El dominé Lucas - Lope de Vega - E-Book

El dominé Lucas E-Book

Лопе де Вега

0,0

Beschreibung

El dómine Lucas es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias palatinas del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo, en este caso articulado en torno a un madrileño advenedizo enamorado de una noble. Para conquistar su amor habrá de hacerse pasar por docto estudiante salmantino.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 94

Veröffentlichungsjahr: 2020

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Lope de Vega

El dominé Lucas

 

Saga

El dominé LucasCopyright © 1930, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726616620

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

FIGURAS DE LA COMEDIA

FABRICIO ROSARDO FULGENCIO LUCRECIA LEONARDA FLORIANO ALBERTO DECIO PLÁCIDO DORISTO LAVINO NEBRO UN CORREGIDOR UN MESONERO [UN CRIADO]

Lavino aparece también como Lavinio.

 

El Corregidor aparece también como Gobernador.

Acto I

Salen FABRICIO y ROSARDO y FULGENCIO, LEONARDA y dos pajes con hachas.

Leonarda Extremada fiesta ha sido.

ROSARDO

¡Bravo toro!

 

LEONARDA

Aquí le temo.

¿Y las suertes?

 

FABRICIO

Por extremo,

y más la que yo he tenido.

 

LEONARDA

5

¿Vos, Fabricio, en qué?

 

FABRICIO

En miraros,

acompañaros y veros.

 

LEONARDA

No puedo aquí responderos.

 

FABRICIO

Ni yo dejar de obligaros.

¿Qué os parece de este día,

10

señor Fulgencio?

 

FULGENCIO

Que está

Alba diferente ya

de lo que en mi edad solía,

que por mi fe que a esta fiesta

vi toda una corte aquí

15

y que aquesta plaza vi

más adornada y compuesta.

 

ROSARDO

¿Más que la corte?

 

FULGENCIO

Sin duda

que lo fue la que algún día

el viejo Duque tenía.

 

FABRICIO

20

El tiempo lo acaba y muda.

Fue hombre de gran valor.

 

FULGENCIO

No menos esta Alba espera

cuando amanezca en su esfera

el sol de tal sucesor.

25

Que yo, con esta vejez,

pienso esperar confiado

de que aquel siglo dorado

ha de volver otra vez.

Que hoy no ha podido la fama

30

sacar de su olvido fiero

a la plaza un caballero

ni a la ventana una dama.

 

FABRICIO

Si es por hacernos afrenta

a mí y a Rosardo, advierte

35

que no pongas de esa suerte

tu hija y sobrina en cuenta.

Que ellas solas en el suelo,

que en otra parte es error,

dan más luz y resplandor

40

que el sol y luna en el cielo.

 

ROSARDO

Por Dios, que yo no salí

por estar mi overo manco

dejando una suerte en blanco

que a una negra prometí.

45

Y de Fabricio, yo sé

que por eso lo dejó,

porque no saliendo yo,

a no salir le obligué.

 

FABRICIO

Yo tenía mis jaeces

50

en Salamanca prestados,

y estábamos disculpados

saliendo otras muchas veces.

Pero yo juro enmendallo,

ofreciéndose ocasión.

 

FULGENCIO

55

¡Que hoy no saliese un rejón

ni un hombre solo a caballo!

Cierto que os he de reñir,

pues no salir causa fue

que un forastero, y a pie,

60

pudiese hacer y decir.

 

LEONARDA

¿Decís por el estudiante

de Salamanca?

 

FULGENCIO

¿Pues quién?

 

LEONARDA

Bien anduvo.

 

ROSARDO

Anduvo bien,

pero es un poco arrogante.

65

Y no fue solo, que había

otros valientes con él.

 

FULGENCIO

Ya por ellos y por él

fue regocijado el día.

A casa habemos llegado;

70

si entrar no queréis, adiós.

 

FABRICIO

Quede, Fulgencio, con vos,

aunque me habéis agraviado.

 

ROSARDO

¡Mi bien!, ¿cuándo podré veros?

 

LEONARDA

Que lo deseo, creed.

 

FULGENCIO

75

¡Hola!, esas hachas volved

con aquesos caballeros.

 

FABRICIO

Eso no habéis de mandar.

 

FULGENCIO

Irán, sin duda.

 

ROSARDO

Eso no,

no he de llevar hacha yo.

 

FABRICIO

80

Ni yo la puedo llevar.

 

FULGENCIO

Pues, adiós, entra adelante.

 

ROSARDO

El viejo nos ha corrido.

 

FABRICIO

¡Oh, cuánta envidia he tenido

al venturoso estudiante!

