Palabras y plumas - Tirso de Molina - E-Book

Palabras y plumas E-Book

Tirso de Molina

0,0

Beschreibung

  Palabras y plumas es una comedia de Tirso de Molina que evoca la atmósfera caballeresca del ambiente napolitano-aragonés. La obra nos narra las vicisitudes de Don Iñigo, enamorado de Matilde de San Severino, princesa de Tarento, que llega a corresponderle. La princesa parece inclinarse sentimentalmente por Próspero, el elocuente y elegante príncipe de Tarento, que precisamente hace gala de sus palabras y de sus plumas. Don Íñigo, que se define como «caballero español», aparece como un enamorado apasionado pero obstinado e inoportuno en su exagerada liberalidad y sus alardes de valentía.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern

Seitenzahl: 97

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Tirso de Molina

Palabras y plumas

Barcelona 2024

Linkgua-ediciones.com

Créditos

Título original: Palabras y plumas.

© 2024, Red ediciones S.L.

e-mail: [email protected]

Diseño de cubierta: Michel Mallard.

ISBN tapa dura: 978-84-9953-805-1.

ISBN rústica: 978-84-9816-530-2.

ISBN ebook: 978-84-9953-370-4.

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar, escanear o hacer copias digitales de algún fragmento de esta obra.

Sumario

Créditos 4

Brevísima presentación 7

La vida 7

Personajes 8

Jornada primera 9

Jornada segunda 57

Jornada tercera 111

Libros a la carta 143

Brevísima presentación

La vida

Tirso de Molina (Madrid, 1583-Almazán, Soria, 1648). España.

Se dice que era hijo bastardo del duque de Osuna, pero otros lo niegan. Se sabe poco de su vida hasta su ingreso como novicio en la Orden mercedaria en 1600 y su profesión al año siguiente en Guadalajara. Parece que había escrito comedias, al tiempo que viajaba por Galicia y Portugal. En 1614 sufrió su primer destierro de la corte por sus sátiras contra la nobleza. Dos años más tarde fue enviado a la Hispaniola (actual República Dominicana), regresó en 1618. Su vocación artística y su actitud contraria a los cenáculos culteranos no facilitó sus relaciones con las autoridades. En 1625, el Concejo de Castilla lo amonestó por escribir comedias y le prohibió volver a hacerlo bajo amenaza de excomunión. Desde entonces solo escribió tres nuevas piezas y consagró el resto de su vida a las tareas de la orden.

Personajes

Matilde, princesa de Salerno

Próspero, príncipe de Taranto

Don Íñigo, caballero español

El rey de Nápoles, don Fernando I

Sirena

Laura

Gallardo, lacayo

El duque de Rojano

Liseno

Rugero

Teodoro

Laurino

Un Criado

Acompañamiento

Jornada primera

(Salen Próspero, bizarro, con muchas plumas, y Matilde.)

Matilde ¡Ah, príncipe de Taranto!

¡Próspero, señor, mi bien!

Espera, el paso detén.

o anegaráte mi llanto

Próspero Siendo el desengaño tanto,

ya mi sufrimiento pasa,

por mas que tu amor me abrasa,

las leyes de mis desvelos;

mas ¿cuándo huyeron los celos

que no volviesen a casa?

¡Ingrata! ¿Qué es lo que quieres?

¿Para qué a voces me llamas?

Cuando a don Íñigo amas,

¡finges que por mi te mueres!

Terribles sois las mujeres,

pues a la sombra imitáis,

y como ella, cuando amáis,

leves, del que os sigue huís.

Al que os desprecia seguís,

al que os adora engañáis.

Si el alma a un español das,

¿por qué en mí tu amor ensayas?

Matilde Injúriame, y, no te vayas.

Poco has dicho, dime más.

Mientras que presente estás,

tengo vida; y solo el rato

que ausente mi amor retrato,

no hay para mi mal paciencia.

Compre a injurias tu presencia

mi amor, que lance es barato.

¿De qué estás, mi bien, quejoso?

¿Quién ha podido ofenderte?

Que puesto que vivo en verte

amante cuanto celoso,

como pende mi reposo

del tuyo, aunque así aseguras

la fe que en celos apuras,

si hace el gasto tu pesar.

No pretendo yo comprar

a tu costa mis venturas.

Próspero Cautelosa persuades

favores con que me enciendes.

¿Por qué mentiras me vendes

con máscaras de verdades?

Afeitadas crueldades

tiranizaron mis años;

no desmientas desengaños

que han de hacer en tus mudanzas

por dilatar esperanzas

mas incurables mis daños.

