El caballero del milagro - Lope de Vega - E-Book

El caballero del milagro E-Book

Лопе де Вега

0,0

Beschreibung

El caballero del milagro es un texto teatral del autor Lope de ega. Ambientada en Roma en el s. XVI, sigue las aventuras y desventuras del pícaro Luzmán, que intenta ganarse la vida con su ingenio a medida que sube en el escalafón social.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 99

Veröffentlichungsjahr: 2020

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Lope de Vega

El caballero del milagro

 

Saga

El caballero del milagroCover image: Shutterstock Copyright © 1593, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617016

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Elenco

ISABELA BEATRIZ OTAVIA FILIBERTO LEONATO LUZMÁN TRISTÁN, criado CAMILO PATRICIO, criado EUGENIO PACHÓN, lacayo FABIO, paje LOMBARDO, criado LOFRASO ALGUACIL DEOFRIDO TULIO, paje

A PEDRO HERRERA

Comencé esta décima quinta parte de mis comedias con el nombre del insigne jurisconsulto don Francisco de la Cueva y Silva, y doyle fin con el de V. M., para engastarla en dos tan preciosas piedras, y porque entre los dos, como en tan alta esfera, sirva mi voluntad de línea equinoccial, círculo verdadero, y no imaginario, como el celeste que pasa por medio mundo de Levante a Poniente, en igual distancia de los dos Polos, para que el sol de tales ingenios iguale en mi amor el suyo, como el del Cielo, en ella, los días y las noches. He deseado a V. M. sumamente el premio de sus estudios y de ese raro entendimiento; pero confieso que le he dudado, porque ya para él son rodeos los méritos, no por defecto de los príncipes, de quien dijo quien pudo: In quibus non est salus, sino de la fortuna, que por opinión del filósofo, los desampara. Preguntó a un hombre Júpiter, en las antiguas fábulas, por un agradable sacrificio que le había hecho, cuál quería más, riqueza o ingenio, el hombre –más codicioso de honra que de tesoros, pues él alcanza a ser inmortal y ellos no pasan, con el dueño, del límite de la vida–, respondió que más quería el ingenio; diósele Júpiter; fue gran filósofo y astrólogo y aritmético; más viendo que pocos entendían sus estudios y que ninguno se los premiaba, alzando los ojos al cielo dijo:

¡Oh, Júpiter; si dieras

a todos un ingenio como el mío,

premiaran mis estudios!

Más, ¡ay!, que es desvarío,

pues si lo mismo que yo sé supieran,

ningún premio me dieran.

¡Dame riqueza, Júpiter divino!

Pues el que ignora, sea bajo o grave,

está contento con saber que sabe.

Y aquí me parece que los dos versos de Virgilio en la Geórgica –allá verá V. M. la ocasión porque los dijo–, si quiere aplicarla a los poderosos –tomando la alegoría de aquellas aves–, vienen muy a propósito:

Haud equidem credo, quia sit divinitus illis,

Ingenium, aut verum fato prudentia maior.

Los escritos de V. M. ya tienen premio, o impresos o manuscritos, entre los hombres doctos y que con desapasionados juicios advierten la doctrina, la elegancia, la locución, el ornamento, la copia de tanta variedad de letras humanas e inteligencia de negocios, así extranjeros como nuestros, así del Estado como de la guerra, políticos y eclesiásticos; pero tal vez la naturaleza, en su divina música, no tiene por menos arte dar una consonancia en vacío; V. M. me entiende:

Qui fit Moecenas, ut nemo quam sibi sortem,

Seu ratio dederit, seu fors obiecerit illa

Contentus vivat.

 

Y lo demás de aquel elegante discurso del poeta Horacio, en esta parte moral filósofo; pero, realmente es bueno para la especulación y el desengaño; mas no me conformo con que, habiéndose de vivir a la puerta del premio y de la honra, veáis que se da a quien no la merece, y que falta a la virtud y estudios, pues también toca a la opinión que os estimen si la multitud más juzga por los lugares que por los méritos.

 

Povera e nuda vai Philosophia,

 

dijo el Petrarca; mas, porque no me obligue a represión de mí mismo, lo que Garcilaso dijo a Boscán:

Que a Sátira me voy mi paso a paso,

y aquesta que os escribo es Elegía.

