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Samuel ya no es el mismo desde aquel fatídico incidente. Convertido en un lobo incontrolable, lucha contra su propia naturaleza sin hallar una salida. Cada transformación es un caos, cada noche una amenaza. Allegra, por su parte, no entiende por qué el dulce y valiente policía que conoció la rehuye ahora como si fuera una extraña. El miedo a sí mismo lo consume, y ella solo quiere encontrar una forma de traerlo de vuelta. Mientras tanto, Tasha está harta de la sobreprotección de Andrew. Siempre ha sido fuerte, capaz, pero él parece no entender que necesita espacio para ser ella misma. La decisión está tomada: si no confía en ella, su camino juntos podría llegar a su fin. Y como si las cosas no fueran ya lo suficientemente complicadas, los Córmacs vuelven al ataque. Lo que parecía un respiro en la guerra entre clanes se convierte en un nuevo enfrentamiento con enemigos conocidos y otros que apenas empiezan a revelar su verdadero poder. Pero no todo es oscuridad. En medio del caos, una noticia inesperada llena de luz el destino de uno de los protagonistas: una nueva vida está en camino. Entre luchas sangrientas, alianzas frágiles y pasiones que desafían la lógica, esta novela de fantasía urbana y romance nos lleva a través de un torbellino de emociones. Relaciones que se afianzan, amores que parecen imposibles y una acción trepidante que no da respiro. ¿Podrán enfrentarse a sus propios demonios y sobrevivir a los peligros que acechan?
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Seitenzahl: 186
Veröffentlichungsjahr: 2025
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Fiera y Dulce
Fiera y Dulce
WolfHunters 2
Anne Aband
© 2020, Anne Aband
Segunda edición 2025
Depósito legal:
Correcciones: Sonia Martínez
Diseño de cubierta: Yolanda Pallás
Impresión independiente
www.anneaband.com
Reservados todos los derechos. No se permite la reproducción total o parcial de esta obra, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio (electrónico, mecánico, fotocopia, grabación u otros) sin autorización previa y por escrito de los titulares del copyright. La infracción de dichos derechos puede constituir un delito contra la propiedad intelectual.
La fantasía no tendrá fin
Mientras en algún lugar del mundo
Haya gente con imaginación, con sueños y con nuevos proyectos
Walt Disney
Capítulo 111
Capítulo 217
Capítulo 323
Capítulo 429
Capítulo 535
Capítulo 641
Capítulo 747
Capítulo 853
Capítulo 959
Capítulo 1067
Capítulo 1173
Capítulo 1277
Capítulo 1385
Capítulo 1491
Capítulo 1595
Capítulo 1699
Capítulo 17105
Capítulo 18111
Capítulo 19117
Capítulo 20121
Capítulo 21125
Capítulo 22133
Capítulo 23141
Capítulo 24151
Capítulo 25155
Notas finales159
Sobre la autora161
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El gruñido del animal era espantoso, pero a pesar de ello, el hombre aguantó fuerte para que la vieja puerta no se abriera. Sabía que las primeras veces, al cambiar en WolfHunters, los lobos no eran totalmente responsables de sus actos.
Tyron contaba con ello. Y contaba con que, en un momento dado podría tener que transformarse y por eso se había quedado en calzoncillos. La pérdida sería menor y su esposa, Anika, no lo llevaría tan mal si él volvía desnudo a casa.
Había acompañado al desafortunado policía a una casa que tenía a las afueras, al parecer de algún pariente ya fallecido, con una bodega bastante apropiada, pero que tendrían que reforzar sin duda.
Pobre Samuel, el convertirse en lobo había sido una sorpresa, para él también, se dijo. Y constantemente intentaba convencerle de que fueran a consultar a Cédric, pero él se negaba. Tampoco es que fuera algo obligatorio, no tenía que rendir pleitesía al jefe de la manada de la ciudad… a menos de que se decidiera a salir como lobo por las calles.
A veces llegaban otros lobos de visita, pero siempre avisaban a los cazadores que vivían en la ciudad. Por si acaso.
Pero Samuel no quería decírselo a nadie. Todavía no lo había asumido y, por suerte, no había asesinado a nadie. Los lobos no tenían sed de sangre como los vampiros a los que llamaban Córmacs, pero un accidente podría sucederle a cualquiera.
