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Los terceros de San Francisco es un drama teatral sacro del autor Lope de Vega. En la línea de los dramas cristianos del Siglo de Oro Español, concatena escenas relevantes en torno a la formación de la orden religiosa de los franciscanos.
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Seitenzahl: 93
Veröffentlichungsjahr: 2020
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Lope de Vega
Saga
Los terceros de San FranciscoCopyright © 1965, 2020 Lope de Vega and SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726618594
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
Sale el DUQUE por una parte, y FEDERICO por otra.
FEDERICO Juez absoluto sin pasión ni enojos,
divino amor de ciencia y experiencia,
que entre contentos mezclas los enojos,
penas y celos con temor y ausencia:
suspensa el alma, mártires los ojos, 5
espero la resulta de tu audiencia,
y la sentencia de este pleito largo,
con dulce aliento y con recelo amargo.
DUQUE Fortuna siempre favorable mía,
dichoso curso de felice estrella, 10
esta ha de ser la noche, este es el día
de mi felicidad, si he de tenella.
El alma espera, el pecho desconfía,
en pecho y alma de su prenda bella,
de quien aguarda un alma siempre amante 15
el fin alegre de un amor constante.
FEDERICO ¡Duque de Latoringia, señor primo!
DUQUE ¡Oh, noble Federico, primo amado!
FEDERICO Por venturoso mi cuidado estimo
si el mismo amor os cuesta este cuidado, 20
aunque yo a proseguirle no me animo;
que tal competidor no me ha dejado
esperanza ninguna, y no se alcanza
el término do falta la esperanza.
DUQUE No pensé yo que se doraban celos, 25
pues al carbunco comparar se pueden,
cuyo gran resplandor no, cubren velos,
porque los rayos de su luz exceden.
Mas no han de permitir los altos cielos
que las sospechas de ese amor se queden 30
sin declararse más, porque no importa
en quejas largas una lengua corta.
FEDERICO Yo me daré a entender. Pretendo y pido
a la señora Infanta por esposa;
su padre, el Rey de Hungría, ha pretendido 35
nombrarte dueño de su prenda hermosa.
Ha entrado en consulta, y yo he temido
con el temor de un alma deseosa;
que el que pretende el bien, hasta que alcanza
su entera posesión, teme mudanza. 40
DUQUE Con el mismo deseo el mismo efeto,
y a este mismo lugar vengo yo agora;
soy hombre como vos, y tan sujeto
al venturoso amor de esta señora.
Ni debo yo guardaros el respeto, 45
ni vos a mí, pues cada cual ignora
el pecho, la intención y competencia
de quien aguarda en su favor sentencia.
Yo no sabía que era empresa vuestra,
ni vos imaginasteis que era mía, 50
y así el deudo, amistad y sangre nuestra
no ha perdido el decoro que tenía;
y la fortuna, en el amor maestra,
le concede esta suerte a quien la envía
Dios por su voluntad, que es la fortuna 55
del consejo de Dios más oportuna.
FEDERICO Yo puedo pretender.
DUQUE Y yo pretendo
y puedo pretender; que, primo hermano,
soy, Federico, vuestro, y así entiendo
que no es deseo de ambición tirano. 60
Noble y rico nací; ni al Rey ofendo,
ni a la Infanta, ni a vos, pues en su mano
da la fortuna, y de su gracia oculta
espero en mi favor esta consulta.
Si es tanta la igualdad de pensamientos, 65
calidad, voluntad, gustos y amores;
si tan conformes son merecimientos,
servicios, esperanzas y temores,
excusados serán los sentimientos,
pues no hay desigualdad en los favores, 70
porque yo de Isabela estoy bien cierto
que a ninguno jamás se ha descubierto.
Si desde tierna edad es una santa
en las divinas obras que ejercita;
si es su modestia virginal que espanta, 75
y teme el Rey que algún esposo admita;
si nadie priva con la hermosa Infanta,
ni da favores ni esperanzas quita,
a mí y a vos conviene igual cuidado:
puede estar cada uno enamorado. 80
FEDERICO Sea como decís.
