El territorio valenciano. Transformaciones ambientales y antrópicas - AAVV - E-Book

El territorio valenciano. Transformaciones ambientales y antrópicas E-Book

AAVV

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Este volumen recoge 28 contribuciones consagradas a la geografía física del País Valenciano que inciden en las transformaciones territoriales y antrópicas. La geografía integral, no se concibe sin la presencia humana y la persona es uno de sus principales actores, sobre todo comparado con la tecnología del paleolítico o de las edades media y moderna. Las transformaciones del territorio valenciano, vistas por geógrafos físicos de distintas generaciones, son presentadas en cinco grandes apartados o capítulos. El primero se refiere a los cambios recientes y ambientales mientras que el resto se refieren a zonas concretas del País Valenciano: la Serra d?Espadà,el valle del Palancia, el Valle de Ayora y el cañón del Júcar-Xúquer, el Maestrat, el litoral entre la Serra d?Irta y Orpesa, y finalmente el interdelta de los ríos Xúquer y Turia y l?Albufera de València.

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EL TERRITORIOVALENCIANO

TRANSFORMACIONESAMBIENTALES Y ANTRÓPICAS

EL TERRITORIOVALENCIANO

TRANSFORMACIONESAMBIENTALES Y ANTRÓPICAS

JOAN F. MATEU BELLÉS(COORD.)

XXXI JORNADAS DE CAMPO DE GEOGRAFÍA FÍSICAVALENCIA, 30 DE MAYO - 3 DE JUNIO 2016

COORDINACIÓN:

Joan F. Mateu Bellés

EDICIÓN:

M. J. López García

ORGANIZACIÓN DE LAS JORNADAS:

Departament de Geografia, Universitat de València

Grupo de Geografía Física de la

Asociación de Geógrafos Españoles (AGE)

COLABORACIÓN INSTITUCIONAL:

Vicerectorat de Participació i Projecció Territorial

MAQUETACIÓN:

Victoria Lorenzo Plumed

Unitat de suport del Vicerectorat de

Participació i Projecció Territorial

ISBN: 978-84-9133-031-8

© de esta edición: Universitat de València, 2016.

© de los textos: los autores.

© de las imágenes: los propietarios.

© foto cubierta: Artemi Cerdà.

Índice

PRÓLOGO

V. M. Rosselló i Verger

I. LA GRAN TRANSFORMACIÓN DEL TERRITORIO VALENCIANO

J. F. Mateu Bellés

Cambios recientes en los usos del suelo y sus implicaciones ambientales

J. A. Pascual Aguilar y M. J. López García

Calentamiento reciente en el Golfo de Valencia. Hacia un adelanto de la estación estival

M. J. López García

Clima y cambio climático en la Comunidad Valenciana

M. J. Estrela Navarro, J. J. Miró Pérez y I. Gómez Doménech

La especificidad de la hidrología en ramblas mediterráneas

A. M. Camarasa-Belmonte

La hermandad entre erosión del suelo y agricultura no será para siempre

A. Cerdà Bolinches et al.

II. SERRA D’ESPADÀ Y VALLE DEL PALÀNCIA

Coord: F. Segura Beltrán

Sociedad y ecología en Aín (1700-2000)

K. W. Butzer, E. K. Butzer y J. F. Mateu

El alcornocal antropizado de la Serra d’Espadà

N. La Roca Cervigón, I. Villanova Maño y J. F. Mateu Bellés

El transfondo climático en las neveras de la Sierra de Espadán

J. F. Mateu Bellés y N. La Roca Cervigón

Cambios morfológicos recientes en el cauce del rio Palancia: regeneración fluvial en contextos de déficit sedimentario

C. Sanchis Ibor y F. Segura Beltrán

Acción antrópica, inundaciones e incisión fluvial en el abanico aluvial del Palancia

F. Segura Beltrán y C. Sanchis Ibor

III. VALLE DE AYORA Y CAÑÓN DEL JÚCAR

Coord.: A. J. Pérez Cueva

Galerías drenantes en el entorno de la Sierra del Mugrón

A. Pérez Cueva y M. Antequera Fernández

El cañón del Júcar

P. Carmona González, J. M. Ruiz Pérez y J. F. Mateu Bellés

Régimen hídrico del río Júcar

J. F. Mateu Bellés, J. M. Ruiz Pérez y P. Carmona González

Primeros saltos hidroeléctricos en el cañón del Júcar

J. F. Mateu Bellés

El paso de Cañón del Júcar a Ribera del Xúquer

J. F. Mateu Bellés y J. M. Ruiz Pérez

IV. FOSAS TECTÓNICAS DEL MAESTRAT Y LITORAL ENTRE LA SERRA D’IRTA Y ORPESA

Coord.: A. Calvo Cases

Evolución morfotectónica pliocuaternaria y formación del relieve en el Maestrat: una síntesis

