Enemigo rumor - José Lezama Lima - E-Book

Enemigo rumor E-Book

José Lezama Lima

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Beschreibung

Enemigo rumor fue publicado por José Lezama Lima en 1941. Es un libro inspirado en los clásicos españoles del Siglo de Oro, los simbolistas franceses y el Surrealismo. Enemigo rumor revela  la creencia de Lezama en que la poesía es un acto religioso y metafísico. Y, entre otros poemas ya legendarios, aquí reunidos cabe citar: - Ah, que tú escapes - San Juan de Patmos ante la puerta latina - Noche insular: jardines invisibles - Un puente, un gran puenteEl mismo título del libro es ya bastante significativo. El propio Lezama explica en una carta a Cintio Vitier: «Se convierte a sí misma, la poesía, en una sustancia real, y tan devoradora que la encontramos en todas las presencias. Y no es el flotar, no es que la poesía en la luz impresionista, sino la realización de un cuerpo que se constituye en enemigo y desde allí nos mira. Pero cada paso en esa enemistad provoca estela o comunicación inefable.» En este libro el poema Ah, que tú escapes, se puede considerar como el primer signo de madurez literaria del autor. El agua es uno de los elementos centrales en Enemigo rumor como lo es también en Muerte de Narciso. Esto, llevado a un plano metafísico, se puede interpretar como un deseo posesivo de conocimiento. Sin embargo, éste es un deseo que nace frustrado, porque la poesía, como el agua, no se deja atrapar, se escapa en el instante en el que alcanza su mejor definición. En Enemigo rumor se manifiestan las preocupaciones religiosas, identitarias y metafísicas de Lezama. Se percibe también cómo su poesía se posiciona en un fascinante punto medio, entre las vanguardias literarias del siglo XX, la Biblia y los autores del Siglo de Oro.

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José Lezama Lima

Enemigo rumor

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: Enemigo rumor

© 2024, Red ediciones S.L.

Diseño cubierta: Michel Mallard

ISBN rústica ilustrada: 978-84-1126-757-1.

ISBN tapa dura: 978-84-1126-239-2.

ISBN ebook: 978-84-1126-767-0.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 11

La vida 11

Enemigo 12

Enemigo rumor 15

I. Filosofía del clavel 17

Ah, que tú escapes 19

Rueda el cielo 21

Son diurno 23

Una oscura pradera me convida 25

Avanzan 27

Discurso para despertar a las hilanderas 29

Se te escapa entre alondras 31

No hay que pasar 33

I 33

II 33

Madrigal 35

Figuras del sueño 37

I 37

II 37

III 38

IV 39

V 40

VI 40

VII 41

Como un barco 43

Puedo mirar 45

Queda de ceniza 47

I 47

II 48

III 48

IV 50

II. Sonetos infieles 51

Sonetos a la virgen 53

I 53

II 53

III 54

IV 55

Ordenanza del marqués de Acapulco 57

Comienzo del humo 59

Primera luz 61

Su sueño toca 63

Melodía 65

Vuelta del aire 67

No ya el otoño 69

Espuelas 71

Fácil sueño 73

Llovida 75

Breve sueño 77

Pez nocturno 79

Ahora que estoy 81

Cifra de muerte 83

Último deseo 85

A santa Teresa sacando unos idolillos 87

Invisible rumor 89

I 89

II 89

III 90

IV 91

V 91

VI 92

III. Único rumor 93

Fiesta callada 95

I 95

II 95

III 97

Cuerpo, caballos 99

I 99

II 101

Aislada ópera 105

Doble desliz, sediento 109

San Juan de Patmos ante la puerta latina 113

Suma de secretos 117

Noche insular: jardines invisibles 121

Un puente, un gran puente 129

Brevísima presentación

La vida

José Lezama Lima (La Habana, 19 de diciembre de 1910-9 de agosto de 1976). Cuba.

Nació el 19 de diciembre de 1910 en el campamento militar de Columbia, en La Habana, hijo de José María Lezama, coronel de artillería, y de Rosa Lima. En 1920, Lezama entró en el colegio Mimó, donde terminó sus estudios primarios en 1921. Hizo sus estudios de segunda enseñanza en el Instituto de La Habana, y se graduó como bachiller en ciencias y letras en 1928. Un año más tarde estudió Derecho en la Universidad de La Habana.

Lezama participó el 30 de septiembre de 1930 en los movimientos estudiantiles contra la dictadura de Gerardo Machado. Y publicó por entonces el ensayo Tiempo negado, en la revista Grafos, en la que al año siguiente se publica su primer poema titulado Poesía. Hacia 1937 fundó la revista Verbum y publicó su libro Muerte de Narciso. En los años siguientes fundó otras tres revistas: Nadie parecía, Espuela de Plata y Orígenes, junto a José Rodríguez Feo.

En 1964 Lezama se casó con su secretaria María Luisa Bautista. En 1965 ocupó el cargo de investigador y asesor del Instituto de literatura y lingüística de la Academia de Ciencias. En esa época fue publicada su Antología de la poesía cubana.

Su novela Paradiso apareció en 1966, fue considerada una de las obras maestras de la narrativa del siglo XX y calificada por las autoridades cubanas de «pornográfica».

Profundo conocedor de Platón, los poetas órficos, los gnósticos, Luis de Góngora y las literaturas culteranas y herméticas, Lezama vivió entregado a la escritura. Murió el 9 de agosto de 1976 a consecuencia de las complicaciones del asma que padecía desde niño.