85

¡Qué soberbias cuchilladas

que le daba al toro!

 

ROSARDO

Y tales,

que no tuvieron iguales

y pueden ser celebradas.

¡Gallardos brazos!

 

FABRICIO

Soberbios,

90

pues cada vez que herían

poca resistencia hacían

cuero, carne, hueso y nervios.

Confieso mi envidia.

 

ROSARDO

Y yo

mi envidia y mis celos juntos.

 

FABRICIO

95

Pues en mí crecen por puntos

los que su talle me dio.

Fuera de que yo entendí

que se le inclinó Lucrecia.

 

ROSARDO

Sí, mas no anduvo tan necia

100

como yo a Leonarda vi.

Que aun aquí me quema y arde

de ver cómo la decía,

cuando el toro acometía:

‟¡Válete Dios! ¡Dios te aguarde!”

105

Y por eso entre la gente

tuvo tales opiniones,

porque aquellas oraciones,

¿a quién no hicieran valiente?

Si ella a mí me deseara

110

tal bien y buena opinión,

no a un toro, a un tigre, a un león

acometiera y matara.

 

FABRICIO

Y Lucrecia, ¿qué decía,

cuando Leonarda rezaba?

115

¿No viste lo que rogaba

y lo que al cielo pedía?

¡Oh, cuánto habemos errado

en no haber salido al coso!

 

ROSARDO

¿No es este aquel venturoso?

 

FABRICIO

120

¿Cuál?

 

ROSARDO

Aquel que va embozado.

 

Sale FLORIANO y ALBERTO, embozados, estudiantes muy galanes y con cuellos bajos.

FABRICIO

¿Pues en qué le conociste?

 

ROSARDO

En la capa con el oro,

que mil veces sobre el toro

con el blanco acero viste.

 

FLORIANO

125

De esto, Alberto, no te asombres,

que has, después de hacer extremos.

 

FABRICIO

¿Quieres que ahora probemos

si es tan bravo con los hombres?

 

ROSARDO

¿Y de un hombre ha de temer

130

quien rinde un fiero animal?

 

FABRICIO

Creed que una espada igual

más miedo suele poner.

Pero pues es forastero

y que mañana se irá,

135

segura el alma estará

de sus celos y su acero.

 

ROSARDO

¿Vos habeisle conocido?

 

FABRICIO

Anduvo tan embozado,

que mientras más fue mirado,

140

menos conocido ha sido.

Pero vamos, que no importa,

que es esto mucha flaqueza.

 

Vanse.

ALBERTO

Al fin, que a tan gran belleza

juzgas tu ventura corta.

 

FLORIANO

145

A otras fiestas he venido,

trayendo determinado

de decirle mi cuidado

para despertar su olvido.

Porque, en efecto, la adoro,

150

pero nunca me atreví.

 

ALBERTO

¿Pues a qué vienes aquí?

 

FLORIANO

No más de a matar un toro.

Solo aficionalla espero.

 

ALBERTO

Muy bien tus brazos podrán,

155

pues en lugar de galán

la sirves de carnicero.

Si de Salamanca, a donde

estudias, vienes aquí

a descuartizarle ansí,

160

¿qué efecto esperas? Responde.

Si siempre embozado vienes,

que aun apenas te conoce,

¿qué fruto quieres que goce

de la esperanza que tienes?

165

¿Qué papel te dio molestia;

qué razones estudiadas,

sino andar a cuchilladas

y a brazos con una bestia?

Cuando se enternezca así,

170

¿piensas que te ha de rogar

y que en un corto lugar

puedes verla y verte a ti?

Tu amor, al fin, vitupero,

porque esta, para ser casta,

175

llamarse Lucrecia basta,

casto nombre y mal agüero.

¿Hasme entendido, Floriano?

¿Floriano, duermes?

 

FLORIANO

Yo, sí

que a tus razones dormí

180

fuerza de amor inhumano.

Que el alma que está despierta

a mil penas y pasiones,

a la luz de tus razones

se duerme obstinada y muerta.

185

Y porque es muy ordinario

de tu amor aconsejarme,

quiero ahora consolarme

con este dolor contrario.

Que todos tus argumentos

190

aquí se han de resolver,

que amor de amigo y mujer

son contrarios elementos.

Tú me encaminas al bien

y Lucrecia a tanto mal,

195

que hoy, por medio desigual,

quiero probar su desdén.

Lo mejor he conocido

y lo peor aprobado;

ya soy áspid encantado,

200

en vano tientas mi oído.

A Salamanca te ve

y di que a Madrid me fui,

porque yo me quedo aquí,

por ver si hallarme podré.

