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El verdadero amante es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias palatinas del Siglo de Oro Español, se articula en torno a una serie de enredos contados en tono desenfadado.
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Seitenzahl: 88
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Lope de Vega
Saga
El verdadero amanteCopyright © 1595, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617436
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
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SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Mirando un día el retrato de vuestro hermano Carlos Félix, que, de edad de cuatro años, está en mi estudio, me preguntastes qué significaba una celada que, puesta sobre un libro en un mesa, tenía por alma del cuerpo esta empresa: Fata sciunt; y no os respondí entonces porque me pareció que no érades capaz de la respuesta. Ya que tenéis edad, y comenzáis a entender los principios de la lengua latina, sabed que tienen los hombres para vivir en el mundo, cuando no pueden heredar a sus padres, más que un limitado descanso, dos inclinaciones: una a las armas, y otra a las letras, que son las que aquella celada y libro significan con la letra, que en aquellos tiernos años dice que el cielo sabe cuál de aquellas dos inclinaciones tuviera Carlos si no le hubiera, como salteador, la muerte arrebatado a mis brazos y robado a mis ojos, puesto que a mejor vida, dolorosamente, por las partes que concurrían en él de hermosura y entendimiento con esperanzas de que había que mejorar mi memoria sobreviviendo a mis años, por la razón de, curso de la naturaleza, orden sujeta a los accidentes de la vida. Vos quedastes en su lugar, no sé con cuál genio, cuya definición os darán Pausanias y Plutarco cuando sepáis entenderlos; el uno en los Acaicos, y el otro en la Vida de Bruto. Ni aun conozco la calidad de vuestro ingenio; que San Agustín tuvo por felicísimo al que nació con él, como en el libro cuarto de la Ciudad de Dios lo siente el Santo; y fue opinión de Cicerón y de Aristóteles la ventaja que hace al arte la naturaleza, a quien afrenta Plinio pensando que la cultura de las artes se debe a la avaricia; bien que casi siempre es verdad cuando no las estudia el gran señor y príncipe, y aun entonces puede ser vanidad, y no virtud, como se ha visto en muchos. Mas ¿para qué os persuado con autores, cuando aun estáis en los primeros rudimentos de la lengua latina? Cosa que no podéis excusar, aunque si hubiera quien os enseñara bien la castellana, me contentara más de que la supiérades; porque he visto muchos que, ignorando su lengua, se precian, soberbios, de la latina, y todo lo que está en la vulgar desprecian, sin acordarse que lo griegos no escribieron en latín, ni los latinos en griego; y os confieso que me causa risa ver algunos hombres preciarse de poetas latinos, y en escribiendo en su lengua parecer bárbaros; de donde conoceréis que no nacieron poetas, porque el verdadero, de quien se dice que ha de tener uno cada siglo, en su lengua escribe y en ella es excelente, como el Petrarca en Italia, el Ronsardo en Francia y Garcilaso en España, a quien también deben sus patrias esta honra; y lo sintió el celestial ingenio de Fr. Luis de León, que pretendió siempre honrarla, escribiendo en ella, como también le sucedió a Fr. Luis de Granada, después de muchos sermones que hay suyos en la lengua latina; y en ella escribieron Fr. Fernando del Castillo, Fr. Agustín de Avila, el P. Ribadeneira, el Dr. Mariana y otras excelentes ingenios, sus
historias. No os desanimo para que con menos cuidado estudiéis esta reina de las lenguas, tercera en orden a las del mundo, aunque más común que todas; procuralda, saber, y por ningún caso os acontezca aprender la griega, porque, desvanecido, no digáis lo que algunos que saben poco della y de otras, por vendernos a gran precio la arrogancia de que la entienden; y porque no sepáis lengua tan engendradora de soberbios, y que tan pocos pueden saber que la sabéis, que un catedrático de griego, natural de Guipúzcoa, hallándose en su escuela de Alcalá asaltado de improviso de muchos señores de la corte, oró en vizcaíno delante dellos y fue tenido por hombre insigne, hasta que un secretario de un príncipe, que era de la misma patria, deshizo el atrevido engaño, diciendo que le había entendido. En una de aquellas famosas librerías de Sevilla pidió el P. Fr. Luis de León una Biblia, si acaso la tenían, hebrea. Diósela el dueño, admirado de que la pidiese, y mucho más de vérsela leer en alta voz; pero llevando consigo un sobrino suyo, ingenio singular y del mismo hábito, pidió otro cualquiera libro, si acaso le tenían, en la lengua hebrea; diole el librero los salmos de David, de maravillosos caracteres e impresión del excelente Plantino; y comenzando a leer disparates, porque ignoraba la lengua