El animal de Hungría - Lope de Vega - E-Book

El animal de Hungría E-Book

Лопе де Вега

0,0

Beschreibung

El animal de Hungría es una comedia teatral del autor Lope de Vega. Adscrita al subgénero de «comedias de héroe salvaje», narra la historia de Rosaura, una mujer que, tras haber sido raptada por su tía, la Reina Teodosia de Hungría, llegará a convertirse ella misma en reina del país.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 101

Veröffentlichungsjahr: 2020

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Lope de Vega

El animal de Hungría

 

Saga

El animal de HungríaCover image: Shutterstock Copyright © 1617, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726616927

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Hablan en ella las personas siguientes.

TEODOSIA, reina.FAUSTINA. LAURO. EL REY DE HUNGRÍA. UN MONTERO. FULGENCIO, español.ARFINDO, español.PLÁCIDO, español.FELIPE. SELVAGIO. LLORENTE. BARTOLO. BENITO. PABLOS. EL REY DE INGALATERRA. PASCUAL. ROSAURA. VELARDO. TIRSO. RISELO. SILVANA.2 UN ALCALDE. FENICIO. UN EMBAJADOR DE BARCELONA. LIDIO, paje.CELIO, paje.EL ALMIRANTE DE HUNGRÍA. UN JUSTICIA. UN ESCRIBANO. EL PRÍNCIPE DE ESCOCIA. [BARBERO.] [PREGONERO.] [FABIO.] [ALCAIDE.] [CRIADO.] [ESCUDERO, del rey de Ingalaterra.]

Acto I

Sale TEODOSIA, vestida de pieles, y LAURO, tras ella, con unvenablo.

 

TEODOSIA Valedme ligeros pies

que otras veces me habéis dado

la vida con interés

del fin con que la he guardado,

que no porque vida es. 5

LAURO ¡Detente, monstruo espantoso!

TEODOSIA ¡Oh, mancebo generoso!,

—fol. 130v→

¿no te da, el verme, temor?

LAURO Es el natural valor

más que el temor poderoso: 10

soy noble, aunque humilde miras

mi traje.

TEODOSIA ¿A qué empresa aspiras?

LAURO A matarte o a prenderte.

(Descubre el rostro, apartando los cabellos.)

TEODOSIA ¿Matarasme desta suerte?

LAURO ¡Santo Dios!

TEODOSIA ¿De qué te admiras? 15

LAURO De ver tu rara belleza.

¿Es posible que ha crïado

la varia naturaleza,

en este monte nevado,

tal rostro en tanta fiereza? 20

Tú, de quien los labradores

huyeron por tantos años:

más que para dar temores

eras para hacerte engaños

y para decirte amores. 25

Dame de ti misma nuevas

si es bien que este amor me debas;

que, en lo exterior que se mira,

o eres la hermosa Filira

o aquella sfinge de Tebas: 30

¿es posible que has robado

tanto pan, tanto ganado?

TEODOSIA Mi sustento procuré.

LAURO Temor de villanos fue...

TEODOSIA Solo temor me ha guardado. 35

LAURO Cuando con alas te viera,

pensara que eras harpía:

cielo en rostro, en cuerpo fiera,

y, en las armas y osadía,

con Hércules compitiera. 40

Y si te viera en la mar,

pensara que eras sirena

para cantar y encantar.

TEODOSIA Lo que mi desdicha ordena,

no pudo el tiempo escusar. 45

Bien sé que no has de dejarme,

pues te atreviste a seguirme

y, siguiéndome, mirarme;

y ansí, quiero apercebirme

a obligarte y declararme. 50

LAURO Hablas a mi pensamiento.

TEODOSIA Estame, mancebo, atento.

LAURO No solo yo lo estaré:

pero cuanto aquí se ve;

hasta las aves y el viento. 55

TEODOSIA Yo soy la reina Teodosia,

mujer, ¡que nunca lo fuera!,

de Primislao, rey de Hungría.

LAURO Señora, ¿tú eres la Reina?

TEODOSIA Detente, por Dios, mancebo, 60

hasta que mi historia sepas;

que aunque es pública en el mundo,

quiero que de mí la entiendas.

Recién casada y venida

a Hungría, de Ingalaterra, 65

sentí soledad notable

de mi tierra en tierra ajena.

Rogué al Rey que me trujese

una hermana más pequeña,

con licencia de mi padre, 70

por consolarme con ella.

Partió el Rey, trujo a Faustina,

y, por el camino, ciega

del valor de Primislao,

a envidiar mi bien comienza. 75

Llegó a Hungría y mi alegría

hizo a su venida fiestas,

aunque ella en su corazón

hacía a mi muerte exequias.

