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En La joya de las montañas Tirso de Molina relata la historia de Orosia, princesa de Bohemia que sufrió martirio a manos de los musulmanes y se convirtió, a raíz de ello, en patrona de Jaca. El obispo Arcisclo se presenta en la corte de Bohemia con el propósito de pedir la mano de Orosia para Fortún Garcés, príncipe de Aragón. El obispo narra la pérdida de España y cómo el islám se extiende por el país. La princesa acepta inspirada por un ángel pero es apresada por los musulmanes y pretendida por uno de sus oficiales. Al final de La joya de las montañas Orosia prefiere el martirio antes que someterse a hombres de otra religión.
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Seitenzahl: 79
Veröffentlichungsjahr: 2010
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Tirso de Molina
La joya de las montañas
Barcelona 2024
Linkgua-ediciones.com
Título original: La joya de las montañas.
© 2024, Red ediciones S.L.
e-mail: [email protected]
Diseño de cubierta: Michel Mallard.
ISBN rústica: 978-84-9816-510-4.
ISBN ebook: 978-84-9953-227-1.
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
Créditos 4
Brevísima presentación 7
La vida 7
El martirio y el Islám 7
Personajes 8
Jornada primera 9
Jornada segunda 49
Jornada tercera 87
Libros a la carta 127
La vida
Tirso de Molina (Madrid, 1583-Almazán, Soria, 1648). España.
Se dice que era hijo bastardo del duque de Osuna, pero otros lo niegan. Se sabe poco de su vida hasta su ingreso como novicio en la Orden mercedaria, en 1600, y su profesión al año siguiente en Guadalajara. Parece que había escrito comedias y por entonces viajó por Galicia y Portugal. En 1614 sufrió su primer destierro de la corte por sus sátiras contra la nobleza. Dos años más tarde fue enviado a la Hispaniola (actual República Dominicana) y regresó en 1618. Su vocación artística y su actitud contraria a los cenáculos culteranos no facilitó sus relaciones con las autoridades. En 1625, el Concejo de Castilla lo amonestó por escribir comedias y le prohibió volver a hacerlo bajo amenaza de excomunión. Desde entonces solo escribió tres nuevas piezas y consagró el resto de su vida a las tareas de la orden.
El martirio y el Islám
El obispo Arcisclo se presenta en la corte de Bohemia con el propósito de pedir la mano de Eurosia para Fortunio Garcés, príncipe de Aragón.
El obispo relata allí cómo el Islám se extiende por España. La princesa acepta inspirada por un ángel pero es apresada por los musulmanes y pretendida por uno de sus oficiales. Al final de la pieza Eurosia prefiere el martirio antes que someterse a hombres de otra religión.
El rey de Aragón
El príncipe, Fortunio Garcés
El conde de Aznar
Mosquete, gracioso
Leonor, dama
Laura, criada
Un Ángel
Eurosia, princesa de Bohemia
Cornelio, príncipe
Arcisclo, obispo
Bodoque, lacayo
Atanael, capitán moro
Tarife, moro
Mecot, moro
(Salen Eurosia y Bodoque.)
Bodoque Yo lo pensaré despacio.
Eurosia Tu desatención me admira.
¿No basta que yo te ruego?
Bodoque Sí, señora; mas —¡por vida
de Bodoque!— que a cualquiera
que tiene ley conocida,
no pasando a mejorar,
el mudar le hará cosquillas.
Eurosia El mejorar en la ley
es verdad bien clara y limpia,
y pues razones no bastan
a postrar tu rebeldía,
basta ver que todo el pueblo
y aun el reino lo confirma,
pues que ya desengañada
de la ciega idolatría,
toda Bohemia promete,
con inspiración divina,
seguir a Cristo; ¿y tú sola
con tan dañosa porfía
quieres resistirte,
necio, a tan soberana dicha?
Bodoque Ya estuviera convertido
si no por aquella lista
de los mandamientos.
