Las calles de Barcelona en 1865. Tomo III - Víctor Balaguer - E-Book

Las calles de Barcelona en 1865. Tomo III E-Book

Víctor Balaguer

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Beschreibung

Las calles de Barcelona en 1865 es una obra complementaria a la Historia de Cataluña, que se centra en la ciudad condal y en sus calles, monumentos, personajes y eventos. La guía histórica analiza cada una de las calles importantes de la ciudad y toda la historia que rodea el pasaje. En el segundo tomo se analizan las calles de la R (empezando por Calle de San Rafael) a la Z. El tomo contiene, además, La primavera del último trovador, un compendio de tradiciones, cantos, historias y leyendas.

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Seitenzahl: 766

Veröffentlichungsjahr: 2022

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Víctor Balaguer

Las calles de Barcelona en 1865. Tomo III

DE LAS REALES ACADEMIAS ESPAÑOLA Y DR LA HISTORIA

(COMPLEMENTO DE LA HISTORIA DE CATALUÑA) LA PRIMAVERA DEL ÚLTIMO TROVADOR (TRADICIONES, CANTOS, HISTORIAS, LEYENDAS)

Saga

Las calles de Barcelona en 1865. Tomo III

 

Copyright © 1888, 2022 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726687989

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

OBRAS DEL AUTOR

PUBLICADAS EN ESTA COLECCIÓN.

Poesías catalanas. (El libro del amor.—El libro de la fe. —El libro de la patria.—Eridanias.—Lejos de mi tierra.—Ultimas poesías.)— Un tomo, que forma el I de la colección, 6 pesetas.

Tragedias. Original catalán y traducción castellana. (La muerte de Aníbal.—Coriolano.—La sombra de César.—La fiesta de Tibulo.—La muerte de Nerón.—Safo.—La tragedia de Llivia.—La última hora de Cristóbal Colón. — Los esponsales de la muerta.—El guante del degollado.—El conde de Foix.— Rayo de luna.)— Un tomo (II de la colección), 8 pesetas.

Los Trovadores . Su historia literaria y política.— Cuatro tomos (III, IV, V y VI de la colección), 30 pesetas.

Discursos académicos y memorias literarias. (Discursos y dictámenes leídos en las Academias y en los Juegos Florales.— La corte literaria de Alfonso de Aragón.—Un ministerio de Instrucción pública.—Fundación de la Biblioteca de Villanueva y Geltrú.—Cartas literarias.—El poeta Cabanyes.—Ideas y apuntes, etc., etc.)—Un tomo (VII de la colección), 7 pesetas 50 céntimos.

El Monasterio de Piedra.—Las leyendas del Montserrat.—Las cuevas de Montserrat. —Un tomo (VIII de la colección), 7 pesetas 50 céntimos.

Historia de Cataluña.— Tomos primero á décimoprimero de esta obra, y IX á XIX de la colección, á 10 pesetas cada uno, 110 pesetas.

Las calles de Barcelona (complemento de la Historia de Cataluña). —Tres tomos (XX, XXI y XXII de la colección), 30 pesetas.

En el Ministerio de Ultramar. —Dos tomos (XXIII y XXIV de la colección).

(Esta colección es propiedad de la Junta de la Biblioteca-Museo de Villanueva y Geltrú, á la que ha cedido el autor la propiedad, á fin de sostener aquel Instituto con el producto de las obras.)

R

RAFAEL (calle de San).

Existen dos de este nombre mismo.

La una está en el barrio de la Barceloneta y conduce desde la del Cementerio á la playa.

La otra está en la ciudad y es la que atraviesa de la de Robador á la de la Cadena.

Ni de la una ni de la otra hemos hallado nada que decir.

RAMBLA (calle ó paseo de la).

Fué llamada antiguamente, en distintas épocas, Riera de Cogodell ó del Codolell, den Malla, den Bonanat, den Pomet, den Pons y Cap de Creus.

La Rambla es la calle-paseo que se extiende desde el pie del fuerte de Atarazanas hasta la entrada del paseo de Gracia, y que ahora precisamente se está prolongando siguiendo el ensanche de la ciudad. Se divide en varios trozos ó secciones, de que detalladamente nos ocuparemos, haciéndolo primero en general.

Antes de cerrarse la ciudad con la última línea de murallas que ha sido derribada en 1854, pasaba por el sitio que hoy ocupa este paseo, la rambla, es decir, el cauce del torrente conocido por la Riera den Malla y también del Cogodell. La rambla de esta riera, á la cual hoy se ha dado otra dirección, bajaba por donde comienza hoy el paseo de Gracia y seguía lamiendo el pie de las antiguas murallas, hasta ir á desembocar en el mar, donde, todavía, el espacio que se descubre entre las casas de la Rambla y la montaña de Montjuich es llamado por los marinos y pescadores del país Frau de Cogodell. Al paso recogía las aguas que afluían por las rieras del Pino, den Prim y de Valldoncella, que hoy son otras tantas calles.

Más tarde, el cauce ó torrente de la Rambla fué convertido en una anchurosa cloaca. Todavía subsiste subterránea y se extiende desde un extremo á otro, pasando aproximada á los teatros Liceo y Santa Cruz. No fué construída por los romanos en tiempo de los Escipiones, como aseguran autores antiguos y modernos que hablan de ella, á lo menos en gran parte, sino por los naturales mismos al levantar ó reedificar la muralla de aquella parte. «En 1364, dice Bruniquer, se feu la gran claveguera de la Rambla.» Es admirable la magnificencia de esta obra, fabricada con piedras sillares, y tan alta y ancha, que se puede recorrer á caballo una gran parte de su trecho.

Hoy es la Rambla un hermoso paseo adornado de hermosos árboles que, separando la ciudad nueva de la antigua, se divide en cuatro trozos aislados, de cada uno de los cuales hablaremos.

Según parece, hasta principios del siglo pasado no comenzaron á plantarse árboles en la Rambla. Así se desprende de las notas que tomamos nosotros mismos hace algún tiempo en el archivo municipal, y de las cuales, para satisfacer la curiosidad de los lectores, vamos á dar un extracto.

En Consejo de Ciento celebrado el 15 de Febrero de 1701, se trató de la conservación de los árboles que acababan de ser plantados en la Rambla, comisionando para ello á los señores concelleres.

En sesión del mismo Consejo celebrada el 12 de Julio de 1703, se leyó un dictamen redactado por una junta nombrada al efecto, en el que se proponían los medios y se hacía notar la utilidad que reportaría de conducir el agua del rech condal á la Rambla para regar los árboles. El Consejo decidió realizar y llevar á efecto esta conducción de agua en el modo y forma que proponía dicho dictamen.

En sesión del mismo Consejo celebrada el 25 de Agosto de 1706, se dispuso que volviesen á plantarse árboles en la Rambla, á causa de haberse destruído y cortado los que allí había por exigencias y necesidades del sitio que la ciudad acababa de sufrir.

En sesión celebrada por el mismo Consejo el 10 de Febrero de 1707, dióse cuenta de haberse pasado á comprar y plantar 205 árboles, que eran los que faltaban en la Rambla.

De entonces acá, aunque renovado varias veces, ha continuado siempre el arbolado en el punto de que hablamos.

RAMBLA DE SANTA MÓNICA.

