Los juegos florales en España - Víctor Balaguer - E-Book

Los juegos florales en España E-Book

Víctor Balaguer

0,0

Beschreibung

Una colección de varios textos de Víctor Balaguer relacionados con los Juegos Florales, que él ayudó, con la Sociedad Filarmónica y literaria, a recuperar. También se añaden, a este tomo, algunos discursos pronunciados por el autor en otros Juegos Florales de diferentes partes de España, como Valencia o Aragón. El tomo es completado con memorias y discursos académicos de Balaguer en otros eventos similares, tales como la Recepción de la Real Academia Española la Conferencia en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.-

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 614

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Víctor Balaguer

Los juegos florales en España

MEMORIAS Y DISCURSOS

TOMO XXXII DE LA COLECCIÓN Y ÚNICO DE ESTA OBRA DE LAS REALES ACADEMIAS ESPAÑOLA Y DE LA HISTORIA

Saga

Los juegos florales en España

 

Copyright © 1895, 2022 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726687934

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

NOTA DEL EDITOR

Agotado ya totalmente el tomo VII de esta colección, que fué el destinado á publicar las Memorias y Discursos académicos del autor, y siendo muchas las demandas que se reciben, seha decidido hacer una nueva edición, pero aumentándola con trabajos escritos posteriormente y dando á éstos mejor ordenamiento para que puedan formar, como si fuesen nuevo volumen, el tomo XXXII de esta colección.

PARTE PRIMERA

LOS JUEGOS FLORALES EN ESPAÑA

NOTICIA HISTÓRICA DE LOS JUEGOS FLORALES ( 1 )

La poesía provenzal, esa libertad de la prensa de los tiempos feudales, según feliz y afortunada frase de Villemain, lanzaba sus últimos resplandores á tiempo que se extinguía el siglo xiii , tan pródigo en sucesos como fatal en desastres para la comarca que tenía por nombre Provenza y que es hoy Mediodía de Francia.

Tres causas supremas, sucediéndose inmediatamente una á otra y siendo una de otra consecuencia, determinaron la muerte de la poesía provenzal:

La cruzada con los albigenses, que predicó la Iglesia y capitaneó Simón de Monfort;

La institución del Santo Tribunal de la Inquisición, que con las obras y manuscritos de los trovadores encendía las hogueras destinadas á concluir con todos aquellos que, defensores de las libertades del país y de su patria independencia, más que herejes y contrarios á la fe, eran valla insuperable á los propósitos del invasor extranjero;

La absorción de los condados independientes del Mediodía por la corona de Francia, á la cual se prestó Jaime el Conquistador, contra lo que era de esperar atendida la histórica y tradicional política de la casa de Aragón.

Desaparecieron, pues, la poesía y las letras provenzales entre aquellas terribles escenas de sangre y de exterminio, y los trovadores, fieles á la causa de la patria, que lograron hurtar su vida á la matanza, hubieron de refugiarse en Cataluña, Aragón, ó Castilla, donde acogidos fueron y hospedados por altísimos monarcas que se llamaban Don Pedro III de Aragón el Grande, ó Don Alfonso X de Castilla el Sabio.

Si no mienten memorias y noticias que, registrando empolvados manuscritos y libros poco comunes, tuvo la buena suerte de encontrar un día el autor de estas líneas, Don Alfonso el Sabio llegó á conceder hospitalidad en una villa franca y libre á los poetas que, extrañados de su patria vendida al extranjero, pudieron al menos, gracias á esa hidalga concesión del monarca castellano, tener en Castilla suelo propio donde levantar la morada del fugitivo, tierra patria donde abrir la tumba del proscrito.

Abandonaron los barones sus castillos de Provenza, corte un día de poetas y centro de ilustración, de gentileza y de cultura; los buitres del Norte cayeron sobre aquellas moradas solitarias, y bruscamente acabó, con la independencia patria, el doble papel político y social representado hasta entonces por los trovadores del Mediodía; que nunca grana el canto del poeta en tierra no conreada por la libertad. Quedaron aún juglares y músicos, pero no hubo ya trovadores, es decir, espíritus educados y almas templadas para ser libres.

Sin embargo, la tradición poética continuó viva en aquellos países, en los cuales, para gloria de las letras, viva se conserva todavía; y es fama que los últimos trovadores de Tolosa, al comenzar el siglo xiv , se reunían secretamente en un apartado jardín de aquella ciudad, donde, al oído, y á escama de las leyes, como si se tratara de una conspiración ó de un crimen, se recitaban unos á otros los cantos y serventesios de los grandes maestros, conservando así el fuego sacro y con él el amor y el culto de aquella lengua y de aquella poesía proscritas entonces por los nuevos dominadores de la Provenza, sin recordar que con ellas se había despertado á la Europa del letargo en que estaba sumida por el secular ilotismo de los tiempos bárbaros.

Siguiendo la costumbre de aquellos poetas que se reunían en un jardín y al pie de un laurel para recitar sus composiciones, y con su mismo propósito de conservar la lengua y la poesía, resolvieron algunos ciudadanos de Tolosa promover un concurso público de poesía el primer día del mes de Mayo de todos los años. Así nació la institución de los Juegos Florales.

Pero se trataba de no despertar el recelo del gobierno extranjero, que entonces, con el apoyo de la Inquisición, estaba organizando la enseñanza oficial, institución nueva en Provenza, y dióse á los Juegos Florales un carácter religioso al par que poético, ofreciendo sólo un premio al que mejor cantara los loores de la Virgen.

Así, pues, en 1323, al objeto de llevar á cabo este propósito, la llamada Sobregaya compañía de los siete trovadores de Tolosa envió á todos los países en que se hablaba la lengua de Oc una convocatoria en verso que comenzaba de esta manera:

«Als honorables e als pros

senhors, amics e companhós,

als quals es donat lo sabers

don creis als bos gaug e placers...»

Tuvo efectivamente lugar el primer concurso público en 1324, celebrándose á presencia de los magistrados de la ciudad y de toda la nobleza del país, y se adjudicó el premio ofrecido, que era una violeta de oro fino, al poeta Arnaldo Vidal, de Castelnaudary, por una composición á la Virgen, que se juzgó ser la mejor entre las presentadas.

La nueva institución de los Juegos Florales fué recibida con entusiasmo en todos los países de la lengua de Oc, debido tal vez á que el sentimiento de la patria, vencido en la tierra, corría á refugiarse en la lengua, amurallándose tras ella como en su último baluarte; sobre todo en la lengua poética que es, aun hoy mismo, donde late, vive y respira la individualidad de aquel pueblo, para quien fueron siempre gratas las ideas de una nacionalidad meridional.

Obedeciendo quizás á este mismo sentimiento, y haciéndose eco del público aplauso, el Capitolio, es decir el Municipio de Tolosa, tomó bajo su protectorado la naciente institución de aquellos poéticos certámenes, acordando que la flor de oro ofrecida como premio fuese costeada por la ciudad, y encargando á Guillermo Molinier, canciller de la compañía de los siete mantenedores, la redacción de unas reglas ó arte de trovar. Esta obra, conocida por Leyes de amor (que entre los trovadores eran sinónimos amor y poesía, como eran sinónimos entre los aragoneses libertad y patria), quedó terminada en 1356 y de ella se enviaron copias á varios puntos.

