La hija de las flores - Gertrudis Gómez de Avellaneda - E-Book

La hija de las flores E-Book

Gertrudis Gómez de Avellaneda

0,0

Beschreibung

«La hija de las flores o todos están locos» (1845) es una comedia en tres actos de Gertrudis Gómez de Avellaneda que critica la hipocresía social, la discriminación hacia la mujer y los matrimonios arreglados. Luis está comprometido con Inés, una mujer mayor, pero se enamora de la joven Flora, hija de Inés.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 100

Veröffentlichungsjahr: 2021

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Gertrudis Gómez de Avellaneda

La hija de las flores

O TODOS ESTÁN LOCOS

Saga

La hija de las flores

 

Copyright © 1845, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726679717

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAJES

—FLORA. —TOMASA, —JUAN CANTUESO. —EL BARÓN, —DOÑA INÉS DE POVAR. —DON LUIS, —EL CONDE DE MONDRAGÓN. —BEATRIZ, —DOÑA INÉS. —CRIADO 1.º —CRIADO 2.º

La escena pasa en una casa de campo de las inmediaciones de Valencia, y a corta distancia del mar. Época para los trajes, siglo presente, allá por los años de 10 a 20.

ACTO I

Jardín espacioso, con grupos de frondosos rosales y otros arbustos floridos. A la derecha del actor, fachada y puerta de una casa de campo; al fondo, una verja con puerta que da entrada al jardín; detrás de la verja, casi en el centro, un poco hacia la izquierda, pero también en el foro, una pequeña glorieta o cenador, cubierto de verdura. Dos bancos de piedra a derecha e izquierda del proscenio, y algunas sillas rústicas. Al levantarse el telón comienzan a aparecer los albores matinales.

ESCENA I

TOMASA y JUAN. (Salen ambos de la casa.)

TOMASA

¡Jesús! si amanece apenas.

¿A qué privarme del sueño

a tales horas?

 

JUAN

¡Eh! calla;

que es un potro de tormento

la cama, con calor tanto.

 

TOMASA

Para mí no; sin objeto,

sin motivo madrugar...

 

JUAN

Mujer, según reza el pliego

recebido ayer, ¿no vienen

de aquesta finca los dueños,

hoy veintisiete de junio

 

TOMASA

¿Y qué?

 

JUAN

¡Qué!... seis aposentos

mandan preparar; ¡es nada!

y hay que tenerles almuerzo

prevenido, y muy temprano.

 

TOMASA

¡Ya! Si te tomas a pecho

lo que no es de tu encumbencia...

Somos aquí jardineros

y nada más.

 

JUAN

Yo no digo

que no; pero el amo mesmo,

desque murió el tío Robles

(que Dios lo tenga en su reino),

de su propio puño y letra

me escrebió en estos conceutos:

«Juan, en tanto que decido

quién ha de ocupar su puesto,

tú harás en todo y por todo

las veces del probe muerto.»

De lo dicho acá, dos meses

van corridos, y de nuevo

nada ocurrió; conque, ansí,

soy mayordomo de hecho.

 

TOMASA

¡Pues!, ¡oficio sin salario

le place al amo, lo creo!

Como te ven un Juan Lanas,

abusan.

 

JUAN

Que agusen, bueno;

el caso es que yo hablo gordo

y gozo todo el respeuto

de mayordomo. ¿No has visto

que a mí mismo, a Juan Cantueso,

vuelve a escrebirle nuestro amo,

y con letrones tan gruesos?

(Saca un papel.)

 

TOMASA

Dame acá. Con mi jaqueca de ayer, casi no recuerdo

lo que dice la tal carta.

 

JUAN

Lee y verás.

 

TOMASA

Sí que leo.

(Leyendo.)

«Buen Juan, tu antigüedad en mi servicio, y las otras circunstancias que te recomiendan, merecen la preferencia que hago de ti, para anunciarte que mi hija y yo hemos determinado pasar algunas semanas en esa casa de campo, donde almorzaremos, si Dios quiere, mañana veintisiete de junio.»

 

JUAN

¿Ves?

 

TOMASA

¡Qué antojo repentino!

 

JUAN

¿Qué hemos de hacer?... lo tuvieron.

 

TOMASA

(Que continúa leyendo.)

«Acaso antes que nosotros, llegarán mis amigos el conde de Mondragón y su sobrino don Luis»...

 

Conque, ¿también convidados?

(Representando.)

Pues, señor, yo me divierto.

¡Tanta gente a que atender,

sin más criada que el trastuelo

de Blasa, que es tan inútil,

tan holgazana!...

 

JUAN

Pacencia.

El amo...

 

TOMASA

El amo es un viejo

insufrible, estrafalario.

Ha seis años por adviento,

que pisó aquellos umbrales

la vez postrera.

