Tiembla el Ogaden - Venancio Ávila Guerrero - E-Book

Tiembla el Ogaden E-Book

Venancio Ávila Guerrero

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Beschreibung

La experiencia combativa de ambos autores como fundadores de las fuerzas blindadas, avalada por sus estudios en Cuba y el extranjero, la promoción gradual en la cadena de mando y como combatientes internacionalistas en Angola y Etiopía, se une en Tiembla el Ogaden para contar la proeza de los combatientes cubanos en el rechazo a la invasión somalí a territorio etíope. Caminos desconocidos e inciertos, desérticos, bajo una lluvia obstinada o un calor sofocante, fueron escenarios permanentes durante los días de guerra que se narran en estas páginas.

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EPUB

Veröffentlichungsjahr: 2023

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Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos,  www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.

Edición:Olivia Diago lzquierdo

Diseño de cubierta:Yasser Gamoneda Montero

Diseño de interior y realización:Sarai Rodríguez Liranza

Corrección:Catalina Díaz Martínez

Cuidado de la edición:Tte. cor. Ana Dayamín Montero Díaz

Conversión a ebook:Madeline Martí del Sol

 

 

 

©Venancio Ávila Guerrero

José Aroche Pacheco, 2022

©Sobre la presente edición:

Casa Editorial Verde Olivo, 2023

 

 

lSBN 9789592245686

 

 

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, en ningún soporte sin la autorización por escrito de la editorial.

 

Casa Editorial Verde Olivo

Avenida de Independencia y San Pedro

Apartado 6916. CP 10600

Plaza de la Revolución, La Habana

[email protected]

 

Índice de contenido
Prólogo
lntroducción
Litigio por el Ogaden
Algo de historia: Fin del último emperador
Nuevos aires soplan en Etiopía
Somalia no abandona sus ideas expansionistas
Se fragua la embestida de Somalia
Posición del Gobierno y Estado cubanos
En marcha la primera etapa
Elio Leal Graverán
Miguel Ángel Lorente León
Ciento ochenta días de resistencia
Se intensifica la agresión
Visita del presidente de Etiopía a Cuba
Nuevas fuerzas contrarias
En marcha la Operación Baraguá
Artilleros y tanquistas rumbo a Etiopía
Despedida de Fidel a las tropas
lsidro Martín Santos
Miguel Ángel Lorente León
Mengistu Haile Mariam en el campamento de Arba
Miguel Ángel Lorente León
Pilotos cubanos sobre el Ogaden
Visita del Ministro de las FAR a Etiopía
De Estocada a la muerte
Origen de la Tercera Brigada de Tanques
José Aroche Pacheco
¡Adiós Arba!
Visita del jefe de Brigada
Venancio Ávila Guerrero
Misión y despedida
Adiós a mi unidad
Al encuentro con Fidel
En tierra etíope
Proa a Harar
Flechas somalíes a medio camino
Tropas somalíes estancadas
El Caimán intenta atacar
Bautismo de fuego al sur de Harar (22-27 de enero)
Un viraje decisivo en el teatro de operaciones militares
Día 23. Comienzo de un viraje decisivo
Día 24. Desarrollo de la ofensiva
Días 25 y 26. Tras talones enemigos
Día 27. Misión cumplida al sur de Harar
Venancio Ávila Guerrero
Miguel Ángel Lorente León
José Aroche Pacheco
Doctor Faustino Castillo Franco
Chofer sanitario
Edelio Belén Pacheco
José Aroche Pacheco
Hacia las alturas de Hamaresa
Sergio Rodríguez Gordín
Entrada en combate del Tercer Batallón
Liberación de Harar
Motivos de satisfacción y acicate
La brigada en la dirección estratégica (28 de enero- 4 de febrero)
La brigada basificada en Dire Dawa
Carta topográfica sobre la mesa
ldeas generales de las acciones
Organización y preparación del reconocimiento
José Aroche Pacheco
lnicio de la ofensiva
Día 3. Liberación de Milo y Harewa
Día 4. Misión cumplida
Venancio Ávila Guerrero
Miguel Ángel Lorente León
José Aroche Pacheco
Octavio Fuentes Graverán
Gerónimo Adail Sardiñas Díaz
Se mantiene extendida la cuerda
Alfonso Orozco Pérez
Carlos Fernández Odelín
Pausa operativa
Acciones combativas al norte de Harar (8-9 de febrero)
La guerra se extiende hacia el macizo montañoso
Desarrollo de las accciones combativas
Sergio Rodríguez Gordín
Arnaldo Bonet Miranda
lsidro Martín Santos
Luis Alonso Reina
Las huellas de la guerra
Combates de Kwadera-Arabí (20-24 de febrero)
Diez días que antecedieron a los combates
Arabí convertido en un punto estratégico
Fuerzas adversarias
Fuerzas defensoras
Combate de encuentro
Día 21. Acciones combativas del Segundo Batallón de Tanques
Día 22. Preparación de la ofensiva
Día 23. Preámbulo de la victoria
Día 24. Toma de Arabí
José Aroche Pacheco
Sergio Rodríguez Gordín
Miguel González-Pardo. Misión peligrosa
José Abel Caballero Peña
Félix Rafael García Rodríguez
Elpidio Mariño Ávila
Arnaldo Bonet Miranda
José Aroche Pacheco
Se fragua la victoria (24-28 de febrero)
Un análisis profundo
La Tercera Brigada de Tanques
¡Qué 26 de febrero!
Frank Fernández Álvarez
Luis Aroche Pacheco
Actividad en el puesto de mando avanzado de la Tercera Brigada
Se consolida la base de partida en Welabu
Acciones defensivas en las alturas de Golocha
¡Qué emboscada el 1.0 de marzo!
Calma relativa en el Frente
Mantenimiento de las posiciones
Miguel Ángel Lorente León
Luis Aroche Pacheco
En busca de la victoria definitiva
Asalto final sobre Jijiga
Victoria final
Miguel Ángel Lorente León
Juan Vargas Hurtado
José Aroche Pacheco
Nuevas misiones de la Tercera Brigada de Tanques
Tras las huellas de un enemigo en retirada
José Aroche Pacheco
Marcha hacia la frontera
Ramón Henríquez González
Encuentro de dos hermanos
Columna de la victoria
José Aroche Pacheco
Miguel Ángel Lorente León
Hacia la ubicación permanente. Dire Dawa nos acoge
Edelio Belén Pacheco
José Aroche Pacheco
Testimonios de una hermosa contienda
La aviación tiene la palabra
Manuel Rojas García
Horacio Lenin Carracedo
Un aparte para médicos, enfermeros y técnicos de la Salud
Doctor Faustino Castillo Franco
Rigoberto Calzada Soto
Doctor Felipe Mendizábal Basacu
Lilian Eugenia Baró González
Gilberto J. Prieto Pérez
Un hombre de primera línea
José Aroche Pacheco
La técnica militar hasta el frente de combate
Gerardo Grau Serra
lmágenes para la historia
Danilo Aguilar Pérez
Más allá de los fusiles y las balas
Marcos A. Gutiérrez Bello
ANEXOS
Anexo no. 1
Anexo no. 2
Anexo no. 3
Anexo no. 5
Visita del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz a la República de Etiopía del 12 al 18 de septiembre de 1978
12 de septiembre
13 de septiembre
14 de septiembre
15 de septiembre
16 de septiembre
17 de septiembre
Encuentro con las batas blancas
En la Tercera Brigada de Tanques
José Aroche Pacheco
lmágenes de la visita…
TESTlMONlO GRÁFlCO
BIBLIOGRAFÍA
Datos de los autores

