Tocan a guerra y salen
peleando MENALIPE, MARTESIA y otras amazonas. La primera con hacha
de armas, la otra con un bastón y todas con arcos y aljabas de
flechas a las espaldas; y contra ellas españoles bizarros, entre
los cuales salen FRANCISCO CARAVAJAL y GONZALO PIZARRO, llena éste
la rodela de flechas y retirando a MENALIPE sin sacar la espada;
van peleando, entrando y saliendo, hasta que quedando solos don
GONZALO y MENALIPE dicen:
MENALIPE
Matadme estas harpías
que con presencia humana
el privilegio a nuestra patria quiebran,
no pierdan nuestros días
la integridad antigua, aunque inhumana, 5
que ilustran tantos siglos y celebran.
No estas arenas pisen
plantas lascivas de hombres
que, obscureciendo nuestros castos nombres,
cobardes por el mundo nos avisen 10
que no sabemos abatir coronas.
¡A ellos, invencibles amazonas!
MARTESIA
¿Qué importa el animarnos?
¿El dar voces qué importa,
si ni en ellos el hacha de armas corta, 15
ni las flechas vitoria pueden darnos,
pues con poblar esas regiones sumas,
temblando el sol de verlas,
el ánimo perdemos con perderlas
y adornando sus galas, 20
en vez de darles muerte les dan alas?
(Éntranse todos si no son
don GONZALO y MENALIPE.)
GONZALO
¡Oh región belicosa!
¡Oh sol, que en el ocaso donde mueres
por guarda de tu pira luminosa
influyes tal valor en las mujeres! 25
¿Qué prodigio, qué encanto
en pechos femeniles puede tanto?
Las fábulas que en Grecia
Alejandro, por ser de Homero, precia,
a Palas eternizan, 30
a Tomiris pirámides levantan
y a la madre de Nino solemnizan,
mienten, por más que sus historias cantan,
si con éstas se atreven
a competir, por más valor que prueben. 35
¡Que en los límites últimos del orbe,
armada la hermosura,
nuestro valor estorbe
y en trance de tan bélica fortuna
nos ponga una república que, sola, 40
sin admitir varones,
forma del sexo frágil escuadrones
y se atreve a sacar sangre española!
Aquí Naturaleza
el orden ha alterado 45
que por el orbe todo ha conservado,
pues las hazañas junta a la belleza.
¡Vive, pues, mi valor! ¡El cielo vive!,
que aunque a sus manos muera,
no he de sacar la espada que apercibe 50
a la infamia ocasión si sale fuera
y en sangre femenil su temple esmalta.
¡Supla el esfuerzo si el acero falta!
MENALIPE
Hombre, ¿por qué no miras
mortales amenazas de mis iras? 55
¿Por qué si te defiendes,
la espada ociosa, mi valor no ofendes?
A furia me provoco;
o me tienes en poco
o ya desesperado 60
a mis manos morir quieres honrado
GONZALO
Armígera Belona,
los que nacieron, como yo, al respeto
que la fama corona
obligados, y estiman el conceto 65
en que el valor los pone,
adoran las bellezas;
y por más que ocasione
el peligro su enojo, las noblezas
en defender las damas se ejercitan 70
y en fe desto su amparo solicitan.
Amarlas y servirías
es sólo mi blasón, pero no herirlas.
MENALIPE
¿Agora cortesías?
¡Qué mal conoces presumpciones mías 75
si juzgas por favor estos rigores!
Aguarda y llenaréte de favores.
(Dale un golpe.)
GONZALO
Bizarro aliento, airosa valentía;
feliz región que prodigiosa cría
en tan remota parte 80
a Venus tierna transformada en Marte.
La industria, esta vez sola,
sin armas ofensivas
acredite mi sangre que, española,
refrenando las manos vengativas 85
sabe sin ofender tales bellezas
vencer peligros y lograr destrezas.
(Éntranse retirando don
GONZALO a MENALIPE sin sacar la espada, y salen CARAVAJAL y
MARTESIA peleando.)
