El vergonzoso en Palacio - Tirso de Molina - E-Book

El vergonzoso en Palacio E-Book

Tirso de Molina

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Beschreibung

Sumérgete en la corte de intrigas y secretos de "El vergonzoso en Palacio", la brillante comedia escrita por Tirso de Molina que destila humor, romance y enredos a cada paso. En esta cautivadora obra teatral, los pasillos del palacio se convierten en el escenario de un juego de máscaras donde la astucia y la pasión se entrelazan en un torbellino de situaciones hilarantes.

Desde el instante en que el protagonista, don Fabio, decide ocultar su verdadera identidad para explorar el mundo palaciego como un criado, los cimientos de la comedia se afianzan. Las situaciones cómicas se despliegan como abanicos, revelando malentendidos y enredos dignos de las más audaces telenovelas. La tensión entre lo público y lo privado, lo que se oculta y lo que se muestra, crea una danza cautivadora de secretos y revelaciones que mantienen a la audiencia en vilo.

Tirso de Molina teje una trama magistral, llena de diálogos ingeniosos y personajes vibrantes que saltan del escenario con una vitalidad contagiosa. A medida que los enamorados intentan sortear las dificultades y los celos, la comedia se transforma en un torbellino de emociones humanas en su estado más puro. Los equívocos y las artimañas destapan verdades y pasiones ocultas, creando una paleta de colores emocionales que va desde la risa desenfrenada hasta la dulce melancolía.

"El vergonzoso en Palacio" es una oda a la naturaleza humana y sus sutilezas, explorando cómo las máscaras que usamos pueden llevarnos a descubrir nuestra verdadera esencia. Tirso de Molina nos sumerge en un mundo de ambigüedad, donde las identidades se confunden y las pasiones laten bajo la superficie. A medida que los personajes se enredan en una maraña de secretos y deseos, nos recuerda que la comedia es el reflejo del alma humana en todas sus luces y sombras.

Prepárate para reír, suspirar y emocionarte con "El vergonzoso en Palacio". En esta obra maestra del teatro, las máscaras caen y las verdades emergen en un torbellino de emociones, recordándonos que el amor, la astucia y la risa son los hilos que tejen la trama de nuestras vidas.

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EL VERGONZOSO EN PALACIO

Tirso de Molina

 

PERSONAJES

Acto I

Acto II

Acto III

 

PERSONAJES

EL DUQUE DE AVERO.

DON DUARTE, conde de Estremoz.

DOS CAZADORES.

FIGUEREDO, criado.

TARSO, pastor.

MELISA, pastora.

DORISTO, alcalde.

MIRENO, pastor.

LARISO, pastor.

DENIO, pastor.

RUY LORENZO, secretario.

VASCO, lacayo.

DOÑA JUANA.

DOÑA MADALENA.

DON ANTONIO.

DOÑA SERAFINA.

UN PINTOR.

LAURO, viejo, pastor.

BATO, pastor.

UN TAMBOR.

La escena es en Avero y en sus cercanías.

Acto I

 

Salen el DUQUE DE AVERO, viejo, y el CONDE DE ESTREMOZ, de caza.

DUQUE

De industria a esta espesura retirado

vengo de mis monteros, que siguiendo

un jabalí ligero, nos han dado

el lugar que pedís; aunque no entiendo

con qué intención, confuso y alterado, 5

cuando en mis bosques festejar pretendo

vuestra venida, conde don Duarte,

dejáis la caza por hablarme aparte.

CONDE

Basta el disimular; sacá el acero,

que, ya olvidado, os comparaba a Numa; 10

que el que desnudo veis, duque de Avero,

os dará la respuesta en breve suma.

De lengua al agraviado caballero

ha de servir la espada, no la pluma,

que muda dice a voces vuestra mengua. 15

(Echan mano.)

DUQUE

Lengua es la espada, pues parece lengua;

y pues con ella estáis, y así os provoca

a dar quejas de mí, puesto que en vano,

refrenando las lenguas de la boca,

hablen solas las lenguas de la mano, 20

si la ocasión que os doy (que será poca

para ese enojo poco cortesano),

a que primero le digáis no os mueve;

pues mi valor ningún agravio os debe.

CONDE

¡Bueno es que así disimuléis los daños 25

que contra vos el cielo manifiesta!

DUQUE

¿Qué daños, conde?

CONDE

Si en los largos años

de vuestra edad prolija, agora apresta,

duque de Avero, excusas, no hay engaños

que puedan convencerme; la respuesta 30

que me pedís ese papel la afirma

con vuestro sello, vuestra letra y firma.

 

(Arrójale.)

Tomadle, pues es vuestro; que el criado

que sobornastes para darme muerte

es, en lealtad, de bronce, y no ha bastado 35

vuestro interés contra su muro fuerte.