A los internacionalistas cubanos que voluntariamente acudieron a la defensa del pueblo etíope, durante la agresión somalí y a restablecer su integralidad territorial, en especial, a nuestros combatientes que cayeron heroicamente en el cumplimiento del deber.

A nuestras esposas, hijos y nietos, que desde el inicio de este proyecto de tantísimas horas compartieron cada idea y minutos de desvelo. Gracias por la seguridad que siempre mostraron en la terminación de la obra.

Ávila y Aroche

 

Al culminar esta obra de más de tres años de trabajo, un tercio de este tiempo en medio del enfrentamiento de nuestro pueblo a la epidemia Covid-19, agradecemos a todos los que nos brindaron su colaboración y entre tantos, destacamos:

General de brigada (r) Marcos A. Gutiérrez Bello, por sus ideas iniciales para el desarrollo de este proyecto y por sus valiosos testimonios;

teniente coronel (r), Máster en Ciencias y Profesor titular, Rubén Lima Sampayo, por sus horas entregadas a la corrección de ideas y por su ayuda en la digitalización de imágenes y de la primera copia de este ejemplar;

teniente coronel (r), Evelio Belén Pacheco, por su disposición al brindar la galería de nuestros combatientes caídos en el cumplimiento de la misión;

a Milton Díaz-Cánter, por su permanente estímulo para que no cejáramos en este empeño, a pesar de las múltiples adversidades que se presentaban;

a Tauriñán, Ramoncito, Galán, Rojas, Raulito, Melvis, Hilda, Erenia y tantos que no perdían un solo instante para conocer el avance de cada página;

a los testimonios que enriquecieron la verdad histórica que hoy ponemos en manos de los lectores.

Autores

Prólogo

¡Qué inmensa alegría saberme convocado por mis dos hermanos de lucha y de mil batallas, Ávila y Aroche, para asumir la alta responsabilidad de prologar su libro!, un proyecto que con mucha entrega y respeto se propusieron elaborar desde hace más de dos años. Mi primera reacción fue comentarles que estas páginas, fidedignas de la historia, escritas con tantas verdades no necesitaban prólogo ni introducción; pero ante la insistencia de dos, no pude más que acceder, consciente de cuán difícil —casi imposible—, añadir algo a lo que se ha narrado con tanto tacto y legitimidad sobre las acciones combativas libradas por los guerreros etíopes junto a los combatientes cubanos.

Tiembla el Ogadenes un título muy bien pensado. Artilleros, tanquistas, pilotos, infantes, asesores, traductores, especialistas de cifras, trabajadores de la salud propiciaron vibrar la tierra e imponer el respeto de quienes luchan por una verdad, en los más complejos teatros de operaciones militares, donde se hicieron «malabares» para que cada hombre y medio de lucha estuvieran en total disposición combativa en todo momento.

