Somos familia de Dios - Equipo Bíblico Verbo - E-Book

Somos familia de Dios E-Book

Equipo Bíblico Verbo

0,0

Beschreibung

Dios, que es amor, nos ha creado a su imagen y semejanza. Nos ha creado para amar. Este es el origen de la familia, su fin último y el ámbito donde se desarrolla en plenitud. Sin duda, las diferentes culturas y momentos históricos ofrecerán tintes diversos a esta verdad originaria. Pero el mensaje de la Sagrada Escritura, cuyo centro y clave de interpretación es Jesucristo, nos invita a volver siempre al mismo punto de partida: vivir como familia cristiana es manifestar que Dios es amor en relación. Ese es el objetivo de la presente publicación: ofrecer unos materiales de reflexión bíblica, en clave de Lectio Divina, para todos aquellos grupos que deseen profundizar en su vocación de crecer como familia cristiana. Sin duda, su reflexión y vivencia serán un valiosísimo aporte a la tarea común de la Iglesia en la Nueva Evangelización.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 258

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Índice

Presentación

Parte I: Premisas

UNIDAD 1

• Texto bíblico: Gn 2,4b-8.15.18-25

• Lectura creyente: El proyecto de Dios

• Lectura orante: «Los dos se hacen uno solo» (Gn 2,4b-8.15.18-25)

UNIDAD 2

• Texto bíblico: Col 3,18−4,1

• Lectura creyente: La familia, una realidad enraizada en una cultura

• Lectura orante: «Poned el corazón en lo que hagáis» (Col 3,18−4,1).

UNIDAD 3

• Texto bíblico: Mc 3,31-35

• Lectura creyente: La verdadera familia de Jesús

• Lectura orante: «Estos son mi madre, mis hermanos y hermanas» (Mc 3,31-35)

Parte II: Esposo y esposa

UNIDAD 4

• Texto bíblico: Cant 2,8-14; 8,5-7

• Lectura creyente: Amor, pasión y entrega

• Lectura orante: «El amor es más fuerte que la muerte» (Cant 2,8-14; 8,5-7)

UNIDAD 5

• Texto bíblico: Is 62,1-5

• Lectura creyente: Dios se desposa con su pueblo

• Lectura orante: «Así gozará contigo tu Dios» (Is 62,1-5)

UNIDAD 6

• Texto bíblico: Os 2,4-25

• Lectura creyente: Cuando el amor se rompe

• Lectura orante: «Te desposaré conmigo para siempre» (Os 2,4-25)

Parte III: Padres e hijos

UNIDAD 7

• Texto bíblico: Lc 2,41-52

• Lectura creyente: Tus hijos no son tuyos

• Lectura orante: «Debo ocuparme de los asuntos de mi Padre» (Lc 2,41-52)

UNIDAD 8

• Texto bíblico: Os 11,1-11

• Lectura creyente: Dios, el Padre de Israel

• Lectura orante: «Cuando Israel era niño, lo amé» (Os 11,1-11)

UNIDAD 9

• Texto bíblico: Eclo 3,1-16

• Lectura creyente: Los hijos que Dios quiere

• Lectura orante: «Quien honra a su padre, expía sus pecados» (Eclo 3,1-16)

Parte IV: Hermanos y hermanas

UNIDAD 10

• Texto bíblico: Lc 15,11-32

• Lectura creyente: El padre/madre enseña a ser hijo y hermano

• Lectura orante: «Tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida» (Lc 15,11-32)

UNIDAD 11

• Texto bíblico: Ef 2,11-22

• Lectura creyente: La fraternidad recuperada

• Lectura orante: «Vosotros os portasteis mal conmigo, pero Dios lo cambió en bien» (Gn 50,15-21)

UNIDAD 12

• Texto bíblico: Gn 45,1-15; 50,15-21

• Lectura creyente: Es posible una humanidad nueva

• Lectura orante: «Somos familia de Dios» (Ef 2,11-22)

Celebración final: «Si me falta el amor, no soy nada»

Créditos

Presentación

Los últimos decenios están trayendo nuevas configuraciones del individuo y la sociedad. No es extraño que los modelos cambien, pero sí es nuevo que lo hagan a este ritmo vertiginoso. De todo ello no escapa la familia, que en la actualidad vive un momento delicado, con nuevas comprensiones, retos hasta ahora desconocidos y sufrimientos complejos.