Por escrito mandastes que en mi estado

me quitase la vida, y, desta suerte,

no os espantéis que diga, y lo presuma,

que, en vez de espada, ejercitáis la pluma. 40

DUQUE

¡Yo mandaros matar!

CONDE

Aqueste sello,

¿no es vuestro?

DUQUE

Sí.

CONDE

¿Podéis negar tampoco

aquesa firma? Ved si me querello

con justa causa.

DUQUE

¿Estoy despierto o loco?

CONDE

Leed ese papel; que con leello 45

veréis cuán justamente me provoco

a tomar la venganza por mis manos.

DUQUE

¿Qué enredo es éste, cielos soberanos?

 

(Lee el DUQUE la carta.)

«Para satisfacción de algunos agravios,

que con la muerte del conde de Estremoz 50

se pueden remediar, no hallo otro medio

mejor que la confianza que en vos

tengo puesta; y para que salga verdadera,

me importa, pues sois su camarero, seáis

también el ejecutor de mi venganza; cumplidla,55

y veníos a mi estado; que en él

estaréis seguro, y con el premio que merece

el peligro a que os ponéis por mi

causa. Sírvaos esta carta de creencia, y

dádsela a quien os la lleva, advirtiendo 60

lo que importa la brevedad y el secreto.

De mi villa de Avero, a 12 de marzo de

1400 años. - EL DUQUE.»

CONDE

No sé qué injuria os haya jamás hecho

la casa de Estremoz, de quien soy conde, 65

para degenerar del noble pecho

que a vuestra antigua sangre corresponde.

DUQUE

Si no es que algún traidor ha contrahecho

mi firma y sello, falso, en quien se esconde

algún secreto enojo, con que intenta 70

con vuestra muerte mi perpetua afrenta,

vive el cielo, que sabe mi inocencia,

y conoce al autor deste delito,

que jamás en ausencia o en presencia,

por obra, por palabra o por escrito, 75

procuré vuestro daño; a la experiencia,

si queréis aguardarla, me remito;

que, con su ayuda, en esta misma tarde

tengo de descubrir su autor cobarde.

Confieso la razón que habéis tenido; 80

y hasta dejaros, conde, satisfecho,

que suspendáis el justo enojo os pido,

y soseguéis el alterado pecho.

CONDE

Yo soy contento, duque; persuadido

me dejáis algún tanto.

DUQUE

 

(Aparte.)

Yo sospecho 85

quién ha sido el autor de aqueste insulto

que con mi firma y sello viene oculto;

pero antes de que dé fin hoy a la caza,

descubriré quién fueron los traidores.

(Salen dos cazadores.)

CAZADOR 1.º

¡Famoso jabalí!

CAZADOR 2.º

Dímosle caza, 90

y, a pesar de los perros corredores,

hicieron sus colmillos ancha plaza,

y escapóse.

DUQUE

Estos son mis cazadores.

Amigos...

CAZADOR 1.º

¡Oh, señor!

DUQUE

No habréis dejado

a vida jabalí, corzo o venado. 95

¿Hay mucha presa?

CAZADOR 2.º

Habrá la suficiente

para que tus acémilas no tornen

vacías.

DUQUE

¿Qué se ha muerto?

CAZADOR 2.º

Más de veinte

coronados venados, porque adornen

las puertas de palacio con su frente, 100

y porque en ellos, cuando a Avero tornen,

originales vean sus traslados,

quien en figuras de hombres son venados;

tres jabalíes y un oso temerario,

sin la caza menor, porque esa espanta. 105

DUQUE

Mátase en este bosque de ordinario

gran suma della.

CAZADOR 1.º

No hay mata ni planta

que no la críe.

(Sale FIGUEREDO.)

FIGUEREDO

 

(Aparte.)

¡Oh falso secretario!

DUQUE

¿Qué es esto? ¿Dónde vas con prisa tanta?

FIGUEREDO

¡Gracias a Dios, señor, que hallarte puedo! 110

DUQUE

¿Qué alboroto es aqueste, Figueredo?

FIGUEREDO

Una traición habemos descubierto

que por tu secretario aleve urdida,

al conde de Estremoz hubiera muerto,

si llegara la noche.

CONDE

¿A mí?

FIGUEREDO

La vida 115

me debéis, conde.

CONDE

 

(Aparte.)

Ya la causa advierto

de su enojo y venganza mal cumplida.

Engañé la hermosura de Leonela,

su hermana, y, alcanzada, despreciéla.

DUQUE

¡Gracias al cielo, que por la justicia 120

del inocente vuelve! Y ¿de qué suerte

se supo la traición de su malicia?

FIGUEREDO

Llamó en secreto un mozo pobre y fuerte,

y, como puede tanto la codicia,

prometióle, si al conde daba muerte, 125

enriquecerle; y, para asegurarle,

dijo que tú, señor, hacías matarle.

