La inocente Laura - Lope de Vega - E-Book

La inocente Laura E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

La inocente Laura es una comedia teatral del autor Lope de Vega. Basada en una obra de Giambattista Giraldi y en la línea de las comedias famosas del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso a causa de celos que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo, en este caso en torno a intrigas palaciegas de índole romántica.

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Seitenzahl: 99

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

La inocente Laura

 

Saga

La inocente LauraCopyright © 1930, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617610

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Elenco

LA DUQUESA LEONARDA EL CONDE RODULFO EL CONDE RICARDO ROBERTO, caballero LAURA, mujer de Roberto GALO, criado de Roberto ANDRONIO, criado TIBERIO, criado CLENARDO, criado EL REY DE NÁPOLES ARISTEO, caballero BELARDO, villano TIRRENO, villano FILIDA, villana [OCTAVIO] MUSICOS, que no hablan Aristeo aparece también como Aristo. [UN SOLDADO]

Aristeo aparece también como Aristo.

Acto I

Sale LEONARDA, Duquesa de Santángel, y RICARDO, hermano bastardo del REY DE NÁPOLES.

LEONARDA

Deja esa loca porfía.

 

RICARDO

Si es loca, podré dejalla.

 

LEONARDA

Suéltame, Ricardo, y calla.

 

RICARDO

Ciego estoy y amor me guía.

5

Si no tiene vista amor,

aunque siempre están sus ojos

llenos de varios antojos

de su esperanza y favor,

y yo ciego como efeto

10

de la causa que me guía,

no es mucho, señora mía,

que no te guarde respeto.

aunque un ciego en una calle

o en un aposento que entre

15

al que tiene vista encuentre,

no puede nadie culpalle.

 

LEONARDA

Si eres ciego y amor luego

el que tiene vista es loco,

pues por no apartarse un poco

20

sufre que le encuentre un ciego,

porque eres ciego, Ricardo,

y yo tengo vista, quiero

dejarte pasar.

 

RICARDO

¿Qué espero?

¿Pero por qué me acobardo?

25

Ya, Duquesa, me atreví.

 

LEONARDA

Conde, aunque hermano del Rey,

mira que es injusta ley

conmigo atreverte así,

y ese, Ricardo, no es

30

oficio de huésped.

 

RICARDO

Ya

la razón, Leonarda, está

del apetito a los pies.

Huésped soy de tu marido;

mas también lo fue el troyano.

 

LEONARDA

35

Como tu deseo es vano,

así tu ejemplo lo ha sido,

que si Grecia a Troya abrasa

porque Paris huésped fue,

mira tú cómo podré

40

dejar abrasar mi casa.

 

RICARDO

Acuérdate de Tarquino.

 

LEONARDA

Seré yo como Lucrecia.

 

RICARDO

Tan casta, mas no tan necia.

 

LEONARDA

El Duque pienso que vino.

45

Desvíate, que no es bien

que de esta suerte nos vea.

 

RICARDO

Es burla.

 

LEONARDA

Cuando lo sea,

criados, Conde, nos ven.

Suelta la cadena.

 

RICARDO

Así

50

te quisiera tener presa.

 

El DUQUE DE SANTÁNGEL entra, y mírale asido de la cadena de la Duquesa.

DUQUE

¿Qué es esto?

 

RICARDO

Advierte, Duquesa,

que está tu marido aquí.

Digo que de aqueste modo

la pienso hacer.

 

LEONARDA

Será buena.

 

DUQUE

55

Señor Conde.

 

RICARDO

Esta cadena

es a propósito en todo

de una que quisiera hacer

y estoy mirando la hechura,

que cierta dama procura

60

mi pensamiento prender,

y yo querría primero

ponerla en prisión con oro.

 

DUQUE

Aunque sus partes ignoro,

mucho de su fuerza espero.

65

Pero ya que hacer queréis

prisión que os libre de pena,

suplícoos que esta cadena

en su hermoso cuello honréis,

que habiendo de hacerse así

70

ahorraréis del cuidado.

 

LEONARDA

Con ella le había rogado.

 

DUQUE

Quitaosla pues.

 

LEONARDA

Veisla aquí.

 

RICARDO

No permitáis que yo haga

tan grande descortesía

75

si no es que otra feria mía

tanta merced satisfaga.

 

DUQUE

Eso, Conde, no es razón,

y agravio recibo en parte;

yo huelgo de tener parte

80

en tan hermosa prisión.

