La comunidad del Resucitado - Equipo Bíblico Verbo - E-Book

La comunidad del Resucitado E-Book

Equipo Bíblico Verbo

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Beschreibung

Lucas es un enamorado de la Iglesia y la presenta en todas su facetas: de un lado, la comunidad creyente crece a pesar de las persecuciones que obligan a los seguidores de Jesús a desplazarse geográficamente y a anunciar el Evangelio en otros lugares; de otro lado, presenta a una comunidad viva y testimonial, que debe superar las dificultades propias de la comunión y que es guiada por la acción del Espíritu Santo. Comunidades que se han ido forjando con personas de toda condición -varones y mujeres, ricas y pobres, judías y gentiles-, que, a pesar de sus límites, han puesto sus dones y capacidades al servicio del Evangelio. El objetivo de esta obra es acercar a los grupos de lectura creyente y orante a la comunidad del Reino, tal y como queda presentada en el libro de los Hechos de los Apóstoles. No es por tanto una lectura cursiva de la segunda parte de la obra de Lucas, sino una invitación a sumergirse en la multiplicidad de ministerios y dones que configuran la Iglesia, todos ellos al servicio de la difusión e implantación de la palabra de Dios en el mundo, con la esperanza de que este testimonio pueda iluminarnos a la hora de revitalizar nuestras comunidades.

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Índice

PRESENTACIÓN

Parte I: Envío y unción

UNIDAD 1

• Texto bíblico: Hch 1,1-14

• Lectura creyente: Comunidad enviada

• Lectura orante: «Seréis mis testigos» (Hch 1,1-4)

UNIDAD 2

• Texto bíblico: Hch 2,1-21

• Lectura creyente: Comunidad acompañada

• Lectura orante: «El Espíritu Santo los inundó a todos» (Hch 2,1-21)

Parte II: Testimonio de la Iglesia en Jerusalén

UNIDAD 3

• Texto bíblico: Hch 3,1-16

• Lectura creyente: Comunidad sanadora

• Lectura orante: «En nombre de Jesús, comienza a caminar» (Hch 3,1-16)

UNIDAD 4

• Texto bíblico: Hch 4,23-35

• Lectura creyente: Comunidad orante, en comunión de vida y de bienes

• Lectura orante: «Daban testimonio de la resurrección con toda firmeza » (Hch 4,23-35)

UNIDAD 5

• Texto bíblico: Hch 6,1-7

• Lectura creyente: Comunidad organizada para el servicio

• Lectura orante: «Escoged... y les encomendaremos esta misión» (Hch 6,1-7)

UNIDAD 6

• Texto bíblico: Hch 6,8-15; 7,54–8,1

• Lectura creyente: Comunidad martirial

• Lectura orante: «Señor Jesús, acoge mi espíritu» (Hch 6,8-15; 7,54–8,1)

Parte III: Testimonio fuera de Jerusalén

UNIDAD 7

• Texto bíblico: Hch 11,19-26; 13,1-3

• Lectura creyente: Comunidad misionera e inclusiva

• Lectura orante: «Anunciaron también a los griegos la buena nueva de Jesús, el Señor» (Hch 11,19-26; 13,1-3)

UNIDAD 8

• Texto bíblico: Hch 12,1-19

• Lectura creyente: Comunidad perseverante en la debilidad

• Lectura orante: «El Señor me ha liberado» (Hch 12,1-19)

Parte IV: Hasta el confín de la tierra

UNIDAD 9

• Texto bíblico: Hch 15,1-35

• Lectura creyente: Comunidad dialogante y solidaria

• Lectura orante: «Es decisión del Espíritu Santo y, también, nuestra» (Hch 15,1-35)

UNIDAD 10

• Texto bíblico: Hch 16,11-40

• Lectura creyente: Comunidad plural

• Lectura orante: «Lidia se bautizó con toda su familia» (Hch 16,11-40)

UNIDAD 11

• Texto bíblico: Hch 18,1-17

• Lectura creyente: Comunidad testimonia

• Lectura orante: «Que nada te haga callar» (Hch 18,1-17)

UNIDAD 12

• Texto bíblico: Hch 28,11-31

• Lectura creyente: Comunidad en misión universal

• Lectura orante: «Les estuvo exponiendo el reino de Dios» (Hch 28,11-31)

Celebración final: El camino de la Palabra

1. Un proyecto: que la Palabra se difunda

2. Un protagonista: el Espíritu Santo

3. Una comunidad misionera donde vivir la Palabra, la Iglesia

4. El discípulo, oyente, servidor y proclamador de la Palabra

5. Una historia inacabada

Créditos

Presentación

Hace unos años, Editorial Verbo Divino sacó a la luz la colección «Animación Bíblica de la Pastoral». Con ella pretende ofrecer, a cristianos inquietos por conocer y vivir mejor el mensaje del Evangelio, unos recursos serios y sencillos para profundizar en su fe. La subcolección «Leemos, compartimos, oramos» ofrece a personas y comunidades algunos materiales para reflexionar en grupos bíblicos.

