Ventura te dé Dios, hijo - Tirso de Molina - E-Book

Ventura te dé Dios, hijo E-Book

Tirso de Molina

0,0

Beschreibung

Ventura te dé Dios, hijo. Tirso de Molina Fragmento de la obra Jornada primera (Sale Otón, de estudiante, con el Arte de Antonio de Nebrija en la mano.) Otón: ¿Qué os hice yo, estrellas pías, que tanto me perseguís? ¿Qué confusión infundís en estas potencias mías? En un año que ha que intento, por dar a mis padres gusto, estudiar, y el Arte ajusto a mi torpe entendimiento; por más que, a costa del sueño, niego a la cama el tributo y decorando sin fruto soy más incapaz que un leño, la primer conjugación aún no he podido aprender, ni el primer tiempo saber, tarea de mi lición. ¿Por qué consientes, Apolo, si las ciencias te dan nombre, gastar tanto tiempo a un hombre sin saber un tiempo solo? Pues no bastan desengaños, ni el hallar por experiencia que el principio de la ciencia apetece tiernos años, más que mi madura edad, para que a mi padre ablande y que estudie no me mande con tanta incapacidad, cielos, más memoria os pido, porque soy siquiera amante, que el amor y él estudiante se infaman con el olvido. Amo a Rosela divina; pensar en ella es mi gloria, y si es para mi memoria su imagen anacardina, séalo, estudios, también, para que en mí os autoricen, que nunca se contradicen saber bien y querer bien. Ya es hora de dar lición; presto el preceptor vendrá; mas, ¿qué le aprovechará si en mí sus preceptos son lo que en el yunque el martillo? Ahora bien, decorar quiero aqueste tiempo primero. ¡Oh, quién pudiera infundillo todo sin salir de aquí! ¡Ánimo, ingenio de plomo! Purga parece que tomo.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 101

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Brevísima presentación

La vida

Tirso de Molina (Madrid, 1583-Almazán, Soria, 1648). España.

Se dice que era hijo bastardo del duque de Osuna, pero otros lo niegan. Se sabe poco de su vida hasta su ingreso como novicio en la Orden mercedaria, en 1600, y su profesión al año siguiente en Guadalajara. Parece que había escrito comedias y por entonces viajó por Galicia y Portugal. En 1614 sufrió su primer destierro de la corte por sus sátiras contra la nobleza. Dos años más tarde fue enviado a la Hispaniola (actual República Dominicana) y regresó en 1618. Su vocación artística y su actitud contraria a los cenáculos culteranos no facilitó sus relaciones con las autoridades. En 1625, el Concejo de Castilla lo amonestó por escribir comedias y le prohibió volver a hacerlo bajo amenaza de excomunión. Desde entonces solo escribió tres nuevas piezas y consagró el resto de su vida a las tareas de la orden.

Personajes

Otón, caballero

Rosela, dama

Césaro, letrado

Honorato, viejo

Gilote, villano

Criselio, caballero

Clemencia, dama

Alberto, soldado

Fulbio, gramático

Agudo, criado

Octavia, dama

Grimaldo, viejo

Liseno, caballero

Ramón, alcaide

Clavela, dama

El Duque de Mantua

Enrique, el conde de Plasencia

Un Paje

Tirso de Molina

Ventura te dé Dios, hijo

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: Ventura te dé Dios, hijo.

© 2024, Red ediciones S.L.

e-mail: [email protected]

Diseño de cubierta: Michel Mallard.

ISBN tapa dura: 978-84-1126-296-5.

ISBN rústica: 978-84-9816-537-1.

ISBN ebook: 978-84-9953-483-1.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 7

La vida 7

Personajes 8

Jornada primera 9

Jornada segunda 49

Jornada tercera 95

Libros a la carta 151

Jornada primera

(Sale Otón, de estudiante, con el Arte de Antonio de Nebrija en la mano.)

Otón ¿Qué os hice yo, estrellas pías,

que tanto me perseguís?

¿Qué confusión infundís

en estas potencias mías?

En un año que ha que intento,

por dar a mis padres gusto,

estudiar, y el Arte ajusto

a mi torpe entendimiento;

por más que, a costa del sueño,

niego a la cama el tributo

y decorando sin fruto

soy más incapaz que un leño,

la primer conjugación

aún no he podido aprender,

ni el primer tiempo saber,

tarea de mi lición.

¿Por qué consientes, Apolo,

si las ciencias te dan nombre,

gastar tanto tiempo a un hombre

sin saber un tiempo solo?

Pues no bastan desengaños,

ni el hallar por experiencia

que el principio de la ciencia

apetece tiernos años,

más que mi madura edad,

para que a mi padre ablande

y que estudie no me mande

con tanta incapacidad,

cielos, más memoria os pido,

porque soy siquiera amante,

que el amor y él estudiante

se infaman con el olvido.

Amo a Rosela divina;

pensar en ella es mi gloria,

y si es para mi memoria

su imagen anacardina,

séalo, estudios, también,

para que en mí os autoricen,

que nunca se contradicen

saber bien y querer bien.

