Belardo el furioso - Lope de Vega - E-Book

Belardo el furioso E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

Belardo, el furioso, es un texto teatral del autor Lope de Vega. Adscrito al subgénero pastoril, ensalza los valores de la vida en el campo frente a las inquinas y mezquindades de la corte y la ciudad. En este caso la obra también tiene un fuerte componente mitológico y mágico, articulado en torno al amor de dos jóvenes que deben interrumpir sus relaciones porque la familia de ella la promete a un rico mayora. La tensión del novio lo empujará a huir de la realidad y entregarse a la locura.-

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Lope de Vega

Belardo el furioso

 

Saga

Belardo el furioso Lope de VegaCover image: Shutterstock Copyright © 1595, 2020 SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726616330

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

Elenco

FLORIPENO, pastor LERIDANO, pastor BELARDO, pastor JACINTA, pastora PINARDO, viejo, tío de JACINTA NEMOROSO, pastor CRISTALINA, pastora SIRALBO, pastor BATO, villano AMARILIS, pastora GALTERIO, viejo, padre de BELARDO PERUÉTANO, alcalde CORNADO, alcalde

Jornada I

Sale FLORIPENO, pastor.

FLORIPENO

Quedaos, ovejas tristes, derramadas

por esos altos y empinados riscos,

que mejor andaréis que mal guardadas,

paciendo a solas malvas y torviscos;

5

las hierbas, del rocío aljofaradas,

sin que os detengan el redil ni apriscos,

podéis pacer, primero que el aurora

la copia esmalte de la bella Flora.

Paced, siquiera, adelfas venenosas,

10

y entre ellas el postrero paroxismo;

bebed las aguas turbias y dañosas

y, despeñadas, id al propio abismo,

que mal tendrá cuidado de otras cosas

el que apenas le tiene de sí mismo;

15

perded cuidado que, perdido, os cobre

rico de males y de bienes pobre.

No ha menester el solo compañía,

ni consejo el que está desesperado,

que yo no soy pastor como solía,

20

perdido guardo, ya que no ganado;

para solo buscar la muerte mía

desnudo voy mejor, y sin cuidado;

ni quiero que pastor mi hacienda herede,

pues mis desdichas heredar no puede.

25

Pasado ha el sol por su dorada cinta,

bordada de figuras celestiales,

donde calienta, abrasa, adorna y pinta

marinos y terrestres animales,

diez cursos desde el punto que Jacinto

30

fue dulce causa de mis largos males;

diez años la he servido, y en diez años

no tengo más provecho que mis daños.

 

Sale LERIDANO, pastor, por otra puerta.

LERIDANO

Quien dice que en mujeres hay flaqueza

y que es su condición varia y mudable

35

conquiste de Jacinta la dureza

y el alma dura de su pecho afable;

verá que en estas peñas no hay firmeza

que se compare a su rigor notable,

y que de cera son estas montañas

40

si quieren competir con sus entrañas.

No siembra en la arena, o piensa en vano

coger el viento en redes, quien alcanza

a ser pastor dichoso de su mano,

y el regalado fin de su esperanza;

45

canta, pastor alegre, canta ufano,

seguro para siempre de mudanza,

que pues con oro la conquisto y huye,

grande lealtad en adorarte arguye.

El oro, que conquista las ciudades,

50

perdona muertes y deshace enojos,

corrompe las mayores amistades

y a la misma verdad pone en despojos;

el inventor de ofensas y maldades

no ha podido jamás cegar los ojos

55

de esta cruel, porque a su luz no vale

cuanta del oro codiciado sale.

¿De qué me sirve, pues, ser de este valle

un rico mayoral, un nuevo Midas,

ni acompañar un razonable talle,

60

de galas por ventura nunca oídas,

si un pastor, que me enfado de nombralle,

con unas antiparas mal vestidas,

ha conquistado, pobre, roto y solo,

lo que no osaran Endimión ni Apolo?

 

Vuelve FLORIPENO la cabeza y ve a LERIDANO.

FLORIPENO

65

¡Oh, famoso Leridano!

 

LERIDANO

¡Oh, gallardo Floripeno!

 

FLORIPENO

¿Dónde bueno?

 

LERIDANO

Ya es en vano

ir buscando tiempo bueno,

ya se nos fue de la mano.

70

¿Dónde mal? me has de decir,

que no hay lugar donde ir

para decir dónde bueno.

 

FLORIPENO

¿Tanto penas?

 

LERIDANO

Tanto peno:

fuera dichoso en morir.

 

FLORIPENO

75

¡Bueno es ir un desdichado,

a buscar algún consuelo,

y hallar un desesperado!