La Iglesia, que es madre, siempre ha buscado acompañar a la familia, y lo hace también en este momento de su historia concreta: forma agentes, establece congresos y encuentros de pastoral familiar, ofrece publicaciones y espacios de encuentro y reflexión, etc. De entre estas iniciativas de acompañamiento, merece especial mención el sínodo de obispos «Los desafíos pastorales de la familia en el contexto de la evangelización», de 2014.

1. El hilo conductor de este libro

Editorial Verbo Divino ha querido sumarse a los apoyos que, desde diferentes ámbitos eclesiales, se ofrece a la familia cristiana. Nuestra aportación, en este caso, llega desde la perspectiva bíblica. Ante la imposibilidad de abordar todos los temas y seguir todas las líneas de desarrollo, hemos optado por centrarnos en un elemento clave de la familia cristiana, que podríamos formular así: la vida de la familia cristiana es un camino de comunión, un camino que consiste en aprender a amar como Dios ama y a ser misioneros de ese amor.

También para elaborar esta publicación desde la perspectiva señalada, hemos tenido que hacer, necesariamente, una selección de materiales. Muchos textos, que podrían haber sido objeto de nuestra lectura creyente y orante, han quedado fuera. No podía ser de otro modo. La estructura que une lógicamente los textos elegidos presenta cuatro partes, con tres unidades cada una, más una celebración final.

Parte I: Premisas

Las tres unidades de esta primera parte ofrecen algunas claves interpretativas necesarias para abordar la lectura de los distintos materiales del libro. En primer lugar, situamos el proyecto original del Dios creador desde el que se comprende la familia: Dios, que es amor, nos ha creado para amar (1). Inmediatamente después se señala la condición particular de toda familia, por su pertenencia a una cultura concreta, lo que nos permitirá reflexionar sobre lo fundamental y lo secundario en el seno de la institución familiar (2). Finalmente, no podíamos dejar de señalar que, a partir de Jesús, vivir como familia cristiana ayuda a entender y vivenciar qué es el reino, porque unas relaciones paternofiliales y fraternales vividas desde el Evangelio, son un reflejo de lo que es Dios: amor-en-relación (3).

1. El proyecto de Dios (Génesis 2,4b-7.15.18-25)

2. La familia, una realidad enraizada en una cultura (Colosenses 3,18−4,1)

3. La verdadera familia de Jesús (Marcos 3,31-35)

Parte II: La relación esposa-esposo

La segunda parte se centra en algunos aspectos de la relación conyugal. Esencial es el amor sexual, con sus características de pasión y entrega (4). Este mismo amor apasionado y entregado, dice Isaías, es el que Dios siente por su pueblo; y el profeta expone indirectamente algunos elementos de la relación conyugal (5). Por último, Dios, por boca de Oseas, se duele de la infidelidad y enseña el perdón incondicional cuando la fragilidad humana «rompe» el amor (6).

4. Amor, pasión y entrega (Cantar de los cantares 2,8-14; 8,5-7)

5. Dios se desposa con su pueblo (Isaías 62,1-5)

6. Cuando el amor se rompe (Oseas 2,4-25)

Parte III: La relación padres-hijos

Las unidades de la tercera parte abordan la compleja relación entre padres e hijos. El proyecto sobre los hijos corresponde a Dios; los padres colaboran en este proyecto y hacen su camino personal en él (7). Dios mismo es modelo de la actitud de los padres respecto a sus hijos, aunando afecto y ternura, por un lado, y disciplina y educación, por otro (8). Esto requiere también en los hijos una actitud adecuada, de respeto y apoyo a sus padres (9).

7. Tus hijos no son tuyos (Lucas 2,41-52)

8. Dios, el padre de Israel (Oseas 11,1-11)

9. Los hijos que Dios quiere (Eclesiástico 3,1-16)

Parte IV: La relación entre hermanos

La relación entre hermanos es el objeto de la última parte del libro. A nadie se le escapa que la fraternidad no es un objetivo fácil, pero en este aprendizaje los padres pueden ayudar a los hijos a ser hermanos (10). Esa difícil meta de la fraternidad se puede alcanzar incluso cuando la relación se ha roto por motivos muy serios (11). Finalmente, dedicamos una sesión a confesar que Dios lleva adelante su plan de congregarnos a todos en una sola familia, que el proyecto de vivir unidos y en paz es posible gracias a Jesucristo (12).