205

Llevarás esos criados,

a quien tendrás por mi cuenta,

mientras a la tuya asienta

amor mis largos cuidados.

Y di en escuelas, por cierto,

210

que vuelvo, y presto ha de ser,

si es cierto poder volver

un hombre después de muerto.

Que cuatro pequeñas leguas

que hay de Salamanca aquí,

215

iré yo por verte a ti

y dar a mis ansias treguas.

Que eres, al fin, el descanso

de mis penas, dulce Alberto,

y para llegar al puerto

220

viento en popa y viento manso.

Esto fue desdicha mía,

Alba mi noche ha de ser,

que tras tanto anochecer

espera el alma algún día.

 

ALBERTO

225

Ve ordenando el testamento;

item más, di lo que queda,

porque a cuerpo y alma pueda

dar descanso y monumento.

¿Qué es aquesto, mata toros?

230

¿Todas aquellas fierezas

paran en estas tristezas

y en aquestos tiernos lloros?

¿Eres quien hoy, como un Cid,

con el valor de tus brazos,

235

hizo aquel toro pedazos

sin gastar traición ni ardid?

¿Pues qué sentimiento es ese,

y más donde está mi ayuda,

que no hay cosa a que no acuda,

240

aunque a estudio y amor pese?

No te quiero aconsejar,

aunque fuera lo mejor,

sino esforzar este amor

y este delito ayudar.

245

Ya soy cómplice contigo,

¿qué es lo que piensas hacer?

 

FLORIANO

Agora acabo de ver

que eres verdadero amigo.

Pero es forzosa tu ausencia

250

por dos imposibles grandes.

 

ALBERTO

Ni lo quieras ni lo mandes,

que perderé la paciencia.

Más que imposible, ¿no es sueño

a un amor tan desigual?

 

FLORIANO

255

Ser mujer tan principal

y ser lugar tan pequeño.

 

ALBERTO

Antes, por esa razón,

solo te echarás de ver.

 

FLORIANO

Muy diferente ha de ser

260

mi nueva imaginación.

 

ALBERTO

¿Cómo?

 

FLORIANO

Aquí suelen venir

de Salamanca estudiantes.

 

ALBERTO

¿Qué estudiantes?

 

FLORIANO

Mendicantes,

que vienen a Alba a pedir.

265

Y de estos uno he de ser

con pobre traje y vestido.

 

ALBERTO

Con risa te he respondido;

y bien, ¿qué piensas hacer?

 

FLORIANO

Hablalla y vella.

 

ALBERTO

¿Y no más?

 

FLORIANO

270

Y declararme con ella.

 

ALBERTO

¿Y ese traje para vella

adónde hallarle podrás?

 

FLORIANO

Decio, ese capigorrón

que nos compra de comer,

275

vino a las fiestas ayer

y hoy le he visto en el mesón.

Entra, Alberto, por tu vida,

y a la plaza le enviarás.

 

ALBERTO

¿Quieres roballe?

 

FLORIANO

No más

280

de la sotana raída,

el ferreruelo y sombrero.

 

ALBERTO

Entro, pues.

 

FLORIANO

Entra y no tardes.

 

ALBERTO

Si sale, no te acobardes,

que darle esta espada quiero.

 

Vase.

FLORIANO

285

Si amor sus flechas y el infierno el fuego,

perdido hubieran, de mi pecho ardiente,

para matar y atormentar la gente,

fuego y flechas sacar pudieran luego.

Y si a Neptuno, que en mi llanto anego,

290

faltara el agua y la inmortal corriente,

hallara nuevo mar en la gran fuente

de lágrimas, que ya me tienen ciego.

Y si al áspid soberbio e iracundo

faltara la ponzoña de su aliento,

295

la hallara de mi pecho en lo profundo.

Y si faltara al ave su elemento,

con mis suspiros sustentara el mundo,

que soy ponzoña, fuego, mar y viento.

 

Sale DECIO, capigorrón, con una sotanilla muy raída y otra hecha pedazos, debajo, y un mal sombrero y mal ferreruelo.

DECIO

¡Qué hora para enviar

300

a un forastero a la plaza!

 

FLORIANO

Vil resolución y traza

me manda amor intentar.

Decio es este.

 

DECIO

Estaba loco

hombre que yal enviaba;

305

mas yo que salí, lo estaba,

no so siendo el peligro poco.

¿A quién he de preguntar?,

que no hay un hombre en el suelo

ni una estrella en todo el cielo

310

por quien me pueda guiar.

Pues yo soy muy animoso,

no hay sombra que no me asombre

con imaginar que es hombre.