Salvador Rueda
El secreto
POEMA ESCÉNICO
El secreto
Copyright © 1891, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726660289
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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Á mi ilustre amigo y paisano
Don Enrique Sánchez de León
Salvador Rueda.
PERSONAS
SOFÍA, de veinticinco años.
CLARA, madre de Sofía, viuda, de sesenta.
FERNANDO, futuro de Sofía.
LUIS, hermano de Fernando.
DONATO, modisto.
TERESINA, doncella.
ROSA, criada.
Criados y amigas de Sofía y Clara.
__________
LA ESCENA EN SEVILLA
ÉPOCA ACTUAL
PARTE PRIMERA
Habitación lujosa en casa de Sofía. En el foro, cierro de cristales, que da al jardín, y puertas á derecha é izquierda. Hay algunas plantas vivas sobre las mesas.
I
Teresina y rosa.
Teresina
. (Llamando desde dentro.)¡Rosa, Rosa!
Rosa
. ¿Otra te pego?....
Teresina
. (Entrando.)¿No me oye usted?
Rosa
. (Aparte.) ¡Teresina!
La doncella más portada
que he conocido en mi vida.
(Alto.)¿Qué se le ofrece, señora?
Mande lo que quiera usía.Teresina
. (Aparte.)¡Qué maneras, qué descaro!
¡Y cómo salta á la vista,
por su tipo y por su facha,
que es de inferior jerarquía!
(Alto.)Vaya usted en un momento
á decir á la modista
que desea consultarla
la señorita Sofía.
Rosa
. ¿Pero es que soy yo cedazo?
¡Pues ni que fuera botija!
Que vaya Blas.
Teresina
. Ha salido.
Rosa
. Pues usted.
Teresina
. ¿Yo? ¡No en mis días!
¡No desciendo ni un peldaño
en mi escala distinguida!
Rosa
. Que avise usted al modisto,
que después á la modista,
que al joyero con las joyas,
que á la tienda por las cintas…..
Pues para que otra se case
no es muy gustoso, que diga,
ver que el tiro va á otro lado
y hacia mí la puntería.
II
Sofía
.
Creí del alma en el fondo
faltas de un tiempo perdidas,
y hoy, que velos y azahares
en torno de mí se agitan,
renacer siento el pecado
de entre las muertas cenizas.
III
Clara, Sofía
Clara
. Mucho madrugas.
Sofía
. No es cosa…..
tanto reposo fatiga.
Clara
. (Cariñosa.)¿Es eso solo?....
Sofía
. (Con indecisión.) Eso solo.
Clara
. ¿No hay nada más, hija mía?
Sofía
. Nada, mamá….. sé que dicen
cosas de mí las amigas,
que si me caso muy pronto,
que si río…..
Clara
. Que lo digan.
Gritos que se les escapan
porque las mueve la envidia.
Oye un símil que aquí viene
como al ojo la pupila.
El vaho al luciente espejo
da un vapor como neblina;
si insiste, lo empaña doble;
si vuelve á insistir, lo eclipsa;
pero prosigue el aliento,
y lo que fué mancha tibia,
se hace rocío brillante,
del cristal gala divina.
Del nombre puro y honrado
suele ocuparse la envidia;
Una
boca lo maltrata,
Otra
boca lo denigra,
unos labios lo enaltecen
y otros labios lo derriban;
así, rodando y rodando
entre mil bocas distintas,
el nombre, al pronto empañado,
resplandece, triunfa y brilla.
Sofía
. Como siempre con tus cuentos.
Clara
. Es la experiencia vertida
en esa forma galana
que es española nativa.
También tú los contarás,
¡nadie de hacerlo se libra!
cuando en la dura experiencia
te los enseñe la vida.
Cada cuento entre su forma
guarda una perla divina,
y lo mismo que en su estuche
está la joya escondida,
la tradición las conserva
y sin cesar se recitan.
Pero aquí viene Fernando.
Sofía
. (Aparte.)¡Cómo tiemblo ante su vista!
IV
Clara, Sofía, Fernando.
Fernando
. ¿Dan su permiso?
