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El valor de las mujeres es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias palatinas del Siglo de Oro Español, se articula en torno a una serie de enredos contados en tono desenfadado, en este caso en torno a la doble proposición de matrimonio que una duquesa recibe por parte de dos pretendientes. La hermana de la duquesa, enamorada de uno de ellos, intentará frustrar la boda.
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Seitenzahl: 96
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Lope de Vega
Saga
El valor de las mujeresCopyright © 1623, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617399
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
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SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
—fol. 284r→
Capitán de la Real Sala de las Armas, Familiar del Santo Oficio, y Corregidor, y justicia mayor de la provincia de Canta, en los Reinos del Pirú
Estando Cicerón en Atenas, le escribió su amigo Celio que deseaba que le escribiese y dedicase alguna obra suya, y diole por causa deste deseo, Ut intelligamus nos tibicura esse; y de habérsela dedicado, Quod nostrae amicitiae memoriam posteris quoque prodat. Lo que viniera en esta ocasión muy a propósito, si como vuesa merced puede ser Marco Celio, yo fuera Marco Tulio, pero porque en alguna manera se satisfaga a la obligación y se ofrezca a la memoria lo que tan de justicia se le debe, aplicando —fol. 284v→ Ex tam multis tuis monumentis (como el mismo Celio dijo) a la copia de los escritos que van saliendo (aunque deste atrevimiento no fui yo el principio) dedico a vuesa merced esta pequeña parte, grande por la voluntad y inmensa por el deseo. Y porque con las demás, si tuviere dicha de llegar a ese mundo, divierta a vuesa merced de los cuidados y trabajos de tan impensado suceso, causa, que cuando fuera cierta, por ser de la voluntad, no merece tan airada censura, sin advertir que puso Dios ojos al entendimiento para que mirasen los hombres dentro de sí, lo que con los del cuerpo ven en los otros. Diome pena que la parte que a vuesa merced pide haya pasado sus quejas por tantos mares. En mi vida vi deshonor que no se contentase, que le supiese un mundo, pues quiere trayéndole al nuestro, que le sepan entrambos. Favor tendrá vuesa merced aunque le parezca que le deja en Lima, porque ayudar al amigo, dulcissimum est, como fue sentencia del Filósofo, y tiene vuesa merced tantos que no les puede caber a paso desta solicitud. Pero dejando aparte penas, y para olvidarse dellas, trasladando la plática a diferentes cosas de las que solíamos tratar en nuestros estudios, y que hacen más a propósito de la propuesta materia, ya (gracias a Apolo) hay tantos poetas en España, que en las pasadas justas de la Beatificación de nuestro Santo, hubo tres mil y seiscientos —fol. 285r→ y cuarenta papeles de versos, aunque parezca este el número fabuloso de las mujeres que trujo la reina Talestris en la visita de Alejandro. Bien haya terreno que tal produce. Mas, pues vuesa merced es médico, me holgaría de saber: ¿por qué, o cómo se llama esta manera de escribir ‘Manía’, si no es nombre genérico?, y ¿por qué dice Platón «que sin ella no puede haber ingenio grande», si su difinición es Infectio anterioris partis cerebri, cum priuatione imaginationis?; siendo la imaginativa la esencial parte del poeta, la oficina de sus conceptos y pensamientos.
