Amar como se ha de Amar - Lope de Vega - E-Book

Amar como se ha de Amar E-Book

Лопе де Вега

0,0

Beschreibung

Amar como se ha de Amar es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo.-

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 83

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Lope de Vega

Amar como se ha de Amar

 

Saga

Amar como se ha de Amar Lope de VegaCover image: Shutterstock Copyright © 1917, 2020 SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726616248

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Elenco

DON PEDRO DE CARDONA DON JUAN, su hermano CLARINDA, princesa RICARDA, dama JULIA, villana villano RUGERO, caballero LUCINDO, criado EL CONDE ROBERTO

Jornada I

Salen don Pedro y don Juan

DON JUAN

¿Fuese el rey?

 

DON PEDRO

Ya se partió

para castigar el rey

de Nápoles al Virrey,

que con Cicilia se alzó;

5

pero dicen que salió,

para estorbarle el castigo,

su rebelado enemigo

con otra famosa armada.

 

DON JUAN

Será, de su infame espada,

10

el mar sepulcro y castigo.

 

DON PEDRO

Yo, con quedarme, he quedado

corrido, aunque no le niego,

a mi amor, por ser tan ciego

el contento que me ha dado;

15

que a su Consejo de Estado

lo mejor es acudir:

todo es servir, si es servir

al dueño de mis enojos,

sin ver sus hermosos ojos,

20

es imposible vivir.

Estoy de suerte, don Juan,

muerte y abrasado en ellos,

que en mirallos o en perdellos

mi vida o mi muerte están.

25

Que vida y muerte me dan,

porque de una misma suerte

la vida en muerte convierte,

la muerte convierte en vida.

¡Ricarda, Hermosa homicida,

30

dulce vida y dulce muerte!

No son mal agradecidos

mis servicios ni deseos,

mas temo que mis paseos

han llegado a los oídos

35

del conde, su padre, asidos

a unos celos, pues, airado,

de Nápoles la ha llevado

a su quinta, en cuya ausencia

me tiene amor sin paciencia,

40

celoso y desesperado.

Allí está Ricarda agora;

allí borda con sus pies

el verde campo; allí es

para sus estados Flora;

45

allí amanece mi aurora;

allí viste los corales

del agua de sus cristales

ninfas de sus fuentes irías,

siendo las lágrimas mías

50

a sus corrientes iguales.

Allí, con pastoras rudas,

dilata sus pensamientos,

y a sus celosos acentos

responden las selvas mudas.

55

Yo muero en celosas dudas

y envidio las soledades,

que no hay cortes, ni ciudades,

ni repúblicas mayores

que en soledades de amores

60

corresponder voluntades.

 

DON JUAN

Para verla en esa quinta

vanos estorbos condenas,

pues de Nápoles apenas

está una milla distinta.

65

Amor, que imposibles pinta,

fácil es al más cobarde.

¿Cómo te hiela y te arde?

Vamos, don Pedro, al aldea,

que no hay gloria que lo sea,

70

ni bien, cuando llega tarde.

Su padre, ¿qué puede hacer,

si invención no ha de faltar

para que puedas entrar?

 

DON PEDRO

Pues ¿qué invención puede haber

75

si a mí me ha de conocer?

 

DON JUAN

Hacer perdido un halcón

y entrar con esta ocasión

a ver el sol que te abrasa,

que yo buscaré la casa

80

con bastante información.

 

DON PEDRO

Ser hombre tan principal

obliga a respetos tales.

 

DON JUAN

Pocos tiene el reino iguales;

el conde no admite igual.

85

Del peligro más mortal

tu pecho esté satisfecho.

 

DON PEDRO

Ninguno, don Juan, sospecho.

Pero vamos sin temor

donde se temple el rigor

90

con que amor me abrasa el pecho.

 

Sale Clarinda.

CLARINDA

Don Pedro, seáis bien venido.

 

DON PEDRO

Para serviros, señora.

De la Armanda vengo agora

de no embarcarme, corrido.

95

Preceto del rey ha sido

que, por pariente, de honor

seré escudero mayor

de vuestra alteza estos días.

 

CLARINDA

¿Tantas horas?

 

DON PEDRO

Que son mías,

100

mi sangre dice y mi amor.

 

DON JUAN

Lo mismo me manda a mí,

como de don Pedro hermano.

Dadme a besar esa mano.

 

CLARINDA

No, primo, no estéis ansí.

105

¿Cómo va el rey?

 

DON PEDRO

Yo le vi,

Clarinda, trocar la arena

al agua de naves llena,

por vengarse con más furia

que Agamenón, por la injuria

110

de la ya robada Elena.

¡Ay de él si en el mar le topa,

donde guardándole está!

 

CLARINDA

En fin, ¿él navega ya?

 

DON PEDRO

Y con la fortuna en popa,

115

corre con la flor de Europa

desde el partir vencedores,

y pareciendo [en] colores

las naves, güertos pensiles,

montes las velas sutiles

120

y los gallardetes flores.

Presto en Cicilia estarán,

si antes la armada enemiga

a pelear no le obliga:

tan prósperamente van.

 

CLARINDA

125

Id a descansar.

 

DON JUAN

No harán

resistencia a su valor.

 

CLARINDA

Mucho siento que un traidor

castigue el rey en persona.

 

DON PEDRO

Señora, el valor le abona

130

no a piedad como el valor.

 

Vase don Pedro y don Juan.

CLARINDA

¡Oh! ¡Cuánto a la voluntad

tirana de nuestros pechos

esta guerra se parece

a que se parte Manfredo!

