El Ombligo - Raymond Rupén Berberian - E-Book

El Ombligo E-Book

Raymond Rupén Berberian

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Beschreibung

Soy el primero en sorprenderme de los paisajes mentales que voy pintando en mis papeles. Un hombre sin estudio con dos guerras sobre sus espaldas y la imperiosa necesidad por maestra; para colmo, se expresa en deducciones poetizando su origen y despierta sobre un catorce de Sagitario que lo desnudó allá y a lo lejos en la ciudad Luz. Un hombre de noventa y cuatro años afilado a golpe que se define ahuecando las alas de sus sentimientos, con intuiciones dictadas por un ángel que sujeta su mano, guía su lapicera y hace de sus ideas un oasis de sensaciones, lágrimas de amor, un mundo de emociones asomadas desde las hondonadas de un espejismo donde él, desde su atalaya añora retrotraer la caricia perdida y encontrarle explicación al dolor que no duele. El autor

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Seitenzahl: 146

Veröffentlichungsjahr: 2025

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RAYMOND RUPÉN BERBERIAN

El Ombligo

Berberian, Raimundo EnriqueEl ombligo / Raimundo Enrique Berberian. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-6344-6

1. Novelas. I. Título.CDD A860

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Todos los derechos reservados.Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo ni en parte, ni registrada en, o transmitida por, un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito del autor.

Índice

Sinopsis

Mi último antídoto. El Ombligo

¿Me ayudas a pensar?

Sinopsis

Soy el primero en sorprenderme de los paisajes mentales que voy pintando en mis papeles. Un hombre sin estudio con dos guerras sobre sus espaldas y la imperiosa necesidad por maestra; para colmo, se expresa en deducciones poetizando su origen y despierta sobre un catorce de Sagitario que lo desnudó allá y a lo lejos en la ciudad Luz.

Un hombre de noventa y cuatro años afilado a golpe que se define ahuecando las alas de sus sentimientos, con intuiciones dictadas por un ángel que sujeta su mano, guía su lapicera y hace de sus ideas un oasis de sensaciones, lágrimas de amor, un mundo de emociones asomadas desde las hondonadas de un espejismo donde él, desde su atalaya añora retrotraer la caricia perdida y encontrarle explicación al dolor que no duele .

El autor

***

¿Me ayudas a pensar?

1

¿Sabías que al conversar con alguien, generalmente pasas por alto la expresión de sus manos, las muecas de su cara y el color de sus ojos?

…Que cuando escuchas hablar, tamizas el contenido de las palabras y te quedas sólo con aquello que alimenta tu ego.

Las imágenes que ofrece la naturaleza sólo impactan unos segundos y luego, tú mismo las ignoras…

Al clavar un hacha en el tronco de un árbol, no pasa por tu mente todo el dolor que el árbol podría soportar…

¿Te has dado cuenta que la belleza existe en todas partes, ofrecida generosamente al deleite de tus sentidos y sólo de ti depende prestarle la debida atención para interpretarla? ¿Que la paz está dentro de ti, no en todo el entorno que te encierra…? ¿Que el primer impulso es como abrir la tapa de un libro y creer adivinar su contenido?

¿Que leer un libro es hablar con él, de ti mismo?

¿Has notado que quienes se te cruzan por las calles son también tus hermanos?

¿Crees que la vida logró enseñarte, a amarte en los demás?

¿Se te ocurrió alguna vez reverenciar una planta como a un ser vivo?

¿Me creerás si te digo que al acariciar una mascota te acaricias a ti mismo en ella; que el agradecimiento verbal, es moneda de educación social?

¿Sabrás acaso que el abrazo “sentido”, es una terapia?

¿Sabías que el amor imposible es el que más perdura por no desteñirse?

¡Qué singular filosofía, la del Gran Mago del pensamiento, con su fábula sobre el zorro y la uva! El zorro, no pudiendo alcanzar las uvas, se dijo: “¡No vale la pena, está todavía verde!” y se marchó.

Insistir en vano, consume la energía con la que pudiéramos lograr otros objetivos…

Mi padre decía que es saludable levantarse de la mesa sin estar totalmente satisfecho para mantener los deseos encendidos. Para mí; cabe como norma en todas las órdenes de la vida.

Verás: las generaciones de niños prodigios y superdotados que nos asombra a todos, no son una casualidad o un error de la naturaleza, son desbordes, consecuencias, causalidades anunciadas que llevan a pensar que el conocimiento y el talento son acumulativos y aparecen inesperadamente incorporados en seres que jamás tuvieron contacto con orígenes distintos a los suyos. Con ello se comprueba que la humanidad es una sola. Las almas se integran de regreso a la vida terrenal con todo el bagaje de anteriores existencias, sin credos, ni razas, (que no son otras que barreras psicológicas).

