El misterio del dragón ojos de fuego - Luisa Villar Liébana - E-Book

El misterio del dragón ojos de fuego E-Book

Luisa Villar Liébana

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Beschreibung

Cuando el bosque cerca de Villa Cornelia sufre incendios que parecen haber sido provocados por un dragón, aunque los dragones no se han visto durante años y siempre fueron amistosos, el alcalde contrata a la gallina detective Cloti y su compañero conejo para investigar el misterio de los incendios.A pesar de parecer despistada, en realidad, Cloti es muy observadora e inteligente, gracias a lo cual es capaz de resolver los enigmas y misterios más escalofriantes. ¿Preparados para acompañar a Cloti en otra de sus emocionantes aventuras?-

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Luisa Villar Liébana

El misterio del dragón ojos de fuego

 

Saga

El misterio del dragón ojos de fuego

 

Copyright © 2009, 2021 Luisa Villar Liébana and SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788728101100

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

MISTERIO EN EL BOSQUE

Villa Cornelia estaba situada en un bonito valle, contaba con un lago, y mucha gente visitaba sus bosques los fines de semana. Especialmente en verano, cuando el lago se llenaba de bañistas y se practicaban actividades de montaña.

Cada año aumentaba el número de visitantes, aquel se esperaba batir un record. Eso creían todos, hasta que empezaron a ocurrir cosas extrañas.

Los excursionistas regresaban antes de lo previsto alborotados y asustados, contando que habían visto un monstruo. Y algunos aseguraban que se trataba de un dragón.

El desconcierto y el caos crecían por momento.

El número de visitantes decaía semana tras semana, las tiendas y supermercados vendían menos, y los hoteles no se llenaban. La economía de la villa estaba al borde de la quiebra.

Y eso no era lo peor.

Lo peor del caso era que el pánico se estaba apoderando de Villa Cornelia. Todos estaban tan asustados que, a pesar del calor del verano, de noche cerraban las ventanas de sus casas por miedo al dragón.

Si las cosas seguían así, la villa y sus alrededores quedarían grabados en la memoria de todos como un lugar maldito al que nadie se acercaría.

El alcalde estaba tan preocupado que decidió ir a ver a Cloti personalmente.

Cloti era una gallina muy especial, la gallina más trepidante del planeta.

Parecía despistada. Pero, en realidad, era muy observadora. Su mente lo analizaba todo. Y con su aguda inteligencia era capaz de resolver los enigmas y misterios más escalofriantes.

Quizás ella y su ayudante Matías Plun serían capaces de resolver el misterio del dragón.

El alcalde era un conejo muy mayor, alcalde de la Villa desde hacía más de veinte años. Eso, sí, votado democráticamente por los electores.

Como era ecologista vestía un traje verde y un sombrero de copa verde. Y siempre llevaba puesta la banda de honor del mejor cuidador de los bosques.

Su salud era delicada, nunca salía del despacho para resolver ningún asunto. Por eso a Cloti le extrañó verlo en su casa aquella bonita mañana de domingo. Algo grave debía de estar ocurriendo.

-¿Qué le preocupa, señor alcalde? –le preguntó tras hacerle sentar en una silla frente al columpio.

Cuando tenía algo importante entre manos, Cloti se balanceaba ligeramente en el columpio del jardín, y eso le ayudaba a concentrarse. Y era allí donde recibía a los clientes.

Y como la salud del alcalde era delicada y se resfriaba cada vez que salía del Ayuntamiento, al empezar a hablar, empezó a toser:

-Querida Cloti... Coj, coj…

-Tranquilícese –le pidió ella.

-Estoy tranquilo. ¡Bermúdez, rápido, mi jarabe!

Bermúdez, uno de los guardaespaldas que lo acompañaban, un tipo fortachón, le dio una cucharada de jarabe, y la tos desapareció.

-Ahora, dígame –dijo Cloti-. ¿Qué ocurre? ¿Por qué ha venido a verme?

-¿Has oído hablar del dragón ojos de fuego?

-¿El dragón? Oh. Pues… Todo el mundo ha oído hablar de él.

-¿Qué opinas?

¿Qué opinaba Cloti? Al principio, que alguien le había gastado una broma a algún excursionista. Pero las cosas habían ido demasiado lejos y todos estaban asustados. No sabía qué pensar.

-Exacto. Las cosas han ido demasiado lejos –dijo el alcalde-. Investiga el asunto. Quiero saber qué ocurre en los bosques, si el dragón existe. ¡Ay! ¡Qué dolor de reuma me acaba de dar! ¡Bermudez, rápido, al Ayuntamiento! Necesito que una enfermera me de una friega. ¡Qué lechuga de reuma!

Entregó una carpeta a la detective, y dijo:

-Estas son las declaraciones de los excursionistas que aseguran haber visto al dragón. He pensado que te gustaría echarles un vistazo

Se montó en el coche oficial y desapareció rumbo al Ayuntamiento, donde una enfermera le daría una friega, no sin antes exclamar:

-¡Atrapa al dragón, Cloti! ¿Me has oído? ¡Atrapa al dragón! Vete al bosque. Mañana mismo quiero una primera impresión.

Atrapar al dragón no era lo mismo que atrapar a un ladrón, pensó Cloti. En fin. Se tomaría el asunto muy en serio. Con esa idea llamó a su ayudante, que se presentó en un periquete muy interesado. Últimamente todo el mundo hablaba de dragones.

Matías era un conejo ayudante de detective muy preparado. Había estudiado ocho años en la universidad, le gustaba la ópera, y siempre vestía de manera elegante con esmoquin y pajarita, y estaba enamorado de Cloti.

La admiraba y la amaba. ¡Oh, sí! ¡Cómo la amaba! Aunque ella no le hacía el menor caso.

Cloti le expuso la situación: El alcalde los había contratado para investigar el misterioso asunto del dragón. Se instalarían en el bosque, dormirían en tiendas de campaña, y no regresarían a Villa Cornelia hasta haberlo aclarado.

-¡Así se habla! –exclamó Matías-. Es que tienes un pico… Estoy enamorado, mi corazón palpita como una patata frita.

Cloti siguió con lo suyo:

-Bien. Nos vamos al bosque. El alcalde quiere una primera opinión mañana mismo.

Se subieron en el Smart verde, el pequeño coche que utilizaban para el trabajo, y pusieron rumbo a los bosques de Villa Cornelia.

*