Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
Contra valor no hay desdicha es una comedia teatral de corte histórico del autor Lope de Vega. Se articula en torno al concepto usual en el teatro del Siglo de Oro Español del príncipe ejemplar frente al rey criminal, en medio de una trama amorosa.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 74
Veröffentlichungsjahr: 2020
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Lope de Vega
Saga
Contra valor no hay desdicha Lope de VegaCover image: Shutterstock Copyright © 1630, 2020 SAGA Egmont All rights reserved ISBN: 9788726616378
1. e-book edition, 2020
Format: EPUB 3.0
All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.
SAGA Egmont www.saga-books.com – a part of Egmont, www.egmont.com
CIRO y MITRÍDATES, los dos en hábito de villanos.
MITRÍDATES Quitarte tengo la vida.
CIRO Tened, padre, la cayada;
que la sufro, levantada,
pero no podré caída.
MITRÍDATES ¡Tú tienes atrevimiento 5
para responderme así!
CIRO Más sufrimiento hay en mí,
que hay en vos entendimiento.
MITRÍDATES Acabóse: ya perdiste
la vergüenza; mas ¿perder, 10
Ciro, cómo puede ser,
cosa que nunca tuviste?
CIRO ¿Qué causa os he dado yo
para tratarme tan mal,
si este valor natural 15
conmigo mismo nació?
Un honrado pensamiento,
que me habéis de agradecer,
¡viene con vos a perder
su justo merecimiento! 20
Padre, ne, penséis que vos
solo mi artífice fuistes;
porque si el cuerpo me distes,
las almas infunde Dios.
Este pensamiento honrado 25
nace del alma; y así,
lo que Dios infunde en mí,
¿cómo puede ser culpado?
Corta un escultor un leño
y señala una figura, 30
que acabar después procura
por las líneas del diseño.
Este leño os debo a vos,
figura muda y en calma;
que la perfección del alma, 35
sólo se la debo a Dios.
Si traigo de la ciudad
algunos libros que leo,
decís que mi vida empleo
en tan loca vanidad; 40
si lo que dellos aprendo
escribo, os da tal cuidado
que virtüoso os enfado,
y hombre de bien os ofendo.
¿Todo ha de ser cultivar 45
la tierra y seguir dos bueyes?
¿No tienen los dioses leyes
para saberlos honrar?
¿No es bien saber los secretos
naturales de las cosas 50
a la labranza forzosas
para acertar los efetos?
¿Qué se pierde por saber
el celestial movimiento?
MITRÍDATES Ese desvanecimiento, 55
Ciro, te ha echado a perder.
Esas guerras que has leído,
y esos amores, te han hecho
caballero a mi despecho,
y por tu daño, atrevido. 60
Todas estas caserías
quieres gobernar; muy necio,
haces de todos desprecio:
tales pensamientos crías.
Vive Filis esta aldea, 65
de Arpago hermana, privado
del Rey, por no dar cuidado
a su madrastra Dantea;
Y siendo tan principal,
la sirves, y eres contrario 70
de nuestro príncipe Dario:
¿puede haber locura igual?
CIRO Padre, si a Filis serví,
no toda la culpa fue
mía; que no la miré 75
sin que me mirase a mí.
Nace de habernos criado
juntos este noble amor.
MITRÍDATES Tan grande competidor,
Ciro, me pone en cuidado; 80
que el peligro a que te pones
es el que debo temer.
CIRO Yo me sabré defender
con excusar ocasiones
en que le pueda dar celos. 85
MITRÍDATES De tu discreción lo fío.
CIRO Id seguro, padre mío.
MITRÍDATES Guarden tu vida los cielos.
(Vase.)
CIRO Las altas luces, despeñado en ellas,
para que con sus rayos se confronte, 90
en el carro del sol pisó Faetonte
con los diamantes de sus ruedas bellas.
Del fulgurante ardor formó querellas
del Erídano claro el horizonte,
viendo correr por el celeste monte 95
extraño sol, atropellando estrellas.
Así, mi dulce pensamiento honrado,
¿quién te podrá negar que al sol subiste,
aunque mueras de Filis abrasado?
Con gloria mueres si atrevido fuiste; 100
pues ya que no eres sol, has confirmado,
muerto en el cielo, que del sol naciste.
(BATO.)
BATO ¡Gracias a Júpiter santo
que vengo a topar contigo!
¿Dónde estabas?
CIRO Bato amigo, 105
canséme de esperar tanto.
BATO Los árboles uno a uno
he contado por el prado
buscándote, y no he dejado
valle ni pastor ninguno 110
sin preguntalles por ti.
CIRO ¿Qué hay de Filis?
BATO Que salía
hoy para alegrar el día,
y el alba en sus ojos vi.
Di luego la norabuena 115
a la selva; y a la fe,
que donde estampaba el pie
quedaba de flores llena.
Cantaban los ruiseñores
de árbol en árbol a coros, 120
y los arroyos sonoros
los bajos entre las flores.