Sujetó fuerte la puerta mientras el lobo golpeaba para salir. Samuel había insistido en que no lo dejase. No era consciente de sus actos. Se asustó cuando se transformó por primera vez, pero más cuando se despertó en el puente de Golden City, desnudo y con sangre en el suelo. Horrorizado, miró a su alrededor y vio que algunas ratas estaban despedazadas por el lugar. Vomitó durante largo rato y tuvo suerte, pues un vagabundo le prestó un raído y oloroso abrigo, por lo que no tuvo que volver desnudo a su casa.
Al día siguiente le dio un fajo de billetes al hombre, que ni siquiera lo reconoció con su elegante traje de inspector.
Por eso, no quería salir de casa convertido en lobo. Cuando fue a buscarlo a su casa, le pidió discrección. Si Tyron se caracterizaba por algo, aparte de las bromas a su hermano, era por ser fiel y leal a sus amigos. Desde que lo vio actuar, Samuel no era un hermano, aunque sí un amigo.
Los golpes se sucedieron durante un buen rato, hasta que al final cesaron. Tyron se asomó por una rendija y aún vio los ojos fieros del lobo. Suspiró. Otra vez tendría que mentir a Anika y decirle que estaba de patrulla. El policía no quería saber nada de lo suyo, pero, al menos, había aceptado ser tratado por la doctora Graham, que también estaba en el ajo. Le suministró los esteroides necesarios para controlar al lobo y ya llevaba una semana tomándolos. Pero hoy, un mensaje alarmado hizo que el gemelo de Andrew saliera pitando de casa. Justo a tiempo.
Había visto a Sam desnudo unos instantes antes de transformarse y, desde luego, se estaba convirtiendo en un enorme guerrero. Ya era alto y fuerte, pero ahora los músculos se definían en su pecho, en brazos y piernas, y sus abdominales no serían muy diferentes a los de Tyron en poco tiempo. Además, con su piel color tostado, estaba convirtiéndose en un tipo muy atractivo. Tyron tenía ojos en la cara y lo veía. También le había aconsejado que buscase sexo, y que seguramente no tendría problemas en encontrarlo. Pero la moralidad del policía era muy alta y comprendió desde el primer momento que no era un tipo que iba de flor en flor.
Suspiró desanimado. Él tenía sexo a diario con Anika, siempre que podían ambos y eso le ayudaba a controlar mucho sus hormonas. Incluso la doctora le había bajado algo la dosis del preparado. Estaba haciendo de conejillo de indias para ella, pues casi ningún WolfHunter se había emparejado con humanas.
Un fuerte golpe se escuchó y Tyron abrió la puerta. Samuel estaba sentado en el suelo, ligeramente mareado.
—¿Qué tal, hombre? —dijo el cazador—. ¿Mejor que la última vez?
—No —dijo él vomitando en un lado—. ¿Cuándo crees que estaré bien?
—Lo tuyo es diferente, todos los cazadores nacimos así, y nos convertimos en la adolescencia —Alargó su mano para ayudarle a levantarse—. Por eso creo que deberías decírselo a Cédric. Tal vez haya algún caso de adulto que se ha convertido. Y también podríamos saber por qué.
—Yo sé por qué. Allegra me contagió con su sangre —contestó Samuel enfurecido.
—No seas desagradecido, te estabas muriendo. Ella te salvó.
—¿Me salvó o me condenó? Yo no pedí esto.
Samuel se vistió enfadado y Tyron hizo lo mismo. Si no salía de ese bucle de resentimiento y autocompasión, poco podrían hacer.
—¿Te has tomado el preparado de la doctora? —Miró a Samuel que asintió.
—No me ha hecho efecto. Se supone que no debería transformarme.
—¿Te fuiste con alguna mujer o con algún hombre, me da lo mismo? Ya sabes que eso descarga el sobrante hormonal…
—Sí, ya sé, ya sé —cortó el policía—. Pero he tenido mucho trabajo. Tenemos una banda de atracadores que están destrozando los comercios y atacando a los dueños con gran crueldad. No solo existen los Córmacs.
—Bueno, si necesitas algo que yo pueda hacer…
—Ya estás haciendo demasiado y siento ser tan borde, pero me cuesta asumir que ya no tendre una vida normal.