 

LERIDANO

Eso le debes al cielo.

 

FLORIPENO

¡Cómo!

 

LERIDANO

Consuelo has hallado.

 

FLORIPENO

80

¿Yo, en tu desesperación?

 

LERIDANO

Y con bastante razón.

¿Qué consuelo hay más notable

al que es triste y miserable,

que hallar muchos que lo son?

85

Mal de muchos, ¿no es consuelo?

 

FLORIPENO

De la causa que este nace,

le tengo por desconsuelo;

mas di, mayoral, ¿qué hace

aquel páramo de hielo?

90

¿Cómo te ha ido con ella?

¿No la rinde y atropella

tanto oro a sus ojos puesto?

 

LERIDANO

Del cielo podré más presto

bajar la más alta estrella;

95

ahora estoy más perdido

y de su desdén más loco,

más ciego y menos valido.

 

FLORIPENO

¿Luego a ti te tiene en poco?

 

LERIDANO

Y es milagro.

 

FLORIPENO

Y no lo ha sido.

100

Dime, ¿qué imposible ves

que no venza a interés?

¿Hay, dime, entrañas tan duras

de su conquista seguras?

 

LERIDANO

¿No ves que mujer no es?

 

FLORIPENO

105

¿No es mujer?

 

LERIDANO

No, porque está

ya convertida en un hombre

que estos consejos le da,

y es río que pierde el nombre

si en mayor entrando va.

110

Esta amaba la riqueza,

entró en la misma pobreza,

perdió el nombre, y en lo amado

quedó su ser transformado.

 

FLORIPENO

Tú vencerás su firmeza,

115

que como tengas paciencia,

que lo más difícil rompe,

cesará su resistencia.

 

LERIDANO

Ya nuestro hablar interrompe

no menos que su presencia;

120

y aun aquí viene la ingrata

que le da vida y nos mata.

 

FLORIPENO

Pues ¿cuándo los viste solos?

 

LERIDANO

Más se adora que los polos

en que el cielo se remata.

125

Ponte detrás de ese roble,

que yo aquí me cubriré

con aqueste laurel noble.

 

Escóndense los dos pastores, y salen BELARDO y JACINTA.

BELARDO

No es tan delgada mi fe,

que a cualquier viento se doble,

130

que aunque en altura compite

con los cielos, y le imite

el valor que en ti se encierra,

tiene un tronco acá, en la tierra,

que no hay valor que le quite.

 

JACINTA

135

No vengo yo sospechosa,

Belardo, de fe tan alta,

que al cielo sube gloriosa.

 

BELARDO

Pues ¿qué quieres?, ¿qué me falta?

Más firme soy que tú hermosa.

140

¿Qué dije? ¡Oh, traidor de mí!

Tu hermosura presumí

igualar con mi firmeza,

siendo inmortal tu belleza,

sin duda al cielo ofendí.

145

Mas si no puede la muerte

esa hermosura del alma

gastar de ninguna suerte,

¿cómo podrá llevar palma

de una firmeza tan fuerte?

150

Que si amo tu hermosura,

y ella, inmortal, vive y dura,

mi firmeza es inmortal.

 

JACINTA

No me ha parecido mal.

 

BELARDO

Mi propia fe te asegura.

 

JACINTA

155

¡Que has metido de razones

para olvidar mi razón!

 

BELARDO

¿En eso otra vez te pones?

 

JACINTA

Pensarás que celos son;

darasme satisfacciones.

 

BELARDO

160

Si en corro, baile ni fiesta

te ha ofendido esta alma, esta

que huye casos tan feos,

jamás des a mis deseos

un dulce sí por respuesta;

165

no haya venganza o castigo

que en mí no venga a parar;

que me mate mi enemigo

y que te venga a gozar

el que fuere más mi amigo,

170

y a mis ojos, abrazada

como tórtola casada,

le des, con arrullo, besos

en su falsa boca, impresos

con esa tuya dorada.

175

¡Ah, Jacinta!

 

JACINTA

Pues qué, ¿ayer

no miraste a Cristalina?

 

BELARDO

¿Mirar? No la puedo ver;

quien mentiras adivina

verdades quiere coger.

180

Dime, amores, si me engañas.

 

JACINTA

No pueden ya mis entrañas

sufrir que engañarte intente.

Dame esos brazos.

 

BELARDO

¡Detente!

 

JACINTA

Cosas, ¡por Apolo!, extrañas.

 

JACINTA

185

¿Así me arrojas de ti?

 

BELARDO

Estoy ahora enojado.

 

JACINTA

¡Vengarte quieres de mí!

¿Tú no ves que me he burlado?