Somos una gran familia de bípedos divorciados entre sí; nacemos para aprender a morir, y volvemos a nacer en otro cuerpo.

Yo soy yo, ¡hoy!: mañana seré otro y en la medida que vaya aprendiendo a morir, iré acumulando talentos hasta volver a nacer con ellos; esa será mi etapa final, antes de mi despegue definitivo: mi consagración en la inmortalidad: La escala siguiente…

2

Me costó convencerme de que mi nombre no representaba a nadie más que a él mismo y que yo, como célula viva, pertenecía a otra dimensión. Que existía un ángel unido a mi espíritu con toda la sabiduría de mis anteriores existencias, afincado en esa diminuta cabeza que me pertenecía.

Al desprenderme del cordón umbilical, mi visión del pasado se interrumpió súbitamente y el ambiente en que me hallaba fue llenándose de una atmósfera pesada, casi desagradable. Me sentía entumecido y algo dolorido; cambiar de mundo no es tan fácil, que digamos.

Cuando quise indagar quién era yo en realidad, ya era tarde, estaba confundiéndome con un presente aún por descubrir. ¡Qué lindo bebe! Yo entendía a qué se referían. Se estaban dirigiendo a ese pequeño organismo de piel rosada que no dejaba de llorar con las lágrimas que eran todavía de sus pertenencias.

Mientras tanto, presentía que un ángel revoloteaba encima de mi cabeza. Cuando logré visualizarlo, el ángel ahuecó las alas y desapareció para siempre.

De a poco las chispas del conocimiento fueron sorprendiéndome. Eso sí, me distraía lo novedoso de mi envoltorio carnal. No obstante estar informado, vaya a saber cómo, que en mí, acontecieron otras vidas anteriores.

Sobre la marcha, fui incorporando aquello que me fue enseñado. Doctrinas y modales no tardaron en hacerse patria en mí, eran la fuerza que sostenía mi moral.

Al crecer, llegué a sentirme capaz de jugarme la vida con tal de ocultar mi ignorancia, rifé mis escasos valores por las instituciones, por los Diez Mandamientos y el Faro de Alejandría.

Por fortuna la idiotez se cura por sí sola, sólo requiere tiempo y uno se despierta como de una pesadilla, dolorido de haber tragado tanta patraña.

3

Cuando se agota el propio repertorio, lo mejor es guardar un silencio prudencial. No incluye que alguien piense y desarrolle sus ideas extrayendo desde el fondo de sus memorias algunas ocurrencias que le convendría difundir, acaso incursionar en el arte mayor, aunque más no fuera para su propia satisfacción. Porque uno debe expresarse ante todo para conformarse a sí mismo, realizarse a sí mismo y si, imprevistamente, logra abrir una brecha en el criterio de los demás, cuya mayoría son admiradores de los talentosos, entonces el autor, nuestro personaje, será recompensado y asegurada su trayectoria. Y no obstante, personalmente no creo que esa sea la meta de un verdadero artista, para él le es suficiente que unos pocos sepan compenetrarse con su obra y sorprenderse favorablemente. Si bien el dinero le es necesario, el artista prefiere sufrir apremios y no venderse por treinta monedas de cobre. Caso contrario estaría conformando a Dios, al Diablo y al Cesar también.

La felicidad no es desconocida para el artista, el goza, disfruta hasta se identifica con su obra. La felicidad que experimenta es su capacidad de reproducirse en sus obras de mil maneras; es el éxtasis que ningún dinero equipara. Cuando la miseria los sorprende se amarra de la soledad y suelta los sueños sostenidos en la cuerda floja de su interior, desprende uno tras otro los clavos que lo han mantenido crucificado y al sangrar su sufrimiento, nuevamente comienzan a crear y a divagar fuera de su mundo oculto. Y otra vez la felicidad; la incomparable felicidad que los envuelve en una suerte de irrealidad que va mucho más allá de la inmortalidad y de la sublimación.

Como verán, los genios, viven su propio mundo y se despiertan en el nuestro. Si bien la habilidad es un don, su mundo es competitivo y acogedor. La habilidad se nutre de los aplausos, los artistas se alimentan de sus tormentos y fracasos. Los hábiles se sienten exitosos mientras que los artistas se reconocen como gente fracasada, incomprendida y habiendo nacido fuera de su época. Los talentosos suelen ser buenos mercaderes de la opinión pública, manejan el dinero del mismo modo que negocian con la sonrisa. El artista desconoce la sonrisa y desprecia el dinero. Los hábiles, los talentosos y los adinerados podrían quedar en el recuerdo no más que un tiempo prudencial, pero el artista es quien gana la eternidad y la trascendencia.