 

JUAN

Es muy cierto;

un día estuvo y no más.

 

TOMASA

Como es la corte su anhelo,

allá se fue desde entonces

hasta hace poco que ha vuelto

a Valencia, y —según dicen-

más maniático y más terco

que nunca.

 

JUAN

Vamos, Tomasa,

recuerda que el pan comemos

en su casa, y no te pongas

a murmurar sus defeutos.

Cada uno cual Dios lo hizo.

 

TOMASA

De lo que más me sorprendo

es de que venga su hija.

 

JUAN

Por conocerla me huelgo.

 

TOMASA

Yo, de moza, tuve entrada

en aquel semiconvento

de su tía.

 

JUAN

En paz descanse.

 

TOMASA

Como hay algún parentesco

entre Beatriz, su nodriza,

y mi padre, el privilegio

de visitarla alcanzaba,

y en verdad que era un portento

de hermosura por entonces

doña Inés; no sé si luego...

 

JUAN

¡Bah! de aquel tiempo al presente,

veinte años hay de por medio.

 

TOMASA

Dime, ¿y vendrá la Beatriz

con doña Inés?

 

JUAN

Volveremos

a ver la carta.

(La saca.)

 

TOMASA

No, hombre.

Si Beatriz viene, me alegro

del antojo del Barón;

llegue en buen hora.

 

JUAN

Tu afeuto

por ella es justo; no hay cosa

más natural.

 

TOMASA

(Con ironía.)

¡Por supuesto!

¡Como se porta tan bien!...

Ya ves, no rompe el silencio

que guarda, va para un año;

y aun hace más no merezco

que, de memoria en señal,

me haya mandado un pañuelo,

una cinta, un alfiler...

¡Venga! ¡Venga! Yo prometo

que me ha de hallar una cara,

que, quiera o no, la dé miedo.

 

JUAN

Mujer, pues no haces justicia;

que a la Beatriz le debemos

el estar doce años hace

en posesión del empleo

que nos da el pan.

 

TOMASA

Me parece

que no estábamos hambrientos

allá en casa del Marqués,

cuidando su hermoso huerto,

cuando el Barón nos llamó

—de la nodriza al empeño-

para darte plaza igual

a la que dejabas.

 

JUAN

Niego

la igualdá, que gano aquí

el doble, y a más campeo

por mi respeuto en la casa.

 

TOMASA

Y a no ser por mis aumentos,

¿hubiera yo a Castellón

dejado? No, ni por pienso.

El Marqués era un buen amo,

¡y qué jardines aquéllos!...

 

JUAN

Allá, Tomasa, hizo Dios

un milagro en favor nuestro;

pues —a falta de hijos propios-

nos dio el ángel a quien quiero

más que a mi alma.

 

TOMASA

Le hace daño

de ese cariño el exceso.

 

JUAN

¿Daño?

 

TOMASA

No poco: tu primo,

que hoy logra ser nada menos

que capitán de un buen buque

mercante, con más dinero

que un judío, y con más años

que...

 

JUAN

De ese asunto no hablemos.

¡Mujer! Me tiemblan las carnes,

¿qué digo carnes?, los güesos,

al recordar que has querido

entregarle mi embeleso

a un extraño.

 

TOMASA

A un viejo rico,

solterón sin heredero,

y pariente tuyo.

 

JUAN

¡Calla!

 

TOMASA

Quiere tener el consuelo

de prohijar a una joven

honrada...

 

JUAN

Yo no me meto

en lo que él quiera.

 

TOMASA

¡Egoísta!

¿No ve tu cariño ciego

lo mucho que gana Flora

si, según promete hacerlo,

tu anciano primo la adopta,

y cuando muera...?

 

JUAN

Acabemos.

¿Quisieras tú que mi niña,

revuelta con marineros,

corriese por esos mundos

siempre al capricho del viento?

 

TOMASA

A México va Beltrán,

y éste es su viaje postrero.

Bien sabes piensa fijarse

en aquel tan rico suelo,

donde ya tiene una casa

y tierras, y...

 

JUAN

Buen provecho.

 

TOMASA

Si adopta por hija a Flora,

como anhela...

 

JUAN

No consiento.

 

TOMASA

Pues le impides su ventura.

 

JUAN

¡Llevársela allá, tan lejos!

¡No quiero, no! ¡Voto a cribas!

 

TOMASA

Conque, ¿no cedes?

 

JUAN

No cedo.

 

TOMASA

¿No me das gusto?

 

JUAN

No doy.

 

TOMASA

¿Te rebelas?

 

JUAN

Me rebelo.

 

TOMASA

Saldrá del puerto mañana

la Tisbe.

 

JUAN

¿Sí? Le deseo

feliz viaje.