10. El padre/madre enseña a ser hijo y hermano (Lucas 15,11-32)

11. La fraternidad recuperada (Génesis 45,1-15; 50,15-21)

12. Es posible una humanidad nueva (Efesios 2,11-22)

Celebración final

El material de reflexión y oración que contiene esta publicación, finaliza con una celebración. Tras invocar la ayuda expresa del Espíritu Santo, nos detenemos en el «Himno al Amor» (1 Cor 13,4-8a.13), un texto elegido frecuentemente para celebraciones de boda o aniversarios de las mismas.

2. Cómo utilizar estos materiales

Estos materiales están pensados para el trabajo en grupo, pero también son válidos para la reflexión personal. Constan de doce unidades más una celebración final. Dado que cada unidad está pensada para dos sesiones, resulta un total de 25 reuniones de grupo, que son los encuentros que suelen tener lugar a lo largo del año en cualquiera de nuestras parroquias y grupos bíblicos.

Primer encuentro: Lectura creyente

Hemos denominado a la primera parte de la unidad «Lectura creyente». Lejos de ser un análisis meramente intelectual del texto bíblico, pretende descubrir el mensaje de fe que guarda, desde una actitud más orientada a «saborear» que a «indagar».

Los participantes del grupo bíblico, ayudados por la persona que hace las veces de animador, van leyendo el relato, deteniéndose en las reflexiones y preguntas marcadas en cursiva. Juntos, buscan responderlas acudiendo a los textos que se señalan. Es recomendable no saltar al párrafo siguiente, pues en él se ofrecen las respuestas requeridas. De esta forma, el mismo grupo va verificando su avance en la comprensión del pasaje.

Los recuadros al margen tienen carácter informativo. Son ayudas para comprender mejor el texto y para profundizar en elementos que quedan fuera de la explicación ofrecida. El animador debe decidir en qué momento de la sesión pueden ser leídos, o incluso recomendarlos para el trabajo de profundización personal después del encuentro grupal.

Esta sesión de lectura saboreada de un pasaje que hemos denominado «Lectura creyente», termina con un recuadro que lleva por título «Herramientas para profundizar». En él se ofrecen recursos para seguir ahondando en el tema desde otras partes de la Escritura, desde las enseñanzas de la Iglesia, desde la pastoral, etc. El animador debe llevar preparado el recurso sobre el que profundizará el grupo, así como los materiales precisos para que pueda desarrollarse.

Segundo encuentro: Lectura orante

La segunda sesión de cada unidad es una ficha llamada «Lectura orante». Una vez que el grupo de lectura creyente ha saboreado el texto bíblico, da un paso más y efectúa una lectura orante del mismo. De esta forma la Palabra comprendida, es meditada, orada y contemplada, hasta conformar en nosotros la mirada, los sentimientos y las actitudes de Cristo. Solo desde aquí brotará un compromiso auténtico y coherente con nuestra identidad cristiana.

Hemos tomado el itinerario clásico de la Lectio Divina, al que hemos añadido, según la sensibilidad actual, el paso del compromiso:

• Lectura: ¿Qué dice el texto?

• Meditación: ¿Qué dice de mí/nosotros el texto?

• Oración: ¿Qué le decimos a Dios a partir del texto?

• Contemplación (incluida en la oración): Miro y me dejo mirar

• Compromiso: ¿Qué hace surgir en mí/nosotros el texto?

Este encuentro de lectura orante, aunque se realice en grupo, tiene momentos de silencio y reflexión personal, tal como está señalado en cada ficha. Como el objetivo es ayudar en el itinerario de oración, cada uno de los pasos (lectura, meditación, oración) contiene numerosas sugerencias que, por otra parte, no se agotan en sí mismas. Evidentemente, no pueden contemplarse todas en una sola sesión; será necesario que cada participante elija una para reflexionar y, después, poner en común en el grupo. El tiempo de silencio previo está orientado a dejar que la Palabra ponga al descubierto el elemento más apropiado para mí aquí y ahora, y sobre el que cada uno va a detenerse y a compartir después con el grupo. El resto de las sugerencias, y otras no escritas que puedan presentarse, serán motivo de reflexión y oración en otros momentos.

