Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
Juan de Dios y Antón Martín es una comedia teatral sacra del autor Lope de Vega. En la línea de los textos teatrales cristianos del Siglo de Oro Español, se articula en torno a ciertas escenas de la vida de un santo, en concreto de San Juan de Dios y la relación con sus hermanos.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 103
Veröffentlichungsjahr: 2020
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Lope de Vega
Saga
Juan de Dios y Antón MartínCopyright © 1965, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617498
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Salen un LABRADOR, y JUAN DE DIOS en hábito de pastor.
LABRADOR
¿Tú soldado?
JUAN
Yo soldado.
LABRADOR
¿Qué dices?
JUAN
Lo que has oído.
LABRADOR
Detente, que vas perdido.
JUAN
No pienso guardar ganado;
hoy se acaba, mayoral,
el oficio de pastor.
LABRADOR
Sin duda que el atambor
fue causa de tanto mal.
JUAN
Esto tenedlo por cierto,
que yo del monte venía,
donde contento vivía,
al hielo, al sol descubierto,
por pan y sebo a la villa,
cuando en escuchando el son,
y viendo tanto Guzmán.n
de media azul y amarilla,
sentí bullirme en los pies
un no sé qué, de manera
que me iré con la bandera
adonde vaya el Francés;
y al fin del mundo, y es poco,
tras aquel son celestial.
LABRADOR
Míralo bien.
JUAN
Mayoral,
no hay que mirar.
LABRADOR
¿Estás loco?
JUAN
Hagamos cuenta, y creed
que no puedo más conmigo.
LABRADOR
¿Qué cuenta he de hacer contigo?
JUAN
Mayoral, mucha merced
me habéis hecho en vuestra casa;
mas ¿cuál es más justa ley,
serviros a vos o al Rey?
LABRADOR
Allá verás lo que pasa,
¿piensas que es todo llevar
por el monte los corderos?
JUAN
Pues ¿qué trabajos más fieros
podéis, mayoral, contar
de la guerra y del soldado,
que pasa un triste pastor?
Toca la caja.
Perdonad, que el atambor
segunda vez me ha llamado;
hoy marcha la compañía.
Si algo en remuneración
de mis servicios, que son
por toda la vida mía
(pues niño vine a serviros
de Portugal, donde soy),
me queréis dar, pues me voy,
no tengo más que deciros.
LABRADOR
Ahora bien, yo he conocido,
Juan, que tu buen natural
(que, en efecto, en Portugal
debes de ser bien nacido),
te lleva a cosas mayores,
pues que por las armas dejas
los prados y las ovejas
y los amigos pastores.
Parte en buena hora a la guerra.
No te quiero detener;
y Dios te deje volver
con bien a esta misma tierra
o al lugar en que naciste.
Nuestro Conde de Oropesa,
que para la justa empresa
que en estas cajas oíste,
ayuda al emperador
Carlos Quinto, que Dios guarde,
con la gente que esta tarde
marcha para dar favor
a Fuenterrabía, a quien
en Francés piensa tomar,
hoy quiere verla marchar.
Conmigo a escribirte ven,
que yo te daré una espada
que en mi mocedad tenía,
cuya guarnición solía
ser, aunque antigua, dorada,
y te buscaré un sombrero.
JUAN
Echarme he a vuestros pies.
LABRADOR
Si, retirado el Francés,
lo que de Carlos espero,
y la nobleza de España
que a resistirle camina,
amor a volver te inclina
a tu ganado y cabaña,
aquí mi casa tendrás.
JUAN
Del bien que en ella me hicistes,
que el ser que tengo me distes,
no me olvidaré jamás.
Priesa me da el atambor;
no me mandéis detener;
la espada habré menester.
LABRADOR
Vamos, soldado pastor.
JUAN
¡Adiós, monte! ¡Adiós, ganados!
LABRADOR
Dios te haga capitán.
JUAN
Soy yo muy pobre, y serán
pobres también los soldados.
Vanse, y salen una CAJA, y BANDERAS, y SOLDADOS en orden; CALAHORRA, soldado, y MENDOZA, y LEONOR, de hombre, con arcabuz, y el capitán JUAN FÉRRIZ, y el CONDE en alto.