Con la presente publicación La comunidad del Resucitado nos adentramos en el libro de los Hechos de los Apóstoles, pero no vamos a realizar una lectura continua de la segunda parte de la obra de Lucas. La idea de fondo es acercar a los grupos de Lectura creyente y orante a la comunidad del Reino, tal y como queda presentada en Hechos. Los textos han sido seleccionados con la intención de mostrar la realidad de la Iglesia en la multiplicidad de ministerios y dones que la configuran (ver presentación general en el apartado 2 de esta Presentación).

Mantenemos la línea pedagógica sobre la que se estructura el libro, como un elemento característico de esta colección hasta el momento: nos acercamos a cada texto bíblico combinando la comprensión y lectura saboreada del pasaje (primera sesión) con la meditación y oración compartida del mismo (segunda sesión).

1. Cómo utilizar estos materiales

Estos materiales están pensados para el trabajo en grupo, pero también son válidos para la reflexión personal. Constan de doce unidades más una celebración final. Dado que cada unidad está pensada para dos sesiones, resultan un total de 25 reuniones de grupo, que son los encuentros que suelen tener lugar a lo largo del año en cualquiera de nuestras parroquias y grupos bíblicos.

Primer encuentro: Lectura creyente

Hemos denominado a la primera parte de la unidad «Lectura creyente». Lejos de ser un análisis meramente intelectual del texto bíblico, pretende descubrir el mensaje de fe que guarda, desde una actitud orientada a «saborear» el pasaje.

Los participantes del grupo bíblico, ayudados por la persona que hace las veces de animador, van leyendo el relato, deteniéndose en las reflexiones y preguntas marcadas en cursiva. Juntos, buscan responderlas acudiendo a los textos que se señalan. Es recomendable no saltar al párrafo siguiente, pues en él se ofrecen las respuestas requeridas. De esta forma, el mismo grupo va verificando su avance en la comprensión del pasaje.

Los recuadros laterales tienen carácter informativo. Son ayudas para comprender mejor el texto y para profundizar en elementos que quedan fuera de la explicación ofrecida. El animador debe decidir en qué momento de la sesión pueden ser leídos, o incluso recomendarlos para el trabajo de profundización personal después del encuentro grupal.

Esta sesión de lectura saboreada de un pasaje que hemos denominado «Lectura creyente» termina con un recuadro que lleva por título «Herramientas para profundizar». En él se ofrecen recursos para seguir ahondando en el tema desde otros lugares de la Escritura, desde las enseñanzas de la Iglesia, desde la pastoral, etc. El animador debe llevar preparado el recurso sobre el que profundizará el grupo, así como los materiales precisos para que pueda desarrollarse.

Segundo encuentro: Lectura orante

La segunda sesión de cada unidad es un material para la Lectura orante. Una vez que el grupo ha saboreado el texto bíblico en la Lectura creyente, da un paso más y efectúa una Lectura orante del mismo. De esta forma, la Palabra comprendida es meditada, orada y contemplada, hasta conformar en nosotros la mirada, los sentimientos y las actitudes de Cristo. Solo desde aquí brotará un compromiso auténtico y coherente con nuestra identidad cristiana.

Hemos tomado el itinerario clásico de la Lectio Divina, al que hemos añadido, según la sensibilidad actual, el paso del compromiso:

• Lectura: ¿Qué dice el texto?

• Meditación: ¿Qué dice de mí/nosotros el texto?

• Oración: ¿Qué le decimos a Dios a partir del texto?

• Contemplación (incluida en la Oración): Miro y me dejo mirar

• Compromiso: ¿Qué hace surgir en mí/nosotros el texto?

