El inobediente o la ciudad sin Dios - Lope de Vega - E-Book

El inobediente o la ciudad sin Dios E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

El inobediente o la ciudad sin Dios es un auto sacramental atribuido al autor Lope de Vega. Siguiendo la estela de este subgénero, se articula como un texto teatral de profunda raigambre católica y enseñanza moral en torno a un episodio bíblico.

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Seitenzahl: 86

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

El inobediente o la ciudad sin Dios

 

Saga

El inobediente o la ciudad sin DiosCopyright © 1963, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617146

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAS QUE HABLAN EN ELLA

EL REY DANFANISBO. MARÍA, dama.PETRONIA, infanta.LISBEO, capitán.FENICIA, dama.LIBERIO, galán, príncipe.EL DEMONIO. DELIO, soldado.LIRNO, galán.MARIO, galán.FRONIBO. ROSANIO, galán.Músicos.Sacerdotisas. Tres presos.DIOS PADRE. CORIDÓN. BROFER. ILBERA.

Jornada I

LIRNO, DELIO y MARIO, soldados atados; FENICIA, ILBERA.

 

LIRNO Perezcan entre estos montes

y vuelva el esquife al mar.

FENICIA ¡Amigos!

DELIO Quédense a dar

leyes a estos horizontes.

ILBERA ¿Es posible que queréis 5

dejarnos de aquesta suerte

en las manos de la muerte?

Mario, Lirnio!

DELIO No os canséis,

vaya el esquife a la mar,

¡boga, boga!

FENICIA ¡Ah, gente ingrata! 10

¿Así vuestro Rey se trata?

Aguardad.

LIRNO ¿Qué es aguardar?

 

(Vanse.)

 

IBERIO ¿Cómo es posible, enemigos,

que os mostréis sordos y mudos

a las voces de los tristes? 15

¿No hay ley, no hay Dios en el mundo?

¿Por qué delitos, qué culpas,

qué sinrazones, qué insultos,

nos dejáis entre estas peñas,

entre animales y brutos? 20

¡Plega a Dios que el mar se altere,

que en su estómago profundo,

entre montes de agua y viento

os dé el postrero sepulcro!

¡Plega a Dios que este pavón 25

que abriendo espumosos sulcos

corre, escarbando las aguas,

retoza en los golfos turbio,

corsando entre pardas peñas

pierda el norte, y en un punto, 30

el que es un leño a sus ojos,

parezca a los ojos muchos!

¡Justicia contra ti, reino perjuro,

pues castigas los buenos y los justos!

FENICIA ¡Que se va la loca nave! 35

¡Que nos deja, y que Neptuno,

por sus turquesados campos,

le da pasaje seguro!

¡Tenedle, cielos: mirad

que si prosigue su curso, 40

llegará a la patria amada,

de donde sacarnos pudo!

¡Oh, quién en los pies tuviera

las alas del dios Mercurio!

¡Y quién los suyos calzara 45

con el plomo de Saturno!

¡Quién fuera otro Polifemo,

que por la popa y los rumbos,

con fuertes peñas la hiciera

sumergir en los profundos! 50

Aguarda, fiero inventor

de traiciones y de insultos,

monstruo preñado de agravios,

Argos de honrados descuidos;

justicia contra ti, reino perjuro, 55

pues castigas los buenos y los justos.

IBERIO Amada esposa, ¿qué haremos?

que ya la nave a los ojos

agua parece, y despojos

ya de su rastro no vemos. 60

Este peñasco es terrible,

este monte inhabitable,

este arenal intratable,

y escapar es imposible.

Subir allá no podremos 65

si esta peña no nos salva,

y es tan pelada y tan calva,

que en qué estribar no tenemos.

Humanos pies sus arenas

han pisado, y tan airado 70

las combate el mar salado,

que de herirlas cesa apenas;

¿qué haremos?

FENICIA Amado esposo,

morir, porque aquí me obligo,

mi bien, a morir contigo, 75

pues el morir es forzoso.

Venga la muerte en tus brazos;

que como en ellos esté,

la muerte no sentiré

disuadida en los abrazos. 80

IBERIO ¿Quién creyera esta traición?

FENICIA Ya la virtud se castiga.

IBERIO No sé, mi bien, cómo diga

lo que siente el corazón.

