Contra valor no hay desdicha - Lope de Vega - E-Book

Contra valor no hay desdicha E-Book

Лопе де Вега

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Beschreibung

Contra valor no hay desdicha es una comedia teatral de corte histórico del autor Lope de Vega. Se articula en torno al concepto usual en el teatro del Siglo de Oro Español del príncipe ejemplar frente al rey criminal, en medio de una trama amorosa.

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Seitenzahl: 74

Veröffentlichungsjahr: 2020

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Lope de Vega

Contra valor no hay desdicha

 

Saga

Contra valor no hay desdicha Lope de VegaCover image: Shutterstock Copyright © 1630, 2020 SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726616378

 

1. e-book edition, 2020

Format: EPUB 3.0

 

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

 

SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com

PERSONAS

CIRO. ARPAGO. EL REY ASTIAGES. EVANDRO. FINEO. ALBANO. FILIS, dama.FLORA, villana.BATO, gracioso.MITRÍDATES. RISELO. SILVIO. UN CAPITÁN. UN CRIADO. Villanos.Músicos.Soldados.Acompañamiento.

Acto I

CIRO y MITRÍDATES, los dos en hábito de villanos.

 

MITRÍDATES Quitarte tengo la vida.

CIRO Tened, padre, la cayada;

que la sufro, levantada,

pero no podré caída.

MITRÍDATES ¡Tú tienes atrevimiento 5

para responderme así!

CIRO Más sufrimiento hay en mí,

que hay en vos entendimiento.

MITRÍDATES Acabóse: ya perdiste

la vergüenza; mas ¿perder, 10

Ciro, cómo puede ser,

cosa que nunca tuviste?

CIRO ¿Qué causa os he dado yo

para tratarme tan mal,

si este valor natural 15

conmigo mismo nació?

Un honrado pensamiento,

que me habéis de agradecer,

¡viene con vos a perder

su justo merecimiento! 20

Padre, ne, penséis que vos

solo mi artífice fuistes;

porque si el cuerpo me distes,

las almas infunde Dios.

Este pensamiento honrado 25

nace del alma; y así,

lo que Dios infunde en mí,

¿cómo puede ser culpado?

Corta un escultor un leño

y señala una figura, 30

que acabar después procura

por las líneas del diseño.

Este leño os debo a vos,

figura muda y en calma;

que la perfección del alma, 35

sólo se la debo a Dios.

Si traigo de la ciudad

algunos libros que leo,

decís que mi vida empleo

en tan loca vanidad; 40

si lo que dellos aprendo

escribo, os da tal cuidado

que virtüoso os enfado,

y hombre de bien os ofendo.

¿Todo ha de ser cultivar 45

la tierra y seguir dos bueyes?

¿No tienen los dioses leyes

para saberlos honrar?

¿No es bien saber los secretos

naturales de las cosas 50

a la labranza forzosas

para acertar los efetos?

¿Qué se pierde por saber

el celestial movimiento?

MITRÍDATES Ese desvanecimiento, 55

Ciro, te ha echado a perder.

Esas guerras que has leído,

y esos amores, te han hecho

caballero a mi despecho,

y por tu daño, atrevido. 60

Todas estas caserías

quieres gobernar; muy necio,

haces de todos desprecio:

tales pensamientos crías.

Vive Filis esta aldea, 65

de Arpago hermana, privado

del Rey, por no dar cuidado

a su madrastra Dantea;

Y siendo tan principal,

la sirves, y eres contrario 70

de nuestro príncipe Dario:

¿puede haber locura igual?

CIRO Padre, si a Filis serví,

no toda la culpa fue

mía; que no la miré 75

sin que me mirase a mí.

Nace de habernos criado

juntos este noble amor.

MITRÍDATES Tan grande competidor,

Ciro, me pone en cuidado; 80

que el peligro a que te pones

es el que debo temer.

CIRO Yo me sabré defender

con excusar ocasiones

en que le pueda dar celos. 85

MITRÍDATES De tu discreción lo fío.

CIRO Id seguro, padre mío.

MITRÍDATES Guarden tu vida los cielos.

(Vase.)

CIRO Las altas luces, despeñado en ellas,

para que con sus rayos se confronte, 90

en el carro del sol pisó Faetonte

con los diamantes de sus ruedas bellas.

Del fulgurante ardor formó querellas

del Erídano claro el horizonte,

viendo correr por el celeste monte 95

extraño sol, atropellando estrellas.

Así, mi dulce pensamiento honrado,

¿quién te podrá negar que al sol subiste,

aunque mueras de Filis abrasado?

Con gloria mueres si atrevido fuiste; 100

pues ya que no eres sol, has confirmado,

muerto en el cielo, que del sol naciste.

 

(BATO.)

 

BATO ¡Gracias a Júpiter santo

que vengo a topar contigo!

¿Dónde estabas?

CIRO Bato amigo, 105

canséme de esperar tanto.

BATO Los árboles uno a uno

he contado por el prado

buscándote, y no he dejado

valle ni pastor ninguno 110

sin preguntalles por ti.

CIRO ¿Qué hay de Filis?

BATO Que salía

hoy para alegrar el día,

y el alba en sus ojos vi.

