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El premio de la hermosura es una comedia teatral del autor Lope de Vega. En la línea de las comedias famosas del Siglo de Oro Español, narra un malentendido amoroso a causa de celos que acabará por provocar varias situaciones humorísticas y de enredo.
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Seitenzahl: 68
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Lope de Vega
Saga
El premio de la hermosuraCopyright © 1970, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726616811
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
CARDILORO, príncipe de Tanger.
CARDILORO
Si tu vida me servía
de vida que me animaba,
y en lugar del alma estaba
después que te di la mía,
5
¿cómo vivo desde el día
de tu muerte lastimosa,
bella Clorinarda hermosa,
o qué me anima sin ti?,
pues no habiendo vida en mí,
10
era mi muerte forzosa.
Espérame ya partiendo
si alguna culpa me pones,
pues ya todas mis acciones
van poco a poco muriendo;
15
si con la vida te ofendo,
porque me estorba el mirarte,
aguarda el alma que parte,
y partirse no es vivir,
pues ya comienza a morir
20
quien solicita buscarte.
Aguarda, señora, aguarda,
conocerás mi firmeza,
que es morir por tu belleza
lo menos que me acobarda;
25
si es posible, Clorinarda,
que quien parte de esta vida
se detenga en la partida,
[..................emos]
espera, y juntos iremos
30
sin que la muerte lo impida.
Dame en tus arenas de oro
sepultura, claro río,
pues el difunto bien mío
las engendró de su lloro.
Una VISIÓN se le ponga delante al quererse precipitar.
VISIÓN
35
¿Qué es aquesto, Cardiloro?
¿Cómo un príncipe tan fuerte
se precipita a la muerte?
CARDILORO
Sombra, pues que ya te veo,
parece que mi deseo,
40
de que estoy muerto me advierte.
Quién eres, visión, me di,
y también si muerto estoy.
VISIÓN
Hijo, Mandricardo soy,
aquel que tu padre fui.
45
Vencido de amor, salí
a detenerte y guardarte,
que el querer precipitarte
no es acto de fortaleza,
antes parece flaqueza,
50
por no sufrirte, matarte.
¿Así afeas mis hazañas,
con que te he dado el ejemplo?
¿Así de la fama el templo,
de las tuyas acompañas?
55
Mira que en pensar te engañas,
que así la fama se adquiere,
que si vive con quien muere,
es porque viviendo obró
lo que muriendo vivió,
60
mientras su nombre viviere.
CARDILORO
¡Ay, padre del alma mía,
si supieses la ocasión,
qué diferente opinión
tu pecho de mí tendría!
65
Antes pienso que daría
ánimo igual al valor
de ser tu hijo, en rigor
de tormentos tan extraños.
VISIÓN
Dímela, pues que tus años
70
ya me dicen que es de amor.
CARDILORO
Sabrás, generoso padre,
cuyas heroicas hazañas
dieron materia a las plumas
de Francia, España e Italia,
75
que el rey de Fez, Maniloro,
tuvo una hija, a quien llama
monstruo de belleza el mundo,
y Clorinarda su patria.
Los dos nos criamos juntos,
80
y si las cosas contrarias
con el trato y amistad
suelen hallar semejanza,
donde con igual estrella
la de los dos era tanta,
85
¿qué podía proceder
sino amor y fe tan rara?
Retratábame en sus ojos,
y ella en mí se retrataba,
que donde reina el respeto,
90
ellos solamente hablan;
bien es verdad que escribía
el pensamiento sus cartas
con ellos, que bastan señas
donde se entienden las almas.
95
Andaban por el decoro
que a la grandeza se guarda,
de rebozo los deseos,
de disfraz las esperanzas;
pero, en fin, tan entendidos,
100
que solamente faltaba
nuestro alegre casamiento,
cuando la fortuna varia
quiso el Emperador
de Oriente, en una batalla
105
venciese, por mi desdicha,
al padre de Clorinarda.
Cautivos fueron en ella,
de la nobleza africana,
muchos príncipes ilustres,
110
entre los cuales, Abdalla,
un bellísimo retrato
de Clorinarda llevaba,
porque adoraba pintado
lo que yo vivo adoraba.
115
Mostrole al Emperador
un día que en cierta caza
fue sujeto la hermosura
de esta bellísima Infanta.