En este mismo año se pasó una nueva circular, por medio de la cual, además de la violeta de oro reservada para las composiciones más nobles (canción, verso y descort), se ofrecía un jazmín para las pastorelas y una caléndula para las danzas. En el sello adoptado aquel año, los siete jueces del certamen se llamaban mantenedores de la violeta de Tolosa, y la sociedad ó compañía se titulaba Consistorio del Gay Saber.

Los siete mantenedores, por medio de su circular á todas las villas y ciudades del Languedoc, trataban de justificar con un texto de la Sagrada Escritura la denominación de Gay Saber dada á su compañía, advirtiendo que cuantas poesías optaran al premio debían ser precisamente escritas en lengua romance. Y así fué hasta el siglo xvi , en que esta lengua fué desterrada de la Academia de Tolosa para ser sustituída por la francesa, que hoy continúa siendo la oficial en los Juegos Florales de la ciudad paladiana.

A esta institución va unido el nombre de una dama, de una poetisa célebre á quien se da como fundadora, ó restauradora, mejor, de los Juegos Florales de Tolosa. Se trata de Clemencia Isaura, cuya existencia ha sido puesta en duda por unos y negada paladinamente por otros, no faltando quien ve sólo en el nombre de Clemencia un sencillo vocablo bajo el cual los trovadores invocaban á la Virgen María, patrona de los Juegos Florales.

Ni tienen razón los que esto dicen, ni la tienen tampoco los que, por el contrario, para dar forma de realidad á Clemencia Isaura y realzarla á los ojos de la multitud, inventan una extraña genealogía, haciéndola descender de los condes de Tolosa.

Ni lo uno ni lo otro. Los que han negado la existencia de esta dama, se apoyan en no haber hallado noticia alguna de ella ni en los años de 1324, cuando se instituyó la Academia del Gay Saber, ni en los años posteriores durante todo el siglo xiv : y el fundamento es exacto; como que Clemencia no vivió en el siglo xiv , sino á últimos del xv .

Clemencia Isaura, hija de Ludovico Isaura, nació en el año 1464 en un mas, masía ó casa de campo de las cercanías de Tolosa, y sólo contaba la tierna edad de cinco años cuando su padre, arrastrado por sus deberes á extranjeras guerras, la abandonó á los cuidados de una madre devota y fanática. Clemencia vivió en la soledad y el aislamiento, educada según parece para entrar en un monasterio, hasta que un día quiso su buena suerte que tropezara con un joven poeta llamado Renato, hijo natural de un noble tolosano.

Veíanse á menudo los dos jóvenes, jurándose un amor eterno; pero hubieron de interrumpirse sus relaciones cuando Renato se vió obligado á seguir á su padre, que marchó con el ejército francés en auxilio de la provincia de Artois, invadida por el emperador Maximiliano. Padre é hijo perdieron la vida en la jornada de Guinegaste, y al recibir Clemencia la triste nueva, repitió al pie de los altares el voto de ser siempre fiel á la memoria del que había logrado cautivar su alma.

Murió también en esto su madre, y la joven quedó libre y heredera única de una regular fortuna.

Hacía ya algún tiempo que no se celebraba en Tolosa la fiesta poética instituída en 1324 por la compañía de los siete trovadores, y como Clemencia había adquirido de su amante el gusto de las letras y la afición á la poesía, quiso restablecerla bajo el nombre de Juegos Florales, consagrando por los años de 1495 toda su fortuna á dotar magníficamente la institución destinada á perpetuar en su tierra patria el amor á la poesía provenzal, que le había inspirado Renato.

Clemencia Isaura acabó su vida en un monasterio, y se le atribuyeron las siguientes bellísimas estrofas, que aparecen dirigidas á la primavera, y que así dicen, traducidas del provenzal:

«Hermosa estación, juventud del año, con vos vuelven los dulces goces de la poesía, y para honrar al fiel trovador os presentáis con la frente ceñida de flores.

»Cantemos la amorosa piedad de la humilde Virgen reina de los ángeles, cuando, oprimida por el llanto y cediendo al dolor, vió al príncipe de los cielos morir en una cruz.

»Ciudad de mis abuelos, bella Tolosa, ofrece al poeta experto el premio de sus talentos, y sé digna de sus alabanzas, siempre noble y poderosa.»

La Academia de los Juegos Florales de Tolosa es la institución literaria de más antigüedad que se conoce en Francia.

Se sabe que continuó, sin interrupción sensible, durante todo el siglo xiv . El doctor Noulet, en sus Pesquisas sobre el estado de las lenguas romances en el Mediodía de Francia durante el sigloxiv , nos da una lista de los poetas meridionales que á la sazón florecían, á uno de los cuales, Pedro Durán, de Limoges, se le ve alcanzar joya el año 1373 en los Juegos Florales de Tolosa. Noulet publica en su misma obra una colección de poesías en lengua romance, inéditas, pertenecientes al mismo siglo xiv , que están realmente escritas en la lengua de los trovadores y con sujeción á las reglas por ellos usadas.

Los certámenes continuaron hasta mediados del siglo xv , en cuya época se interrumpieron para ser luego restaurados por Clemencia Isaura, según queda dicho, y siguieron hasta 1791, sin más interrupción que la natural en las épocas afligidas por grandes calamidades públicas.

En 1791, la revolución obligó á la Academia á cesar en sus tareas; pero en 1808, siete de los antiguos mantenedores se reunieron para reconstituirla.

Algunas veces dejó de darse la flor de oro á la mejor poesía presentada al certamen, para adjudicarla, previo acuerdo de la Academia, al poeta más célebre entre los contemporáneos. En 1554, por ejemplo, el Colegio de los Juegos Florales (que era como entonces se llamaba, antes de tomar el nombre de Academia, lo cual no fué hasta 1694) decidió mandar la flor al famoso poeta francés Ronsard; en 1586 se ejecutó el mismo acuerdo con respecto á Baif por su traducción en verso de los Salmos de David; y en 1638, por deliberación igual, se envió una flor de oro al poeta Maynard.

Entre los poetas coronados por la Academia en el espacio de cinco siglos, muchos son célebres, no sólo en Francia sino en Europa. Alcanzaron entre otros el título honroso de Maestro de Juegos Florales, que se adjudica al que gana tres veces la joya, Marmontel, La Harpe, Fabre, Millevoie, Alejandro Soumet y el vizconde de Chateaubriand.

Voltaire pidió á la Academia el título de maestro en Juegos Florales, que le fué concedido por aclamación.

Víctor Hugo nació como poeta en los certámenes de Tolosa. En 1819, cuando sólo contaba diez y siete años, ganó el premio de un lirio de oro por su oda A la estatua de Enrique IV, un amaranto de oro por su poesía Las Vírgenes de Verdún, y una mención honorífica por su poema Los últimos bardos. En 1820, por una nueva poesía, á los diez y ocho años, fué proclamado maestro en Juegos Florales ó en Gay Saber.

Hoy los Juegos Florales se celebran con gran pompa en Tolosa todos los años el día 3 de mayo, leyéndose las poesías premiadas y pronunciando el elogio de Clemencia Isaura uno de los cuarenta mantenedores de que se compone la Academia.

