La huerta de Juan Fernández - Tirso de Molina - E-Book

La huerta de Juan Fernández E-Book

Tirso de Molina

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Beschreibung

La huerta de Juan Fernández de Tirso de Molina es una comedia escrita entre marzo y mayo de 1626. Se public en 1634 en Tortosa, en la tercera parte de las obras del autor, compiladas por su sobrino Francisco Lucas de Ávila. La huerta de Juan Fernández pertenece a las comedias de capa y espada cuyos personajes son caballeros que se baten en duelo y seducen a las damas. De esto se desprende que el galanteo será central en esta comedia, también que el estamento social de los personajes no excederá el de la nobleza y que el desconocimiento o la duda sobre la identidad de los personajes motivarán los acontecimientos. Estos rasgos se presentan en esta comedia de Tirso, donde dos mujeres, Petronila y Tomasa, viajan a la ciudad de Madrid, disfrazadas de hombres —tópico del teatro del Siglo de Oro—, con el objetivo de hallar a dos caballeros, Hernando y Mansilla, quienes, respectivamente, les han prometido desposarlas. La honra de ambas mujeres puede perderse si los dos caballeros no cumplen sus promesas, de ahí que ellas opten por salir a buscarlos para recuperar su estado. Sin embargo, en Madrid don Hernando se enamora de la condesa Laura, con la que también tendrá amores, y olvida la promesa que ha hecho en Sevilla a la madre de Petronila, de tomar por esposa a su hija. El soldado Mansilla tampoco pretende cumplir el juramento realizado a Tomasa mientras no sea capitán, por esta razón, se dedica a hacer méritos con don Hernando.

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Tirso de Molina

La huerta de Juan Fernández

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: La huerta de Juan Fernández.

© 2024, Red ediciones S.L.

e-mail: [email protected]

Diseño de cubierta: Michel Mallard.

ISBN tapa dura: 978-84-1126-224-8.

ISBN rústica: 978-84-9953-224-0.

ISBN ebook: 978-84-9953-223-3.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 7

La vida 7

Personajes 8

Jornada primera 9

Jornada segunda 47

Jornada tercera 83

Libros a la carta 135

Brevísima presentación

La vida

Tirso de Molina (Madrid, 1583-Almazán, Soria, 1648). España.

Se dice que era hijo bastardo del duque de Osuna, pero otros lo niegan. Se sabe poco de su vida hasta su ingreso como novicio en la Orden mercedaria, en 1600, y su profesión al año siguiente en Guadalajara. Parece que había escrito comedias, al tiempo que viajaba por Galicia y Portugal. En 1614 sufrió su primer destierro de la corte por sus sátiras contra la nobleza. Dos años más tarde fue enviado a la Española (actual República Dominicana), regresó en 1618. Su vocación artística y su actitud contraria a los cenáculos culteranos no facilitó sus relaciones con las autoridades. En 1625, el Concejo de Castilla lo amonestó por escribir comedias y le prohibió volver a hacerlo bajo amenaza de excomunión. Desde entonces solo escribió tres nuevas piezas y consagró el resto de su vida a las tareas de la orden.

Personajes

Doña Petronila.

Tomasa.

Don Fernando.

Laura.

Mansilla.

El Conde Galeazo.

Roberto.

Un criado.

Una huéspeda.

Un alguacil.

Marcos, Pablo, mozos de mulas.

Jornada primera

Salen de camino Doña Petronila, vestida de hombre con bota y espuela, y Tomasa por otra puerta como lacayuelo, el capotillo con muchas cintas.

Tomasa Un cuartillo de cebada

le basta y sobra; que, en fin,

es pollino y no rocín.

Doña Petronila ¿Hacéis a Madrid jornada,

gentilhombre? 5

A su servicio.

Doña Petronila ¿De dónde?

Tomasa Hoy salí de Ocaña.

Doña Petronila ¿Vais solo?

Tomasa No me acompaña

sino un jumento, novicio

en la albarda, porque es nuevo,

y anteayer se destetó. 10

Doña Petronila Si tres leguas caminó,

no me parece, mancebo,

que es el pienso suficiente

de un cuartillo.

Tomasa Coma paja.

Doña Petronila Quien no come, no trabaja. 15

Tomasa Como pobre se sustente;

que no tiene de igualarse,

dando ocasión a la gula,

un asno con una mula.

La paja ha de compararse 20

en las bestias con el pan,

la cebada con el queso;

y ya sabéis, según eso,

que es poco el queso que dan.

¿Por qué pensáis vos que España 25

va, señor, tan de caida?

Porque el vestido y comida

su gente empobrece y daña.

Dadme vos que cada cual

comiera como quien es, 30

el marqués como marqués,

como pobre el oficial.

Vistiérase el zapatero

como pide el cordobán,

sin romper el gorgorán 35

quien tiene el caudal de cuero.

