El niño inocente de la guardia - Lope de Vega - E-Book

El niño inocente de la guardia E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

El niño inocente de la Guardia es un drama teatral de corte sacro del autor Lope de Vega. En la línea de los textos teatrales cristianos del Siglo de Oro Español, se basa en la leyenda católica del asesinato de un niño en la localidad toledana de La Guardia, supuestamente por mano de varios judíos y judeoconversos, de un modo parecido a la muerte de Jesús. Dicho niño llegó a alcanzar la santidad.

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Seitenzahl: 84

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

El niño inocente de la guardia

 

Saga

El niño inocente de la guardiaCopyright © 1929, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726617276

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Hablan en ella las personas siguientes:

REINA DOÑA ISABEL REY DON FERNANDO DON ÍÑIGO DE MENDOZA DOÑA JUANA, dama SANTO DOMINGO BENITO GARCÍA FRANCISCO, indio QUINTANAR HERNANDO PEDRO DE LA GUARDIA RABINO JACOB HEBREO BERNARDO, francés ROSELA, su mujer PASAMONTES JUANICO, su hijo BLAS, porquerizo TURÓN, porquerizo UN MAESTRO UNOS MUCHACHOS UN ÁNGEL UN MOLINERO MUJER [DEL MOLINERO] LA RAZÓN EL ENTENDIMIENTO LOS MÚSICOS EL NIÑO INOCENTE DE LA GUARDIA OCAÑA, indio [FAMILIAR] [MARÍA] MADRE MÉDICO CIEGA

Acto I

Sale acompañamiento y detrás la REINA DOÑA ISABEL, DON ÍÑIGO DE MENDOZA y DOÑA JUANA, dama de la REINA.

ISABEL

¿Qué hace el rey mi señor?

 

ÍÑIGO

Con el padre fray Tomás

queda hablando.

 

ISABEL

¡Qué valor

muestra en su intento!

 

ÍÑIGO

Jamás

5

se vio en su alteza mayor.

Pero en cosas de la fe

siempre de esta fuerte fue,

y más en la extirpación

de los herejes, que son

10

basiliscos de su pie.

 

ISABEL

Íñigo, del pie sagrada

del Santo Oficio, que ahora

fue por nosotros fundado,

será el áspide que mora

15

en nuestros reinos, pisado.

Espero en Dios que en aumento

de su fe le has de tener

con tanto acrecentamiento,

con tanta fuerza y poder,

20

con tan firme fundamento,

que crezca por toda España

el yugo de nuestra fe

sin esta infame cizaña.

 

ÍÑIGO

Bien el ejemplo se ve

25

que vuestro celo acompaña.

 

ISABEL

No puede la religión,

de este contagio tocada,

crecer con limpia intención;

que de esta mancha infamada

30

iba tomando ocasión.

 

ÍÑIGO

Mezclándose uno con otro,

¿qué importa la hidalga madre?

 

ISABEL

Sea por eso o por esotro,

yegua blanca y negro padre

35

sacan remendado el potro.

Estaba España ofendida

de esta gente mal nacida,

grande señal de pobreza,

remiendos en su limpieza.

 

ÍÑIGO

40

Aumente el cielo tu vida

en la del rey, mi señor,

y el Santo Oficio divino

viva con nuestro favor;

que fue, señora, el camino

45

para limpiarla mejor.

 

ISABEL

Id, marqués de Santillana:

sabed si hay algo de nuevo.

 

ÍÑIGO

Guárdete Dios.

 

Vase.

ISABEL

¡Doña Juana!

 

JUANA

¡Señora!

 

ISABEL

E este mancebo,

50

de la virtud castellana

hoy el Fénix se remoza.

 

JUANA

Don Íñigo de Mendoza

es de esa merced capaz,

porque es la guerra y la paz

55

iguales títulos goza.

 

ISABEL

¿Mis horas están ahí?

 

JUANA

Aquí las tengo, señora.

