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La santa liga es una comedia teatral de corte histórico del autor Lope de Vega. Narrada en tono desenfadado y de comedia, se articula en torno la derrota del Imperio Otomano en la Batalla de Lepanto, en 1571, con una fuerte representación del elemento islámico en la España de la época.-
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Lope de Vega
Saga
La santa ligaCopyright © 1621, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726618112
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
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SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Gran acompañamiento de turcos. Selín detrás, que sale de un baño; traen algo del vestido en una fuente y él se comienza a vestir.
SELÍN El agua ha estado muy buena.
Denle doscientos escudos
a Fatimán.
CRIADO ¡Buena estrena!
OTRO Aunque de palabra y mudos,
al oro su acento suena.
SELÍN ¡Bella confección de olores!
No hay epítimas mejores
que estos aromas tan vivos,
ni efectos más atractivos
para quien trata de amores.
CRIADO Si el baño no afeminara
las carnes, razón tenías.
SELÍN ¡Ved el necio en qué repara!
¿Son para comer las mías
con el sudor de mi cara?
CRIADO No, pero el buen rey es justo
que sea fuerte y robusto;
y así, de reyes fue traza
el ejercitar la caza
más que por el propio gusto.
Ninguna cosa destierra
tanto el ocio, ni parece
al trabajo de la guerra;
mucho el cuerpo fortalece
para la mar y la tierra.
SELÍN Dime, necio, ¿qué nación,
de cuantas han sido y son,
tuvo en la guerra las manos
que los antiguos romanos?
CRIADO Ninguna con más razón.
SELÍN Pues ésos baños tenían,
y tanto dellos usaban,
que mil fábricas hacían.
CRIADO No eran los que peleaban,
sino los que en paz vivían.
SELÍN Salte afuera, impertinente.
Sale Rosa Solimana.
ROSA ¿Con quién estáis enojado?
SELÍN Cuando perdiera en Oriente
lo que tiene conquistado
más mi dicha que mi gente,
y ese hermoso rostro viera,
me olvidara y suspendiera;
que el cielo en vos vengo a ver,
y dejáraislo de ser
cuando pena en vos hubiera.
No es mi poder infinito,
ni soy Gran Señor llamado
por serlo de un gran distrito,
desde el alemán helado
hasta el abrasado Egipto;
no porque la Natolía,
la Tracia, Armenia y Suría,
monte Tauro y mar Hircano
está sujeto a mi mano,
y desde el Arabia a Hungría;
no porque el Tigris pasé,
y a Mesopotamia vi,
y el Tanais ensangrenté,
la gran Rodas destruí,
la firme Malta apreté;
no porque al Danubio frío
ha llegado el poder mío,
y hasta la indiana Bengala,
ni porque a Sijeto iguala
la desventura de Sío;
no porque conozcas ya
cuántos mi persona adoren,
que sobre la luna está,
ni que mi favor imploren
como si fuese el de Alá;
no porque provincias varias
me den, aunque en ley contrarias,
sedas, aves y caballos;
no porque tantos vasallos
me rindan tributo y parias;
no por perlas, plata y oro
y palacios de valor
llenos de tanto tesoro;
sino porque soy señor
de esta hermosura que adoro.
como dicen los cristianos,
en belleza un serafín,
con más dones soberanos
que hojas tiene este jardín?
Si toda la perfección
que la parte celestial
puede dar por infusión
a una criatura mortal
tuviera mi discreción,
y vos fuérades un hombre,
porque mi amor os asombre,
procedido humildemente,
y tan pobre entre la gente
que no tuviérades nombre,
y otro, cual vos sois ahora,
de sus reinos me quisiera
para universal señora,
a ese talle me rindiera,
que es lo que mi alma adora.
¿Cómo en el baño os ha ido?
SELÍN En el baño habéis estado;
tan presente os he tenido,
que al alma no habéis faltado
si habéis faltado al sentido.
que Alá en toda parte está,
y yo no lo contradigo;
que después que sois mi Alá,
dondequiera estáis conmigo.
Sentaos, pues flores y fuentes
deste jardín os convidan
con su olor y sus corrientes,
y haced que esos labios pidan
imposibles diferentes.
que son viles y abatidos,
sino en turcos otomanos,
halla fénix en los nidos
y estrellas en las manos.
Pedid el sol, si después
no se halla corrido el sol,
que yo le traeré a esos pies,
con soberbia de español
y con furia de albanés.
Sola una cosa advirtáis,
que en cuanto aquí me pidáis
a imposible se acomoda;
que es daros el alma toda
de suerte que la veáis.
ROSA Mirad con qué poco aquí
me satisfaréis: llamad,
¡hola!, a quien cante.
SELÍN Eso sí,
que luce la majestad
con atropellarla así.
Llamad quien cante.
CRIADO Aquí están
los tres cautivos de España.
SELÍN Cantad algo.
CRIADO ¿Qué dirán?
ROSA Aunque es su música extraña,
notable gusto me dan.
[CAUTIVOS MÚSICOS] (Canten.)
En los brazos de Selín
está Rosa Solimana,
la flor de la Natolía
y la hermosura del Asia.