Este encuentro de Lectura orante, aunque se realice en grupo, tiene momentos de silencio y reflexión personal. Como el objetivo es ayudar en el itinerario de oración, cada uno de los pasos (Lectura, Meditación, Oración) contiene numerosas sugerencias que, por otra parte, no se agotan en sí mismas. Evidentemente, no pueden contemplarse todas en una sola sesión. Será necesario que cada participante elija una para reflexionar y después poner en común en el grupo. El tiempo de silencio previo está orientado a dejar que la Palabra ponga al descubierto el elemento más apropiado para mí, aquí y ahora, y sobre el que cada uno va a detenerse y a compartir después con el grupo. El resto de las sugerencias, y otras no escritas que puedan presentarse, serán motivo de reflexión y oración en otros momentos.

2. El libro de los Hechos de los Apóstoles

El libro de los Hechos de los Apóstoles es un testimonio genuino de la vida, los primeros cristianos. Nadie como Lucas ha sabido leer la evolución histórica de los acontecimientos de los orígenes del cristianismo a la luz de la historia de la salvación. Su obra es una creación de historia teológica. En continuidad con el evangelio, el tercer evangelista orienta en Hechos la mirada de sus lectores a la tarea misionera de los apóstoles, especialmente a la actividad de Pedro y Pablo.

Los Hechos de los Apóstoles y el evangelio

Hechos de los Apóstoles es la segunda parte de la obra de Lucas, que comienza con el evangelio. El encadenamiento entre ambas obras lo encontramos en los relatos de Lc 24,36.48-53 y Hch 1,3-14. Estos relatos presentan, con algunas diferencias, la última aparición del Resucitado a sus discípulos, en la que reciben la misión de anunciar el Evangelio y la promesa del envío del Espíritu Santo que guiará la vida de la comunidad naciente. A partir de estos acontecimientos, Lucas desarrolla la historia de la comunidad inserta en un Camino Salvador imparable e irreversible.

Al inicio del libro de Hechos encontramos el mismo destinatario que en el evangelio. La obra está dirigida a Teófilo, y tiene la intención de presentar lo acontecido después de la Pascua (Hch 1,1). El nombre griego del destinatario de la obra de Lucas, que significa «amigo de Dios», hace pensar que el evangelio y los Hechos están dirigidos a un público creyente de procedencia gentil.

La tradición, además de percatarse de la unidad que existe entre los dos escritos, ha atribuido la obra a Lucas. Desde antiguo, se identificó la autoría de estos textos con el médico que aparece citado en Col 4,14, y de quien se dice que es bien querido por Pablo. El hecho de que, en algunos pasajes, el autor se incluya como actor en los acontecimientos que narra, ha dado pie a algunos estudiosos para considerar que podría tratarse de un estrecho colaborador del apóstol de Tarso. Sea como fuere, de lo que no hay duda es de que el autor es un gran documentado de lo sucedido en Jerusalén, y de los avatares de los primeros misioneros cristianos en Asia, Grecia y Roma. De entre todos los misioneros, llama la atención su especial interés por la actividad de Pablo. De hecho, en gran parte, cuanto conocemos de la biografía y actividad paulina se lo debemos a las informaciones que encontramos en Hechos.

Estructura del libro

Como acabamos de ver, la finalidad principal de Lucas con esta obra es mostrar cómo, partiendo de Jerusalén, la palabra de Dios llega hasta los confines de la tierra gracias a la actividad y al testimonio apostólico. En líneas generales, podemos dividir la estructura del libro en dos grandes partes:

1. El testimonio en Jerusalén y Palestina (Hch 1–12)

El libro comienza, a modo de prólogo, conectando con los relatos narrados al final del evangelio de Lucas. Tras la venida del Espíritu Santo, en la primera parte, el autor se detiene a presentar la actividad misionera de los discípulos, entre los que destacan Pedro, Esteban y Felipe, y comienza a despuntar la figura de Pablo de Tarso. La geografía de esta primera parte nos sitúa en Palestina. Las escenas van narrando cómo, desde Jerusalén, la Palabra es anunciada en Judea y, después, en Samaría. A pesar de ello, no es un detalle menor el hecho de que esta parte aborde ya la temática de la acogida que los gentiles dispensan al Evangelio.

