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Los pensamientos pueden tomar forma y color. El Universo posee vida. Lucía pertenecía a ese mundo de visualizaciones que a Rupik le causaba estupor. Su amor por ella resultaba todo un desafío.
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Seitenzahl: 43
Veröffentlichungsjahr: 2025
RAYMOND RUPÉN BERBERIAN
Berberian, Raimundo Enrique El universo de Lucía / Raimundo Enrique Berberian. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-5864-0
1. Novelas. I. Título. CDD A860
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
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Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
Capítulo V
Capítulo VI
Capítulo VII
Los pensamientos pueden tomar forma y color.
El Universo posee vida. Lucía pertenecía a ese mundo de visualizaciones que a Rupik le causaba estupor. Su amor por ella resultaba todo un desafío.
No soy de creer a ciegas movido por el “qué dirán”, ni de los que rifan su tiempo evaluando disciplinas, doctrinas y filosofías dudosas. Sin embargo y a decir verdad, desde hacía tiempo comenzaba a intrigarme el poderoso entusiasmo de Lucía, mi amiga. Percibiendo mi curiosidad, me confesó que ese cambio manifesta en ella era debido a que incursionaba hacía tiempo en los misterios del Poder de la Mente. Una temática, según decía, tan mágica como reveladora, repleta de sorpresas y de misticismo. Estando ella conmigo, más de una vez le había captado la mirada perdida hurgando vaya a saber en qué designio. Integrando mundos paralelos para luego emerger desde sus tinieblas con todo el esplendor de un Arco Iris, la sonrisa de satisfacción en los labios, los ojos color sol y chocolate.
En una oportunidad, en un intento por cautivar su atención, acaparar su admiración y atraerla aún más hacia mí, le propuse escribir un libro sobre el alcance de sus investigaciones; esas cosas con las que decía entenderse, las que para mí, siendo yo un Judas, además ateo, no eran más que fantasías incorporadas y alucinaciones personales o, en el último de los casos, entusiasmos y contagios, aunque de poca trascendencia y peligrosidad; sin dejar de ser un pasatiempo como lo es un rompecabezas; una suerte de juego inofensivo y entretenido.
Lucía solía visitar mi taller de arte y pintura donde compartíamos inquietudes y ella, aprovechaba para hablarme de su mundo secreto. Por momentos hasta soñábamos un mismo sueño, mejor dicho; compartía su sueño sin que me interne en él. Lo hacía por amor a ella como una respuesta impensada. Era una postura de ignorante envalentonada la mía, lo sé. Pero en esos momentos mi afecto se eximía de toda conjetura. En el fondo sabía que su verdad no me conmovía demasiado, que sus sensaciones extrasensoriales de ninguna manera modificarían mis conceptos ya arraigados, porque soy inflexible y tozudo ante cualquier invasión foránea. Me encierro en mí mismo, acaso en mis miedos no reconocidos y formo una coraza impenetrable. Es mi forma de proteger, si se quiere, a mi ignorancia; acaso mi particular modo también de ignorarla. Es mi manera de ocultar mi aguda falta de credibilidad. Quizá porque pienso que el exceso conocimiento pone en peligro la felicidad, es que reacciono de ese modo o, que haya otro vínculo psicológico que ignoro y que me empuja a convertirme en Judas ateo.
Ella creía en mí, aceptó mi ofrecimiento y eso era una herida que no iba a cicatrizar en tanto considere desacertada mi actitud. Le oculté mi verdad y me siento un canalla, he manchado el cristal de transparencia que me unía a ella. Ya no podré manejarme con ella usando el lenguaje contemplativo cargado de profundos silencios y repletos de pensamientos inéditos. Ya no podré mirarla a los ojos y perfilar en ellos airosamente mi integridad. Mi meta por supuesto no fue la de herir su susceptibilidad, mucho menos juzgar o criticar su mundo, por más extraño que parezca. Recuerdo haberle prometido que durante la realización de mis escritos me habría de mantener al margen de las emociones comprometedoras y que no entraría en discusiones que pudieran quebrar nuestro propósito común. Le aseguré que, llegado el caso, incluso me abstendré de opinar y sólo obraría con absoluta objetividad. Pienso que aunando esfuerzos, estaríamos los dos fomentando un mensaje de amor a nivel espíritu y piel, favoreciendo la comprensión y la hermandad entre los hombres, asimismo facilitar el camino para adentrarse en los recodos de la mente.
Recuerdo que cerró los ojos y balbuceó unas palabras que no logré interpretar. Abrió su bolso y sus manos erraron en el interior. Extrajo unos papeles y me los extendió, advirtiendo: “¡Aquí tienes, léelos con detenimiento!” Me imagino que ignoras que registro todo lo acontece conmigo. Estas hojas contienen algunas revelaciones de seres que me visitan, son invisibles a la vista de los demás, yo puedo ver el modo en que atraviesan las paredes de mi casa para detenerse al borde de mi cama a observarme con una mirada llena de misterios y cariño servil. Bueno; no digo más nada, está todo en esos papeles, los escribí como pude. No olvides que no soy escritora.