—No, ahora serás más guapo, como yo —dijo él intentando quitarle hierro. Consiguió que Samuel sonriera.
—Es cierto que me han preguntado si voy al gimnasio… mis compañeros alucinan con el cambio.
Samuel se encogió de hombros. Al menos estaba más tranquilo, después de la transformación.
—Hoy sí he notado que no me iba del todo, seguía siendo consciente, por algunos momentos.
—¡Eso es bueno! —contestó su compañero dándole una palmada en los hombros. Si lo hubiera hecho hace unas semanas, lo hubiera tirado al suelo.
—No te habré causado problemas con Anika, ¿verdad? —preguntó Samuel mientras se ponía la cazadora.
—No, tranquilo. Ella sabe mis horarios. ¿Has visto a Tasha últimamente?
El policía negó con la cabeza. No se atrevía a pasarse a verla, porque ella quizá descubriera su secreto.
—Ella y mi hermano han dejado de verse. No sé qué ha pasado, porque Andrew no me dice nada. Solo está insoportable. Viene a ver a Anika y, aparte de las ojeras, está bien. Tampoco mi chica me dice nada. Dice que no me interesa.
—Ella es así —sonrió Samuel—. ¿Qué tal le va su negocio de catering?
—Va despacito, pero la cafetería está muy animada. Dice que vienen muchas mujeres a ver si me ven, pero yo estoy seguro que es por sus pasteles caseros y la variedad de tés que tiene. Estamos pensando en destinar una de las paredes para que vengan pintores o fotógrafos a exponer. Eso atraerá a más público y si hacemos inauguraciones, quizá salga alguna celebración.
—Muy buena idea. Me pasaré a veros y quizá hable con Tasha. ¿Qué pasará si ella se entera de que me convierto en lobo? —dijo el hombre apesadumbrado.
—Bueno, no tenía ningún problema con mi hermano. Pero, Sam, ¿ella te interesa? Quiero decir, como algo más que amiga —contestó preocupado—. Mi hermano sigue loco por ella…
—No, tranquilo. Hace tiempo que sé que ese tren ya pasó. Pero la aprecio mucho, es una buena amiga.
—Vale, me alegro. No quisiera tener que amenazarte —dijo él bromeando.
—Quizá ahora no pudieras conmigo —presumió el policía dándole un puñetazo amistoso. En verdad apreciaba lo que el hombre estaba haciendo por él, a espaldas de los suyos.
—Nos vemos, Sam.
—Gracias, Tyron. Por todo.
El cazador asintió y se subió en la moto. El inspector subió al coche, más aliviado en todos los sentidos. Sus hormonas volvían a su estado normal, había conseguido no perder la conciencia todo el tiempo y se había convencido de que ver a Tasha no sería tan malo. Estaba deseando hacerlo, porque la echaba de menos. Siempre la había considerado una amiga, aunque durante un tiempo pensó que podrían ser algo más, pero en ese aspecto no congeniaban. No sintieron nada cuando se besaron y, sin embargo, cuando hablaban de sus cosas, lo disfrutaban. Prefería tener una gran amiga que una fallida amante.
Anika estaba muy nerviosa. Ya se le habían caído dos cupcakes y los había tirado a la basura, frustrada. Susi, la chica que trabajaba con ella, había huído, la cobarde. No entraba en la cocina viendo a su jefa maldecir en voz alta. Estaba esperando a su hermana, deseosa de hablarle de un asunto importante.
Al rato, cuando ya había conseguido adornar los pastelitos con frosting de crema de queso, entró Tasha en la cocina.
—Hermana… —gritó Anika dándole un abrazo. Sin poder evitarlo, se echó a llorar.
—Pero ¿qué te pasa? ¿estás bien? —Tasha la miró preocupada. Su hermana no era de llorar precisamente.
Se sentaron en dos sillas abrazadas hasta que la hermana joven se calmó.
—¿Qué ocurre, cariño? ¿Es Tyron? ¿Ha pasado algo?
—No, no es eso —dijo ella hipando todavía—. Es que… Tasha, estoy embarazada.
Su hermana la miró con los ojos muy abiertos sin saber qué decirle.