Pudo el vil interés manchar su fama;

aquesta noche prometió, en efeto,

cumplillo; mas amaba, que es quien ama 130

pródigo de su hacienda y su secreto.

Dicen que suele ser potro la cama

donde hace confesar al más discreto

una mujer que da a la lengua y boca

tormento, no de cuerda, mas de toca. 135

Declaróla el concierto que había hecho,

y encargóla el secreto; mas como era

el huésped grande, el aposento estrecho,

tuvo dolores hasta echalle fuera.

Concibió por la oreja; parió el pecho 140

por la boca, y fue el parto de manera

que, cuando el sol doraba el mediodía,

ya toda Avero la traición sabía.

Prendió al parlero mozo la justicia,

y Ruy Lorenzo huyó con un criado, 145

cómplice en las traiciones y malicia,

que el delincuente preso ha confesado.

Desto te vengo a dar, señor, noticia.

DUQUE

¿Veis, conde, cómo el cielo ha averiguado

todo el caso, y mi honra satisfizo? 150

Ruy Lorenzo mi firma contrahizo.

Averiguar primero las verdades,

conde, que despeñarse, fue prudencia

de sabias y discretas calidades.

CONDE

No sé qué le responda a vueselencia; 155

sólo que, de un ministro, en falsedades

diestro, pudo causar a mi impaciencia

el engaño que agora siento en suma;

mas, ¿qué no engañará una falsa pluma?

DUQUE

Yo miraré desde hoy a quién recibo 160

por secretario.

CONDE

Si el fiar secretos

importa tanto, ya yo me apercibo

a elegir más leales que discretos.

DUQUE

Milagro, conde, fue dejaros vivo.

CONDE

La traición ocasiona estos efetos: 165

huyó la deslealtad, y la luz pura

de la verdad, señor, quedó segura.

¡Válgame el cielo! ¡Qué dichoso he sido!

DUQUE

Para un traidor que en esto se desvela,

todo es poco.

CONDE

Perdón humilde os pido. 170

DUQUE

A cualquiera engañara su cautela;

disculpado estáis, conde.

CONDE

 

(Aparte.)

Aquesto ha urdido

la mujeril venganza de Leonela;

pero importa que el duque esté ignorante

de la ocasión que tuvo, aunque bastante. 175

DUQUE

Pésame que el autor de aqueste exceso

huyese. Pero vamos; que buscalle

haré de suerte que, al que muerto o preso

le trujere, prometo de entregalle

la hacienda que dejó.

CAZADOR 2.º

Si ofreces eso 180

no habrá quien no le siga.

DUQUE

Verá dalle

todo este reino un ejemplar castigo.

CONDE

La vida os debo; pagaréla, amigo.

(Vanse.)

(Salen TARSO y MELISA, pastores.)

MELISA

¿Así me dejas, traidor?

TARSO

Melisa: domá otros potros; 185

que ya no me hace quillotros

en el alma vueso amor.

Con la ausencia de medio año

que ha que ni os busco ni os veo,

curó el tiempo mi deseo, 190

la enfermedad de un engaño.

Dándole a mis celos dieta,

estoy bueno poco a poco;

ya, Melisa, no so loco,

porque ya no so poeta. 195

¡Las copras que a cada paso

os hice! ¡Huego de Dios

en ellas, en mí y en vos!

¡Si de subir al Parnaso

por sus musas de alquiler 200

me he quedado despeado!

¡Qué de nombres que os he dado

luna, estrella, locifer...!

¿Qué tenéis bueno, Melisa,

que no alabase mi canto? 205

Copras os compuse al llanto,

copras os hice a la risa,

copras al dulce mirar,

al suspirar, al toser,

al callar, al responder, 210

al asentarse, al andar,

al branco color, al prieto,

a vuesos desdenes locos,

al escopir, y a los mocos

pienso que os hice un soneto. 215

Ya me salí del garlito

do me cogistes, par Dios;

que no se me da por vos,

ni por vueso amor, un pito.

MELISA

¡Ay Tarso, Tarso, en efeto 220

hombre, que es decir olvido!

¿Que una ausencia haya podido

hacer perderme el respeto

a mí, Tarso?

TARSO

A vos, y a Judas.

Sois mudable: ¿qué queréis, 225

si en señal deso os ponéis

en la cara tantas mudas?

MELISA

Así, mis prendas me torna,

mis cintas y mis cabellos.

TARSO

¿Luego pensáis que con ellos 230

mi pecho o zurrón se adorna?

¡Qué boba! Que a estar yo ciego

trujera conmigo el daño.

Ya, Melisa, habrá medio año

que con todo di en el huego. 235

Cabellos que fueron lazos

de mi esperanza crueles,

listones, rosas, papeles,

baratijas y embarazos,

todo el huego lo deshizo, 240

porque hechizó mi sosiego;

pues suele echarse en el huego,

porque no empezca, el hechizo.