Aun cuando hoy en los certámenes de Tolosa no se admiten más que composiciones en francés, se celebran otros concursos de esta clase en diversas comarcas de Provenza, donde sólo es admitido el provenzal. Desde el siglo xiii , con el cual murieron los últimos trovadores, hasta nuestros tiempos, ya en Tolosa, ya en las otras ciudades de la lengua de Oc, en Provenza, en Gascuña, en el Bearn, en el Limousin, la musa provenzal no ha dejado nunca de cantar, sirviéndose de los numerosos dialectos usados en aquellos países; y así han venido sucediéndose las generaciones, cautivadas por los acentos de la lengua patria de Goudelin, Fabre, Saboly y Jasmín, hasta llegar á la resurrección completa de la poesía provenzal con esa cohorte de sobresalientes talentos agrupados en torno de la esplendorosa trinidad de poetas modernos que se llaman Federico Mistral, José Roumanille y Teodoro Aubanel, quienes, por el carácter especial de sus obras y de sus estudios, parecen haberse repartido las tres cuerdas de oro, patria, fe y amor, que brillaban en la lira de los antiguos trovadores.

___________

No había terminado aún el siglo xiv , cuando la restauración de la poesía provenzal iniciada en Tolosa, hallaba eco simpático en Barcelona.

Se ha dicho, con referencia al Arte de trovar de Don Enrique, marqués de Villena, que Don Juan I de Aragón, el amador de la gentileza, envió una solemne embajada al rey de Francia solicitando su permiso para que dos de los mantenedores de la Academia de Tolosa viniesen á fundar en Barcelona un Consistorio de la gaya ciencia, á imitación del establecido en aquella ciudad desde 1324. Sin embargo, ningún documento se cita en apoyo de este hecho. Al contrario, en los tres que se citan relativos á la creación y mayor incremento del Consistorio poético de Barcelona, extendidos por orden de los reyes Don Juan el amador de la gentileza, Don Martín el Humano y Don Fernando el de Antequera, no se menciona lo de la embajada, que da por tan cierto el marqués de Villena. La sana crítica debe, pues, poner en duda la aserción de este personaje, ínterin no se descubra otro documento de más fe, ya que los hasta ahora conocidos, si no parecen contradecirla, guardan silencio al menos.

El primer título referente á Juegos Florales en España que nos proporcionan nuestras memorias literarias, es un diploma dado por Don Juan I de Aragón á Don Luis de Aversó y á Don Jaime March, poetas entrambos, para fundar en Barcelona una academia ó escuela de poesía ó de ciencia gaya, «con autorización de hacer cuanto acostum- »braban ó podían hacer los maestros de dicha »ciencia en París, en Tolosa y en otras ciudades».

Protegido, pues, por Don Juan I, establecióse en Barcelona, el año 1393, el Consistorio de los Juegos Florales ó de la gaya ciencia, al que dispensó también su protección Don Martín, quien en 1398 señaló una pensión anual de cuarenta florines de oro de Aragón para compra de las joyas que debían darse como premio á los poetas laureados, pensión y cantidad que reprodujo en 1413 Don Fernando el de Antequera, exaltado al trono de la corona de Aragón por sentencia del famoso Parlamento de Caspe.

Los grandes y trascendentales acontecimientos de que Cataluña hubo de ser teatro á la muerte de Don Martín el Humano, interrumpieron los certámenes poéticos de los Juegos Florales en Barcelona, y sólo se reanudó la tradición de ellos al subir al trono Don Fernando, que dictó la disposición citada, sin duda alguna por buen consejo de su pariente Don Enrique, el marqués de Villena, sabio profundo y poeta, gran amador de la poesía provenzal, que acompañó al rey á Barcelona cuando éste fué á prestar en ella homenaje y juramento á las leyes del país.

Que fué Don Enrique de Villena el mantenedor de los Juegos Florales de Barcelona en su primera restauración histórica, no cabe duda alguna. Presidía él mismo los certámenes, era juez en el concurso, entregaba por su mano la joya á los laureados, siendo también él quien se ha encargado de darnos á conocer aquella época de Juegos Florales, por medio de los siguientes curiosos pasajes de su tratado de la gaya ciencia ó sea Arte de trovar.

Dice así el libro del marqués de Villena:

«El rey don Juan de Aragon, primero de este nombre, fijo del rey don Pedro II, fizo solemne embajada al rey de Francia pidiendole mandase al colegio de trovadores que viniese á plantar en su reino el estudio de la gaya sciencia, e obtovolo, e fundaron estudio della en la cibdad de Barcelona dos mantenedores que vinieron de Tolosa para esto, ordenandolo desta manera: Que oviese en el estudio ó consistorio desta sciencia en Barcelona cuatro mantenedores: el uno cavallero, el otro maestro de teologia, el otro de leyes, el otro honrado cibdadano; e cuando alguno destos falleciese, fuese otro de su condicion elegido por el colegio de los trovadores, e confirmado por el rey.

»En tiempo del rey Don Martin, su hermano, fueron mas privilegiados e acrescentadas las rentas del consistorio para las despensas facederas, así en la reparacion de los libros del arte e vergas de plata de los vergueros que van delante de los mantenedores e sellos del consistorio, como en las joyas que se dan cada mes, e para celebrar las fiestas generales, e ficicronse en este tiempo muy señaladas obras, que fueron dignas de corona.

»Despues de muerto el rey Don Martin, por los debates que fueron en el reino de Aragon sobre la sucesion, ovieron de partir algunos de los mantenedores e los principales del consistorio para Tolosa, e cesó lo del colegio de Barcelona.

»Las materias que se proponian en Barcelona estando alli don Enrique (habla de sí mismo), eran algunas veces loores de Sancta Maria, otras de amores ó de buenas costumbres. E llegado el dia prefijado congregavanse los mantenedores e trovadores en el palacio donde yo estaba, e dalli partiamos ordenadamente con los vergueros delante, e los libros del arte que traian, e el registro de los mantenedores: e llegados al dicho Capitol, que ya estaba aparejado e emparamentado de paños de pared al derredor, e fecho un asiento de frente con gradas en donde estaba Don Enrique en medio, e los mantenedores de cada parte, e á nuestros pies los escribanos del consistorio, e los vergueros mas baxo, e el suelo cobierto de tapiceria, e fechos dos circuitos de asientos donde estaban los trovadores e en medio un bastimento cuadrado tan alto como un altar cobierto de paños de oro, e encima puestos los libros del arte e la joya; e á la man derecha estaba la silla alta para el rey, que las veces era presente, e otra mucha gente que se ende allegaba; e fecho silencio, levantabase el maestro en teologia, que era uno de los mantenedores, e facia una presuposicion con su tema e sus alegaciones e loores de la gaya sciencia e de aquella materia de que se habia de tratar en aquel consistorio, e tornabase á sentar. E luego uno de los vergueros decia que los trovadores allí congregados espandiesen e publicasen las obras que tenian fechas de la materia á ellos asinada; e luego levantabase cada un e leia la obra que tenia fecha, en voz inteligible, e traianlas escriptas en papeles damasquinos de diversos colores, con letras de oro e de plata, e iluminaduras fermosas, lo mejor que cada uno podia; e desque todas eran publicadas, cada uno la presentaba al escribano del consistorio.

»Tenianse despues dos consistorios, uno secreto y otro público. En el secreto facian todos juramento de juzgar derechamente sin parcialidad alguna, segun las reglas del arte, cual era mejor de las obras allí esaminadas e leidas puntualmente por el escribano. Cada uno de ellos apuntaba los vicios en ellas contenidos, e señalabanse en las márgenes de fuera. E todas así requeridas, á la que era hallada sin vicio, ó á la que tenia menos, era juzgada la joya por votos del consistorio.

