Cuentos y poesías populares andaluzas - Cecilia Böhl de Faber - E-Book

Cuentos y poesías populares andaluzas E-Book

Cecilia Böhl de Faber

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Beschreibung

Cecilia Böhl de Faber es la maestra del relato costumbrista andaluz. Gracias a su gran interés y respeto por la cultura popular española, en especial, la andaluza, esta escritora española del siglo XIX dedicó buena parte de su obra literaria, etnográfica y ensayística a retratar y documentar el folclore de esta tierra tan rica. En esta recopilación podemos encontrar obras de teatro, relatos y poemas como «Las tres reglas de la gramática parda», «La oreja de Lucifer», «Las ánimas» o «Amorosas tristes».

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Seitenzahl: 276

Veröffentlichungsjahr: 2021

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Cecilia Böhl de Faber

Cuentos y poesías populares andaluzas

COLECCIONADOS

Saga

Cuentos y poesías populares andaluzas

 

Copyright © 1859, 2021 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726875553

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

LAS TRES REGLAS DE LA GRAMÁTICA PARDA.

JUGUETE DIALOGADO.

personas .

D. JOSÉ. rico propietario de un pueblo. DOÑA ALFONSA. su muger. DOÑA CONCHA, rica viuda hermana de doña Alfonsa. CALIXTO, h jo de D. José y de doña Alfonsa. EL TIO MATIAS, capatáz. MARIA, ama de Calixto.

ESCENA PRIMERA.

el tio matias (entrando) .

¡Alabado sea Dios! (Vuelve la cara por todos lados, y al ver que no hay nadie, añade:) Para siempre! Vamos allá! Esta casa está que no la conoce el albañil que la hizo. El amo no está en el despacho; el ama no está en la despensa, y en esta estancia no hay nadie!! Le dije ayer al amo: señor, hay que cavar la viña, que el año viene de mala vuelta, y si no se les dá á las cepas lo que piden, va á ser tan mala la vendimia, que ni el Padre Santo podrá consagrar: y por respuesta me dió un ladrido. El ama cuando me encuentra, no me dice ni adios, borrico. Sobre que desde que llegó de Sevilla el señorito Calixto con su tia, esa fantasmona con mas vientos que un fuelle, mas faralaes que alero de un tejado, y mas humos que el barco que manotea está trastornada la casa esta... Vaya! Ahí viene el señorito. ¡Qué real mozo se ha puesto! qué espelotado y qué bien empatillado! Y con eso, solo heredero de un caudal que no es ningun mayorazgo de perro y escopeta, sino de los recios... Este mozo es de los que no les falta sino sarna que rascar.

ESCENA SEGUNDA.

Entra azorado calixto .

Estoy desesperado!... Dado á los diablos!

 

tio matias.

Dios guarde á V., señorito! ¡Qué sofocado está su mercé! ¡Válgame Dios, que viene V. hecho un toro de fuego!... ¿Qué es lo que le apura? Por lo visto se ha levantado su mercé con el moño alto.

 

calixto .

No he pegado los ojos en toda la noche!

 

tio matias.

¿Cómo los había V. de pegar, si están las narices por medio?

 

calixto (ensimismado.)

¿Qué partido tomar? ¿Qué hacer?...

 

tio matias.

Señorito, me asusta su mercé. ¿Qué es lo que le saca asina de tino?

 

calixto.

Ser el mas desgraciado de los hombres.

 

tio matias.

¿Esas tenemos?... ¡por via del judío!..

 

calixto.

Mi enemiga suerte me depara un Padre avaro, una Madre corta de luces y egoista, y una Tia vana y tiránica. ¡Qué desgraciado sino! ¡Qué fatal estrella!...

 

tio matias.

Déjese su mercé de términos surruscantes, señorito, y cuénteme lo que le pasa, que no será la primera vez que el tio Matías saca á su mercé de atajos.

 

calixto.

Verdad es; pero no es el presente de los de antaño, como diría V. No se trata de disimular una travesura de niño, ni de lograr un capricho de muchacho: se trata de cosas de mas monta; se trata de mi suerte, de la felicidad de mi vida.

 

tio matias.