De los manes puede haber procedido que Vives en la exposición de la ciudad de Dios de San Agustín los tiene por el buen Genio, que llamaban Bonus Demon los antiguos, id est, animus virtute perfectus, que no aquella sombra o madre de los lémures y larvas. Aquí conoció vuesa merced un hombre, que vuelto loco de amores de una señora título, escribió excelentes versos, siendo ignorante, debe ser por la sequedad del celebro. Pero, ¿cómo no le ofendía la privación de la imaginación? Lo que es infalible es que Omnes operationes multo elegantiores sunt in cerebro temperato, si bien en los destemplados es más valiente la fantasía. Son los cálidos ingeniosos, aunque inconstantes, y al contrario, los húmidos, los fríos pertinaces en su opinión, ni valen para el ingenio, ni para el juicio, como son ejemplo las mujeres, —fol. 285v→ cuyo consejo, el primero es bueno, el segundo temerario y el tercero perverso. Fue máxima de los estoicos Omnes insipientes esse insanos. Dispútala Cicerón en el tercero de las Cuestiones Tusculanas. El nombre de insania significa mentis agrotationem. Los filósofos llamaron enfermedad las perturbaciones del ánimo, Omnes insipientium animi in morbo sunt, porque Omnes insipientes insaniunt, presumo que es insanire, escribir con ignorancia; y así lo he visto en las obras de muchos, uno de los cuales, lego a natiuitate, corriendo por toda el Andalucía sus comedias, jamás han sido afectas en esta Corte, disposición diagnóstica para saber la duración y efetos de semejantes cometas. Deseo que el excelentísimo Príncipe acabe su gobierno felicemente, de que me dicen que está cerca, para que gocemos de su divino ingenio como solíamos, y veamos a vuesa merced libre de enemigos bárbaros, tan lejos de la Patria, cuya privación tanto mal pareció a Eurípides, teniendo Quintiliano por mejor «ser despojado de los propios, que vendido de los ajenos». Refiere Tulio, que el divino Platón se fue de la conversación de Sócrates en el Pireo, fingiendo que iba al templo, por no detener un hombre tan venerable tan largo tiempo, a cuyo ejemplo podrá ser esta Epístola culpada, de quien ignorase mi amor, y que hablo con vuesa merced para todo un año, pues —fol. 286r→ hay tanto mar enmedio, porque yo, Siue in extremis penetrarit Indos (como dijo Catulo) hoc amem necesse est. Olvideme de decir que en estos patios de Palacio vi la persona que a perseguir su mismo honor pasó a España desde las más remotas Indias, Tenedius homo, como dice el Adagio, y que difícilmente romperá la tenacidad de su primera aprehensión. Marcela es ya monja descalza. Lope está en Sicilia con el excelentísimo Marqués de Santa Cruz, mi señor y mi protector. Feliciana se halla con poca salud. Al jardinillo quité los pájaros, porque venían los defuera a hurtarles el sustento, como ahora sucede a muchos poetas. Los libros del estudio tienen menos polvo como es mayor la edad. En materia de la plata que allá sobra, Zonam perdidi. Dios guarde a vuesa merced y le traiga con bien a España.
Su capellán y verdadero amigo, Lope de Vega Carpio.
—fol. 286v→
Salen LUCRECIA y LISARDA.
LUCRECIA ¿Qué respondiste?
LISARDA Sin pena,
esta respuesta les doy:
al uno que suya soy,
y al otro que soy ajena,
que a mi valor corresponde 5
la resolución que ves.
LUCRECIA Sentirá mucho el Marqués
que le dejes por el Conde.
LISARDA Que lo sienta o no, Lucrecia,
no ha sido por mi opinión, 10
si aquesta resolución
culpare alguno por necia.
Que propuestos dos maridos,
en sangre y nobleza iguales,
y los hombres principales 15
de mi estado prevenidos,
—fol. 287r→
acordaron la elección
del Conde, porque el Marqués,
aunque es más rico, no es
de tanta satisfación. 20
LUCRECIA ¿Firmáronse los conciertos?
LISARDA Ya, Lucrecia, los firmé.
LUCRECIA Al Marqués temo.
LISARDA ¿Por qué,
siendo seguros y ciertos,
engañole mi esperanza, 25
mis cartas, mis dilaciones?
LUCRECIA No sé si a peligro pones
tu inocencia y confianza,
porque dicen que es Fineo
hombre feroz y arrogante. 30
LISARDA Ya no hay peligro que espante
la fuerza de mi deseo.
Ya soy del Conde mujer,
no sola como lo he sido,
y pues ya tengo marido, 35
él me sabrá defender.
LUCRECIA ¿Has visto al Conde?
LISARDA Jamás.
LUCRECIA ¿Y al Marqués?