A.J. Pérez Cueva, A. Calvo Cases y J.L. Simón Gómez

Evolución pleistocena de la Albufera de Torreblanca o Prat de Cabanes

F. Segura Beltrán, E. Sanjaume Saumell y J. E. Pardo-Pascual

La restinga recesiva de la albufera de Torreblanca (Castelló)

E. Sanjaume Saumell, F. Segura Beltrán y J. E. Pardo-Pascual

Registro geoarqueológico y cambio ambiental. La costa de Torre de la Sal y el humedal del Prat de Cabanes

P. Carmona González y J. M. Ruiz Pérez

El Prat de Cabanes-Torreblanca: cierre de la última bocana natural

J.F. Mateu Bellés

V. L’ALBUFERA DE VALÈNCIA Y EL ESPACIO INTERDELTAICO TÚRIA-XÚQUER

Coord.: C. Sanchis Ibor

La génesis de l’Albufera de València

V. M. Rosselló Verger y C. Sanchis Ibor

El llano costero del río Turia

P. Carmona González y J. M. Ruiz Pérez

Los dos cauces del Turia en Valencia

I. Portugués Mollá

El llano costero del rio Júcar

J. M. Ruiz Pérez, P. Carmona González y J. F. Mateu Bellés

Acción antrópica y cambio ambiental histórico en l’Albufera de València

C. Sanchis Ibor

La eutrofización de l’Albufera de València y su impacto en la vegetación palustre

C. Sanchis Ibor, J. M. Benavent Olmos y J. E. Pardo-Pascual

Evolución de las dunas de La Devesa del Saler

E. Sanjaume Saumell y J.E. Pardo-Pascual

Las comunidades vegetales de la Devesa de l’Albufera de València

C. Sanchis Ibor y A. Vizcaíno Matarredona

PRÓLOGO

Vicenç M. Rosselló i Verger1

Es para mi un riesgo y, sin duda, un motivo de orgullo prologar un volumen de 28 contribuciones consagradas a la geografía física del País Valenciano que inciden en las transformaciones territoriales y antrópicas. La geografía integral, que siempre he defendido y practicado, no se concibe sin la presencia humana y el hombre es uno de sus principales actores, cada día más influyente, sobre todo comparado con la tecnología de los antepasados del paleolítico o de las edades media y moderna.

Por convicción y, en cierto modo, por suplencia hubo que ponderar en los años 1970 desde el Departamento, el papel universitario de la geografía física y la primera tesis doctoral española de tal disciplina fue dirigida desde Valencia y presentada en Murcia el año 1972. Cuando en 1978 se instituyó la especialidad de Geografía en la facultad de la Universitat de València, se instaló en ella un pionero Laboratorio de Geomorfología y Palinología.

Antes de la llegada a la cátedra –después, Departamento de Geografía– del profesor Antonio López Gómez (1955), el País Valenciano era una terra incognita de la que los manuales geográficos guardaban un respetuoso silencio. Más de medio siglo después, sin falsas modestias, despunta en determinadas especialidades, como puede verse en los capítulos del presente libro. Cuadernos de Geografía, revista nacida el 1964, está a punto de publicar el número 100. Generaciones de geógrafos salidos de las aulas valencianas ejercen en institutos y universidades, en administraciones locales e incluso en profesión libre.

Las transformaciones del territorio valenciano, vistas por geógrafos físicos de distintas generaciones, son presentadas en cinco grandes apartados o capítulos. El primero se refiere a los cambios recientes y ambientales. La sospecha de mutaciones climáticas que barruntaba el profesor López Gómez en los lejanos 1960’ a propósito del cultivo de caña de azúcar en La Safor o del aumento del nivel marino, son confirmados por la actividad antrópica sobre suelos cultivados o incultos, por el régimen cada vez más espasmódico de la ramblas mediterráneas, por un posible avance de la estación estival o por un cambio climático o “global” preconizado por diversos paradigmas. No olvidemos que nuestro primer geógrafo y padre de la escuela valenciana fue adelantado en la docencia e investigación de la climatología a la que dedicaba, por lo menos, un trimestre entero en la asignatura de Geografía general.