Eurosia ¿Cómo?
¿Tanta gente convertida
no te mueve?
Bodoque No muy mucho,
porque mi abuela decía
que de espacio se arrepiente
quien se determina aprisa.
Eurosia ¿Es posible que no bastan
tantas pláticas divinas
de Metodio a convertirte?
Bodoque Sí, señora; mas las tripas
me dicen que no importa
seguir aquella doctrina
que me obligará a ayunar.
Eurosia Esta ley es tan benigna
que solo obliga a quien puede
abstenerse algunos días
de alimentarse a deshora;
y quien con acierto mira
las cosas de Dios, bien puede
experimentar debidas
abstinencias en la ley
para conseguir la dicha
de ser amado de Dios.
Bodoque Harto bien me solicita;
mas agora, muerto de hambre,
que no he comido en dos días,
¿cómo quiere que yo crea
en ayunos, aunque diga
que son buenos, si, al contrario,
conozco por mi desdicha
que los días que no como
no tengo más malos días?
Eurosia ¡Qué mal entiendes, Bodoque,
de aquella esencia infinita
los impulsos soberanos!
La gula solo apadrinas
para estorbo a tantas luces
de católicas doctrinas.
¿No has oído en el sermón
las historias repetidas
de tantas dichosas almas
que con esta fe divina
de la gracia resplandecen,
fulgentes rayos de Cintia,
en el cielo?
Bodoque No me acuerdo.
Eurosia ¡Qué neciamente te olvidas!
Bodoque ¡Si siempre me da el sermón
un sueño tan sin medida!
Yo pienso dar en letargo
si mucho más me predica.
Eurosia ¿A dormir vas al sermón?
Tu necedad me lastima.
Bodoque Señora, con eso cumplo
con lo que el sermón decía,
que en latín, si no me engaño,
como a quien se lo entendía,
me dijo, dormite jam,
y fue en mí moción tan viva,
que me convertí al instante,
pues todo el sermón dormía.
Eurosia Tus necedades me cansan,
y pues tan necio porfías
en resistirte a mis ruegos,
yo haré que mi padre siga
mi parecer y te saque
(Aparte.) de palacio. (¡Luz divina,
no neguéis vuestro esplendor
a quien mi amor solicita!)
Bodoque Ya parece que acá dentro
me están convirtiendo aprisa.
Eurosia De Dios fío este favor;
un poquito te retira,
que a solas quiero quedarme.
Bodoque Bien está; mas, tripas mías,
si a la cocina llegare
no tendréis muy mala vida.
(Vase. Saca Eurosia un retrato de un crucifijo, que tendrá en el pecho.)
Eurosia ¡Divina luz de mis ojos,
alumbrad los corazones
que están haciendo baldones
de vuestra ley; y en despojos
de sus vencidos arrojos,
con la debida humildad
os doy mi virginidad,
y con entera afición,
alma, vida y corazón,
con pureza y castidad!
(Sale Bodoque corriendo y comiendo un pedazo de carne.)
Bodoque Señora, que viene allí
vuestro hermano en compañía
del obispo de Lusacia.
Eurosia ¿Qué querrá su señoría?
¡Oh, quién pudiera, Bodoque,
diferir esta visita!
Bodoque Deben de querer comer,
que está a punto la comida.
Eurosia ¿Qué es esto? Sucio, asqueroso,
¿carne comes este día?
Bodoque Señora, que no la como.
Eurosia ¿No sabes que está prohibida
por la iglesia?
Bodoque Sí, señora;
mas acá dentro, en las tripas,
tengo un rincón donde guardo
esta poca fiambrería
para alguna colación.
Eurosia ¡Ah, qué necia es tu porfía!
(Salen Arcisclo, obispo, y Cornelio.)
Arcisclo ¡Con qué espíritu y fervor
el predicador inclina
las almas con santo celo
a proseguir la divina
carrera de la virtud!