—¿Pero eso es posible? Quiero decir, somos diferentes…
—Una vez lo hablamos y me dijo que era muy raro que una mujer humana normal se quedase embarazada, pero que si quería, podríamos intentarlo más adelante —suspirió ella—. Tasha, solo llevamos unos meses casados. Ni siquiera lo habíamos decidido.
—Tranquila, Anika. ¿Se lo has dicho? —Ella negó—. Pues deberás hacerlo y que la doctora Graham te visite. Seguro que ella tiene más experiencia y te podrá cuidar mejor. ¿Tú te encuentras bien?
—Sí, estoy muy bien. Algo mareada, y nerviosa, pero bien. Ahora va a venir Tyron, ¿podrías, por favor, quedarte para decírselo?
—No sé, cariño, es algo vuestro… ¿qué pinto yo aquí?
—Por favor, Tasha. Te necesito.
—Está bien. Anda, vamos a tomarnos una tila con uno de esos maravillosos pastelitos.
—Voy a traerte uno de chocolate, fresa y menta, se me ocurrió esta noche, verás qué bueno.
Las chicas tomaron el pedazo de pastel deleitándose con su delicado sabor. Se acercaba la hora en la que solía venir Tyron y su esposa cada vez estaba más nerviosa.
—¿Qué crees que pensará? —dijo ella. Tomó un poco de tila para calmarse.
—No sé, sois muy jóvenes y recién casados. Puede que sea algo sorprendente. Ten paciencia —Tasha suspiró y acarició la mejilla de su hermana—. Parece mentira, mi hermanita pequeña, embarazada. Creo que es una maravillosa noticia, pero esperaremos a ver qué dice la doctora.
—Lo sé, no quiero ilusionarme hasta que sepa que todo irá bien —Anika miró a su hermana—. ¿Sabes algo de Andrew?
—No. Sé que yo no lo he llamado, pero él tampoco a mí. Tal vez me equivoqué, pensando que era el amor de mi vida, que no podría vivir sin él. Pero ya ves que no es así.
—¿Qué os pasó?
—No sé, fueron malentendidos, él quería protegerme demasiado, que viviera allí, acabó agobiándome.
—Ya sabes que son muy protectores, y después de todo lo que te pasó, quizá sea normal.
—Yo quiero vivir una vida normal, Anika. Lo siento, pero no puedo tolerar ciertas cosas. Vi la muerte muy de cerca cuando me raptó Kevin, y este mundo no acaba de gustarme. No sé cómo lo soportas.
—Tasha, mi vida es casi normal, solo Tyron sale y entra a distintas horas. Por lo demás, somos una pareja como cualquier otra.
—No sé…
—Hola, mi bollito, ¿dónde estás? —Tyron entró en la cocina, cogió a su esposa y le dio un buen repaso.
Como siempre, iba sin chaqueta y sus músculos salían de la camiseta como niños descarriados. Le recordaba tanto a Andrew que su corazón dio un vuelco.
Después de darle un beso de tornillo, se separó y vio a Tasha. Estaba claro que solo tenía ojos para su esposa.
—¿Qué tal, cuñada? ¿Todo bien?
—Sí, cuñado. Todo bien. Voy a por un pastelito.
—Tasha, no te vayas —dijo Anika. Tyron levantó una ceja. Estaba deseando llevarse a su esposa arriba para un revolcón antes de cenar.
—Ahora vuelvo.
—Siéntate, Tyron, quiero que pruebes un nuevo pastel.
—Claro, cielo, lo que tú quieras —dijo él. Ya habría tiempo para el amor más tarde.
Tasha se sentó con ellos, aunque se sentía incómoda, pero no quería dejar a su hermana sola. Dejó el pastelito delante del hombre y él le dio un buen bocado. Aunque las miraba de reojo. Algo pasaba.
—Está delicioso, como todo lo que tú haces.
—¡Estoy embarazada! —soltó de sopetón. Tyron se atragantó con el pastel y comenzó a toser.
—Pero qué bruta eres, hija —dijo Tasha—. ¿No se lo ibas a decir poco a poco?
Tyron dejó de toser y miró a su esposa, luego a Tasha y luego otra vez a su esposa. Ella asintió con la cabeza, con una tímida sonrisa. Estaba a la expectativa de su reacción, frotándose las manos.
—¿Has dicho que estás embarazada? ¿Lo has comprobado? —preguntó él. De repente la boca se le había secado.