No gastara la mulata

manto fino de Sevilla,

ni cubriera la virilla

el medio chapín, de plata. 40

Si el que pasteliza en pelo,

sale a costa del gigote,

el domingo de picote,

y el viernes de terciopelo;

cena el zurrador besugo, 45

y el sastre come lamprea,

y hay quien en la corte vea

como a un señor al verdugo;

¿qué perdición no se aguarda

de nuestra pobre Castilla? 50

El caballo traiga silla,

y el jumento vista albarda;

coma aquél un celemín,

y un cuartillo a esotro den;

porque el jumento no es bien 55

que le igualen al rocín.

Doña Petronila No os han de faltar molestias,

si no templáis ese humor,

y os pudrís reformador,

comenzando por las bestias. 60

¿Quién diablos os mete a vos,

tan mozo, en esos pesares?

Los vestidos y manjares

comunes los hizo Dios.

Tomasa Engañáisos.

Doña Petronila ¿Qué me engaño? 65

Tomasa Perdonadme esta simpleza.

¿Por qué hizo naturaleza

el tabí, la seda, el paño,

la holanda, el cambray, y estopa,

distintos al tacto y vista? 70

Porque cada cual se vista

según su estado la ropa.

Dentro de una misma especie

hallaréis que el universo

hizo su manjar diverso, 75

de que cada cual se precie.

El racimo moscatel

y albillo, que al noble pinta;

la cepa jaén y tinta

para el que rompe buriel. 80

El noble melocotón,

que deleita al caballero,

con el durazno grosero

para los que no lo son,

la amacena regalada, 85

que el delicado conozca,

la chabacana, más tosca,

para el pobre dedicada.

Ofrece una misma granja,

en fe d’esta distinción, 90

para el príncipe el limón,

para el no tal la naranja.

En el campo y el vergel

la primavera arrebola

para el pastor la amapola, 95

para la dama el clavel.

El jazmín que al muro sobre,

y al rico aromas derrama,

al oficial la retama,

tomillo y romero al pobre. 100

Pues ¿por qué, ¡cuerpo de tal!,

si hizo el cielo distinción

del abadejo y salmón,

no comerá el oficial

aquel que importa a su esfera? 105

Y el pobre jornal que saca

paciendo para él la vaca,

¿ha de gastarse en ternera?

Están los hombres perdidos.

No lo entiendo, vive Dios. 110

Doña Petronila Ya se labra para vos

Hospital de los podridos.

Dejáos d’eso, por mi vida;

que aunque con sal reprehendéis,

imposibles pretendéis. 115

Mientras guisan la comida

en esa venta, y mi mesa

alegráis, a que os convido,

si lo que muestra el vestido

vuestra inclinación profesa, 120

decidme de quién sois paje.

Tomasa Hélo sido de jineta

de un capitán que sujeta

la voluntad a mi ultraje.

Alojóse en mi lugar, 125

(Cabañas de Yepes es)

estuvo en Ocaña un mes;

procuréle regalar

en mi casa labradora,

y el hospedaje pagó 130

en que d’ella nos llevó

una hermana que le adora.

Doña Petronila Paga siempre ansí el soldado.

Tomasa Salí ofendido tras él,

quejándome, y el crüel 135

dejóme a un olivo atado.

Sé que en la corte ha de estar,

y voy a darle noticia

al rey, y a pedir justicia.

Doña Petronila Fácil la vendréis a hallar; 140

que la que a Madrid gobierna

no sufre burlas agora.

Buscaréis la labradora,

con plumas y galas tierna,

y entre tanto, si queréis 145

servirme, estaréis conmigo.

Tomasa Por lo desbarbado, digo

(Señálase la barba.) que igual elección hacéis.

Vuestro soy desde este día,

que engendra la semejanza 150

amor, y tengo esperanza

de que en vuestra compañía

tengo de hallar buen despacho

del agravio que recelo.

Ya soy vuestro lacayuelo, 155

a lo aragonés, regacho.

Mudad, señor, en tú el vos;

que el vos en los caballeros

es bueno para escuderos.

Doña Petronila Donaire tienes, por Dios. 160

Tomasa ¡Oh! Pues veréis maravillas,

y sabréis historias largas.

Doña Petronila ¿Es tu nombre?

Tomasa Hasta aquí, Bargas.

Pero para vos, Barguillas.

¿Y el vuestro?

Doña Petronila Don Gómez.

Tomasa ¡Bravo! 165

¿La patria?

Doña Petronila Jaén.

Tomasa Mejor.

Seréis hombre de valor.

Doña Petronila Téngole, mas no me alabo.

Tomasa ¿Y a qué a la corte venís?

Doña Petronila A casarme.

Tomasa No lo apruebo. 170

Doña Petronila ¿Por qué?