Pues con mas razon tome su mercé consejo. Como me vé V. con polainas y sajones, y como sabe que no tengo estudios de los finos, le parece á V. que no alcanzo y que no destingo. Pero yo diré á V., señorito, que el saberse manejar en este mundo indino no se aprende en los libros, sino con los años; asina el que quiera saber, que compre un viejo.

 

calixto.

Ya sé que para manejarse tienen ustedes, los que no leen, una gramática parda de que es V. catedrático de primer órden, tio Matías.

 

tio matias.

Llámela su mercé como quiera; pero tenga presente que el saber lo dan los años con la experiencia, y que siempre se ha dicho: no sabe el Diablo por Diablo, sino por viejo: de manera que yo, que soy mas viejo que Dupon, algo sabré: asina desabróchese V. y sepamos cuál es ese atolladero.

 

calixto.

Pues sepa V. que mi padre me quiere enviar á la Habana á recojer una herencia que le disputan. ¿Le parece á V.? ¡Como si no tuviese bastante con lo que tiene!

 

tio matias.

(Aparte.) Acúsome Padre que soy carpintero. ¡Tarugo tenemos! (Recio.) Señorito, el tener no es una razon para no aprovecharse de lo que la suerte nos depara. Y siempre se ha dicho: bueno es un pan con un pedazo.

 

calixto.

Que vaya el que lo desee por el pedazo, que yo no quiero ir. Mi Tia está empeñada en que me vuelva con ella á Sevilla, queme case con su sobrina Diana que es una alcuza vacía con muchos faralaes y cara de desenterrada, y que me establezca allí. En ese caso me deja por heredero de cuanto tiene; pero si no se atiende á esta su voluntad, me deshereda... ¡Que lo haga!

 

tio matias.

Eso debe tomarse en consideracion, señorito. Verdad es que la niña alcuza con mas faralaes que el mar, y mas moñas que un conejo de rifa, no me hace gracia y me achoca: pero en cuanto á la herencia, esos son otros cantares, y merece considerarse: y tenga su mercé presente antes de largar prenda, que cosas se hacen de prisa que se sienten despues despacio.

 

calixto .

Nada, nada: quédese con su sobrina y con su caudal, y váyase lo perdido por lo ganado. Mi Madre, por su lado, no quiere consentir de manera alguna en mi viage á la Habana, en mi establecimiento en Sevilla, ni que concluidos mis estudios, vuelva á salir de aquí.

 

tio matias.

¿Y dónde había V. de ir que mejor le fuese que en su pueblo, en su casa, al frente de su caudal, señorito? ¿Acaso quiere su mercé ir á diputar á Madrid como el hijo del escribano?

 

calixto .

No trato de eso; quiero viajar por el extrangero, ir á Madrid, ó á cualquier parte. Tres son mis superiores, y cada cual tiene su parecer, sin que atiendan al mío! Vamos, esta es la familia del Dios Baco.

 

tio matias.

No diga V. eso, señorito; que la familia del Dios Baco son Padre, Hijo y el Demonio. Pero V. está, por lo visto, como el cigarron, que quiere saltar, y no sabe dónde.

 

calixto .

Mis padres que tienen mucho caudal y no tienen mas heredero que yo, ¿es justo que sean despóticamente mis tiranos? ¡Son crueles!

 

tio matias.

Señorito, mas que sea solo la lengua que hable, que no lo haga mal de los padres; que eso es tan feo como pegarle á Dios en Viernes Santo. ¿Cómo quiere V. que consientan en que como mal pájaro abandone su tierra, su casa, y á sus Padres en su ancianidad? Si tal quisiese mi hijo, le había yo de enseñar su obligacion con una cartilla de acebuche.

 

calixto .

No intento tal cosa. Estoy en que acabaré por establecerme en este pueblo, que aunque bien malo, es mi pátria y la de mi familia, y en el que radica el caudal que algun dia ha de ser mio; pero ya que mi posicion me lo permite, quiero antes de establecerme definitivamente en él, conocer el mundo, viajar, formar mis ideas, adquirir conocimientos para ser un caballero instruido y culto.

 

tio matias.