Ya con el pleito saliste.

Lo que no han hecho soldados,

bastaron a hacer letrados.

Con ellos al fin venciste.

Si mi amor entretuviste

hasta gozar su gobierno,

princesa eres de Salerno.

Estado tienes bastante

con que enriquecer tu amante,

más dichoso, no más tierno.

Ya yo sé que en esta empresa,

si fingiste amarme tanto,

fue por verte de Taranto,

siendo mi esposa, princesa;

pues Salerno te confiesa

por tal, y perdió Rugero

por libros lo que el acero

ganó e impides que cobre,

goza a don Íñigo pobre,

español y lisonjero.

Entronícese en tu estado;

que la que es rica y se casa

con pobre, lleva a su casa

en un marido un criado.

Su hacienda ha desperdiciado

en la firme pretensión

de tu amor; y así, es razón

que premies su intento casto;

pues amor con tanto gasto

te obliga a restitución.

Matilde Puesto que me haya el derecho

que tengo a Salerno dado

la posesión de su estado,

que Rugero había deshecho,

¿a qué propósito ha hecho

argumentos tu malicia

contra la clara noticia

que sabes de mi valor,

echando a mi noble amor

sambenitos de codicia?

Tan lejos de apetecer

tu estado estoy por quererte,

que quisiera empobrecerte

para darte nuevo ser.

Si estuviera en mi poder,

la vida y ser te quitara,

que luego en ti mejorara;

para que de esta manera,

cuanto más te engrandeciera,

más a amarme te obligara.

De don Iñigo confieso,

puesto que en vano trabaja,

lo que en amar se aventaja,

pues es del amor exceso;

mas si coligieras de eso

la derecha conclusión,

sacaras la obligación

que a mi fe constante tienes,

pues a él le pago en desdenes,

y a ti con el corazón.

Si yo fuera agradecida,

y mi voluntad juzgara

sin pasión, su amor premiara

dándole mi estado y vida;

pero está tan oprimida

por ti, que en vez de quererle,

aun no oso favorecerle

con solamente mirarle.

Mira cómo podré amarle,

si tengo pena de verle.

Próspero ¿Luego osarásme negar

que agora cuando mantiene

la sortija que entretiene

a tus puertas el lugar,

No se ha venido a cifrar

en ser él favorecido

de ti, y en que hayas salido

con el estado que esperas?

Si tú no lo permitieras,

nunca él se hubiera atrevido

Al punto que en tu favor

salió la alegre sentencia,

en mi agravio y competencia

hizo alarde de su amor.

Joyas de sumo valor

dio en albricias; que no hiciera

más, si mi estado tuviera.

¿Y quién negarme podrá

que ninguno albricias da

de lo que adquirir no espera?

Matilde ¿Qué diste tú a quien la nueva

de mi dicha te llevó?

Próspero Abrazos el gusto dio,

que en ti su ventura aprueba,

promesas, que quien las lleva,

presto vendrá a ejecutar.

De plumas hice adornar

mis pajes, porque en sus galas

cifrase el Amor las alas

con que al cielo ha de volar.

Encarecí con razones

y agradecí con palabras

tu suerte.

Matilde ¡Pródigo labras

en mi amor obligaciones!

Mas las que agora propone,

pudieran, cuando las sumas,

por mas que amarme presumas,

borrar la fama que cobras;

pues debo al español obras,

y a ti palabras y plumas.

Mas como tras ti te llevas

la inclinación que te adora,

una pluma tuya agora

estimo en más que las pruebas

gastos e invenciones nuevas

de ese español, cuyo fuego

aborrezco, aunque no niego

que con victoria saliera,

si en su pretensión tuviera

un juez que no fuera ciego.

¿Con que favores le he dado

esperanzas, y a ti enojos,

pues ni aun con risueños ojos

sus servicios he mirado?

¿En qué saraos he danzado

con él? ¿De qué formas quejas?

¿Qué coche, desde las rejas,

músicas dando a mi calle,

no puse, por no escuchalle,

candados a mis orejas?

Si me tiene voluntad,

¿podré quitársela yo,

pues aun Dios no sujetó

su albedrío y voluntad?

Si con liberalidad

gasta y destruye su casa,

justa, ronda, rompe, abrasa,

¿ha de sacar mi rigor

premáticas que en su amor

y en sus gastos pongan tasa?

Si agora corre por mí

sortija en mi misma calle,

y por gozarla y gozalle,

a Nápoles trae tras sí,

¿pude hacer yo mas por ti,

porque satisfecho estés

y no te enojes después,

que despejando el balcón,

quedar en reputación

de ingrata y de descortés?