Los siguientes apartados se refieren a zonas concretas del País Valenciano, particularmente estudiadas, empezando por la Serra d’Espadà y el valle del Palancia. Aquí no puedo menos de evocar la fraterna amistad del profesor Karl W. Butzer –del que tantas cosas aprendimos– en sus reiteradas campañas desde Aín, ejerciendo de geomorfólogo, arqueólogo, antropólogo (y su esposa, de archivista y paleógrafa), tratando de interpretar el paisaje humano de los moriscos o de los combatientes de la guerra civil. Las neveras de la sierra tienen una lectura climática en la pequeña edad del hielo. Los alcornocales, que constituyen una rareza en el contexto valenciano, tienen su razón de ser en los suelos ácidos silíceos y en una explotación tradicional. El abanico fluvial del río que, para entendernos, llamamos –impropiamente, desde luego– Palancia, ha sido objeto de un concienzudo examen hidrológico y sedimentario en un cuadro geomorfológico en que la acción antrópica no ha sido ajena.

El protagonista del apartado siguiente es el Valle de Ayora y el cañón del Júcar-Xúquer (en este caso, uno de los pocos hidrónimos genuinos), nuestro gran río domesticado y aprovechado ad unguem. Su impresionante cañón, por el que eran conducidas las maderadas, fue objetivo de estudios pioneros, ahora interpretados desde el punto de vista geomorfológico. Es revisado su régimen hídrico, rico en aforos históricos. Los saltos hidráulicos donde se prodigó la técnica ingenieril –con sus éxitos y fracasos bien notorios– consiguieron rendimientos energéticos indiscutibles, llevados al extremo en el sistema de recarga de Cortes de Pallás. Por otra parte, no puede olvidarse que el río alimenta y condiciona el regadío de la Ribera del Xúquer, auténtico modelo de explotación del recurso hídrico, donde se acumulan sucesivas etapas culturales. La decantada inundación del octubre de 1982 justificó una demostración de la iniciativa de los geógrafos valencianos que consiguieron a las pocas semanas un vuelo de reconocimiento que permitió un estudio colectivo ejemplar, publicado el año siguiente y reeditado, a propósito de la rotura del embalse de Tous y la subsiguiente “pantanada”.

El capítulo cuarto se dedica, primero a la evolución pliocuaternaria y a la formación del relieve en el Maestrat. A continuación se aborda el litoral comprendido entre la Serra d’Irta y Orpesa, investigado desde diversas ópticas. Por un lado, la restinga recesiva de la albufera de Torreblanca o Prat de Cabanes es estudiada a partir de los silos ibéricos ahora combatidos por el oleaje, mientras otros autores analizan su registro geoarqueológico en relación al cambio ambiental. El Prat residual de Cabanes y Torreblanca, descrito minuciosamente el 1795 por el protogeógrafo Antoni J. Cabanilles, ha sufrido el mayor atentado ecológico de los últimos años, llamado Marina d’Or. Era un espacio húmedo, antropizado por lo menos desde la edad moderna cuya última bocana natural se desvió en el siglo XVIII.

El interdelta de los ríos Xúquer y Turia donde se encuentra l’Albufera de València constituyen el objeto del último apartado. Se empieza por la llanura costera cuaternaria construida por el Guadalaviar o Turia –como decían los viejos manuales– en una perenne dicotomía fluvial-marina. Se dedican sendos trabajos al desvío del Turia a su paso por Valencia y a la evolución y artificialización de las dunas de la restinga de la Devesa donde los afloramientos pleistocenos son escasos. L’Albufera por excelencia, lejos de ser un espacio natural intacto, como se ha reivindicado desde el ángulo proteccionista –laudable, sin duda–, es más bien un constructo antrópico, empezando por unas salinas medievales bien documentadas y la sujección a los ciclos agrícolas del regadío y el arrozal/pesquerías y sus sucesivas reglamentaciones. Los afanes para desecar l’Albufera en nombre de la salubridad o el lucro no son demasiado antiguos; mantenerla como espacio natural exige grandes esfuerzos hídricos… y la eutrofización de sus aguas ha modificado su vegetación y fauna, aparte de la contaminación de fondos por el vertido de aguas residuales de fábricas y viviendas.