Ya que la industria no he dado,

huelgo de dar la cadena.

 

RICARDO

La libertad de mi pena

del Argel de mi cuidado

85

tiene esta prisión en sí.

A los dos las manos beso.

 

LEONARDA

El cielo os dé buen suceso;

ved qué me mandáis a mí.

 

RICARDO

Que os guarde el cielo mil años.

 

Vase la DUQUESA.

DUQUE

90

Mal pensamiento me dio

con estar seguro yo

de recelos y de engaños.

¡Que de cosas ven los ojos

que no son como las ven!

 

RICARDO

95

Allá te llevas, mi bien,

la libertad en despojos.

Mira si será razón

creer que causas mi pena,

pues das a amor la cadena

100

con que me ha puesto en prisión.

 

DUQUE

Conde, el haber entendido

que tratáis cosas de amor,

aunque con vos su rigor

justa disculpa ha tenido,

105

me ha puesto en el pensamiento

que sepáis agora el mío,

supuesto que a desvarío

habéis de juzgar su intento.

Esto, y tener presunción

110

que lo que me ha enamorado

por dicha os dio ayer cuidado

en cierta conversación.

Porque si es lo que yo miro,

por huésped me habéis de hacer

115

merced de no lo querer.

 

RICARDO

La prenda por quien suspiro,

Duque, no la conocéis.

 

DUQUE

Juradlo.

 

RICARDO

Por Dios lo juro,

y sé que no soy perjuro.

120

[Aparte]

(Aunque en casa la tenéis

que quien por otra la deja

no conoce su valor.)

 

DUQUE

Este mi celoso amor

¡qué mal pagado se queja!

125

Piensa con locos desvelos,

que esto que yo quiero bien

lo quieren cuantos lo ven.

 

RICARDO

Sosegar podéis los celos,

que lo que quiero no es cosa

130

que vos, Duque, la estimáis.

 

DUQUE

Si la palabra me dais

que a la Duquesa celosa

ni a otra persona diréis

mi pensamiento, os prometo

135

de deciros mi secreto.

 

RICARDO

Donaire, primo, tenéis.

¡Yo a la Duquesa!

 

DUQUE

Estoy loco;

no reparéis en que os diga

desatinos.

 

RICARDO

Si os obliga

140

amor a tener en poco

prenda de tanto valor,

muy celestial ha de ser

la disculpa.

 

DUQUE

Es la mujer

de Roberto.

 

RICARDO

Justo amor

145

por ser grande su belleza,

no por ser de vuestro amigo.

 

DUQUE

Al amor no dio castigo

la sabia naturaleza

de amar lo que en ella cabe;

150

el bien donde quiera es justo

amarle.

 

RICARDO

Esa es ley del gusto,

que muy pocas leyes sabe.

Mas huélgome de saber

que lo bueno en cualquier parte

155

se debe amar.

 

DUQUE

Para hablarte

en materia de querer,

muy tibio, Ricardo, estás

como me dices que quieres.

 

RICARDO

Tú amante maestro eres;

160

yo, discípulo no más.

En los principios estoy,

y quiero, para aprender,

ser tu tercero y tener

este oficio desde hoy.

165

¿No has visto al famoso lado

de un médico ya maestro

el practicante más diestro

andar y ver con cuidado

las medicinas que aplica

170

y el método de curar?

Pues así pienso estudiar

de este amor la ciencia rica.

Veré qué medios, qué engaños

pone tu ciencia famosa

175

a una mujer virtuosa,

y si son propios o extraños.

Que pues puedo entrar contigo,

no será malo aprender

cómo visitas mujer

180

de un hombre noble y tu amigo.

 

DUQUE

No ha sido con propiedad

la semejanza, en virtud

de que ellas tienen salud

y tú y yo la enfermedad.

185

Es amor todo al revés,

porque el enfermo de amor

visita siempre al doctor,

que ya entonces no lo es,

cuando el doctor le visita.

 

RICARDO

190

Mucho enseña la experiencia.

 

DUQUE

Para que aprendas la ciencia

mi remedio solicita;

que más negocia un tercero

hablando en lo que no siente

195

que el mismo cuyo accidente

le tiene mudo.

 

RICARDO

Hoy espero

negociarte un gran favor.

 

DUQUE

Pues cuando tú me des parte

de tu amor, quiero pagarte

200

en solicitar tu amor,

pero en lo que toca al mío

no sé cómo has de poder.