2. El testimonio fuera de Palestina (Hch 13–28)

La segunda parte de la obra, en cambio, se centra en la actividad de Pablo, a quien Lucas dedica más espacio en su obra. En esta sección, encontramos los detalles de cada uno de los viajes paulinos y la narración de la evangelización de Asia Menor, Grecia y, finalmente, la llegada del Evangelio a Roma. Comenzando en Jerusalén y concluyendo en Roma, la palabra de Dios ha sido anunciada a la humanidad y continúa imparable su camino hasta llegar a nuestro hoy con la misma frescura que en los orígenes.

Temas significativos de los Hechos de los Apóstoles

En la misma línea que el tercer evangelio, Hechos de los Apóstoles revela las claves teológicas del pensamiento de Lucas. Entre ellas podemos señalar: a) la centralidad del Espíritu Santo como protagonista principal de la expansión de la palabra de Dios; b) el testimonio de los creyentes: su vida y su predicación; c) las comunidades cristianas como espacios de fe, alegría y compromiso; d) la acogida del Evangelio por los gentiles; y e) los pobres y las mujeres como destinatarios preferentes de la salvación divina.

Desde el punto de vista literario y teológico, es oportuno señalar la importancia de los discursos kerigmáticos. En todo el libro encontramos siete discursos que tienen por finalidad exponer el contenido del primer anuncio y enraizarlo en la tradición del Antiguo Testamento. Jesús es el cumplimiento de la promesa divina de salvación.

La Iglesia, comunidad de comunidades

Lucas es un enamorado de la Iglesia. La presenta en todas su facetas. De un lado, la comunidad creyente crece, a pesar de las persecuciones; es más, según la lógica lucana, las persecuciones obligan a los seguidores de Jesús a desplazarse geográficamente y a anunciar el Evangelio en otros lugares. De otro lado, presenta a una comunidad viva y testimonial, que debe superar las dificultades propias de la comunión, y que es guiada por la acción del Espíritu Santo. Comunidades que se han ido forjando con personas de toda condición –varones y mujeres, ricas y pobres, judías y gentiles–, que, a pesar de sus límites, han puesto sus dones y capacidades al servicio del Evangelio.

En este sentido, es importante señalar que la presente publicación no es una lectura cursiva de los Hechos de los Apóstoles. La idea de fondo es poner de relieve la comunidad del Reino. Los textos bíblicos han sido escogidos con la intención de mostrar la realidad de la Iglesia en la multiplicidad de ministerios y dones que la configuran, todos ellos al servicio de la difusión e implantación de la palabra de Dios en el mundo. En las unidades que presentamos iremos descubriendo cada una de las dimensiones que configuran a la comunidad de Jesús. Encontraremos personas y situaciones con las que nos identificaremos. Sin duda, una mirada creyente y orante a los orígenes de la Iglesia nos iluminará a la hora de revitalizar nuestras comunidades, llamadas a seguir el Camino de Jesús en sencillez y alegría.

Equipo Bíblico Verbo

Parte I

Envío y unción

Unidad 1

Texto bíblico:Hch 1,1-14

1Querido Teófilo: En mi primer libro me ocupé de lo que hizo y enseñó Jesús desde sus comienzos 2hasta el día en que subió al cielo, una vez que, bajo la acción del Espíritu Santo, dio las oportunas instrucciones a los apóstoles que había elegido. 3A estos mismos apóstoles se presentó después de su muerte y les dio pruebas abundantes de que estaba vivo, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles del reino de Dios.

4Con ocasión de una comida que tuvo con ellos, les ordenó:

–No os marchéis de Jerusalén; esperad a que el Padre cumpla la promesa de que os hablé; 5porque Juan bautizaba con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de pocos días.

6Los que lo acompañaban le preguntaron:

–Señor, ¿vas a restablecer ahora el reino de Israel?

7Jesús les contestó:

–No es cosa vuestra saber la fecha o el momento que el Padre se ha reservado fijar. 8Vosotros recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que descenderá sobre vosotros y os capacitará para que deis testimonio de mí en Jerusalén, en toda Judea, en Samaría y hasta el último rincón de la tierra.

9Y, dicho esto, lo vieron elevarse, hasta que una nube lo arrebató de su vista. 10Estaban aún contemplando sin pestañear cómo se alejaba en el cielo, cuando dos personajes vestidos de blanco se presentaron ante ellos 11y les dijeron:

–Galileos, ¿qué hacéis ahí plantados mirando al cielo? Estad seguros de que el mismo Jesús que ha sido arrebatado de junto a vosotros para subir al cielo, igual que lo habéis visto ir al cielo, volverá.