Sin menoscabar otros trabajos, me permito destacar una mayoría que giran alrededor del agua fluvial y marina. La interferencia de las cuatro esferas que se da en el entorno fluvial y costero –atmósfera, litosfera, biosfera e hidrosfera– es el bocado más sabroso de la investigación geográfica. Si le añadimos la perspectiva evolutiva de los procesos, puede llegar al extremo de la exquisitez. Tal vez sea esta la razón y el marchamo de la agrupación en que confluimos –otro término acuático– muchos de los autores. Esta es una ligera panorámica de sus trabajos actuales y el anuncio de otros futuros de una sección de los geógrafos valencianos, vista por un viejo profesor.

1Departament de Geografia, Universitat de València, [email protected].

CAPITULO I

 

 

LA GRAN TRANSFORMACIÓN DEL TERRITORIO VALENCIANO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La gran transformación del territorio valenciano

J. F. Mateu Bellés1

Hace casi cien años, Juan Dantín Cereceda (1923) escribió la primera síntesis moderna sobre Geografía de la región levantina, un texto bien informado, estructurado y dirigido a un público selecto y culto. En el apartado de Geografía física, nada se indica sobre cambios ambientales o transformaciones antrópicas porque tales cuestiones no figuraban en la agenda académica de su época. Esta constatación permite centrar el argumento de las XXXI Jornadas de Campo del Grupo de Geografía Física de la Asociación de Geógrafos Españoles (AGE).

1. EL CAMBIO EN LOS SISTEMAS COMPLEJOS

Durante muchas décadas del siglo XX, la Geografía física consideró preferentemente los rasgos permanentes y más representativos del medio natural a escala local o regional. Los trabajos ponían el énfasis en los valores medios del clima para caracterizar una región, en el régimen natural de los ríos, o en las grandes unidades de los relieves estructurales, etc. A menudo la Geografía física era un mero escenario casi inmutable en los estudios de Geografía humana. En los medios naturales se reconocían fases de modelado y formas heredadas, se establecían cronologías relativas de terrazas y de glacis, mientras se confeccionaban valiosas cartografías temáticas. Este cuadro, falto de muchos matices y de reconocimiento de valiosas aportaciones, fue trastocado por la Teoría General de Sistemas al privilegiar las interrelaciones entre elementos y subsistemas y enfatizar el cambio como parte de la dinámica de los sistemas complejos. Desde los años sesenta (algo después en España), la Geografía física identificó el cambio, la alteración, la transformación de los procesos como líneas argumentales en la interpretación del sistema natural, del que forman parte destacada las sociedades humanas. En esta trayectoria más reciente, la Geografía física no ha ido sola, aunque podían haberse aprovechado mejor todas las sinergias geográficas para la gestión de los problemas ambientales y territoriales.

Los recientes estudios del cambio y de las transformaciones ambientales y antrópicas hubieran sido más lentos sin las aportaciones de las nuevas tecnologías, la monitorización de parcelas experimentales, la difusión de imágenes de satélite, las observaciones en tiempo real, las nuevas redes de registro urbano o de alta montaña, etc. El cambio sistémico es un eje de investigación cada vez más atendido por los geógrafos físicos; también las administraciones son activas en la promoción de programas de investigación sobre el cambio global.

2. EL PROTAGONISMO HUMANO EN EL CAMBIO AMBIENTAL

La capacidad de los humanos para alterar los paisajes y medios naturales es muy antigua. El uso del fuego por los grupos de cazadores y recolectores alteró a escala local o regional sistemas naturales primigenios; los primeros agricultores difundieron especies domésticas, manejaron la ignicultura, implantaron regadíos, etc. Con posterioridad su rol en la transformación de la faz de la tierra siguió reforzándose con el número de habitantes y la diversificación de sus actividades. Por su parte, las sociedades industriales, muy dependientes de las energías fósiles, han intensificado su papel transformador de la naturaleza a causa de su rápido crecimiento demográfico, con alteraciones de las escalas espaciales, las tasas y los tiempos del cambio ambiental. Nuestra especie ha pasado de ser un elemento más de la cadena de transformaciones energéticas que va del sol a las plantas, y de éstas a los animales, a controlar muchos procesos naturales mediante el uso de energía externa o exosomática. Los humanos hemos alcanzado y ocupado la cúspide de la pirámide trófica y somos los principales agentes de la transformación de la biosfera. Con razón se habla del antropoceno para designar esta nueva etapa, sin precedentes, de la historia de la Tierra.

La posición humana en esta metamorfosis ha variado a lo largo del tiempo. Durante milenios actuaron sobre la epidermis de la Tierra, a escala local y regional (mutación de los bosques por tierras agrícolas, extensión del regadío, bonificación de humedales, sellados urbanos del suelo, etc.). Pero en el último siglo, las acciones antrópicas están alterando además flujos fundamentales que sostienen la vida en el único planeta habitado conocido. La consideración de las interferencias antrópicas en los ciclos biogeoquímicos es cada vez más necesaria para entender los tipos específicos de las transformaciones ambientales y la condición global de la biosfera (Kates et al., 1990).