Reciba V. M. en su protección al Caballero del Milagro, que no lo será pequeño tener para sus fábulas tan excelente Demóstenes por oyente, que, con respeto suyo, no solo se levanten los demás, pero le den aplauso. Dios guarde a V. M. con los bienes que le deseo.

Su capellán y aficionado servidor.

Lope de Vega Carpio

Acto I

Salen Luzmán, gentilhombre, y Tristán, criado

LUZMÁN

¿Vengo bien puesto, Tristán?

 

TRISTÁN

Peregrino talle tienes.

 

LUZMÁN

Si vengo bien, digo.

 

TRISTÁN

Vienes

por todo extremo galán.

 

LUZMÁN

5

Eso solo te pregunto,

que ya yo sé que en mi talle

puso, el que pudo formalle,

su poder y gusto junto.

Errar vestirme recelo,

10

que lo hecho mal podría:

vestirme es a cuenta mía,

el talle, a cuenta del Cielo.

Y el Cielo no pudo errar,

que cuando tomó consejo

15

con el cristal del espejo,

el sol no pudo envidiar.

En una borrada copia,

para hacer mi gentileza,

dio el Cielo a Naturaleza

20

su poder en causa propia.

Fue como diestro pintor:

diseñome al natural

y dejome al oficial

que me acabase mejor.

25

Es del cielo el artificio,

el borrón y la destreza,

y de la Naturaleza

las colores y el oficio.

 

TRISTÁN

Has hecho un discurso breve

30

del Cielo y de tu hermosura.

 

LUZMÁN

Creo que a la compostura

alguna cosa se debe;

y aun es razón que le den

lo que yo pienso dalle,

35

que mil hombres de mal talle

vestidos parecen bien.

¡Así durara el estado

de nuestros padres primeros,

que andando todos en cueros

40

se viera el mejor formado!

Cuál hay que con calza larga

encubre lo que es mal hecho,

y cuál con lana del pecho,

o de la espalda, la carga;

45

cuál el brazo, cuál la pierna

con el jubón o la calza,

porque así la baja y alza

como a ser de cera tierna;

cuál el pie con la chinela

50

y con el corcho lo falto,

y cómo a parecer alto

el que es bajo se desvela.

Pues en llegando a las damas,

no hay fea, no hay fiera o mostro

55

que no curen más del rostro

que de sus obras y famas.

Cuál, con unto de caballo,

crece el pelado cabello;

cuál quita con hilo el vello,

60

que es lo mismo que pelallo;

cuál, con canas, lo ennegrece,

y si por dicha está calva

deste peligro se salva

y con cabello amanece;

65

cuál lo enrubia si está cano,

o, por quererse alegrar,

con jengibre de dorar,

oro chico y palo indiano.

Ver las vanas composturas

70

del rostro, las redomillas,

tuétanos de manecillas,

unto de gato y criaturas;

las mudas para trocarse

de aquel ser en otro ser,

75

cual si fueran menester

achaques para mudarse;

zumo de zadiva y lirios,

de avenate y limón agro,

que para hacer un milagro

80

pasan doscientos martirios.

Verlas hacer serafines

con mil pomos y bujetas

del aceite de violetas,

de almendras y de jazmines;

85

el mostillo y vinagrillo,

taragontía, dormideras…

 

TRISTÁN

Deja estas vanas quimeras,

que no es de tu honor decillo,

ni se puede comprender

90

proceso tan infinito.

 

LUZMÁN

¿Yo qué les pongo ni quito?

 

TRISTÁN

Más sabes que una mujer,

y callar fuera mejor,

porque alguna no disfame

95

los hombres, si algún infame

se ha puesto afeite y color;

que más de alguno habrá sido

de Heliogábalo retrato.

 

LUZMÁN

¿Cuándo tú me has visto ingrato

100

al ser de que fui nacido?

 

TRISTÁN

¿Cuándo? ¡Oh, qué bien lo acomodas!

Mas cuándo tú no lo fuiste,

que solo dellas naciste

para burlarte de todas:

105

que habiendo nacido de una,

y que alguna te da ser,

yo no te he visto querer

de veras mujer ninguna.

Esto es más claro que el sol,

110

y que muchas que te aman

por toda Roma te llaman

el arrogante español.

¿De qué sirve componerte?

¿Para quién te vistes galas,

115

si no es que a Narciso igualas,

como en el talle, en quererte?