Ya que se le ha puesto á su mercé entre ceja y ceja el ver mundo, como le sucede á los mozos de los cuentos de encantamientos, no queda mas sino que se conforme el amo, le dé una lanza, su bendicion, y el mejor caballo de la cuadra. Bien está; no hay que decir; toda vez que no intente su mercé, á su vuelta del extrangero, ensayar el arado y el trillo de por allá.

 

calixto.

No tenga V. cuidado que no voy para estudiar trillos ni arados. En lugar de consentir en ese mi racional deseo, todos disponen de mí, sin tomar en cuenta mi propio parecer. ¿Puede darse tal tiranía? ¡Y luego dirán que me quieren! Lo que quieren todos es gobernarme.

 

tio matias.

Ya veo, señorito, que está V. como el conejo, que todos le tiran; pero el hijo bueno sufre lo malo y lo bueno. ¿Y le han dicho á V. sus mercedes sus intentos?

 

calixto .

No: me los ha comunicado mi ama, delante de la cual hablan sin reserva; pero ahora mismo voy á decirles á los tres con la boca de mi cara, que estoy firmemente resuelto á no ir á la Habana, á no casarme con la mal criada elegantona de mi prima, y á no sepultarme á los 23 años en un poblachon. (Dá unos pasos hácia la puerta.)

 

tio matias (deteniéndolo.)

¿Qué va V. á hacer señorito... sino á dar una campanada mal dada, y nada mas? Párese V. señor!... que no por mucho madrugar amanece mas temprano! Vamos á cuentas. V. quisiera no embarcarse para la Habana, ni tampoco perder la gracia de su Padre, y los alimentos. ¿No es esto?

 

calixto.

Por supuesto... eso es.

 

tio matias.

Bueno sería tambien que sin casarse con la alcuza de nombre revesado, y faralaes almidonados, conservase V. la herencia y los bienes de su tia, sin tranquilla.

 

calixto .

Ya se vé!

 

tio matias.

Y V. quisiera, señorito, que su Madre consintiese en que se fuese por esos mundos, y si hacerse puede, que le previniese bien las alforjas.

 

calixto .

Ese es el colmo de mis deseos.

 

tio matias.

Pues, por ver si se logra, ¿quiere su mercé seguir mis consejos?

 

calixto .

Segun sean... Diga V.

 

tio matias.

Si no se han de seguir, me escuso el decirlos; y siendo así, junto este con este. (aprieta sus labios con los dedos.)Prométame V. hacer lo que le diga; que si no sale bien, siempre está V. á tiempo de hacer lo que había pensado.

 

calixto.

Prometo; y veamos lo que he de hacer.

 

tio matias.

Estarse callado y metido en sus calzones sin cogerles la delantera á sus mercedes: que estos casos lo que hay que hacer es ver ve ni.

 

calixto (reflexionando).

No atacar y estar á la defensiva para rechazar con ventaja. ¿Sabe V., tio Matías, que no me parece mala táctica?

 

tio matias.

La mejor, señorito, la mejor!... En este mundo, para no errar, no hay como no atropellarse, y ver venir.

 

calixto .

Oigo que mis Padres y mi Tia se acercan disputando.

 

tio matias.

Mejor!... Pero su mercé toque de suela y tome camino.

(Calixto se vá corriendo.)

 

tio matias (solo).

El amo es buen hombre, y mal sastre. El ama, que no tiene mas luces que las del dia, es inocente de repique. La Tia es mas loca que un habar; á gentes de este jaez, se les dá mas vueltas que á una llave. A la presente, lo que se debe hacer es dejarlos entre sí, que una bola empuje á otra bola, y al mozo este es preciso meterle juncos para despabilar o.

ESCENA TERCERA.

Entran disputando acaloradamente Doña alfonsa , Doña concha y d. josé.

 

Doña concha .

Enviar á su hijo único á la Habana con peligro del vómito, para recoger una herencia problemática! Esto es inaudito, es una atrocidad!.. y no menos!

 

Doña alfonsa .

Embarcarse el hijo de mi corazon, y estarse un par de meses por esas mares hondas á mercé de las olas y del viento!... ¡Y esto por adquirir unos bienes, que gracias á Dios no necesita! No lo consentiré: nó.

 

d. josé.

Irá sin que consientas.

 

Doña concha .

Es que él no querrá ir, y hará bien.