»En el publico congregabanse los mantenedores e trovadores en el palacio, e don Enrique partia dende con ellos como está dicho para el capitulo de los frailes predicadores; e colocados e fecho silencio, yo les facia una presuposicion loando las obras que ellos havian fecho, e declarando en especial cual de ellas merecia la joya, e aquella la traia ya el escribano del consistorio en pergamino bien iluminada e encima puesta la corona de oro, e firmabalo don Enrique al pie, e luego los mantenedores, e sellabala el escribano con el sello pendiente del consistorio, e traia la joya ante don Enrique, e llamado al que fizo aquella obra, entregabale la joya e la obra coronada por memoria, la cual era asentada en el registro del consistorio, dando autoridad e licencia para que se pudiese cantar e en público decir.

»E acabado esto, tornabamos dalli á palacio en ordenanza, e iba entre dos mantenedores el que ganó la joya, e llevabale un mozo delante la joya con ministriles e trompetas, e llegados á palacio haciales dar confites e vino; e luego partian dende los mantenedores e trovadores con los ministriles e joya acompañando al que la ganó fasta su posada; e mostrabase aquel aventaje que Dios y natura ficieron entre los claros ingenios e los obscuros.»

De estas academias poéticas de Barcelona hace también mención en su Aganipe, manuscrito, el doctor Andrés, por medio de estos versos:

Y cuando D. Enrique de Villena

con D. Fernando vino

á la insigne Barcino,

el apolíneo gremio

de su fecunda y elegante vena

ilustró con aplausos y con premio,

donde el rey presidía

en trono para honor de la poesía:

escribió su elocuencia

mostrando la erudita

copia de sus noticias y primores,

donde cifró las flores

en el sutil tratado

del Arte de trovar intitulado

(que á instancia lo escribió del señor de Hija,

de D. Íñigo López de Mendoza,

de quien Castilla laureles muchos goza),

en trágicas y dulces cantilenas

del principe D. Cárlos las cadenas,

y su temprano y triste acabamiento

cantaron sus dulcísimas Camenas.

Ya después de la época á que se refiere la anterior relación, sólo se tienen leves noticias de la existencia y continuación del consistorio de la gaya ciencia en Barcelona. Sin embargo, en los cancioneros de poetas catalanes que existen en las bibliotecas de París y Zaragoza, se copian varias poesías con mención especial de haber ganado joya, por lo cual se comprende que hubieron de continuar las justas poéticas. Algunas de estas anotaciones citan la fecha y el lugar en que el premio fué ganado por el poeta, y así es como el autor de estas líneas, registrando el cancionero que existe en Zaragoza, pudo venir en conocimiento de haberse celebrado Juegos Florales en el convento de San Francisco de Barcelona el día 24 de abril de 1457, y en el de Valldoncella de la misma ciudad el 23 de mayo de 1458, siendo premiados en estos dos certámenes los poetas Valmaña y Sors.

Despertada por los Juegos Florales, que restauró el de Villena, comenzó una nueva época de gloria para la poesía catalana. Tema es éste para otro lugar y otro estudio; pero importa consignar que al estímulo de la floral Academia barcelonesa, nació una abundante galería de obras poéticas, enriqueciéndose la historia de la literatura catalana en la Edad media con nombres tan justamente reputados como los de Jordi de San Jordi, Rocaberti, Febrer, Roig, Corella, Masdovellas, Vilarasa, Gralla, Torroella, Gazul, Valmaña, Sors, Miquel, Rocafort, Requesens, Vía, y muchos y muchos otros, sobresaliendo entre todos el del laureado Ausias March, á quien no en vano se apellidó el Petiarca valentino.

Rota la tradición de los Juegos Florales en Cataluña por espacio de mucho tiempo, á causa quizá de las grandes alteraciones que sus anales nos recuerdan, no por esto enmudeció la lira de los poetas. Nunca el habla materna fué olvidada, y á medida que los tiempos se sucedieron, Pedro Serafí, Vicente García, Fontanella, Puig Blanch y muchos otros, dejaron oir en su idioma nativo sus inspirados cantos, hasta llegar al moderno Aribau y á la restauración de los Juegos Florales de Barcelona en 1859; restauración que, con el histórico lema de Patria, Fides, Amor, y rebasando quizá la meta por sus propios restauradores hincada, dió vida y alma á toda esa pléyade de líricos y pensadores poetas que se extienden hoy por las costas mediterráneas, legítimamente efervorizados por haber sabido conquistarse una tribuna para ser oídos, un puesto para ser honrados, y un nombre para tener derecho á futuros recuerdos de una posteridad justiciera.

También en los Juegos Florales de Barcelona, como en los de Tolosa, el que alcanza tres premios ó joyas es proclamado maestro en Gay Saber; también en los que todos los años al llegar el primer domingo de mayo celebra la capital de Cataluña, como la villa paladiana, el municipio es el patrono y mantenedor de la fiesta, según honradas consuetudes y prácticas loables: y también en la ciudad á cuyas plantas ruedan sumisas las olas del Mediterráneo, el mar de las leyendas, como en aquella que se alza á orillas del Garona, el río de los recuerdos, también es una dama la que preside la fiesta de la poesía y de las flores. Pero los barceloneses no tenían una Clemencia Isaura cuyo recuerdo conmemorar y á cuya égida repararse, y han creado por lo mismo una reina del amor y de la poesía. En cada certamen, el poeta laureado con la joya del Amor, recibe una sencilla flor natural, en vez de ser de oro ó de plata, como las de Patria y de Fe, y entrega el premio á una de las damas presentes, la cual, por solo este acto, queda elegida reina de los Juegos Florales, siendo la que por su mano distribuye aquel año las joyas á los poetas vencedores.

En Gerona y en Lérida se celebran asimismo Juegos Florales todos los años; sólo que los de Lérida tienen un carácter religioso, admitiéndose poesías únicamente á la Virgen.

A usanza de los de Barcelona, se han creado en Murcia unos certámenes que vienen sucediéndose desde 1873 todos los años, el primer domingo de mayo, gracias principalmente á la constancia y esfuerzos de su fundador y mantenedor el Sr. D. Javier Fuentes y Paules. También en las fiestas de Murcia presiden las damas, siendo ellas las que premian al poeta laureado.

En otras ciudades del reino se han celebrado Juegos Florales durante estos últimos años, pero sólo en ocasiones dadas y sin carácter periódico.

Si al autor de estas líneas no le mienten sus recuerdos, Granada es la primera ciudad española que en este siglo ha tenido Juegos Florales, siguiendo luego Valencia, que los ha celebrado en varias épocas, y después Málaga, Sevilla, Coruña, Córdoba, Oviedo, Tarragona y Reus.

Madrid, centro y á la par alma y voz de la poesía castellana, no podía permanecer extraño á este movimiento restaurador, y he aquí por qué su noble Municipio, aprovechando un momento solemne, ha instituído una fiesta que, correspondiendo á los deseos del presente, pudiera ser ejemplo y práctica para lo futuro.

Sea así: vea el Municipio de Madrid realizado su hidalgo propósito, y la lírica castellana, hoy de estímulo tan desvalida, recobrará la gallarda florescencia de sus grandes tiempos, pagando en gloria lo que recibirá en cultivo.