 

ISABEL

Muestra y sentareme aquí.

 

JUANA

Pues ¿no has de escribir ahora?

 

ISABEL

60

Ahora no, después sí.

Ve a prevenirlo entretanto

que aquí rezo un rato sola.

 

JUANA

¡Oh gloria, oh resplandor santo

de la corona española,

65

y de la romana espanto!

 

Vase, y quede la REINA sentada en unas almohadas, con las Horas en la mano.

REINA

Apenas pongo los ojos

en las letras, cuando el sueño

me comienza a dar enojos;

lo más de la vida es dueño

70

de estos mortales despojos.

Déjame, sueño, leer:

¡qué bien se me echa de ver

el desvelo del gobierno!

¡Oh! ¡Reinar, cuidado eterno,

75

y más en una mujer!

La virtud de mi Fernando,

su entendimiento y valor,

harto me están descuidando;

pero él piensa que es mejor

80

que yo le vaya ayudando.

El sueño importunamente

me porfía; sueño, tente,

que yo me doy por vencida,

pues tu fuerza resistida

85

no hay violencia que no intente.

 

Tocan chirimías y córrese una cortina y véase SANTO DOMINGO con su ramo de azucenas e insignias, que es un perro con un hacha.

DOMINGO

Esclarecida Isabel,

católica y noble rama

de los reyes de Castilla

y de los godos de España;

90

yo soy Domingo, no solo

de tu misma tierra y patria,

pero de tu sangre misma

y ascendencia de tu casa.

Soy Guzmán, de quien Enrique

95

la tomó, dándote tanta,

que eres por padre Castilla

y eres por madre Guzmana.

Entre algunas excelencias

que te dirán las hazañas

100

de mi historia, en mi familia

es la más notable y rara

el celo que siempre tuve

que la fe de Cristo santa

fuese ensalzada en el mundo,

105

y la herejía extirpada

por símbolo de este celo,

este perro con el hacha

que ves ardiendo, Isabel,

soñó mi madre preñada.

110

Los ladridos que después

di en España, Italia y Francia,

fueron sermones, consejos,

y evangélicas palabras.

Hacha el fuego con quien

115

después abrasé tan varias

sectas, como otro Sansón

de campos heresiarcas.

Fui el primer inquisidor,

y así mi familia sacra

120

heredó este santo oficio

con tal fuerza y eficacia,

que un Pedro, de herejes muerto,

con la sangre que bajaba

de su cabeza, firmó

125

lo que confesaba el alma.

Decirte de mi familia

los que atravesó la espada,

mató el cordel, quemó el fuego,

hirieron piedras y lanzas,

130

no es posible; pero advierte

que, como cuadros en sala,

están puestos en el cielo

con mil laureles y palmas.

Lo que tú y Fernando hicisteis

135

renovando nuestra santa

Inquisición, fabricando

tribunal para sus causas,

fue tan agradable a Dios,

que, fuera de que os aguarda

140

tan alto premio en el cielo,

acá en la tierra os señala

larga vida, triunfos, glorias,

victorias, Estados, famas,

católicos descendientes

145

de la gran nobleza de Austria.

Carlos Quinto, vuestro nieto,

ensalzará en Alemania

contra Lutero la fe

de su fe tan estimada.

150

que haciéndose un acto de ella

Valladolid en su plaza,

cuando le pidan favor

le verán sacar la espada.

Y haciendo una confesión

155

tan católica y cristiana,

jurar morir por defensa

de Cristo y su ley sagrada.

Bien le imitará Filipo,

de los dos mundos monarca,

160

bien le imitara el Tercero,

bien dos ilustres infantas.

Pero mira, Isabel noble,

que aunque el Santo Oficio haga

lo que de su padre puede,

165

no juzga la Iglesia santa

de lo que ocultan los pechos,

y será cosa acertada

que destierres los judíos

eternamente de España.