Añado a los aguerridos combatientes de la retaguardia, a los cuales sus autores le dedican bellas páginas; el trabajo permanente y arriesgado de nuestro Estado Mayor de las FAR, que desde los primeros instantes estuvo cientos de horas de día y noche, atento a cuanto acontecía en el lejano país africano; a la vanguardia de este órgano, sus valerosos enlaces, que surcaron en más de una ocasión los cielos del mundo para trasladarnos un mensaje, una decisión o la felicitación del Comandante en Jefe y del general de ejército, entonces ministro de las FAR, Raúl Castro Ruz. Ni un solo detalle quedó pendiente para la agrupación de tropas desplegada en la tierra de los rostros quemados.

La distancia entre ambas naciones —12 460 km— no fue inconveniente alguno, para materializar la ayuda internacionalista a solicitud de su presidente, Mengistu Haile Mariam, en la preparación y alistamiento de las primeras unidades combativas, en medio de la situación político-militar que vivía el país, en abril de 1977, bajo el lema «Tu lucha es mi lucha, tu guerra es mi guerra».

Fue ese escenario histórico el que marcó el inicio de nuestra ayuda militar y la colaboración médica, en el hermano país. Sin disponer de mucho tiempo, nos dimos a la tarea de enseñarles y asesorarlos en la asimilación de la técnica y el armamento soviético que, paralelamente a nuestro arribo, llegaban al puerto de Assab.

Cientos de milicianos y el pueblo organizado en destacamentos armados en las ciudades y en las asociaciones campesinas se sumaron voluntariamente a la defensa del país, Addis Abeba se convirtió en un gigantesco campo militar; el movimiento de vehículos era constante y en todas las direcciones. En las escuelas de milicias del valle Tatek, Hollota, el centro de avituallamiento en Arba y el puerto de Assab, donde, además de los diferentes idiomas se hablaban muchísimos dialectos, dimos paso a la comunicación por señas y establecimos sólidos lazos de amistad fraterna. Cuando llegaron los traductores, todo resultó más fácil.

Este libro narra uno de los más grandes acontecimientos bélicos cumplidos por nuestras fuerzas armadas, en los que se puso a prueba la grandeza de nuestro pueblo. Después de esta histórica y compleja misión no reconozco otra que recoja la magnitud de las fuerzas participantes por ambos mandos. Los autores han profundizado sobre el empleo de la técnica y efectivos en los distintos combates —desde el 22 de enero de 1978 hasta la victoria alcanzada el 5 de marzo— que hacen de la misión una gran hazaña.

Que la publicación de esta obra, a lo largo de los años por los hechos que narra, constituya un homenaje a quien fue su máximo orientador, guía y estratega, es el orgullo de los combatientes y de sus autores, los coroneles de la reserva Venancio Ávila Guerrero y José Aroche Pacheco, protagonistas desde su condición de jefe de estado mayor de la Tercera Brigada de Tanques y jefe del Segundo Batallón de Tanques, respectivamente.

 

 

 

 

 

General de brigada (r) Miguel Ángel Lorente León

Jefe del Primer Batallón de Tanques

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

lntroducción

Con el presente trabajo, a más de cuarenta años de los hechos que cuenta, no pretendemos abordar todo cuanto envolvió la importante y grandiosa operación militar de los cubanos en tierra etíope: Baraguá como la nombró nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz. Diversos medios de comunicación, escritos y radiales han publicado las acciones combativas libradas por nuestras tropas y las unidades nacionales, contra un enemigo agresor —fuerzas regulares somalíes y una fuerte agrupación de, aproximadamente, cuarenta mil bandidos— apoyado de manera incondicional por potencias imperialistas y países árabes reaccionarios, en cuya mentalidad prevalecía el concepto de internacionalizar el conflicto con la ejecución de ejercicios militares por parte de Sudán.

Nos referiremos a dos momentos históricos relacionados con la ayuda militar que el presidente de Etiopía, Mengistu Haile Mariam, solicitara a Fidel, en ocasión de su visita a esa nación en el mes de marzo de 1977.

Durante varias reuniones en Cuba se fue concibiendo el plan que respondiera a dicha solicitud. Primero se le denominó Angola Especial con el objetivo de desinformar al imperialismo yanqui. Constaba de dos etapas: de abril a agosto 1977 y de septiembre 1977 a enero 1978. En abril de 1977 se creó la Misión Militar Cubana en Etiopía (MMCE), etapa en la que se incorporaron junto a los asesores militares nuestros que ya se encontraban allá, trabajadores de la Salud para prestar asistencia a la población. Ya en el segundo momento histórico, ante la agudización del conflicto somalí-etíope y con la previsión de nuestro máximo líder, al señalar «que las tropas invasoras somalíes se desgastarían y no podrían tomar el Ogaden ni otros territorios», indicó el 25 de noviembre de 1977 brindar la máxima colaboración en coordinación con la dirección del Partido y el Gobierno de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Entonces se planificó la Operación Baraguá como homenaje a los cien años del hecho que protagonizara el lugarteniente general Antonio Maceo, al no aceptar para los cubanos una paz sin independencia.

