Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
Esta obra es una recopilación de poesías líricas escritas por Gertrudis Gómez de Avellaneda. Incluye poemas como «Al partir», «La vuelta a la patria», «A un cocuyo», «A él», «Soneto», «Significado de la palabra yo amé», «Al Excmo. Sr. don Pedro Sabater», «Elegía I», «Elegía II», «Mi mal», «Epitafio» o «A la luna».
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 61
Veröffentlichungsjahr: 2021
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Gertrudis Gómez de Avellaneda
Saga
A la luna. Antología poética.
Copyright © 1865, 2021 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726679786
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
www.sagaegmont.com
Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com
Soneto
¡Perla del mar! ¡Estrella de Occidente!
¡Hermosa Cuba! Tu brillante cielo
La noche cubre con su opaco velo,
Como cubre el dolor mi triste frente.
¡Voy a partir! La chusma diligente,
Para arrancarme del nativo suelo
Las velas iza, y pronta a su desvelo
La brisa acude de tu zona ardiente.
¡Adiós, patria feliz, edén querido!
¡Doquier que el hado en su furor me impela,
Tu dulce nombre halagará mi oído!
¡Adiós!... Ya cruje la turgente vela...
El ancla se alza... el buque, estremecido,
Las olas corta y silencioso vuela!
Saludo
¡Perla del mar! ¡Cuba hermosa!
Después de ausencia tan larga
Que por más de cuatro lustros
Conté sus horas infaustas,
Torno al fin, torno a pisar
Tus siempre queridas playas,
De júbilo henchido el pecho,
De entusiasmo ardiendo el alma.
¡Salud, oh tierra bendita,
Tranquilo edén de mi infancia,
Que encierras tantos recuerdos
De mis sueños de esperanza!
¡Salud, salud, nobles hijos
De aquesta mi dulce patria!
¡Hermanos, que hacéis su gloria!
¡Hermanas, que sois su gala!
¡Salud!... Si afectos profundos
Traducir pueden palabras,
Por los ámbitos queridos
Llevad, -¡brisas perfumadas,
Que habéis mecido mi cuna
Entre plátanos y palmas!-
Llevad los tiernos saludos
Que a Cuba mi amor consagra.
Llevadlos por esos campos
Que vuestro soplo embalsama,
Y en cuyo ambiente de vida
Mi corazón se restaura:
Por esos campos felices,
Que nunca el cierzo maltrata,
Y cuya pompa perenne
Melifluos sinsontes cantan.
Esos campos do la ceiba
Hasta las nubes levanta
De su copa el verde toldo,
Que grato frescor derrama:
Donde el cedro y la caoba
Confunden sus grandes ramas,
Y el yarey y el cocotero
Sus lindas pencas enlazan
Donde el naranjo y la piña
Vierten al par su fragancia;
Donde responde sonora
A vuestros besos la caña;
Donde ostentan los cafetos
Sus flores de filigrana,
Y sus granos de rubíes
Y sus hojas de esmeraldas.
Llevadlos por esos bosques
Que jamás el sol traspasa,
Y a cuya sombra poética,
Do refrescáis vuestras alas,
Se escucha en la siesta ardiente
-Cual vago concento de hadas
La misteriosa armonía
De árboles, pájaros, aguas,
Que en soledades secretas,
Con ignotas concordancias,
Susurran, trinan, murmuran,
Entre el silencio y la calma.
Llevadlos por esos montes,
De cuyas vírgenes faldas
Se desprenden mil arroyos
En limpias ondas de plata.
Llevadlos por los vergeles,
Llevadlos por las sabanas
En cuyo inmenso horizonte
Quiero perder mis miradas.
¡Llevadlos férvidos, puros,
Cual de mi seno se exhalan
-Aunque del labio el acento
A formularlos no alcanza,
Desde la punta Maisí
Hasta la orilla del Mantua;
Desde el pico de Tarquino
A las costas de Guanaja!
Doquier los oiga ese cielo,
Al que otro ninguno iguala,
Y a cuya luz, de mi mente
Revivir siento la llama:
Doquier los oiga esta tierra
De juventud coronada,
Y a la que el sol de los trópicos
Con rayos de amor abrasa:
Doquier los hijos de Cuba
La voz oigan de esta hermana,
Que vuelve al seno materno
-Después de ausencia tan larga
Con el semblante marchito
Por el tiempo y la desgracia,
Mas de gozo henchido el pecho,
De entusiasmo ardiendo el alma.