DUQUE La verdad digo.
FEDERICO Pues yo tengo esperanza...
DUQUE Y yo estoy cierto.
FEDERICO ¿Cierto de qué?
DUQUE De que la adoro y sigo,
y he de llegar con mi esperanza al puerto.
FEDERICO Al cielo, tengo yo por fiel testigo. 85
DUQUE ¿De gracia, de palabra o de concierto?
FEDERICO No, sino de deseo, y de esperanza.
DUQUE Más tengo yo si quien espera alcanza.
(Sale PATACÓN, lacayo.)
PATACÓN Escuchando estoy aquí,
nobles príncipes de Hungría, 90
vuestra amorosa porfía,
de las más lindas que vi.
Venía yo confiado
que me alcanzara un favor,
por acertallo el mejor 95
soldado que el sol ha dado.
Pido al Rey. pues le serví,
de comer. Y es cosa vana
ver mi comida terciana,
un día no, y otro día sí. 100
FEDERICO Agora no hay ocasión;
entra acá.
PATACÓN Rigor es ese;
nunca a un príncipe le pese
de honrar los de su nación;
que es bien que escuche, las quejas 105
de los pies y del menor,
pues, si es cabeza el señor,
la cabeza tiene orejas.
FEDERICO Déjame agora, después
te escucharé.
PATACÓN ¡Vive el cielo, 110
que pienso hacer lo que suelo,
y haré lo que suelo, pues!
Miren no me determine;
que haré lo que suelo, digo.
DUQUE ¿Qué soléis hacer, amigo? 115
PATACÓN Volverme por donde vine.
DUQUE ¡Buen humor!
FEDERICO Y gusto vario.
PATACÓN Y gran soldado también,
y tengo de hombre de bien
más humos que un incensario. 120
Y si alcanzare el favor
que pretendo con Su Alteza...
Y no tratéis, que es flaqueza.
agora cosas de amor.
FEDERICO Luego el amor es locura. 125
PATACÓN Mal argumento habéis hecho;
bueno es temor que en mi pecho
tengo yo mi matadura.
Pero vuestro amor no es
sino quimera notoria, 130
malo para pepitoria,
sin cabeza, alón, ni pies.
Ahora escuchadme: haced cuenta
que yo os vengo a entretener
mientras da su parecer 135
la Infanta, y sale contenta.
DUQUE Di, que con gana te escucho.
PATACÓN ¿Por qué pintaron, señor,
los sabios niño al Amor,
siendo el Amor viejo, y mucho? 140
DUQUE No sé.
PATACÓN Fue para mostrar
que un niño, forzosamente
le han de dar quien le alimente
y quien le pueda criar:
y tiene necesidad 145
de otra persona segunda.
en que se ampare y se funda,
que es de su ser la mitad.
Y así, no es temor, ¡por Dios!,
si es expósito y ajeno 150
de compañía, ni es, bueno
el amor, sino entre dos.
FEDERICO Así es verdad.
PATACÓN Pues, señor,
vuestra ignorancia me espanta;
si no recibe la Infanta, 155
si no, alimenta su amor,
si no anima y corresponde
a esa voluntad oscura,
no es amor, sino locura
que en traje de amor se esconde. 160
FEDERICO La Infanta estima y recibe
mi voluntad.
PATACÓN Esto niego;
que ni soy sordo ni ciego,
y sé lo que no se escribe:
la infanta doña Isabel 165
es, sin hablar con lisonja,
pintada para ser monja,
porque amor, no sabe de él.
Yo, al menos, no la quisiera
por mi esposa, y no me engaño, 170
porque me hiciera ermitaño
a trueco de ser santera.
Es desde niña inclinada
a Dios, rezar y ayunar,
y así, el pie en el mar de amar 175
por ella nada, no nada.
(Sale ROSAURA.)
ROSAURA ¿Quién me dará con más gusto
albricias, señores, hoy
de su dicha?
LOS DOS Yo las doy.
ROSAURA Turbados los tiene el susto: 180
El Rey, la Infanta y Consejo
de Estado, han determinado
casarla; pierda cuidado
Federico y su amor viejo,
porque al Duque, mi señor, 185
se la ofrecen por esposa.
