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Érase un verso reúne veinticuatro poemas que revisitan los cuentos de hadas tradicionales. Entre los poetas de este volumen están Sylvia Plath, Neil Gaiman o Leonard Cohen. «Los chicos no quieren ser príncipes. Los chicos quieren ser pastores que matan dragones, igual alguien te regala medio reino y una princesa, pero es solo lo que pasa por ser un joven pastor y matar a un dragón. O un gigante. Y ni siquiera tienes que ser un pastor. Basta con no ser príncipe. En los cuentos, incluso los príncipes no quieren ser príncipes, disfrazándose como mendigos o pastores, abandonando su reino por otro, ser príncipe solo es útil una vez muerto el ogro, cumplidos los retos, y el rey reacio, el padre de ella, debe ser convencido. Los chicos no sueñan con princesas que vendrán a por ellos». Neil Gaiman En Érase un verso revisitamos los cuentos de hadas clásicos de la mano de algunos de los mejores poetas de los siglos XX y XXI. Cuentos como La cenicienta, Caperucita Roja y Rapunzel. Para la presente edición, hemos seleccionado a ilustradores e ilustradoras que han trabajado con Nórdica en estos quince años de andadura para que dialoguen gráficamente con los poemas en un volumen maravilloso que es también un ejemplo del concepto de libro ilustrado que tenemos en la editorial. Entre otros ilustradores e ilustradoras, encontrarás a Ester García, Iban Barrenetxea, Fernando Vicente, Noemí Villanueva o Carmen Bueno.
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Veröffentlichungsjahr: 2021
VV. AA.
ÉRASE UN VERSO
(poemas de hadas revisitados)
Neil Gaiman • Iban Barrenetxea Theodora Goss • Fernando Vicente Sally Rosen Kindred • Ignasi Blanch Sylvia Plath • Sara Morante Veronica Schanoes • Javier Zabala Ron Koertege • Agustín Comotto Leonard Cohen • Emilio Urberuaga Anne Sexton • Ana Juan Carol Ann Duffy• Noemí Villamuza Lisel Mueller • MO Gutiérrez Nancy Springer • Carmen Bueno Jeanne Marie Beaumont • Alberto Gamón Terri Windling • Antonio Santos Delia Sherman • David de las Heras Ron Koertege • Ana Pez Denise Duhamel • Albert Asensio Francesca Lia Block • Elisa Arguilé Gregory Maguire • Eva Vázquez Anne Sexton • Javier Olivares Carol Ann Duffy • Ester García Lawrence Schimel • Elena Ferrándiz Matt Bell • Antonia Santolaya Galway Kinnell • Elia Mervi Gail White • Adolfo Serra
Selección y traducción
Lawrence Schimel
Edición bilingüe
Érase una vez...
Tres palabras que evocan magia y asombro.
Tres palabras que nos hacen prestar atención y escuchar lo que las sigue.
No nos cansamos de escuchar los cuentos de hadas, una y otra vez.
Y hay un placer particular en escuchar, o leer, versiones nuevas de esas historias ya tan conocidas. Se convierte en una especie de juego para el oyente, el lector, intentar reconocer todos los lugares donde la versión nueva toma un giro inesperado de lo familiar y tradicional.
Los escritores tampoco nos cansamos de volver a escribir los cuentos de hadas, una y otra vez. Contienen arquetipos poderosos, de nuestras infancias, aunque perduran con nosotros toda la vida. Lo que no es de sorprender cuando nos damos cuenta de que originalmente los cuentos de hadas no eran para los niños, sino para los adultos. El término nos viene de la escritora francesa Madame d’Aulnoy, que contó sus historias en los salones de la nobleza. Es solo en el último siglo y en gran parte debido a las versiones simplificadas en dibujos animados de Disney, que los cuentos de hadas han sido destripados de elementos sexuales y violentos para relegarlos a las guarderías.
Para muchos escritores son un terreno muy fértil, para explorar de nuevo con ojos (e intereses) de mayor.
Hay muchas metáforas para la traducción, pero otra más podría ser comparar una traducción a escribir una versión nueva de un cuento de hadas. Mi traducción de un soneto sería muy distinta de la de cualquier otro traductor, pero podremos reconocer la historia común detrás de todas las versiones.
Poder ofrecer esta selección de poemas originalmente escritos en inglés y traducirlos al castellano ha sido otra manera de crear versiones de cuentos de hadas, buceando entre las tradiciones en cada idioma, transformando «Once upon a time» en «Érase una vez» como un hechizo que convierte a un príncipe en rana (un conjuro deshecho con un beso)...
Este libro no pretende ser una enciclopedia de todos los poemas escritos en inglés sobre cuentos de hadas, sino ofrecer una selección, tanto de poetas consagrados como voces más nuevas explorando este terreno. Tampoco es un tomo solo de versiones del mismo cuento; pretende ofrecer un surtido de cuentos revisitados.
Pero este volumen no es solo texto, sino que también cuenta con la participación de veinticuatro artistas españoles, que han hecho sus propias visiones, tanto de los poemas como de los cuentos de hadas, cada uno con su estilo personal.
