La ingratitud vengada - Lope de Vega - E-Book

La ingratitud vengada E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

La ingratitud vengada es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias famosas del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso a causa de celos que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo. En este caso la trama se articula en torno a Octavio, soldado que explota a la joven Luciana para dar dinero a Lisarda, de quien está perdidamente enamorado. Su amor, sin embargo, es imposible, pues se interpone entre ellos Corciana, madre de Lisarda.

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Seitenzahl: 84

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

La ingratitud vengada

 

Saga

La ingratitud vengadaCopyright © 1620, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617962

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

COMEDIA FAMOSA DE LOPE DE VEGA CARPIO DIRIGIDA A DON FERNANDO BERMÚDEZ Y CARVAJAL

La ingratitud vengada es el título de esta comedia que presentan a Vuestra Merced mi amor, mi obligación y mi deseo. Dichosa fue Lucinda en esta fábula, que en su verdadero original debió de ser historia, pues se vengó de Octavio en la ingratitud que muestra su discurso, que no hay felicidad mayor que tomar venganza de un ingrato, cuando la ofrece él mismo. De suerte que, sin poner las manos ni perder la nobleza, queda satisfecha la culpa de su agravio. Pero pasando de los ejemplos de la voluntad a los del servir, nos responde Plauto que el beneficio es pluma y la ofensa plomo. De la patria, Sabélico con Milciades y Sócrates; esto en Atenas con sabios, que con sus capitanes fue Roma ingratísima con Escipión y Camilo. No se vengaron estos, que a los unos dio valor para las injurias la Filosofía, y a los otros la fortaleza de ánimo. Materia es esta de que apenas en los siglos pasados se hallarán los ejemplos en el presente. Los altos se quejan como los humildes; debe de ser que nos toca más en los oídos la razón y el sentimiento. Solo quiero advertir a Vuestra Merced la opinión de un sabio que tenía por linaje de ingratitud dar gracias del beneficio al verdadero amigo, cosa nueva y extraña a la primera vista, pero penetrando el alma de esta sentencia parece que es tener en poco al que hace el bien no creer de su amistad el gusto con que le hizo de su generoso ánimo la liberalidad. Lea Vuestra Merced esta ingratitud, pues aunque es don tan pequeño, muestra, por lo menos, que yo no lo soy, si alguno por lo sutil no se valiese de la equivocación diciendo que quien da ingratitud es ingrato; pero por eso la doy vengada, que es beneficio. Dios guarde a Vuestra Merced. Su capellán y amigo, Lope de Vega Carpio

FIGURAS DE LA COMEDIA

OCTAVIO LUCIANA FELINA TANCREDO MAURICIO LISARDA CORCINA TRISTÁN UN PICADOR UN ALGUACIL GARRANCHO BARBOSO MATAMOROS CESPEDOSA ALEJO BELARDO RODRIGO, lacayo TREBACIO EL MARQUÉS EL PRÍNCIPE UN ESCRIBANO BALBOA [UN CORCHETE] [CLAUDIO], criado [PADRE DE LOS PAJES]

Acto I

Salen OCTAVIO y LUCIANA tirándole de la capa.

OCTAVIO

Suelta la capa, Luciana,

no me hagas tal agravio.

 

LUCIANA

¡Suéltame tú el alma, Octavio!

 

OCTAVIO

¡Ireme por la ventana

5

a arrojarme, vive Dios!

¡Déjame, loca!

 

LUCIANA

Helo sido

solo en haberte querido.

 

OCTAVIO

Harto lo somos los dos:

yo en escuchar tus locuras

10

y tú en sufrir mis verdades.

 

LUCIANA

A prueba de tus maldades

has hecho mil desventuras.

¿Piensas que he pensado yo

que nunca bien me quisiste?

 

OCTAVIO

15

Si lo pensaste, mentiste.

 

LUCIANA

¿Y tú no has mentido?

 

OCTAVIO

No;

siempre te he dicho verdad,

y ahora vuelvo a decilla,

que nunca, o por maravilla,

20

te he tenido voluntad,

que esa poca que te tuve

ha sido de obligación,

y no de amor y afición,

que siempre sin ella estuve.

 

LUCIANA

25

¿Pues piensas que te atrevieras

a revestirme ese engaño

si de mi amoroso daño

tantas pruebas no tuvieras?

A la fe, Octavio, bien sabes

30

con quien lo has, que soy yo

una mujer que te dio...

 

OCTAVIO

¿Qué me has dado? No te alabes,

que favorecer a un hombre,

pudiéndolo bien hacer,

35

es oficio de mujer.

 

LUCIANA

No, a lo menos de mi nombre.

Deshonor y liviandad

de mujeres de ruin trato

ofenden mucho el recato

40

de mi honor y calidad.

 

OCTAVIO

¿Esto tengo de sufrir?

¿A aquesto Octavio ha venido?

¿Puede un hombre bien nacido

tales palabras oís?

45

¡Yo soy hidalgo! ¡Yo soy

Octavio! ¡Yo soy Octavio!

¡Las manos me muerdo y rabio

de ver que en tu casa estoy!

¡No más, Lucinda, no más,

50

que todo cuanto me has dado

recibí como soldado,

no de otra suerte jamás!

Que unas ligad, y una banda,

y una sortija ruin,

55

y una gala, gala en fin,

que es todo un poco de randa,

no son cosas que en amor

hacen menos liberales

las mujeres principales

60

que dan a un hombre favor.

¡Estarás muy empeñada

por dos camisas de lienzo,

que decirlo me avergüenzo,

y una cuera acuchillada!

65

Mira que dos mil ducados

pone en principio de cuenta,

pues que los tiene de renta

y yo en la tabla jugados.

