El amor enamorado - Lope de Vega - E-Book

El amor enamorado E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

El amor enamorado es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo, en este caso articulado en torno a la idea de la fidelidad del amor, presente en buena parte de la obra de Lope.

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Seitenzahl: 78

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

El amor enamorado

 

Saga

El amor enamoradoCover image: Shutterstock Copyright © 1630, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726616910

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAS

SIRENA, nympha.ALCINO, labrador.DAPHNE, nympha.SILVIA, labradora.BATO, villano.PHEBO. ARISTEO, Príncipe de Thesalia.PENEO, río.COREBO, criado.VENUS, diosa.CUPIDO. LA LUNA. DIANA, diosa.JÚPITER. LISENO, padre de Sirena.

Jornada I

Sale SIRENA, ninfa, huyendo.

 

SIRENA Júpiter, sacra deidad,

piedad si no falta en vos,

que dejarais de ser dios

si os faltase la piedad:

blasón de la majestad 5

es tenerla aunque castigue,

y a que la espere me obligue;

que no me hubiérades hecho

para ser alma del pecho

de una fiera que me sigue. 10

No sé por dónde dilate

el pecho, de temor lleno;

¡cielos, volvedme veneno

porque al comerme le mate!

Cuando esta venganza trate, 15

justo fue si muero ansí;

pero, ¡qué necia, ¡ay de mí!,

a tal remedio os provoco;

que fuera veneno poco

para el que ella tiene en sí! 20

Ya, Silvia, pues no hay favor

en los dioses, montes, dadme

socorro, o precipitadme:

será piadoso rigor;

no hay muerte como el temor, 25

aunque después me la den;

peñas, encubridme bien,

creced, robles, aumentad

las ramas; ¡cielos, piedad,

mis padres matáis también! 30

 

(Sale ALCINO, labrador, galán.)

 

ALCINO Por aquí pienso que fue;

éstas son, ¡ay suerte mía!,

de las flores que cogía,

y debe el prado a su pie.

¿Si la hallaré? ¿Si podré?... 35

¡Oh, esperanzas! ¡Oh, temores!

Pero ¿qué señas mejores

que pies de tal perfección?

aunque no sé cuáles son

las estampas o las flores. 40

¡Oh, prado, que no me des

nuevas della en tantas penas,

por donde van azucenas

las de sus hermosos pies!

Jazmín, pues morir me ves, 45

¿por dónde va mi jazmín?

Poned a su curso fin,

tenedla, campos helados,

si os queréis volver en prados,

que va corriendo un jardín. 50

Aquí cayeron ahora,

y aún con lágrimas también,

que como perlas se ven

sí pasó como la aurora;

pues si en vuestras hojas llora, 55

habla, azahar; habla, clavel;

pero ¿qué bulto es aquel

que detrás de aquella peña

más temor que cuerpo enseña,

si está mi esperanza en él? 60

¿Eres tú, Sirena mía?

¿Eres tú, mi bien?

SIRENA ¿Quién es?

ALCINO Quien te ha llorado después

que tu muerte presumía:

creí que muerto te había 65

el fiero animal impío;

pero fue gran desvarío,

pues ningún cuerpo vivió

después que el alma faltó;

que eres tú el alma del mío. 70

Desciende, mi luz, desciende.

SIRENA Estoy temblando.

ALCINO No impida

temor tus pies; que mi vida

es quien la tuya defiende.

SIRENA Temor, Alcino, me ofende, 75

de nieve mi vuelve el pie.

ALCINO Antes, señora, lo fue.

SIRENA Desciendo en tu confianza.

ALCINO Ven a alentar mi esperanza,

ya que no puedes la fe. 80

 

(Ella baja.)

 

SIRENA ¿Cómo me hallaste?

ALCINO Seguí

las flores que habías perdido,

lenguas por donde he venido,

que me dijeron de ti.

SIRENA ¿Las flores te hablaron?

ALCINO Sí; 85

y no fue la vez primera,

ni fuera error, aunque fuera

para peligros mayores,

el preguntar a las flores

por la misma primavera. 90

SIRENA Sólo tú pudieras ser

de mi corazón sosiego.

ALCINO Pagado me has todo el fuego

en que el mío siento arder;

en la sangre puede hacer 95

esa inquietud algún mal.

¿En qué te traeré el cristal

desta fuente, que algún día

en mis ojos le traía,

del alma fuente inmortal? 100

SIRENA Esos eran los cristales

que la mía estima en más:

voy a beber.

ALCINO Beberás

en búcaro de corales:

ya que a recibirla sales 105

para ser cristal en rosa,

no heredes, fuente dichosa,

la lisonja de Narciso:

pero ya tarde te aviso;

que es la causa más hermosa. 110

Ya que su boca a tus hielos

hizo tan alto favor,

no dejes beber, pastor,

que me matarás de celos;

luego te convierte en hielos; 115

siendo en tu campo sereno

copa de ardiente veneno,

y agua de ámbar para mí.

SIRENA Yo bebí, Alcino.

ALCINO Y yo vi

el clavel de perlas lleno; 120

pero en esta envidia loca,

tu boca fue el instrumento,

y el agua mi pensamiento,

que se acercaba a tu boca.