 

d. josé.

¿Qué es eso de no querrá ir, si se lo manda su Padre?

 

Doña alfonsa .

Es que no se lo mandarás, ni tomarás tal responsabilidad sobre tí; que eso sería de mal Padre...

 

d. josé.

No necesitaré hacerlo, puesto que no es Calixto tan niño que no comprenda sus intereses; y sábete que por recoger una herencia se vá, no á la Habana, sino á China, y se pone al trote aunque sea un Grande de España.

 

Doña alfonsa .

Solo lo hace el que no tiene otra cosa.

 

Doña concha .

Ó el que no tiene dinero para costear un agente.

 

d. josé.

¿Un agente? ¿Para que cargue con el Santo y la limosna? ¡Cosas de mugeres! que como no tienen ni que agenciar, ni que manejar los intereses, no entienden de ellos una palabra.

 

Doña concha .

Pues ten entendido que si se vá en busca de una herencia que puede volverse sal y agua, como suele suceder con las herencias de América, pierde la mia que es positiva, y que le aseguro si se establece en Sevilla, y se casa con mi sobrina.

 

Doña alfonsa .

Establecerse en Sevilla! dejar solos á sus Padres en su ancianidad! abandonar su casa solariega, su caudal!... esto faltaba! Y además casarse por interés! No querrá, hermana, no querrá; y hará bien!

 

Doña concha .

¿Que no querrá vivir en una capital, en lugar de hacerlo en un poblachon? ¿Que no querrá la herencia que le brindo, con una muger elegantísima, que es mi sobrina, y pacienta suya? ¡Pues tendría que ver!...

 

Doña alfonsa .

No querrá; porque no quiere á tu sobrina, y porque debe vivir al lado de sus Padres, en su pueblo, en su casa, como lo han hecho todos sus antepasados; ¿y es este, hermana, un motivo para que lo desheredes?

 

d. josé.

Por eso quiero yo que recoja la herencia de la Habana, de la que desde luego le hace cesion este que V., señora, llama mal Padre; para que viva independiente y sin tener que avasallar su voluntad á herencias con condiciones.

 

Doña alfonsa .

Mas la avasallaría si para lograr la herencia de la Habana se expusíese á ser pasto de los peces del mar, de los caimanes, de los cocodrilos, que se comen á los hombres enteros... ¡Dios nos defienda!

 

d. josé.

Miedos de mugeres; espantijos necios! Lo dejaremos á él que decida.

 

Doña alfonsa .

Santa palabra!

 

Doña concha .

Desde luego. Eso me place.

 

Doña alfonsa .

Pues qué! ¿Habrá hombre con sus cinco sentidos cabales, que se quiera embarcar, que se quiera casar á gusto ageno, y que quiera establecerse fuera de su tierra?

 

Doña concha .

Hermana, vives en Babia, y atrasada un siglo de la era presente.

 

d. josé.

En ninguna era hay quien no vaya á recoger una herencia.

 

Doña concha .

Lo dicho, dicho. Decida él.

 

d. josé.

Convenidos. (Se vá diciendo aparte:) Le hablaré.

 

Doña alfonsa (aparte al salir).

¡Qué desengaño os vais á llevar! Querer conocer á un hijo, mejor que la madre que lo parió! (AMaría que ha estado en el fondo durante la escena.)María: llama á Calixto, que quiero hablarle.

 

Doña concha (aparte saliendo).

Pensar que Calixto, que es un muchacho elegante, se ha de meter en este villorro! ¡qué ceguedad! Imaginarse que un hombre rico se vaya á América á defender un pleito!... Qué mezquindad de señor de lugar! Pero bueno es prevenir á Calixto de lo que pasa.

ESCENA CUARTA.

calixto , el tio matias.

 

calixto .

Ya ha oido V. lo que ha dicho María. Los tres me andan buscando para proponerme sus planes, muy creidos en que estoy dispuesto á avenirme á ellos. Ahora es la ocasion que me esplique, tio Matias; ahora me oirán, y cada cual llevará un no debidamente recalcado.

 

tio matias.

Nada de eso! Se pierde V., señorito.

 

calixto .

¡Pues no, que concedería á cada uno lo que de mí exige!