 

RICARDO

¿No es mujer?

 

DUQUE

Sí; mas mujer

de bronce o de hielo frío.

205

Y yo tengo para mí

que en tanto que su marido

esté presente, en su olvido

no habrá memoria.

 

RICARDO

Es así,

que por tener yo presente

210

el de la prenda que adoro,

no pueden prisiones de oro

lo que pudieran ausente.

 

DUQUE

Pues sabe que he negociado

ausentar de aquí a Roberto.

 

RICARDO

215

¿Cierto?

 

DUQUE

¡Y cómo si fue cierto!

 

RICARDO

Notable envidia me has dado.

¡Ah, cielos, si yo pudiera

ausentar el de la mía!

 

DUQUE

Oye para que algún día

220

finjas la misma quimera.

Al Rey tu hermano le envío,

fingiendo ser de importancia,

ciertos avisos de Francia

que solo a Roberto fío

225

en unas cartas que lleva,

y hoy parte a Nápoles.

 

RICARDO

Hoy

tendrás, a fe de quien soy,

de tus pensamientos nueva.

Las albricias me apercibe,

230

porque la tengo de hallar.

 

DUQUE

Al partir me quiero hallar

con él; si quieres, escribe,

que será buena invención

para hablar a Laura.

 

RICARDO

Creo

235

que ha de medrar mi deseo

mucho en la primer lición.

 

Vanse, y entran ROBERTO, de camino, y LAURA.

ROBERTO

Tengo, señora, a ventura

que el Duque me haya fiado

cosas de tanto cuidado.

 

LAURA

240

Honrarte el Duque procura.

 

ROBERTO

El Rey no me ha visto a mí,

aunque mis servicios sabe;

para entrar sirven de llave

las cartas que llevo aquí.

245

Estas tienen la importancia

de su vida, y mi afición

me obliga a decir que son

grandes secretos de Francia,

que ya sabes el deseo

250

que de este reino han tenido

sus reyes.

 

LAURA

No te he querido,

y más cuando ya te veo

tan de partida, decir

que, supuesto que te importe,

255

esto de andar en la corte

es un cansado vivir.

Tú te metes en quimera,

que presto conocerás

cuán ciego y errado vas.

260

Roberto Si yo, Laura, no te diera

cuenta, con loca afición

de mis cosas en mi vida

y esta secreta partida

pusiera en ejecución,

265

no me dijeras aquí,

movida acaso de celos,

que el bien que me dan los cielos

ha de ser mal para mí.

¡Qué de bienes ha perdido

270

por tomar el parecer

de su celosa mujer

más de algún necio marido!

Yo sé, Laura, lo que intento;

no quiero consejos, no.

 

LAURA

275

Mi amor te hablaba, que yo

no tuve tal pensamiento.

Sé yo que vas engañado.

¿Qué piensas que hay en la corte,

que de unas cartas en porte

280

ya esperas un grande estado?

La esperanza y la ambición

te meterán por su puerta,

luego a la privanza abierta

aumento y estimación.

285

Entregarante al servicio

lisonja y solicitud

y estos luego a la inquietud

del favor y del oficio.

La envidia y murmuración

290

te harán luego compañía,

tu esperanza cada día

sentirá disminución.

Las cautelas, los engaños,

el corto premio, el disgusto,

295

más aprisa que era justo

irán segando tus años.

Verás a la ingratitud

entregarte a la vejez,

que es el último jüez

300

ya sin fuerza y sin salud.

No verás más la esperanza,

sino el arrepentimiento

que te muestra el sufrimiento

junto a la desconfianza.

305

Quejoso, pues, de esta suerte,

verás con triste partida

que en la corte cualquier vida

va por la posta a la muerte.

Roberto Habrás, Laura, imaginado

310

que el favor y pretensión

me olvidaran sin razón

la obligación de mi estado

y quedando en las sirenas

de la corte olvidaré

315

la que vida y alma fue

en la sangre de mis venas.

Déjate de imaginar

que sus Scilas y bajíos

podrán los intentos míos

320

de su firmeza mudar.

Yo te adoro, yo soy tuyo;

yo soy, mi Laura, tu esposo;

la corte es mar proceloso,

pero por el golfo suyo

325

pasaré yo con llevar

siempre a Ulises a mi lado.

El Duque me ha procurado

dar a conocer y honrar.

Déjame ser algo, pues

330

que lejos del Rey ninguno