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¿Y si Cenicienta fuera una aplicada estudiante a la que su madrastra la obliga a trabajar sin descanso?, ¿y si Cenicienta se convirtiera en ingeniera y en su camino a la libertad se encontrara con un príncipe azul vestido de motero? Cuentos Clásicos Modernos es una colección que recupera los cuentos infantiles de toda la vida, pero los actualiza, situándolos en el mundo que nosotros conocemos. Los personajes de siempre viajan ahora en autobús, manejan ordenadores y calzan zapatillas de deporte, pero siguen siendo los mismos.
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Seitenzahl: 23
Veröffentlichungsjahr: 2021
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Luisa Villar Liébana
Ilustraciones de Javier Olivares
Saga
Cenicienta y el mirlo mágico
Copyright © 2007, 2021 Luisa Villar Liébana and SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788728100974
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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Cenicienta no quería ser Cenicienta.
Su padre viajaba constantemente, y lasu madrastra la trataba mal. Le hacía trabajar muchas horas y horas, y entre las tareas que le mandaba, que eran muchas, estaba la delimpiandolimpiar la casa todos los días.
Cenicienta odiaba esa tarea. Vivían en una casa campestre grande, y mantenerla limpia y los suelos relucientes, la dejaban sin tiempo para estudiar.
A pesar de lo cualtodo, no quería abandonarlamarcharse. Allí había vivido su madre,. Y, aunquequehabía muertomurió siendo ella muy pequeña, . Pero Cenicienta sabía que la quiso mucho y . lLa estrechaba entre sus brazos. Yy le había puesto un bonito nombre: Noemí.
Cuando murió, su padre se casó de nuevo. Y su segunda mujer, en lugar de acogerla con afecto, a medida que crecía le hacía la vida más difícil.
Tenía una hija;: Berta. ¡Qué envidiosa era! Todo lo que cenicientaCenicienta tenía, lo deseaba. ¡Y cómo se las ingeniaba para obtenerlo! Si no lo lograba, gritaba histérica hasta que castigaban a Cenicienta.
Las dos, madre e hija, eran envidiosas.
Un día, Berta deseó su voz. Cenicienta era cariñosa y su voz era dulce. En cambio, Berta gritaba y protestaba por todo, y su tono resultaba irritante.
Deseó su voz. Y, como no podía obtenerla, la madrastra le prohibió hablar; a Cenicienta, claro. No quería volver a oírla nunca más, si era posible, excepto para responder a sus preguntas.
–¿Acabaste de limpiar el suelo?. ¿Cómo van los cristales? Los muebles tienen polvo. ¡Ay! ¡Si no cumples con tu trabajo qué será de ti!
La niña respondía sí o no, y caminaba y limpiaba de manera tan silenciosa que su presencia no se notaba.
La noche era para ella una liberación. Mientras todos dormían, salía al jardín y hablaba con elun mirlo blanco que siempre estaba cerca. cuando lo necesitaba. El mirlo blanco cantaba, y en su canto le llevaba la voz de su querida madre que no olvidaba. Le llevaba libros. Y cuando lo necesitaba, aparecía.
-¡–¡Qué hermoso eres pájaro de la oscuridad!
El mirlo cantaba, y en su canto le llevaba la voz de su querida madre. El mirlo blanco siempre estaba cerca. Cuando lo necesitaba aparecía.