___________

NOTA DEL EDITOR

La restauración de los Juegos Florales en Barcelona tuvo lugar en 1859, iniciada y realizada por siete distinguidos escritores, los Sres. D. Manuel Milá y Fontanals, D. Joaquín Rubió y Ors, D. Víctor Balaguer, D. Juan Cortada, D. Miguel Victoriano Amer, D. José Luis Pons y Gallarza y D. Antonio de Bofarull, quienes se dirigieron en solicitud al Excelentísimo Ayuntamiento Constitucional de Barcelona, pidiendo la restauración de los antiguos certámenes bajo el amparo y apoyo del municipio barcelonés. Accedió el Ayuntamiento, y los siete firmantes de la instancia pasaron á formar el jurado de los siete primeros mantenedores que tuvieron los Juegos Florales.

Los Sres. Balaguer y Bofarull fueron el alma de esta restauración. El primero había sido el precursor y el verdadero iniciador, durante algunos meses, en un periódico literario por él dirigido, con el título de La violeta de oro, que se fundó únicamente para pedir la restauración de los Juegos Florales. Bofarull aceptó con entusiasmo la idea que Balaguer sostenía y que popularizó y propagó con su periódico entre la juventud entusiasta, y fué el verdadero organizador y el que, salvando con firme entereza y decidida voluntad todos los obstáculos, no cejando en sus propósitos á pesar de las contrariedades, acabó por llevar á feliz término y afortunada realización su empresa. Los reglamentos y estatutos, lo propio que la organización dada al consistorio, obra fueron y redacción de los Sres. Bofarull y Balaguer, quienes por esto fueron elegidos el primero para secretario y el segundo para llevar la voz del consistorio en el discurso de gracias el día de la fiesta. La presidencia del jurado fué adjudicada á D. Manuel Milá y Fontanals, á quien nadie podía entonces disputar el mejor derecho para aquel puesto.

Creada esta institución de Juegos Florales en 1859, ha continuado hasta ahora, sin interrupción, todos los años, y lleva ya, por lo mismo, más de treinta y cinco de existencia.

En su presidencia han figurado y se han ido sucediendo los más altos y más conspicuos representantes de las letras catalanas, como son: los Sres. D. Manuel Milá y Fontanals, el exministro D. Francisco Permanyer, D. Juan Illas y Vidal, D. Luis G. de Pons y de Fuster, D. Braulio Foz, D. Juan Cortada, D. Antonio de Bofarull, D. Pablo Valls, D. Mariano Aguiló, el ex-ministro D. Víctor Balaguer, D. Adolfo Blanch, D. José Luis Pons y Gallarza, D. Estanislao Reynals, D. José de Letamendi, D. Jerónimo Roselló, D. Alberto de Quintana, D. Francisco Pelayo Briz, D. Luis Cutchet, el general D. Antonio Ros de Olano, D. Gonzalo Serraclara, D. Teodoro Llorente, Mosén Jacinto Verdaguer, D. Federico Soler (Pitarra), D. Manuel Durán y Bas, D. Vicente Wenceslao Querol, don Valentín Almirall, el canónigo D. Jaime Collell, D. Angel Guimerá, D. Joaquin Rubió y Ors, D. Juan Permanyer, don Ramón Picó y Campamar, el obispo de Vich D. José Morgades y D. José Balari y Jovany.

Entre las reinas de la fiesta, elegidas cada año por el autor premiado con la flor natural, han figurado S. M. la Reina Regente D. a María Cristina, la Serenísima Señora Infanta Duquesa de Montpensier y las poetisas D. a María Mendoza de Vives, D. a María Josefa Massanés de González, D. a Victoria Penya de Amer, y muchas nobles damas de la más alta sociedad barcelonesa.

Los poetas que han recibido el glorioso título de maestros en Gay Saber por haber ganado los tres primeros premios de reglamento, son, proclamados por este orden: en 1861 don Víctor Balaguer, en 1862 D. Jerónimo Roselló, en 1863 don Joaquin Rubi ó y Ors, en 1866 D. Mariano Aguiló, en 1867 D. José Luis Pons y Gallarza, en 1868 D. Adolfo Blanch, en 1869 D. Francisco Pelayo Briz, en 1871 D. Jaime Collell, en 1873 D. Tomás Forteza, en 1874 D. Francisco Ubach y Vinyeta, en 1875 D. Federico Soler, en 1877 D. Angel Guimerá, en 1878 D. Dámaso Calvet, en 1880 D. Jacinto Verdaguer, en 1883 D. José Franquesa, en 1885 D. Ramón Picó y Campamar, en 1887 D. Terencio Thos y Codina, en 1890 D. Joaquín Riera y Bertrán y D. Jacinto Torres y Reyctó, en 1892 D. José Martí y Folguera y en 1893 D. Fernando Agulló.

___________

FRATERNIDAD LITERARIA

FRAGMENTOS DEL DISCURSO

que pronunció el autor como presidente del consistorio de los juegos florales de 1868, en el acto de celebrarse en barcelona el certamen poético de aquel año, con asistencia de todos los poetas catalanes, de los castellanos, representados por d. josé zorrilla, d. ventura ruiz aguilera y d. gaspar núñez de arce, y de los provenzales, representados por federico mistral, el príncipe bonaparte-wyse y luis roumieux.

 

(Traducción del catalán.)

 

Quien no ama á su provinc í a, no ama á su nación.

 

Excmo. Señor:

 

Dentro de pocos años hará cinco siglos que se instituyeron los Juegos Florales en Barcelona.

Se ve, pues, que hace ya tiempo que nuestros poetas aprendieron á cantar entre el ruido de las artes mecánicas y de los talleres, y ejemplo bastante es éste para demostrar que en Barcelona supieron siempre unirse en fraternal consorcio la poesía y la industria, las letras y las artes; es decir, el espíritu de la inteligencia, que es la llama del progreso moral, y el espíritu del trabajo, que es la luz del progreso material.

Los Juegos Florales fueron instituídos bajo la protección del señor rey D. Juan I, el amador de la gentileza, por los discretos y honorables caballeros Luis de Aversó y Jaime March, que, hallando las raíces de la institución en Provenza,—tierra que desde luengas edades viene siendo espejo de caballeros y cuna de poetas,—supieron inspirarse en el Consistorio de Tolosa y trasplantaron á tierra catalana la flor de la gaya ciencia que ufanosa crecía en tierra provenzal.

La semilla que trajeron debía producir frutos deliciosos, abonanzada aquí por el cultivo.

De Provenza, pues, nos llegó el primer hálito de la poesía en alas de los vientos de la fraternidad. Provenza fué el Oriente de la literatura catalana, y siempre del Oriente vino la luz.

Algunos años más tarde, la institución de la Gaya Ciencia parecía decrecer y desmayar, á causa principalmente de los sacudimientos políticos que tuvieron lugar en estas tierras, promovidos por los sucesos que precedieron y siguieron al eternamente memorable Parlamento de Caspe. Entonces fué cuando un hombre de genio poderoso y de miras superiores á su siglo vino á robustecerla, á protegerla y ampararla, á darle nuevo vigor y nueva vida.

Aquel hombre, aunque originario de este país y conocedor de él, era un castellano y llamábanle don Enrique de Villena.

Vino D. Enrique de Villena á Barcelona, tomó bajo su amparo y protección los Juegos Florales y por él nació esta institución á nueva vida.

En un palacio de Barcelona, quizá en el mismo en que hoy estamos reunidos, se congregaron entonces en amante fraternidad dos literaturas, la castellana y la catalana.