Y quiero, con tu licencia, 85

mirar si este monte puedo

subir; que es vencer el miedo,

necesidad y prudencia.

FENICIA Yo en este peñasco, en tanto,

esposo, os aguardaré, 90

y al mar agua le daré

mientras tú a las peñas llanto.

(Vase.)

Mar desatado y loco,

que estás entre ti mismo

haciéndote pedazos, 95

y a tu soberbia es poco;

este profundo abismo

en que extiendes tus brazos,

pues has deshecho lazos,

de mil amantes tiernos, 100

y a mil fuertes caudillos,

que te pusieron grillos,

al parecer eternos,

los quebraste y rompiste,

ampara a aquesta triste, 105

y a aquesta nave ingrata

dala sepulcro entre coral y plata.

Mas ¡ ay de mí! un esquife

cubierto de damasco

y gallardetes bellos, 110

aunque la mar se engrife

en forma de peñasco,

le peina los cabellos:

¡cielos, si son aquellos

que tanto mal me hicieron; 115

si se han arrepentido

y a librarme han venido!

¡Amigos! Ya me vieron,

y con espuelas de haya

se acercan a la playa; 120

ya en las arenas saltan

y el limpio pie de blanca espuma esmaltan.

 

(LISBEO y otros.)

 

LISBEO Dos queden en la barquilla,

y en esta dorada arena

del mar, veré si es sirena 125

la que parece en su orilla.

Mas es tan hermosa y bella,

que en esto agraviada ha sido,

si del cielo se ha caído;

amigos, aquesta estrella. 130

Sobre las arenas de oro,

donde con plata el mar topa,

parecéis, señora Europa,

llevada del blanco Toro.

Y en verla dorada y rubia, 135

Danae parecéis vos,

y la arena el bello Dios

trocado en dorada lluvia;

y aun quiere amor que presuma,

y que aquí llamaros pueda 140

bellísima dama, Leda,

y el blanco cisne esta espuma:

como le da Danae estrella,

no llegan, señora, a vos,

que sois bella para Dios, 145

y para mujer muy bella.

FENICIA Mujer soy en quien se encierra

la desventura y pesar,

y a quien no sufre la mar,

y a quien persigue la tierra. 150

Y es tanta mi desventura,

que el mar que miras aquí,

diciendo está mal de mí,

y parece que murmura;

pero pues Dios, caballero, 155

y el mar sobre estas arenas

os trae a sentir mis penas,

saber de tus labios quiero

dónde estoy, qué tierra miro;

que este monte, al cielo atlante, 160

es a la vista un diamante

si al mar parece un zafiro.

LISBEO Quisiera poder, señora,

lo que me pedís hacer,

mas poderme detener 165

imposible será ahora.

Mas en mi esquife sabréis

en la provincia que estáis,

e imaginad que llegáis

donde servida seréis 170

en alta mar.

FENICIA ¿Cómo? Aguarda

que venga mi esposo.

LISBEO ¿Dónde

le tienes?

FENICIA Señor, se esconde

tras aquella peña parda.

LISBEO ¿Qué fue a buscar?

FENICIA Fue a buscar 175

poblado, senda o camino,

y pues tu clemencia vino

a ampararnos...

LISBEO Vaya al mar.

FENICIA ¿Sin mi esposo?

LISBEO Sin tu esposo.

FENICIA ¡Señor!

LISBEO Caminad con ella. 180

FENICIA ¡Cielos! ¿Qué enemiga estrella,

o qué clima riguroso,

me persigue desta suerte?

UNO ¿A dónde iremos?

LISBEO Bogad,

amigos, a la ciudad. 185

FENICIA Mejor diréis a mi muerte.

 

(Vanse.)

 

(PETRONIA, infanta, y ROSANIO.)

 

PETRONIA Mil años ha que deseo

esta dulce soledad

en que contigo me veo.

ROSANIO Que gozo de tu beldad, 190

no es posible, no lo creo;

dame una mano, señora,

aunque amanezca la aurora

de envidia llorando el día

la suerte y ventura mía. 195

PETRONIA La mano y el alma toma.

ROSANIO ¿Qué, en efecto, ya me das

del alma la posesión?

PETRONIA Dueño del alma serás.