Espero que volváis a revisitarlos, una y otra vez…
LAWRENCE SCHIMEL
Neil Gaiman Iban Barrenetxea
Theodora Goss Fernando Vicente
Sally Rosen Kindred Ignasi Blanch
Sylvia Plath Sara Morante
Veronica Schanoes Javier Zabala
Ron Koertege Agustín Comotto
Leonard Cohen Emilio Urberuaga
Anne Sexton Ana Juan
Carol Ann Duffy Noemí Villamuza
Lisel Mueller MO Gutiérrez
Nancy Springer Carmen Bueno
Jeanne Marie Beaumont Alberto Gamón
Terri Windling Antonio Santos
Delia Sherman David de las Heras
Ron Koertege Ana Pez
Denise Duhamel Albert Asensio
Francesca Lia Block Elisa Arguilé
Gregory Maguire Eva Vázquez
Anne Sexton Javier Olivares
Carol Ann Duffy Ester García
Lawrence Schimel Elena Ferrándiz
Matt Bell Antonia Santolaya
Galway Kinnell Elia Mervi
Gail White Adolfo Serra
LOS CHICOS Y LAS CHICAS JUNTOS
Neil Gaiman Iban Barrenetxea
Los chicos no quieren ser príncipes.
Los chicos quieren ser pastores que matan dragones,
igual alguien te regala medio reino y una princesa,
pero es solo lo que pasa por ser un joven pastor
y matar a un dragón. O a un gigante. Y ni siquiera
tienes que ser un pastor. Basta con no ser príncipe.
En los cuentos, incluso los príncipes no quieren ser príncipes,
disfrazándose como mendigos o pastores,
abandonando su reino por otro,
ser príncipe solo es útil una vez muerto el ogro, cumplidos los retos,
y el rey reacio, el padre de ella, debe ser convencido.
Los chicos no sueñan con princesas que vendrán a por ellos.
Los chicos preferirían no ser príncipes,
y muchos chicos besarán con ganas a las chicas del pueblo,
allá en los pastos de las ovejas, alguna noche,
antes que a la princesa, si no viniera como parte del paquete.
Las princesas a veces se disfrazan también,
para eludir a reyes importunos, hacerse feas,
hollín y cenizas y cuidadoras de asnos,
con solo los fantasmas de sus madres para ayudarlas.
Y luego se desdisfrazan, en el momento oportuno,
y destellan y brillan en todo su esplendor. Siendo princesas.
Las chicas son princesas en secreto.
Ninguno sabe que un día, cuando les llegue su turno,
los chicos y las chicas se verán convertidos en malos reyes
o madrinas malvadas,
leñadores envejecidos, pastores viejos, viejas locas y sabias,
de pie en la penumbra y mirando con ojos astutos:
la chica, esperando con paciencia a su príncipe.
El chico, perdido por la noche, allá en el páramo.
LO QUE DIJO SU MADRE
Theodora Goss Fernando Vicente
Vete, mi niña, por el bosque
a la casa de tu abuela, en una pradera
donde crecen las amapolas con sus bocas rojas.
En esta cesta hay un huevo puesto
hace tres días,
los tres días que nuestro Señor durmió,
sin manchas, de una gallina blanca.
En esta cesta hay también una madeja
de lana, sin teñir,
sin hilar. Y un panal que las abejas
con industria llenaron
de los tréboles en el pastizal más lejano,
sin cegar desde que el sol
lo desheló en primavera.
Si lo puedes llevar sin romper
nada, te daré
este anillo.
Espera, hija, y te daré esta capucha
para ponerte, para que las criaturas del bosque cuyos ojos
parpadean desde la maleza sepan
que mi amor te proteje. Las bestias
acechando debajo de los árboles,
comadrejas, armiños y zorros, y peores
que esos.
E, hija, debes ser sabia
en el bosque.
Cuando te encuentre el lobo, recuerda:
sé cortés, pero evasiva. No responder
es mejor que una respuesta tonta.
Si te has desviado del camino, recuerda
que también me desvié yo. No es de gran importancia,
siempre que prestes atención a las señales:
dónde crece el musgo en la corteza, dónde el petirrojo
construye su nido. El sol
navegando hacia el oeste.
Pero no te pares a recoger
las flores del espino, ni siquiera
las bayas rojas que tanto parecen
cuentas de coral. Son venenosas.
Y no te pares a escuchar
los juncos.
Es importante que él no llegue allí antes,
a la casa de tu abuela.
Y cuando tu abuela te sirva,
con un cuchillo de plata, en un plato
como una luna de porcelana, sopa de lobo,
acuérdate de bendecir la mesa
antes de comer.
Y que sepas que estoy contenta
contigo, mi hija.
Pero recuerda, volviendo por el bosque,
calentita contra la noche con una capa
de piel de lobo:
el cazador es también un lobo.
DIJO RAPUNZEL AL LOBO
Sally Rosen Kindred Ignasi Blanch
1.
Deberías haber sido parte de mi historia.
Habría sido una de las doce hijas.
Mi historia tiene hermanas. Esas hermanas tenían pelo
del color de lunas. Sus camas rodeaban la mía
las noches en una habitación de piedra
que anclaba nuestro sueño. En tierra firme,
hierro como tus ojos. No nos hacía falta
ninguna escalera: podíamos tumbarnos
y quedarnos acostadas. Podíamos ascender
en canción, mundos compartidos que se enrollaban
contra nuestra piel.
Pero la habitación tenía una puerta
y siempre hay una bruja esperando allí.
Es Madre:
una cosa que mi boca no puede cambiar.