al Virrey,
que con Cicilia se alzó;
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pero dicen que salió,
para estorbarle el castigo,
su rebelado enemigo
con otra famosa armada.
DON JUAN
Será, de su infame espada,
10
el mar sepulcro y castigo.
DON PEDRO
Yo, con quedarme, he quedado
corrido, aunque no le niego,
a mi amor, por ser tan ciego
el contento que me ha dado;
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que a su Consejo de Estado
lo mejor es acudir:
todo es servir, si es servir
al dueño de mis enojos,
sin ver sus hermosos ojos,
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es imposible vivir.
Estoy de suerte, don Juan,
muerte y abrasado en ellos,
que en mirallos o en perdellos
mi vida o mi muerte están.
25
Que vida y muerte me dan,
porque de una misma suerte
la vida en muerte convierte,
la muerte convierte en vida.
¡Ricarda, Hermosa homicida,
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dulce vida y dulce muerte!
No son mal agradecidos
mis servicios ni deseos,
mas temo que mis paseos
han llegado a los oídos
35
del conde, su padre, asidos
a unos celos, pues, airado,
de Nápoles la ha llevado
a su quinta, en cuya ausencia
me tiene amor sin paciencia,
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celoso y desesperado.
Allí está Ricarda agora;
allí borda con sus pies
el verde campo; allí es
para sus estados Flora;
45
allí amanece mi aurora;
allí viste los corales
del agua de sus cristales
ninfas de sus fuentes irías,
siendo las lágrimas mías
50
a sus corrientes iguales.
Allí, con pastoras rudas,
dilata sus pensamientos,
y a sus celosos acentos
responden las selvas mudas.
55
Yo muero en celosas dudas
y envidio las soledades,
que no hay cortes, ni ciudades,
ni repúblicas mayores
que en soledades de amores
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corresponder voluntades.
DON JUAN
Para verla en esa quinta
vanos estorbos condenas,
pues de Nápoles apenas
está una milla distinta.
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Amor, que imposibles pinta,
fácil es al más cobarde.
¿Cómo te hiela y te arde?
Vamos, don Pedro, al aldea,
que no hay gloria que lo sea,
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ni bien, cuando llega tarde.
Su padre, ¿qué puede hacer,
si invención no ha de faltar
para que puedas entrar?
DON PEDRO
Pues ¿qué invención puede haber
75
si a mí me ha de conocer?
DON JUAN
Hacer perdido un halcón
y entrar con esta ocasión
a ver el sol que te abrasa,
que yo buscaré la casa
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con bastante información.
DON PEDRO
Ser hombre tan principal
obliga a respetos tales.
DON JUAN
Pocos tiene el reino iguales;
el conde no admite igual.
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Del peligro más mortal
tu pecho esté satisfecho.
DON PEDRO
Ninguno, don Juan, sospecho.
Pero vamos sin temor
donde se temple el rigor
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con que amor me abrasa el pecho.
Sale Clarinda.
CLARINDA
Don Pedro, seáis bien venido.
DON PEDRO
Para serviros, señora.
De la Armanda vengo agora
de no embarcarme, corrido.
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Preceto del rey ha sido
que, por pariente, de honor
seré escudero mayor
de vuestra alteza estos días.
CLARINDA
¿Tantas horas?
DON PEDRO
Que son mías,
100
mi sangre dice y mi amor.
DON JUAN
Lo mismo me manda a mí,
como de don Pedro hermano.
Dadme a besar esa mano.
CLARINDA
No, primo, no estéis ansí.
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¿Cómo va el rey?
DON PEDRO
Yo le vi,
Clarinda, trocar la arena
al agua de naves llena,
por vengarse con más furia
que Agamenón, por la injuria
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de la ya robada Elena.
¡Ay de él si en el mar le topa,
donde guardándole está!
CLARINDA
En fin, ¿él navega ya?
DON PEDRO
Y con la fortuna en popa,
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corre con la flor de Europa
desde el partir vencedores,
y pareciendo [en] colores
las naves, güertos pensiles,
montes las velas sutiles
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y los gallardetes flores.
Presto en Cicilia estarán,
si antes la armada enemiga
a pelear no le obliga:
tan prósperamente van.
CLARINDA
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Id a descansar.
DON JUAN
No harán
resistencia a su valor.
CLARINDA
Mucho siento que un traidor
castigue el rey en persona.
DON PEDRO
Señora, el valor le abona
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no a piedad como el valor.
Vase don Pedro y don Juan.
CLARINDA
¡Oh! ¡Cuánto a la voluntad
tirana de nuestros pechos
esta guerra se parece
a que se parte Manfredo!
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Si a gobernar los sentidos
le envía el entendimiento,
donde era justo que fuera
la razón, virrey discreto,
sírvese de los oídos,
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del gusto y los ojos luego,
ministros siempre engañados
y tan pocas veces cuerdos.
Ven los ojos una cosa
que agrada al gusto, tan presto
145
los guía, y al punto caen
porque van entrambos ciegos.