Ahí tengo mi ventaja,

70

¡gracias a Dios que esta es mía!

Que ya desde Alejandría

me está llamando la caja,

sin estarme aquí encerrado

tres días en una cuadra,

75

pudiendo llegar mi escuadra

favorecido y honrado.

Que allí sé que me darán

mis quince escudos, y doce

de mi ventaja que goce,

80

sin cuatro del capitán;

con lo demás de un criado,

sin otras mil circunstancias:

juegos, boletas, ganancias,

de un hombre de bien soldado.

85

¡Vive Dios de no te oír

otra vez tus libertades!

 

LUCIANA

Vuelve, inventor de maldades,

¿adónde te quieres ir?

 

OCTAVIO

A Italia, a un presidio a estar

90

sin esperar tu merced,

que no eres piedra o pared

que me puedes sustentar.

Pensé, como verde yedra,

crecer por tu muro asida;

95

pero no podré en mi vida

subir por tu dura piedra.

 

LUCIANA

Díjete yo que te daba...

¿No ves que decir quería

que te daba el alma mía,

100

que la mandes como esclava?

 

OCTAVIO

Esto es hecho; no hay remedio.

Quédate adiós.

 

LUCIANA

No podrás,

que un gusto que priva más

se te ha de poner en medio.

 

OCTAVIO

105

¿En celos damos ahora?

¡Eso faltaba, por Dios!

 

Vase OCTAVIO y sale FELINA.

LUCIANA

Iremos juntos los dos.–

¿Oyes, Felina?

 

FELINA

Señora.

 

LUCIANA

¿Qué hacen esas doncellas?

 

FELINA

110

Los cuellos que ayer las diste

del señor Octavio.

 

LUCIANA

¡Ay, triste,

cánsome en balde con ellas!

Ya es ido el señor Octavio;

haz que dejen la labor.

 

FELINA

115

¿Lloras, señora?

 

LUCIANA

¡Ay, traidor,

nacido para mi agravio!

¿A Italia te vas, cruel?

 

FELINA

¡No llores, señora, tanto,

que harás que me ahogue en llanto

120

y que me vaya tras él.

 

LUCIANA

Felina, yo estoy de suerte

por este Octavio rendida,

que si se va con mi vida

quedo en brazos de la muerte.

 

Entra TANCREDO, criado del PRÍNCIPE.

TANCREDO

125

El Príncipe viene a verte,

y me ha enviado a pedir

licencia.

 

LUCIANA

Podéis decir...;

pero decid de esta suerte...

Mas no quiero despedirle,

130

que es persona de valor.

Decidle a vuestro señor

que ya salgo a recibirle.

 

TANCREDO

Él sube ya la escalera.

 

Entra el PRÍNCIPE.

PRÍNCIPE

¿Pues viene vuesa merced

135

con tal gusto a recibirme?

 

LUCIANA

No he podido resistirme

a tan notable merced.

¡Hola! arrastrad unas sillas.–

¿Vuestra Señoría está bueno?

 

PRÍNCIPE

140

Traigo un poco de sereno.

 

LUCIANA

¿He de volver a pedillas?

 

Traen dos silla; siéntanse ella y él.

PRÍNCIPE

Paréceme que ha llorado,

que en los ojos se lo veo.

 

LUCIANA

Lloraba cierto deseo

145

que se murió malogrado.

Pero luego que venistes

los ojos se me alegraron,

y solo en ellos quedaron

algunas reliquias tristes.

 

PRÍNCIPE

150

Si el deseo [es] de las cosas

que no llegan a imposibles,

para todas las posibles

tengo fuerzas poderosas.

El Fénix de Arabia estese

155

en el lugar que se abrasa.

Pedid en toda mi casa

de lo que posible fuese.

Que si es cosa que el dinero,

la voluntad y el mandar,

160

la solicitud y el dar,

el crédito caballero

pueden hallar en el mundo,

hallarlo puedo mejor

que otro vuestro servidor,

165

porque en lo que soy me fundo.

 

LUCIANA

Los pies, mi señor, os beso

por una merced tan grande.

 

PRÍNCIPE

Verase en lo que me mande

de mi afición el exceso.

170

Y por agora se diga

de lo que ha sido el antojo.

 

LUCIANA

No fue antojo, sino enojo.

 

PRÍNCIPE

Eso tanto más me obliga.

Que lo que yo os prometí

175

con segura confianza

entra también la venganza,

que podéis fiar de mí.

¿Quién es el que os ha ofendido?

 

LUCIANA

No es de quien puedo vengarme.

180

No quiero más de quejarme.

 

PRÍNCIPE

¿Cómo así?

 

LUCIANA

Mi primo ha sido,

que sin qué ni para qué,

se me parte a Alejandría,

sabiendo Vueseñoría

185

cómo vino y cómo fue.

No quiero la Italia más.

 

PRÍNCIPE

Vuesa Merced se ha enojado,

que como fue aventajado

muchos buenos dejó atrás.

190

Negociele su ventaja

con el Rey, y para Flandes

le dieran cosas más grandes,

y esta no fuera tan baja.

Que un caballero que tiene

195

dos blancas, y en la Montaña,

bien está fuera de España,

que al fin a ser hombre viene.

Dios sabe si me pesó

cuando supe su venida,

200

tan despacio y atrevida,

y más que he sabido yo

que le daban la bandera

de capitán y que quiso

más el gusto y paraíso

205

de una española ramera,

tras quien se vino perdido,

y aquí lo debe de estar,

bien, señora, a mi pesar,

si con vuestro gusto ha ido.

210

Dejadle que a Italia vaya,

que yo sé de allá, y os juro