Amar por razón de estado - Tirso de Molina - E-Book

Amar por razón de estado E-Book

Tirso de Molina

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Beschreibung

Amar por razon de Estado describe las vicisitudes de una relacion sentimental asfixiada por los imperativos de la politica. Una vez mas asistimos al conflicto entre los intereses de Estado y los sentimientos.

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Veröffentlichungsjahr: 2017

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AMAR POR RAZÓN DE ESTADO

TIRSO DE MOLINA

Personas que hablan en ella:

• Carlos, DUQUE de Cleves

• La DUQUESA, su esposa

• LEONORA, viuda

• ISABELA, dama

• ENRIQUE, caballero

• LUDOVICO, marqués

• RICARDO, viejo

• Dos CRIADOS

ACTO PRIMERO

Salen LEONORA y ENRIQUE a una

ventana, de la cual

pende una escala

LEONORA: Enrique, el sol nos da prisa; con esperezos la aurora,

si celosa de mí llora,

mis pesares le dan risa.

ENRIQUE: ¡Qué presurosa que pisa, mi bien, el cóncavo espejo,

de sus celajes bosquejo!

¡Qué bien muestra a su pesar,

en su mucho madrugar,

que tiene el marido viejo!

¡Oh! ¿Quién candados pusiera

a las puertas de su oriente,

porque presa eternamente,

eterna mi dicha hiciera?

¡Quién, rompiendo la vidriera

por donde su luz traspasa,

pusiera a sus cursos tasa

e impidiéndola el correr,

la hiciera, pues es mujer,

que aprendiera a estarse en casa.

¡No estuviera yo en Noruega,

donde hay noches tan corteses,

que regalan por seis meses

a quien a su clima llega!

LEONORA: Si Amor en ellos sosiega,

¿de qué, mi bien, serviría

tan prolongada alegría,

habiéndola de lastar

llorando, con esperar

otros seis meses de día?

No alargues con dilaciones

recelos de nuestro daño;

mira que a dichas de un año

riesgo de un instante pones.

Baja, mi bien.

ENRIQUE: Escalones de mi muerte bajaré.

Baja el primer paso

¿Cuándo a verte volveré?

LEONORA: ¿Eso pregunta quien ama, y ausente del sol la llama,

de su fuego esfera fue?

Mientras está en Belpaís

el Duque, y la noche oscura

miedos del sol asegura,

¿qué preguntas?

ENRIQUE: ¡Vos decís que me amáis, y permitís

que me vaya!

LEONORA: Es el temor ayo crüel del honor,

y el sol que a nacer empieza,

en su misma luz tropieza

por descubrir nuestro amor.

¿Bajaste ya?

ENRIQUE: El primer paso.

LEONORA: Adiós, pues.

ENRIQUE: Oye de aquí quejas del alma.

LEONORA: ¡Ay de mí!

Vete, Enrique, y habla paso.

ENRIQUE: Si hicieras, Leonora, caso de mis penas...

LEONORA: Si te ve el sol...

ENRIQUE: Ya, mi bien, bajé otro escalón; que violenta

mi fe, los pasos me cuenta,

y no la haces de mí fe.

LEONORA: Repara, amores, por Dios, que no es amante discreto

quien pone a riesgo el secreto.

ENRIQUE: Reparad en mi amor vos.

LEONORA: Voyme.

ENRIQUE: Ya bajé otros dos.

LEONORA: No ocasiones mi cuidado.

ENRIQUE: Mi bien, ¿pues qué juez no ha dado

lugar que en cada escalón

siquiera hable una razón

el más vil ajusticiado?

LEONORA: Mira que ya son las hojas ojos de Argos, que nos ven

de este jardín.

ENRIQUE: ¡Ay mi bien!

Yo te adoro, y tú te enojas.

LEONORA: Temo.

Acabando ENRIQUE de bajar

ENRIQUE: Cesen tus congojas; que ya me voy. Goce el sueño

la gloria que en ti le empeño.

LEONORA: ¿Soltaré la escala?

ENRIQUE: Sí.

LEONORA: ¿Vaste?

ENRIQUE: Voyme, y quedo en ti.

LEONORA: ¡Ay dulce esposo!

ENRIQUE: ¡Ay mi dueño!

Suelta LEONORA la escala, y se retira.

Salen el

DUQUE y dos CRIADOS

DUQUE: ¿A estas horas hombre aquí?

Matadle, si no se da.

ENRIQUE: (Ya, Amor, descubierto está Aparte

vuestro secreto por mí.

Restaure el acero agora

culpas que por tardo os doy.)

DUQUE: ¿Quién eres?

ENRIQUE: Un hombre soy.

DUQUE: Pues ¿qué haces aquí a tal hora?