12Regresaron entonces a Jerusalén desde el llamado monte de los Olivos, lugar cercano a la ciudad, de la que distaba el trayecto que se permitía recorrer en sábado. 13Cuando llegaron, subieron al piso en que se alojaban; eran Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Santiago. 14Todos estos, junto con las mujeres, con María la madre de Jesús y con los hermanos de este, oraban constantemente en íntima armonía.

i Lectura creyente

Comunidad enviada

Cada uno de nosotros conoce seguramente muy bien lo que es hacer algo de parte de otro o pedir a alguien que haga determinada cosa. Es una experiencia muy común a todos, que se produce en los diferentes ámbitos en los que nos movemos (nuestra familia, nuestro trabajo, la parroquia...). Este hecho aparentemente poco importante se debe en buena medida a que para llevar a cabo una tarea solemos necesitar trabajar en equipo y ayudarnos unos a otros. A poco que nos paremos, nos daremos cuenta de que nuestra vida tiene mucho de interdependencia, y esto nos abre a los demás.

Además, pedir colaboración o estar dispuestos a echar una mano en lo que otro nos pide genera confianza mutua y nos ayuda a descubrir y desarrollar las cualidades de cada uno. La experiencia será más rica cuanto más nos identifiquemos personalmente con el proyecto que queramos realizar. Pues bien, muchas de estas dinámicas entran en juego en lo que en la comunidad cristiana solemos llamar «envío».

Reflexionamos durante un momento de silencio y compartimos con el grupo. ¿Qué experiencia tengo de ser enviado por otro? Estos envíos, ¿me han ayudado a descubrir dones personales y a ponerlos al servicio de los demás?

En la antigüedad era una práctica conocida escribir una obra con dos partes. Ambas daban comienzo con un prólogo que, entre otros aspectos, señalaba la relación existente entre ellas. Así, en la obra titulada Contra Apión, el historiador judío Flavio Josefo comienza la primera parte dirigiéndose al «excelentísimo Epafrodito» (Apión I, 1). Al inicio de la segunda encontramos las siguientes palabras: «Estimado Epafrodito: En el primer volumen de esta obra he intentado probar la antigüedad de nuestra raza...» (Apión II, 1).

i Una comunidad que hace memoria de Jesús

El libro de los Hechos de los Apóstoles da comienzo con un breve prólogo en el que quien escribe la obra se dirige en primera persona a un tal Teófilo. El libro de Hechos constituye la segunda parte de lo que su autor, Lucas, posiblemente concibió como una obra unitaria: un relato que abarcara, por un lado, la vida y ministerio de Jesús (el tercer evangelio), y, por otro, los primeros pasos de la Iglesia naciente (Hechos). La figura de Teófilo es también mencionada en Lc 1,1-4, texto que indica su posición social elevada, quizá alguien que puso sus bienes al servicio de la comunidad para que esta pudiera tener sus propias memorias de Jesús. Tanto la alusión a Teófilo como la mención que hace Hch 1,2 a un «primer libro» dedicado a Jesús son un indicio claro del vínculo que presentan las dos obras.

Leamos Hch 1,1-3. ¿Qué dice el autor de Hechos sobre el contenido de su «primer libro»? ¿Por qué lo menciona al comenzar a narrar los primeros pasos de la Iglesia?

El libro de los Hechos de los Apóstoles incluye en varios lugares síntesis muy breves sobre la vida y el ministerio de Jesús. Muchas veces forman parte de discursos, lo cual indica que eran utilizados en la predicación. Así, por ejemplo, en Hch 2,22-24; 10,38-41. No podemos tampoco perder de vista que estos resúmenes constituyeron uno de los núcleos principales de lo que la comunidad cristiana primitiva recordó sobre Jesús.

Lucas ofrece en estos primeros versícu­los del libro de Hechos un resumen muy breve del evangelio. Se refieren a tres aspectos fundamentales del ministerio de Jesús: sus obras («lo que Jesús hizo»), es decir, su actividad sanadora, su costumbre de compartir la mesa con personas de todo tipo para escándalo de algunos fariseos, sus palabras («lo que Jesús enseñó») y, finalmente, su muerte en cruz, resurrección y ascensión («A estos mismos, después de su pasión...»).