No te quieras tanto a ti

que a ninguna mujer quieras,

pues que gozarte no esperas

120

si alguien no goza de ti.

No hay cosa que más desee

ser vista y comunicada

que la hermosura extremada

en aquel que la posee.

125

Por hallarse una mujer

en el espejo hermosa,

viene a ser tan amorosa

al que la viene a querer.

De modo que no eres bello,

130

pues que no te comunicas.

 

LUZMÁN

Tarde consejos me aplicas.

 

TRISTÁN

Matarte tiene el cabello.

Morirás como Absalón,

pues que de tantas mujeres

135

ninguna estimas ni quieres,

siendo el quererlas razón,

y aborrecerlas repugna

la naturaleza del hombre.

 

LUZMÁN

No es razón que eso te asombre

140

pues no me agrada ninguna,

y el querer no es elección,

porque ha de ser accidente.

 

TRISTÁN

Quererte tan tiernamente

¿no ha de moverte afición?

145

¿El Amor no obliga a amor

y a justa correspondencia?

 

LUZMÁN

En mí verás la experiencia,

Tristán, de tu falso error:

yo aborrezco siendo amado,

150

y a quien me adora desprecio.

 

TRISTÁN

Mucho es porque no eres necio,

si no lo es ser confiado.

¿Cómo no quieres a quien

con tanto extremo te adora?

 

LUZMÁN

155

Direte la causa ahora,

y la disculpa también.

Considero en las mujeres

mil faltas y liviandades,

locuras y libertades

160

y diversos pareceres.

Las que para ser queridas

exterior belleza tienen,

ya por el alma a ser vienen

justamente aborrecidas.

165

Las que el alma tienen tal

que sus malicias reforma,

tienen el cuerpo de forma

que es a Lucifer igual.

Por esto, generalmente,

170

las aborrezco y maltrato.

 

TRISTÁN

¿Tú eres hombre?

 

LUZMÁN

Sí.

 

TRISTÁN

¡Y qué ingrato!

Pero escucha atentamente,

direte de su valor

lo que no podrás negar.

 

LUZMÁN

175

Yo no te quiero escuchar.

 

TRISTÁN

Pues ¡quién venciera tu error!

 

LUZMÁN

Por no oír decir bien dellas

no te escucho; pero advierte

que el tratallas desta suerte

180

me está más bien que querellas;

que, como no me amartelo,

puedo engañar cuantas miro.

Ya finjo el «¡Ay!» del suspiro,

ya la lágrima, ya el celo,

185

ya la desesperación,

y todo aquesto que ves

es por mi propio interés,

que mis tributarias son.

¿Ya no has visto que me dan

190

todo lo que juego y visto?

 

TRISTÁN

Ya de sus joyas te he visto

rico, bizarro y galán.

 

LUZMÁN

Si de una me amartelara,

¿qué fuera de mí?

 

TRISTÁN

¡Detente!

 

Sale Otavia, dama

OTAVIA

195

¡Con mujeres sois valiente!

¡Yo os haré cruzar la cara!

¡Volved acá, fanfarrón!

 

TRISTÁN

Otavia, señor, es esta.

 

OTAVIA

Yo os haré dar la respuesta

200

de tan infame razón.

¿Atrevimientos a mí

y presumir de lo bravo?

Pues aunque me dé a un esclavo…

 

LUZMÁN

Yo lo soy, y estoy aquí.

205

¿Qué es esto, gentil Otavia?

¿Cómo o con quién has reñido?

¿Quien te agravia no ha sabido

que mi propia vida agravia?

Sosiega el sol alterado,

210

si no es que quiere llover

sobre quien no pudo ser

la ocasión deste nublado;

que si la cierta esperanza

de vengarte no te anima,

215

de lo que el mundo me estima

tomará el tiempo venganza.

¿Quién es ese medio muerto

que ha puesto lengua en tu fama?

 

OTAVIA

El que hoy a la tuya infama

220

de tus hazañas incierto;

un hombre que ya se fue,

y con ello se acabó.

 

LUZMÁN

Luego, ¿no lo sabré yo?

 

OTAVIA

¿Tú, mi vida, para qué?

 

LUZMÁN

225

Para sacalle la lengua

que movió para tu agravio.

 

OTAVIA

Menos valiente y más sabio.

 

LUZMÁN

Hablas en mi daño y mengua.

¿Quién te ha ofendido? ¿Quién era

230