ROSANIO Macaria y Fronibo son 200

los que vienen, pues, atrás;

en parte oculta, escuchemos

lo que dicen.

PETRONIA Dices bien.

 

(MACARIA y FRONIBO.)

 

FRONIBO Pues estas yedras que vemos

se abrazan y quieren bien, 205

envidia y celos las demos.

MACARIA Ya sabes, Fronibo mío,

que te adoro, y que el secreto

del alma apenas lo fío;

y pues eres tan discreto, 210

de tu prudencia confío

más recato, no por mí,

que estos árboles que al cielo

quieren atreverse así,

son mudos para el recelo 215

que puedo tener aquí;

pero por el Rey, que quiere

coronarme en la ciudad,

y desto su bien se infiere.

FRONIBO Mal podrá guardar lealtad 220

quien de envidia y celos muere;

¿quién podrá tener paciencia

de la ejecución de amor?

¿Quién podrá tener prudencia

en su rabioso furor? 225

MACARIA Fronibo, dame licencia

y entre tanto aqueste abrazo

te entretenga.

FRONIBO Como dure

un siglo, señora, el lazo.

MACARIA Porque tu bien se asegure, 230

y que el tiempo acorte el plazo,

procura darle la muerte

a la Infanta, que yo al Rey

se la daré airada y fuerte.

Que amor, como es Dios, sin ley, 235

todas las leyes pervierte;

que aunque trescientas mujeres

tiene el Rey, me adora a mí

más que a todas.

FRONIBO Pues si quieres

que le dé la muerte aquí, 240

morirá.

MACARIA Es razón que esperes

ocasión.

FRONIBO Dices muy bien.

MACARIA Pide al tiempo y al amor

ocasión.

FRONIBO Ellos la den.

¡Ay mi bien!

MACARIA ¡Ay mi señor! 245

FRONIBO Vese en tus labios desdén.

MACARIA ¡Jamás!

FRONIBO ¡Júralo!

MACARIA Lo juro

a tus ojos y a tu amor.

FRONIBO Darte desdén no procuro.

MACARIA Segura me voy, señor. 250

(Vase.)

FRONIBO Y yo así quedo seguro.

ROSANIO ¿Tal infamia se consiente?

¿A la dama de tu hermano

se atreve?

PETRONIA Rosanio, tente,

que a mí me tomas la mano 255

y esotro lo calla y siente:

esto a venganza no obliga

como esotro.

ROSANIO Es cosa llana.

PETRONIA Cada cual su estrella siga:

quiere tú del Rey la hermana, 260

y él quiera del Rey la amiga.

FRONIBO ¿No es Rosanio el que la mano

ase a Petrolia? ¡Sí, él es!

¿Hay tal maldad? Mas es llano

que le habrán dado los pies, 265

pues la toma este villano.

¡Vive Dios que ha de morir!

ROSANIO Al Rey decírselo quiero.

FRONIBO Al Rey lo quiero decir.

(Vase FRONIBO.)

PETRONIA Porque coronarte espero, 270

mi Rosanio, has de advertir

que importa que esta enemiga

muera porque quiere el Rey;

que a esta sinrazón se obliga

que reine contra la ley 275

de la razón.

ROSANIO ¿A su amiga

quiere coronar por Reinar?

PETRONIA Sí, amigo, que en la ciudad

solo la injusticia reina.

ROSANIO ¿Y que sufra esta maldad 280

el que sus cabellos peina

en zafiros y en diamantes?

Morirá aquesta mujer,

porque tus grandezas cantes.

PETRONIA Y así vendremos a ser 285

ejemplo de los amantes.

 

(Vanse.)

 

(DANFANISBO, rey; músicos, criados, mujeres,y MAESTRESALA.)

 

DANFANISBO Buena ha estado la comida.

MAESTRESALA A lo menos no se ha visto

comida tan bien servida.

DANFANISBO No pensar donde yo asisto 290

que está el descanso en la vida;

ver desnudas cien mujeres

sirviéndome, ha aumentado

mis gustos y mis placeres;

cantad, si tenéis templado. 295

MÚSICO ¿Qué quieres, señor, que cante?

DANFANISBO Un tono alegre, y bailad

vosotras.

UNO Haráse así.