135

Si a gobernar los sentidos

le envía el entendimiento,

donde era justo que fuera

la razón, virrey discreto,

sírvese de los oídos,

140

del gusto y los ojos luego,

ministros siempre engañados

y tan pocas veces cuerdos.

Ven los ojos una cosa

que agrada al gusto, tan presto

145

los guía, y al punto caen

porque van entrambos ciegos.

Oyen también los oídos,

siempre al alma lisonjeros,

rebélanse a la razón

150

y la voluntad con ellos.

Al entendimiento, ingratos,

levántanse con el reino,

como agora con ser rey

el de Cicilia soberbio,

155

y con ser el albedrio

tal que no admite por dueño

al mismo Dios, rinde el alma

a los deleites del cuerpo.

De Barcelona a ser rey

160

vino a Nápoles don Pedro,

hijo segundo del conde,

si bien en valor primero.

Con la cautela de primo

envió mi entendimiento

165

a gobernar mis sentidos,

siempre a la razón sujetos,

la voluntad, que rebelde

e ingrata a su justo imperio,

con su reino se levanta

170

tirana del alma y de ellos.

Quiérole bien, no me paga;

pero castigar no puedo

mi voluntad, como el rey,

que estoy rendida al silencio.

175

Con mis favores le obligo

por que sepa que le quiero;

mas no parecen favores,

que van en sombra de deudos.

Desdicha de las mujeres,

180

que, siendo su amor más tierno,

han de aguardar a que un hombre

entienda su pensamiento.

Con la libertad que llega

un hombre, necio o discreto,

185

a decir a una mujer

su amor o su pensamiento;

y los que ella, si los tiene,

que también puede tenellos,

porque en razón de ser hombres

190

son los hombres más perfectos,

que he de buscar de invenciones,

de fábricas y de enredos,

dándole risa a los ojos,

que suelen ser lengua en ellos,

195

no porque no nos entiendan,

que antes piensan muchos necios,

cuando miramos sus faltas,

que nos perdemos por ellos.

Pero quien ve que le miran

200

sus gracias, no sus defectos,

y no lo entiende, es señal

que no quiere agradecello.

Ansí es don Pedro conmigo,

que, no entenderme fingiendo,

205

no corresponde a mi amor

ni ve en mis ojos mi fuego.

Mas ¿qué importa que ellos hablen

si no quiere ver en ellos

las palabras que le dicen

210

mis amorosos deseos?

Pues no acierta en despreciarme

sabiendo la acción que tengo

a Nápoles, y que en Francia

o España casarme puedo.

215

Pero no quiero culparle,

culpar mis estrellas quiero.

Pero ¿quién podrá ablandallas,

que son diamantes del cielo?

 

Vase. Salen Ricarda y Julia.

JULIA

Tu padre trujo la nueva.

 

RICARDA

220

¡Ay de mí! Julia, ¿qué haré,

que ya por el alma sé

que el rey a don Pedro lleva?

Porque haciendo esta jornada

aún a pensar no me atrevo

225

que un deudo suyo y mancebo

no le ofreciese la espada.

Él y su hermano habrán ido

en la armada, claro está.

No veré a don Pedro ya.

 

JULIA

230

¿Qué dices?

 

RICARDA

Pierdo el sentido.

 

JULIA

Deja que saber se pueda.

 

RICARDA

Cuando un rey hace jornada

infame queda la espada

que entre las damas se queda.

 

JULIA

235

Don Pedro no se ha quedado.

Antes, no tienes razón

si importa a la sucesión

y gobierno del Estado.

 

RICARDA

Bien dices ¡guárdete el cielo!

240

que en tan muertas esperanzas

con una palabra alcanzas

tan imposible consuelo.

Pedro es de sangre real;

pero no se me acordaba

245

de Clarinda, que aún faltaba

mayor mal a tanto mal.

 

JULIA

Son desconfianzas vanas,

que, aunque labradora soy,

tal vez los oídos doy

250

a las cosas cortesanas.

El rey la quiere casar

con rey, que no con pariente,

ni es posible que ella intente

lo que es imposible amar.

255

Don Pedro no puede ser

competidor de dos reyes.

 

RICARDA

Amor establece leyes

como rey de más poder.

No trato de reino aquí,

260

de Clarinda trato yo.

 

JULIA

¿Celos Clarinda te dio?

Si el sol los tiene de ti.

Mal siente de lo que sientes.

Demás, que hacelle favor

265

es parentesco y no [no] amor.

 

RICARDA

Poco sabes de parientes.

Dicen que es de sangre amor,

pues el que se funda en ella,

Julia, con poca centella

270

encenderá su calor.

Parentesco ya es sospechas

de amor que no es menester,

que amor, en amar y en ver,

pierde tiempo y gasta flechas.

 

JULIA

275

Riñendo a unos cortesanos

viene Turín.

 

RICARDA

¿Quién serán?

 

Sale Turín, villano, don Pedro y don Juan.

TURÍN

¡Voto al sol! Si no se van.

 

RICARDA

(¡Ay, Julia, los dos hermanos!)

 

DON PEDRO

Buen hombre, ¿sabéis quién soy?

 

TURÍN

280

¿Tengo yo de preguntar

quién son si los veo entrar

adonde por guarda estoy?

 

DON PEDRO

Si un azor ha entrado aquí,

¿es mucho que un caballero

285

entre a buscarle, grosero?

 

TURÍN

¿Grosero yo?

 

DON PEDRO

Sí.

 

TURÍN

¿Yo?

 

DON PEDRO

Sí.

 

TURÍN