Aunque el cambio es parte de la dinámica de los sistemas complejos, la velocidad de las actuales exigencias humanas sobre el sistema natural contrasta con la natural lentitud de la evolución biológica y supone un riesgo ante su capacidad de resiliencia. Por lo general el tiempo acelerado de la sociedad contemporánea no suele ir acompasado con el tiempo lento de la naturaleza, razón por la cual la humanidad modificadora de la naturaleza se enfrenta a problemas de contaminación y de gestión de residuos. Mientras en los primeros asentamientos, prácticamente se reciclaban todos los residuos, en las ciudades y conurbanizaciones modernas, los residuos urbanos, los gases de efecto invernadero y otros desechos no se incorporan tan fácilmente al medio y se concentran, lo cual provoca contaminación y genera necesidades de transporte para enviarlos lejos (Margalef, 2005).

3. LA DUALIDAD AMBIENTAL VALENCIANA: LITORAL VERSUS INTERIOR

De las numerosas dualidades culturales, físicas e históricas que caracterizan el País Valenciano, no es la menos notable la dicotomía llano-montaña, que se imbrica con la de litoral-interior. Sobre esta división se cruza otra entre el ámbito ibérico del norte y del centro y el sistema bético meridional (Rosselló, 1995). Esta estructura física dual también lo es ambiental, y los valencianos, lejos de atenuarla, la han exacerbado en el último medio siglo con el uso masivo de energías fósiles que posibilita el transporte y la aglomeración litoral. Aunque no es posible un diagnóstico exhaustivo, solo se enumera uno de los más importantes: la inversión de la topología del paisaje.

Margalef (2005) denomina acelerada inversión de la topología del paisaje al proceso de urbanización creciente de la biosfera, como ocurre en el territorio valenciano a lo largo del siglo XX y especialmente desde su segunda mitad. Hasta entonces la topología del espacio humanizado se componía de aldeas y ciudades, rodeadas cada una por el espacio agrícola, dispersas sobre un espacio natural casi primigenio, y unidas por unas pocas vías de comunicación poco transitadas. Ahora extensas áreas del territorio valenciano, especialmente la franja litoral y los principales corredores viarios, se hallan muy humanizados y entrelazados por vías rápidas de comunicación muy frecuentadas por vehículos motorizados. Estamos asistiendo a una inversión de la topología de la naturaleza humanizada: las áreas urbanas se hallan más conectadas entre sí, el tejido urbano predomina más compacto y continuo, mientras solo quedan retazos aislados del sistema natural que pasan a la categoría de residuales. En este escenario dual, las transformaciones ambientales son de distinto signo y también el rol de los humanos; ambas cuestiones serán consideradas en los cuatro itinerarios de las Jornadas de campo.

Figura 1. Localización de los itinerarios. Imagen Landsat 5, TM, CC345, composición 1 junio y 26 de julio de 2001. Fuente: USGS Earth Explorer. Elaboración: M. J. López García.

4. LAS XXXI JORNADAS DE CAMPO DE GEOGRAFÍA FÍSICA: LOS ITINERARIOS

Entre el 30 de mayo y el 3 de junio de 2016, se desarrollarán en Valencia las Jornadas de Campo del Grupo de Geografía Física de la AGE, organizadas por el Área de Geografía Física de la Universitat de València. Las Jornadas pretenden continuar una fructífera experiencia de aprendizaje geográfico. Como continuación del recorrido por tierras hispánicas, hemos preparado cuatro itinerarios (Serra d’Espadà y Valle del Palància, Valle de Ayora y cañón del Júcar, fosas del Maestrat y litoral entre la Serra d’Irta y Orpesa, y la Albufera de Valencia en el espacio interdeltaico de los ríos Túria y Xúquer (Fig.1) para mostrar y debatir in situ las transformaciones ambientales y antrópicas del territorio valenciano.

Este libro-guía de campo se sustenta en investigaciones desarrolladas por los integrantes del Área de Geografía Física de Valencia. En la programación no ha sido posible incluir otros itinerarios alternativos e incluso alguno monográfico. Los autores nos sentimos continuadores del libro editado con motivo de las XXI Jornadas de campo organizadas por nuestros compañeros de la Universidad hermana de Alicante (Giménez et al., 2006). Finalmente este libro-guía es un reconocimiento a la meritoria labor del profesor V.M. Rosselló en el campo de la Geografía física y su fructífera trayectoria en la Universitat de Valéncia.