Tomasa Porque, apenas güevo

de la cáscara salís,

y ya aspiráis para gallo.

Nazcan las plumas primero;

probad a Madrid soltero, 175

quizá después de proballo

mudaréis de parecer.

Doña Petronila Llámame un suegro hacendado,

con un ángel que pintado,

aunque le nombran mujer, 180

en belleza es superior.

Tomasa Renegad de quien tal pinta;

diz que hay ángeles en cinta

en ese lugar, señor.

Como está Madrid sin cerca 185

a todo gusto da entrada;

nombre hay de Puerta Cerrada,

mas pásala quien se acerca.

Doncella y corte son cosas

que implican contradicción. 190

Doña Petronila ¿Malicioso?

Tomasa Y con razón.

Las ciruelas más sabrosas,

mientras con su flor se están,

en el árbol se aseguran;

pero al momento maduran 195

que a la banasta las dan.

Una doncella en su casa,

ciruela en el árbol es,

que a veces, de treinta y tres,

es con flor, ciruela pasa. 200

Pero en Madrid no hay ninguna

que sea lo que parece,

porque, en naciendo, se mece

en un coche en vez de cuna,

con que a madurarse basta, 205

cochizando de día y noche;

que, en fin, doncellas en coche

son ciruelas en banasta.

Doña Petronila Y vos un grande bellaco.

Mucho os tengo de querer, 210

vamos agora a comer.

Tomasa Si yo de Madrid os saco,

madrigado entendimiento

me prometo.

Doña Petronila Dad cebada

sin tasa en esta jornada, 215

Bargas, al pobre jumento;

que en llegando a Valdemoro,

le venderéis, y allí habrá

mula en que vais.

Tomasa Comprará

quien le ferie un asno de oro 220

como el que Apuleyo pinta.

Doña Petronila ¿Cómo?

Tomasa Sabe caminar,

siendo jumento, y callar,

que es gracia de otros distinta.

Que el jumento no merece 225

nombre de tal, si se halla

d’este humor, pues mientras calla

el necio, no lo parece;

y hay otros mil que procuran

cobrar nombre de discretos, 230

que contra ajenos defectos

rebuznan cuando murmuran.

¡Qué d’ellos ocupan sillas,

dignos de albardas!

Doña Petronila Comamos.

Tomasa Lampiño don Gómez, vamos. 235

Doña Petronila Sígame, señor Barguillas.

(Vanse.)

(Salen Don Hernando, de jardinero y Laura, condesa de dama.)

Don Hernando Permitid, Laura mía

que mis sabrosos males,

d’estas flores haciendo tribunales,

sitial y trono d’esta fuente fría, 240

formen de vos querellas,

y os digan mis agravios,

vos la acusada, los testigos ellas;

serviránle de labios,

estos claveles bellos, 245

quejándose de vos por todos ellos.

Tres meses los sayales

en esta huerta, de Madrid recreo

me ofrecen bienes y me ferian males.

Jardinero de amor por vos me veo 250

vestido de esperanzas,

que en tristes dilaciones

se engolfan, por recelos de mudanzas,

de quimeras de amor, de suspensiones; 255

y apenas descubierto

de lejos miro el puerto,

cuando vientos contrarios se resuelven

a perseguirme, y a engolfarme vuelven;

porque el amor que mi lealtad conoce,

la playa llegue a ver, y no la goce. 260

Heredé de mi patria las desdichas

que significa el nombre

que le dio el fundador suyo primero;

Málaga la llamó, porque me asombre,

pues comenzando en mal, no tendrá dichas 265

quien es de las desgracias heredero.

Di muerte a un caballero

por celos de una dama;

temí a los ofendidos;

partíme a Italia por cohechar olvidos; 270

amparóme el de Feria, cuya fama,

digna de eternizarse entre pinceles,

vuela, con plumas no, mas con laureles.

Servíle capitán de infantería,

y Marte, fuego que el de amor enfría, 275

favorable conmigo

hizo a Milán testigo

de que aunque solo, ausente y desdeñado,

salí, si amante no, feliz soldado.

Acabóse la guerra, 280

publicóse la paz en el Piamonte;

llamábame mi tierra,

fue forzoso, mudando su horizonte,

pretender en Madrid premios debidos

al riesgo de dos años. 285

Saqué papeles bien favorecidos

del duque; mas pagaron desengaños

hazañas; que a los fieles

se les vuelven mortajas los papeles.

Nombróme camarada 290

Pompeyo, vuestro tío, en la jornada

a que le dio motivo vuestro pleito;

díjome que, aunque deudo, os competía

(en contar mis desdichas me deleito),

porque al condado justa acción tenía, 295

que en Valencia del Po, por sucesora

de vuestro padre, vuestro nombre adora.

Llegamos a esta corte,

de quien sois el Apolo, el alba, el norte; 300

supimos que esta quinta,