 

tio matias.

Tampoco.

 

calixto.

¿Pues cómo ha de ser este niño?

 

tio matias.

Ni chato, ni narigon. Déjese ir, señorito: Déjese ir, y no diga ni si, ni nó. Ahí viene el amo; me voy; pero, señorito, no se desabroche V. y Déjese ir, sin soltar prenda.

 

calixto .

¿Si tendrá razon el viejo marrullero? Vamos á ver, y sigamos las reglas de su gramática parda: seamos ambigüos para no exasperarlos ni consentirlos.

ESCENA QUINTA.

d. josé y calixto .

 

d. josé.

Hijo, ya te hablé en otra ocasion de la pingüe herencia que tengo que pleitear en la Habana.

 

calixto.

Lo recuerdo, señor.

 

d. josé.

Me escriben, que para acabar de poner en claro ese negocio, es preciso que vaya una persona entendida en leyes, y de toda confianza, que lleve los documentos que aun fallan, y se entregue en el caudal.

 

calixto.

Será muy acertado que la enviéis, Padre.

 

d. josé.

Pero como personas de la confianza que este asunto requiere, no se hallan; como tú acabas de concluir tu carrera de leyes, conocerás que nadie es mas á propósito que tú mismo para el efecto; que dice el refran: á lo tuyo, tú.

 

calixto.

Gracias, señor, por la prueba de confianza que me dais.

 

d. josé.

Esta herencia pienso que la disfrutes integra, por via de alimentos, y en recompensa de tu trabajo.

 

calixto.

Esto es una generosidad que agradezco como debo.

 

d. josé.

¿Te persuades, pues, de lo acertado de la disposicion que he tomado?

 

calixto.

No podeis tomarlas, señor, sino acertadas.

ESCENA SEXTA.

Los mismos y Doña concha.

 

Doña concha .

Hermano, una hora hace que te están aguardando el capatáz, el temporil, el sobajanero, el aperador, el guarda mayor, el manijero y el rabadan.

 

d. josé (apresurado).

Voy, voy. Hasta despues, señora hermana! V. se convencerá, mal que le pese, de que los hombres se conocen y entienden mejor entre sí, que no lo pueden hacer las mugeres por muy Licurgas que se crean.

ESCENA SÉPTIMA.

Doña concha y calixto.

 

Doña concha .

¿Qué es esto! ¿qué quiere decirme tu Padre? Acaso, insensato, ¿has consentido en ir al foco de la fiebre amarilla á disputar una herencia incierta que para nada necesitas?

 

calixto.

Un aumento de caudal nunca viene mal, Tia.

 

Doña concha .

Es que este aumento lo puedes tener sin hacer un viage penoso, desairado y expuesto. Sabes que te he querido y quiero como á hijo; así es, que desde ahora te declaro mi único heredero, si no emprendes ese desatinado viaje.

 

calixto .

Tia, tanta bondad me confunde!

 

Doña concha .

Te establecerás en Sevilla, y te casarás con Diana, que te llevará en dote mi cortijo de los Almeses, que rinde 60,000 rs. anuales. Con otro tanto que te dé tu Padre, podeis aguardar con paciencia nuestras herencias. ¿Qué te parece?

 

calixto .

Que esto sobrepuja mis deseos. Tia.

ESCENA OCTAVA.

Entra apresurada Doña alfonsa .

 

Doña alfonsa .

Hijo, hijo, ¿dónde te metes, que hay ua hora que te ando buscando?

 

Doña concha .

Está tratando de cosas harto graves, hermana; discute sobre los medios de no exponer su vida por codicia, y de no enterrarse en vida, como podrian exigirlo de él cariños egoistas. (Se vá.)

ESCENA NOVENA.

Doña alfonsa .

Esto es! esto es! ¿Conque está mi hermana fomentando en tí la malhadada idea de salir de tu pueblo, de tu casa, y del lado de tus Padres?

 

calixto .

Pero, Señora, el hombre á los veinte y tres años no puede encerrarse para siempre en un punto, por bueno que sea; y puede V. tener por cierto que el famoso raton que se hizo hermitaño en un queso, era un raton viejo.

 

Doña alfonsa .