3. En fin...

Como equipo nos hemos esforzado, hemos reflexionado, orado y trabajado, para entregar unos materiales asequibles a todos los creyentes, pero sabemos que a fin de cuentas «somos unos pobres siervos y hemos hecho lo que teníamos que hacer». Por eso nos encomendamos, y los encomendamos a ustedes, a la Sagrada Familia de Nazaret: Que ella asista y bendiga a los cónyuges, a los hijos, a los hermanos, en la difícil pero apasionante tarea de mostrar al mundo día a día, cada vez con mayor nitidez, entre los avances y retrocesos propios de nuestra condición humana, que somos familia de Dios.

Equipo Bíblico Verbo

Parte I

Premisas

Unidad 1

Texto bíblico: Gn 2,4b-8.15.18-25

4b Cuando Dios, el Señor, hizo la tierra y el cielo, 5 no había aún arbustos en la tierra, ni la hierba había brotado, porque Dios, el Señor, no había hecho llover sobre la tierra, ni existía nadie que cultivase el suelo; 6 Sin embargo de la propia tierra brotaba un manantial que regaba toda la superficie del suelo. 7 Entonces Dios, el Señor, modeló al ser humano con arcilla del suelo, sopló en su nariz aliento de vida, y el ser humano se convirtió en un ser viviente. 8 Dios, el Señor, plantó un jardín en Edén, al oriente [...].

15 Dios, el Señor, tomó al ser humano y lo puso en al jardín de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara. [...].

18 Luego Dios, el Señor, se dijo: «No es bueno que el ser humano esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada». 19 Entonces Dios, el Señor, modeló con arcilla del suelo todos los animales terrestres y todas las aves del cielo y los llevó ante el ser humano para que les pusiera nombre, porque todos los seres vivos llevarían el nombre que él les pusiera. 20 El ser humano puso nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves y a todos los animales salvajes. Sin embargo, no encontró entre ellos la ayuda adecuada para sí. 21 Entonces Dios, el Señor, hizo caer un profundo letargo sobre el ser humano, que se durmió. Tomó uno de sus lados y rellenó con carne el hueco dejado. 22 De la costilla que le había sacado al ser humano, Dios, el Señor, formó una mujer y la llevó ante el ser humano 23 que, al verla, exclamó: «Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Se llamará varona, porque del varón fue sacada». 24 Por eso deja el varón a su padre y a su madre y se une a su mujer, y los dos se hacen uno solo.

25 Los dos, el ser humano y su mujer, estaban desnudos, pero no sentían vergüenza de verse así.

i Lectura creyente

El proyecto de Dios

Sin duda todos conocemos a matrimonios que, a pesar de los años, se mantienen fieles y unidos, han conseguido hacer de cada dificultad un triunfo de ambos, y toda victoria es fruto de un esfuerzo compartido. Cuando les preguntamos dónde está el «secreto» de su éxito, las respuestas son diferentes, pero todas apuntan en la misma dirección: diálogo, aceptación y perdón. Los creyentes añaden la importancia de la oración: «Con frecuencia pedimos a Dios que nos dé la gracia de mantenernos unidos, por nuestros hijos y por nosotros mismos».

Pensemos unos momentos y luego compartamos con el grupo. ¿Es sencillo mantener el matrimonio unido? ¿Qué aspectos del mundo de hoy dificultan o facilitan esta labor? ¿Cómo puede la fe servir de ayuda para el matrimonio?

i Comprender el mundo desde Dios

El mito es la forma más antigua que tiene la humanidad de hacer filosofía y teología. Es erróneo, por tanto, leer estos relatos como narraciones históricas o científicas.

Las teorías científicas (la de la evolución, por ejemplo) buscan responder a la pregunta: «¿Cómo sucedió esto?». La filosofía y la teología intentan descubrir la respuesta a la pregunta: «¿Por qué existe esto?».