 

BELARDO

Pues por eso estoy así,

190

de burlas me has de matar.

 

JACINTA

Que yo lo sabré sanar.

Ven a estos brazos que obligas.

 

BELARDO

Iré, al fin, porque no digas

que me hago de rogar.

 

Abrázanse BELARDO y JACINTA.

LERIDANO

195

¡Si aquí paciencia me basta...!

¿Qué fuego es este?, ¿qué digo,

que alma y vida me contrasta?

¿De esto vengo a ser testigo?

¡Oh, Jacinta, honesta y casta!

200

Bien dicen que oye su daño

quien busca su desengaño.

¡Abrazados! ¡Plegue a Dios

que un rayo os pase a los dos!

¡Ah, celos! ¡Rigor extraño!

 

Vase LERIDANO.

FLORIPENO

205

Quien esto ha querido ver

no busque de quien quejarse;

pero amor, ¿qué puede ser

que con lo que es justo helarse

se venga el alma a encender?

210

¡Yo me abraso! ¡Plegue al cielo

que no quede en este suelo

culebra ni áspid herida

que no os aparte y divida!

¡Ah, celo, rabioso celo!

 

Vase FLORIPENO.

BELARDO

215

Gran gusto el amistad

cuando el enojo precede.

 

JACINTA

No puede mi voluntad

sufrillos mucho.

 

BELARDO

Mal puede

si es voluntad con verdad.

 

JACINTA

220

¿Eso dudas?

 

BELARDO

No, mi bien.

 

JACINTA

Pues ¿qué temes?

 

BELARDO

Tu desdén.

 

JACINTA

¿Fingido?

 

BELARDO

Aunque lo haya sido.

pJacinto ¿Estás loco?

 

JACINTA

Estoy perdido.

 

JACINTA

Y bien pagado.

 

BELARDO

También.

225

Mas dime, Jacinta mía,

¿hasme de olvidar?

 

JACINTA

Yo sé

que antes en la noche fría

el sol ardiendo veré,

y el Norte en el Mediodía;

230

el cabritillo inquieto

al león tendrá sujeto,

y antes vivirán concordes

los elementos discordes

y el necio con el discreto;

235

Y habrá, Belardo, primero,

riberas de aqueste río,

verdes frutas por enero,

y nieve en el seco estío

como en el diciembre fiero;

240

y primero, aunque me dejes,

se romperán los dos ejes

en que el cielo se sustenta.

¡Mira tú si es bien que sienta

que de mi lealtad te quejes!

 

BELARDO

245

No en balde, sino forzoso,

los pastores de este prado

me llaman pastor dichoso,

de todos siempre envidiado

y de ninguno envidioso.

250

Bien dirás que tengo en poco

tu valor, y que provoco

a tu desdén contra mí,

puesto esto escucho de ti

sin dar voces como loco.

255

¿Cómo en perder me detengo

este seso que me culpa,

cuando a tanta dicha vengo?

Mas sospecho es disculpa,

que creo que no le tengo,

260

¡que nunca me olvidarás!

 

JACINTA

Yo pienso quererte más,

mi bien, después de mi muerte.

 

BELARDO

Ruido he sentido.

 

JACINTA

Advierte

que solo y conmigo estás.

 

BELARDO

265

¡Que me tengo de ir de aquí!

 

JACINTA

Cuando menos, es Pinardo.

 

BELARDO

¿Tú tío, mi gloria?

 

JACINTA

Sí.

 

BELARDO

Yo pagaré, si me tardo,

lo que he gozado de ti.

 

Vase BELARDO y sale PINARDO, viejo, tío de JACINTA.

PINARDO

270

Huélgome de que a solas vengo a hallarte,

¡oh, mi amada sobrina, en quien el cielo

tanta gracia y valor pone y reparte!

Que para solo verte no recelo

que el calor de la Libia pasaría,

275

y de la Scita riguroso el hielo.

 

JACINTA

Debes aquese amor al alma mía,

donde es lo menos ser tu sangre, y tanto,

que ya del parentesco se desvía;

mas ¿por qué hiciste admiración y espanto

280

de hallarme a solas, cuando no lo vivo,

cuando no estoy en soledad y llanto?

 

PINARDO

Si a responderte libre me apercibo,

temo enojarte si vencerme dejo,

algún agravio en mi verdad recibo.

285

Jacinta, yo te vengo a dar consejo

como experimentado y como amigo,

como piadoso padre y como viejo.

En el discurso de él verás que digo

por qué me espanto de que a solas te halle,

290

y estime hablarte sin algún testigo.

Todo este monte, prado, soto y valle,

hasta los propios árboles y piedras

adoran tu hermosura, gracia y talle;