Una vez tomada la decisión inicial, quienes conformarían el contingente cubano en la hermana república: miembros de los órganos de mando, principales unidades combativas y aseguramientos multilaterales, fueron despedidos por nuestro Comandante en Jefe y los principales jefes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Estos actos estuvieron organizados por el Estado Mayor General y el ministro de la institución.

Uno de los principales retos por delante, al cual se refirió el Comandante en sus intervenciones fue el teatro de operaciones militares donde actuaríamos. Entonces nos habló sobre la existencia de regiones montañosas, las grandes extensiones de zonas desérticas, pasos obligados, cambios climáticos y de la poca información con que se contaba dada la ausencia de cartas topográficas. lnsistió en la buena comunicación que debíamos lograr con las tropas nacionales —se refería como posibles obstáculos a las costumbres alimentarias e idiomas diferentes—; pero, como cubanos al fin, estos elementos nunca impidieron las magníficas relaciones de trabajo, las cuales constituyeron pilares esenciales en cada momento de acciones conjuntas. Pronto manifestaron la preparación y habilidad de sus jefes, oficiales y tropas en el manejo de la técnica y en el cumplimiento de las decisiones que se tomaban. Sus fuerzas militares poseen una alta disciplina, capacidad de mando y liderazgo y muy buena actitud en el combate. Antes del primer enfrentamiento contra el enemigo, habían consolidado la cohesión entre sus formaciones regulares, la milicia y la población.

Estas páginas recogen la actuación en sentido general de los órganos de dirección a los distintos niveles, la participación de las unidades en el Frente Este y, en particular, el trabajo desarrolladopor la Tercera Brigadade Tanques (3BT): su estado mayor; batallones (1, 2, 3 BonT), batallón de infantería motorizado en (BMP); por los grupos de artillería terrestre: obuses 122 mm, 1, 2, 3 (G-O-122 mm), 1 grupo de cañones 130 mm (1 G-C- 130 mm) y de artillería reactiva (1G-BM--21); y destacamentos de aseguramiento combativo y logístico; la cobertura de la agrupación aérea cubana con las fuerzas revolucionarias, y la presencia activa de los combatientes internacionalistas yemenitas y especialistas militares soviéticos.

Para lograr la victoria sobre el invasor somalí, en solo cuarenta y dos días, constituyeron elementos decisivos la conjugación del arte militar durante la ofensiva al sur de Harar por la 3BT, con el apoyo de la artillería y la aviación; el traslado, reagrupación y restablecimiento de la capacidad combativa en Dire Dawa; su participación en los combates al norte de Dire Dawa y de Harar; la introducción de nuevas fuerzas; la salida a posiciones ventajosas; el rechazo de los contrataques del enemigo; el paso a la contraofensiva en la dirección sur de Jijiga y la marcha con parte de sus tropas en dirección a la frontera con Somalia en cooperación con la aviación, la artillería y otras fuerzas etíopes, la 10BT y los aseguramientos multilaterales.

Al referirse a la victoria alcanzada por etíopes y cubanos, el 15 de marzo de 1978, en ocasión del centenario de la Protesta de Baraguá, el Comandante en Jefe expresó:

Pero hay una flor especial, una corona, un homenaje a este centenario del glorioso general Antonio Maceo y es el cumplimiento exitoso de la misión internacionalista de Cuba en Etiopía. Es como un gran homenaje que le rinden sus hijos al general Antonio.

Y más adelante afirmó:

[…] los internacionalistas cubanos se caracterizaron por su extraordinaria eficacia y sus magníficas cualidades combativas. Es admirable cómo hijos de nuestro pueblo fueron capaces de marchar a un lugar tan distante y combatir allí como si hubiesen estado combatiendo en su propia patria […]

También están reflejadas en este libro, las nuevas tareas de la Tercera Brigada de Tanques, tras concluir las acciones bélicas en Dire Dawa y la visita de nuestro Comandante en Jefe al hermano país con motivo del cuarto aniversario de su revolución, momentos de encuentro con el pueblo, el ejército y los internacionalistas cubanos.

Convencidos de que las misiones internacionalistas son episodios significativos de la historiagrafía cubana, deben contarse, por eso emprendimos la elaboración de esta obra. Con el paso de los años, investigadores y escritores realizarán un trabajo más profesional y cohesionado del tema, con otros puntos de vista. Para entonces, además de utilizar como fuente documentos oficiales, dispondrán de las investigaciones y testimonios que los protagonistas de estas contiendas escribieron aun cuando sus nombres no aparezcan de forma física, porque cada uno de ellos es parte importantísima de la historia que relata estas páginas. Así el esfuerzo de hoy contribuirá a que el trabajo de mañana sea más creíble y completo.

 

Autores

Litigio por el Ogaden

La técnica procedente de la URSS, que tocaba puerto, era recibida por nuestros especialistas y los etíopes. Entonces recordaba cuando las unidades blindadas se formaban en Managua. Los jefes militares indagaban entre los voluntarios que nos habíamos presentado para formar parte de ellas:

«¿Quién de ustedes sabe manejar tractores, buldóceres?» y quienes levantaban la mano eran destinados a conductores mecánicos de tanques. ¡Qué popular se hizo esa pregunta! Un método similar se empleó en el puerto de Assab.