Admirado de mirar
120
al Emperador la causa
de mi muerte y de la suya,
dio por la pintura el alma.
Pasados algunos días
que sus deseos andaban
125
concertando mis desdichas,
entre los dos reyes tratan
la paz, que ha sido mi guerra,
pues quedaron confirmadas
casando al Emperador
130
con la bella Clorinarda.
El rey de Fez de lo dijo,
mas ella, que no pensaba
que amor que entre dos se cría,
en casa ajena descansa,
135
dio en llorar y en afligirse
tanto... ¡Ay Dios! ¿Cómo me bastan
para tragedia tan triste
los ojos y las palabras?
¿Direlo? Sí, que difunta
140
amaneció una mañana.
¡Noche de mi triste vida!
Mira, padre, quién pensara
que viera mañana el mundo
en cuyos brazos el alba
145
me trajera muerto el Sol,
y mira que con la espada,
cuando compitió contigo
Rodamonte, rey de Sarza,
a mi madre Doralice
150
le quitaste, que fue causa
de que yo naciese al mundo.
Para que mi vida larga
culpes, ya sabes la muerte
de quien tiene muerta el alma.
VISIÓN
155
Hijo, los ánimos fuertes
se hicieron para fortunas
grandes, si historias adviertes,
pues hallarás en algunas
menos venturosas muertes.
160
¿No es, Cardiloro, mejor,
que a Clorinarda que adoras
la pierda el Emperador?
¿Con celos su muerte lloras?
No tienes perfecto amor.
165
Ahora bien, muestra a los cielos
cuán agradecido estás.
CARDILORO
¿Tú me das tales consuelos?
VISIÓN
Por encarecerte más
la condición de los celos.
CARDILORO
170
Pues ¿eso me está mejor?
VISIÓN
Sí, que aunque muerto me ves,
tengo a Doralice amor,
y si viviera después,
fuera mi pena mayor.
175
En aquella cueva oscura
vive agora el sabio Ardano;
allí remedio procura.
Desaparécese, y él queda suspenso.
CARDILORO
¡Oh, sueño ligero y vano!
¿Eres verdad o pintura?
180
¿Estoy muerto o estoy vivo?
Mas si Clorinarda es muerta,
¿de qué luz vida recibo?
El sabio ARDANO entre.
ARDANO
De Ardano estás a la puerta;
deja ese llanto excesivo,
185
hijo del gran Mandricardo,
que darte remedio aguardo
por la virtud de mi ciencia.
CARDILORO
Del alma lloro la ausencia,
porque de seguirla tardo.
190
¿Qué remedio dará medio,
Ardano, a mal tan extraño?
Que de mis penas en medio,
más quiero el gusto del daño
que el provecho del remedio.
ARDANO
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Sabe, mancebo animoso,
que el Emperador de Oriente,
ya de Clorinarda esposo,
murió de un vivo accidente,
basta decir amoroso.
200
Viéndose, pues, ya cercano
a la muerte, y que moría
por aquella hermosa mano,
cuya hermosura excedía
todo pensamiento humano,
205
quiso que el reino heredase
la mujer que más hermosa
en todo el mundo se hallase,
para que más a su esposa
pareciese e imitase.
210
Que Clorinarda heredaba,
presumió su loco amor,
puesto que difunta estaba,
si la hermosura mayor
de aquel imperio gozaba,
215
para lo cual se previenen
de provincias diferentes,
que acción al imperio tienen,
mil hermosas pretendientes
que con arrogancia vienen
220
porque como es la hermosura
de sí misma gloriosa,
cualquiera de ellas procura
parecer la más hermosa,
de sus méritos segura.
225
Pero porque te ha de dar
verlas notable pesar,
en esta cueva que ves
quiero que encantado estés
hasta su tiempo y lugar.
Aquí se ha de abrir un lienzo y verse una cueva, con dos salvajes que la guarden, con sus mazas al hombro.
CARDILORO
230
Si pudiera haber consuelo
para mi mal, sabio Ardano,
solo fuera el de su mano,
entre cuantos tiene el suelo.
Ponme en esta oscuridad,
235
pues sin Clorinarda bella
perdí mi luz y mi estrella,
mi sol y mi claridad.
Dese el reino a la belleza,