CONDE
Lucida y como, en fin, de vuestra mano
sale, a mi parecer, la compañía,
para servir a Carlos soberano.
CAPITÁN
Seguro puede estar Vueseñoría
que puede retirar al Francés sola;
ni la verá mejor Fuenterrabía,
que por mucho que España se acrisola,
ninguno le ha de dar más brava gente.
CONDE
Toda la juventud noble española
marcha a servir al Rey alegremente;
la empresa es generosa y de importancia,
mostrad, amigos, corazón valiente,
y aunque os parezca larga la distancia,
marchad de suerte, que al llegar no vea
retirada la cólera de Francia.
CAPITÁN
El de Alba, dicen que su brazo emplea
en esta empresa por primera hazaña.
CONDE
El Duque de Alba espero yo que sea
toda la gloria y el valor de España.
Quítese el CONDE, y salga JUAN con sombrero, capotillo y espada.
JUAN
Sospecho que vengo tarde,
porque ya marchando van.
Soldado, un momento aguarde,
¿podré hablar al capitán?
LEONOR
Pues ¿por qué no?
JUAN
Dios le guarde.
LEONOR
¿Qué le queréis?
JUAN
Ser soldado.
LEONOR
¿Vos?
JUAN
Pues ¿no lo puedo ser?
¿Parézcole muy quebrado?
LEONOR
No, mas que debéis de haber
guardado negro ganado.
JUAN
Negro no, mas blanco sí,
y yo pienso que de mí
los buenos soldados se hacen
mejor que de los que nacen...
pero dejémoslo ansí,
que también nace el valor
entre holanda y terciopelo;
pero, en efecto, un pastor,
que duerme entre nieve y hielo,
hará una guarda mejor.
LEONOR
¿Decislo porque me veis
de pocas carnes, hidalgo?
Pues con aquestas que veis,
por cuatro robustos valgo,
y puedo sufrir por seis.
JUAN
¿Vos?
LEONOR
Yo. Pues ¿qué presumía
la bestia con sus respuestas,
que la guerra consistía
en llevar arcas a cuestas,
o en la fina valentía?
No mueve las cuchilladas
la robusta complexión
ni las espaldas armadas,
sino el fuerte corazón
y las carnes aceradas;
lo que sufriere un pastor
por tosca naturaleza,
sufre un hidalgo valor.
Salga el CAPITÁN, CALAHORRA y MENDOZA.
CAPITÁN
Marchen con toda presteza.
CALAHORRA
Ya van marchando, señor.
CAPITÁN
¿Qué haces, Leonor, aquí?
LEONOR
Hablo con este soldado.
CAPITÁN
¿Soldado?
JUAN
Nunca lo fui,
mas vengo determinado,
si os queréis servir de mí.
CAPITÁN
¡Buena persona!
CALAHORRA
¡Extremada!
MENDOZA
¿Qué tiempo tendrá la espada?
JUAN
En verdad, que me decía
mi amor, que ser solía
antiguamente dorada.
LEONOR
Y la plumilla ya es barro;
¿es de gallo?
JUAN
¿No es mejor
que de gallina?
CALAHORRA
¡Bizarro
soldado!
MENDOZA
¡Gran defensor
del Vizcaíno y Navarro!
CAPITÁN
Ahora bien, llevadle allá,
dadle arcabuz, y alistadle.
¿Tú piensas quedarte acá?
LEONOR
¿Y cuéstame tan de balde,
que puedo quedarme ya?
CAPITÁN
Mira, Leonor, que la guerra
no es como andar alojada
por los pueblos de esta tierra.
LEONOR
Mal conoces esta espada
y el brío que el alma encierra.
No tienes, aunque tuvieses
a Aquiles, soldado igual;
rendiré dos mil franceses.
CAPITÁN
El arcabuz te hace mal,
y querría que le dieses
a este bisoño.
LEONOR
No más
de para marchar.
CAPITÁN
Sea ansí.
¡Hola!
JUAN
¡Señor!
CAPITÁN
¿Llevarás
este arcabuz?
JUAN
Señor, sí.
LEONOR
Pues toma.
JUAN
Muestra y verás.
¿Qué es todo aquesto?
LEONOR
El fogón.