La literatura castellana venía, y es preciso consignarlo, no para hacer sombra á la catalana, no para disputarle los laureles del triunfo y los premios de la victoria: venía con D. Enrique de Villena y con los demás nobles literatos que le acompañaban, para revivir el aliento de la musa catalana, para recordarle que estaba llamada á grandes destinos, para aplaudirla y darle fuerza con sus plácemes; venía á inspirarse con ella y de ella; venía á reconocerla como literatura maestra; venía, no en nombre de la rivalidad, á crearle obstáculos, sino noble, hidalgamente, en nombre de la santa fraternidad, á darle el ósculo de paz y á facilitarle el camino por el cual, sin entorpecimientos, pudiera marchar directamente al alto fin que se proponía.

Así, pues, los Juegos Florales de Barcelona, en su primera restauración histórica, son hijos de la fraternidad de las literaturas castellana y catalana.

Algún día los poetas catalanes, para pagar la deuda que con sus hermanos los castellanos habían contraído, hicieron con Castilla lo que ellos hicieran con Cataluña.

Los castellanos nos habían enviado á D. Enrique de Villena: nosotros les enviábamos á Juan Boscán y á Gil Polo, que daban, á su vez, nuevo vigor ynueva vida á las letras castellanas, así como, algo más tarde, el gran Lope de Vega echaba en Valencia las raíces del teatro castellano con el concurso y el auxilio de poetas de estas comarcas.

 

He aquí, pues, señores, los que me dispensáis la honra de escucharme: he aquí cómo nuestra historia nos demuestra que los Juegos Florales de Barcelona, si por su origen deben la vida á Provenza, por su protección deben franca simpatía y leal compañerismo á Castilla.

Por esto hoy la institución de los Juegos Florales, desaparecida después de una larga serie de años; por esto hoy, sintiéndose ya de nuevo con suficiente vida y suficiente fuerza, ha querido reunir á provenzales y á castellanos, nuestros amigos los primeros, nuestros hermanos y compatriotas los segundos, convidándoles á la fiesta de la poesía catalana que, si es hija de Provenza, es ahijada de Castilla.

Por esta razón, poetas de Castilla y poetas de Provenza, hermanos de aquí y de allí, por esta razón os hemos invitado hoy. Queríamos sellar con el sello de vuestra fraternidad, queríamos timbrar con el timbre de oro de vuestra presencia la fiesta anual de la institución á que, cinco siglos hace, dieron vida vuestros pasados.

¡Bien venidos á la tierra catalana! Las sombras ilustres de los trovadores que invisibles vagan tal vez por el ancho espacio de este histórico salón, sin duda se estremecen de alegría al ver cómo hoy, en santa paz y buena fraternidad, nos damos las manos, los brazos y el corazón aquí, en este salón de Ciento, que es el lugar consagrado por los recuerdos y también hoy por las esperanzas; aquí, en esta casa, que es la casa solariega de las glorias populares.

 

Algunos espíritus mal aconsejados, algunos caracteres susceptibles y recelosos, que nunca faltan por cierto, han querido levantar bandera contra la restauración de los Juegos Florales y el renacimiento de la literatura catalana, sin comprender todo lo que este renacimiento tenía de patriótico y de noble, sin hacerse cargo ni darse cuenta de la idea capital que tuvieron al pedir su restauración los siete mantenedores del año 1859, entre los cuales se hallaba el que en este instante tiene la honra de dirigir la palabra á tan noble concurso.

Lo más triste es que se ha visto á algunos catalanes mismos alzar su voz contra nosotros.

Empero, esos obcecados hermanos nuestros, á quienes quizá pudo mover un celo exagerado, sólo consiguieron que la institución echase más hondas raíces y resplandeciera con más clara luz. Para hacer resaltar lo blanco, no hay como ponerle un fondo negro.

Es condición indispensable que para toda institución, y más aún, para toda restauración, haya de haber lucha. Es natural y es consiguiente. Ni el pedernal ni el fósforo dan luz si no se les hiere.

Se empezó primeramente por negar la existencia de los poetas catalanes. Se les criticó después sin compasión y con verdadera saña. Se les ridiculizó, se les hizo centro y objeto de sátiras, de insultos y de vilipendios. También esto es natural, y fué lo que debía ser. Así son siempre acogidas las novedades, aunque no sean más que renuevos de griegos, de romanos ó de la Edad media; y los trovadores modernos tuvieron que comenzar por sufrir toda la crudeza de la ingratitud local.

Dejando pasar la tempestad sin abatirse, y siguiendo el proverbio de los marinos que dicen: A mal tiempo, buena cara, los poetas siguieron con constancia su obra de regeneración y restauración, sin darse aires de mártires ni presentarse como víctimas.

Seguros estaban de ir por camino recto, y podían hacerlo con tranquila conciencia, con firme corazón, alta la frente y fija en el porvenir la mirada, que si tenían su cruz y su calvario, símbolos son que aquí nos dejó el Dios-Hombre. Todos tienen en este mundo su vía dolorosa, y siempre todo apostolado tuvo su martirio.

 

Dos cargos se han hecho á la institución de los Juegos Florales y al renacimiento de la literatura catalana, y hora es ya de que sean contestados desde este sitio.

Se nos acusa primeramente de no escribirlo todo, y siempre, en castellano, que es, dicen, la lengua nacional. La lengua oficial debieran decir, que no hay por qué desbautizar á la catalana, nacional y española como aquélla.

Nunca el castellano será para nosotros de tan franca naturaleza como es el catalán; que la lengua castellana es sólo la de nuestros labios, mientras que la catalana es la de nuestro corazón. Nos enseñan aquélla los maestros, nos enseñan ésta las madres.

¿Por qué, pudiendo ser los primeros en Cataluña, nos quieren hacer segundos ó terceros en Castilla?

Los que así nos atacan creerán que nosotros no somos españoles. Lo somos de corazón, lo somos de veras, lo somos de raza. Pues qué, ¿sólo en lengua castellana se puede gritar: ¡Viva España!?

España es una gran nación compuesta de varias nacionalidades, y en el escudo general de sus armas cada antigua nación está representada en su cuartel respectivo por su blasón propio.

¿Por qué, pues, en la literatura general no ha de estar cada provincia representada por su lengua? Si se le concede á cada una el uso legítimo de su blasón, ¿por qué negarle el uso natural de su idioma?

Pero muchos dicen que no es por la lengua por lo que nos combaten, sino para destruir el provincialismo... ¡Oh! vosotros los que tenéis aún sentimiento y conciencia, no atentéis, no atentéis al provincialismo, que es una de las nobles cosas que todavía quedan en España, si queréis guardar la fe y la santidad de ciertas cosas.

El provincialismo es el patriotismo de provincia, como el patriotismo es el provincialismo de nación. Por ventura, el provincialismo de provincia, ¿no es patriotismo de patria?

Dejadnos cultivar nuestra lengua, que es una obra patriótica; dejadnos cultivar nuestra literatura, que es una obra regeneradora, y todo ha de ser para mayor esplendor y gloria de España, que así como es más rica una familia que tiene dos patrimonios, así ha de ser más rica una nación que tiene dos literaturas.

¿Por ventura no son hermanas dos rosas nacidas en un mismo tallo?

 

Que los Juegos Florales pueden tener una idea política, nos dicen otros.

Hay que protestar, y protestar decidida y enérgicamente, contra esa especie lanzada con malévolos fines.

No tienen ni pueden tener los Juegos Florales la idea criminal que se les supone; no tienen ni pueden tener la idea de un partido político determinado, como gratuitamente se ha pretendido; pero tienen, sí, la idea política de un partido patriótico español y nacional. Son el arca que guarda los recuerdos de la patria y que todos los partidos políticos están interesados en conservar: son el templo donde se juntan, y confunden, y fraternizan los hombres de toda idea y de todo partido. Fuera de aquí podrá haber política de partido: aquí sólo hay política de patria.