Anda, amores, que estás loco.

Tener celos y encubrirlos

es amor; pero pedirlos

es estimarte a ti en poco.

Si con esto te provoco,

y ya tu enojo se ablanda,

entra en la sortija, anda.

Muestra que sales por mí.

Dame esa pluma turquí,

y ponte esta verde banda;

que mis celos trocar quiero

en esperanza segura.

Próspero Hechizos de tu hermosura

cera me hacen, si fui acero.

Matilde ¿Vas seguro?

Próspero Estarlo espero.

Matilde ¿Correrás?

Próspero Por agradarte;

mas para que pueda darte

el premio, ¿con qué favor

piensas animar mi amor?

Matilde Con reírme y con mirarte

(Vanse. Salen el Rey y Rugero.)

Rey Rugero, el pésame os doy

de la pérdida presente,

y tanto más triste estoy,

cuanto os miro mas prudente

y más cortesano. Hoy

mi consejo os ha quitado

a Salerno, defendido

por vos como gran soldado;

que más con vos ha podido

que un ejército, un senado.

El favor que permitió

la justicia en él os hice.

En fin Matilde os llevó,

con la sentencia felice,

el estado que os quitó.

Pero pues a mi pesar

os son contrarias las leyes,

y no es costumbre llegar

a dar pésames los reyes,

pudiendo mercedes dar,

conde os hago de Celano.

Rugero Diré, de aquesa manera,

señor, con César romano:

«Si no perdiera, perdiera

la merced que hoy por vos gano;

pero en fin, sois heredero

en el reino y el valor

del magno Alfonso el primero

de Nápoles, resplandor

de la pluma y el acero.

Siglo de oro fue por él.

Los pies mil veces os beso.»

Rey Sois vasallo noble y fiel,

y el sentimiento os confieso

que esta sentencia cruel

me causa, pues sin Salerno,

bajáis de príncipe a conde.

Rugero Por veros, señor, cuán tierno

vuestra alteza corresponde

a mi lealtad, su gobierno

menosprecio; pues si es cierto

el amor que habéis mostrado

y en vuestra privanza advierto,

no iguala su principado

al que en vos he descubierto.

Lo que aquí sentirse puede,

por ser de mas importancia,

es ver que Matilde herede

a Salerno, y que de Francia

la facción tan fuerte quede;

que del conde de Anjou es

deuda, y amiga en extremo,

y pretendiendo el francés

quitaros el reino, temo

no salga con su interés;

que si Matilde le ayuda

y en Salerno le da entrada,

pongo a Nápoles en duda.

Rey Ya sé cuán apasionada

Matilde, si no se muda,

es del conde mi enemigo

y el daño que puede hacerme.

Rugero De eso soy yo buen testigo,

y sé que el conde no duerme,

pues trae de Francia consigo

un ejército volante

a ponernos en aprieto.

Si con él pasa adelante,

y el de Taranto, en efeto,

siendo de Matilde amante,

no aseguró su lealtad

con vuestra alteza...

Rey Los dos

juraron fidelidad,

estando delante vos,

a mi corona.

Rugero Es verdad;

pero ¿cuándo el interés

en juramentos repara?

Yo sé, que por el francés

la princesa se declara

de Salerno, y que después

a Nápoles perderás

siendo Matilde traidora

como lo es; pero podrás

poner remedio, si agora

conmisión, señor, me das

para visitar su casa.

Cartas ofrezco traerte

del conde, que a Italia pasa

a instancia suya.

Rey Tu suerte

si basta hoy te ha sido escasa,

te ofrece prosperidad

notable, si aqueso pruebas.

Rugero Esto es, gran señor, verdad.

Rey Mi comisión, conde, llevas.

Usa de mi autoridad.

Su casa toda visita;

saca a luz esa traición;

que si a Salerno te quita,

presto con su posesión

tu fe y lealtad te acredita.

Ven, y daréte en secreto

la provisión que has pedido.

Sé en su ejecucion discreto.

Rugero (Aparte.) (El estado que he perdido

hoy restaurar me prometo.

Con una carta fingida

a Salerno poseeré

sin que otro pleito lo impida.)

Rey Siempre esta Matilde fue

arrogante y presumida.

(Vanse. Salen don Íñigo y Gallardo.)

Íñigo Pésame hacer disparates,

de mis locuras indicios

ya que no de mis servicios.

Quítame esos acicates;

arroja esas galas viles

en el fuego, su elemento.

Esparce plumas al viento,

mudables como sutiles.

Dame una capa y sombrero

con que cubra mi dolor.