No es casual que el libro de Hechos comience haciendo memoria de Jesús. Lo que está indicando es que la Iglesia naciente no pudo comprenderse a sí misma sino a partir de la vida y de la muerte de Jesús. A lo mismo apunta el proyecto literario de Lucas consistente en componer una única obra con dos partes. De algún modo señala que la existencia de Jesús no finaliza tras la pasión, sino que se prolonga en sus seguidores y, a la inversa, que estos no podrán perder nunca de vista la referencia de la vida de Jesús.

Leemos ahora Hch 1,4-8. ¿Qué tema destaca en estos versículos? ¿Cuál es, según el texto, la «Promesa del Padre»?

En el Antiguo Testamento también encontramos la imagen de algunos personajes que, en lugar de morir, son elevados a los cielos. Así Henoc, de quien se dice que «anduvo con Dios y desapareció porque Dios se lo llevó» (Gn 5,24), o Elías, quien «subió al cielo en la tempestad» (2 Re 2,11). Por esta razón, algunos grupos judíos del siglo i d.C. esperaban el retorno de Elías; algunos, incluso, pensaban que quizá fuera el propio Jesús (Mc 8,27-28; Jn 1,21).

i Una comunidad enviada por Jesús Resucitado

La obra de Lucas otorga mucha importancia a la figura de los apóstoles, aunque, como veremos después, pone también de relieve que la comunidad primitiva estaba formada por más personas además de ellos. A estos apóstoles Jesús Resucitado les recuerda que recibirán un regalo de parte del Padre: el Espíritu Santo. Este Espíritu, que va a ser el gran protagonista del libro de Hechos, es quien hace posible la continuidad entre la vida de Jesús y la vida de la Iglesia naciente o, con otras palabras, que el ministerio de Jesús se prolongue en la misión de sus seguidores. El mismo Espíritu que acompañó y alentó a Jesús (Lc 3,22; 4,1.14; 10,21) acompañará y alentará a partir de ahora los pasos de la comunidad cristiana primitiva (Lc 24,49).

Leamos de nuevo Hch 1,8. ¿Con qué relaciona el texto la fuerza del Espíritu que recibirán los discípulos?

El envío del Espíritu Santo tiene una consecuencia decisiva en los seguidores de Jesús: está estrechamente ligado a su futura misión. El Espíritu es una presencia divina que transforma, que convierte a los apóstoles en «enviados» por Jesús Resucitado. El rasgo que mejor define a un «enviado» es el vínculo que le une a «quien le envía». Consecuentemente, a partir de este momento los apóstoles comprenderán la realidad que los rodea y su manera de actuar en ella a la luz de las enseñanzas que, a través del mismo Espíritu, no dejarán de recibir de su Maestro (cf. Hch 1,2).

Leemos Hch 1,9-11, versículos que narran lo que comúnmente llamamos la «ascensión de Jesús». ¿Recordamos algún texto evangélico que haga mención de este mismo acontecimiento? ¿Qué efectos tiene esta ascensión en los discípulos?

i Una comunidad con una misión universal

Excepto Mateo, todos los evangelios mencionan, aunque de modos ligeramente diversos, la ascensión de Jesús a los cielos (Mc 16,19; Lc 24,51; Jn 20,17). La imagen de Jesús siendo elevado al ámbito divino pretende señalar, sobre todo, que su crucifixión no ha tenido la última palabra, que Dios ha intervenido y, paradójicamente, ha exaltado a quien ha sufrido la mayor injusticia. La ascensión, así, señala que Jesús ha sido glorificado y vive ya en la presencia de Dios Padre.

Los apóstoles parecen quedar maravillados con el acontecimiento, pero, rápidamente, dos hombres vestidos de blanco los invitan a volver a la realidad. Son las mismas figuras que estaban presentes en el sepulcro de Jesús (Lc 24,4) y en los dos casos desempeñan una función semejante: anunciar que la vida de Jesús no ha acabado en el sepulcro. En Hechos, además, invitan a los apóstoles a dejar de mirar el cielo y dirigir su mirada a la tierra. La misión de los discípulos, como la de Jesús, tiene que ver con lo que pasa en la historia, en nuestro tiempo y espacio.

Leemos Hch 1,8 prestando atención a los datos geográficos. Podemos también hacer uso de un mapa para localizarlos. ¿Qué pueden estar indicando los lugares que señala el texto?

Estos versículos de Hechos son programáticos, ya que constituyen una breve síntesis de lo que va a ser narrado paulatinamente a lo largo de toda la obra: gracias a la misión de los seguidores de Jesús, el Evangelio se anuncia primero en Jerusalén, después en toda Judea, en la región de Samaría, y posteriormente, saltando los límites de la tierra de Israel, en todo el mundo conocido («los confines de la tierra»).