entonces, volvió Fr. Luis a reprenderle airado; a quien el sobrino dijo: «Déjeme vuesa paternidad, que para el señor librero tan hebreo es esto como esotro.» Vos me habéis entendido; y en razón de la inclinación, que fue el principio de esta carta, no tengo más que os advertir; si no os inclináredes a las letras humanas, de que tengáis pocos libros, y esos selectos, y que les saquéis las sentencias, sin dejar pasar cosa que leáis notable sin línea, o margen; y si por vuestra desdicha vuestra sangre os inclinare a hacer versos (cosa de que Dios os libre), advertid que no sea vuestro principal estudio, porque os puede distraer de lo importante, y no os dará provecho. Tened en esto templanza; no sepáis versos de memoria, ni los digáis a nadie; que mientras menos tuviéredes desto, tendréis más de opinión y de juicio; y en esta materia, y lo que os importa seguir vuestros estudios sin esta rémora, no busquéis, Lope, ejemplo más que el mío, pues aunque viváis muchos años no llegaréis a hacer a los señores de vuestra patria tantos servicios como yo, para pedir más premio; y tengo, como sabéis, pobre casa, igual cama y mesa y un huertecillo cuyas llores me divierten cuidados y me dan conceptos. Libraréisos con esto de que os conozcan; que por la opinión de muchos es gran desdicha y así tenía por jeroglífico un hombre docto deste tiempo un espejo en un árbol, a quien unos muchachos tiraban piedras, con esta letra: Periculosus splendor. Yo he escrito novecientas comedias, doce libros de diversos sujetos, prosa y verso, y tantos papeles sueltos de varios sujetos, que no llegará jamás lo impreso a lo que está por imprimir; y he adquirido enemigos, censores, asechanzas, envidias, notas, reprensiones y cuidados; perdido el tiempo preciosísimo, y llegada la non intellecta senectus, que dijo Ausonio, sin dejaros más que estos inútiles consejos. Esta comedia, llamada El verdadero amante, quise dedicaros, por haberla escrito de los años que vos tenéis; que aunque entonces se celebraba, conoceréis por ella mis rudos principios; con pacto y condición que no la toméis por ejemplar, para que no os veáis escuchado de muchos y estimado de pocos. -Dios os guarde.
VUESTRO PADRE.
Salen JACINTO, músicos y PASTORES con baile y fiesta, yun SACERDOTE.
SACERDOTE No suene rumor alguno
hasta que a avisaros vuelva
en tiempo más oportuno,
pues Regamos a la selva
sagrada, a la diosa Juno, 5
cuyas manos vengativas
tanto las nuestras altivas
castigan cuando se atreven,
que hasta los vientos no mueven
las hojas destas olivas. 10
UN PASTOR En nada os disgustaremos,
ni la gran diosa permita
que su selva despreciemos.
¡Hola! Cese el baile y grita.
OTRO Pues lo mandais, cesaremos. 15
SACERDOTE Todos hincad la rodilla,
y con voluntad sencilla
mostrad que es nuestra intención
ofrecerle el corazón,
que por víctima se humilla. 20
(Descubren la diosa Juno en un templo.)
¡Oh santa Juno, que fuiste
del alto Júpiter prenda!
Tú que, más bella, venciste
a Palas en la contienda
y a Venus obscureciste, 25
asiste a nuestro deseo
por el despojo y trofeo
que se te ofrece este día,
y venga en tu compañía
el sacro dios Himeneo. 30
Doristo con Amaranta
quieren tu yugo amoroso;
asiste, pues, Juno santa,
y el lazo dificultoso
de la coyunda levanta; 35
y en tanto que se levante,
cualquier agüero se espante
de tu poderosa diestra:
ni la corneja siniestra
ni el buho nocturno cante. 40
Ya vuestras bodas pronuncia.
Aquella blanca paloma,
Doristo, tu bien anuncia.
(A la novia.)
La mano a tu esposo toma
y tu libertad renuncia. 45
No hay que temer fin prolijo.
DORISTO A la aldea nos volvamos.
¡Qué grande bien nos predijo!
SACERDOTE Pastores, de aquí partamos.
PASTORES Cese el baile y regocijo. 50
(Vanse todos; queda JACINTO solo.)
JACINTO ¿Permitirás levantarme,
falso amor, de aqueste suelo,
donde he venido a humillarme?
Pero si caí del cielo,
¿dónde puedo asegurarme? 55
¡Ay, pregunta sin provecho!
Pues en el aire, sospecho,
por donde amor me subió,
mis esperanzas y yo
nos hemos pedazos hecho. 60
¿Que te casaste, Amaranta?
¡Muerto soy!
(Sale DANTEO.)
DANTEO (Sin ver a JACINTO.)
¡Oh! Atalanta,
préstame tus pies veloces.
Así tu Hipómenes goces,
que en verte agora se espanta. 65
Déjame dar esta nueva
a aquel verdadero amigo:
Eco, mis acentos lleva;
detente, viento enemigo:
no la estorbes, que ya prueba. 70
Dile a Jacinto, el dichoso,
que el rapacillo envidioso
en este punto le ha dado
el más venturoso estado
que tuvo pecho amoroso. 75
Dile que se abrase y arda,
que pene, padezca y muera,
pues que le adora Belarda,
de toda nuestra ribera
la pastora más gallarda. 80
No es este amor, que provoca
a un alma a volverse loca,
malicia que imaginé;
que de su boca lo sé
y lo sabrá de mi boca. 85
Basta que me ha preguntado
quién es y en qué punto precia
el ser de zagal honrado,
y si el ganado desprecia
o guarda ajeno ganado; 90
y he hecho lo que he podido
en decirle que ha tenido
elección de mujer cuerda,