5. BIBLIOGRAFíA

Dantín, J. (1923): Geografía de la región levantina. En: Tormo, E. (Ed.), Guía Levante (Provincias valencianas y murcianas), Calpe, Madrid, LXI-CIX.

Giménez, P. et al. (2006): Geografia y Medio Ambiente, Universidad de Alicante, Alicante, 237 p.

Kates, R. et al. (1990): The Great Transformation. En: Turner II, B.L. et al. (Ed.), The Earth as Transformed by Human Action. Global and Regional Change in the Biosfere over the past 300 years, Cambridge University Press, Cambridge, 1-15.

Marfalef, R. (2005): Acelerada inversión de la topología de los sistemas epicontinentales humanizados. En: Naredo, E. y Gutiérrez, L. (Ed.), La incidencia de la especie humana sobre la faz de la tierra, Universidad de Granada, Granada, 217-222.

1Departament de Geografia, Universitat de València, [email protected].

Cambios recientes en los usos del suelo y sus implicaciones ambientales

J. A. Pascual Aguilar1 y M. J. López García1

Los usos del suelo, y su materialización en distintas cubiertas superficiales, constituyen la plasmación espacial más evidente de la acción humana sobre el territorio. El desarrollo económico y el intenso proceso urbanizador experimentado en el litoral mediterráneo desde los años 60 del siglo pasado ha dado lugar a importantes transformaciones que afectan tanto a las cabeceras de las cuencas como a llanos de inundación y espacios litorales (marjales, restingas) donde se asienta en mayor grado la población actual. Los principales cambios constatados en la Comunidad Valenciana son el abandono de los cultivos de secano tradicionales (viñedo, algarrobo, olivos…), la introducción de nuevos regadíos (fundamentalmente cítricos), y el incremento de superficie impermeabilizada por la expansión urbana, el fenómeno de segunda residencia, las zonas industriales y la ampliación de las comunicaciones. El abandono de los cultivos de secano ha conducido, especialmente en las zonas abancaladas de los piedemonte, a incrementar el fenómeno denominado “matorralización” (Uríos, 2004) ya que los campos abandonados son colonizados por las especies mediterráneas típicas del sotobosque incrementándose la superficie forestal en su estadio inicial. Los incendios forestales que repetidamente afectan a extensas superficies de bosque mediterráneo contribuyen a reducir las masas forestales densas pero incrementan, cuando se inicia un proceso de regeneración, las zonas de matorral.

Desde el ámbito de la Geografía, diversos estudios han descrito las transformaciones de nuestro territorio, siendo pioneros los trabajos de López Gómez (1957) y Rosselló y Courtot (1976) sobre espacios litorales. La disponibilidad de fotografías aéreas y el desarrollo de la teledetección y los Sistemas de Información Geográfica han dado lugar a numerosos trabajos que cartografían y cuantifican la magnitud de estos cambios tanto a escala local (Domingo y López García, 2004; Pascual Aguilar, 2006; Alemany y López García, 2015, entre otros) como regional (Pascual Aguilar, 2004). La disponibilidad reciente de la cartografía 1/25.000 del Proyecto SIOSE facilita e incrementa estos análisis (Zornoza, 2012).

1. PRINCIPALES TRANSFORMACIONES

Los cambios analizados en el entorno metropolitano de Valencia desde mediados del siglo pasado se ajustan al modelo conceptual simple de sustitución y cambio de usos representado en la Figura 1A (Pascual Aguilar, 2004): los usos en crecimiento expresan los procesos de intensificación agrícola (expansión de los cítricos que han desplazado a cultivos tradicionales tanto de secano como de regadío) y el incremento de superficies urbanas (continuas y discontinuas), zonas industriales, comerciales y nuevas vías de comunicación; los usos en retroceso representan el abandono del secano tradicional y las huertas; los usos considerados estables engloban las superficies de bosque (Fig. 1B). Aunque este modelo se identifica en otros espacios pre-litorales de la Comunidad Valenciana, como es el caso de la Vall d’Uixó (Pascual Aguilar, 2006) o la plana de Castellón (Domingo y López García, 2004), el patrón adopta matices en otras zonas. Así, la dinámica de cambios de usos en las cuencas del Barranc de Carraixet (Fig. 1C) y la Rambla de Poyo (Fig. 1D) ubicadas al norte y sur del Área Metropolitana de Valencia (AMV) respectivamente, presenta variaciones relacionadas con factores topográficos y fundamentalmente con las características rurales de los espacios de cabecera.