La Biblia habla del matrimonio desde sus primeras páginas. El primero de sus libros se llama Génesis (una palabra griega que significa ‘origen’), y ya plantea el encuentro entre varón y mujer como don de Dios. La dificultad que tenemos al acercarnos a este libro (y a otros) es que contiene tradiciones milenarias y está escrito hace muchísimo tiempo, por lo que nos cuesta comprender su mensaje. Nosotros estamos acostumbrados a un lenguaje lleno de conceptos, y como el libro del Génesis habla desde los relatos, nos parecen «cuentos»; nosotros estamos habituados a respuestas seculares, y como el Génesis tiene una intención religiosa, nos parecen cuentos «de vieja»; nosotros estamos familiarizados con una mentalidad científica, y como Génesis se expresa desde elementos míticos, nos parecen cuentos de vieja y «mentira».

Pensando así nos equivocamos y nos incapacitamos para leer la Biblia como creyentes.

Busquemos el texto en el que nos detendremos hoy: Gn 2,4b y siguientes. Nos sorprende, en primer lugar, el título que encontramos. ¿Por qué las biblias titulan este texto «Segundo relato de la creación»?

Los primeros capítulos del Génesis responden a preguntas de sentido: ¿De dónde venimos? ¿Quiénes somos? ¿Por qué sufrimos? ¿Por qué existe la muerte? Las respuestas se abordan desde relatos, con sensibilidad religiosa y con mentalidad precientífica.

La Biblia no tiene la pretensión de ofrecer una teoría científica sobre el origen del mundo. Su interés es religioso, y por eso no tiene inconveniente en presentar dos relatos de creación, aparentemente contrapuestos, pero íntimamente relacionados y escritos para ser leídos juntos y en diálogo. La obra creadora de Dios es tan magnífica que es imposible entrar en ella desde una sola perspectiva. Así, el primer relato (Gn 1,1−2,4a) insiste en presentar el poder creador de Dios y la bondad y armonía de su obra, en la que ocupa un lugar destacado el ser humano. Por su parte, el segundo relato (Gn 2,4b-25), algo más antiguo en su elaboración, ofrece la creación del ser humano y su espacio vital. Entre ambos textos hay diferencias y paralelismos que no podemos exponer aquí.

Comencemos leyendo: Gn 2,4b-6. ¿Dónde sitúan todo estos ver­sículos?

Desde el inicio de sus páginas, la Biblia sitúa el origen de todo: «cuando Dios, el Señor, hizo la tierra y el cielo» (v. 4b). Comienza con una confesión de fe: en el principio de todo, sustentándolo todo, siempre ha estado Dios. Incluso cuando el mundo no reunía las condiciones de vida porque era inhóspito («no existía nadie que cultivase el suelo») y empantanado («un manantial regaba toda la superficie del suelo»), allí estaba Dios. Dios es el creador, el mundo no se concibe a expensas de él; tampoco el ser humano que, ya desde el principio, va a ocupar un lugar destacado como criatura.

Leamos Gn 2,7-8. El autor del relato cambia de registro. De un Dios omnipresente y creador, pasa a mostrar el rostro de un Dios que se vuelve alfarero. ¿Dónde descubrimos en el relato este nuevo rostro de Dios? ¿Qué lugar ocupa el ser humano en la obra divina?

i Comprender el ser humano desde Dios

Nuestro cuerpo (nuestro barro) ha sido moldeado por Dios. Es necesario volver la mirada a nuestros cuerpos para revalorizarlos, percibirlos como buenos, ponerlos al servicio de la vida, del Creador. Mantener esta actitud supone rechazar las doctrinas que minusvaloran el cuerpo, lo esconden, lo proponen como maligno; pero también supone evitar aquellas que defienden el culto al cuerpo y lo adoran como señor absoluto.

En primer lugar, Dios se convierte en alfarero (v. 7). Tratándose del mejor artista, modela al ser humano (que en hebreo se dice adam) de la tierra (que en hebreo se dice adamá). La alusión al hebreo es indispensable en este caso, porque se percibe algo que se pierde con la traducción: el ser humano (adam), varón y mujer, mantiene una estrecha vinculación con la tierra (adamá) de la que es moldeado, al igual que el resto de los animales (Gn 2,19).