Así fué llamado el primer trozo de la Rambla, que ocupa desde Atarazanas hasta la plaza del Teatro, á causa de levantarse en aquel punto el convento de padres agustinos descalzos, fundado por la religión en 1618. Los agustinos ocuparon primeramente la ermita de San Beltrán, donde se establecieron el citado año; pero habiéndoles concedido los concelleres el permiso para fundar un convento más cómodo y más capaz, pusieron el 16 de Junio de 1626 la primera piedra de la actual iglesia, que fué dedicada á Santa Mónica. En 6 de Agosto de 1634, aunque la obra no estaba concluída todavía, se celebró la primera misa en la capilla de Nuestra Señora de la Novena, la cual, dicen, no fué festiva como parece natural y consecuente, sino de difuntos, en sufragio del alma de María Riquelusa, célebre actriz que, según indicios, había costeado la construcción de dicha capilla.

Hay quien atribuye á esta circunstancia la de que los actores parecen haber elegido siempre este templo para celebrar sus funciones religiosas; pero es de creer que esto estribe en ser la iglesia más cercana al Teatro Principal y el hallarse este edificio comprendido en su parroquia.

Guárdanse en esta iglesia algunas buenas reliquias. Las pinturas de su capilla mayor son obra de J. Juncosa, así como el cuadro de Santa Mónica lo es de Francisco Guirro de Barcelona. La Santa Mónica que hay sobre la portada es obra del escultor Sala.

El arreglo del 25 de Setiembre de 1835 constituyó esta iglesia en parroquial de San José. En el resto del convento residen hoy las oficinas de la Administración militar.

 

El edificio que más llama la atención en este trozo de Rambla es el de Atarazanas ó de la Atarazana.

Para hablar de él cederemos la palabra al cronista Pí, que ha hecho la siguiente descripción:

«Por los nombres de Aradçana, Araçana, Darsanale, Draciana ó Terçana, derivados de dársena, voz alterada de la lengua árabe, que significa la parte de un puerto dispuesta artificialmente para la conservación de las embarcaciones desarmadas, su carena y habilitación, fué conocido en varias épocas, desde el tiempo de Don Jaime I de Aragón hasta el siglo pasado, el arsenal ó principal astillero de la real marina, sito en el lugar donde hoy se hallan el fuerte y cuarteles comprendidos debajo de la denominación de Atarazanas, al SO. de Barcelona. Entiéndase, pues, que al hablar de dicho arsenal ó astillero, no nos referimos á los edificios actuales, por cuanto se calcula que de éstos los más antiguos cuentan apenas cuatro siglos y medio de existencia.

»Difícil, si no imposible, fuera determinar quién echó los cimientos del primitivo edificio de la Atarazana, pues ningún instrumento nos lo declara de un modo decisivo, y sólo puede sacarse por conjetura más ó menos probable. Bastante fundada nos parece la de Capmany, quien acerca de este punto escribe lo siguiente: «Por lo que parece, según se ha podido ras- »trear, que la primitiva fundación de las Atarazanas de »Barcelona se debe fijar hacia los primeros años del rei- »nado de Jaime I, en cuyo tiempo empezó á fomentarse »la marina real de Aragón y la construcción de embar- »caciones de remos en la referida ciudad, en donde ha »continuado hasta principios de este siglo (el xviii ), así »por la abundancia y calidad de las maderas y propor- »ción de todos los demás aprestos navales que ofrecía »Cataluña, como por la comodidad de los obreros de »que abundaba la capital: así que, por estas circunstan- »cias, fué siempre el principal astillero de las galeras »de la real armada 1 .»

»Como quiera, un documento fehaciente nos atestigua la existencia del arsenal antes de 1243, y es la real cédula del nombrado D. Jaime I expedida en este año, en que se arregló la demarcación de la playa ó ribera del mar de Barcelona, señalando los parajes destinados para el astillero y para la extensión de los edificios que en adelante se fabricasen, y se prefijó por límite á la banda de Occidente la Atarazana en el mismo sitio que hoy ocupa 2 . También se la menciona, con el nombre de Daraciana, en la misma situación, en el decreto expedido en 1255 por el bayle real de Barcelona á instancia del magistrado municipal, señalando lugar conveniente á los que ejercían el oficio de batidores y tintoreros de fustanías ó cotonías por causa de la molestia que daban á los vecinos. Ramón Montaner, cronista de los reyes de Aragón, escribe que D. Pedro III, en los preparativos del formidable armamento que por los años de 1281 prevenía para la invasión del reino de Sicilia, recurrió á las Atarazanas de Barcelona, Tortosa y Valencia, como á los tres departamentos que debían suministrar la gente, los buques y los aprestos.

»Por más que no haya llegado á nuestra noticia la primitiva forma y disposición de este arsenal, ello es cierto que está bien averiguada su existencia en el siglo xiii. Ignoramos, es verdad, el tiempo preciso de su establecimiento; pero siempre nos queda un punto fijo de donde hacer partir su historia. Es asimismo indudable que en el siglo xiv se efectuó en él una renovación ó ampliación, conforme lo acredita una concordia ajustada en 9 de Junio de 1378 entre D. Pedro IV y Barcelona sobre aquella obra, que se prestó á costear y dirigir el magistrado municipal en virtud de varias gracias y privilegios que el rey le dispensaba. Entre los diez capítulos de que consta la concordia, se expresa: que la ciudad ofrece por mera liberalidad, en beneficio de la causa pública y utilidad común del soberano y de sus reinos, 10.000 florines de oro de Aragón 3 , con la condición de que por parte del rey se añadan á lo menos 7.000 4 , cuya suma total se había considerado necesaria para murallar, fortificar y defender con su foso la Atarazana por la banda que mira á Montjuich, conforme á la obra que se hallaba ya principiada. Además, para resguardo y conservación de las galeras que estaban entonces expuestas á la inclemencia del temporal, y para el correspondiente abrigo del astillero y de los trabajadores, otorgó la ciudad techar la fábrica y cubrirla de estaño, sosteniéndola con pilares y arcos de sillería, al modo que se había empezado en tiempo de Don Pedro III (antes del año 1284); y para la conservación de esta cubierta se asignaron 1.000 sueldos anuales de dotación al alcaide de las Atarazanas: 600 que le entregaba la ciudad y 400 que resolvió añadir el soberano. Tratóse asimismo, como cosa precisa, de la construcción de almacenes para guardar las armas, aparejos y demás pertrechos de las escuadras sutiles, y de la fábrica de oficinas para las labores de los remolares, coraceros y otros artífices del arsenal. Y aunque este establecimiento era para el servicio de la real marina, la ciudad ajustó á la sazón el permiso de construir y guardar en él las galeras y otros bastimentos de guerra.

»Por otra concordia sobre distintos puntos ajustada en 14 de Marzo de 1390 entre D. Juan I y Barcelona, venimos á colegir que hacia aquella época la obra de la Atarazana no estaba todavía concluída. En el primer artículo de aquélla trátase de la ampliación y aumento del indicado edificio, de manera que se pudiesen guardar y abrigar en él á lo menos hasta 30 galeras con todos sus pertrechos; como igualmente de construir en su ámbito, á más de los edificios y oficinas necesarias, un palacio para habitación del rey y su familia. En recompensa de esto hizo el monarca por su parte cesión perpetua á la ciudad de todo lo que le pertenecía por derechos de licencias de las naves que se despachaban en su puerto para Siria y Egipto, y de las que arribaban á él de retorno de aquel viaje, conforme á otro convenio ajustado en 1378 entre su magistrado y Don Pedro IV. En virtud de esta concesión, Barcelona debía recaudar estos emolumentos é invertirlos en las obras de la memorada Atarazana, así para los reparos y conservación de su fábrica, como de las galeras reales, sus aparejos y demás pertrechos. Créese que después de la citada concordia quedaría terminada la obra, mas no se han hallado vestigios de haberse edificado el palacio que en ella se menciona: tal vez no pudo tener efecto por causas que al presente no nos es dado aclarar.