JUAN
¿Es por donde se da fuego?
LEONOR
Sí.
JUAN
¿Y aquesto?
LEONOR
Es el cañón;
ponle al hombro, y marcha luego.
JUAN
¿Cómo?
LEONOR
De la caja al son.
JUAN
A ver.
LEONOR
De aquesta manera.
JUAN
Voy.
LEONOR
Mi ropa fuera mejor.
JUAN
Monte, adiós, hasta después,
que me lleva el son los pies,
y los ojos la bandera.
Vanse, y salen DOÑA MARÍA, una dama de Requena, e ISABEL, criada.
MARÍA
Dame, Isabel, la labor.
ISABEL
Codiciosa te levantas.
MARÍA
En ocupaciones tantas,
no tiene lugar amor.
ISABEL
Parece que huyes de él.
MARÍA
Temo su daño.
ISABEL
Estas son
las almohadillas.
MARÍA
Lición
contra su madre cruel,
que llaman ociosidad.
Aquí conmigo te asienta.
ISABEL
¿Cuántos hilos?
MARÍA
Doce cuenta.
ISABEL
Prevenid la tempestad
es de buenos marineros.
MARÍA
¿Llaman a la puerta?
ISABEL
Sí.
MARÍA
Pues mira quién está allí.
ISABEL
Mas que son los caballeros
que te suelen visitar.
MARÍA
Conversación enfadosa.
ISABEL
No nos faltaba otra cosa;
Velasco te quiere hablar.
MARÍA
¿No le dijeras que estaba
ocupada?
ISABEL
Ya se entró.
Sale VELASCO, gentilhombre.
VELASCO
¿Estorbo, por dicha, yo?
MARÍA
Pues ¿díjoos algo la esclava?
VELASCO
No, mas pienso que entendí
que estábades ocupada.
MARÍA
Tomad silla, que no es nada;
acabando estaba aquí
unos negros deshilados.
ISABEL
(Y no quiere entretenerse;
hipócrita quiere hacerse
por engañar sus cuidados.)
VELASCO
¿Cómo estáis?
MARÍA
No me he sentido
buenas; mil achaques traigo.
VELASCO
Pésame, pero si caigo
en la ocasión por que han sido,
¿no me diréis la verdad?
MARÍA
¿Han llamado?
ISABEL
Y aun se entraron.
Sale PEDRO MARTÍN, un hidalgo.
PEDRO
Los celos no me engañaron,
que es luz y dan claridad.
Vuestras mercedes estén
muy en buen hora.
MARÍA
¡Hola, silla!
ISABEL
(Ya juzgaba a maravilla
que este faltase también.)
PEDRO
¿Siempre ha de estar ocupada
vuestra merced, mi señora,
en la labor?
MARÍA
Tomé agora
la almohadilla y la almohada,
por ser labor de una amiga.
PEDRO
¿Cómo estáis?
MARÍA
Para serviros.
PEDRO
Yo quería persuadiros
a que con menos fatiga
tratéis de vuestra salud.
VELASCO
¿Vuestra merced ha mirado
en que estoy aquí sentado?
Y si no por mí, en virtud
de la casa donde estoy...
PEDRO
El sol que me ha deslumbrado
pienso que me ha disculpado;
y fuera de aquesto, soy
corto de vista en extremo.
VELASCO
Que nace esta cortedad
de la misma voluntad,
o lo sospecho o lo temo.
¿Buen modo de cortesía
es estar un hijodalgo
de las prendas que yo valgo,
pues es notoria la mía,
tan cerca de esta señora,
a quien he venido a ver,
y entrar, y hablar, y tener
asiento y plática agora,
sin advertir que está aquí,
ni hacer más caso que hiciera
si algún mal nacido fuera?
PEDRO
Ya os he dicho que no os vi;
porque yo no soy tan necio
que, cuando por vos no fuera,
lo que en esta casa viera,
tratara con tal desprecio.
De que seáis tan hidalgo
y bien nacido, estoy cierto,
pero en todo aqueste puerto,
y si hasta Valencia salgo,
tengo yo la estimación
que merece un caballero,
y así pienso que prefiero
a los que en duda lo son;
ni es a propósito aquí
decir que sois bien nacido,
si acaso no habéis temido