El premio de la hermosura - Lope de Vega - E-Book

El premio de la hermosura E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

El premio de la hermosura es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias famosas del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso a causa de celos que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo.

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Seitenzahl: 68

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

El premio de la hermosura

 

Saga

El premio de la hermosuraCopyright © 1970, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726616811

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

LAS PERSONAS DE LA TRAGICOMEDIA

CARDILORO MANDRICARDO, en visión EL SABIO ARDANO LEURIDEMO, Príncipe de Numidia LIRIODORO DE GRECIA ROLANDO DE HUNGRÍA UN CIUDADANO ROSELIDA TISBE LINDABELLA MITILENE DOS JUECES EL AMOR LA NINFA AURORA GOSFOROSTRO, salvaje BRAMARANTE, salvaje SOLMARINO, salvaje LA MÁGICA CIRSEA CELIO FABIO, jardinero BELISA

Acto I

CARDILORO, príncipe de Tanger.

 

CARDILORO

Si tu vida me servía

de vida que me animaba,

y en lugar del alma estaba

después que te di la mía,

5

¿cómo vivo desde el día

de tu muerte lastimosa,

bella Clorinarda hermosa,

o qué me anima sin ti?,

pues no habiendo vida en mí,

10

era mi muerte forzosa.

Espérame ya partiendo

si alguna culpa me pones,

pues ya todas mis acciones

van poco a poco muriendo;

15

si con la vida te ofendo,

porque me estorba el mirarte,

aguarda el alma que parte,

y partirse no es vivir,

pues ya comienza a morir

20

quien solicita buscarte.

Aguarda, señora, aguarda,

conocerás mi firmeza,

que es morir por tu belleza

lo menos que me acobarda;

25

si es posible, Clorinarda,

que quien parte de esta vida

se detenga en la partida,

[..................emos]

espera, y juntos iremos

30

sin que la muerte lo impida.

Dame en tus arenas de oro

sepultura, claro río,

pues el difunto bien mío

las engendró de su lloro.

Una VISIÓN se le ponga delante al quererse precipitar.

 

VISIÓN

35

¿Qué es aquesto, Cardiloro?

¿Cómo un príncipe tan fuerte

se precipita a la muerte?

 

CARDILORO

Sombra, pues que ya te veo,

parece que mi deseo,

40

de que estoy muerto me advierte.

Quién eres, visión, me di,

y también si muerto estoy.

 

VISIÓN

Hijo, Mandricardo soy,

aquel que tu padre fui.

45

Vencido de amor, salí

a detenerte y guardarte,

que el querer precipitarte

no es acto de fortaleza,

antes parece flaqueza,

50

por no sufrirte, matarte.

¿Así afeas mis hazañas,

con que te he dado el ejemplo?

¿Así de la fama el templo,

de las tuyas acompañas?

55

Mira que en pensar te engañas,

que así la fama se adquiere,

que si vive con quien muere,

es porque viviendo obró

lo que muriendo vivió,

60

mientras su nombre viviere.

 

CARDILORO

¡Ay, padre del alma mía,

si supieses la ocasión,

qué diferente opinión

tu pecho de mí tendría!

65

Antes pienso que daría

ánimo igual al valor

de ser tu hijo, en rigor

de tormentos tan extraños.

 

VISIÓN

Dímela, pues que tus años

70

ya me dicen que es de amor.

 

CARDILORO

Sabrás, generoso padre,

cuyas heroicas hazañas

dieron materia a las plumas

de Francia, España e Italia,

75

que el rey de Fez, Maniloro,

tuvo una hija, a quien llama

monstruo de belleza el mundo,

y Clorinarda su patria.

Los dos nos criamos juntos,

80

y si las cosas contrarias

con el trato y amistad

suelen hallar semejanza,

donde con igual estrella

la de los dos era tanta,

85

¿qué podía proceder

sino amor y fe tan rara?

Retratábame en sus ojos,

y ella en mí se retrataba,

que donde reina el respeto,

90

ellos solamente hablan;

bien es verdad que escribía

el pensamiento sus cartas

con ellos, que bastan señas

donde se entienden las almas.

95

Andaban por el decoro

que a la grandeza se guarda,

de rebozo los deseos,

de disfraz las esperanzas;

pero, en fin, tan entendidos,

100

que solamente faltaba

nuestro alegre casamiento,

cuando la fortuna varia

quiso el Emperador

de Oriente, en una batalla

105

venciese, por mi desdicha,

al padre de Clorinarda.