»Empero antes de proceder adelante en la historia que nos ocupa, entendemos que será bien recibida del lector, por su enlace con este asunto, una sencilla relación inédita 5 de cierto ceremonial que en aquellos días se usaba en los casos de construcción de una escuadra, no menos curiosa por su materia que por su antigüedad, cuyo contexto el erudito Capmany traduce literalmente en castellano de este modo: «El rey Alfonso »arribó de Nápoles á Barcelona; y de allí á poco tiem- »po, á los 21 de Diciembre de 1423, dicho alto señor »rey y los concelleres Felipe Ferrera, Galcerán Carbó, »Bernardo Serra, Guillermo de Soler y Baltasar de »Gualbes, pusieron y fijaron en la Atarazana del mar »quillas para 12 galeras, esto es, el señor rey para »seis y los concelleres para otras seis; mas sólo se pro- »siguió entonces la construcción de dos de ellas, que »quedaron acabadas á fines de Julio de 1424. Los maes- »tros constructores de aquellas dos fueron Arnaldo Ro- »meu y Bernardo de Lloberas, y los dos maestros cala- »fates Bernardo Muy y Pedro Massanet. El domingo »13 de Agosto de dicho año fueron benditas, y en esta »función estuvo presente el dicho señor rey D. Alfonso »con los concelleres, y el señor obispo de Gerona, »quien celebró la misa y bendijo las referidas galeras; »y Pedro Parrí, marinero, voceó la buena palabra: Dios »las mantenga para pelear contra turcos y franceses, y res- »pondieron todos los circunstantes: Así sea.»El manuscrito que contiene el relato de este hecho, refiere á la par la circunstancia de haber los concelleres dado en el acto de fijar las indicadas quillas cada cual el primer martillazo á su galera. Con cuyo motivo observa el escritor arriba citado que estos actos bien podían ser ceremonias en su ejecución; mas su espíritu, dirigido todo á honrar y animar la marina, debía producir los saludables efectos de su loable institución; no siendo otro el medio que en la China practica todos los años el emperador en la abertura de las tierras, guiando con su propia mano el arado, para dar fomento y aprecio á la agricultura, cuya alta estimación es seguramente en aquel imperio el efecto de una pura ceremonia.

»Anudemos empero el hilo de nuestro discurso, y digamos que han llegado hasta nosotros algunas obras de la Atarazana, fabricadas en aquellos días de prosperidad para la marina de nuestra patria. Son á no dudarlo las más notables en su clase por su antigua, pero vasta, elegante y sólida construcción, los astilleros que se ven perfectamente por la parte de mar. Consisten en unos arcos elevados sobre pilastras, de bella proporción, que forman nueve naves, las vertientes de cuyos techos son guiadas con mucho acierto afuera del edificio. Por haberse dado posteriormente á éste aplicación diversa, se tapiaron dichos arcos; pero en el del centro, que es mucho más alto que los otros, colocóse un gran escudo de las armas reales. Debajo del mismo se conservan aún las paredes del buen dique que tenía el arsenal.

»Demás del establecimiento de la Atarazana, había otro paraje destinado para la construcción naval ó astillero común en el punto donde hoy se encuentra la plaza llamada de San Sebastián, ó de los Encantes, dentro del área que describen el lado izquierdo del edificio que fué convento de San Sebastián, el frente de los arcos de los Encantes, las calles de la Fustería y Hostal del Sol, la plaza del Correo viejo al pie del muro del primer recinto, la plazuela y calle del Regomir atravesando la calle Ancha, y llegando por la de Marquet hasta el sitio que hoy ocupa la muralla de Mar. Subsistió dicho astillero hasta el año 1553, en que empezó á cerrarse con aquélla la parte de la playa de esta ciudad.

»Al destinarse los arsenales de Cartagena, de la Carraca y del Ferrol para construir los buques de guerra de la nación, dióse un nuevo empleo á las Atarazanas de Barcelona. Habilitáronse sus edificios para el servicio de la Maestranza de artillería, que sigue actualmente en posesión de ellos, y quedaron divididos en seis partes los arcos del astillero, aplicadas á las dependencias y trabajos del ramo. La primera división sirve para las oficinas de cuenta y razón del departamento y dirección de la Maestranza, archivo y biblioteca del cuerpo. La segunda para el horno y talleres de fundición de cañones, en que actualmente no se trabaja, y un laboratorio de mixtos. La tercera es un espacioso almacén de maderas, en cuyos intercolumnios cabe un repuesto de materiales de construcción para muy largo período. La cuarta es un taller general de maderas capaz para contener 30 talleres particulares de carpintería, 40 de carretería, y en esta proporción de los demás oficios del arma, á saber: torneros, toneleros, aserradores, cajeros y guarnicioneros. La quinta es el taller general del hierro: comprende 31 fraguas fijas y un taller de linternero. La sexta consta de dos pisos: en el primero ó bajo hay diferentes almacenes de efectos de madera y hierro usado; en el alto se hallan una sala de armas con armarios corridos, bien cerrados y acondicionados, que pueden contener 30.000 fusiles, y otra menor contigua, dispuesta por el mismo estilo, destinada para guardar pistolas, armas blancas, etc. Arrimadas á la Maestranza están las oficinas de la comandancia del cuerpo de ingenieros.

»Á principios del siglo pasado erigióse una capilla dentro del recinto de Atarazanas, debajo del terraplén de la batería de las salvas. Estaba principalmente dedicada al servicio religioso del establecimiento; y todavía se ve en la pared de su lado izquierdo una lápida que expresa que la sagrada congregación de inmunidades, con consentimiento de Su Santidad, por decreto dado en Roma á 27 de Enero de 1731, declaró que dicha capilla no gozase inmunidad, sin perjuicio de las personas que en ella se hubiesen retraído hasta 1.° de Mayo del indicado año, en que se puso la primera declaración. Hoy día está convertida en pabellón de un portero.

»Á fines del mismo siglo edificáronse en el espacioso ámbito de Atarazanas dos magníficos cuarteles de infantería y caballería, en medio de los cuales se formó una plaza rectangular de 110 varas castellanas de largo y 50 de ancho, donde en época más reciente se construyeron una fuente y abrevadero abastecidos del agua que cedió entonces el Ayuntamiento de Barcelona. En la línea de la indicada capilla, cerca de la puerta de ingreso, se construyó no há mucho una casa para la habitación del gobernador, y á espaldas de ésta otra para su ayudante. En el ángulo oriental de Atarazanas, entre su estacada y la rampa de la muralla del Mar, se abrió en 1849 la Puerta de la Paz, que conduce al embarcadero que acaba de construirse en aquel sitio.»

Vemos, pues, por este relato, que las Atarazanas de Barcelona, destinadas en su principio para astillero de la marina real, pasaron después á servir de cuartel, bajo cuyo único aspecto las han considerado cuantos han escrito de ellas en los tiempos modernos. No era, en efecto, sino un recinto militar aislado y bien flanqueado por baluartes y emplazamientos de la muralla de la plaza, cerrado hacia ésta por un muro que sólo lo ponía al abrigo de un golpe de mano, y con algunas piezas de artillería para defender el puerto, á semejanza de las colocadas en la batería del extremo del andén del mismo en la Linterna. Mas no hace mucho tiempo que las Atarazanas han venido á constituir otro de los fuertes de la plaza de Barcelona. Cuando á consecuencia de los últimos disturbios políticos de que fatalmente ha sido teatro esta ciudad, estimóse necesario poner toda la línea de la muralla en pie de defensa, fortificóse, siendo capitán general el barón de Meer, la plataforma de la antigua torre de las Pussas con una batería cubierta dirigida á la población. Así que los edificios militares que hoy componen las Atarazanas, están unidos por dos medios baluartes con el recinto exterior, uno de los cuales enfila la Rambla y el otro la avenida de ésta á la puerta de Santa Madrona. Á la parte de la muralla del Mar hay una batería á barbeta y un saliente unido con el medio baluarte de este lado. Dispusiéronse además las alas de los edificios que enfilan el mencionado paseo y muralla para recibir la artillería, reemplazando las ventanas con cañoneras cerradas por postes. De manera que en cierto modo puede decirse que en nuestros días se ha puesto en planta el proyecto que á principios del siglo anterior concibiera Felipe V.