Cornelio Es Metodio quien aspira
a la salvación del alma
desterrando idolatrías
que en toda Bohemia andaban,
y con eso se ejercita
a dar en pláticas santas
el fruto de su doctrina.
Arcisclo A la princesa he de hablar
y deseo que reciba
con cariño la embajada
sola, en vuestra compañía.
Cornelio El cuarto de Eurosia es éste,
y mi hermana la que miran
como enojada mis ojos.
Sin duda estará ofendida
de vernos aquí, que pasa
en virtud tan fuera mida,
que el retiro la recata
o el recato la retira;
pero en conociendo, creo,
hoy a vuestra señoría,
reconocerá dichosa
lograr tan buena visita.
¿Hermana Eurosia?
Arcisclo ¿Cornelio?
Cornelio Dios te guarde, hermana mía.
Nuestro tío es quien desea,
así Dios se lo permita,
hablar con los dos de espacio.
Eurosia La obediencia solicita
corresponder cariñosa
en ocasión tan precisa.
Bodoque (Aparte.) (Algún sermoncito habrá;
mala la verán mis tripas
si esto dura tanto o cuanto.)
Arcisclo Escucha, hermosa sobrina,
que, pues estamos a solas,
antes que otra compañía
sea de la atención estorbo,
deseo darte noticia
de algunas cosas que a todos
nos han de ser de alegría.
Eurosia ¡Ay, señor, válgame el cielo!
Nunca mi Dios me permita
la menor inobediencia;
solo quisiera este día
servir al suelo de alfombra
por las plantas que le pisan.
Arcisclo Estimo vuestra humildad.
Eurosia Ser vuestra esclava es gran dicha
Arcisclo Esclavitudes hay nobles
que ensalzan a los que humillan.
Bodoque (Aparte.) (Esto se anda en cumplimientos,
y lleve el diablo sus vidas
si el obispo no anda a caza
de alguna sobrada mitra.)
Arcisclo Importa que ese criado
se vaya.
Bodoque (Aparte.) (¡Qué brava risa!
¿Cuánto me dará que vaya
y no vuelva acá en mi vida?)
Cornelio Señor, éste es un criado
que desde su niñez misma
ha vivido en el palacio
de mi padre y es la risa
de toda la corte, y pienso,
según acá se imagina,
que por ser poco constante
en lo poco a que se inclina,
y haberse vuelto cristiano,
hoy mi hermana solicita
tenerle consigo siempre,
por lo poco que en él fía.
Arcisclo Pues quede acá, que no importa,
que capacidad sencilla
a nadie puede ofender.
Bodoque (Aparte.) (Pues gánome las albricias
y me quedo.) ¡Ah, señora!
¿Iré a avisar a Llocinda
que haga algún guisado nuevo?
Eurosia En comida o en bebida
es todo tu anhelo siempre.
¿No es mejor oír la misa,
acudir pronto al sermón,
pegarse una disciplina,
tener continua oración,
ayunar algunos días
y servir a Dios gustoso
con la conciencia muy limpia?
Bodoque Todo aqueso lo concedo;
por señal que el otro día
el cura me prometió
decirme treinta y tres misas
y treinta y cinco sermones.
Eurosia ¿Por qué?
Bodoque Porque el otro día,
estándose espeluznando,
y hay quien dice tiene tiña
porque está todo pelado,
pasó una ave de rapiña,
y con furióso ademán
le quitó la gorretilla.
Cayósele luego al punto
junto a casa de Llocinda,
y ella que la vio caer
a su casa la retira,
sin duda para limpiarla,
que la muchacha es muy limpia,
y el otro día cenando
en su casa, que por dicha
me convidó, por mi suerte
la hallé dentro una morcilla.
Eurosia ¡Y que esa limpieza alabes!
Bodoque ¡Es para mí cosa rica!
Eurosia Ya te he dicho muchas veces
no te ausentes de mi vista
sin mi licencia.
Bodoque