 

TOMASA

Y por ser tú

tan obstinado y tan necio,

pierde la niña un buen padre

que la deparaba el cielo.

 

JUAN

Sin padres vino a este mundo,

y se pasará sin ellos.

 

TOMASA

Corriente; pero ¡cuidado

con la lengua!... Te lo advierto.

No hay que hablar con los señores

de Flora, ni del misterio

de su origen.

 

JUAN

¿Por qué causa?

 

TOMASA Primera, porque lo ordeno.

JUAN

Ya!

 

TOMASA

Segunda, porque a nadie

le interesa aquel secreto;

y tercera, porque basta

para callar un suceso

saber que aunque lo oigan muchos

ninguno habrá de creerlo.

 

JUAN

¡Eso sí! que es tan extraña

la cosa... pero ¿qué debo

responder si ven a Flora

y me preguntan?

 

TOMASA

¡Mostrenco!,

respondes que es hija tuya,

y hete aquí que acaba el cuento.

Además, pueden no verla;

bien sabes cuál es su genio

y cómo huye de las gentes.

 

JUAN

Las flores son su universo.

 

TOMASA

Desde que viste aquel traje

tan rico y tan pintoresco,

que hace que al verla se rían

pescadores y labriegos,

le agrada más andar sola,

y yo misma apenas puedo

echarla la vista encima.

¡Oh! ¡no sabes lo que peno

con la tal niña! Es muy mona,

tiene donaire, despejo,

buen corazón; mas carácter

tan caprichoso y travieso,

no vi jamás.

 

JUAN

¡Vida mía!,

me tiene embobado, lelo.

¡Es tan relinda!

 

TOMASA

¡Y tú eres

tan padrote!

 

JUAN

Lo confieso.

 

TOMASA

Me la pierdes con tus mimos,

y te gastas el dinero

para adornarla a su antojo.

En fin, pues huéspedes tengo,

despertaré a los criados.

Lo que es ella, ten por cierto

que ya no estará en la cama.

Por más que grito y pateo,

no consigo que la aurora

la halle jamás bajo techo.

 

JUAN

Bueno es que madrugue.

 

TOMASA

En cambio,

aún estará como un leño

la posma de Blasa.

 

JUAN

Escucha...

debe haber alguien dispierto:

me parece que oigo ruido.

 

TOMASA

Sí que lo hay, mas no es adentro.

¡Juan!, galope de caballos...

 

JUAN

(Acercándose a la verja.)

Serán el Conde y su deudo...

 

TOMASA

¡Ay Dios!, ¡tan de madrugada

se nos vienen!...

 

JUAN

Dicho y hecho.

Se paran ante la verja...

Echan pie a tierra...

 

TOMASA

Abre presto.

 

JUAN

(Abriendo.)

¡Qué guapo mozo es el uno!

 

TOMASA

El otro tampoco es feo.

Aquí están.

ESCENA II

TOMASA, JUAN, EL CONDE y DON LUIS.

EL CONDE

¡Hola!, ¿ya hay gente

levantada?

 

JUAN

(Haciendo reverencias exageradas.)

El jardinero...

servidor...

 

EL CONDE

Cúbrete, amigo.

 

JUAN

¡Yo!...

 

EL CONDE

¡Cúbrete! Hace fresco.

 

JUAN

(Siempre haciendo cortesías.)

Mas en presencia de usía...

 

TOMASA

¡Obedece, hombre!

 

JUAN

(Calándose el sombrero.)

Obedezco.

Ésta es mi mujer, Tomasa,

y yo soy Juan.

 

EL CONDE

Lo celebro.

 

TOMASA

Dispongan sus señorías

lo que gusten.

 

JUAN

Los dos semos

uno solo a su servicio.

 

EL CONDE Gracias.

De polvo cubiertos,

cepillos y agua, buen hombre,

nos vendrán bien.

 

JUAN

Al momento.

Aquí hay de todo. Nuestro amo

—aunque muy poco lo vemos-

se ha gastado un dineral

en esta finca. Paseos,

jardines, fuentes, y...

 

(A TOMASA.)

Dime,

¿cómo llama a los muñecos

de piedra?

 

TOMASA

Estatuas.

 

JUAN

(Al CONDE.)

Y estuatuas

de todo hay.

 

EL CONDE

Sí, ya estoy viendo

parte de aquesos primores

en este vergel ameno.

 

TOMASA

Si gustan de entrar...

 

EL CONDE

La aurora

se ostenta alegre; el arreglo

dispón de cuartos y baños,

que el aviso esperaremos

aquí.

 

TOMASA

Todo por mí misma

va a ser al punto dispuesto.

(Saluda y se va.)

 

JUAN

Si me dan su permisión,

también con ella me ausento.

 

EL CONDE

Ve con Dios.