Sin embargo, el ser humano lleva en sí algo único: el soplo del aliento vivificador de Dios, gracias al cual puede hablar y relacionarse con su Creador. Con este privilegio, del que no van a gozar el resto de las creaturas, el adam es portador de una paradoja. Conviven en su interior dos dimensiones: la dimensión animal, (comparte con los animales su naturaleza mortal) y la dimensión divina (lleva el soplo de vida de Dios). Mantener el equilibrio entre ambas dimensiones no va a ser sencillo. El ser humano será siempre alguien frágil. Unas veces estará tentado a negar su condición de criatura (haciéndose señor absoluto de lo creado) y otras tenderá a quedarse solo con su naturaleza animal (dejándose llevar por los instintos). A pesar de todo, o precisamente por eso, ocupa un lugar destacado en la obra creadora de Dios.

Hasta tal punto que, por él, Dios vuelve a cambiar de rostro. Leamos Gn 2,8.15. Fijémonos en el trabajo que desempeña. ¿Cuál es ese nuevo rostro de Dios? De nuevo, ¿qué lugar ocupa el ser humano?

El Dios alfarero se convierte en agricultor y planta un jardín, colocando allí al adam. Cuatro verbos indican lo que hace con él: «tomó al ser humano y lo puso en el jardín de Edén, para que lo cultivara y lo cuidara» (v. 15). La tierra y el trabajo se convierten en un don («tomó», «lo puso») y en una tarea («cultivara», «cuidara»). Dios, el Señor, que ha moldeado al ser humano, y le ha otorgado una dignidad única, le entrega el Edén, le hace partícipe de su realeza sobre el jardín. El trabajo, que en el pasaje se expresa como la tarea de cultivar y cuidar de todo, no es servidumbre, sino fuente de realización humana. Mediante el trabajo, el adam mantiene y continúa la obra creadora de Dios, puede transformar el mundo y hacerlo habitable, fecundo. Solo el pecado dará un tinte de maldición al trabajo (Gn 3,19).

Sigamos leyendo Gn 2,18-20. ¡El Señor sigue mimando al ser humano! ¿Qué hace? ¿Por qué lo hace?

En medio del jardín, Dios ve la soledad del adam y decide proporcionarle una «ayuda adecuada». Modela con arcilla a los animales y a las aves. Se los entrega al ser humano y le pide, de nuevo, colaboración: «todos los seres vivos llevarían el nombre que él les pusiera» (v. 19). En la antigüedad, dar nombre era señal de autoridad sobre lo nombrado. Así pues, con este nuevo don, el único Señor de todo lo creado, comparte su señorío con el ser humano. Un señorío que el adam posee como encargo. Su dominio no es absoluto, sino delegado, copartícipe del proyecto de Dios. Pero ni aun así el ser humano se siente completo, feliz y satisfecho. Ningún animal llevaba el soplo de Dios, con ninguno podía hablar ni esperar una respuesta que le sacara de la soledad.

Leamos Gn 2,21-23 ¿Qué nuevo rostro adopta, entonces, Dios? ¿Qué hace?

i Comprender el matrimonio desde Dios

Por amor, el Dios que antes hizo de jardinero, se convierte ahora en cirujano. Como si de una mesa de operaciones se tratara, hace caer al adam en un hondo sueño (símbolo del misterio profundo que rodeará la relación varón-mujer) y lo divide en dos. Adam es ahora varón (ish) y mujer (ishá). O como señalan algunas traducciones, para que sea más evidente la igualdad y relación entre ambos, varón y varona (v. 23).

Leamos Gn 2,23-24. ¿Qué significa la expresión del ser humano cuando Dios le presenta a la mujer que había formado? ¿Tiene alguna implicación para la dignidad de la mujer?

Un matrimonio no tiene éxito solo si dura, es importante también la calidad... Y por eso hay que mirar al cielo. En el Padrenuestro decimos: «Danos hoy nuestro pan de cada día». El matrimonio puede aprender a rezar así: «Danos hoy nuestro amor de cada día».

Papa Francisco

Mientras el ser humano no encontraba al compañero adecuado entre los animales, ahora descubre que la mujer es parte de sí mismo, «hueso de mis huesos y carne de mi carne». A partir de ahora, el texto bíblico considera al ser humano en su diferencia como varón (ish) y mujer (ishá). Ambos son criaturas de Dios, poseen la misma naturaleza (moldeados de la tierra) e idéntica dignidad y destino. Ambos sexos son iguales. La mujer no fue formada para ser sumisa, ni para quedar anulada por el varón, sino para que caminasen juntos. Diferencia no significa inferioridad, sino complementariedad. Cada uno necesita al otro para alcanzar la más plena humanidad y entregársela al mundo.