Hasta el zurrón di a la brasa

do guardé mis desatinos; 245

que por quemar los vecinos

se pega huego a la casa.

MELISA

¿Esto he de sufrir? ¡Ay, cielo!

 

(Llora.)

TARSO

Aunque lloréis un diluvio;

tenéis el cabello rubio, 250

no hay que fiar dese pelo.

Ya os conozco, que sois fina.

¡Pues no me habéis de engañar,

par Dios, aunque os vea llorar

los tuétanos y la orina! 255

MELISA

¡Traidor!

TARSO

¡Verá la embinción!

Enjugad los arcaduces;

que hacéis el llanto a dos luces

como candil de mesón.

MELISA

Yo me vengaré, cruel. 260

TARSO

¿Cómo?

MELISA

Casándome, ingrato.

TARSO

Eso es tomar el zapato,

y daros luego con él.

MELISA

Vete de aquí.

TARSO

Que me place.

MELISA

¿Que te vas desa manera? 265

TARSO

¿No lo veis? Andando.

MELISA

Espera.

¿Mas que sé de dónde nace

tu desamor?

TARSO

¿Mas que no?

MELISA

Celillos son de Mireno.

TARSO

¿Yo celillos? ¡Oh, que bueno! 270

Ya ese tiempo se acabó.

Mireno, el hijo de Lauro,

a quien sirvo, y cuyo pan

como, es discreto y galán,

y como tal le restauro 275

vuestro amor; mas yo le miro

tan libre, que en la ribera

no hallaréis quien se prefiera

a hacelle dar un suspiro.

Trújole su padre aquí 280

pequeño, y bien sabéis vos

que murmuran más de dos,

aunque vive y anda así,

que debajo del sayal

que le sirve de corteza 285

se encubre alguna nobleza

con que se honra Portugal.

No hay pastor en todo el Miño

que no le quiera y respete,

ni libertad que no inquiete 290

como a vos; mas ved qué aliño,

si la muerte hacelle quiso

tan desdeñoso y cruel,

que hay dos mil Ecos por él

de quien es sordo Narciso. 295

Como os veis dél despreciada,

agora os venís acá;

mas no entraréis; porque está

el alma a puerta cerrada.

MELISA

En fin: ¿no me quieres?

TARSO

No. 300

MELISA

Pues, para ésta, de un ingrato,

que yo castigue tu trato.

TARSO

¿Castigarme a mí vos?

MELISA

Yo:

presto verás, fementido,

si te doy más de un cuidado; 305

que nunca el hombre rogado

ama como aborrecido.

TARSO

Bueno.

MELISA

Verás lo que pasa:

celos te dará un pastor;

que, cuando se pierde amor, 310

ellos le vuelven a casa.

 

(Vase.)

TARSO

¿Sí? Andad. Échome a temer

alguna burla, aunque hablo;

que no tendrá miedo al diablo

quien no teme a una mujer. 315

(Sale MIRENO, pastor.)

MIRENO

¿Es Tarso?

TARSO

¡Oh, Mireno! Soy

tu amigo fiel, si este nombre

merece tener un hombre

que te sirve.

MIRENO

Todo hoy

te ando a buscar.

TARSO

Melisa 320

me ha detenido aquí un hora;

y cuanto más por mí llora,

más me muero yo de risa.

Pero ¿qué hay de nuevo?

MIRENO

Amigo:

la mucha satisfacción 325

que tengo de tu afición

me obliga a tratar contigo

lo que, a no quererte tanto,

ejecutara sin ti.

TARSO

De ver que me hables así, 330

por ser tan nuevo, me espanto.

Contigo, desde pequeño,

me crió Lauro, y aunque,

según mi edad, ya podré

gobernar casa y ser dueño, 335

quiero más, por el amor

que ha tanto que te he cobrado,

ser en tu casa criado,

que en la mía ser señor.

MIRENO

En fe de haber descubierto 340

mi experiencia que es así,

y hallar, Tarso, ingenio en ti,

puesto que humilde, despierto,

pretendo, en tu compañía

probar si, hasta donde alcanza 345

la barra de mi esperanza,

llega la ventura mía.

Mucho ha que me tiene triste

mi altiva imaginación,

cuya soberbia ambición 350

no sé en qué estriba o consiste.

Considero algunos ratos

que los cielos, que pudieron

hacerme noble, y me hicieron

un pastor, fueron ingratos; 355

y que, pues con tal bajeza

me acobardo y avergüenzo,

puedo poco, pues no venzo

mi misma naturaleza.

Tanto el pensamiento cava 360

en esto, que ha habido vez

que, afrentando la vejez

de Lauro, mi padre, estaba

por dudar si soy su hijo