Cautivos fueron en ella,

de la nobleza africana,

muchos príncipes ilustres,

110

entre los cuales, Abdalla,

un bellísimo retrato

de Clorinarda llevaba,

porque adoraba pintado

lo que yo vivo adoraba.

115

Mostrole al Emperador

un día que en cierta caza

fue sujeto la hermosura

de esta bellísima Infanta.

Admirado de mirar

120

al Emperador la causa

de mi muerte y de la suya,

dio por la pintura el alma.

Pasados algunos días

que sus deseos andaban

125

concertando mis desdichas,

entre los dos reyes tratan

la paz, que ha sido mi guerra,

pues quedaron confirmadas

casando al Emperador

130

con la bella Clorinarda.

El rey de Fez de lo dijo,

mas ella, que no pensaba

que amor que entre dos se cría,

en casa ajena descansa,

135

dio en llorar y en afligirse

tanto... ¡Ay Dios! ¿Cómo me bastan

para tragedia tan triste

los ojos y las palabras?

¿Direlo? Sí, que difunta

140

amaneció una mañana.

¡Noche de mi triste vida!

Mira, padre, quién pensara

que viera mañana el mundo

en cuyos brazos el alba

145

me trajera muerto el Sol,

y mira que con la espada,

cuando compitió contigo

Rodamonte, rey de Sarza,

a mi madre Doralice

150

le quitaste, que fue causa

de que yo naciese al mundo.

Para que mi vida larga

culpes, ya sabes la muerte

de quien tiene muerta el alma.

 

VISIÓN

155

Hijo, los ánimos fuertes

se hicieron para fortunas

grandes, si historias adviertes,

pues hallarás en algunas

menos venturosas muertes.

160

¿No es, Cardiloro, mejor,

que a Clorinarda que adoras

la pierda el Emperador?

¿Con celos su muerte lloras?

No tienes perfecto amor.

165

Ahora bien, muestra a los cielos

cuán agradecido estás.

 

CARDILORO

¿Tú me das tales consuelos?

 

VISIÓN

Por encarecerte más

la condición de los celos.

 

CARDILORO

170

Pues ¿eso me está mejor?

 

VISIÓN

Sí, que aunque muerto me ves,

tengo a Doralice amor,

y si viviera después,

fuera mi pena mayor.

175

En aquella cueva oscura

vive agora el sabio Ardano;

allí remedio procura.

Desaparécese, y él queda suspenso.

 

CARDILORO

¡Oh, sueño ligero y vano!

¿Eres verdad o pintura?

180

¿Estoy muerto o estoy vivo?

Mas si Clorinarda es muerta,

¿de qué luz vida recibo?

El sabio ARDANO entre.

 

ARDANO

De Ardano estás a la puerta;

deja ese llanto excesivo,

185

hijo del gran Mandricardo,

que darte remedio aguardo

por la virtud de mi ciencia.

 

CARDILORO

Del alma lloro la ausencia,

porque de seguirla tardo.

190

¿Qué remedio dará medio,

Ardano, a mal tan extraño?

Que de mis penas en medio,

más quiero el gusto del daño

que el provecho del remedio.

 

ARDANO

195

Sabe, mancebo animoso,

que el Emperador de Oriente,

ya de Clorinarda esposo,

murió de un vivo accidente,

basta decir amoroso.

200

Viéndose, pues, ya cercano

a la muerte, y que moría

por aquella hermosa mano,

cuya hermosura excedía

todo pensamiento humano,

205

quiso que el reino heredase

la mujer que más hermosa

en todo el mundo se hallase,

para que más a su esposa

pareciese e imitase.

210

Que Clorinarda heredaba,

presumió su loco amor,

puesto que difunta estaba,

si la hermosura mayor

de aquel imperio gozaba,

215

para lo cual se previenen

de provincias diferentes,

que acción al imperio tienen,

mil hermosas pretendientes

que con arrogancia vienen

220

porque como es la hermosura

de sí misma gloriosa,

cualquiera de ellas procura

parecer la más hermosa,

de sus méritos segura.

225

Pero porque te ha de dar

verlas notable pesar,

en esta cueva que ves

quiero que encantado estés

hasta su tiempo y lugar.

Aquí se ha de abrir un lienzo y verse una cueva, con dos salvajes que la guarden, con sus mazas al hombro.

 

CARDILORO

230

Si pudiera haber consuelo

para mi mal, sabio Ardano,

solo fuera el de su mano,

entre cuantos tiene el suelo.

Ponme en esta oscuridad,

235

pues sin Clorinarda bella

perdí mi luz y mi estrella,

mi sol y mi claridad.

Dese el reino a la belleza,