Estos datos no indican únicamente que el Evangelio se expande. Señalan, sobre todo, un rasgo muy característico de la primitiva comunidad cristiana: su apertura al mundo gentil. Desde fechas muy tempranas, los creyentes comprendieron que el acontecimiento de Jesús de Nazaret introducía una novedad decisiva en el seno del judaísmo: la Alianza de Yahvé con su pueblo no se circunscribía solo al pueblo de Israel, sino que era una oferta que Dios ofrecía a todos, sin distinción. Este descubrimiento influyó también en la composición interna de la Iglesia naciente.

Leemos Hch 1,12-14. Según el texto, ¿quiénes forman parte del grupo de seguidores de Jesús tras la Pascua? ¿Dónde se encuentran?

i Una comunidad abierta a todos

Los versículos presentan a la comunidad cristiana primitiva reunida en la ciudad de Jerusalén, en lo que el texto describe como una «estancia superior». Se trata, muy posiblemente, de la parte superior de una casa. Este dato es significativo, ya que el ámbito doméstico y familiar fue muy importante en la expansión del Evangelio (ver el recuadro lateral).

En el libro de Hechos encontramos alusiones a casas en las que se aloja la comunidad creyente (2,2.46; 5,42; 12,12) o los misioneros (16,34). En otras ocasiones, las casas designan una familia que pasa a formar parte de la comunidad (16,15.32; 18,8; 21,8). También se mencionan «estancias superiores» (9,37; 20,8). Estas eran posiblemente habitaciones ubicadas en la parte alta de un edificio que tenía diferentes apartamentos, un tipo de vivienda típico de las ciudades antiguas.

El grupo reunido es, además, numeroso. Está formado por los Once (Judas Iscariote, que anteriormente formaba parte de los Doce, ha desaparecido de la lista; ver Lc 6,14-15), pero no se limita a este grupo que Lucas designa habitualmente apóstoles. Está también integrado por la familia de Jesús (en la que ocupa un lugar destacado su madre, María) y por algunas mujeres. Aunque el texto no explicita quiénes son estas últimas, es muy posible que se trate de las mismas que, según Lucas, habían acompañado a Jesús desde Galilea hasta Jerusalén (Lc 8,1-3; 23,49.55; 24,9-11). De esta comunidad naciente se nos dice que «perseveraban en la oración, con un mismo espíritu» (1,14); estos aspectos, como veremos en otras unidades, serán centrales en el libro de Hechos.

La diversidad interna de este grupo es continuación de la apertura característica del propio Jesús, quien invitó a su seguimiento a mujeres y varones de condiciones muy diversas. Esta comunidad ya incipientemente plural irá creciendo de manera progresiva, y constituyó en sí misma, y por esta razón, uno de los indicios de que la vida según el proyecto de Dios, el proyecto del Reino, estaba llegando. La Iglesia naciente comprendió desde el inicio que el envío recibido por Jesús Resucitado tenía implicaciones, no solo en su misión hacia fuera, sino también hacia dentro de la propia comunidad.

Como decíamos al inicio de esta unidad, nuestra vida cotidiana está compuesta de sencillos envíos con los que contribuimos a que determinadas tareas salgan adelante. Cada uno de nosotros somos también enviados, como la comunidad primitiva, por Jesús Resucitado, a que desempeñemos una particular misión.

Herramientas para profundizar

j Desde otros pasajes de la Escritura

Muchas de las páginas de las Escrituras atestiguan la experiencia del envío. La fe y el envío van de la mano, ya que el encuentro personal con Dios siempre conlleva una misión en nuestro mundo y en nuestra historia.

– Esta es la experiencia de figuras importantes de la historia de Israel. Ver Ex 3,1-12; Is 6,6-13; Jr 1,4-10.

– Lo encontramos también entre los primeros seguidores de Jesús. En concreto, en múltiples ocasiones, en la persona de Pablo; ver Rom 1,1-6; 1 Cor 9,16-27. Pablo, además, envía a otros miembros de la comunidad en su nombre, colaboradores decisivos en su labor de evangelización; ver 2 Cor 8,16-24.