Mal hayan los barcos y los carros de fuego! Ellos son los que han alborotado al mundo; ellos son los que han introducido ese perverso afan de moverse y de moverlo todo, como si cada cosa no estuviese bien en el lugar que Dios le ha designado! Hijo! ¿Dónde te ha de ir mejor que al lado de tus Padres, en tu casa, en la que todos te quieren; en tu pueblo, en donde todos e conocen y te respetan?

 

calixto .

Madre, si me fuese, seria tan solo para hacer un viaje, ver mundo, y despues regresar.

 

Doña alfonsa .

Hecho un descontentadizo, y renegando de tu pais! Pues, ¡y tu Padre que te quiere echar por esas mares bravas en uno de esos navíos que se traga como anises!

 

calixto .

Señora, todo el mundo vá y viene á América, y no le sucede nada.

 

Doña alfonsa . (sin atenderle).

Tu Tia quiere que te establezcas en Sevilla, sin tener presente á tus Padres que se quedan solos!

 

calixto .

En cambio me asegura la herencia...

 

Doña alfonsa .

Sí! si te casas con su sobrina, que sabe hablar francés, y no sabe rezar el rosario; y poca salud que tiene. Tú habrás dicho que nó.

 

calixto .

No he dicho ni que sí, ni que nó.

ESCENA DÉCIMA.

Entran d. josé y Doña concha y el tio matias, que se pone en un extremo del proscenio, detrás de calixto .

 

d. josé (restregándose las manos).

Vamos pues: veamos por lo que se ha decidido Calixto.

 

Doña concha .

No que le petaría más ser un aventurero, buscando herencias por esos mundos, ó permanecer hecho un cena-á-oscuras en un poblachon, que el establecerse como un caballero en la capital de la provincia! ¿Qué dices Calixto?

 

calixto (con decision.)

Pues señores, digo....

 

tio matias (tirándole por la manga).

Tente allá! que palabra y piedra suelta, no tienen vuelta.

 

calixto (algo turbado, bajando la voz).

Yo... yo... no he decidido nada. (Aparte.) Dice bien; atrincherarse, y no abrir postigo.

 

tio matias.

Asina! ¡bendito sea su piquito, señorito!

 

d. josé.

¿Cómo es eso? Hijo, no quedamos?....

 

calixto.

En nada, señor.

 

tio matias.

Bien: retebien!

 

Doña concha .

Despues, ha hablado Calixto conmigo, y como cuerdo, trata de complacer á una Tia que le propone lo que le conviene, ¿No es así?

 

calixto .

Todo lo que querais, menos...,

 

tio matias (tirándole por lo manga).

Tente allá!

 

Doña concha .

¿Qué decias?

 

calixto .

Que podré complaceros cuando vuelva de la Habana, si voy, aunque no estoy decidido.

 

tio matias.

Bien! esto es entenderlo.

 

Doña concha .

No irá á la Habana, á correr tras de una herencia como un D. Nadie, como un pobreton. Oh! Señor cuñado, no todos los hombres se entienden entre sí.

 

d. josé (aparte).

Esta culebra me lo ha envuelto! Aunque pierda su herencia mi hijo, no consentiré que ella disponga de él. (A Calixto á media voz.) Te dispenso del viage á la Habana, y te duplico tus alimentos, si rehusas el casarte con la mal criada sobrina de tu Tia. (En alta voz.) Calixto no piensa en casarse por ahora, pues los caballeros de mi casa no acostumbran casarse por interés.

 

Doña concha (aparte).

Me embarca á Calixto para la Habana, porque no he visto hombre mas testarudo que este cuñado mio. (De quedo á Calixto.) Hijo mío! te aseguro mi herencia sin condiciones, con tal que no vayas á la Habana.

 

Doña alfonsa .

Despachándose á su gusto, y disponiendo de mi hijo están ambos sin tomar en cuenta para nada á la madre que lo parió. ¿A que la una con su labia, y el otro con sus sentencias, logran, la una que se case con la casquivana de su sobrina, y el otro que se embarque! ¡No lo permita Su Divina Majestad! (Se acerca presurosa á Calixto, y le dice al oido.) Hijo, hijo, si no te embarcas para la Habana, ni te estableces en Sevilla, no solo te permitiré que viages por la tierra firme, sino que te daré el dinero que para ello necesites.