4

Cuando la gente se reúne, lo hace por motivos distintos y no obstante, existe una fuerza mayor que los convoca, un interés común que los conmueve: el de sentirse acompañados. Como que se necesita de los demás para refugiarse en ellos y posponer sus miedos, porque no hay mayor temor que afrontar la vida. Es un temor incorporado a nuestra memoria desde antes de nuestra llegada al mundo. Tener que aparecer ante lo desconocido, indefenso y sin poder expresarse es el factor detonante que hace a que el hombre necesite cómplices para convencerse que no es una víctima sino una rata de laboratorio. Los peces se agrupan en cardúmenes, los animales también lo hacen y el hombre no es la excepción. El instinto nos señala que estando solo es más fácil ser vulnerable. En las invasiones cuanto más numerosa es la defensa y mejor pertrechada, más probabilidad tiene de salvarse. Los santos, los filósofos y los profetas se presentaban ante multitudes de semejantes, su energía era absorbida y reproducida a conciencia de cada uno. En los festejos y en los banquetes la intencionalidad es parecida, el objetivo es calmar los temores a la bestia que llevamos instintivamente dentro. Una relación, cualquiera fuera el motivo, necesita hacer partícipe del instinto carnal, para que el corazón actúe y se active la pasión. Esto para mí no es otro que un retroceso a nuestro origen animal. En las cantinas se bebe y se fuma en compañía de parroquianos como purgando una culpa y una manera de disculparse ante sí mismo por el supuesto atentado contra la propia salud y, por ende, contra la humanidad entera. Porque el hecho de hacerse daño es también dañar a otros a través de uno. No olvidemos que un hombre errado, su error es partícipe de este mundo. Un hombre podría sentirse solo, pero actuando se une a él la raza humana.

“Hay cosas que adquieren interés por no poder dominarlas”

5

Acabo de sorprenderme con una realidad que me dejó pensativo. ¿Cómo es que no nos damos cuenta que arrojamos por la borda afectos, amores y amistades sin tomar en cuenta todo lo valioso que perdemos? Nos refugiamos tras muros de bronca y tozudez, con razón o sin ella, sin querer evaluar los motivos que nos llevaron a ello. Y el tiempo pasa y de pronto se nos cruza por las veredas de la vida tal o cual recuerdo que una vez ocupó un lugar de privilegio en nuestras vidas e intentamos reciclar, hacer reverdecer los abrazos cual oveja descarriada. Y uno queda ahí, a un paso, atónito, como detenido en el tiempo. Observando el rodar de los años sobre nuestras carnes, reflexionar si es que valió la pena separarse, si lo perdido podría recuperarse y si ese alejamiento sirvió para bien. Porque… Se supone que si tomamos una decisión es para remediar una situación. A modo de protegerse, damos unos pasos hacia atrás y al trastabillar caemos en una encrucijada de dudas. Porque una separación, aunque duela decirlo, motiva la pérdida de confianza, da la sensación de estar ante una confusa imagen familiar. Es cierto, todo es suplantable, pero no reemplazable, mucho menos imitable. Cada amor, cada afecto, cada entrega de hermandad o de amistad conserva una energía que sigue y seguirá perteneciendo a nuestra memoria. Tomar distancia no siempre suele calmar las pasiones, principalmente cuando las mismas se han integrado a nosotros. Las separaciones sirven para medir el grado de sentimiento que conservamos hacia ciertas personas. Que conste que hay seres que siguen vibrando en nosotros, ni siquiera la muerte logra separarlos. Porque lo que se aparta es la materia. Los sentimientos, si los hubiere, podrían enfriarse, pero no desaparecer.

Otro de nuestros grandes errores es tratar de reactivar sentimientos congelados. Las cenizas no arden, su misión es sostener el fuego encendido, siempre y cuando lo haya. A través de la distancia se suele apreciar el verdadero alcance de los sentimientos imperecederos. Muchas veces uno teme alejarse demasiado de ciertas personas tomando el amor como excusa del querer, de la costumbre, del deber, de la fidelidad y sus obligaciones y las promesas, cuando en realidad teme quedarse sin la dosis de energía que fue cedida en préstamo a cambio de reciprocidades condicionadas. Una vez desprendido y despejado el camino, esa misma energía encuentra su equilibrio por sí sola. Es lo que ocurre con una extracción de sangre, la cantidad extraída es inmediatamente reemplazada por el organismo. Hemos sido informados sobre el tema, lo hemos entendido y aceptado, pero de la energía, nadie nos habló de ello. Esa es la razón de nuestro principal temor, la razón por la cual nos duele separarnos de nuestros afectos. Tememos desperdiciar para siempre la energía depositada en ellos como fueran una caja de caudales a disposición nuestra. Por eso, muchas veces nos quedamos prendidos insólitamente de ciertos recuerdos como de personas; obsesionados por conservar el pasado. Hay miles de formas de sentir miedo, miles de formas de experimentar en carne propia una soledad. Cuánto más se ama, más se tiene miedo de que se pierda ese nexo y más duele un desenlace; es cuanto más se siente un vacío de energía. Porque tanto el amor como sus derivados son sentimientos y los sentimientos, lo mismo que las emociones, son energías con las que intercambiamos y negociamos en procura de tranquilidad. Nuestro organismo no sólo se alimenta por la boca, sino también por la piel y por las ondas energéticas que han sido almacenadas en los seres que frecuentamos a diario.