En los últimos años, cobran protagonismo los análisis del proceso urbanizador en los entornos metropolitanos a costa de los regadíos tradicionales, así como la expansión urbana en espacios litorales y pre-litorales (Pascual Aguilar et al. 2004 y 2005; Zornoza, 2012, entre otros) ya que constituye un proceso identificado a lo largo de la franja litoral especialmente visible y de gran impacto. Los estudios indican que la tendencia hacia la artificialización del medio lejos de detenerse se ha incrementado recientemente. Un estudio de la urbanización en el AMV a partir de imágenes Landsat (1984-2014) muestra que la tasa de crecimiento en el período 2000-2014 es superior respecto a décadas anteriores. Existe un gran desequilibrio entre la evolución demográfica y el incremento de las zonas urbanizadas ya que para un incremento de la población del 20%, se registra un aumento del 60% en la superficie artificializada (Fernández y López García, 2015), solo explicable en relación con procesos especulativos ligados a la burbuja inmobiliaria.

2. IMPLICACIONES MEDIOAMBIENTALES

Las consecuencias medioambientales derivadas de los cambios de usos y cubiertas superficiales abarcan aspectos muy diversos dependiendo de la naturaleza del cambio y de la escala (local, regional e incluso global) de análisis, y han sido atendidas por profesionales más allá de la geografía.

La expansión urbana genera impactos entre los que destacan la pérdida de terrenos agrícolas tradicionales (huerta) y de vegetación natural (marjales, restingas), la degradación de la calidad del aire y del agua, la modificación del clima urbano, y el proceso denominado “sellado antropogénico” que provoca la impermeabilización del suelo y afecta a la producción de escorrentía y al riesgo de inundación. En los últimos años, han surgido estudios que atienden al impacto (directo y/o indirecto) de las cubiertas artificiales en la degradación de los suelos y en la conectividad hidrológica entre unidades ambientales (paisajes). Se entiende que la pérdida de calidad de los suelos por sellado es causa directa de degradación ambiental y la introducción de agentes nocivos (por medio del transporte de contaminantes realizado por las aguas superficiales) en unidades paisajísticas vecinas es consecuencia indirecta de la dinámica propia de las zonas urbanas sobre las agrícolas y las naturales (Pascual et al., 2015). Estos trabajos intentan comprender la relación entre los cambios de usos del suelo y las propiedades ecológicas inherentes a algunas cubiertas del suelo por medio de la aplicación de modelos explicativos (cadenas de Markov, por ejemplo) y análisis basados en la ecología del paisaje (Peña, 2007).

La urbanización intensa de los espacios litorales, ligada al turismo y al fenómeno de segunda residencia, ha conducido a la alteración de los espacios húmedos, como se puede observar en la Figura 2, un ejemplo entre muchos, localizado en la Marjaleria de la Plana de Castellón.

Figura 1. Modelos de cambio de usos del suelo: (A) Modelo teórico de sustitución y cambio, (B) Entorno metropolitano de Valencia, cuencas del Barranc de Carraixet (C) y de la Rambla del Poyo (D).

Figura 2. Detalle de la Marjaleria de la Plana de Castellón (1956-2012) . Se observa la proliferación de una urbanización dispersa sobre los antiguos campos de cultivo.

Por otra parte, la variabilidad espacial en los cambios de usos de suelo en cuencas de drenaje (Carraixet y Poyo) provoca cambios (incremento o descenso) en la producción de escorrentía dependiendo de los sectores de la cuenca, que pueden quedar compensados para su conjunto. En la cuenca de Carraixet, en el período 1956-1998, se constató una tendencia al incremento de la producción de escorrentía (el umbral de escorrentía pasa de 74 a 68 mm) relacionado por un lado con la degradación de las zonas boscosas de la cabecera de la cuenca, y por otro con el incremento del suelo urbanizado en la parte baja (Lopéz García et al., 2007).

Finalmente, otros aspectos, también relevantes, como los cambios antrópicos en la línea de costa (Sanjaume et al., 200; Pardo, 1991) y las alteraciones provocadas por los incendios forestales no se han tratado aquí. Los incendios, si bien constituyen un fenómeno de riesgo, provocan cambios significativos en las coberturas forestales con notables implicaciones mediambientales.