MARTESIA
No tengo de matarte aunque pudiera,
que si lo apeteciera,
aunque su esfuerzo en ti depositara 90
cuanto vigor, aliento, bizarría
tu heroica sangre cría,
aunque Alcides en ti resucitara
su espíritu gigante
(aquél en cuyos hombros 95
eternizando asombros,
pedestal de los cielos como Atlante,
fió su alivio en ellos),
hay más valor en mí que en todos ellos.
CARAVAJAL
¿En qué anales, archivos o memorias 100
has aprendido historias
si en tan remoto clima
(¡oh bárbara arrogante toda enigma!)
no hay quien saber presuma
los útiles desvelos de la pluma? 105
¿Cómo hablas el idioma
que España por sus minas ferió a Roma?
¿Quién te enseñó el estilo
de la elocuente lengua castellana?,
que puesto que hasta el Nilo 110
haya llegado y a la zona indiana
preceptos de elegantes,
aquí no, que hasta agora
el mundo todo este jirón ignora.
MARTESIA
Dudas discreto, pero no te espantes, 115
que tal divinidad mi pecho encierra
que oráculo soy, pasmo desta tierra.
Los hombres y los brutos
veneran mis preceptos absolutos;
los tigres, los leones, 120
sierpes y basiliscos,
habitadores desos arduos riscos,
vendrán, si los convoco, en escuadrones;
las islas animadas,
promontorios de escamas y de espinas 125
(ballenas digo), de mi voz forzadas
cubrirán esas olas cristalinas
y desde ellas poblando estas arenas
alistaré caimanes y ballenas.
No están de mis conjuros 130
los astros, los planetas, tan seguros
que si los doy un grito
no truequen por mis plantas su distrito.
Escalas pongo al cielo,
sobre los vientos vuelo 135
y a imitación del sol que al indio admira,
mi agilidad, como él, los orbes gira.
¿Espantaráste agora
(si esto te certifica la experiencia)
que quien registra cuanto su luz dora 140
tenga noticia de cualquiera ciencia
y hablando en todas lenguas tus vocablos
pronuncie?
CARAVAJAL
Calepino sois de diablos.
Mejor labráis en habas que en la aguja,
mas, ¿cómo no sois vieja siendo bruja? 145
MARTESIA
Francisco, tu valor...
CARAVAJAL
¿También mi nombre?
MARTESIA
Caravajal tu patria te intitula.
Tu valor, pues, me hechiza: no te asombre
si vieres que mi amor por él te adula.
Sé las hazañas grandes 150
que en Navarra, Milán, Sajonia y Flandes
sirviendo al quinto Carlos te eternizan.
Cuando lo hechizo todo, éstas me hechizan.
Las paces sé de Europa
y que por ser tu profesión la guerra, 155
el mar del Norte favorable en popa,
nuevos orbes te ofrece, nueva tierra;
y los sales del Sur atropellando,
fama, más que metales, vas buscando.
Quédate aquí, serás mi esposo y dueño, 160
haré por causa tuya
que la ley rigurosa se destruya
desta región y su infecundo empeño.
Gozarán por mi amor las amazonas
el tálamo hasta agora aborrecido; 165
sepultará crueldades el olvido.
El cuello rendirán las amazonas
al apacible imperio
de amor, que hasta aquí fue su vituperio.
Todo esto cesará si satisfaces 170
los castos deseos míos;
eterna paz tendrás si estimas paces;
si guerra anhelan tus bizarros bríos,
canoas y piraguas
te cubrirán las fugitivas aguas 175
de ese jayán monarca de los ríos.
Conquistaránte en ellas
provincias comarcanas,
ejércitos armados de doncellas
tan esentas de amor cuanto inhumanas. 180
La reina y yo, español, somos hermanas;
ella el título goza solamente,
yo el uso y el gobierno.
Francisco, la ocasión logra presente.
Señora comisaria del
infierno, 185
no acepto matrimonios
en que entran a la parte los demonios.
Vuesa merced predique
esa seta en Marruecos o en Mastrique
y defiéndase agora 190
trayendo contra mí diablos de esgrima;
veremos si con ellos me enamora.
MARTESIA
Pues guárdate de dar la vuelta a Lima,
que por cruel y a mis suspiros falso
perderás la cabeza en un cadahalso. 195