Entristeciose conmigo 80

cuanto me alegré con ella;

de su tristeza en mi casa

echaba culpa a la ausencia.

Creció la envidia y los celos

hasta que, cayendo enferma, 85

mi esposo la visitaba,

—fol. 131r→

que era la salud más cierta.

Finalmente cierto día

le dijo que, en mi primera

edad, amé al rey de Escocia, 90

y que estaba descontenta

de tenerle por marido;

para lo cual, por mil letras,

le persuadía viniese

con dos personas secretas 95

donde, para que me hablase,

le daría entrada y puerta,

de noche, por un jardín;

y que si con gente inglesa

y suya venir quisiese, 100

le daría la cabeza

de Primislao, mi marido,

como de Scila se cuenta.

Creyolo el Rey, que era fácil,

y porque vio contrahechas 105

algunas cartas, o acaso

porque ya adoraba en ella,

avisando a dos crïados

de confïanza, a estas sierras

me trujeron para echarme 110

a las más feroces bestias.

Juntaron muchas y, en fin,

me dejaron en las presas

de sus dientes, una noche,

y entre sus uñas sangrientas. 115

Volvieron a Primislao

diciéndole que era muerta.

Pero mirando los cielos

mi desdicha y mi inocencia,

permitieron que, a mis pies 120

mansos y humildes, las fieras

me halagasen y me diesen

consuelo entre tantas penas.

Cobré aliento y con algunas

me fui, mancebo, a sus cuevas, 125

donde por sus propias manos

comí el fruto destas selvas.

Pasados algunos meses,

las pieles de las ovejas,

cabras y otros animales, 130

de mil que trujeron muertas,

curé al sol, y hice vestidos

con que bajé de la sierra

a ver gente y buscar pan

por las humildes aldeas. 135

Los pastores, que no habían

visto una fiera tan nueva,

dieron en hüir de mí;

aunque, en las verdes riberas

deste arroyuelo que lava 140

los troncos desta alameda,

cogí un villano una tarde,

de quien supe, aunque por fuerza,

que se casó con mi hermana

el Rey: perdona que vengan 145

lágrimas a interrumpir

las palabras a la lengua.

LAURO Con justa causa tus ojos,

como mar de tantas penas,

en el nácar de sus niñas 150

crían tan hermosas perlas.

Pero prosigue tu historia...

TEODOSIA Parió Faustina contenta

dos o tres veces, y todos

sus hijos dicen que llegan 155

a cumplir un año el día

que me echaron a las fieras,

y que no pasan de allí;

y espero que también sea

en esta ocasión; que dicen 160

que el parto de un hijo espera

porque está pronosticado.

LAURO No llores; que si te dejas

llevar, señora, del llanto

a tan profunda tristeza, 165

vendrás a acabar la vida

antes que venganza veas

de una hermana tan crüel;

—fol. 131v→

que tan injustas ofensas

deben de cansar el cielo, 170

cuyas divinas orejas

sin duda están a tus voces

en esta ocasión abiertas,

pues permitió que saliese,

en tal ocasión como esta, 175

a caza por estos montes;

y que bastasen las fuerzas

de mi valor a seguirte,

pues no hay hombre en esta tierra

que de la cueva en que vives 180

ose acercarse una legua:

suplícote que a mi casa,

no lejos desta alameda,

vengas a vivir conmigo;

que, si por vivir secreta 185

en estos oscuros montes

sin humano trato albergas,

mejor podrás en mi casa,

donde solamente quedan

crïados míos que labran 190

estos campos y estas huertas.

Estoy recién heredado

de mis padres, que Dios tenga:

podré servirte con joyas

y con vestidos de seda; 195

descansarás de los años

que entre esas pieles te acuestas,

bebiendo salobres aguas,

comiendo silvestres yerbas.

¿Qué respondes?

TEODOSIA Que mi suerte, 200

que a tanto mal me condena,

descubrirá presto al Rey

y aquella tirana reina

que vive esta vida triste;

y aunque me está bien perderla, 205

por no perder lo esperado,

permíteme que la tenga,

donde ya por las costumbres

no siento tanto las penas,

y dame, pues eres noble, 210

palabra y fe verdadera

que no dirás a ninguno

que soy Teodosia.

LAURO No creas

que seré tan inhumano:

sólo te pido licencia 215

para verte y regalarte.

TEODOSIA Podrás venir a mi cueva

cuando quisieres; mas mira,

hidalgo, que solo vengas.

Y dime tu nombre.

LAURO Lauro. 220

TEODOSIA Y es muy justo que lo seas

para que, de tantos rayos,

segura la vida tenga

a la sombra de tus hojas.

LAURO Gente parece que suena: 225

echa por aqueste arroyo

y yo por estas acequias.