Oyen también los oídos,
siempre al alma lisonjeros,
rebélanse a la razón
150
y la voluntad con ellos.
Al entendimiento, ingratos,
levántanse con el reino,
como agora con ser rey
el de Cicilia soberbio,
155
y con ser el albedrio
tal que no admite por dueño
al mismo Dios, rinde el alma
a los deleites del cuerpo.
De Barcelona a ser rey
160
vino a Nápoles don Pedro,
hijo segundo del conde,
si bien en valor primero.
Con la cautela de primo
envió mi entendimiento
165
a gobernar mis sentidos,
siempre a la razón sujetos,
la voluntad, que rebelde
e ingrata a su justo imperio,
con su reino se levanta
170
tirana del alma y de ellos.
Quiérole bien, no me paga;
pero castigar no puedo
mi voluntad, como el rey,
que estoy rendida al silencio.
175
Con mis favores le obligo
por que sepa que le quiero;
mas no parecen favores,
que van en sombra de deudos.
Desdicha de las mujeres,
180
que, siendo su amor más tierno,
han de aguardar a que un hombre
entienda su pensamiento.
Con la libertad que llega
un hombre, necio o discreto,
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a decir a una mujer
su amor o su pensamiento;
y los que ella, si los tiene,
que también puede tenellos,
porque en razón de ser hombres
190
son los hombres más perfectos,
que he de buscar de invenciones,
de fábricas y de enredos,
dándole risa a los ojos,
que suelen ser lengua en ellos,
195
no porque no nos entiendan,
que antes piensan muchos necios,
cuando miramos sus faltas,
que nos perdemos por ellos.
Pero quien ve que le miran
200
sus gracias, no sus defectos,
y no lo entiende, es señal
que no quiere agradecello.
Ansí es don Pedro conmigo,
que, no entenderme fingiendo,
205
no corresponde a mi amor
ni ve en mis ojos mi fuego.
Mas ¿qué importa que ellos hablen
si no quiere ver en ellos
las palabras que le dicen
210
mis amorosos deseos?
Pues no acierta en despreciarme
sabiendo la acción que tengo
a Nápoles, y que en Francia
o España casarme puedo.
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Pero no quiero culparle,
culpar mis estrellas quiero.
Pero ¿quién podrá ablandallas,
que son diamantes del cielo?
Vase. Salen Ricarda y Julia.
JULIA
Tu padre trujo la nueva.
RICARDA
220
¡Ay de mí! Julia, ¿qué haré,
que ya por el alma sé
que el rey a don Pedro lleva?
Porque haciendo esta jornada
aún a pensar no me atrevo
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que un deudo suyo y mancebo
no le ofreciese la espada.
Él y su hermano habrán ido
en la armada, claro está.
No veré a don Pedro ya.
JULIA
230
¿Qué dices?
RICARDA
Pierdo el sentido.
JULIA
Deja que saber se pueda.
RICARDA
Cuando un rey hace jornada
infame queda la espada
que entre las damas se queda.
JULIA
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Don Pedro no se ha quedado.
Antes, no tienes razón
si importa a la sucesión
y gobierno del Estado.
RICARDA
Bien dices ¡guárdete el cielo!
240
que en tan muertas esperanzas
con una palabra alcanzas
tan imposible consuelo.
Pedro es de sangre real;
pero no se me acordaba
245
de Clarinda, que aún faltaba
mayor mal a tanto mal.
JULIA
Son desconfianzas vanas,
que, aunque labradora soy,
tal vez los oídos doy
250
a las cosas cortesanas.
El rey la quiere casar
con rey, que no con pariente,
ni es posible que ella intente
lo que es imposible amar.
255
Don Pedro no puede ser
competidor de dos reyes.
RICARDA
Amor establece leyes
como rey de más poder.
No trato de reino aquí,
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de Clarinda trato yo.
JULIA
¿Celos Clarinda te dio?
Si el sol los tiene de ti.
Mal siente de lo que sientes.
Demás, que hacelle favor
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es parentesco y no [no] amor.
RICARDA
Poco sabes de parientes.
Dicen que es de sangre amor,
pues el que se funda en ella,
Julia, con poca centella
270
encenderá su calor.
Parentesco ya es sospechas
de amor que no es menester,
que amor, en amar y en ver,
pierde tiempo y gasta flechas.
JULIA
275
Riñendo a unos cortesanos
viene Turín.
RICARDA
¿Quién serán?
Sale Turín, villano, don Pedro y don Juan.
TURÍN
¡Voto al sol! Si no se van.
RICARDA
(¡Ay, Julia, los dos hermanos!)
DON PEDRO
Buen hombre, ¿sabéis quién soy?
TURÍN
280
¿Tengo yo de preguntar
quién son si los veo entrar
adonde por guarda estoy?
DON PEDRO
Si un azor ha entrado aquí,
¿es mucho que un caballero
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entre a buscarle, grosero?
TURÍN
¿Grosero yo?
DON PEDRO
Sí.
TURÍN
¿Yo?
DON PEDRO
Sí.
TURÍN