LISARDA Menos, que ha sido
el cielo quien ha querido
que estime a Carlos en más. 40
Esto de las voluntades
ha de ser con las estrellas,
porque, ¡ay Lucrecia sin ellas!,
más mentiras que verdades.
Pero cuando su influencia 45
engendra la voluntad,
halla sin dificultad
sujeta correspondencia.
No he visto al Conde, y le quiero.
LUCRECIA Es que la imaginación 50
le da al uno perfección
y al otro le pinta fiero.
LISARDA Mal haces en no pensar
los grandes merecimientos
del Conde.
LUCRECIA Estos casamientos, 55
¿cuándo se han de ejecutar?
LISARDA Pienso que vendrá por mí
su hermano del Conde, presto.
LUCRECIA Si está del cielo dispuesto,
venga en buen hora por ti. 60
LISARDA Voy a escribirle.
LUCRECIA No creo
(Vase LISARDA.)
que te casarás con él,
porque mi envidia, crüel,
salió al paso a tu deseo.
Al Conde, por fama adoro, 65
y envidiosa he procurado
deshacer lo que han tratado
contra mi sangre y decoro.
Escribile una mentira
poderosa a deshacer 70
su concierto, que en mujer,
la envidia, el amor, la ira
y la venganza, han tenido
siempre más fuerte rigor
que en el hombre, aunque el valor 75
no menos heroico ha sido.
Quisiera para mi estado
al Conde, de quien se cuentan
tales hazañas, que aumentan
mi amor, mi envidia y cuidado. 80
Pero pues el bien que aguarda,
por mi desdicha perdí,
ya que no fue para mí,
no ha de gozalle Lisarda.
(Vase, y salen el CONDE CARLOS y LUCINDO, suhermano.)
LUCINDO No me encubras tu tristeza, 85
mira que tu hermano soy.
CARLOS Triste, aunque contento, estoy.
LUCINDO Repugna a naturaleza.
CARLOS No hace, pues puede ser
que procedan de un efeto, 90
—fol. 287v→
para estar en un sujeto
juntos, pesar y placer.
LUCINDO ¿Cómo?
CARLOS Teniendo pesar
del daño, que al fin es daño,
y placer del desengaño, 95
si os quisieron engañar.
LUCINDO Pues la duquesa Lisarda
te quiso engañar ahora,
cuando como ves te adora,
y, como escribe, me aguarda. 100
CARLOS Ya, Lucindo, tu jornada
cesó con justa ocasión.
LUCINDO ¿Que cesó?, ¿Por qué razón?
¿No estaba ya concertada?
¿No es la Duquesa tu esposa? 105
CARLOS Mi esposa pudiera ser,
si fuera en su proceder
como en su sangre dichosa.
LUCINDO ¿En su proceder?, ¿qué dices?
¿Quién te ha engañado?
CARLOS Esta carta, 110
de mi pretensión me aparta.
LUCINDO Los matrimonios felices,
Carlos, no han de comenzar
en sospechas.
CARLOS Pues por eso
le escribo todo el suceso 115
y mudo intento y lugar.
Yo me caso en otra parte.
LUCINDO Aciertas.
CARLOS Leerla puedes.
LUCINDO Carlos, de que libre quedes,
el parabién quiero darte. 120
CARLOS Y del nuevo casamiento.
LUCINDO La carta quiero leer.
CARLOS Por ella podrás saber
cómo estoy triste y contento.
LUCINDO (Lea.)
«Una mujer que tenéis 125
aficionada por fama,
y que tanto, Conde, os ama,
y aun más que vós merecéis,
viéndoos casar con Lisarda,
tuvo lástima de vós, 130
supuesto que de los dos
daño ni provecho aguarda.
De su casa y sangre soy,
pero más soy de la vuestra,
pues olvidando la nuestra, 135
tan de vuestra parte estoy.
Lisarda es mujer tan vil
que aficionada a un crïado
de su casa, más que honrado,
galán, discreto y gentil, 140
tiene prendas de su amor,
vós veréis lo que os conviene,