DUQUE ¡Oh pretensión venturosa!
FEDERICO ¡Oh mal pretendido amor!
DUQUE Primo, bien sé que, en efeto,
muerta esa pasión ligera, 190
a mi prima verdadera
tendréis amor y respeto.
Perdonadme; que, ¡por Dios!,
que no imaginé jamás
vuestro amor!
FEDERICO Merecéis más, 195
y es bien que la gocéis vos;
mi afición fue un accidente;
presto le tendré olvidado,
gocéis, primo, el nuevo estado,
que el cielo siglos aumente. 200
DUQUE Yo a vos, Rosaura, os prometo
las albricias.
FEDERICO ¡Cielo ingrato!
PATACÓN (Aparte.)
Y a mí, ¿no me da barato?
DUQUE Pienso honraros.
PATACÓN Es discreto.
Aunque honra que empieza en pienso, 205
si en pienso darla procura,
honra es de cabagaldura;
truéqueme el pienso en un censo.
DUQUE Yo voy, que es forzosa ley,
a pedir en dicha tanta 210
la mano a mi hermosa Infanta,
y a besárselas al Rey.
(Vase.)
ROSAURA Mudo y ciego me pareces:
ciego, pues no me has mirado;
mudo, pues no me has hablado 215
con el amor que otras veces.
Quisiste más de algún día
hablarme, y yo te escuché,
y agora muestras que fue
tu engaño ignorancia mía. 220
Fui buena para tercera;
comenzaste a enamorar,
porque te diese lugar
a que la Infanta te viera.
PATACÓN Ese no ha sido buen trato, 225
halagar al gato, y luego
sacar el ascua del fuego
con la mano del tal gato.
Valerse en su pretensión
del paje que trae recado, 230
y dejársele olvidado
como escoba en el rincón.
FEDERICO Rosaura, déjame agora;
que el sentimiento me excusa.
PATACÓN Hanle dado garatusa, 235
y pides manos, señora;
pero ya en público salen
Sus Altezas.
FEDERICO ¡Ay de mí!
¡pues a mi dueño perdí!
Mis ojos no se regalen 240
con verla; ni ella me desea
tampoco.
PATACÓN Ya es imposible
oirte ni verte.
FEDERICO ¡Apacible
tirana!
PATACÓN No es la hembra fea.
(Vanse.)
(Salen el DUQUE y caballeros.)
DUQUE ¿No puso Dios la lengua, hermosa Infanta, 245
obligada a decir toda su gloria?
Si no cupiera en ella, siendo tanta,
pues hizo tesorera a la memoria
para que guarde el bien que no es posible
que se conserve sino en larga historia; 250
hoy se alaba el amor por invencible,
que pudo conquistar tan santo pecho,
juzgando su afición por imposible.
ISABEL La merced y favor que Dios me ha hecho
en darme a Vuestra Alteza por esposo, 255
mi corazón estima satisfecho,
y así mi padre, el Rey, tan amoroso
a mis deseos, aunque no concede
que yo reciba estado religioso,
me ofrece un dueño en cuya mano quede, 260
se gana mi esperanza y mi fe cierta.
DUQUE Su Alteza espera ya, que está a la puerta
de su capilla Real, y el Nuncio santo
mandó tenerla al Sacramento abierta, 265
siendo el deseo y el cuidado tanto:
vamos, señora.
ISABEL En lícito contento
se baña el alma y regalado llanto;
perdonadme, señor, mi atrevimiento,
pues antes de llegar suplico, y pido 270
un favor y merced por fundamento.
DUQUE Si el alma y libertad os he ofrecido,
¿cómo os podré negar cosa ninguna
cuando a vuestra beldad estoy rendido?
ISABEL Las grandezas y próspera fortuna 275
tal vez distraen de Dios al ignorante
que sube con sus dichas a la luna;
no lo habéis de estar vos, aunque triunfante
de las tres partes que conoce el mundo,
volváis a Hungría en triunfo semejante; 280