ENRIQUE: Idolatrar estas piedras, de mi hechizo semejanza

y comparar mi esperanza

a sus siempre verdes yedras.

DUQUE: ¿Amas en palacio?

ENRIQUE: Adoro.

DUQUE: ¿A quién?

ENRIQUE: Si fueras discreto, no ofendieras al secreto

de Amor mas rico tesoro.

DUQUE: ¿Por dónde al parque cerrado entraste?

ENRIQUE: Si Amor es ave que penetrar nubes sabe,

¿qué preguntas?

DUQUE: Al sagrado de este lugar, es delito

entrar de noche.

ENRIQUE: Al Amor, que es el monarca mayor

ningún lugar le limito.

DUQUE: Di quién eres.

ENRIQUE: Todo yo soy amor, y no soy más.

DUQUE: Si te encubres, morirás.

ENRIQUE: Amor esfuerzo me dio para defenderme.

DUQUE: ¡Muera!

ENRIQUE: Mal mi valor conocéis.

Echan mano a las espadas los cuatro y

éntranse

acuchillando el DUQUE y ENRIQUE. Los

CRIADOS huyen al punto.

Dentro

DUQUE: ¡Valiente brazo! ¿Qué hacéis?

¡De un solo hombre [huís]!

Salen el DUQUE y ENRIQUE, volviendo a

salir. El

DUQUE retirándose de ENRIQUE

DUQUE: Espera.

Advierte que el duque soy.

ENRIQUE: Vuestra alteza me perdone, si mi espada se le opone;

porque resuelto estoy

de morir, antes que sepa

quién la espada le ha ganado,

venturoso desgraciado,

aunque en mi valor no quepa

el justo merecimiento

que consigue mi osadía.

Vuestra alteza honre la mía,

porque con la suya intento

dar principio a mi ventura,

y mi sangre ennoblecer.

DUQUE: Tu valiente proceder de mi enojo te asegura.

Dos crïados me has herido,

pero no temas por eso.

ENRIQUE: Que me ha pesado confieso, aunque en mi defensa ha sido

DUQUE: Descúbrete, caballero.

ENRIQUE: Vuestra alteza tiene fama de crüel contra quien ama

sangre suya, y de aquí infiero

lo mal que me puede estar

hacer de quien soy alarde.

El sol sale. Adiós; que es tarde, e indecente este lugar.

Vase ENRIQUE

DUQUE: ¡Determinado valor!

¿Qué es esto? ¡Válgame el cielo!

¡Una escala está en el suelo!

Cayó por ella mi honor.

El arrogante embozado,

autor de mi afrenta ha sido;

que el peligro hace atrevido

al más cobarde culpado.

¿Qué hay que dudar? ¿No me

dijo,

"Vuestra alteza tiene fama

de crüel contra quien ama

sangre suya?" Si colijo

de aquí consecuencias llanas,

a mi sangre fue traidor,

y torpe ofende mi honor

una de mis dos hermanas.

¿Si será Leonora? No;

que en su temprana viudez

la virtud ha sido juez

de que Artemisa perdió

el casto blasón con ella.

¿Será Isabela? Tampoco,

pues al deseo más loco

reprime ardores de vella.

Pues ¿quién será de las dos,

si no tengo en Belpaís

otra sangre? ¿Qué decís,

honra, en estas dudas vos?

Este cuarto es de Leonora

y de Isabela; esta escala

en la culpa las iguala,

si cómplice, acusadora.

Para poder sentenciar,

información se ha de hacer.

¿Vos sois casa de placer?

Mejor diréis de pesar.

¿Llamaré gente que siga

mi enemigo? Sed mas sabio,

honor mío; que el agravio

no lo es miéntras no se diga.

Ni el sol que empieza a nacer,

con verlo todo y ser mudo,

de las ofensas que dudo

testigo tiene de ser.

El tiempo dará noticia

de quién es quien me ofendió,

pues en mi espada llevó

la insignia de mi justicia.

Ella le dará castigo,

pues aunque encubrirse prueba,

no va seguro quien lleva

a la justicia consigo;

y yo guardaré entre tanto

este instrumento agresor.

Tratos de cuerda el Amor

da a la honra. No me espanto

que os venza, mudable hermana,

pues la mas firme mujer

frágil cuerda viene a ser,

y la mas cuerda, de lana.

Bájase a tomar la escala, halla papeles

rotos,

y cógelos

Papeles pedazos hechos

hay por aquí, que arrojados,

son despedidos crïados;

y descubriendo sus pechos,

podría ser que se vengasen

de quien los despedazó.

Sospechas, ¡dichoso yo,

si en verdades os trocasen!

Esta letra es de Leonora.

Medio renglón dice ansí,

Lesen Sie weiter in der vollständigen Ausgabe!

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