3. BIBLIOGRAFíA

Alemany, M. y López García, M.J. (2015): Crecimiento urbano y transformaciones agrícolas en el área metropolitana de Valencia. El caso de Torrent (1956-2011). En: De la Riva et al. (Eds.) Análisis espacial y representación geográfica: innovación y aplicación, pp. 1911-1920.

Domingo, C. y López García, M.J. (2004): Castelló de la Plana, 1950-2000: La transformació d’un paisatge. En: Historia, clima y paisaje. Estudios geográficos en memoria del profesor Antonio López Gómez. PUV, Valencia, 457-468.

Fernández, L. y López García, M.J. (2015): Expansión urbana del Área Metropolitana de Valencia en el periodo 1984-2011 a partir de imágenes Landsat TM y ETM+. Revista de Teledetección, 44, 1-14.

López García, M.J., Camarasa, A.M. y Mateu, J. (2007): Cambios en los usos del suelo y producción de escorrentía en ramblas mediterráneas: Carraixet y Poyo (1956-1998). Boletín de la AGE, 44, 69-94.

López Gómez, A. (1957): Evolución agraria de la Plana de Castellón. Estudios Geográficos, 67-68, 309-360.

Pardo, J. (1991): La erosión antrópica en el litoral valenciano, Consellería de Obras Públicas, Urbanismo y Transporte, Valencia, 240 p.

Pascual Aguilar, J.A. (2004): Dinámica reciente de usos del suelo en el continuo metropolitano de Valencia (1956-1998). Cuadernos de Geografia, 76, 183-202.

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1Departament de Geografia, Universitat, [email protected], [email protected]

Calentamiento reciente en el Golfo de Valencia. Hacia un adelanto de la estación estival

M. J. López García1

Existe un razonable acuerdo en la comunidad científica acerca del calentamiento del planeta durante el siglo XX, especialmente en las tres últimas décadas. Los informes del IPCC (2007) señalan tasas de incremento en las temperaturas terrestres del hemisferio norte que oscilan entre 0.072 y 0.089°C/década para el período 1901-2005. Aunque no es fácil establecer si este incremento es consecuencia de la variabilidad natural o evidencia el cambio climático, numerosos estudios confirman el calentamiento global, si bien se apuntan diferentes tasas de incremento dependiendo de la escala espacial (global, regional o local), del ámbito regional y del período de tiempo considerados. En las proyecciones sobre cambio climático, el Mediterráneo es considerado un espacio especialmente vulnerable (hot spot) (Giorgi, 2006) debido a (i) su situación de transición entre latitudes medias y zonas subtropicales, (ii) la particularidad de un mar semi-cerrado, importante fuente de humedad y reserva de calor, y (iii) la intensa ocupación humana en sus márgenes incrementada en épocas recientes por la intensificación de la urbanización litoral. Por su posición geográfica y sus características hidrológicas, el Mar Balear y Golfo de Valencia representan un espacio de transición entre la cuenca septentrional, ocupada por masas de agua atlántica modificada (más antiguas y frías), y la cuenca argelina, donde residen las masas de agua atlántica más cálidas que entran en el Mediterráneo a través del estrecho de Gibraltar (López García, 1991; López García et al., 1994; Millot, 1999).

En España, son numerosos los estudios publicados en los últimos años que confirman el incremento de la temperatura terrestre observado especialmente a partir de los años 70s. Algunos de estos trabajos analizan la variabilidad mensual y estacional de las tendencias, si bien no son fáciles las conclusiones puesto que dependen del período analizado y de los escenarios regionales. Así, en Castilla-León y para el periodo 1945-96, Morales et al. (2005) obtuvieron tendencias positivas significativas solamente en invierno, pero cuando analizaron una serie más corta y reciente (1972-1995) mostraron un claro incremento en primavera (0.058°C/año) y verano (0.057°C/año). Brunet et al. (2007), para el conjunto del territorio español y el período 1850-2005, señalaron una tasa positiva global de 0.1°C/década indicando que las estaciones de otoño e invierno eran las que más contribuían a este calentamiento. No obstante, una lectura detallada de su trabajo muestra que en las décadas más recientes (1973-2005) las mayores tasas se obtienen en primavera (0.77°C/década) y en verano (0.67°C/década). Del Río et al. (2011), utilizando datos de 473 estaciones repartidas por toda España para 1961-2006, obtienen tasas de 0.1-0.2°C/década y concluyen que primavera y verano son las estaciones que contribuyen en mayor grado a este incremento. También El Kenawy et al