Ya es hora de dar lición;

presto el preceptor vendrá;

mas, ¿qué le aprovechará

si en mí sus preceptos son

lo que en el yunque el martillo?

Ahora bien, decorar quiero

aqueste tiempo primero.

¡Oh, quién pudiera infundillo

todo sin salir de aquí!

¡Ánimo, ingenio de plomo!

Purga parece que tomo.

El verbo es de sum, es, fui

el que me hace trasnochar

(Comienza a decorar paseándose, y mirando de cuando en cuando el Arte.)

y, me ocupa el tiempo todo.

Vaya, indicativo modo,

es el modo de mostrar.

Tempore presenti dice:

(Lee.) Luego, «en el tiempo presente»,

como aquesto se me asiente

al preceptor satisfice.

Dice luego, sum, yo soy,

es, tu eres. Adelante.

Est, aquél es. ¡Qué estudiante!

Aquesto basta por hoy.

Como el singular decore,

mañana sabré el plural

¡Que deprenda yo tan mal,

y que tan bién me enamore!

Cierro el Arte, y decorar

quiero. ¡Qué mal me acomodo!

Vaya. Indicativo modo,

(Paseándose.) es el modo de mostrar.

Tempore presenti, el tiempo

presente. Sum... ¡Ea, pues,

(Titubeando.) sum, significa... aquél es!

Sin provecho gasto el tiempo.

Si no abro el libro es en vano.

¡Que una cosa tan común

me cueste a mí tanto! Sum...

¡Ah, memoria dé villano!

(Lee.) Sum, yo soy, me enseña aquí.

Lo que por el libro aprendo

lo olvido luego en leyendo.

¡Cielo! ¿en qué estrella nací?

¡Ah, gramática maldita!

(Arroja el Arte.) ¡Mal haya quien te inventó!

Si no soy para ti yo,

¿quién a que estudie me incita?

Vete con la maldición

Arte de embelecos lleno;

de mi memoria veneno,

de mi ingenio confusión;

que ni te quiero aprender,

ni contigo es bien me asombre.

Si es natural en todo hombre

el deseo de saber,

y hace en mí tan poco fruto

la doctrina que me das,

no me llamen hombre más,

sino roble, estatua, bruto.

¿Hay tal desesperación?

El preceptor sale. ¡Ah, cielo!

(Sale Fulbio, maestro.)

Fulbio Otón: ¿el Arte en el suelo?

Bien se sabrá la lición.

Otón Arrójale la torpeza

que en mi vil memoria ves;

quizá entrará por los pies,

pues no entra por la cabeza.

Por Dios, que es hombre terrible

mi padre, pues en mi afrenta,

gramático hacerme intenta,

siendo en mí tan imposible.

Si a un verbo no hay dar alcance,

¿cuándo llegaré a su fin;

ni cómo sabrá latín

quien no sabe bien romance?

Aunque tengo padres, soy

de edad varonil, que encierra

más valor para la guerra

que para el arte en que estoy;

y si es bien que en esto notes,

no son mis años capaces

de facultad que a rapaces

muestran palmetas y azotes.

Fulbio Señor Otón, vuestro padre

tiene, por ser principal,

más nobleza que caudal;

y porque el estado os cuadre

a vuestro valor debido,

que estudiéis a cargo toma;

porque sus deudos que en Roma

por las letras han valido

hasta alcanzar el capelo,

prometen haceros hombre.

Estudiad, y no os asombre

la incapacidad que al cielo

queréis, ocioso, imputar.

Sabio vuestro padre os vea,

que no hay cosa que no sea

difícil al comenzar.

De la honra es breve atajo

el estudio que el cuerdo ama,

porque al templo de la fama

se entra por el del trabajo.

No cobra valor ni medra

la ociosidad regalada,

que una gota continuada

rompe la más dura piedra.

Uno y otro estudio venza

la memoria hasta que abrace

lo que os enseño, pues hace

la mitad el que comienza.

Alzad el Arte del suelo,

y estimadle en más, Otón.

Ea, decid la lición

que ayer os enseñé.

Otón ¡Ah, cielo!

Fulbio De ese verbo sustantivo

el primer tiempo me dad.

No os confundáis; comenzad.

Otón Comienzo. Nominativo,

sum...

Fulbio ¡Donoso majadero!

¿Nombre hacéis a sum, es, fui?

¿No es verbo?

Otón Dómine, sí.

Fulbio Pues decí el tiempo primero.

Otón ¿No fue en ese tiempo Adán?

Fulbio ¡A propósito fray Jarro!

¡Por cierto, ingenio bizarro

por discípulo me dan!

¿No os enseñé, impertinente,

los tiempos del verbo? Estaba...

Otón Ya... ya..., no se me acordaba.

Fulbio Pues decí el tiempo presente.

Otón El presente es bien bellaco,

si el cielo no lo socorre.

Moneda de vellón corre

y reinan Venus y Baco,

labra casas la lisonja;

es pescadora de caña

la verdad, la lealtad daña;

la ambición se metió monja.