Cuatro batallones, cuando más, es la fuerza que se acuartela en Atarazanas. Suele haber también un escuadrón; y en el cuartel llamado de Santa Madrona, en la parte superior de este fuerte, se aloja el regimiento de artillería del primer departamento 6 .

Frente al fuerte de Atarazanas se levanta el edificio del Banco de Barcelona, el cual ocupa provisionalmente la mitad del solar que pertenecía á la fábrica en donde el cuerpo de artillería fundía los cañones valiéndose del personal de la Maestranza.

El establecimiento de la fundición fué creado por Felipe V en 1715, y los cañones que se fabricaron aquel año llevaban el siguiente rótulo: Violati fulmina Regis Philippus Quintus Hispaniarum Rex Pius et Clemens. Barchinone 1715.

En el año 1858 levantóse la parte del edificio que constituye el Banco, conservando poco menos que intacto el cuerpo bajo, que no dejaba de ser un pie muy forzado para el arquitecto, á quien se encargó el estudio y dirección de las obras. Las dos fachadas que presenta este edificio están muy bien caracterizadas y conservan el tipo greco-romano de los buenos tiempos. En medio de su sencillez están llamando la atención de los inteligentes por la buena disposición de sus partes, entendida molduración y marcadas proporciones en cuanto podía permitirlo la observancia del programa. Este edificio es otro de los que hacen honor al arquitecto académico D. José Oriol Mestres.

Las figuras y demás objetos que forman el grupo en mármol y en bronce dorado, sobre la puerta principal, son obra de los conocidos é inteligentes escultores catalanes D. Venancio y D. Agapito Vallmitjana, que han sabido crearse con éstas y otras notables obras una envidiable reputación.

Del edificio antiguo hay un recuerdo que no debe echarse en olvido. En el año 1758 fundióse en él la campana mayor de la Catedral de esta ciudad llamada Tomasa, cuyo peso es de 80 quintales, saliendo perfecta en la primera fundición.

RAMBLA DE CAPUCHINOS.

También es llamado este trozo Rambla del Centro y de los teatros, por estar situado á uno de sus extremos el Teatro Principal y al otro extremo el del Liceo. De éste hemos hablado al hacerlo de la plaza de la Boquería; de aquél hablaremos cuando lo hagamos de la del Teatro.

Lleva el nombre de Capuchinos por existir antes en esta Rambla aquel convento, del cual se ha hablado también. (V. calle de Fernando VII.)

Este trozo de Rambla es el más concurrido, y en días señalados punto de reunión de la elegancia barcelonesa. En los veranos, por la noche, se convierte en un verdadero salón, acudiendo á él en grande multitud las damas y caballeros para sentarse y conversar bajo sus árboles.

En este punto se hallan también las principales fondas y los principales cafés de Barcelona.

Existían antiguamente en el sitio de que hablamos dos edificios religiosos: el colegio de San Ángel mártir, de carmelitas calzados, fundado por la religión en 1593, y el de San Pedro Nolasco, de padres mercenarios, fundado por el P. Fr. Dalmau Serra en 1643. El primero de estos dos, después de haber sido en estos últimos tiempos residencia y oficinas del jefe político ó gobernador civil, es hoy cuartel de la guardia civil. El segundo está hoy ocupado por la fonda de Oriente.

RAMBLA DE SAN JOSE 7 .

Ocupa desde la plaza de la Boquería hasta el comienzo de la Rambla de los Estudios, y llamóse así por levantarse en ella el convento de San José, derribado hoy y ocupado por la plaza-mercado de que se ha hecho mención al hablar de la plaza de San José.

Esta Rambla acostumbra á ser concurrida de la sociedad barcelonesa durante los meses de verano por la mañana, particularmente los domingos, porque en ella está el mercado de las flores.

Son dignas de llamar la atención las pinturas al fresco de la casa que forma esquina con la Puerta ferrisa y las de otra que está, saliendo de esta calle, á la izquierda. Las de la primera figuran pasajes de la historia romana y cuadros mitológicos; las de la segunda se reducen á un cuadro de asunto alegórico.

Frente de esta casa vese un hermoso edificio llamado el Palacio de la virreina. Pertenecía este edificio á la viuda de cierto personaje que fué virrey del Perú, y es digno de fijar la atención del viajero, no sólo por su exterior, sino por el magnífico museo que en él conserva el hijo de D. José Carreras de Argelich, que lo formó.

El vestíbulo que comunica con la plaza-mercado de San José se halla convertido en un pasaje, en el cual se venden infinidad de objetos. De él arrancan dos suntuosas escaleras que se unen en el centro de la casa. Toda ésta es un museo. Sus grandiosas salas y galerías están atestadas de innumerables joyas, siendo un gran depósito de riquezas artísticas, científicas y bibliográficas. En la bella colección de pinturas, compuesta de 370 cuadros, unos al óleo, otros al pastel y los demás á la aguada y en miniatura, los hay de Murillo, Velázquez, Van Dyck, el Tiziano, Mena, Viladomat y otros varios; 11 pinturas de Rafael, y una de su discípulo Julio Romano. En grabados hay 563 láminas colocadas en cuadros, obras de los célebres Edelink, Porporatti, Morjhen, Campanella y otros. Destaca sobre todos un cuadro pintado sobre tabla con adornos de relieve, bellísimo por el sentimiento y expresión de sus personajes, quizás uno de los más interesantes para el estudio de la pintura. En escultura hay seis estatuas de mármol y varios bustos, dos de ellos debidos á Alonso Cano y Amadeo. La biblioteca, que es importante, contiene 14.000 volúmenes. También hay un monetario.

RAMBLA DE LOS ESTUDIOS.

Al extremo de esta Rambla, y donde comienza hoy el trozo que vulgarmente se llama Canaletas, estuvo el antiguo edificio de los Estudios ó Universidad de Barcelona.

Á instancias de los concelleres, que venían ya reclamando la instalación de cátedras ó estudios públicos desde 1310, instituyó el rey D. Martín de Aragón la Universidad de Barcelona, que antes había estado en Lérida, y en ella el Colegio de medicina y después el de artes, siendo aprobado por Benedicto XIII en Avignón. En 3 de Setiembre de 1450 adquirió dicha Universidad mayor forma y extensión por privilegio del rey D. Alfonso V, según ya queda dicho en las páginas de esta misma obra, llamándose desde entonces Universidad y Estudio general de todas artes y ciencias, y adquiriendo todos los privilegios generales de las universidades de Lérida, Perpiñán y Tolosa, lo cual fué aprobado por el papa Nicolás V.

En 1536 tratóse de levantar un edificio que fuese propio para Universidad, con todas las comodidades posibles, y en 18 de Octubre del mismo se dió principio á la obra.

El edificio era sencillo, pero grandioso y capaz.

En 1717, Felipe V trasladó la Universidad á Cervera, y este edificio fué entonces destinado para cuartel de tropa, ocupándolo el cuerpo de artillería, hasta que en 1843 fué derribado con el objeto de abrirse el portillo que por aquella parte tenía la muralla.