 

Los Juegos Florales, dígase lo que se quiera en contra, son los que han dado vida á la moderna literatura catalana. Sin ellos, el movimiento literario que hoy fija la atención de la Europa ilustrada, no habría de seguro existido.

Muchos son los poetas que vienen aquí á luchar para conseguir los premios y el título de maestro, y cada año aumentan en proporción considerable las composiciones presentadas al certamen.

Hoy existen poetas catalanes, prensa periódica catalana, prosistas catalanes. Hoy se escriben en nuestra lengua historias, y poesías, y novelas, y dramas, y comedias, y artículos, y periódicos. Hoy existe teatro catalán, un teatro completo, que ha nacido después de la institución de los Juegos Florales, un teatro que atrae un público escogido y numeroso, que tiene desde el drama histórico á la comedia ligera y á la pieza de circunstancias; un teatro que no lo tienen naciones como Bélgica, Portugal y Suiza. Y esto es obra sólo de diez años.

Hoy podemos decir á los que un día nos motejaron: ya no somos unos pocos, somos muchos; ya no somos un grupo, somos un ejército; ya no somos una secta, somos una religión: ya no somos una tribu, somos un pueblo; ya no somos una mera escuela, somos toda una literatura.

Hoy, á los que nos censuran, podemos decirles: censuradnos, pero oídnos.

 

Por algo será que tan altas inteligencias y tan nobles corazones se hayan congregado hoy para escuchar las cítaras de nuestros poetas, para asistir á los señalados festivales de la poesía de esta tierra, para venir á ver cómo cada año aparece en el cielo de la literatura catalana esa vía láctea de flores y de glorias, que se extiende y dura de un año al otro.

Por algo será que hayan hoy venido nobles magnates de Inglaterra, maestros y poetas de Provenza, sabios de París y Rosellón, poderosas inteligencias de Castilla, eminentes literatos de Mallorca y de Valencia; por algo será que tan distinguidos personajes hayan venido á dar con su presencia más realce y esplendor á la fiesta anual de la poesía catalana.

Algo verán, sin duda, en esa literatura que se despierta, en ese pueblo que se agita, en esa lengua que vibra, en esa cítara que suena, en esa voz que se escucha, en esa llama que nace repentinamente del fuego que se atiza, en esa música de palabras sonorosas que aguijonea las inteligencias, en esa expresión de las ideas populares que admite una forma para manifestarse, en esa reunión de corazones y de espíritus que se unen, no para el mal, sino para el bien, en ese zumbido de toda una colmena de trabajadoras abejas, en esa paloma mensajera que sale del arca llevando en su pico la rama de olivo, en esa aspiración á resucitar una lengua que se juzgaba muerta, una literatura que estaba olvidada, una patria que se creía desaparecida.

Verán lo que verse debe siempre en todo movimiento intelectual, lo que ha de verse en toda literatura: la expresión de una idea, la forma de una civilización, el espíritu de un pueblo, el sentimiento de una patria.

Esto verán, esto hallarán en nuestra literatura los que quieran tomarse la molestia de fijarse en ella y estudiarla.

. . . . . . . . . . . . . . . .

. . . . . . . . . . . . . . . .

. . . . . . . . . . . . . . . .

 

Magistrados de Barcelona, honorables y dignos sucesores de aquellos prohombres de las rojas gramallas, no estaréis ciertamente descontentos de vuestra obra, que cada año ha ido creciendo en importancia para cada año ir creciendo en gloria. Comprendisteis perfectamente la idea que guiaba á los restauradores de los Juegos Florales, y al continuar anualmente esta fiesta, siempre con más esplendor y más constancia, habéis comprendido que honrando la lengua honrábais al pueblo que la habla.

Y, ahora, permitidme que os dirija algunas palabras á vosotros, poetas los de Castilla y Provenza, los de Inglaterra y Francia, los de Valencia, Rosellón y Mallorca, los españoles nuestros compatriotas, los extranjeros nuestros amigos.

Salud y fraternidad á todos y á cada uno de vosotros, los que sois hoy nuestros huéspedes queridos. El Consistorio de los Juegos Florales os saluda cariñosamente á todos en nombre de la tierra catalana.

Salud y fraternidad á vosotros los de Castilla, con quienes nos une el lazo de la sangre y de la patria, los que lleváis aún en vuestro pendón y continuaréis llevando siempre, si á Dios place, los dos colores, rojo y amarillo, colores de la bandera antigua catalana en los buenos tiempos de nuestra patria, que en prenda de unión eterna os dieron nuestros padres; á vosotros, José Zorrilla, el trovador del pasado; Ventura Ruiz Aguilera, el cantor nacional; Gaspar Núñez de Arce, el poeta dramático; insignes y nobilísimos escritores, que sois aquí la representación viva de nuestra hermana Castilla.

Salud y fraternidad á vosotros los de Provenza, que en vuestro honroso blasón de provincia lleváis aún y llevaréis siempre, si á Dios place también, las rojas barras catalanas, que en tiempos de gratos recuerdos os dieron en prenda de cariño nuestros abuelos; á vosotros, los que os agrupáis en torno del apóstol que el mundo literario llama el Virgilio de Maillane, de Federico Mistral, personificación encarnada de Provenza.

Que os sea grata á todos la hospitalidad de la tierra catalana, y plegue á Dios que al volver á vuestras casas llevéis de nosotros un recuerdo tan grato como el que de vosotros ha de quedar grabado en nuestros pechos.

Como huéspedes vinisteis. Partid como hermanos.

En recuerdo de este día, que con vuestra presencia habéis hecho día de mayor gloria, en cambio de nuestra hospitalidad, que si no es fastuosa es fraternal al menos, sólo una cosa os pedimos: que al regresar á la paz de vuestros hogares os llevéis, como simiente de amistad para sembrar en vuestras comarcas, como fresco ramo de flores para ofrecer á vuestras familias, como dulce prenda de amor para injertar en vuestros hogares, el recuerdo de nuestra gaya fiesta del mes de Mayo, el recuerdo de los poetas hermanos vuestros, el recuerdo de la tierra catalana.

___________

LA POESÍA LEMOSINA

DISCURSO

leído en la velada literaria con que las sociedades del ateneo y rat-penat, de valencia, obsequiaron al autor en la noche del 26 de julio de 1880 con motivo de la celebración de los juegos florales en aquella ciudad.

 

Señores :

 

Llego, por benevolencia vuestra y con honra inmerecida, á ocupar la silla que la muerte implacable dejó vacía al arrebatarnos á Vicente Boix, y faltaría, por lo tanto, al más sagrado de mis deberes, si lo primero de todo, antes que todo y sobre todo, no me apresurase á consagrar un tributo de honor á quien tanto amasteis vosotros, á quien yo tanto amé, á quien Valencia toda recuerda como á uno de sus hijos más ilustres y preclaros.

Yo sé bien, por lo demás, que al cumplir con este deber, para mí sagrado, vengo también á satisfacer uno de vuestros más caros deseos y á corresponder á uno de vuestros más íntimos sentimientos. La mejor manera de demostraros mi gratitud por la honra que me dispensáis y por la hospitalidad fraternal y simpática que me ofrecéis, es la de recordar á Valencia, uno de sus varones ilustres; á esa juventud entusiasta que se agrupa junto á la bandera del Rat-Penat, uno de sus maestros; á la literatura lemosina, una de sus glorias; á la patria ibérica, uno de sus hombres.