En esta línea de bondad y plenitud humana, el pasaje bíblico sitúa la unión esponsal. Leamos Gn 2,24-25.

Dios ha creado al varón y a la mujer para la entrega, y alcanzan su realización en la donación mutua. Por eso, la atracción de los sexos, el deseo de formar una familia dejando la casa de los padres, incluso la relación matrimonial, son elementos que obedecen al proyecto divino. Si leemos detenidamente estos versículos, llama la atención que en ellos se acentúe más la unión entre esposo y esposa («serán los dos una sola carne») que la procreación, más subrayada en el primer relato de creación (Gn 1,28). También es significativa la libertad que mantienen el varón y la mujer ante la propia sexualidad y la del otro: «estaban desnudos, pero no sentían vergüenza» (v. 25). Las relaciones que viven entre ellos, con la creación y con Dios, son plenas, transparentes, nada tienen que ocultarse. Como diría el primer relato de la creación, «vio Dios todo lo que había hecho y todo era muy bueno» (Gn 1,31). Será el pecado el que rompa esta relación con Dios, consigo mismo, con los otros y con la creación. Sin embargo, los creyentes tenemos la esperanza cierta de que Dios, en Jesucristo, hará nuevas todas las cosas (Ap 21,5). Hacia ese futuro caminamos.

HERRAMIENTAS PARA PROFUNDIZAR

«Los dos se hacen uno solo» (Gn 2,4b-8.15.18-25)

jDesde otros pasajes de la Escritura

1. Tras haber reflexionado y comprendido este segundo relato de la creación, leamos el primero (Gn 1-2,4a).

– Observaremos muchos elementos que se repiten, aunque utilizando otro lenguaje: Dios es el origen de la vida, la dignidad del ser humano, etc.

– Ayudados de las notas de la Biblia y de algún comentario sencillo, ¿podemos descubrir algunas diferencias entre ambos relatos? Por ejemplo, la importancia del sábado, el rostro de Dios que refleja, etc.

2. El cuarto evangelio se abre con un prólogo que es una lectura de la historia de la salvación. Habla de la creación desde un punto de vista diferente, pero también con una honda percepción de fe.

Leamos Jn 1,1-14. ¿Qué se dice de Dios, de Jesucristo y de la humanidad?

j Desde el Concilio Vaticano II

La constitución Gaudium et Spes, sobre la Iglesia en el mundo actual, se refiere en la parte II, capítulo I, a la dignidad del matrimonio y la familia. Aunque sería conveniente leer todo el capítulo señalado, referimos aquí un texto del apartado n.º 48, que trata del carácter sagrado del matrimonio y de la familia:

«El marido y la mujer, que por el pacto conyugal ya no son dos, sino una sola carne (Mt 19,6), con la unión íntima de sus personas y actividades se ayudan y se sostienen mutuamente, adquieren conciencia de su unidad y la logran cada vez más plenamente. Esta íntima unión, como mutua entrega de dos personas, lo mismo que el bien de los hijos, exigen plena fidelidad conyugal y urgen su indisoluble unidad».

Comentamos este párrafo a la luz de lo descubierto en esta sesión de lectura creyente.

i Lectura orante

«Los dos se hacen uno solo» (Gn 2,4b-8.15.18-25)

g Nos disponemos

Tomamos la postura adecuada para que nuestro cuerpo nos ayude a dejarnos hacer por el Espíritu. Respiramos lenta y profundamente, abiertos a la Vida que entra en nosotros para transformarnos.

Espíritu Creador, que estuviste presente en el universo antes de que todo fuera hecho, ¡Ven!

Espíritu Creador, que pones paz en los conflictos y luz en toda tiniebla, ¡Ven!

Inúndanos de tu presencia. Ayúdanos a comprender y vivir la palabra que hoy nos dirige el Señor. ¡Ven!

g PROCLAMACIÓN DEL PASAJE: Gn 2,4b-8.15.18-25

g LECTURA. ¿Qué dice el texto?