Este portillo, llamado de Isabel II, fué derribado á su vez en 1854 cuando cayeron las murallas de Barcelona, y en su lugar se extiende hoy el trozo de Rambla que se llama de Canaletas.

 

Hay en el trozo de Rambla que nos ocupa varios edificios dignos de especial mención.

Uno de ellos es la casa-palacio de los marqueses de Moya, cuyas pinturas al fresco son dignas de notar, así como también la hermosa galería de columnas que da sobre el jardín.

Frente á esta casa está la iglesia de Belén, que tiene su principal entrada en la calle del Carmen, y de la cual hemos hablado.

Junto á la iglesia está el Seminario conciliar y episcopal, que fué erigido en 1595. Es dependiente del obispo: enséñanse en él varias ciencias y demás estudios preparatorios, y tiene ejercicios literarios públicos anuales. Existe en dicho establecimiento una biblioteca pública, de la cual forma parte otra biblioteca exclusivamente catalana, fundada por el obispo Torres Amat. Hállanse en este Seminario diez cuadros de la vida de Santo Tomás, dos pintados por Viladomat y los restantes por su hijo.

Inmediato á este edificio está el de la Academia de ciencias naturales y artes, llamado Colegio de Cordellas.

En el primer piso hay el Museo de historia natural, la secretaría, la sala de juntas y el salón de sesiones. En el segundo piso hay las clases gratuitas que sostiene la Academia, y son: las de Matemáticas, Mecánica, Geometría descriptiva, Astronomía, Geografía, y elementos de Cronología, Mineralogía y Geología, Laboreo de minas, Zoología y Taxidermia. Esta Academia fué creada en 1764. En el local que hoy ocupa había antes el Imperial y Real Seminario de nobles, fundado en 1538 por D. Juan de Cordellas, de nobilísima familia catalana. La erección de este Seminario precedió, pues, al de igual clase de Madrid, que fué fundado en 1725 por Felipe V. Felipe II dió al de Barcelona los títulos de Imperial y Real. En 1662 fué cedido á la Compañía de Jesús, á cuyo cargo estuvo hasta su extinción. Exigíase para la admisión de alumnos la exhibición de las pruebas de nobleza. La enseñanza era á corta diferencia la misma que se da hoy día; pero había además clases de Música, de Esgrima, de Baile y de Declamación, de las que daban los discípulos academias ó funciones públicas en el teatro del colegio. Es grande el número de varones esclarecidos, cuya celebridad consta en la historia, que recibieron en este Seminario la primera instrucción. Cuéntanse entre ellos el pontífice Gregorio XV y los cardenales Juan Doria, Eduardo Farnesio y Octavio Aguaviva; arzobispos, obispos, abades, prebendados, consejeros, regentes de Audiencia y magistrados, oficiales de alta graduación en el ejército, etc.

En este edificio hay un pequeño jardín.

RAMBLA DE CANALETAS.

Es el trozo de Rambla que sigue, llamado así porque junto á él se elevaba la torre de Canaletas, que formaba parte de la fortificación de Barcelona y había sido cárcel militar. En ella estuvo preso el cronista Feliu de la Peña en 1704, como acusado de conspirar contra Felipe V en favor del archiduque Carlos, que luego fué efectivamente aclamado por los catalanes.

RAMBLA DE ISABEL II.

Se llamará así, según está dispuesto, la que ha comenzado á abrirse, siguiendo la de Canaletas, en dirección al ensanche.

Debe llegar hasta la calle de Córcega, viéndose cruzada por las de Ronda, Cortes, Diputación, Consejo de Ciento, Aragón, Valencia, Mallorca, Provenza y Rosellón.

RAMELLERAS (calle de las).

Es la que desde la plaza del Buen Suceso va á los Tallers.

Antiguamente se llamó del Xuclá.

En ella está la Casa provincial de maternidad y expósitos, que fué instalada en 1853, época en la cual fueron trasladados á ella los expósitos que existían en el Hospital de Santa Cruz y no habían cumplido siete años de edad. Tiene una junta de gobierno, y además la junta de damas ejerce en él su intervención. La asistencia está á cargo de las hermanas de la caridad.

RAMON (arco ó calle del arco de San).

Desde el Call conduce á la de Santo Domingo.

Diósele este nombre en recuerdo y gloria de San Ramón ó Raimundo de Penyafort.

Este distinguido y eminente varón era natural de Barcelona, de la ilustre familia de este nombre, cuya casa solar fué más tarde el convento de dominicos llamado de San Ramón, en el territorio de Villafranca del Panadés. Fué canónigo de Barcelona, y después religioso dominico y tercer general y reformador de la orden. Fué también confesor del rey D. Jaime I y rehusó el arzobispado de Tarragona, el de Braga y el obispado de Barcelona. Era hombre eminente y dejó escritas varias obras.

Cuando se le canonizó, al principiar el siglo xvii , se hicieron tan grandes y solemnes fiestas en Barcelona, que su memoria duró largos años y vive todavía, prolongado su eco por un volumen del P. Rebullosa, que hizo de ellas una detallada descripción.

 

Existen otras dos calles del mismo nombre.

La una se abre en la del conde del Asalto y va á finar en la de San Pablo. Fué abierta esta calle, lo propio que su inmediata la de San Olaguer, entre los meses de Agosto y Setiembre de 1791.

La otra está en la Barceloneta, teniendo su entrada en la del Cementerio y su salida en la playa.

RAURICH (calle den).

Se titulaba en otro tiempo de Na Bordonera, nombre de mujer acaso muy conocido algún día entre los libertinos.

La calle llamada de Na Bordonera y hoy den Raurich está inmediata á la del Vidrio ó dels Vidriers, donde antiguamente había un burdel ó lupanar público, según veremos al hablar de ella.

En cierta época estas calles y las antiguas eran un centro de mujeres de mal vivir y sus casas un foco de escándalos. Existe un curioso documento, citado por Bofarull, según el cual el rey D. Juan II da facultad á los habitantes in vicis dels Vedriés é den Raurich et in illis etiam duobus vicis qui ingressum suum habent in vico predicto dels Vedriés et egressum ad vicum del Pont nou, confirmándoles cierto privilegio mismo dado ya en 1390 por el rey D. Pedro IV, para que no permitan que haya prostitutas en el barrio, pudiendo en tal caso apoderarse de sus muebles y demás objetos y arrojarlos á la calle; cuya confirmación de privilegio se hace para evitar de nuevo el mal que se había hecho mayor, pues entonces las mujeres públicas habitaban no sólo en los lupanares públicos, sino en casas particulares: aliqui pauci ad honesta conditione difformes suum forentes inhibi interdum sive continue incolatum ad gulosa pabula in domos sitas meretrices publicas invitant et receptant ac eis cedunt ut inhibi veneris scenosa solacia contractentur, alii vero habitaciones et hospitia propria aliis meretricibus non ita publicis licet earum fedi ei continuati actus non multum distent à pretensis avidi vilis lucri sepe conducere non verentur, etc.

Por este documento se prueba también que ya en la época del rey D. Juan II la calle de Na Bordonera había abandonado su nombre para tomar el den Raurich, que parece ser de familia.

Esta calle es la que cruza de la de Fernando VII á la de Escudillers blanchs.

REAL (plaza).

El terreno ocupado por esta plaza perteneció un día al convento que fué de Capuchinos, del cual se ha hablado con referencia á la calle de Fernando VII.

Durante el gobierno constitucional de 1820 á 1824, fué este convento enteramente demolido á consecuencia de la cesión que con decreto de 5 de Mayo de 1822 hicieron las Cortes al Ayuntamiento de Barcelona para abrir una plaza que debía denominarse de los Héroes españoles.