170

Haced un edicto luego,

que en breve término salgan,

porque la limpieza quede

libre de su ciega infamia.

 

Ciérrese.

ISABEL

Aguarda, Domingo santo.

175

¡Jesús, qué visión tan clara!

No es posible que esto sea

sueño; aguarda, Padre, aguarda.

 

Sale el REY.

FERNANDO

¿Qué es esto, señora mía?

¿A quién llamáis?

 

ISABEL

Mi Fernando,

180

no sé qué estaba soñando;

pienso que hablaba y dormía.

A rezar me puse aquí,

dormime cuando cansada.

Fray Tomás de Torquemada,

185

¿fuese ya?

 

FERNANDO

Señora, sí.

 

ISABEL

¿Qué habéis tratado?

 

FERNANDO

Ha venido

ya la bula de Inocencio,

que en nada la diferencio

de cuanto le ruego y pido.

190

Nuestra Santa Inquisición

queda ya muy confirmada,

favorecida y honrada,

para que la religión

cristiana vaya adelante,

195

y se conserve la fe.

 

ISABEL

De Dios el principio fue,

fe tendrá el fin semejante.

 

FERNANDO

Yo nombré con fray Tomás

a fray Hernando también.

 

ISABEL

200

Habéis elegido bien;

mas ¿no pensáis poner más?

 

FERNANDO

Estos Padres he nombrado

por ser Domino el primero

de este oficio, aunque les quiero

205

dar un famoso letrado.

 

ISABEL

¿Quién es?

 

FERNANDO

El doctor Villada.

 

ISABEL

Tiene aquí buena opinión;

ya la Santa Inquisición

queda, Fernando, fundada.

210

Y en ciudades principales

se nombrarán a este oficio

divino, y santa ejercicio,

otros letrados iguales.

Mas creed, Fernando mío,

215

que mientras no desterréis

la ocasión, y le cortéis

a esta sierpe el cuello impío,

no habéis de tener sosiego.

 

FERNANDO

Isabel, la antigüedad,

220

la industria y felicidad

celebró de Hércules griego.

Venció la sierpe lernea,

pero donde le cortaba

una cabeza, formaba

225

otras siete, horrible y fea.

Mas como vio su porfía,

cortábale el cuello, y luego

dábala un botón de fuego,

con que brotar no podía.

230

Esto hacía un compañero

de Hércules, en tanto que él

cortaba el cuello cruel

con la clava o el acero.

Yo saquí, como otro Griego,

235

la espada con que este día

cortó el cuello a la herejía.

quien ha de poner el fuego

es la Santa Inquisición,

que por compañera tengo,

240

con que a confundirla vengo

y a ensalzar la religión.

 

ISABEL

Que sois Hércules cristiano

dirá el mundo, ya lo veo;

pero desterrar deseo

245

este enemigo inhumano:

echemos de nuestra España,

Fernando, esta gente fiera,

que la fe y la paz altera;

desterradla a tierra extraña.

250

Vayan al África viva,

al Asia; no los sustente

vuestra tierra, pues es gente

tan pertinaz y nociva.

¿Qué pueden estos hacer

255

en el límite español?

La fe, el sol, mas suele el sol

cubrirse, y no se ofender.

Estos la cubren aquí,

y aunque ella por sí es quien es,

260

no esté cubierta después

que se mira en vos y en mí.

Columnas somos, Fernando,

de la fe, por vida mía;

que vaya esta gente impía

265

donde no la esté mirando;

que si basiliscos son,

eso basta.

 

FERNANDO

Que te ha dado,

reina, ese mismo cuidado

sabe el cielo.

 

ISABEL

Restos son

270

de vuestra virtud y celo;

¡si os contase lo que vi

en sueños!

 

FERNANDO

También a mí

lo mismo me inspira el cielo

con sueños en que parece

275

que su destierro me encarga.

 

ISABEL

Quien ejecutarlo alarga

de poca fe me parece.