“Entre tantas verdades, se rescatan verdades…”

“Si no tienes fe, no sirve refugiarse entre los que rezan”.

6

Cuando los ideales entrechocan con intereses no sólo se contaminan, se confunden tornándose entre sí por quién derrota a quién para merecer la supremacía. La sensación que nos dejan es la de abrazarse a dos amores al mismo tiempo y perderse la noción de quién es quién y, a medida que avanza la noche; no importarle quién es quién. Nunca entendí si realmente valía la pena pelear por un ideal en un duelo de ideales y si un ideal puede ir cambiando de perspectiva en la medida que variamos de enfoque y, por último; si podría conservar su trono y su corona de laureles en forma definitiva.

Después de todo ¿qué es un ideal? ¿Un sacerdocio humanitario o algo por el estilo o es una contienda, donde cada uno expone sus creencias y se juega el honor por ellas? Algunos hasta se empecinan con que la idea de morir por un ideal es morir en buena ley. Que ellos me perdonen. Morir, es dejar de crecer, de aprender y de enseñar; es convertirse en algo inservible, por más que el fulano haya expuesto el pecho al peligro, a menos… que se trate de otro Cristo que al expirar, nos haga sufrir remordimientos de conciencia señalándonos culpas ajenas.

Cuánto más existan intereses en la mira, más valiosos son los ideales y más respetables son quienes los enaltecen. Si los credos no amasaran la fortuna que acunan en sus arcas no se codearían con ningún ideal, porque… más allá de lo que predican señalándonos ideales como que fueran ideales, ocultarían su ideal principal: su interés por el oro. Puesto que idealizar la miseria y la pobreza es simplemente descabellado en un mundo tan de avanzada como el nuestro. Hoy quien triunfa lo hace gracias a sus ideales y convicciones y quien fracasa es porque sus ideales no les trajeron suerte o fueron de inferior calidad. Los ideales son como los adinerados, no se les pregunta quienes son; sino, con quiénes se respaldan y con cuánto cuentan.

“Dudar de Dios y del diablo, al hombre lo torna filósofo”

7

A veces dejarse llevar por la pasión, metido en un tema tan delicado como el de mis últimos artículos, no es sólo comprometerse con el “Qué dirán”, también es jugarse a la ruleta rusa. Acertar con los gustos de los demás es un rompecabezas.

Una caricia es placentera, cinco también; cien, serían una tortura. Los chinos lo comprobaron con la gota de agua. Si bien los límites se abrazan en los límites y la tierra continúa en el cielo; el cielo, comienza a ras del suelo. En otras palabras; caminamos sobre la tierra, pero vivimos en el cielo.

Me gustaría tener el convencimiento de que en realidad nada se pierde; que conservamos hasta nunca las mejores de las cosechas que hemos recaudado en nuestra vida, porque la vida – que yo sepa- se compone de episodios y parodias que van agregándose hasta llegar a merecernos escalar otros mundos. O sea; el ser humano es en realidad “Inmortal”. En cada vida se lleva a la tumba el fruto de la propia experiencia para agregarla al periodo siguiente. Las pruebas están a la vista: los niños prodigios que nos asombran con su talento nos lo confirman.

Poseemos dos memorias, una activa y otra imperecedera. La imperecedera es, a la que vamos incorporar las propias experiencias, aciertos y desaciertos. La intuición nos da la pauta de su existencia. Vaya a saber quién habría sido yo en anteriores existencias para que en la actual me pusiera a escribir pensamientos sin haber tenido estudios; para colmo, en un idioma ajeno a mis raíces.

Llego a la conclusión de que la idea es imperecedera al igual que el ser humano y es decorada con los idiomas, o sea; el idioma es un elemento decorativo de la idea; complementario de la idea.

Lo dije y de eso hace tiempo: “Hablo mi armenio en varios idiomas”.