En 1824 se volvió á edificar el convento en el mismo terreno, aunque dándole forma diversa; y extinguidas en 1835 las órdenes regulares, el Cuerpo municipal reclamó del gobierno superior la confirmación de lo anteriormente acordado por las Cortes. Accedióse á la instancia del Municipio barcelonés por real orden de 15 de Marzo de 1848.

Desapareció entonces el Teatro Nuevo que se había levantado en aquel sitio, al ser por segunda vez demolido el convento, y el Municipio resolvió construir en dicho terreno una plaza con pórticos, á cuyo efecto abrió un concurso en 2 de Mayo de 1848 invitando á todos los arquitectos españoles á fin de que presentasen proyectos basados á tenor del programa al efecto publicado. Diez y nueve fueron los proyectos presentados, de los cuales salieron premiados tres, ganando el primero y la medalla de oro ofrecida el arquitecto D. Francisco Daniel Molina; el primer accésit y una medalla de plata el mismo arquitecto, y el segundo accésit con otra medalla de plata el arquitecto D. José Oriol Mestres.

Inmediatamente, y superando no pocas dificultades que se presentaron y que entorpecieron por algún tiempo las obras, se comenzó la plaza en cuestión, verificando la ceremonia de poner la primera piedra el 10 de Octubre de 1848, cumpleaños de la reina, el jefe superior político interino presidente del Ayuntamiento, acompañado del capitán general del ejército y Principado, el regente y ministros de la Audiencia, Diputación y Consejo provincial, otras autoridades oficiales de la armada, corporaciones, etc.

También en 19 de Noviembre de 1850, en celebridad de ser los días de Doña Isabel II, se puso la primera piedra del monumento que debía erigirse en el centro de la llamada desde entonces Plaza Real, y que había de ser dedicado, según el proyecto premiado, al rey D. Fernando el Católico.

La plaza que nos ocupa mide 55 metros en su lado menor y 83 en su mayor, sin contar los pórticos, cuyo ancho es de 5 metros 50 centímetros. Las lujosas tiendas y cafés que la rodean; la espléndida iluminación de los faroles, que corresponden uno en cada centro de arco, y la decoración uniforme en todas sus partes, son un aliciente vivo y permanente que convierte aquel local en un agradable paseo tanto de noche como de día.

Las calles afluyentes á esta plaza son seis, distinguiéndose la de Colón, que comunica directamente con la Rambla, corriendo en ambas aceras los pórticos en toda la extensión de la calle. El pasaje de Madoz, que se halla cerrado por los pórticos de la plaza y por los tres arcos de la calle de Fernando VII, llama la atención por ser espacioso, cómodo y bien decorado. El pasaje de Bacardí, obra asimismo del arquitecto Molina, que es de propiedad particular, fué el primero que se construyó en Barcelona: está cubierto de cristales, y su rica ornamentación y la uniformidad de las lujosas tiendas que encierra, son otros tantos accesorios que contribuyen á llamar la atención de aquel recinto. Las restantes avenidas son únicamente producidas por las diferentes calles que ya existían antes de la formación de la Plaza Real, exceptuando sólo la de Zurbano, que ha sido abierta posteriormente.

La decoración de la Plaza Real consiste en un orden de pilastras de las proporciones del corintio, levantadas sobre el pórtico que sirve de primer cuerpo y forma su basamento. Dicho orden arquitectónico abraza dos pisos, cuyos balcones, salientes unos y envasados otros en el muro de la fachada, forman un conjunto agradable y variado. Sobre el cornisamento que corona el orden de arquitectura en toda la extensión de la plaza, se levanta un ático que constituye un tercer piso con ventanas. El pórtico sólo se interrumpe por la entrada de la calle de Colón, que, como se ha dicho, tiene su salida al paseo de la Rambla, en cuyos ángulos resaltan dos cuerpos avanzados que truecan la monotonía y dan variedad al conjunto.

Según el programa publicado por el Ayuntamiento, los que concurriesen, además de la memoria facultativa y económica con que debían acompañar los planos al concurso, estaban obligados á entregar asimismo el proyecto de un monumento para ser colocado en el centro de la plaza, tomando el asunto de un hecho histórico, el cual debía dar nombre á la misma plaza. Preveníase asimismo que se indicase un método para la iluminación por medio del gas, así como la distribución de un paseo y jardín que ocupara todo el ámbito libre y sin edificar.

El arquitecto premiado había concebido para este monumento la idea de recordar el reinado de los monarcas católicos y la unión de Aragón con Castilla.

Á tenor de esto, se dió á la plaza el nombre de Real ó también de los Reyes Católicos, ó mejor aún de Fernando el Católico, como la llaman algunos, y el monumento consiste en un basamento de mármol portoro, precedido de una pequeña escalinata que le rodea, en el cual han de colocarse ocho escudos de las principales provincias de los dos reinos unidos. Elévase sobre éste un pedestal de mármol blanco, ricamente cinceladas sus molduras, sobre el cual deben resaltar los bajos relieves siguientes: en la cara principal, ó sea la que mira á la Rambla, el escudo de armas de los dos reinos unidos; y en su cara opuesta, ó sea la que da frente á la que fué calle del Vidrio, dos heraldos dándose las manos y enarbolando con la otra un pendón en el cual descuellen los escudos de armas de Aragón y Castilla, significándose la unión ó enlace de los dos monarcas, y leyéndose á sus pies el Tanto monta, famoso mote de la época, inventado para significar que tanto montaba Isabel como Fernando.

El tercer bajo relieve, que corresponde al lado de la plaza que linda con los edificios de la calle de Escudillers, debe representar el acto de presentarse Colón ante los Reyes Católicos; y el del lado opuesto, Boabdil entregando á los mismos monarcas las llaves de la vencida ciudad de Granada.

Este monumento, del cual hoy no existe más que la base y pedestal sin los relieves, debe ser coronado por la estatua en bronce de Fernando el Católico á caballo.

El jardín, que en forma de hipódromo rodea el monumento, cerrado por una elegante verja, interrumpida por ricos candelabros y jarros, se halla diseñado con la cruz de Isabel la Católica. Un paseo con asientos de mármol blanco y su arbolado respectivo forman el complemento de la obra, proporcionando un conjunto ameno y agradable.

RECH (calle del).

Existe más de una calle de este nombre.

La llamada del Rech y vulgarmente de la bora del Rech. Antes llevaba la denominación dels Molins de mar, porque había algunos molinos en ella. Cuando se formó en el glacis de la Ciudadela el llamado paseo Nuevo ó de San Juan, comenzado en 1796 y concluído en 1801, construyéronse asimismo las casas de una tienda y de un piso, en todo uniformes, que constituyen la acera derecha de esta calle, cuyo nombre es debido á la circunstancia de haber sido levantadas aquéllas sobre el Rech ó Acequia. Edificáronse á cuenta de la Junta de Beneficencia entonces establecida, que las iba rifando á medida que acababan de recibir la última mano. Los censos que rendían se aplicaban á la conservación, ornato y mejoras del mencionado paseo.

La llamada de Devant lo Rech. Se entra por la calle de la Explanada y se sale á la plaza de la Aduana.

Otra con el mismo nombre de Devant lo Rech, que es la que desde la Baja de San Pedro va á las Balsas de San Pedro.

Y por fin, la titulada del Rech Condal, que se apellida así porque pasa por debajo de ella el Rech ó Acequia condal, que ingresa en la ciudad por el baluarte de San Pedro. Es la que, teniendo su entrada en la Plaza de San Pedro, va á salir delante la Puerta Nueva. Antiguamente llevó el nombre dels Tins, porque en ella había varios establecimientos donde se preparaban los tintes.