—Dos test de farmacia y un análisis de sangre. Cien por cien.
—Joder… —Tyron se lanzó a por su esposa y la empezó a cubrir de besos. Era la reacción que esperaban y Tasha los dejó solos, contenta de ver que el hombre era feliz por el embarazo.
Al menos, la noticia le había sentado bien y lo demás que tenía que venir, ya lo irían arreglando por el camino.
Salió a la calle, donde la suave brisa de la primavera le hizo pensar que quizá se había equivocado. ¿Podría ella ser tan feliz con Andrew? Él era mucho más posesivo que Tyron, desde luego, excesivamente protector. Pero quizá podrían haber llegado a un acuerdo. Él la amaba, y ella también estaba enamorada de él. De eso estaba segura, en el fondo. Tal vez debería hablar con él y poner unas normas. Pero tampoco él la había llamado, de todas maneras. Le estaba dejando tanto espacio, que ya no estaba segura de su relación.
Además, Tyron nunca le decía nada y estaba segura de que tampoco le contaría nada de ella. O eso creía.
Mientras tanto, su papel en el periódico había aumentado. Ahora era la redactora jefe y llevaba a su cargo a varios empleados. Habían conseguido remontar en ventas y su jefe estaba contentísimo. Desde luego, en su faceta profesional no podía pedir más, pero en cuanto a relaciones, ¡era un desastre!
Hablaba alguna vez con Samuel por teléfono, pero tampoco quedaban. Después de haber estado a punto de morir, estuvieron viéndose unos días, pero de repente, dijo que no podía verla, que era mejor que durante una temporada estuvieran lejos, porque le recordaba lo mal que lo había pasado.
Así que, sin amigos y con su hermana super ocupada, se dedicaba a trabajar. Sus padres habían decidido marcharse a vivir a la costa, aunque volvían de vez en cuando a verlas. Nunca, desde que tenía uso de razón, se había sentido tan sola.
Esperaba que, al menos, Anika tuviera suerte y el hijo que esperaban naciera sano y ella estuviera bien. Tener un sobrino o una sobrina le alegraría sus tristes días.
Cruzó la calle y se fue hacia su casa. Luego llamaría a su hermana. Compró en un mexicano algo de comida y entró en el portal. Últimamente ni tenía ganas de cocinar.
Dos ojos no la perdieron de vista hasta que la luz de la cocina se encendió. La vio bien, como siempre. ¿Se atrevería a hablarle alguna vez? Le estaba dejando espacio, pero ya llevaban varios meses sin hablarse. ¿Se habría olvidado de él?
Andrew se perdió entre las sombras y acudió al punto de encuentro con Hugh, con quien le tocaba patrullar esa noche, aunque últimamente apenas había casos de desapariciones. Tal vez debería marcharse lejos.
Ya amanecía cuando Andrew llegó al complejo, después de una aburrida noche con Hugh. Además, el grandullón no era un tipo hablador, y él, desde luego, tampoco tenía ganas de ello.
Dejaron las armas en su sitio y Andrew se dio una ducha en el vestuario. No tenía ganas de ducharse en su habitación y, de todas formas, abajo tenía una taquilla con ropa. Se puso unos pantalones sueltos y una camiseta sin mangas, de forma que sus abultados músculos sobresalían de ella. Qué más le daba. Pensó en ir un rato al gimnasio, pero tampoco tenía ganas.
Estaba sirviéndose un café en la cocina cuando entró su hermano. Estaba muy alterado y, en cuanto lo vio, le dio un abrazo.
—Hola, ¿qué te pasa? Ayer nos vimos. ¿Tanto me echas de menos? —bromeó dándole una palmada en la espalda.
—Esto que te voy a decir es muy serio. Casi no he dormido esta noche. Le dije a Anika que primero hablaría con todos vosotros y luego ella vendría.
—Pero ¿qué ocurre, hermano?
—Dame un café de esos tuyos y te lo cuento.
Hugh entró y saludó a Tyron chocando los cinco y se fue para su habitación a descansar. Los dos hermanos se quedaron tomando café.
—Tengo una noticia bomba —dijo enseguida Tyron—. No ha sido algo pensado, y, hermano, no sé cómo decírtelo. Y peor, cómo decírselo a Cédric.
—Pero suéltalo ya, que me estás poniendo nervioso —dijo él dándole una palmada en el hombro.