De esta manera, también, evito las frases de cumplido y de estudiada modestia, que vienen á ser tema obligado al comenzar discursos de esta índole, frases que, por lo mismo que son impuestas, no son espontáneas, resultando con esto una situación difícil: para el que habla, porque la costumbre le obliga, mal que le pese, á ser modesto; para el que contesta ú oye, porque la urbanidad, mal que le pese también, le obliga á ser cortés. A fin de evitar, pues, este momento, si difícil para vosotros, delicado para mí, ¿qué mejor frase para comenzar, ni qué otro medio más propio á cautivar vuestra atención, mover vuestros sentimientos y arrebatar vuestro ánimo, que el de deciros: «Tan obligado os estoy, que, á fuer de agradecido, voy, lo primero de todo, á hablaros de Vicente Boix?...»

¡Vicente Boix! ¡Ah! Vosotros no sabéis, no podéis saber la impresión que me causa su nombre. Le conocí por vez primera allá por los años de 1845, ¡hace un siglo!, cuando muchos de vosotros no habíais aún nacido. Acababa yo de llegar á la ciudad del Turia, que es decir á la ciudad de la poesía y de las flores, y llegaba joven, poco menos que errante y vagabundo, poco menos que enfermo, poco menos que visionario, con más caudal de ilusiones ciertamente que de realidades, y con horizontes ante mí que sólo podían dejar de ser obscuros y borrascosos á fuerza de empeñarme en verlos despejados y risueños.

A nadie conocía yo en Valencia ni pude llegarme á imaginar jamás que nadie me conociera á mí. Considérese la sorpresa que debía causarme el recibir unos versos de Vicente Boix, los primeros que en mi vida se me dirigieron, y que desde entonces, como reliquia santa y como recuerdo sagrado, conservé entre los documentos de familia, á través de todos los azares y vicisitudes de mi agitada vida. Todavía suenan en mis oídos aquellos armoniosos versos:

Muy bien venido á la ciudad hermosa

que reclinada del ameno Turia

en la margen feliz, levanta al cielo

su frente de oro, celestial y pura.

Báñanla en torno las suaves brisas

de jardines sin fin, y entre la bruma

del mar tranquilo que sus plantas besa,

diosa de Hesperia el mundo la saluda.

. . . . . . . . . . . . .

Si el pálido fulgor de luengo llanto

que allá bañaba tu modesta cuna,

viene á bañar también tu joven frente

en la antigua ciudad que riega el Turia,

recuerda al menos que su cielo es bello,

sencilla su amistad sin sombra alguna,

y que si flores hoy á ti te ofrece,

si en su nombre otro bardo te saluda,

es que Valencia, por antiguos lazos

unida en otra edad á Cataluña,

de recuerdos y glorias es el templo,

de la amistad y del amor la cuna.

Estos versos nos hicieron hermanos. Comenzó pues, nuestra amistad, por donde las demás concluyen, y nunca, nunca nuestro cariño fraternal se vió empañado por la más ligera nube. Confundidos en el mismo pensamiento y en las mismas aspiraciones, obedecíamos á la misma idea, éramos apóstoles de la misma religión y soldados de la misma causa. Se confundían hasta nuestros nombres; que Dios nos había dado las mismas iniciales, y á causa de esto, alguna vez, ¡honra grande para mí!, equivocaron con las suyas mis pobres poesías.

Y al nombre de Boix va en mi recuerdo unido otro para las letras no menos ilustre, para la patria común no menos estimado, para mí no menos querido: el de Jerónimo Borao. Era Borao aragonés, como Boix valenciano, como yo catalán, es decir, con un amor profundo á su país, y quiso Dios también que los tres fuésemos cronistas de la Corona de Aragón: Boix el de Valencia, Borao el de Zaragoza, y yo el de Barcelona.

Un día, en circunstancias críticas para nuestra patria, nos encontramos juntos, conspirando al mismo objeto, teniendo el mismo ideal, en el mismo campo y al pie de la bandera misma que las tres ciudades hermanas se disponían á enarbolar, siguiendo el movimiento político iniciado en Vicálvaro y Manzanares. Un ilustre y venerable patricio, honra y gloria de nuestra España, nos había sentado á su modesta mesa. Al terminar aquel frugal banquete, y cuando íbamos á salir para nuestros respectivos destinos, recibidas ya las instrucciones de labios de aquel patriarca de las libertades patrias, Boix improvisó unos versos que, borroneados con lápiz, me llevé en mi cartera, y que recuerdan un momento solemne, el más solemne quizá de nuestra vida:

Pobre Edetano, ni á invocar me atrevo

la gloria que aparece en este instante;

la fiera Cataluña está delante;

la eternidad sus aras le guardó.

Hacia los cuatro vientos desplegadas

sus bélicas banderas se lanzaron;

los pueblos sus girones veneraron

y sus Barras aquí el poder rompió.

¡Silencio! ¡No cantéis!... Id á las tumbas,

y allí podréis llorar... Hoy, peregrino,

os hallo por mi bien en el camino,

y os diré en voz muy baja: ¡Amor y unión!

Envueltos en las sombras que nos cercan

al alma libertad evocaremos,

y en plena luz mañana arbolaremos

cruz contra cruz, pendón contra pendón.

Cada uno de nosotros fué á ocupar su puesto. Tuvo lugar el movimiento que se esperaba, y, para ayudar á este movimiento, fundé en Barcelona La Corona de Aragón, en la cual escribían Boix desde Valencia y Borao desde Zaragoza. Fundóse aquel periódico, de común acuerdo entre los tres, con la idea que nos habíamos propuesto y á la cual jamás faltó: la Corona de Aragón como recuerdo, modelo y ejemplo de patrias libertades; España constitucional y regenerada como patria común; la Unión Ibérica como ideal y aspiración suprema.

Ninguno de los tres abandonamos un solo momento nuestra idea. Fieles fueron á ella hasta su muerte Boix y Borao. Fiel á ella he de ser yo mientras Dios no apague la luz de mi pensamiento, que es la vida.

Aun no había yo comenzado á escribir entonces en catalán. Creo que tampoco Boix, pero ¡qué importaba! Escribíamos en castellano y pensábamos en catalán, y unimos nuestras fuerzas para iniciar el movimiento que más tarde se llamó catalanista. A más, no había necesidad de escribir precisamente en catalán para ser catalanista. Uno de los que más hizo en favor del catalanismo, Cambouliu, no escribió en catalán ni en castellano. Era catalán de la lengua d’oc, y sin embargo escribió en francés su Ensayo sobre la literatura catalana. Escribiendo Boix en castellano hizo á favor del catalanismo tanto como el que más.

En buen hora que, por haber comenzado á escribir más tarde que otros en catalán, á él y á mí mismo tal vez, ¿por qué no he de decirlo?, se nos niegue en documentos y en historias el puesto de honor que reclaman otros para sí; en buen hora sea. No he de disputar para mí, ni para Boix siquiera, la prioridad y primacía. A los ojos de aquellos que con imparcialidad estudien un día el movimiento literario actual, cada uno ocupará el puesto que le corresponda, y puede muy bien suceder que la Providencia, siempre justa, dé un lugar distinguido, por razón de prioridad y cronología, á los que acaso no pudieran obtenerlo por razón de ingenio.

A más, al hablar de catalanismo,