 

calixto (aparte á su Madre).

Estoy conforme, Madre.

 

Doña alfonsa (alto).

Calixto ni se vá á América ni se establece en Sevilla. ¿Conocía yo al hijo que parí?

 

d. josé (á su mujer).

Costilla de mi costado, mi hijo no se quedará pegado á tus enaguas como una faldriquera. Irá á Madrid, á cuidar de que las córtes me indemnicen del privilegio que gozaba mi casa, y del que la han desposeido.

 

Doña concha .

Celebro, hermano, que hayas desistido de tu disparatado intento, y mi hermana, de su proyecto cena-á-oscuras, que quería para Calixto la existencia de una ostra.

 

tio matias (á calixto á parte).

¿Lo ve su mercé, señorito? Ha logrado usted de ellos lo que ha querido, y los tiene metidos y agradecidos.

 

calixto.

Es cierto; pues no me embarco, no me caso, no me establezco por ahora en ninguna parte, y me voy á viajar. Este buen resultado se lo debo al tio Matías.

 

d. josé.

¿Al Tio Matias, dices?

 

Doña concha .

¿El Capataz? ¿Por qué medio?...

 

calixto .

Por medio de tres reglas de su gramática parda .

 

d. josé.

¿Y cuáles son esas reglas que te ha dado el viejo marrullero?

 

calixto.

Son: ver venir, dejarse ir , y tenerse allá.

_________

Una paz hecha sin preliminares sin conferencias, y sin notas diplomáticas.

ESCENA POPULAR ANDALUZA.

El pueblo de Chiclana, distante dos leguas de la ciudad de San Fernando, está separado de ella por las albinas y pantanos que son los naturales baluartes de aquella poblacion.

Aunque pueblo de campo, es grande, y está asentado sobre dos alturas, entre las que pasa el rio Liro muy progresista en invierno, y muy moderado en verano.

Este pueblo campestre es notable por su buen caserío, labrado en gran parte por los ricos moradores de Cádiz, que en todo tiempo han gustado mucho de desembarcar de su navio de piedra, para buscar la tierra, el campo, la vejetacion, y todas las bellezas de la naturaleza rural; y en ninguna parte por aquellas cercanías han podido satisfacer tan cumplidamente sus deseos, como en el mencionado pueblo. Su campo es hermoso y sobre todo variado. Siguiendo el curso del rio, y paralelamente á la Isla, ó ciudad de S. Fernando, se encuentran las monotonas albinas, y un coto llano y verde que se une á otro llano líquido y azul, el mar. Entre ambos se levanta el castillo que lleva el grave nombre latino de Sancti Petri, el que vió la batalla de la Barrosa á sus espaldas, mientras á su frente vé tan repetidos naufragios, quedando siempre entre los huesos que aun cubren el suelo, y los despojos que cubren la playa, sombrío é inerte como un obelisco en un cementerio.

En cambio, los caminos que en las otras direcciones llevan á Medina, Vejer, y Conil, serpentean por terrenos quebrados entre huertas, viñas, sembrados y pinares, todo lindo, todo diverso y perfumado con las enérgicas fragancias del tomillo, del orégano y del delicioso almoradux, que se cria en aquellos terrenos en gran abundancia.

Merced á ser pueblo de baños, por tener aguas minerales, y serlo tambien de recreo, tiene Chiclana su aire elegante y ataviado. Uno de sus adornos es, no el puente, del que por respeto á sus años y á sus buenos servicios no hablaremos, sino una espaciosa alameda que se extiende á lo largo del rio, detenido en sus límites por un parapeto de canteria.

Como esta alameda está en el sitio mas céntrico, mas pasagero, y mas alegre del pueblo, suélense sentar en los bancos de piedra que se alzan entre uno y otro árbol, los aficionados al farniente y á tomar el sol. Estos amigos de Febo tuvieron la peregrina idea de condenar á destierro y muerte á los dos mas bellos árboles de la alameda que se hallaban á la entrada, por haberse hecho culpables de... dar sombra! El siglo de las luces debería premiar á estos enemigos de la sombra. ¡Oh, astro magno, cirio pascual entre las luminarias de la celeste bóveda! ya que no lo haga el siglo, recompensa tú el apasionado amor de estos tus acides, con las flechas mas agudas y candentes de tu dorado carcax!