RELOJ (pasaje del).

Hace muy poco tiempo que ha sido abierto este pasaje, el cual va desde la calle de Escudillers á la de Codols.

En el sitio donde se levanta ha existido hasta hace dos años aún una antiquísima casa, que se suponía ser la habitada un día por el célebre almirante Roger de Lauria, sin que á propósito de esto se tuviese más dato que el de la tradición.

Esta casa fué derribada recientemente, y en su lugar se construyó un bello edificio con el pasaje que nos ocupa, y que se llamó del Reloj, sin duda por cierto relojero que en él abrió tienda y que tuvo la curiosidad de fijar en la puerta un gran reloj, donde se marca la hora de las primeras capitales del mundo.

REGOMIR (plaza del).

Todavía el vulgo la llama del Correu vell (Correo viejo) por haber estado en ella durante cierto tiempo la Casa de correos.

Las calles que afluyen á esta plaza son las de la Cometa, Ciudad, Triunfo y Regomir.

Dicen la tradición y las crónicas que, cuando Ludovico Pío, el año 804, se apoderó de Barcelona, arrojando de ella á los moros, hizo prisionero al jefe de los fuerzas que guarnecían la ciudad, llamado por las crónicas rey Gamir.

Según asientan unos, el titulado rey Gamir fué encerrado en un castillo que se supone haber existido al comenzar la bajada del Regomir, mientras que sus antiguos vasallos ocupaban un barrio ó calle especial, que por esta circunstancia se llamó dels Sarrahins, apartado enteramente del resto de la población. (Véase lo que sobre esto decimos al tratar de la calle de la Fustería.)

Manescal, en el sermón del rey D. Jaime, y Francisco Calza, en su Cataluña, no hacen mención del castillo que, dicen, era palacio del rey Gamir, sino de las casas en que, después de reconquistada Barcelona, le permitió vivir Ludovico Pío; casas sitas entonces, según el dictamen de Calza, fuera de sus muros, y dentro de ellos según Manescal. Sin embargo, ambos á dos escritores convienen en que esta calle fué por ello llamada del Regomir, del rey Gamir.

Diago la denomina del Regumir.

Pujades la nombra como los primeros. «En el libro primero de las Antigüedades del archivo de la Catedral de Barcelona, dice este cronista, se halla conmemoración de esta fuerza ó castillo del Regomir; que en razón de la habitación del rey Gamir, por tradición anticuada nos queda el nombre del rey en toda aquella vecindad y calle llamada del Regomir, como quien dice del rey Gomir. Y dentro de los muros de la ciudad vieja, antes de llegar al muro antiguo y arco, bajo del cual está la capilla del santo mártir Cristóbal, en cierta esquina sale hacia fuera sobre la calle un coloso ó cabeza de un hombre que llaman del rey Gamir.»

Impugna estos escritos Pedro Marca en su Marca hispánica, pretendiendo que esta calle no tomó su nombre del rey Gamir, sino de un gobernador de la provincia Tarraconense, que mandó antes de la conquista de los árabes, esto es, en tiempo del visigodo Wamba.

Á esta opinión se adhiere Pí, manifestando parecerle más razonable que la de aquellos autores, por cuanto no se sabe que hubiese jamás en Barcelona rey moro alguno, y por consiguiente el tal Gamir, sobre cuya existencia se quieren afianzar los pareceres antecedentes.

Efectivamente, no hay noticia de ningún nombre de Gamir, ni menos de ningún rey, en la historia de Barcelona. Gamir debe ser una corrupción del nombre de algún jefe moro, en corromper los cuales no andaban por cierto muy escasos nuestros antiguos cronistas.

Actualmente, en la entrada de una casa nueva de la acera izquierda de la calle de la Ciudad, que forma esquina con la de la Cometa, se ve empotrado en la pared el coloso ó cabeza que menciona Pujades, y debajo de él una inscripción entallada en mármol blanco, que dice así:

«Cabeza trasladada á esta nueva casa en 1844, de la esquina de la demolida, en que estaba, para permanencia de la antigüedad que ofrece, recordando, según tradición, la del jefe de las tropas moras que ocupaban esta ciudad á su entrada en ella del rey Ludovico Pío.»

Sobre esta cabeza y lo que representa andan discordes los autores. Si bien hay quien cree que es de un árabe, otros dicen que más parece ser de un franco ó catalán. De todas maneras, no ha podido averiguarse la razón de estar dicha cabeza en la esquina de la calle. Digno es de alabanza el celo del propietario de la casa en conservar dicha antigualla, pues acaso á su conservación se deba algún día la averiguación del hecho 8 .

REGOMIR (bajada del).

Es la vía que enlaza la plaza del mismo nombre con la calle Ancha.

Apellidóse en otro tiempo den Palma, nombre de familia.

Antes llamaba la atención en esta calle la casa llamada de Dusay, la cual tenía un hermoso patio, fabricado por Damián Forment á principios del siglo xvi . Era este patio de dos altos, siendo las columnas del primero jónicas y las del segundo corintias, sobresaliendo en los pedestales bajo relieves de trofeos romanos, primorosamente esculpidos. Hace algunos años fué derribado este edificio, admiración del artista y del viajero.

Se habían aposentado en esta casa varios personajes célebres á quienes la casualidad, la guerra ó la política trajeron á Barcelona en diversas ocasiones. En 1529 vivieron en ella dos concelleres ó jurados de Valencia, venidos en embajada de aquella ciudad. Cuentan nuestros dietarios que los concelleres de Barcelona salieron á recibirles hasta la llamada Cruz Cubierta, y acompañáronles en su entrada en la ciudad caminando á su izquierda, atendida su calidad de extranjeros. Proporcionáronles aposentamiento en la citada casa, y al día siguiente les enviaron, según costumbre de la época, un regalo de cuatro sartas de volatería, dos cargas de harina, tres de vino blanco y tinto, cuatro de avena y cebada, una de cabritos, seis antorchas y un gran número de paquetes de velas de cera.

 

De tiempo inmemorial existía una capillita consagrada á San Cristóbal sobre el arco que había en la calle de que nos ocupamos, correspondiendo este arco, según varios autores, á la puerta del S. de la muralla primitiva. En 1503 fué sustituida por otra de mayores dimensiones en el mismo sitio, en la que el ciudadano barcelonés Juan Benito Coll hizo labrar por devoción un retablo con una pintura de la imagen del santo titular. Á 5 de Julio de 1505 el vicario general de la diócesis dió permiso para celebrar en ella anualmente una misa el día de su festividad.

Cuando más adelante se edificaron habitaciones particulares encima del arco referido, construyóse una nueva capilla al nivel del pavimento de la calle, taladrando el espesor del murallón que todavía allí se encuentra. Formada ya la bóveda, en 8 de Agosto de 1530 el arzobispo de Tesalia D. Juan Miralles, auxiliar del de Barcelona, bendijo la primera piedra.

Hallábase entonces la ciudad afligida por un contagio, y de la circunstancia de haber asistido á la ceremonia un conceller y un obrero de la misma, infieren prudentemente algunos que la obra de esta capilla de San Cristóbal fué un voto cívico para implorar la protección del santo contra el terrible azote.

Los habitantes de la calle del Regomir y de las inmediatas celebran cada año con sencillos festejos el día de San Cristóbal.