Miguel Ángel Lorente León

 

Algo de historia: Fin del último emperador

En el denominado Cuerno Africano —debido a su parecido en el mapa a un cuerno de rinoceronte— donde también ocupan espacio Somalia y Djibuti, se encuentra Etiopía, conocida como Tierra de los rostros quemados,1cuyos orígenes se remontan al reino de Axum, existente ya en el siglo ll a.n.e. Limita al norte con Eritrea, al sur con Kenya y Somalia, al este con Djibuti y Somalia, y al oeste con Sudán.

1Significado de la palabra Aithiopia, utilizada por los antiguos griegos para referirse a cualquier lugar de África situado al sur de Egipto.

Antiguamente se denominaba Abisinia y Alta Etiopía, su formación se produjo a partir de la fusión de las culturas kushita y sumita. Fue una de las civilizaciones más antiguas de África, solo superada por la egipcia, asentada mucho antes en el valle y el delta del río Nilo. Además del amárico como idioma oficial, ellos hablan inglés, árabe, oromo y otros dialectos locales.

Un intento de golpe de Estado en 1928 provocó que la soberana Zauditu traspasara el poder a Ras Tafari Makonnen. Pasados dos años murió y este fue proclamado emperador con el nombre de Haile Selassie l, descendiente directo del rey Salomón y la reina de Saba.

Lo conocieron también como Rey de Reyes, Elegido de Dios y León de Judea. Su última etapa de gobernación se extendió del 5 de mayo de 1941 al 12 de septiembre de 1974. Desde que ocupó el trono puso especial empeño en consolidar el poder de los terratenientes y las bases del sistema feudal, mientras grandes masas de obreros y campesinos sumidas en la mayor pobreza y muchísimas enfermedades, vivían bajo los efectos de una gran depresión económica.

A partir de 1965 se produjeron importantes manifestaciones estudiantiles en contra del régimen feudal y monárquico de Haile Selassie. El pueblo demandaba reforma agraria, atención a la inmensa masa de mendigos que deambulaban por las ciudades y la eliminación de la corrupción en las altas esferas del Gobierno, entre otras exigencias.

Pero esta situación se agravó por enormes hambrunas a consecuencias de la prolongada sequía que sufrió el país y por el ascenso brusco de los precios del combustible y otros productos básicos para la población, mientras el emperador amasaba una fabulosa fortuna y el capital extranjero invertía con desenfreno en sectores no productivos de la economía.

Wolo, al noreste de Etiopía, y Tigray son ejemplos de lo sucedido. Se estima que entre 1972-1974 murieron unos 200 000 habitantes debido a la sequía. Se trata de una región muy conocida por sus malas cosechas y la escasez de alimentos. La crisis general del petróleo en 1973 provocó un escenario devastador en el país: la hambruna desencadenó un episodio arduo en extremo, empeoró la realidad de las masas y socavó el apoyo del Estado. Este riesgo continuo de hambre contribuyó, como es lógico, a la desestabilización del emperador; y los funcionarios corruptos, por su parte, trataron de encubrir la crisis dándoles la espalda.

La combinación de estos factores devino en una ola de huelgas que cobró cuantiosas víctimas, surgieron numerosas conspiraciones en la mayoría de las unidades militares, todo ello desembocó en una revolución popular que depuso al emperador el 12 de septiembre de 1974, el cual fue confinado a la base aérea de Debrie Zeit. El nuevo proceso abolió la constitución imperial y disolvió el viejo parlamento feudal.

Nuevos aires soplan en Etiopía

A pocos días del triunfo revolucionario se creó el Consejo Administrativo Militar Provisional (CAMP), que de hecho se convirtió en el máximo órgano de poder; lo integraban representantes de las Fuerzas Armadas de Etiopía (FAE), la Policía y el Ejército Territorial. Este órgano puso en práctica, de inmediato, un conjunto de medidas de carácter popular: nacionalizó las grandes industrias, los bancos y compañías de seguro; realizó la reforma agraria y urbana; se crearon los sindicatos de nuevo tipo; agrupó a los campesinos en una asociación revolucionaria; organizó las milicias populares y la defensa del país con más de 100 000 efectivos; inició la alfabetización para desaparecer la horrenda cifra de anafabetos, que ya arribaba al 90 % de la población.

A partir de este momento los designios estuvieron a cargo de Mengistu Haile Mariam, quien el 20 de diciembre de 1974, proclamó el carácter socialista de la revolución basada en tres pilares esenciales: igualdad, hermandad y armonía, y llamó a la unidad como objetivo sagrado de la nación.

Con el objetivo de derrotar la reacción interna, alimentada por la campaña desatada por Somalia ante el camino escogido por Etiopía, el 4 de febrero de 1975 en una gigantesca manifestación de respaldo a Mengistu, el pueblo solicitó armas para combatir y defender su proceso. Semanas más tarde, el 12 de abril, con el lema «Tu lucha es mi lucha, tu guerra es mi guerra», el presidente llamó al pueblo a prepararse para defender la revolución y salvaguardar la unidad y la soberanía nacional; creó los destacamentos armados, tanto en las ciudades como en las asociaciones campesinas, anunció como fecha oficial de la fundación de las Milicias Populares el 5 de abril de 1975 y orientó, además, la constitución de un Partido Obrero.