Llegué con mi reverencia,
y la dije: «Venus bella
te guarde, aunque de su estrella 125
le ofenda la competencia.»
Y ella, que apenas con risa,
«Bien vengas», me respondió,
del clavel con que me habló
cerró las hojas aprisa; 130
que, a tardarse, no lo ignores,
tan bellas perlas mostrara,
que el alba se las tomara
para aljófar de las flores.
CIRO Parece que se ha mudado 135
tu rústico entendimiento.
BATO ¿No has visto, en el aposento
que el príncipe Dario ha entrado,
quedar olor por un rato
del guante de ámbar? Así, 140
en después que a Filis vi,
has de imaginar a Bato;
porque habrá sido ocasión,
si estoy discreto contigo,
que traigo, el ámbar conmigo 145
de su rara discreción.
Mas aunque agora me precio
de discreto embajador,
luego que cese el olor
verás que me vuelvo a necio. 150
CIRO ¡Oh, Bato, mil años goces
la nueva sabiduría;
que aún te dura todavía
el ámbar, pues te conoces!
Pocos hombres hallarás 155
que conozcan lo que son;
pero es esta imperfección
piedad del cielo en los más.
Con esto, cielos, hicistes
que no haya tales desprecios; 160
que a conocerse por necios,
muchos anduvieran tristes.
¿Dístele mis versos?
BATO Di
tus versos.
CIRO Y ¿los leyó?
BATO Los leyó y agradeció. 165
CIRO Y ¿qué te dijo de mí?
BATO Que se admiraba de ver
tan honrados pensamientos.
CIRO El estar tan desatentos,
daño nos pudiera hacer. 170
Ella pasa por el prado:
si en la fuente se detiene,
yo, ¿la hablo?
BATO Hablaron hombres
mortales diosas: ¿qué temes?
(FILIS.)
CIRO A tu pie, Filis divina, 175
dice Bato que florecen
las selvas; yo, que las haces
campo de estrellas celestes.
No espera la blanca aurora,
en el nido donde duerme 180
el pájaro, con más ansias
para ver las ramas verdes
que tiñe de horror la noche
y en mudo silencio envuelve,
que yo tus hermosos ojos. 185
FILIS Ciro discreto y valiente,
Dario vino de la corte:
peligro en hablarme tienes.
Mira que estimo tu vida.
CIRO Si tanto la favoreces, 190
tendréla en mucho por ti.
FILIS A tus nobles partes debe
este amor mi obligación.
CIRO Si desa suerte engrandeces
un villano como yo, 195
no será mucho que piense
que estas selvas, estos montes,
a ver los amores vuelven
de Endimïon y la Luna,
permitiendo que contemple 200
los rayos de tu hermosura,
que el primer cielo enriquecen,
la humilde bajeza mía.
¡Ay, cielos! ¿Qué culpan tienen
las almas de que los cuerpos 205
naciesen humildemente?
El cielo no pudo errar
la infusión del alma: advierte
que en ella están las virtudes,
por quien el cuerpo merece. 210
Mírame todo por alma,
de la manera que suele
mirar las perlas el alba
por el agua transparente,
sin reparar en la concha 215
que les dió, cauta, a los peces,
naturaleza por arma
que las cubre y las defiende.
Alma soy, Filis: el alma,
por inmortal, te merece, 220
y prenda que con los dioses
en la eternidad conviene.
FILIS Ciro, si mi hermano Arpago
y mi fortuna quisieren
disponer de mí, te doy 225
la palabra... Escucha...
(Hablan bajo.)
(FLORA, sin ser vista de CIRO, BATO ni FILIS.)
FLORA (Aparte.)
¿Puede
llegar a más mi desdicha?
¿Puede el rigor de mi suerte?
Hablando están... ¿Qué lo dudo?
¡Oh Filis, si tú supieses 230
qué es celos, dudo que amor
te dispusiese a ofenderme!
Celos es enfermedad
que el mismo que la padece,
con vergüenza de decirla, 235
no quiere, que la remedien.
Pero yo, ¿por qué me quejo,
cuando Ciro me aborrece,
cuando de verme se espanta,
cuando mi nombre le ofende? 240
Pero pienso que es la causa
que más en el alma duele,
ver que Ciro quiera a Filis,
que no el ver que no me quiere.
Pidiéndola está un favor, 245
y le dió una cinta verde,
para mis celos azul.
¡Mal fuego la cinta queme!
¡Mal fuego el favor abrase!
Y si lo invisible puede, 250
queme también la esperanza.
Ya se va. ¡Cielos, tenedme!
CIRO Estaré, Filis divina,
siempre a tu gusto obediente;
que en tanta desigualdad, 255
el alma que favoreces
apenas me da palabras
con que pueda agradecerte
la esperanza desta cinta,
dulce prenda, lazo fuerte, 260
que hará que mi obligación
dure en ella eternamente.