Di luego la norabuena 115

a la selva; y a la fe,

que donde estampaba el pie

quedaba de flores llena.

Cantaban los ruiseñores

de árbol en árbol a coros, 120

y los arroyos sonoros

los bajos entre las flores.

Llegué con mi reverencia,

y la dije: «Venus bella

te guarde, aunque de su estrella 125

le ofenda la competencia.»

Y ella, que apenas con risa,

«Bien vengas», me respondió,

del clavel con que me habló

cerró las hojas aprisa; 130

que, a tardarse, no lo ignores,

tan bellas perlas mostrara,

que el alba se las tomara

para aljófar de las flores.

CIRO Parece que se ha mudado 135

tu rústico entendimiento.

BATO ¿No has visto, en el aposento

que el príncipe Dario ha entrado,

quedar olor por un rato

del guante de ámbar? Así, 140

en después que a Filis vi,

has de imaginar a Bato;

porque habrá sido ocasión,

si estoy discreto contigo,

que traigo, el ámbar conmigo 145

de su rara discreción.

Mas aunque agora me precio

de discreto embajador,

luego que cese el olor

verás que me vuelvo a necio. 150

CIRO ¡Oh, Bato, mil años goces

la nueva sabiduría;

que aún te dura todavía

el ámbar, pues te conoces!

Pocos hombres hallarás 155

que conozcan lo que son;

pero es esta imperfección

piedad del cielo en los más.

Con esto, cielos, hicistes

que no haya tales desprecios; 160

que a conocerse por necios,

muchos anduvieran tristes.

¿Dístele mis versos?

BATO Di

tus versos.

CIRO Y ¿los leyó?

BATO Los leyó y agradeció. 165

CIRO Y ¿qué te dijo de mí?

BATO Que se admiraba de ver

tan honrados pensamientos.

CIRO El estar tan desatentos,

daño nos pudiera hacer. 170

Ella pasa por el prado:

si en la fuente se detiene,

yo, ¿la hablo?

BATO Hablaron hombres

mortales diosas: ¿qué temes?

 

(FILIS.)

 

CIRO A tu pie, Filis divina, 175

dice Bato que florecen

las selvas; yo, que las haces

campo de estrellas celestes.

No espera la blanca aurora,

en el nido donde duerme 180

el pájaro, con más ansias

para ver las ramas verdes

que tiñe de horror la noche

y en mudo silencio envuelve,

que yo tus hermosos ojos. 185

FILIS Ciro discreto y valiente,

Dario vino de la corte:

peligro en hablarme tienes.

Mira que estimo tu vida.

CIRO Si tanto la favoreces, 190

tendréla en mucho por ti.

FILIS A tus nobles partes debe

este amor mi obligación.

CIRO Si desa suerte engrandeces

un villano como yo, 195

no será mucho que piense

que estas selvas, estos montes,

a ver los amores vuelven

de Endimïon y la Luna,

permitiendo que contemple 200

los rayos de tu hermosura,

que el primer cielo enriquecen,

la humilde bajeza mía.

¡Ay, cielos! ¿Qué culpan tienen

las almas de que los cuerpos 205

naciesen humildemente?

El cielo no pudo errar

la infusión del alma: advierte

que en ella están las virtudes,

por quien el cuerpo merece. 210

Mírame todo por alma,

de la manera que suele

mirar las perlas el alba

por el agua transparente,

sin reparar en la concha 215

que les dió, cauta, a los peces,

naturaleza por arma

que las cubre y las defiende.

Alma soy, Filis: el alma,

por inmortal, te merece, 220

y prenda que con los dioses

en la eternidad conviene.

FILIS Ciro, si mi hermano Arpago

y mi fortuna quisieren

disponer de mí, te doy 225

la palabra... Escucha...

 

(Hablan bajo.)

 

(FLORA, sin ser vista de CIRO, BATO ni FILIS.)

 

FLORA (Aparte.)

¿Puede

llegar a más mi desdicha?

¿Puede el rigor de mi suerte?

Hablando están... ¿Qué lo dudo?

¡Oh Filis, si tú supieses 230

qué es celos, dudo que amor

te dispusiese a ofenderme!

Celos es enfermedad

que el mismo que la padece,

con vergüenza de decirla, 235

no quiere, que la remedien.

Pero yo, ¿por qué me quejo,

cuando Ciro me aborrece,

cuando de verme se espanta,

cuando mi nombre le ofende? 240

Pero pienso que es la causa

que más en el alma duele,

ver que Ciro quiera a Filis,

que no el ver que no me quiere.

Pidiéndola está un favor, 245

y le dió una cinta verde,

para mis celos azul.

¡Mal fuego la cinta queme!

¡Mal fuego el favor abrase!

Y si lo invisible puede, 250

queme también la esperanza.

Ya se va. ¡Cielos, tenedme!

CIRO Estaré, Filis divina,

siempre a tu gusto obediente;

que en tanta desigualdad, 255

el alma que favoreces

apenas me da palabras

con que pueda agradecerte

la esperanza desta cinta,

dulce prenda, lazo fuerte, 260

que hará que mi obligación

dure en ella eternamente.