Cuanto Selín con poder
de jenízaros allana,
tanto rinde con sus ojos,
porque cuanto miran matan.
¡Dichosa el alma que rinde
a quien el mundo rinde parias!
le debe la bella Italia,
pues por gozar su hermosura
Selín desprecia las armas.
La parte que en ella tiene
también le agradece España.
Marte, en el templo de Venus,
tiene colgada la espada.
¡Dichosa el alma que rinde
a quien el mundo rinde parias!
SELÍN ¡Gran ventaja, España, llevas
en policía!
ROSA De suerte,
que escuchándolos te elevas.
SELÍN Más, ¡por Alá!, me divierte
que no flautas ni jabebas.
ROSA ¿Pues a la usanza española
danzan también?
SELÍN Danzad, ¡hola!
¿Qué danzarán?
ROSA El torneo.
SELÍN Ver esa danza deseo.
ROSA Danzad esa danza sola.
Dancen. En danzando, salga Mustafá.
MUSTAFÁ ¿A mí me impedís entrar
a donde está el Gran Señor?
CRIADO No hay reservado lugar.
SELÍN ¡Hola! ¿Qué es ese rumor?
CRIADO Mustafá te quiere hablar.
MUSTAFÁ ¡Oh, gallardo descendiente
de la gran casa otomana,
por tantos siglos dichosa
en la sujeción del Asia!
¿Cómo es posible que puedas,
siendo el mejor de tu casa,
a la flaqueza del cuerpo
tener tan sujeta el alma?
No llegan los perezosos
vestidos de seda y grana
de la fama al alto templo,
sino en la mano las armas.
¿Dejárante tus abuelos
menos que a Armenia y Arabia,
si al ocio blando se dieran
entre las bordadas camas?
No pierdas lo que ganaron
con mil laureles y palmas,
porque el valor de las cosas
consiste en el conservarlas.
Hermosa, por cierto, es Rosa,
pero es más bella la fama;
y la virtud sola excede
todas las cosas criadas.
Al buen capitán y rey
no huele tan bien el ámbar,
cual de la pólvora ardiendo
el humo negro que exhala.
¿Qué jardín, flores y fuentes
como la estéril campaña,
cubierta de azapos fuertes,
berlebeyes y hombres de armas?
¿Qué colores de las flores
tanto los ojos agradan
como las de las banderas
azules, verdes y blancas?
Toma ejemplo en el gran Carlos,
Emperador de Alemania,
que en cincuenta años de vida
dejó cinco mil de fama.
Asombró cuantos rebeldes
la obediencia le negaban,
puso a Albania humilde freno
y acortó la rienda a Italia;
llegó a Túnez y volviole
Barbarroja las espaldas,
y no quiero decir quién
vino huyendo de su lanza.
El gran Felipe, su hijo,
puso la mano a la espada
contra Marte, en San Quintín,
para victorias tan altas.
Habiendo vencido muchas
con su hermano don Juan de Austria
y con tantos capitanes,
honor y gloria de España,
no gobierna tantos reinos
ni tantos mares allana
para que le rinda el indio
perlas, piedras, oro y plata
con pereza y cobardía,
sino con...
SELÍN Mustafá, para;
para, Mustafá. ¿Estás loco?
MUSTAFÁ Señor...
SELÍN Salte fuera y calla.
MUSTAFÁ Yo me iré, pero algún día
conocerás...
SELÍN Vete luego. (Vase Mustafá.)
¡Bueno es, Solimana mía,
que estos no me den sosiego
para descansar un día!
Como engordan con la guerra,
donde se hacen ladrones
del oro que Italia encierra,
mueren porque mis pendones
corran la mar y la tierra.
No entre ninguno aquí.
Volver podéis a cantar.
Sale Pialí, bajá.
PIALÍ Permíteme entrar a mí
para que te pueda hablar.
SELÍN ¿Qué es lo que quieres, Pialí?
PIALÍ Estás de manera ocioso,
Gran Señor de la más parte
del mundo, que casi es tuyo
desde el Nilo al indio Gange,
que no sé de qué manera
tus sanjaques y bajaes
tengan en esta ocasión
atrevimiento a hablarte.
Que puesto que a Marte suelen
muchas veces retratalle
entre los brazos de Venus,
sin las armas de diamante,
no es porque siempre lo esté,
que dejara de ser Marte,
mas porque el furor le temple,
que importa a los capitanes.
En brazos de Solimana,
señor, descuidado yaces,
permitiendo tu pereza
que los cristianos descansen.
Francia tiene paz ahora
y fertilidad notable;
el Rey de Polonia duerme
sin que tus tiros le espanten;
Maximilïano alegre,
que tus ejercicios sabe,
manoplas de acero deja
y calza adobados guantes;
en Hungría, Sigismundo
vive en regaladas paces;
Portugal hace en las Indias
carros del agua en sus naves;
los polacos palatinos
casas para letras hacen;
duerme Castilla; y Otán
roba por tu tierra alarbes.
Vuelve, señor, esos ojos
a las cosas memorables
que acabaron tus abuelos.
SELÍN ¿Hay desvergüenza tan grande?
Salte del jardín, Pialí;