Luego de esta nueva victoria, el imperialismo yanqui y los países integrantes del bloque de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan), apoyados por algunos naciones árabes, entre ellas, lrán, Arabia Saudita y Egipto, comenzaron la aplicación de una política hostil. De ahí que Etiopía rompiera sus lazos con el imperialismo yanqui y sus países élites: canceló los programas de asesoría y de suministro de armamento acordados con EE.UU., que les había facilitado equipo militar muy moderno para sus fuerzas; ordenó cerrar la estación de recogida de señales de la ClA, ubicada en Kagnew, cerca de Asmara, la actual capital de Eritrea, además de otras instalaciones. Mejoraron y se fortalecieron las relaciones con los países socialistas, en particular, con la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas.

Somalia no abandona sus ideas expansionistas

El país más oriental del continente, situado en la punta del Cuerno de África y con la importancia histórica de haber permitido, por su larga costa (3025 km), el comercio del Oriente con África Oriental y ser en la actualidad paso obligado hacia el canal de Suez, no había perdido la esperanza de conformar una gran nación y adueñarse de las riquezas vecinas. Para ello se había trazado el objetivo de unir y apoderarse de los territorios del Ogaden, Kenya y Djibuti.

En 1964 —a pesar de encontrarse entre los fundadores de la Organización para la Unión Africana—, había intentado tomar el Ogaden. Fracasado tal propósito, con la ayuda de curas y misioneros reclutó elementos de ese territorio y de Harewa para constituir un grupo de bandidos e introducirlos en la política etíope. Estos fueron expulsados al año siguiente.

A esta maniobra, sucia y escabrosa, le siguió capturar a oficiales, desde Daga Habur hasta Kebri Dehar, trasladarlos a Mogadiscio, la capital de Somalia, e integrarlos al partido del Frente de Liberación Somalo-Occidental (FLSO). Desde esta posición enviaban mensajes a compañeros suyos, que comenzaron a sumárseles.

La actividad propagandística tomó impulso mediante el FLSO. Los medios de comunicación y discursos antietíopes, en torno a la formación de la Gran Somalia se ocuparon de ello. Tomaba vigencia la añeja pretensión alimentada por los británicos que contemplaba la apropiación somalí del desierto del Ogaden y otros territorios.

 

lmportancia estratégica al inicio de la guerra Harar.

Se fragua la embestida de Somalia

Su presidente, desde el 21 de octubre 1969, militar y político Mohamed Siad Barre, se había inclinado al inicio por un Estado socialista, apoyado en lo fundamental por los soviéticos; pero en 1977 rompió las relaciones con la URSS. Este momento fue aprovechado por Estados Unidos para prestarle «ayuda» al régimen y enfrentarlo al Gobierno etíope durante la etapa que duró el conflicto. En este últimoaño los presidentes de ambos países africanos firmaron el proceso de paz.

Ya, desde finales de 1976 tenía desplegado alrededor de unos cuarenta mil bandidos en Sidamo y Harar con misiones concretas de cortar las líneas de comunicación y asesinar a las principales autoridades del Ogaden. El 19 de marzo 1977, las tropas nacionales comenzaron a enfrentar a fuerzas regulares enemigas. Días posteriores, el Gobierno de Somalia dividió la provincia de Harar en tres sectores, respaldó cada uno con sus llamadas fuerzas de liberación: Daga-Habur, con ocho mil bandidos; Jijiga con diez mil y Harar con quince mil.

Ese mismo mes el gobierno liderado por Mengistu Halem Mariam, dispuso cerrar los puestos fronterizos y prohibió la entrada y salida de sus habitantes.

Cuando las grandes potencias y la reacción árabe observaron que la revolución se radicalizaba, incitaron a Somalia a una guerra de rapiña hacia el oeste, por el dominio del Ogaden. En consonancia con el histórico diferendo con el país vecino, Somalia, bajo la dirección de Mohamed Siad Barre, se dedicó a crear injurias y condiciones políticas a fin de alejar a Etiopía del camino hacia el campo socialista. Entre tanto, estrechaba sus vínculos con occidente y los países árabes opositores —Sudán, Egipto y Arabia Saudita—, sembrando y haciendo públicas sus divergencias con la URSS, dada la asistencia militar que le brindaba a Etiopía.

Confiado en la asistencia de esos países, debido a los grandes intereses imperialistas con respecto a Etiopía, Somalia decidió invadir con todo tipo de efectivos de sus fuerzas armadas y del Frente de Liberación Somalo-Occidental.

Posición del Gobierno y Estado cubanos

Durante la semana del 20 al 27 de febrero de 1977 una delegación del Partido Comunista de Cuba realizó una visita de trabajo a Etiopía. En el transcurso de las conversaciones con las autoridades, entre otros asuntos de interés, estas solicitaron a Cuba ayuda militar para la preparación de sus fuerzas armadas con el objetivo de fortalecer su defensa ante la situación que presentaban.