—¡Estamos embarazados! —dijo él levantando los brazos.
—Mmm, ¿qué? Explícate.
—Anika está embarazada. Con análisis. ¿No es genial?
—¿Pero cómo es posible? —Miles de posibilidades pasaron por su mente, en las que estaban incluidas una relación con Tasha.
—No lo sé, pero ha sido. Es un milagro —dijo Tyron emocionado.
—No quiero ser agorero, pero es posible que no sea viable…
—Voy a hablar con Cédric. Este niño va a nacer —Tyron se levantó de la mesa.
Andrew se puso de pie y abrazó a su hermano, mientras él le devolvía el abrazo todavía agitado.
—Vamos a ver al jefe, a ver si lo pillamos de buenas.
Se dirigieron hacia el despacho, cruzándose con Allegra y Diana, que los saludaron afectuosamente. Ellas también iban a desayunar y a entrenar un poco.
Andrew llamó a la puerta de Cédric, que ya estaba tomando un café en su despacho, rodeado de papeles.
—Me alegro de veros, hermanos. Quería comentaros algo…
—Espera, Cédric, antes querría decirte una cosa —dijo Tyron serio. Su jefe les invitó a sentarse y esperó paciente. El hombre había cambiado mucho desde su boda. Ya no era tan gamberro, tan bromista.
—Mira, jefe, ha pasado algo y ha sido inesperado, vamos, que no lo hemos planeado.
—Venga, suéltalo —animó su hermano.
—Anika está embarazada.
—¿Embarazada? —repitió Cédric—. ¿Cómo es posible?
—No lo sabemos, quizá la doctora pueda ayudarnos.
—Sí, es mejor que la examine y veamos, antes de sacar conclusiones. De todas formas, me alegro mucho, Tyron. Es una buena noticia, solo hay que ser prudentes.
—Lo entiendo. ¿Puedo llamar a mi esposa para que venga y la vea Graham?
—Claro, cuanto antes, mejor.
Tyron salió del despacho para hacer una llamada y esperar a la mujer que estaba cerca con el coche, esperando.
Cédric miró a Andrew.
—¿Qué opinas?
—No lo sé, Cédric, está muy ilusionado, y solo espero que todo vaya bien.
—Veamos.
Anika entró en el complejo y Andrew le dio un abrazo. Ella estaba temblando de miedo. Cédric ya había bajado al consultorio médico para hablar con la doctora y preparar el ecógrafo que tenían.
Los tres bajaron casi de la mano. Andrew se sentía muy protector con ambos, y solo deseaba que todo saliera bien.
La doctora había preparado una camilla y la joven se echó. Levantó el fino jersey y le puso el líquido haciendo que ella se estremeciera.
—Tranquila, cariño —dijo Tyron, aunque él estaba tan nervioso como ella.
—Este es un ecógrafo muy potente. Aunque estés embarazada de poco tiempo, escucharemos el latido.
Anika asintió y espero que la mujer le pusiera el aparato. Lo movió hasta encontrar el punto que buscaba. Ella retrocedió y volvió a avanzar, hasta que un solitario latido se escuchó, sobresaltándolos a todos. Después, se escuchó un eco. La doctora siguió revisando el vientre de la chica y finalmente apagó el aparato. Se volvió preocupada hacia todos que la miraban agobiados.
—Bueno, chicos, parece que todo está bien…
—¿Pero?
—Pero tengo que hacer más pruebas y deberemos hacer análisis y demás —hizo una pausa—, y bueno, hay otra cosa más. He detectado dos corazones y hay dos bolsas amnióticas.
—¿Dos? ¿Dos? —dijo nervioso Tyron.
—Sí, dos bebés.
Andrew sujetó a su hermano que parecía mareado. De repente estaba pálido.
—Cariño —dijo Anika—. ¿Estás bien?
Tyron asintió. Ella se incorporó y ambos se fundieron en un gran abrazo. Todos salieron de la sala, dejando que ellos asimilasen la idea.
—Ey, doc —preguntó Andrew a solas—. ¿Hay posibilidades de que salgan adelante los bebés?
—No lo sé. Un embarazo gemelar en una humana… Tu madre casi muere al daros a luz, y era una WolfHunter. Es complicado, Andrew, muy complicado.