Es ciencia la presunción,

ingenio la oscuridad;

el mentir sagacidad,

y grandeza el ser ladrón.

Vividor el que consiente;

buhonera la hermosura;

vende báculos la usura

y éste es el tiempo presente.

Y pues en él la ignorancia

vence a la sabiduría,

y en mí la dicha podría

ser de mayor importancia

que el latín que aprendo mal,

con vuestro Arte os avenid,

(Arrójale.) y a mi padre le decid

que no fuerce el natural

de su hijo con violencia,

que es hacer al cielo agravio,

y si me quiere hacer sabio

que me dé la suficiencia.

(Vase Otón.)

Fulbio El hombre ha dicho muy bien,

y me libra de un trabajo

que a tomarle yo a destajo

perdiera el seso también.

¡Jesús, qué gran matalote!

Más ha de un mes que le di

de lición a sum, es, fui,

que la abarca y el capote

del rústico más común

le aprendiera en media hora,

y sáleme el poste agora

con nominativo, sum.

¡Qué de Otones que me miran,

discretos en la opinión,

que para el Antonio son

tamquam asinus ad lyram!

(Vase Fulbio. Salen Rosela, dama, y Agudo.)

Rosela De modo contenta estoy,

que pues no hago acciones locas,

no muestro que hermana soy

de Césaro. Albricias pocas

por tales nuevas te doy.

¿Que mi hermano tanta estima

por sus letras ha alcanzado?

Agudo Toda Italia le sublima

por el más noble letrado

que lee cátedra de prima.

No tiene jurisperito

Europa sabio como él;

su nombre en Bolonia escrito

por las calles, el laurel

le ofrece.

Rosela Gozo infinito

con esas nuevas me das.

¡Qué alegre estará Honorato,

mi padre!

Agudo No quieras más,

que él solo al de Monferrato,

cuya guerra ya sabrás

que con el de Mantua tiene,

ha sido causa total

de las paces que previene.

Rosela Cuéntame eso.

Agudo Gloria igual

a ganar su valor viene.

Dos años ha, como sabes,

que sobre la posesión

de algunas ciudades graves,

que en esta comarca son

de Italia y Milán las llaves

el duque de Mantua viejo,

y el marqués de Monferrato,

los dos de la guerra espejo,

con militar aparato

perturban paz y consejo;

y remitiendo a la guerra

pareceres de letrados,

que el más sabio tal vez yerra,

de Italia los potentados

han convocado a su tierra.

Peleaban cada día,

y combatiendo murallas

la dicha y la valentía,

en asaltos y en batallas

se abrasaba Lombardía.

Y sin poder componellos

los que la paz intentaban,

la Ocasión andaba entre ellos,

de quien, ciegos, procuraban

sin verla, asir los cabellos.

Cansados de guerras, pues,

entró el papa de por medio,

llamando al duque y marqués;

y, para poner remedio

en tan prolijo interés,

mandó que buscar hiciesen

al más ilustre letrado

que las leyes conociesen,

en cuyo estudio y cuidado

sus pleitos comprometiesen.

Dio la diligencia prisa,

y volando a las ciudades

de Italia la fama, avisa

a las universidades

de Perusa, Fermo y Pisa.

Vienen letrados de Roma,

los suyos Bolonia apresta;

mas, Césaro, que los doma,

como el Sol se manifiesta

cuando entre estrellas asoma.

Rindiéronse a su opinión

cuantos ser jueces quisieran,

y no fue grande blasón,

pues también lo mismo hicieran

Bártulo, Baldo y Jasán.

Juez árbitro le nombraron

el duque y marqués al fin,

y después que le informaron,

de dar a sus guerras fin

y pasar los dos juraron

por su sabio parecer,

en la justicia resuelto,

que no admite corromper.

Y después de haber revuelto

todo el derecho, a vencer

vino el duque; pero dio

Césaro tales razones

y tan eficaz habló,

que a pesar de discusiones

a los dos apaciguó,

con que la hermosa Clemencia,

hija del duque, se case

con el conde de Placencia,

hijo del marqués, y pase

la guerra a bodas y herencia.

Vinieron los dos en esto,

y a Césaro aficionados,

en el gobierno le ha puesto

el duque de sus estados;

y el marqués, que ve compuesto

tan a su satisfacción

pleito tan largo y reñido,

en muestras de su afición

de joyas le ha enriquecido,

y una villa en posesión

y mayorazgo le ha dado,

premio de su mucha ciencia;

y para vos ha alcanzado,

siendo dama de Clemencia,

esperanzas de un condado,

con el esposo que os dé.

Ved lo que el estudio alcanza.

Rosela Pues de estado mejoré,

voluntad, a la mudanza

estatuas levantaré.

Villano padre dio el ser

al mío, que mejoró

con el trato mercader.

Bieldos en varas trocó

y el sembrar por el vender.

Admití la voluntad

que mostró tenerme Otón,

ilustre en esta ciudad,

creyendo de su afición

interesar calidad

a mi sangre con su amor,