Tras la proclamación del pasaje, volvemos a leerlo de forma personal, introduciéndonos en la escena. Observo con atención. Permito que la narración me acerque los detalles y el mensaje del texto.

• Me detengo, en primer lugar, en el Dios creador de todo, que existe desde siempre. Enseguida, Dios se vuelve alfarero y moldea al ser humano (adam) de la tierra (adamá). Descubro que el adam es generado de la materia (tierra) y del Espíritu (soplo de Dios). Esa va a ser su grandeza y su debilidad.

• Percibo la fuerza creadora de Dios, que ahora se convierte en jardineroy entrega al ser humano su creación, de modo que reproduzca en ella las condiciones precisas para la fertilidad del suelo. El ser humano, colaborador de Dios, va dando sentido a todos los seres de la naturaleza, poniéndoles nombre; pero la tristeza de quien no tiene a su lado a otro igual le invade.

• Entonces, Dios se vuelve cirujano. Divide al ser humano en dos y los crea varón y mujer. Entre ellos serán compañeros, auxiliares, ambosse apoyarán para llevar adelante la obra creadora de Dios en sí mismos y en el mundo. Cada uno encontrará en el otro la plenitud de sí mismo. Juntos forman una nueva unidad para ellos mismos, para los hijos y para la sociedad.

• Varón y mujer son iguales y diferentes. Si faltara uno de ellos, no habría rostro humano. Si uno domina sobre el otro, se hace daño a sí mismo y a la acción creadora de Dios. En lo más profundo de ambos, de uno y del otro, Dios ha depositado su soplo, su Espíritu.

• Reposo en la situación ideal que propone el pasaje. El ser humano dispone de la creación para realizarse y hacerla crecer. Varón y mujer poseen dignidad, seguridad en sí mismos y en el otro. Ambos son compañeros con un futuro abierto de amor, de posibilidades, de encuentro con Dios y entre sí. Es el proyecto original del Creador.

Tras unos minutos de silencio reflexivo para volver a gustar el pasaje, comparto con el grupo la escena que más me ha impactado, en la que me he detenido, la que he saboreado.

g MEDITACIÓN. ¿Qué dice de mí/nosotros el texto?

Dios nos ha entregado la creación para que la administremos y la hagamos fructificar; nos ha regalado al otro para que juntos crezcamos en el amor entregado y compartido. Dejemos que la Palabra interpele nuestra vida.

Si el narrador del relato se hiciera presente hoy en medio de nuestro grupo...

• Empezaría preguntando si hemos captado los juegos de palabras del pasaje y su sentido profundo: el ser humano (adam) sacado de la tierra (adamá); el varón (ish) y la mujer (ishá) procedentes de un mismo tronco.

¿Cuál es la imagen de ser humano que se desprende del texto? ¿Qué actitudes puedo integrar en mi vida de forma que esta responda, cada vez más, al proyecto originario de Dios sobre el ser humano?

• Recordaría que Dios nos ha entregado el don de la creación, no para que lo utilicemos según nuestro capricho, sino para que la humanidad encuentre un espacio vital para desarrollarse. Aludiría a prácticas poco respetuosas con este don de Dios, pero querría nuestro compromiso.

¿Qué puedo hacer personalmente y en familia para contribuir al cuidado y desarrollo positivo de la creación?

• Querría saber si alguna vez nos hemos detenido a reflexionar sobre la plenitud de posibilidades que representa en la vida de cada uno su cónyuge (mi marido o mi mujer). Nos invitaría a tomarnos hoy tiempo para ello.

¿Qué parte de mí mismo queda fortalecida, sostenida, potenciada, con la ayuda del otro/a? Enumero dos aspectos con los que puedo decir a mi cónyuge:«Has sido un regalo de Dios para mí».

• Nos diría lo evidente: varón y mujer somos diferentes pero complementarios. Ninguno somos más importantes que el otro, ni tenemos mayor responsabilidad por pertenecer a un sexo o a otro. Nada justifica el predominio del varón sobre la mujer, ni el maltrato físico o psicológico, ni la merma de posibilidades laborales. Si una de las partes queda minusvalorada, queda desfigurado el rostro del ser humano.