 

Al derribar hace dos años las dos antiquísimas torres que por muchos siglos habían existido junto al arco de San Cristóbal en la bajada del Regomir, descubrióse, empotrada en los gruesos sillares de la derecha, un trozo de fachada, al parecer romana, compuesta de dos arcos ó aberturas redondas, mediadas de una pilastra estriada con tosco capitel corintio, y una ancha cornisa en cuyo borde superior, y verticalmente sobre la pilastra, asomaba una cabecita de adorno, como de león ó de hombre, bastante grosera. Por cima de la cornisa alzábanse unos dos metros de pared hecha de pequeños sillares ajustados con mucha regularidad, ofreciendo un carácter de construcción sumamente original. La altura de este fragmento desde la calle era de unos ocho metros; pero faltando más de la mitad inferior de los arcos y la base en que debían apoyarse, es verosímil que la planta del edificio estaría cuando menos á tres metros del piso actual.

Este curiosísimo descubrimiento ha hecho que se despejasen varios errores, pues desde luego se consideró ser ya insostenible la opinión establecida por la mayoría de los cronistas locales, de que las torres derribadas fueran romanas y que formaran el último límite de la ciudad por aquel lado, cuya entrada meridional defendían, según el autor de Barcelona antigua y moderna, quien las incluye en el supuesto primer recinto.

«Sito el edificio más allá de este primer recinto— dice un autor ocupándose del importante hallazgo de que hablamos,—y con nivel muy inferior al de las torres, mal podían ellas constituir la puerta romana ni demarcar el pristino vallado; y como el carácter de esa fábrica arguye una morada no vulgar, debe presumirse que descollaría en buena calle, y de consiguiente la rodearía otro mayor caserío. Ya el Sr. Fernández, con algunos críticos apreciables, ha anunciado que la Barcelona imperial fué mucho más vasta de lo que generalmente se supone, extendiéndose por la parte S. y O. hacia la marina, huertas de San Beltrán y glacis inmediatos á la puerta de San Pablo, donde en varias ocasiones se han descubierto vestigios de antigua población.»

El autor á que nos referimos concluye sus observaciones con estas líneas, en las cuales hay por cierto un amargo fondo de razón y de verdad:

«Como muestra de los edificios civiles, públicos ó privados de aquella época, no es menos interesante el descubierto, ya que ninguno teníamos de su clase, ni le hay que sepamos en Tarragona, Ampurias, Itálica, Evora ni en otra población antigua de las conservadas en nuestra Península.

»Dícese si tendría relación con el precioso mosáico hallado entre las ruínas del Palau y guardado ahora en el salón de San Jorge, en cuyo caso el uno se ilustraría por el otro; mas no creemos fundada esta hipótesis, atendida la distancia en la colocación de ambos, y la casi certidumbre de haber existido en el propio lugar otras viviendas de la misma ó de anteriores épocas.

»Como quiera, el fragmento en cuestión es no menos curioso que digno de estudio; y ya que una casualidad lo guareció tan prodigiosamente, bien pudo dársele más importancia de la que al parecer ha merecido. En nuestro concepto, debía religiosamente conservarse, si no en su puesto natural, trasladándose á donde le tiene señalado, esto es, al museo de San Juan, del que hubiera sido la mejor gala; sin embargo, con sentimiento vémosle desaparecer tras las líneas de una nueva obra, para caer seguramente á impulsos de la piqueta demoledora, que tantas riquezas monumentales ha destruído en nuestros días.»

En verdad, no sabemos explicarnos esa indiferencia por las cosas antiguas, que tantas dudas orillan, que tanto interés envuelven, que tanto valor representan en el orden científico, artístico y arqueológico, en el de la historia, de los antecedentes, del prestigio y hasta de las glorias de la localidad.—Que esto suceda en una miserable aldea, aún se concibe; pero de ninguna manera en una capital ilustrada, que justamente se enorgullece de su pasado, y en la cual abundan corporaciones tan sabias como patrióticas, y personas tan eruditas como amantes de su antiguo y merecido ronombre.

REMEDIO (calle del Arco del).

Desde la de la Boquería conduce á la de Fernando VII.

Apellidóse en otro tiempo den Sanahuja; pero tomó el nombre actual, abandonando el antiguo, así que en la iglesia de la Trinidad, hoy parroquia de San Jaime, fué erigida la capilla de Nuestra Señora del Remedio, cuya puerta está situada delante de dicha calle.

REQUESENS (calle de).

De la de la Cendra conduce á la del Príncipe de Viana.

Recuerda el nombre de la familia ilustre de Requesens, que ha tenido varones famosos, y más particularmente el de un miembro de esta familia, D. Luis de Requesens, á quien la dedicó el Ayuntamiento constitucional de Barcelona por acuerdo de 19 de Enero de 1849.

D. Luis de Requesens, que desempeñó con lucimiento los más altos cargos de la milicia y diplomacia españolas, se halló en la memorable batalla naval de Lepanto, de la cual se ha hablado ya en las páginas de esta obra, distinguiéndose en ella de manera que su nombre quedará eternamente grabado como uno de los héroes de aquella jornada célebre.

Son varios, por otra parte, los Requesens famosos en los anales de nuestra historia, ya sea que hayan figurado en las letras, en las armas, en la iglesia ó en la diplomacia.

En la iglesia llamada del Palau, donde se venera la Virgen de la Victoria—por suponerse que la imagen es la misma que llevaba D. Juan de Austria en la galera capitana cuando la batalla de Lepanto,—hay enterrados varios personajes de la familia de Zúñiga y Requesens, á la cual un día perteneciera el edificio del Palau: D. Juan de Zúñiga y Requesens, que mandó reedificar la capilla; Fr. Jerónimo de Requesens, obispo de Tortosa, y otros.

Nuestros anales literarios nos hablan también de un antiguo poeta llamado Luis de Requesens, del cual tenemos pocas, pero buenas poesías. Una de ellas, conservada por el Cancionero de París, empieza con estas bellas estrofas:

No vull anar en loch hon dones sian

Car si jo hi vaig cove queure pensar

É cascun jorn me farto de plorar

Esmaginant los temps com se cambian.

E plauriem de punt en punt morir

Com ve que pens que la quem senyoreia

Per res al mon no puch fer que la veia

É per co plor jamengant é sospir.

Tornada.

Ulls falaguers mal haya qui mal mir

Com jo nous veig de que muyr d’enveja

Mes vostre amor aixi ’m capitaneja

Que munqueus vers tostemps vos vull servir.

REY (plaza del).

Se halla situada entre la bajada de la Cárcel y la iglesia y ex-convento de Santa Clara, y se entra en ella por las calles de Santa Clara y Brocaters y la bajada de la Cárcel.

Es llamada del Rey desde muy antiguo, porque había en ella el palacio de los condes de Barcelona y reyes de Aragón, edificio que sirvió últimamente para convento de monjas clarisas, cuya iglesia subsiste aún.

Para evocar los recuerdos de esta plaza, comencemos por hablar del palacio antiguo.

Existía en el punto hoy ocupado por la iglesia de Santa Clara y capilla de Santa Águeda, desde donde se extendía al lugar en que luego se alzó el edificio de la Inquisición, y hacia la actual calle de la Tapinería. Supónese fundadamente que su origen remonta al tiempo de Ataulfo, primer rey de los visigodos en España, quien, en sentir de algunos, mandó levantar su primera fábrica cuando á principios del siglo v eligió á Barcelona para su corte.

Pasó luego á ser palacio de los condes de Barcelona, y estaba á la sazón adherido á uno de sus ángulos, por la parte de la bajada de la Canonja, el hospital titulado de Santa Cruz y Santa Eulalia, erigido, como ya sabemos, por la piedad cristiana de un caballero llamado Guitardo.

Llamábase este palacio Mayor