Enemigo

Enemigo rumor fue publicado por José Lezama Lima en 1941. Es un libro inspirado en los clásicos españoles del Siglo de Oro, los simbolistas franceses y el Surrealismo. Enemigo rumor revela la creencia de Lezama en que la poesía es un acto religioso y metafísico.

En este libro aparece el poema Ah, que tú escapes, que se puede considerar como el primer signo de madurez literaria del autor. Y, entre otros poemas ya legendarios, aquí reunidos cabe citar:

San Juan de Patmos ante la puerta latina

Noche insular: jardines invisibles

Un puente, un gran puente

En ellos se manifiestan las preocupaciones religiosas, identitarias y metafísicas de Lezama y se percibe cómo su poesía se posiciona en un fascinante punto medio, entre las vanguardias literarias del siglo XX, la Biblia y los autores del Siglo de Oro.

Enemigo rumor

I. Filosofía del clavelAh, que tú escapes

Ah, que tú escapes en el instante

en el que ya habías alcanzado tu definición mejor.

Ah, mi amiga, que tú no quieras creer

las preguntas de esa estrella recién cortada,

que va mojando sus puntas en otra estrella enemiga.

Ah, si pudiera ser cierto que a la hora del baño,

cuando en una misma agua discursiva

se bañan el inmóvil paisaje y los animales más finos:

antílopes, serpientes de pasos breves, de pasos evaporados,

parecen entre sueños, sin ansias levantar

los más extensos cabellos y el agua más recordada.

Ah, mi amiga, si en el puro mármol de los adioses

hubieras dejado la estatua que nos podía acompañar,

pues el viento, el viento gracioso,

se extiende como un gato para dejarse definir.

Rueda el cielo

Rueda el cielo —que no concuerde

su intento y el grácil tiempo—

a recorrer la posesión del clavel

sobre la nuca más fría

de ese alto imperio de siglos.

Rueda el cielo —el aliento le corona

de agua mansa en palacios

silenciosos sobre el río—

a decir su imagen clara.

Su imagen clara.

Va el cielo a presumir

—los mastines desvelados contra el viento—

de un aroma aconsejado.

Rueda el cielo

sobre ese aroma agolpado

en las ventanas,

como una oscura potencia

desviada a nuevas tierras.

Rueda el cielo

sobre la extraña flor de este cielo,

de esta flor,

única cárcel:

corona sin ruido.

Son diurno

Ahora que ya tu calidad es ardiente y dura,

como el órgano que se rodea de un fuego

húmedo y redondo hasta el amanecer

y hasta un ancho volumen de fuego respetado.

Ahora que tu voz no es la importuna caricia

que presume o desordena la fijeza de un estío

reclinado en la hoja breve y difícil

o en un sueño que la memoria feliz

combaba exactamente en sus recuerdos,

en sus últimas playas desoídas.

¿Dónde está lo que tu mano prevenía

y tu respiración aconsejaba?

Huida en sus desdenes calcinados

son ya otra concha,

otra palabra de difícil sombra.

Una oscuridad suave pervierte

aquella Luna prolongada en sesgo

de la gaviota y de la línea errante.

Ya en tus oídos y en sus golpes duros

golpea de nuevo una larga playa

que va a sus recuerdos y a la feliz

cita de Apolo y la memoria mustia.

Una memoria que enconaba el fuego

y respetaba el festón de las hojas al nombrarlas

el discurso del fuego acariciado.

Una oscura pradera me convida

Una oscura pradera me convida,

sus manteles estables y ceñidos,

giran en mí, en mi balcón se aduermen.

Dominan su extensión, su indefinida

cúpula de alabastro se recrea.

Sobre las aguas del espejo,

breve la voz en mitad de cien caminos,

mi memoria prepara su sorpresa:

gamo en el cielo, rocío, llamarada.

Sin sentir que me llaman

penetro en la pradera despacioso,

ufano en nuevo laberinto derretido.

Allí se ven, ilustres restos,

cien cabezas, cornetas, mil funciones

abren su cielo, su girasol callando.

Extraña la sorpresa en este cielo,

donde sin querer vuelven pisadas

y suenan las voces en su centro henchido.

Una oscura pradera va pasando.

Entre los dos, viento o fino papel,

el viento, herido viento de esta muerte

mágica, una y despedida.

Un pájaro y otro ya no tiemblan.

Avanzan

Avanzan sin preguntar,

auxilios, campanillas,

sin farol, sin espuelas.

Intratable secreto,

ganancias declamadas.

Redondear, desaparecer,

breve tacto sin fin,

mano de límites previos,

peligros que la mirada

—argumentos— no puede curvar,

distanciar, desaparecer.

Respiro la niebla

de deshojar fantasmas;

con humo me pinto.

Como estrella sin firma

sobrenadan mis manos.

Sueño abejas reidoras

y lunas destrenzadas

y el abandono

encogido, disperso

de secretos sobresaltos, nieves declamadas.

Discurso para despertar a las hilanderas

Cuando advierte,

leve agitación, fronda inclinada,

va muriendo, color que si pregunta

en la sonrisa no puede ya ni respirar

horas grabadas en el aire dormitando

en los relieves, en la oquedad

del agua ascendiendo hasta los labios,