¿Qué aspectos resaltaría de la experiencia de envío que aparece en estos textos?

j Desde la enseñanza de la Iglesia

«La Iglesia en salida es la comunidad de discípulos misioneros que primerean, que se involucran, que acompañan, que fructifican y festejan. La comunidad evangelizadora experimenta que el Señor tomó la iniciativa, la ha primereado en el amor (cf. 1 Jn 4,10); y, por eso, ella sabe adelantarse, tomar la iniciativa sin miedo, salir al encuentro, buscar a los lejanos y llegar a los cruces de los caminos para invitar a los excluidos. Vive un deseo inagotable de brindar misericordia, fruto de haber experimentado la infinita misericordia del Padre y su fuerza difusiva. ¡Atrevámonos un poco más a primerear! Como consecuencia, la Iglesia sabe “involucrarse”» (Evangelii gaudium, 24).

«En virtud del Bautismo recibido, cada miembro del Pueblo de Dios se ha convertido en discípulo misionero (cf. Mt 28,19). Cada uno de los bautizados, cualquiera que sea su función en la Iglesia y el grado de ilustración de su fe, es un agente evangelizador» (Evangelii gaudium, 120).

A la luz de estos textos, ¿a qué me siento enviado por Jesús Resucitado?

i Lectura orante

«Seréis mis testigos» (Hch 1,1-14)

g Nos disponemos

Nos preparamos interiormente para este tiempo de oración con un momento de silencio. Queremos escuchar la palabra de Dios y permitir que ilumine nuestra vida. Para ello, proclamamos juntos:

Enséñanos a orar, Señor,a orar como tú lo hacías,con silencios y palabras,con sentimiento, gestos, y cantos,con la cabeza y las entrañas,con la vida cotidiana y las esperanzas.

Enséñanos a orar, Señor,a orar contigo y el Espíritu,y con los hermanos,en público y en privado,tartamudeando palabras y sentimientos,pues ya sabes cómo somos en esos momentos.

Florentino Ulibarri

g PROCLAMACIÓN DEL PASAJE: Hch 1,1-14

g LECTURA. ¿Qué dice el texto?

Desde su comienzo, el libro de Hechos relaciona la vida de la Iglesia naciente con la de Jesús. La comunidad cristiana primitiva no puede comprenderse a sí misma al margen de su Señor y Maestro.

• Recuerdo la alusión que hace el texto a lo que Jesús hizo y enseñó desde el principio hasta su ascensión. Los que siguieron sus pasos recordaban una y otra vez sus enseñanzas, su particular forma de vivir, sanando, liberando y compartiendo la mesa con todos. Hacían memoria, también, de su muerte en cruz, transformada después en vida por un Dios que pone su mirada especialmente en los que son víctimas de la injusticia.

• Retomo la centralidad de la figura del Espíritu, fuerza de Dios y presencia del Resucitado que convierte a los discípulos en enviados, en personas nuevas y transformadas, que poco a poco logran ver la realidad que les rodea con los mismos ojos de Jesús.

• Hago memoria de la interpelación que los dos hombres vestidos de blanco hacen a los apóstoles cuando miran con asombro la ascensión de Jesús. Deben dejar de dirigir su mirada al cielo y comenzar a observar la tierra para desempeñar una misión en el mundo.

• Recuerdo la expansión paulatina del Evangelio, que se va abriendo paso desde Jerusalén hacia el resto de la tierra de Israel, para llegar, al fin, al mundo gentil. Evoco la experiencia que dio origen a esta apertura: el descubrimiento de que el Dios de Jesús no se limitaba al pueblo judío sino que era una oferta para todos, sin distinción.

• Y, finalmente, hago memoria de la primitiva comunidad cristiana, formada por varones y mujeres, y de cómo comprendieron que su forma de vida y el tipo de relaciones que establecían entre sí eran también aspectos decisivos de su ser enviados, de la misión que estaban llamados a desempeñar.

Tras un momento de silencio en el que vuelvo a leer el texto, retomo en mi interior aquellos aspectos que hacen más eco en mí. Comparto con el grupo qué ha llamado mi atención y por qué, dónde me he detenido más, qué me parece más importante.

g MEDITACIÓN. ¿Qué dice de mí/nosotros el texto?

También hoy nosotros somos llamados y enviados por Jesús Resucitado para desempeñar una misión. El mismo Espíritu que alentó la vida de Jesús y la de sus seguidores se nos sigue ofreciendo como fuerza inspiradora y capacitadora.

Si uno de los miembros de la Iglesia naciente viniera hoy a nuestro grupo...