La falange de estos sectarios del farniente y del sol, se compone en su mayor parte de viejos, de inválidos, de pordioseros, y de infinitos muchachos de poca edad, de esos que denomina Paul Feval, intrépidos inconvenientes de los sitios públicos. Allí, pues, acuden todos, y se ponen á comer piñones, y sería difícil hallar un pueblo en que se haga mas consumo de dicha almendra. Los chicos chillan y bullen; los viejos se sientan y platican, ocupacion que aman con extremo, y en que sobresalen los hijos de Vandalia. Allí se habla de todo y se discurre muy bien, y un taquígrafo podria recoger materia para un curioso volúmen, en que no faltarian anécdotas, sentencias, refranes, dichos agudos, y chistes burlescos, porque la burla es el sempiterno alimento de la conversacion de los andaluces.

En vista de que los taquígrafos están empleados en el salon de las córtes, vamos nosotros á constituirnos en taquígrafos de la alameda del terraplen de Chiclana. Acerquémonos á este comité en que lleva la voz un inválido mendigo que hizo sus hazañas en la guerra de la independencia y relata por milésima vez las mismas batallas, escuchadas siempre con el mismo interés por su auditorio; porque el hombre del pueblo andaluz, en quien rebosa el pensamiento, no es hablador vacío y de profesion; su locuacidad es inteligente y no mecánica, y así sucede que escucha con el mismo interés que habla.

—No fueron Vds., la gente de tropa, los solos en ser afusilados por aquellos franceses de Napoleon; dijo otro viej o pequeño y de cara bondosa, al concluir el veterano la relacion de una de las mil catástrofes que herian sin desanimar al heroismo que sostuvo aquella gloriosa guerra; que no faltó un tris á que lo fuésemos yo y mi compae Juan. Si no hubiese sido por las Señoras de S... que vivian y aun viven en aquella casa, (y el narrador señaló una de las cinco casas que forman un costado de la gran plazuela en que desemboca el puente) de esa familia que de padres á hijos ha sido siempre tan buena para los pobres como el agua para el trigo: como iba diciendo, si no hubiese sido por sus mercedes, no me hallaria yo á estas horas platicando con los vivos.

—Y cómo fué eso, tio Cayetano? preguntó un mozo cojo, que era de Conil.

—Han de saber Vds., contestó el interrogado, que por aquel entonces teníamos yo y mi compadre unas bestiecillas y nos ejercitábamos en hacer carbon, y venderlo á los franceses. Los asistentes de un Comendante que estaba alojado en aquella casa, nos quisieron mercar dos cargas. Nos metimos en trato y nos ajustamos; pero al recibir las cargas, se empestillaron en que no tenian las seis arrobas cabales; se rufianaron, y no quisieron pagar lo ajustado. Pensaban ellos que acá teniamos las muelas de corcho, pero se engañaron, porque nosotros no nos amilanamos, sino que le dijimos: mau, mau, Caballeros, acá seremos tontos hasta donde nos hizo Dios, pero no hasta donde nos quieren hacer los hombres. Nosotros que sí, ellos que nó; ellos sin entender el español que hasta los burros entienden, y nosotros sin comprender su gerigonza que el diablo que la entienda, les dije yo que para acabar presto, iria en un brinco por la romana. Caballeros! no bien lo hube dicho cuando se echan sobre mí aquellos sayones gritando como grajos; uno me sacude, otro me empuja, otro me zamarrea: mi compadre que veia aquesa barbaridad, les dijo; señores; ¿en qué les ha ofendido mi compadre? su mercé no ha hablado malamente; no ha dicho mas sino que para convencerlos y traerlos á la razon, iba por la romana. Apenas lo huho dicho, cuando me sueltan á mí y la emprenden con él que daba compasion, pues cada trancazo que le descargaban, valia un duro. A la gritería que se armó se junta gente, acude la guardia, y sale el Comendante al que le cuentan en su algarabia lo que pasa. Vamos, pensamos nosotros, este gobierno le meterá el resuello para dentro al ipotismo