Pero ¡ah! decidles que en vano
Sus ecos le pido a mi arpa;
Pues sólo del corazón
Los gritos de amor se arrancan.
Dime, luz misteriosa,
Que ante mis ojos vagas,
Y mi interés despiertas,
Y mi vigilia encantas,
¿Eres quizás del cielo
Lumbrera destronada,
Que por la tierra mísera
Peregrinando pasas?
¿Eres un genio o silfo
De nuestra virgen patria,
Que de su joven vida
Contienes la ígnea savia?
¿Eres de un ser querido
Quizás errante ánima,
Que a demandarme vienes
Recuerdos y plegarias;
O bien fulgente chispa
De las brillantes alas
Con que sostiene al triste
La célica esperanza?
No sé; mas cuando luces
Hermosa a mis miradas,
De tropicales noches
En la solemne calma,
-Ya exhalación perdida
Cruces la esfera diáfana,
Ya cual la brisa juegues
Meciéndote en las cañas;
Ya cual diamante puro
Te engastes en las palmas,
Cuyo susurro imitas,
Cuyo verdor esmaltas;-
Paréceme que siento
Revelación extraña
De místicos amores
Entre tu brillo y mi alma.
Paréceme que existen
Secretas concordancias
Entre el afán que oculto
Y entre el fulgor que exhalas.
¡Oh, pues, lucero o silfo,
Ánima o genio, lanza
Más vívidos destellos
Mientras mi voz te canta!
Los sones de mi ¡ira,
Las chispas de tu llama,
Confúndanse y circulen
Por montes y sabanas,
Y suban hasta el cielo
Del campo en la fragancia,
Allá do las estrellas
Simpáticas los llaman
¡Allá do el trono asienta
El que comprende y tasa
De toda luz la esencia,
De todo afán la causa!
No existe lazo ya: todo está roto:
Plúgole al cielo así: ¡bendito sea!
Amargo cáliz con placer agoto:
Mi alma reposa al fin: nada desea.
Te amé, no te amo ya: piénsolo al menos:
¡Nunca, si fuere error, la verdad mire!
Que tantos años de amarguras llenos
Trague el olvido; el corazón respire.
Lo has destrozado sin piedad: mi orgullo
Una vez y otra vez pisaste insano...
Mas nunca el labio exhalará un murmullo
Para acusar tu proceder tirano.
De graves faltas vengador terrible,
Dócil llenaste tu misión: ¿lo ignoras?
No era tuyo el poder que irresistible
Postró ante ti mis fuerzas vencedoras.
¡Quísolo Dios y fue: gloria a su nombre!
Todo se terminó: recobro aliento:
¡Ángel de las venganzas! ya eres hombre
Ni amor ni miedo al contemplarte siento.
Cayó tu cetro, se embotó tu espada...
Mas ¡ay! ¡cuán triste libertad respiro!
Hice un mundo de ti, que hoy se anonada,
Y en honda y vasta soledad me miro.
¡Vive dichoso tú! Si en algún día
Ves este adiós que te dirijo eterno,
Sabe que aún tienes en el alma mía
Generoso perdón, cariño tierno.
En la aurora lisonjera
De mi juventud florida,
En aquella edad primera
-Breve y dulce primavera,
De tantas flores vestida
Recuerdo que cierto día
Vagaba con lento paso
Por una floresta umbría,
Mientras que el sol descendía
Melancólico a su ocaso.
Mi alma -que el campo enajena
Se agitaba en vago anhelo,
Y en aquella hora serena
-De místico encanto llena
Bajo del tórrido cielo
Me pareció que el sinsonte
Que sobre el nido piaba;
Y la luz que acariciaba
La parda cresta del monte,
Cuando apacible espiraba;
Y el céfiro, que al capullo
Suspiros daba fugaz;
Y del arroyo el murmullo,
Que acompañaba el arrullo
De la paloma torcaz;
Y de la oveja el balido,
Y el cántico del pastor,
Y el soñoliento rumor
Del ramaje estremecido
¡Todo me hablaba de amor!
Yo -temblando de emoción-