TEODOSIA Los cielos te guarden, Lauro.

LAURO Teodosia, el cielo te vuelva

a tu marido a tus brazos, 230

tu corona a tu cabeza.

TEODOSIA Quien deja a Dios sus venganzas,

tales esperanzas tenga;

que nunca sucede bien

a quien vengarse desea. 235

 

(Éntrense; y salen SELVAGIO y BARTOLO, alcaldes, LLORENTE y BENITO: todos villanos.)

 

SELVAGIO Siéntense todos primero

que el concejo se proponga.

BARTOLO Alto los asientos ponga,

por orden, el pregonero;

y no entiendan en la Corte 240

que nos ganan en saber

concejo y cabildo hacer

para lo que al pueblo importa.

SELVAGIO Siéntese, Llorente, aquí.

LLORENTE Téngolo a mucho favor. 245

—fol. 132r→

SELVAGIO Demás de ser regidor,

podéis estar junto a mí,

porque os tengo voluntad.

BARTOLO Benito, sentaos también.

BENITO Donde quiera estaré bien: 250

el concejo escomenzad.

SELVAGIO Primeramente querría

que un médico se trujese,

y salario se le diese;

que no es bien que cada día 255

vayan con los orinales

las mujeres a la Corte;

que más se paga de porte

que acá costaran los males.

Y como el pulso no va 260

en la orina (y todo es nada

porque toda alborotada

es fuerza que llegue allá)

querría que aquí viviese

y cara a cara curase, 265

y que el pueblo se animase

a que salario se diese;

porque es sin ver el doliente

el pretendelle curar

lo mismo que sentenciar 270

en ausencia un delincuente.

BARTOLO Tiene Selvagio razón:

médico se busque luego

LLORENTE Lo mismo os ruego.

BENITO Y yo os ruego

que no pongáis dilación: 275

que es el médico, aunque diga

el pueblo de su virtud,

alcalde de la salud

que sus delitos castiga.

BARTOLO También a mí me parece 280

que haya en aqueste lugar

un maestro de danzar;

que por momentos se ofrece

con las danzas ocasión.

LLORENTE A fe que en lo cierto dais; 285

y pues de danzas tratáis,

y con tanta devoción

celebráis el santo día

de Dios, ¿qué fiestas tenéis?

SELVAGIO Los autos; que ya sabéis 290

que es la mayor alegría.

BENITO ¿Quién los compone?

SELVAGIO El barbero,

que ha sido medio escolar.

LLORENTE ¡Váyanle luego a llamar!

BARTOLO Idlo a llamar, pregonero. 295

SELVAGIO Después que se hacen las fiestas

de Dios con tal devoción,

mejores los años son.

BENITO Pues háganse buenas estas;

que yo quiero de mi parte 300

ayudar al gasto bien.

 

(Entra el BARBERO.)

 

BARBERO ¿Los regidores también?

PREGONERO Todos me mandan llamarte.

BARTOLO Dios guarde a vuesas mercedes.

BENITO ¡Oh, Pablos, albéitar nuestro, 305

que por acertado y diestro

sangrar al Gran Turco puedes!,

¿cómo va de las sangrías

de las ninfas del Parnaso?

BARBERO Trabajo en sangrarlos paso; 310

que no hay vena los más días.

SELVAGIO ¿Cómo de los autos va?

BARBERO Yo no los hago.

SELVAGIO ¿Por qué?

BARBERO Porque no hacellos juré,

y lo voy cumpliendo ya. 315

Si queréis historia humana

de la dama y el galán

que peregrinando van

por senda segura y llana:

yo lo haré. Pero otra cosa 320

que, por ser alta y sutil,

ponga en confusión a mil:

hoy cesa en verso y en prosa;

y aun las humanas, muy presto,

—fol. 132v→

también las pienso dejar, 325

por no me ver censurar

ni ser a nadie molesto.

Yo fui primero inventor

de la Comedia en Hungría;

que las que primero había 330

eran sin gracia y primor.

Y tras haber enseñado

el estilo que hoy se ve,

y corregido el que fue,

de Vega me he vuelto en Prado; 335

que cuando vengo a tener

fruto de mil escritores,

hay mil que dejan las flores

y andan buscando alcacer.

Es fuerte cosa que intente 340

dar gusto a toda el aldea,

y que un inorante sea

curioso y impertinente.

No quiero tener oficio

que a muchos ha de agradar 345

pudiéndome yo ocupar

en más seguro ejercicio;

que hay hombre que piensa aquí,

y más si entiende un soneto,

que no puede ser discreto, 350

y no dice mal de mí.

Comprar quiero unos antojos

para mirar a lo sabio,

torciendo a lo falso el labio

y encapotando los ojos. 355

A los que merced me han hecho