Una serie de reuniones con la dirección del Partido y de las FAR, presidida por el segundo secretario del Partido Comunista de Cuba, general de ejército Raúl Castro, sucedieron los días 23 y 24 de marzo de 1977, en Cuba, para analizar la posibilidad de conceder la ayuda militar al país hermano e impartir indicaciones preliminares para su planificación.

El Estado Mayor General de las FAR (EMG-FAR) venía trabajando de forma paralela en la confección de dicho plan. Se hicieron los cálculos necesarios y documentos con vistas a la operación que al inicio se denominó Angola Especial; con este nombre se enmascaraba la actividad. El 25 de marzo se le presentó al Comandante en la nación angolana, donde estaba en visita de trabajo.

Allí fue aprobado el proyecto, concebido entonces para dos etapas: la primera con duración de cinco meses —de abril a agosto—, incluía: organización de cursos y cursillos para jefes de batallones, compañías y pelotones (2093 oficiales); organización de la dirección general de las milicias y 14 regimientos para un total de 43 820 efectivos; asesoramiento a las tropas para la eminente agresión; y la ubicación del armamento y transporte para la misión militar que debía crearse.

La segunda etapa, con una duración también de cinco meses —septiembre 1977 a enero de 1978— mantenía el asesoramiento a las tropas en la preparación, planificación y realización de la guerra; además del envío de transporte para el traslado oportuno de las tropas al frente de batalla; la preparación de los cuadros de mando de las milicias; el perfeccionamiento de la estructura y organización de las milicias y el incremento de sus fuerzas hasta 84 700 efectivos.

En marcha la primera etapa

La salida de los primeros combatientes internacionalistas (asesores) se produjo el 31 de marzo 1977, luego sucedieron otras. La idea inicial contaba con que fueran 239 oficiales, 927 sargentos y soldados, pero solo partieron alrededor de 200 de la cifra general. Durante esta etapa de colaboración, la cantidad de militares cubanos variaba con frecuencia, pues algunos especialistas al concluir su tarea regresaban y otros se incorporaban, según las necesidades. También llegó un grupo de cien compatriotas civiles —médicos, enfermeras y técnicos de la Salud—, para prestar asistencia médica a la población.

En abril se organizó la Misión Militar Cubana en Etiopía (MMCE). La jefatura estuvo a cargo del general de división Arnaldo Teovigildo Ochoa Sánchez, quien contó con un reducido grupo de trabajo, el cual fue creciendo en dependencia de las necesidades que impuso la propia guerra.

Elio Leal Graverán

Yo era jefe de Sección en la Dirección de Armamentos del Minfar. Por mi jefe supe que me habían designado para una misión internacionalista con igual responsabilidad en la MMCE. Mi primera tarea fue organizar y almacenar la carga de pertrechos y municiones en el barcoBahía de Cochinos, anclado en el puerto del Mariel, al mando del coronel René Núñez Alvarado.

El 2 de abril zarpamos y pusimos proa hacia la República Popular de Angola, llegamos a Luanda y fondeamos en la afueras del puerto. Nos visitó el jefe de la MMCA, general de división Abelardo Colomé lbarra, y allí se ultimaron una serie de tareas para proseguir viaje a nuestro destino final.

Tras los abastecimientos del barco, trabajo que se realizó con máxima discreción, el jefe del estado mayor de la Retaguardia, mayor Enrique Ávila Guerrero, supervisó la carga.

A nuestra arribo a la capital de Etiopía —Addis Abeba—, nos recibió el jefe EM-MMCE, teniente coronel Ramón Andollo Valdés, y nos dirigimos al Palacio lmperial, donde vivían los primeros compañeros que habían llegado desde hacía algo más de un mes. Fundidos en un abrazo quedó sellada la alegría de ese encuentro.

De inmediato recibí instrucciones: comenzar la asesoría al jefe de Armamento del Ejército etíope, coronel Teresa, y preparar las condiciones y la base material de estudio de conjunto con los nacionales para enseñar el empleo de las armas a los miembros de las futuras unidades de milicianos.

No podíamos perder de vista que estas fuerzas procedían de diferentes etnias, cuyos dialectos y costumbres eran diversos y muy pocos hablaban inglés; además la mayoría era analfabeta, como igual la cantidad de compañeros que nunca habían usado zapatos. Hubo que acostumbrarlos, primero, a utilizar tenis para que pudieran calzar después las botas. Esas eran las condiciones existentes. Teníamos que reducir el tiempo de adiestramiento, porque en ese momento el Ejército de Etiopía y buena parte de la Policía combatían en Eritrea, al oeste del país contra la guerrilla compuesta por más de 60 000 hombres en una lucha que llevaba más de dieciséis años para ser un Estado independiente. De ocurrir una invasión de Somalia, no contarían con personal suficiente para rechazarla, como realmente sucedió.

El sitio escogido para organizar y preparar a más de cien mil milicianos se encuentra a unos 20-30 km en las afueras de Addis Abeba, se conoce como Tatek (valle de la carne). También se utilizó una escuela de especialistas menores cercana a este lugar.