Clara
. Adelante.
Fernando
. Hoy traigo buenas noticias.
Clara
. ¿Cuándo trajo las funestas?
Fernando
. Quiero decir que hoy arriba
—es un viaje impensado—
mi hermano Luis á Sevilla.
Clara
. ¿Obligación del servicio?....
Fernando
. Sí, cosas de la marina
que vienen como de molde
en esta ocasión propicia.
Clara
. ¿Y no teme á los azares
del mar fiar su destino?
Fernando
. Vive en el mar, y un marino
no teme nunca á los mares.
Además tiene bravura,
firme tesón y ancho pecho;
parece que el mar se ha hecho
para marco á su figura.
Retraído y caviloso,
hecho del mar á la guerra,
no se halla bien en la tierra
porque le cansa el reposo.
(A Sofía.)Pero vamos á admirar
nuestro amable limonero;
que él teja á mi vista quiero
tu corona de azahar.
(Clara se entretiene en cuidar las plantas vivas de las mesas, y sale y entra en escena.)Sofía
. Allí está, ve cuál florecen
sus capullos deslumbrantes.
Fernando
. Parecen perlas brillantes.
Sofía
. Más bien lágrimas parecen.
Fernando
. Cada cáliz es crisol
que puras lágrimas cría,
mas lágrimas de alegría
que cuaja la luz del sol.
Parecerá, cuando bellas
se abran sobre tu hermosura,
que te han puesto por lo pura
Una
corona de estrellas.
Sofía
. (Aparte.)¡Qué tormento!
Fernando
. De tu amor
aprenderán hidalguía,
de tus ojos simpatía,
y pureza de tu honor.
Y en esa naturaleza
siempre tu rostro mirando,
al abrirse, irán copiando
el tipo de tu belleza.
Sofía
. ¡Por Dios!
Fernando
. ¿Te enoja mi acento?
Sofía
. No tal.
Fernando
. Tu faz se oscurece,
y al escucharme, parece
que la nubla un pensamiento.
Sofía
. No es que al oirte desmayo.
Fernando
. Habla, que hablándome así,
parece que entran en mí
todas las luces de Mayo.
Clara
. (Aparte.)Sus frases de dulce miel
oye con fe verdadera;
siente en sí la primavera
y es que está Abril dentro de él.
Fernando
. Todo lleno de esplendor
recobra vida ante tí,
todo, y siento abrirse en mí,
cáliz de luz, el amor.
Dios dice «háganse las flores»
á los tupidos ramajes,
y el sol borda mil encajes
de tintas multicolores.
Naturaleza derrama
sus tesoros con orgullo,
y el sol cincela el capullo
con buril de oro en la rama.
Y en esa resurrección
todo amor y frenesí,
con nuevo afán hacia ti
renace mi corazón.
¿No sientes tú lo que siento?
Sofía
. Sí, Fernando; en mi memoria
entra la luz de la gloria
cuando percibo tu acento.
Él desvanece mis penas;
y al pensar en tus amores,
como un desfile de flores
siento pasar por mis venas.
No sé qué bella atracción
hay en tu rostro adorado,
que como imán fascinado
va tras él mi corazón.
Tras él mis ojos se van
y no sacian su apetito,
y es que el amor infinito
renueva siempre el afán.
Algunas veces la fe
pierde el alma estremecida,
y pregunto entristecida
para mí:«¿le perderé?»
Fernando
. Desecha vanos temores;
para unirnos sólo espero
que tu artista el limonero
teja tu ramo de flores.
Le ayuda el sol sevillano,
y sabes por cosa cierta
que él los amores despierta
y las flores más temprano.
Sofía
. ¿No has de olvidarme jamás?
Fernando
. De mí olvidarme sería,
y yo pienso cada día
en mí menos, y en ti más.
Sofía
. Si no te asalta un desmayo…..
¿No ocurrirá? ¿Lo aseguras?
Fernando
. Lo juraré.
Sofía
. ¿Por quién juras?
Fernando
. (Con cómica solemnidad.)¡Juro por el mes de Mayo!