SIRENA Galán estás y discreto. 125

ALCINO ¡Qué cosas hace el pensar,

si fuese en todo lugar

la imaginación efeto!

SIRENA Puesto que me has obligado

con tal fácil desatino, 130

más que discreto, mi Alcino,

te quisiera enamorado.

 

(Salen DAFNE, ninfa, SILVIA y BATO, villanos rústicos.)

 

DAFNE ¿Que tú la viste?

BATO Alahé,

que la vi subido en somo

de un cerro, y que tiene el lomo, 135

que de conchas no se ve.

¿No habéis visto la corteza

de un jaspe? Tal es la piel

como que arrojó el pincel

sobre la naturaleza; 140

como murciélago son

las alas, y llenas de ojos

verdes, dorados y rojos,

sin ser ruedas de pavón;

en lo que es dellas más tierno, 145

estrellas se dejan ver

de plata, si puede haber

estrellas en el infierno;

en la reverenda cola,

bien puede, Dafne, caber 150

la tienda de un mercader:

¿qué digo una tienda sola?

¡Voto al sol, toda una praza!

SILVIA Entre las gracias de Bato,

como le cuesta barato, 155

es mentir con linda traza.

BATO Luego ¿tampoco creerás

que tien la barriga verde

en redondo, Dios me acuerde,

cuarenta varas y más? 160

SILVIA ¡Qué graciosa impertinencia!

¿Cómo se puede saber?

BATO Un sastre lo dijo ayer,

hombre de buena conciencia,

que le tomó la medida 165

para hacelle mi verdugado.

DAFNE Silvia, a mí me da cuidado

o verdadera o fingida:

y la cara ¿cómo es?

BATO Eso no es cosa tan fea; 170

mas no hay hombre que la vea

que pueda vivir después;

un reinoceronte es nada,

es un peñasco de hielos,

es una mujer con celos, 175

es una suegra enojada;

un pedregoso barranco

es la frente, y tien por crin

las cerdas de un puerco espín

labradas de negro y branco; 180

la nariz como guadaña,

y los ojos dos incendios

cercados de escolopendrios

en vez de ceja y pestaña.

SILVIA Dafnes, el miedo sería 185

quien a mentir le provoca.

BATO Tres varas tiene de boca.

SILVIA ¿Tres varas?

BATO Si cada día,

como a los ganados venga,

se almuerza cuatro cochinos 190

y diez corderos añinos,

¿qué boca quieres que tenga?

Ayer se comió un pastor,

que le alcanzó de una encina.

DAFNE ¡Ay dioses, tanta rüina 195

tanto mal, tanto rigor!

¿Es Sirena aquélla?

SILVIA Sí,

y Alcino el que está con ella.

DAFNE ¡Mi Sirena!

SIRENA Dafne bella,

¿adónde vais por aquí? 200

DAFNE Amaneció con el día

esta serpiente cruel

en el prado; y como en él

tan poco reparo había,

venimos al monte huyendo 205

Bato, Silvia y yo.

ALCINO La tierra

se despuebla, y en la sierra

van las aldeas haciendo

una ciudad populosa.

DAFNE Pues tanto sabes, Alcino, 210

¿por qué culpa o qué destino

esta sierpe venenosa

vino a Tesalia?

ALCINO Anteayer

contaba un sabio pastor

la causa deste rigor. 215

DAFNE A todos harás placer

en referir lo que sabes.

ALCINO Diré, Dafne, lo que sé,

que de Doristo escuché

y de otros pastores graves. 220

Después que el alto Jove omnipotente,

de aquel abismo en sombras sumergido

sacó el mundo invisible, y el presente

por tantos siglos en eterno olvido,

dos causas, la materia y la eficiente, 225

estaban para ser, no habiendo sido,

en acto aquésta y en potencia aquélla,

y entre las dos naturaleza bella.

Una era cielo en altos movimientos,

y otra era tierra en firme compostura; 230

mas como dividió los elementos,

salió la luz resplandeciente y pura:

fúlgida antorcha obscureció los vientos,

globo de plata la tiniebla obscura,

bordaron el zafir diamantes claros, 235

del siempre cano mar brillantes faros.

La verde tierra, ya del fruto amago,

se entapizó de hierbas y de ramas,

cubriendo en agua el ara y viento vago,

al fénix plumas y al delfín escamas; 240

no conocían el horrible estrago

de Marte fiero, y sus ardientes llamas,

los hombres que en la edad de oro vivían,

ni en los comunes términos partían.

Tras ésta, la de plata y la de cobre, 245

en que va comenzaba la malicia

y molestar con fuerza el rico al pobre,

volviéndose a los cielos la justicia:

no permiten, airados, que la cobre,

creciendo la maldad y la codicia, 250

en la de hierro, con que vio la tierra

hurto, traición, mentira, incendio y guerra.

De los gigantes, el mayor, Tifonte,

subir intenta a la región divina,

poniendo un monte encima de otro monte, 255

a quien airado Júpiter fulmina;

después, con más rigor, todo horizonte

cubrir de tantas aguas determina,

que el alto extremo, exento al aire y hielo,

apenas viese del Olimpo el cielo. 260

Soberbia tempestad la tierra inunda;

las nubes ríos, las estrellas fuentes;