Alternando los trabajos de asesoramiento en el Ministerio de Defensa con la preparación de las milicias, se fue logrando la instrucción de esta fuerza. Empleábamos como modalidad fundamental la enseñanza práctica a grupos de estudio de 40-50, no más; y los aventajados luego les trasmitían los conocimientos a sus compañeros. Muchos se convirtieron en profesores; utilizamos el mismo método que en Cuba, siguiendo las indicaciones de nuestro Comandante en Jefe al triunfo de la Revolución, pues muy pronto nos dimos cuenta de cuánto demoraban las clases. A veces era necesario hacer tres o cuatro traducciones del inglés a sus dialectos. Así pudimos avanzar.2

2Testimonios como este, sin referencia al pie de página, fueron concedidos al autor para este libro. Se conservan en su archivo personal.

 

 

Nuestro país intentó mediar entre las dos partes, pues con ambas naciones mantenía magníficas relaciones, como miembros de la Organización de Países no Alineados. Por esta razón, el 16 de abril de 1977 el Comandante Fidel Castro se reunió en Adén (Yemen), con Siad Barre y Mengistu Haile Mariam, también participó el presidente yemenita Ali Rubayi. Mengistu manifestó su disposición de dialogar. En cambio, Siad Barre se mostró intransigente en sus ambiciones expansionistas y muy seguro de su poderío militar, aunque al final del intercambio prometió no atacar.

Pasados unos días, en aquel mismo periplo por varios países del continente, Fidel visitó Etiopía; de nuevo se le solicitó la ayuda militar a Cuba. Aunque ya se conocía de esta petición, el Comandante la trasmitió al segundo secretario del Partido y ministro de las FAR, general de ejército Raúl Castro Ruz, con la indicación de que fuera analiza-da por el Partido, el Gobierno, el Estado y de manera particular por la institución que él dirigía.

Confiada en la promesa del presidente somalí, de que no existirían más conflictos fronterizos aunque Etiopía siguiera la construcción del socialismo, esta retiró un tercio de la Tercera División de lnfantería Motorizada (DlM), pero la nación litigante no cumplió su palabra: introdujo bandidos para ocupar el Ogaden, con instrucciones de no combatir ni dejarse ver. Cada uno de estos grupos contaba con cierta cantidad de militares del ejército regular, un ingeniero, un traductor y un médico. Alrededor de las fronteras al sur de Kebri Dehar, Anano Mite y Wody, organizaron centros donde los soldados eran entrenados en infiltración, ingeniería y armamento. Trascurridos seis meses los enviaban a diferentes zonas.

Su proyecto expansionista tenía como objetivos, entre otros, apoderarse de territorios fértiles, fomentar la agricultura y explotar en provecho propio el combustible y los minerales existentes en las regiones de su interés. Aunque los somalíes pretendían justificar la agresión como una supuesta guerra de liberación de las áreas que les habían pertenecido, se enfrascaron en un plan mezquino al falsear la historia y envenenar la conciencia de un pueblo valiente, al cual condujeron a una guerra injusta y fratricida tres meses después.

Esta embestida resultaba una falta a la palabra empeñada y un gran error político de los dirigentes somalíes, por lo que tal decisión fuecriticada con fuerza por Cuba, la URSS y otros Estados. lnterrumpían los esfuerzos del proceso renovador y demostraron el Ejército, Estado y dirigentes principales que su ideología prevaleciente era el chovinismo. Con la descabellada idea de crear la Gran Somalia, desconociendo los límites de varios países, entre ellos Etiopía —reconocidos por la Organización de la Unidad Africana (OUA) desde la conferencia constitutiva en 1963—, se apoderarían, por lo menos, de un tercio del Ogaden.

Este hecho alertó a la dirección cubana y en especial al Comandante en Jefe; las promesas de Siad Barre no habían sido convincentes, por lo tanto, era necesario prepararse para enfrentar la agresión o al menos estar prevenidos. Al líder cubano no se le iba una, siempre alerta. Sobre este aspecto, en su discurso por el centenario de la Protesta de Baraguá, el 15 de marzo de 1978 hizo la siguiente reflexión:

Hoy nosotros nos damos perfecta cuenta de que cuando nos reunimos en el mes de marzo del pasado año, en Adén, con los dirigentes somalíes, ya ellos tenían totalmente elaborado el plan —que realizaron más tarde— de invadir a Etiopía, porque creyeron que esa era la oportunidad histórica, en la que el imperialismo yanqui y los países de la Otan iban a recibir con los brazos abiertos la noticia de la invasión de Etiopía.

 

 

Territorio que pretendía ocupar Somalia (320 000 km2).

Miguel Ángel Lorente León

Llegué en el mes de mayo. Fui uno de los siete cubanos del segundo grupo que partí a ese país. Allí había igual cantidad de compatriotas. Nuestra encomienda consistía en entrenar y asesorar a los etíopes con los blindados Sherman y los M-47 —ambos americanos—. Esa era la técnica con la cual contaban, tanques pesados y medianos que no se encontraban en buen estado técnico, pero había que utilizarlos. Cada día nos trasladábamos en el avión del presidente hasta la ciudad de Nazret, distante unos cien kilómetros.

Poco a poco se fue incrementando el grupo, llegaron especialistas en tanques y medios de comunicaciones, así como un traductor, ya éramos dieciocho compañeros. Nos trasladamos en avión para el puerto de Assab.